martes, 19 de marzo de 2024

 II 

BOGOTÁ: METRO ELEVADO 

O  SUBTERRÁNEO DEBE OBEDECER A UN 

PLAN  DE RENOVACIÓN URBANA

No hacerlo así será una catástrofe urbana para la capital


Jamás el exalcalde Peñalosa tuvo razón con el metro para Bogotá, porque él cree que unas gigantescas tractomulas sustituyen un tren, que buses grandes reemplazan a un metro, y que un alimentador elevado (él lo llama metro elevado) en medio de calles angostas es mejor que un metro subterráneo. Y a la alcaldesa Claudia López le dio lo mismo el uno que el otro con tal de no dañar sus aspiraciones políticas.

No voy a detenerme en discusiones técnicas de cual es mejor, cuando ni siquiera se hicieron los estudios fase tres del alimentador aéreo de Peñalosa que Claudia abrazó por conveniencia política personal más no por conveniencia para la ciudad. El nivel de los estudios es una especie de híbrido fase 2.5, que nadie entiende, y se entiende menos que la exalcaldesa Claudia López no hiciera los estudios faltantes, sino que aceptó la concesión tal cual se la dejó Peñalosa. Ahora, ante la presión del presidente Petro, se está insistiendo en esos estudios, pero el consorcio chino nada que los entrega abonando el terreno para un límbo jurídico que nadie entiende, solo los de los contratos obscuros. Una vez más Bogotá pierde y la nación también porque es la que aporta el 70% de los recursos. Al concesionarse el proyecto los estudios fase tres no fueron obligatorios, sino que se harían en la medida que avance el proyecto. Una fatalidad más del mercado como agente superior. Pierden el Estado y la ciudadanía.

Ahora bien, si una parte del metro o alimentador elevado, y otra parte es un metro subterráneo, amerita una discusión adicional y de fondo sobre el tramo por la Caracas, tema en el cual nadie está interesado, ni los del metro elevado ni los del metro subterráneo, porque no hay una palabra, una propuesta, una discusión. Seguramente urbanizadores y constructores ya han comprado predios para hacer más de lo mismo en una versión siglo XXI.

La Caracas un desastre urbano es también la ciudad del futuro.  

Bogotá es una ciudad que se ha caracterizado por impulsar importantes desarrollos urbanos y después abandonarlos. La carrera Décima se hizo a la par de la Avenida Paulista en Sao Paulo, mientras aquella está destruida cuando a dos cuadras están las sedes de los tres poderes del Estado y la alcaldía de Bogotá, la Avenida Paulista es un referente que la ciudad se ha preocupado por conservar y desarrollar.

Un recorrido por la Caracas desde la Primera de Mayo hasta la calle 80, es un desastre urbano. Una especie de Gaza, destruida por una precaria clase dirigente.  Solo un proceso de renovación pleno de nuevos contenidos puede rescatar algunos espacios, como el barrio Carvajal, la iglesia del Voto Nacional, y sobre todo la aglomeración de hospitales, en su mayoría públicos, ubicados en torno al San Juan de Dios que a duras penas escapa a convertirse en ruinas. Hace doce años se pensó que se podría desarrollar como una aglomeración de servicios de salud de alta complejidad, para ello se adelantó un proyecto que se llamó Ciudad Salud Región con el fin de atender pacientes de menores y bajos ingresos, también a gente de los municipios vecinos a la capital, hacer investigación, impulsar el emprendimiento en temas de industrias de salud, y recreación, cultura y educación en tono a la salud y la vida. El Hospital Infantil se remodelará más pronto que el San Juan de Dios, y el Cancerológico será una institución más potente al abrigo de la reforma de la salud y de la política nacional de reindustrialización.

Ciudad Salud Región le ha quedado grande a los alcaldes: Solo Clara López lo entendió y apoyo en su corta administración. Petro avanzó hasta recuperar para Bogotá el San Juan de Dios que estaba en manos de la Beneficencia de Cundinamarca. Peñalosa no lo miró, y solo hizo lo único que sabe hacer: tumbar el barrio San Bernardo para darle espacio a alguna constructora. Claudia no tuvo visión para ese tipo de iniciativas a pesar de que si fue capaz de traer a Sinovac para construir una fábrica de vacunas. Resulta que Ciudad Salud Región solo está a dos cuadras de la Casa de Nariño. Así como el barrio Las Cruces, deprimido e inseguro, aunque por su ubicación con un enorme potencial de revitalización.

Sería bueno que el presidente Petro, el Minsterio de Salud y el alcalde Galán, lo revisen, entre otras razones porque sería un ejemplo de revitalización y de recuperación de un espacio público para la salud, para eso fue pensado. El San Juan de Dios y toda la aglomeración de clínicas y hospitales se vino a menos por la ley 100 y su orientación a privatizar el sistema. Sin embargo, gracias a sus directivas, el Instituto Cancerológico, se ha sostenido y en su especialización es muy reconocido a nivel internacional.

La figura  (elaborada en 2012) muestra los hospitales (H) ahora localizados y los nuevos que se construirían con el correr de los años. 



También están los centros de investigación (verde), un centro de emprendimiento y espacios para pymes de una industria de salud de alta tecnología. La importancia de la cultura y la recreación en torno a la salud (Industrias culturales), utilizando el generoso espacio público que va de la carrera décima hasta la Caracas, donde hay importantes edificaciones que son patrimonio histórico.    

Desde la aglomeración de hospitales hasta llegar a la calle 26, salvo una que otra pieza arquitectónica, lo demás sufre un deterioro absoluto y cuyo mejor futuro es que la tumben.

Avanzando por la Caracas a partir del costado norte de la 26, está el complejo de edificios de uso público y privado, conocido como el Centro Internacional, donde está el proyecto Atrio: del cual está construido un primero y bello edificio, el más lindo de la Colombia moderna, y aún está pendiente la otra torre, mucho más alta, y la recuperación de la plazoleta del Centro de Convenciones, donde hay una escultura de Ramírez Villamizar. Esta plazoleta debería acoger más esculturas de nuestros grandes artistas: Negret, Botero,…  De ahí hasta la calle 80, por la misma Caracas, una que otra pieza arquitectónica, uno que otro edificio nuevo sin ninguna generosidad urbanística en sus espacios públicos.




El entorno urbanístico de la Caracas está destruido un 80%. En estas condiciones, el alimentador aéreo de Peñalosa para los buses rojos de Transmilenio, sería un corredor aún más horroroso y peligroso, porque no habría condiciones para una reestructuración urbana, que solo sería posible si se tumban los costados oriental y occidental de la Caracas, salvando una que otra edificación y nada más.

El metro subterráneo, incluso el elevado, abriría la posibilidad de un desarrollo urbanístico donde cabrían los buses eléctricos de Transmilenio, permitiría crear espacio público, prolongar el centro internacional hacia el norte hasta la calle 39 integrando el conjunto de edificios donde está Ecopetrol, que amenaza deterioro. No solo se trata de tumbar edificaciones precarias y en pésimo estado, para reemplazarlos por nuevos edificios, que empiezan a construirse sin ninguna generosidad estética y urbanística. Se trata de pensar un mega proyecto de ciudad del futuro que recupere también la carrera 13, otra vía que no vale un peso, e integre otras piezas y zonas de la ciudad: Museo Gaitán, preservar Teusaquillo, integrar el distrito de las artes que va por la carrera 17 de la calle 57 hasta el barrio San Luis. 

Además, se tendría que hacer una intervención igual por la carrera 15 desde la calle 72 hasta la calle 100. Un proyecto para los siguientes cincuenta años proyectado a doscientos años.

Asimismo, el corredor de la Caracas, de la calle 26 hacia el norte, se integraría con la Carrera Séptima, otro proyecto que le ha quedado grande a los alcaldes y a la ciudadanía. La alcaldesa Claudia López mostró como sería el proyecto, y la reacción de políticos interesados es virulenta. Nada les gusta pero nada estructuralmente correcto proponen. Cuando se considera el segmento entre la calle 39 y la 67 se piensa en la necesidad de un plan de renovación urbana cuya identidad serían el conocimiento en torno a las universidades, y una reestructuración del comercio y de los servicios que ahí se prestan porque en la actualidad, entre la carrera séptima y la Avenida Caracas está lleno de comercios y de actividades de mala muerte. De la 67 en adelante, al menos hasta la calle 100, la identidad ya está dada: vivienda para estratos de altos ingresos y servicios de distinto tipo. Luego hasta la calle 127 o 134, una vez la carrera séptima y su movilidad estén renovados, habría que darle una identidad a ese fragmento urbano. Una intervención planificada y progresiva de muy largo plazo, revitalizaría ese inmenso corredor y el metro tendría sentido de ciudad y no solo de movilidad. Sin embargo, si la ciudad no ha podido con el metro menos podrá diseñar una nueva ciudad en Chapinero.   

Se trata de mucho más que un metro subterráneo. Se trata de repensar para diseñar la reconstrucción y construcción de una nueva ciudad, de un tramo del sur al norte, que en la Estación Central conecte con la calle 26 hacia el aeropuerto, donde está en desarrollo el Distrito de Ciencia, Tecnología e Innovación, que lo llamaría Innobo, como se llamó en sus primeros estudios hace doce años, así como el eternamente aplazado proyecto de renovación del CAN. Me ocuparé de este tema en otro artículo.

Entonces, un tramo subterráneo de la primera línea del metro vale la pena hacerlo si la Caracas se piensa como parte de una nueva ciudad. Se densificaría con generosidad en su diseño integral: espacio público, vivienda de calidad, cultura, arte, educación, investigación, emprendimiento, ciclo vías, y solo motos eléctricas silenciosas. Desparece el transporte público por la carrera trece, y la nueva ciudad se integraría con el viejo centro, el de siempre.

Es espantoso ver como Colombia no puede con grandes proyectos, con grandes sueños, con grandes iniciativas de ciudad, con grandes utopías de nación. Quito ya tiene metro.  Los demás metros de las capitales de Suramérica siguen construyendo más líneas complementadas por sistemas alternativos de movilidad. En doce años el metro de Sao Paulo ha construido cinco nuevas líneas, para un total de once. Mientras tanto Bogotá en marzo de 2024 únicamente había sembrado los primeros pilotes de la primera línea del metro. Los cien años de atraso de Bogotá son los cien años de atraso de Colombia en el desarrollo de sus ciudades y de su modelo de desarrollo.


martes, 12 de marzo de 2024

                                  Tres artículos sobre la corrupción en Colombia


Foto: Gabriele Siegrist


LAS LÍNEAS ROJAS DE LA CIUDADANÍA CONTRA LOS PARTIDOS POLÍTICOS DE LA OPOSICIÓN

Jaime Acosta Puertas 

La discusión sobre la reforma a la salud se ha convertido en la gran discusión de los ilustrados, porque siempre una ciudadanía con problemas de educación - utilizada solo para ganar elecciones - queda en manos de las redes, de los fake de la oposición y de los medios que están a favor de los trimillonarios contrarreformistas que se han beneficiado de las leyes actuales por lo cual no quieren que se acaben los beneficios sin control logrados en gobiernos anteriores.

En estos días de reuniones entre partidos y gobierno en torno a la reforma de la salud, reuniones de las cuales solo se conocen titulares, los grandes medios se han dedicado a decir que el texto del gobierno debe incluir todas las proposiciones de los partidos “amigos”. ”. ”. ” ya la vez opositores del gobierno.  

Son situaciones indignantes de la política y de la democracia representativa colombiana, una representación mentirosa, corrupta, mal formada por lo deformada, sin visión de largo plazo para el país, pero sí para ellos, en consecuencia, individualista y costosa porque no genera retornos positivos. . a la sociedad. Al final, la mayoría de sus decisiones son un favor de ellos. Los políticos han sabido armar leyes para ellos y para los intereses billonarios que representan, que no son los intereses de la sociedad sino de unos pocos, por eso el derrumbe institucional es total y fallida la democracia representativa.

Poco funciona bien en Colombia: desaforada corrupción como en el sistema de salud, cuando no es ineficiencia, intereses torcidos y baja calidad como lo indica la ingeniería colombiana en materia de infraestructura y obras públicas, el Inpeci perdiendo evidencias y liberando asesinos, la Fiscalía que no investiga sino que precluye y prescribe, la Procuraduría haciendo política y no control, el Congreso de la República que cree que su fin es destruir los proyectos que vienen del Ejecutivo Progresista, las Cortes obsecionadas en desatender, demorar o destruir lo que venga del presidente progresista, y sigue la interminable lista de desarreglos institucionales de los cuales hacen parte los grandes medios y los gremios empresariales.

Entonces, en este contexto, los políticos que defienden los intereses millonarios en un sistema de salud sin control de los dineros públicos que mal maneja, han propuesto prácticamente una reforma alternativa. Actitud arrogante, de mala índole e indignante de los mal llamados “amigos” del gobierno, que se han sumado al uribismo y al vargismo. Afortunadamente, en la Cámara de Representantes logró superar la tenaza opositora de la ultraderecha. Esperemos haber que sucede en el Senado donde un Presidente miserable y embalentonado por ser parte de un clan de corrupción de la costa Caribe, lleva las reformas a paso de muerto. 

En salud y demás temas de interés nacional, estoy seguro que sin leer ni entender, los medios pagados por defender un sistema impuro y enfermo, no saben de qué hablan. En la madrugada les mandan lo que deben decir en la mañana y al atardecer lo que deben decir en la noche.   

Quieren poner de rodillas al gobierno. Y el ministro no debe hacer la tarea de editor, porque significaría que su reforma es un error de principio a fin, lo cual no es cierto, como lo han dicho organismos internacionales y expertos nacionales, salvo los alquilados a Acemi, el gremio de las EPS. 

Los partidos lo que deben hacer es ir al congreso a cumplir con sus obligaciones constitucionales. Debatir con inteligencia y honestidad porque si la reforma a la salud no avanza en el marco de los cambios que propone el gobierno, los primeros en perder serán los congresistas a pesar de que los grandes medios estarán a su favor y no descansarán en echarle la culpa. . al gobierno.

Así las cosas, las líneas rojas de liberales, conservadores y de la U, no son las líneas rojas de la ciudadanía. Las líneas rojas de la gente son las líneas rojas del gobierno. Si Petro entrega la reforma a los partidos, la gobernabilidad del presidente habrá terminado, no le quedará más que el micrófono y un activismo político que agotaría a la nación, porque no habría gobierno. 

Petro está haciendo un buen gobierno. Ninguna de las críticas a ciertas actitudes menores son determinantes en la gestión de la administración. Sus ideas resaltan en el espacio internacional. Lo escuchan como a ningún otro presidente colombiano han escuchado. Tal vez solo a Santos por la paz y nada más. Sus reformas también le gustan al mundo. Su capacidad y características como líder internacional, iguales. Va con una extensa y variada agenda a Estados Unidos, Europa y las reuniones de los distintos proyectos de integración de América Latina. Entonces ¿bajo qué ilusión negativa la oposición se imagina a Petro débil ya su gabinete también?

Tampoco veo a Petro entregando las líneas rojas de la ciudadanía, que son distintas a las líneas de los decadentes partidos opositores de la decadente oposición al gobierno. Las líneas rojas de la ciudadanía son las líneas rojas del gobierno en las reformas sociales. 

 

¿CONSTRUIR SOBRE LO DESTRUIDO POR LA CORRUPCIÓN? 

El centro de la discusión política son las reformas sociales que impulsa el gobierno del presidente Petro. Leí los textos iniciales de las propuestas de salud, laboral y pensiones presentadas al Congreso de la República. Después, ni haciendo un trabajo durante las 24-7, se puede hacer un seguimiento serio, porque son tantos los cambios según se le antoje a la inmensa dispersión de actores políticos, privados y de la academia para configurar unos articulados imposibles de concertar y así. . lograr la caída de las reformas. 

Son las mañas de la corrupción y de la decadencia política contra la sociedad que los elegidos, para desgracia, como sus representantes. Al final la ciudadanía no sabe a quién elige, simplemente va engañada a las urnas para el simulacro electoral de una democracia fallida. Esos son los jefes políticos y los congresistas de la oposición al gobierno, y los congresistas “amigos” de la coalición que pretenden tumbar las reformas progresistas. 

He leído textos de distintos actores con sugerencias adversas a las propuestas del gobierno, porque ideológicamente representan algo muy diferente a una visión progresista de la sociedad, pues obedecen a intereses billonarios de quienes no quieren que nada cambie ya que se tomó el cielo, el agua. . , la tierra y los poderes del Estado al amparo de la constitución de 1991 que entronizó un neoliberalismo desalmado y atrasado. Un texto constitucional vendido como un pacto social de los derechos, pero de derechos para capturar el Estado a cualquier precio. 

Los opositores a las reformas dicen: “reforma sí, pero no así”, porque también dicen que “quieren unas reformas que beneficien a la gente”, dando a entender que los textos del gobierno son contra la gente. Además, expresan que desean unas reformas construidas sobre lo construido, como si los cimientos construidos no estén destruidos, por lo cual las reformas son inaplazables luego de treinta años de implementadas. Esas mentiras, repetidas una y otra vez se han convertido en verdades para incautos e ignorantes, aplicando la estrategia que el fascismo se inventó hace un siglo: repetir hasta que las mentiras se convertirán en verdad. 

Al leer textos de “expertos” que critican las reformas, no son ideas para los articulados de las reformas, son ideas para la etapa de reglamentación. Es la razón por la cual se han duplicado los artículos de las reformas. De ahí se agarrará la oposición diciendo que lo mejor es volver a reunir a los que ya se han reunido, con el fin de estructurar nuevos textos que alarguen o acaben con la discusión de las reformas.

¿Qué hay detrás de tanta mentira contra las reformas? 

Gigantescos intereses económicos se crearon desde la reforma constitucional de 1991, la reforma de los derechos, de los derechos de los grandes capitales para capturar recursos billonarios del Estado, recursos girados sin mayor control, que han derivado en decenas de decenas de decenas de empresas privadas. . prestadores de servicios de salud, de construcción, alimentación escolar, infraestructura, la lista es larga, que se roban dineros públicos, luego se quiebran y se van sin responder a nadie, puesto que el Estado termina asumiendo los impactos de la corrupción. Es el espíritu de una Constitución deformada: el mercado captura y saquea recursos públicos, la justicia no llega, y el Estado responde. Si se penalizaran sin tanta garantía las prescripciones, si automáticamente se sancionarán a los corruptos ya jueces y magistrados que los protegen, la corrupción sería infinitamente menor, y no una cultura que atraviesa a la sociedad de arriba hacia abajo, y de la ultraderecha al centro. . . 

El paciente, subsidiado o del régimen contributivo, va de una EPS a otra, porque una tras otra las EPS desaparecen. Además, lo trasladan de IPS sin decirle nada. Se entera cuando se enferma o pide cita de control o requiere nuevo tratamiento, entonces se da cuenta que no lo atenderán los mismos especialistas y en la misma IPS, pues ahora debe ir a otros especialistas en otra IPS.

Por supuesto que las cosas medio funcionan, porque de lo contrario los negocios no eran posibles. En estas condiciones, las propuestas para ajustar los textos de las reformas son para ajustar los modelos sin afectar los intereses de los trimillonarios y otros negociantes que se adueñaron de las arcas del Estado. 

Si el propósito de la oposición de conservadores, uribistas, y los liberales deleznables de Vargas y Gaviria es mantener lo construido, la concertación de la coalición del gobierno giraría en torno a la corrupción para alargar la captura indebida de recursos públicos en salud, infraestructura, energía y otros sectores. Unos más, otros menos, pero casi todos los sectores están dañados. En otras palabras, lo que busca la oposición y los “amigos” enemigos de la desbaratada coalición de gobierno, es continuar con el saqueo de los recursos públicos amparados en leyes que hicieron a la medida. No es el interés general el que los impulsa, es el interés particular. 

El gobierno enfrenta en el Congreso de la República y en las Cortes a un enemigo de tres cabezas: la oposición a las reformas; la unión de las decadentes maquinarias políticas de la corrupción (Cambio Radical, uribismo, neoliberales de Gaviria, conservadores, la U, y verdes descaracterizados) para derrotar al Pacto Histórico en las elecciones de 2026; y las Cortes y las IAS (Procuraduría, Contraloría, Fiscalía, Defensoría) contra todo lo que decide y haga el gobierno progresista. Es decir, todas las desgracias de Colombia unidas contra la gente, el progresismo, el gobierno y el Estado.

La concertación y la coalición que debería ser. 

La oposición de enemigos y de “amigos” al gobierno en el congreso, gremios, medios y “expertos”, no adelantan debates serios ni proponen una concertación o coalición en torno a los efectos sociales y los impactos económicos y políticos positivos de las reformas en el desarrollo de la nación con el fin de superar treinta años de angustia y de agonía neoliberal.  

No hay concertación ni coalición aceptable para atacar la corrupción y hacer realidad la paz total. Ni concertación y coalición por la reindustrialización, la ciencia, la cultura, la educación, la innovación, las energías alternativas, las nuevas tecnologías, la justicia, ni por las autonomías territoriales.  

El desarrollo sostenible avanzado no conjuga con la corrupción, el clientelismo y la ilegalidad en las esferas del poder. El atraso de Colombia en infraestructura es por ineficiencia y corrupción. Imaginémonos todo lo que habrá en el subfondo del Metro de Bogotá cuando el contratista no ha entregado los estudios por la Avenida Caracas y en las grandes obras de infraestructura.  

La corrupción en la contratación pública privada pasa por tres etapas: en la primera comienza la obra; en la segunda continúa los trabajos, pero no se termina; y en la tercera se termina. En cada etapa hay un pico de corrupción entre políticos, gobernantes y contratistas. No importa el tamaño de la obra ni el tamaño del presupuesto, lo que importa es robar recursos del Estado. Es decir, la perfecta alianza de la corrupción, donde los jefes son los políticos, y los compinches los privados beneficiados.

 

IMPUNIDAD = CORRUPCIÓN

La Secretaria de Transparencia de la República de Colombia presentó un informe sobre la impunidad, tomando como referencia el periodo 2010 y un trayecto de 2023. La impunidad es consecuencia de la corrupción, por tanto, hay impunidad porque hay corrupción, y es tanta la corrupción que las cifras sobre los procesos que quedan impunes o viajan a la impunidad, son descomunales: de 57.500 denuncias, el 94% no tienen condena, sin captura el 90%, en indagación 77% (no presentan ni acusación ni imputación, es decir, están en la carpeta de archivados y día a día irán muchos a la papelera de la basura digital), y el problema es nacional porque la impunidad está por encima del 90% en todos los Departamentos, con casos que llegan al 99.5%, es decir , la impunidad perfecta con la corrupción y la ineficiencia perfecta.

Estas cifras son una suma de casos en la fiscalía y otros en los juzgados. Es decir, fiscales y jueces corruptos, fiscales y jueces qué por órdenes superiores tiene procesos en modo de pausa, y fiscales y jueces ineficientes. La metodología de sumar casos de una competencia u otra, no es relevante, solo para saber cuál es peor, y de ello deberá ocuparse la investigación, que debe incluir, no solo el nivel territorial, sino también el sectorial. Territorio por sectores, y veremos cómo: educación (infraestructura, alimentación); salud (todo el sistema); transporte (interminables proyectos que nunca se acaban porque la estrategia es fraccionar y dejar obras por fuera para justificar el siguiente, el siguiente y el siguiente contrato a nivel nacional y local); justicia (el Inpec, los jueces que precluyen o absuelven contra la evidencia de que hay delito).

Técnicamente, Colombia se puede definir como una sociedad corrupta, a más de violenta, a veces combinando los dos monstruos, en un contexto histórico económico que siempre ha sido rentista: primero con la tierra, y sigue la tierra en Colombia; y ahora con el rentismo financiero, desde el capitalismo de “libre mercado” de Hayek que fue el inspirador para que en 1947 se creara la Sociedad Mont Pélerin, que luego daría paso al club de Bildelberg, en 1954, donde los grandes multimillonarios del mundo. , con apoyo de políticos de derecha y ultraderecha, sobre todos los anglosajones, se tomaran el mundo para el “libre mercado” de empresas y banqueros de los países más desarrollados de occidente. [1]

Luego de Hayek vinieron Milton Friedman, Ludwig von Mises, Arnold Harberger, y otros, para afianzar el capitalismo del libre mercado, que de libre no tiene nada, porque los grandes poderes económicos lo que hicieron, a costa de los países en desarrollo, fue generar las condiciones normativas internacionales para preservar, consolidar y apoderarse de los mercados, y bloquear a empresas nacionales y las políticas industriales de países como Colombia, en el marco de tanto organismo internacional que ampara a los mega conglomerados, pero desprotege a los países atrasados ​​en sus aspiraciones y esfuerzos por transformar su economía mediante el cambio estructural y tecnológico nacional para actuar en un mercado global.

Este capitalismo de libre mercado inspiró una base de corrupción que subyace en todas las acciones tendientes a capturar mercados y frenar todo esfuerzo o derecho de los países de menor desarrollo, especialmente, por eso los demandan grandes empresas extranjeras que han hecho mal las cosas, pero que están protegidos por normas transfronterizas que los países firmaron a través de nacionales que fueron cooptados para servir como sujetos funcionales a los dueños del libre mercado mundial. La corrupción de los últimos treinta años en Colombia, se da en este marco superior del modelo de desarrollo inscrito en la constitución de 1991, donde se sumaron el rentismo por la tierra y el rentismo financiero que engloba también a gigantescos conglomerados industriales.

De esta manera, la impunidad en Colombia está atada a la violencia y la corrupción de siempre, pero redefinida y repotenciada en los últimos treinta años por el capitalismo que por estos días tiene a Europa asándose a temperaturas que alcanzaron los 52 grados.

Ubicando a Colombia en ese contexto internacional que creo un sin número de flujos y de sistemas de corrupción amparados por leyes torcidas, volvamos al informe de la Secretaría de Transparencia de la presidencia de la República, para decir que lo primero que harán los que se sientan involucrados, es que el número de jueces y fiscales es inferior al de otros países, lo cual puede ser cierto, y es parte de la trama para facilitar la impunidad que blinda a la corrupción. Los exfiscales Martínez Neira y Barbosa adelgazaron la nómina de funcionarios para ammparar la impunidad.

Pero no es un asunto de funcionarios de menor rango, es un asunto que comienza en decisiones de las instancias más altas del poder judicial y de los organismos de control que no tienen a nadie que los controle, porque están atados al poder político. Como hay un sistema económico inmoral, entonces, este necesita de un poder judicial funcional y de un sistema de control sin control. Un proceso en la Contraloría dura cuatro años, y cuando llega la decisión para la sanción, el funcionario o los funcionarios del delito, ya no están, y el producto de la corrupción se habrá evaporado.

O las decisiones que toma el Consejo de Estado quince años después de que un caso se radica en correspondencia. Entonces, los procesos que hacen parte ya han desaparecido en otras instancias.

El abordaje y la solución a esta patología social de corrupción = impunidad, más allá de medidas de corto plazo con perspectivas de largo alcance, debe conducir a una reforma de fondo al sistema político, al sistema judicial, a la hegemonía perpetua del esquema ideológico liberal. conservador causante de un eterno problema estructural que se fue degradando, incluida la eliminación física y la represión sin freno de cualquier proyecto progresista. Entonces, sucedió una acción articulada entre decadencia ideológica, en las ideas de acumulación, y culto a la corrupción cruzada de violencia, ambas cobijadas por una fuerza descomunal de impunidad que nunca ha dejado de estar, pero que fue creciendo hasta límites insospechados e insoportables que ha destruido valores y cualquier arreglo institucional para desarrollar en armonía a la nación.

Los factores endógenos están articulados y permeados por las reglas de juego de la sociedad capitalista del libre comercio del libre mercado, por lo cual se debe revisar lo firmado en materia de protección a la inversión, propiedad intelectual, y de política industrial multinacional contra las políticas. industriales nacionales de economías como Colombia, pero que países como Brasil, India, China, nunca firmaron. Detrás de la plataforma de barreras a una economía de equidad y equilibrios globales, están los grandes capitales mundiales y nacionales, sin códigos éticos porque han protegido prácticas éticamente inaceptables, económicamente inviables para construir una nación desarrollada, políticamente protectoras de una ideología sin elaboración positiva, que han derivado en esquemas de corrupción legitimados por la economía del “mercado libre”, que no tiene nada de libre para los países en desarrollo que no han sabido sacudirse y levantar banderas de autonomía, dignidad, honorabilidad y transparencia que les permite construir sueños que hicieron posible una nueva nación avanzada.

Las excepciones políticas, las excepciones empresariales, las excepciones intelectuales, las glorias de artistas, científicos y deportistas no alcanzan para estructurar una idea positiva de sociedad, cruzada por poderes de corrupción, violencia e impunidad, en expansión.

El código penal vigente, ley 906, creada en el primer gobierno de Uribe, ha sido el aval para la permisividad y expansión sin límites de la corrupción y con ello de la impunidad. Una ley hecha para darle garantías a los corruptos, que técnicamente le da elementos a los que deben impartir justicia, para que no lo puedan hacer. Un proceso puede ser eterno, sube y baja, va y viene, nunca se acaba hasta que precluye o se extingue en el calendario.

 

“LA GENTE DE BIEN” CONTRA EL ESTADO Y LA DEMOCRACIA

El poder económico se ha beneficiado del modelo de mercado a través de una estrategia de largo plazo que le permite la captura dolorosa e indefinida de rentas del estado. Un modelo perverso se perfeccionó en la medida que los gobiernos neoliberales de ultra y de derecha se apoderaron de los tres poderes del estado y de los organismos de control.

Con el triunfo del progresismo, el poder económico y político tradicional, a pesar de su incapacidad y decadencia absoluta, le declararon la guerra, desde el primer día, al gobierno y en particular al presidente Petro. Los grandes medios, de propiedad de los poderes en crisis, sirven de fuerza de choque por medio de la mentira, la manipulación, la mezquindad y encuestas tramposas. 

El presidente y el gobierno están solos contra los poderes eternos. Pero, la comunidad internacional y la gente de medianos y bajos recursos se han dado cuenta de esa guerra infame y sin pausa del “golpe blando”, por lo cual la favorabilidad del presidente se conserva en un punto alto.

Suponiendo que le falta ejecución al gobierno, entendiendo que Duque nombró en los últimos meses a millas de uribistas y opositores al nuevo gobierno, por lo cual una ineficiente burocracia producto de su papel secundario en los factores que podrían hacer de la productividad, la equidad y la sostenibilidad los que lleven tranquilidad a la ciudadanía y al campesinado, obstaculizando la ejecución del cambio que necesita Colombia. Un torcido modelo de mercado se opone a todo proyecto de cambio si este no hace parte de la agenda del poder económico y político para sustentar recursos públicos.

Batalla por la Fiscalía

Es tan desbordante la corrupción en este organismo, que le querrían cerrar al presidente el paso para nombrar una terna de la cual resulte un fiscal que inicie un proceso de depuración, resultados y reestructuración. El presidente no puede ponerle a Colombia un tibio fiscal que haga un trabajo sobre qué procesos deben avanzar y cuáles desaparecerán en el congelador de la impunidad. Un fiscal más o menos transparente, más o menos buen jurista, más o menos buen penalista, no le sirve a Colombia, y menos si proviene de la saga de corrupción y crimen de las últimas dos décadas.

La Fiscalía y la Procuradora trataron de impedir que el presidente escogiera la terna que presentó a la Corte Suprema de Justicia, porque dicen que está impedido para actuar con imparcialidad por el caso de su hijo, a pesar de que siempre ha dicho que respetará las decisiones. de la justicia, por eso también ha solicitado un fiscal ad hdoc para el proceso de su hijo.

El afán por capturar a Nicolás Petro era bloquear el nombramiento de la terna para fiscal. Al neutralizar al presidente asumían que otra instancia ternaría candidatos amigos de la corrupción y el crimen, o la oscura vicefiscal Mancera podría quedar por mucho tiempo mientras amparada por la inacción sospechosa de la Corte Suprema hace la tarea a favor del crimen y la corrupción, con lo cual la impunidad seguiría mandando y creciendo, porque una falla estructural en la ética del Estado atada a una falla estructural en la ética del mercado, no tiene límites hasta tanto un proceso ciudadano le ponga fin a la decadencia.

El caso del cartel del petróleo entre “la gente de bien” y Ecopetrol lleva ocho años en la Fiscalía

Bien hace el presidente al pedir que se investigue si funcionarios de Ecopetrol han participado en las exportaciones clandestinas de petróleo provenientes de Venezuela, por cantidad que supera los 400.000 millones de pesos. El presidente tiene razón, porque es imposible que ese negocio se hubiera hecho sin Ecopetrol, porque al final la petrolera es la que permite el transporte de crudo por lo cual debía aplicar controles con tecnología electrónica y digital. Mínimo la empresa encargada del transporte del crudo debía saberlo, en consecuencia, sus resultados también pasaron por la presidencia y la junta directiva de Ecopetrol.

Un sistema de control electrónico era fácil y necesario de implementar para monitorear el flujo del crudo desde un punto X en Colombia hasta el lugar de embarque.

La corrupción en torno a la producción de petróleo o de combustibles, no es nueva. Hace años se intentó poner un seguro electrónico en cada carro tanque que transportaba gasolina. Al poco tiempo, la medida se suspendió. Las directivas de Ecopetrol tenían que saber que había un robo sistemático de combustible, porque jamás les podían cuadrar las cuentas entre combustible producido y combustible distribuido. Había una gran cantidad de gasolina que se evaporaba por obra y gracia del espíritu santo que protege a la “bendecida gente de bien”. Dicen que ninguna sustracción de petróleo o gasolina era posible sin ayuda de la DIAN.

Este tipo de robos, y muchos otros, ocurren por recurso humano ineficiente y corrupto, asociado al no uso o mal uso de tecnologías de control. En todo el mega sistema de focos de corrupción siempre fallan los instrumentos de control: humanos y tecnológicos. A la ciudadanía le repugna que “la gente de bien” se robe petróleo y todo lo que se le antoje, porque los “privilegiados” hicieron del modelo de mercado un sistema de políticas, estrategias, programas y proyectos, para sustraer bienes y dineros públicos. .

De manera deliberada, desde el primer día del gobierno de César Gaviria, ese fue el objetivo, por eso se privatizaron activos públicos aprovechando la mala administración de algunas empresas del Estado. Lo que no han podido privatizar es porque han estudiado la cantidad de Estado requerida para distraer y hacer funcional el modelo de captura de rentas públicas. Si el mercado se roba un sector y deja un hueco, ese hueco lo cubren las empresas públicas del sector.

“La gente de bien” dice que algo de Estado es bueno y necesario, como sofisma de distracción o para amortiguar los desfalcos del Estado por el mercado. Es tan anómalo el modelo colombiano “de la gente de bien”, qué en momentos de incertidumbre y crisis del modelo económico global, sobre todo de occidente, que organismos internacionales y gobiernos de otras naciones apoyan las reformas sociales y económicas del gobierno progresista liderado por Gustavo Petro.

“La gente de bien” siempre tiene una razón para sostener una porción del mercado en manos del Estado. Dejan una EPS, un fondo público de pensiones, unas pocas universidades públicas y hospitales públicos, unas escuelas y colegios públicos, una empresa de aviación para ir donde las empresas privadas no van.

La baja calificación y calidad de todos los factores inteligentes y funcionales a una economía eficiente, diversificada, sofisticada, productiva, innovadora, inteligente, emprendedora y territorialmente autónoma, se deben a que los multimillonarios “de la gente bien” no tienen a estos factores del desarrollo en el frente de sus intereses, objetivos y conocimientos. Su nivel intelectual es bastante bajo.

Un modelo inteligente para Colombia, como los de López Pumarejo y Lleras Restrepo, como los de países avanzados, y como los emergentes de Asia, no le interesa y no le gusta a “la gente de bien”. Siempre han querido acabar con el Estado -no reestructurarlo ni modernizarlo-, para asaltarlo. Desde Misael Pastrana se fue desmontando el modelo de industrialización, exportaciones y de desarrollo social que había iniciado Lleras Restrepo, por lo cual también asesinaron a Galán. La captura del Estado mediante las privatizaciones se preparó de manera abierta y decidida desde Barco. Gaviria terminó siendo el elegido para la odisea neoliberal que acabó con el Partido Liberal. Treinta años después el “país de la gente de bien” está colapsado por las malas políticas y una pandemia de corrupción desaforada.



[1] Chico de pie. La corrupcion del capitalismo. Pasado & Presente. Barcelona. 2017


viernes, 8 de marzo de 2024

                 Ocho artículos para la reindustrialización de Colombia


I

COLOMBIA ESTANCADA Y SIN REFORMAS 

Este artículo fue inicialmente publicado en Razón Pública  

Más importante que la reforma laboral es la Política Nacional de Reindustrialización. ¿Qué se necesita para generar empleo y aumentar la productividad y la equidad en Colombia? 

Jaime Acosta Puertas* 

La caída de la reforma 

La reforma laboral empezó a temblar desde que la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, dijo que no era para crear empleo.  

Un propósito que tampoco está en la mira de las empresas, los políticos y la mayoría de los analistas. Ellos se concentran en la cantidad de empleos que se pueden perder, pero no observan aquellos que se pueden crear si la reforma se plantea junto con la Política Nacional de Reindustrialización (PNR).  

Las políticas laborales reflejan el avance o retroceso del sistema productivo según el modelo de crecimiento adoptado. En el caso de Colombia, la economía ha estado marcada por un modelo de mercado para capturar rentas y no para desarrollar la nación. 

Hace sesenta años emergieron en el mundo nuevas olas de producción, de innovación y de comercio internacional que han pasado por encima de Colombia. Desde 1991 los gobiernos entregaron la producción a las importaciones, sobre todo desde la firma de los Tratados de Libre Comercio (TLC). De esta manera se destruyeron más de millón y medio de empleos, más del doble de los estimados si la nueva reforma laboral se aprueba. Lo primero es una realidad, lo segundo es una hipótesis de opiniones adversas a la reforma. 

Las reformas laborales sirven cuando la productividad va en caída libre, ni se crean nuevas fuentes de empleo de más calidad ni se brinda estabilidad laboral. Colombia necesita un sistema productivo diversificado, sofisticado y de alta tecnología, que es el que permite impulsar exportaciones, crear empleo, irrigar equidad y crecimiento económico a altas tasas.  

Para eso se necesita combinar la PNR y un nuevo marco laboral, porque el actual —que defienden los empresarios— no sirve para adelantar un proceso de reindustrialización que eleve la productividad y las capacidades de innovación para impulsar exportaciones intensivas en conocimiento y alta tecnología. 

Política Nacional de Reindustrialización y reforma laboral 

Colombia dispone del marco de la PNR cuyos números no se conocen, esperando un Conpes que no llega. Solo se conocen objetivos y metas de programas que vienen de gobiernos anteriores, como las Fábricas de Productividad, Colombia Compra Eficiente, entre otros. 

El marco de la PNR tiene un largo proceso de construcción. El documento elaboradoen los primeros oncemeses del gobierno de Gustavo Petro es un inteligente y exquisito marco conceptual basado en las corrientes de la economía de la innovación.  

Es un quiebre al pensamiento de las políticas de competitividad y de productividad del neoliberalismo de los últimos treinta años. Por eso los gremios no quieren esta política. No dicen nada y no hacen nada para impulsarla, mucho menos para relacionarla con las reformas sociales, empezando por la reforma laboral. 

¿En qué beneficia la PNR? 

La PNR tiene objetivos claros para cerrar las brechas de productividad, fortalecer los enlaces productivos entre producción, comercio y servicios, diversificar y sofisticar la oferta interna y externa a través de nuevos bienes y servicios, profundizar la integración productiva entre países de América Latina e incluye la economía del cuidado que también hace parte de la reforma laboral.                 

Además, la PNR tiene cuatro grandes apuestas productivas estratégicas o misiones que requieren de un nuevo marco laboral de derechos y oportunidades para mejores y nuevos empleos duraderos. 


a.      Una transición energética justa que incluya un sistema de movilidad sostenible, así como estimular industrias de componentes y bienes de capital y el aprovechamiento de minerales estratégicos. 

b.     Una agroindustria y soberanía alimentaria de la mano de la bioeconomía y de la producción y desarrollo de tecnología para una agricultura digital y de restauración ecológica. 

c.  Para las industrias del sector salud: producción de activos, medicamentos, moléculas, vacunas, dispositivos, parte de equipos como base de una futura industria de equipos. Esta apuesta está vinculada a la reforma de salud, y es tan importante como la de seguridad alimentaria. 

d.    Defensa y vida: una industria naval de uso civil y militar para un país con dos mares, cinco puertos y grandes ríos. 

Desarrollar estas apuestas o misiones necesita de instrumentos de intervención para la reindustrialización y asícrear empleo con nuevos y plenos derechos laborales. Se debe recurrir a nuevas fuentes de capital y financiación para que inviertan en las apuestas estratégicas recién referidas. 

Por último, como complemento, está la formación de recursos humanos en habilidades y nuevas destrezas asociadas a las áreas de ciencia, tecnología, ingenierías y matemáticas, determinantes en el desarrollo de los sectores clave de la PNR. 

El esfuerzo de capital y de recursos humanos es la base para el desarrollo tecnológico que impulsa la reindustrialización. 

Si sucede un cambio estructural y tecnológico en el país se revertirá el ciclo descendente del ingreso de estudiantes a la educación superior, que viene en caída desde el 2016.  

La falta de ingreso se debe a la privatización adversa a la educación pública, al elevado precio de las matrículas, la mala calidad de la educación, la falta de oportunidades en el mercado laboral y a los focos de corrupción en universidades públicas y privadas para ingresar al pregrado y a las especializaciones, especialmente en medicina.

Si se combinan objetivos de largo plazo con apuestas estratégicas intensivas en conocimiento e innovación, el mundo laboral de Colombia sufrirá un cambio rotundo e irreversible, que implica un nuevo espacio laboral como el que propone la reforma. Se preservarán ciertas especializaciones asociadas a recursos primarios, viejas industrias que aún se sostienen y, sobre todo, por el surgimiento o fortalecimiento de nuevas actividades y sectores promisorios. 

Este nuevo espacio productivo necesita una nueva política laboral comprensiva de los cambios de producción, innovación y conocimiento. Así emergerán nuevos empleos, empresas y oportunidades. Aunque requerirán nuevas condiciones laborales, pensionales, de salud, y educación para un sociedad más justa, equilibrada y progresiva.  

Todos equivocados 

El gobierno tiene la PNR que justifica y ampara las reformas sociales. La estabilidad laboral solo la ofreceuna economía en transformación permanente con un capital humano más calificado, innovador y éticamente correcto. 

Una reforma laboral como la que quiere el gobierno es difícil por el atraso y la dependencia tecnológica de la producción nacional, en materia de insumos, componentes y bienes de capital. La reindustrialización necesita y a la vez propicia condiciones para otro marco laboral y pensional, e incluso para elevar los aportes al régimen contributivo en salud. Por eso la reindustrialización incidepositivamente en todas las políticas sociales, económicas y de relaciones internacionales. 

Los gremios deben entender que están defendiendo un régimen laboral absurdo, inequitativo, atrasado e insostenible, igual al rezagado sistema productivo del país.  

Los argumentos de los gremios son de enorme debilidad técnica, sin visión de nacióny sin visión de la economía que debe ser. Quieren que la economía de los últimos treinta años sea la economía de los siguientes treinta, lo cuales imposible por factores internos y externos. Sin embargo, tienen el poder de convencera congresistas y grandes medios. 

Asimismo, los centros de estudio y de investigación no muestran una capacidad de análisis, construcción y comprensión de la economía de la innovación que sustituya la economía neoliberal, sus contenidos yprogramas de estudio y de investigación. 

No obstante, el gobierno tampocoaprovechala PNR para justificar y mostrar los nuevos caminos de desarrollo nacional, en cuyo contexto van las políticas sociales. El presidente y el ministro de Comercio Industria y Turismo no han sido capaces de articular con los Ministerios de Hacienda, Trabajo, Energía, Agricultura, Transporte, Salud, Ciencia y Tecnología, y Educación los pilares de la reindustrialización quedan el marco a las reformas sociales, económicas, y a la estrategia depaz. 

Los gremios empresariales están en el negocio del atrasado modelo económico. La reindustrialización no hace parte de sus esquemas mentales porque se deben a la economía de 1991 y no a la de 2031, 2051 o 2071. Por eso las reformas les parecen salidas de la realidad. 

El recurso de las universidades debe servir para repensar modelos teóricos, revisar los paradigmas de investigación sobre el desarrollo y la ética, y aportar un marco de pensamiento paralas reformas. 

Lo mejor que tiene el gobierno es el grupo de expertos, nacionales e internacionales, que pensaron la PNR. Ese grupo debe convocarse de inmediato y entregar en los meses inmediatos cómo sería la economía y la sociedad colombiana reindustrializada, a la par que se tramitan las reformas. 

Por ejemplo, el discurso internacional del presidente Petro sobre la transición energética y el calentamiento global está inmerso en la PNR. Es un discurso coherente, tanto para las reformas económicas y sociales que requiere el país, como para situar a Colombia como una nueva voz en el mundo. 

Si es necesario hay que llamar a la gente a la calle para lograr el respaldo que las reformas necesitan. Este llamado se hará si los políticos y empresarios no retiranel control con el cual pretenden obligar al gobierno a aceptar sus mandatos y conducir a Colombia a mayores desequilibrios. 

*Analista político, consultor e investigador independiente experto en economía de la innovación. 


II

EL PRESIDENTE PETRO, LA PROFESORA MAZZUCATO, 

LOS MINISTROS Y LOS EXPERTOS


El Ministerio de Hacienda ha mostrado los grandes desafíos macroeconómicos de Colombia, y la urgencia para impulsar un proceso de desarrollo productivo sostenible con base en ciencia, tecnología, innovación y educación, más una política social orientada a la equidad y la sostenibilidad ambiental.

Hay problemas que se pueden abordar y cuyas soluciones dan resultados a corto plazo (uno a cuatro años): déficit fiscal, tasa de cambio, inflación, pago de impuestos, entre otros. Hay otros temas  igualmente importantes que también deben atenderse en el corto plazo, pero sus frutos son a mediano y largo plazo, aunque los efectos positivos comienzan a observarse desde un comienzo y aluden a componentes estructurales que cambian el modelo económico: la reindustrialización a partir de investigación desarrollo innovación (I+D+i), formación de recursos humanos de alto nivel, diversificación y sofisticación de las exportaciones, creación de una nueva generación de empresas innovadoras, apoyo a empresas innovadoras existentes, fortalecer los bancos de desarrollo, reorientar los bancos privados para que apoyen empresas innovadoras, fortalecer los fondos de capital de riesgo, e implementar una política de desarrollo regional para impulsar el desarrollo endógeno de los territorios, donde la cultura es un factor que explica la senda, especificidad y velocidad de los procesos de cambio estructural: desconocer la cultura distorsiona los procesos de aprendizaje y el cambio tecnológico, es como un país sin historia o con una historia mal entendida y deficientemente narrada.

El punto central de discusión no es tanto qué se debe hacer para transformar el sistema productivo y de innovación. Hay miles de páginas escritas, y no cabe una recomendación más porque hay tantas como tantas no se han implementado. El asunto es el marco teórico adoptado como base del modelo de crecimiento. Una cosa es intentar un proceso de cambios en el sistema productivo con un ortodoxo marco neoliberal del siglo pasado, y otra cosa es un enfoque heterodoxo de la economía de la innovación del siglo XXI, con el cual economías emergentes tardías, como Colombia, pueden hacer el mejor aprendizaje y construir una nueva senda de desarrollo.

Los agentes económicos más poderosos impulsaron, aprendieron y consolidaron sus negocios en el contexto de una economía abierta hace treinta años largos, pero que desindustrializó el país, redujo la producción de productos agrícolas e industriales, y nunca desarrolló la investigación y el conocimiento para defender lo que quedaba a la par de concebir una nueva economía.

Cuando el presidente progresista invite a impulsar la política de reindustrialización para desarrollar la producción, elevar la productividad e irrigar equidad, encontrará resistencia en los gremios, porque las grandes empresas tienen montados unos negocios coherentes con la ortodoxia impuesta, los cuales en muchos casos son insostenibles, por tanto, tendrán que emigrar, reinventarse o desaparecer.

Los comerciantes dirán que no les cierren las importaciones agrícolas e industriales y harán cabildeo para que Colombia no desarrolle nuevas industrias y nuevos servicios. El enemigo está adentro. Son importadores de productos que antes producía el país, o que podría producir. Serán reacios o tímidos ante el cambio. Se resistirán a la transición e inventarán mentiras como aquella de que el consumidor final será el gran afectado porque los insumos y los productos finales si se producen en el país serán más caros. Con esa falacia César Gaviria desindustrializó a Colombia e inmovilizó la transformación productiva y el desarrollo de capacidades propias de innovación, que podrían derivar en productos novedosos internacionalmente competitivos. Infectados sus cerebros, contaminaron irreversiblemente la economía, la política, la educación, la investigación, el emprendimiento y las instituciones. Y los presidentes que vinieron después, continuaron la destrucción. Si el presidente Petro no lobra cambiar el rumbo, el país está condenado al atraso, la violencia, la informalidad, la ilegalidad y la corrupción.

Así fue como Colombia dejó de producir productos agrícolas e industriales, cerró posibilidades de producir bienes de capital y tecnologías para las distintas cadenas productivas, y desarrollar y fabricar bienes de alta tecnología que son los que hacen el cambio estructural, el cambio tecnológico y jalonan el comercio internacional. La maquinaria y equipos que se producen en Colombia, por ejemplo, en la producción de café, son rezagados, y no sirven para diversificar las exportaciones como bienes de mayor complejidad tecnológica.

Además, Colombia no desarrolló ninguna industria relevante y ninguna tecnología disruptiva asociada a la explotación de recursos minero energéticos. Este sector tuvo más de cuarenta años para hacer algo, pero de manera absurda se insiste en alargar más allá de un tiempo razonable el ciclo de vida de la producción de petróleo y carbón, cuando la matriz energética en el mundo está cambiando a toda velocidad.

Defender a Ecopetrol para que siga haciendo lo que siempre ha hecho, es irresponsable, porque debe reconvertirse y abrir nuevas líneas de producción y de investigación. Colombia no puede hacer con las energías alternativas lo mismo que hizo con el petróleo y el carbón, perforar y escavar, y no desarrollar tecnología e industrias a partir de los minerales. Basta comparar los clusters y la investigación que hace Ecopetrol vs Petrobras y otras multinacionales, y Ecopetrol no es más que una empresa menor.

Si Colombia hace un cambio de la matriz energética importando tecnología, y no desarrolla industrias nacionales y atrae empresas extranjeras que produzcan y hagan I+D+i, se perderá otra oportunidad de transformación productiva, de aumento de la productividad y de oportunidades para profesionales, investigadores y emprendedores. La equidad se desbarata. La informalidad seguirá ganando. La pobreza continuará contenida con subsidios.

El presidente Petro propuso al comienzo de su gobierno fortalecer la investigación en Ecopetrol y crear un Centro de investigaciones en tecnologías limpias que podría ser parte del Instituto Colombiano del Petróleo que opera en Piedecuesta. Excelente, sin embargo, nada no se ha vuelto a escuchar. Sería el complemento para impulsar unas industrias de energías alternativas como parte de la política de reestructuración productiva que debe sustituir la subpolítica de atraso productivo que dejaron Duque y hacia atrás los demás presidentes, al menos desde 1991. Un marco de discusión entre reguladores ortodoxos y los heterodoxos de la economía de la innovación.

Los primeros dirán que importar sale más barato y beneficia a los compradores, lo cual es un mal argumento porque es pensar a corto plazo y mantener una economía basada en actividades con rendimientos decrecientes (sectores descendentes) y baja productividad donde las empresas no tienen mucho espacio para innovar, diverificar y llegar a otros mercados.

Y los segundos dirán que a través de una alianza entre el Estado y las empresas se puede iniciar una senda de desarrollo a largo plazo con actividades con rendimientos crecientes (sectores ascendentes) producto de una positiva, constante y heterodoxa política nacional de reindustrialización. Este es el debate de fondo entre quienes quieren conservar la economía tal cual, con los beneficios tributarios ganados a punta de lobby en el congreso de la república y financiando las campañas presidenciales, y quienes piensan que la economía debe ser otra.

En la ortodoxia, los ecosistemas de competitividad y de innovación poco evolucionan pues no están dirigidos a impulsar procesos de transformación sustentados en el aprendizaje, el conocimiento, la creatividad y el cambio tecnológico. Con la heterodoxia, la conformación de ecosistemas productivos innovadores es una condición que responde al fluir permanente de las relaciones entre estado - empresa – universidad que conduzcan a procesos de destrucción creativa los cuales se basan en I+D+i, propiedad intelectual y competencia en torno a una nueva generación de empresas y nuevas innovaciones generando un circulo virtuoso entre producción, conocimiento, innovación y crecimiento.

Ecopetrol y las carboneras hicieron poco o nada en materia de desarrollo tecnológico, por eso procesos de destrucción creativa no pueden emerger puesto que las innovaciones se hacen en otros países.

La dependencia tecnológica es tan destructiva como los TLC que enterraron las posibilidades de transformar la especialización de la nación. Colombia hizo una apertura de la economía sin política industrial por eso es débil la articulación entre el estado, las empresas, las universidades, los centros de investigación y los territorios, respecto al conocimiento, la innovación y el emprendimiento.

Lo mismo ha sucedido en el sector de salud donde las actividades de industrias relacionadas son muy escasas, pues dependen totalmente de las importaciones. Con el covid19 se constataron dos cosas: una, que Colombia no producía ni tapabocas; dos, que el sistema de innovación no funciona entre las universidades, las empresas y el Estado, tanto, que fue imposible destrabar el desarrollo de innovaciones que emanaron de la Cienciatón celebrada a comienzos de la pandemia. La innovación no ha podido convertirse en soluciones ni en nuevas actividades productivas que dinamizaran la reestructuración productiva y la innovación. Los importadores y contrabandistas tienen más poder que los innovadores, los emprendedores y el mismo Estado que torpedeó las innovaciones via Invima, el Ministerio de Salud y la ignorancia del expresidente Duque heredada de Pastrana, Uribe y Santos, motivo por el cual los empresarios se retiraron muy pronto de los proyectos, y la mayoría de investigadores se quedaron contemplando los prototipos. Entonces, no despegan las industrias de salud que apalancan materiales, electrónica, software, ciencia y tecnología de frontera, industrias 4.0, insumos y otros elementos.

Adicionalmente, para que el cambio suceda se requiere de recursos humanos ¿con qué recursos cuenta Colombia para impulsar una política de reestructuración productiva? Habrá que maximizar el factor humano disponible, traer asesoría externa para el aprendizaje, formar más recurso humano, y fortalecer la investigación.

Si Diana Trujillo, la maravillosa ingeniera y científica colombiana no hubiera emigrado a Estados Unidos, no sería una de las cabezas de la NASA en la conquista del espacio, sino profesora titular y directora de un grupo de investigación A1 de la Universidad del Valle, adscrito al Minciencias. Igual hubiera ocurrido con otras y otros científicos y científicas colombianas en otros centros de la vanguardia tecnológica mundial.

Schumpeter no se aplica en Colombia. No sé si Mariana Mazzucato, porque la OCDE tampoco ha podido con la tozudez de la ortodoxia de Colombia respecto a adoptar una correcta política industrial de nueva generación.

Un libro publicado en 2022 por la Friedrich Ebert Stiftung en Colombia FESCOL: políticas de desarrollo productivo: una agenda para el futuro, ha sido un referente importante en el diseño de la política nacional de reindustrialización (PNR), porque el libro se hizo con ese propósito. Muchos de los autores del libro están o han pasado por el gobierno del presidente Petro, y algunos somos coautores del documento marco de la PNR.


III

DESINDUSTRIALIZACIÓN: LA CAUSA DE LA INFLACIÓN EN COLOMBIA

Este artículo fue inicialmente publicado en Razón Pública

Un análisis del sistema productivo en crisis y de los cambios que el país espera bajo el gobierno de Gustavo Petro.  

Jaime Acosta Puertas*

La enfermedad holandesa

La inflación en los precios de los alimentos y en los productos dependientes de las importaciones es alta. La razón: Colombia tiene una participación muy escasa en las cadenas de valor de bienes y servicios de mayor complejidad tecnológica.

Para entender lo anterior, necesitamos recordar que un país sufre más o menos inflación según sea el mercado para sus exportaciones. Como Colombia depende de las exportaciones minero-energéticas, el precio interno del dólar está anclado a los precios del petróleo. Esas exportaciones han disminuido, pero la dependencia del petróleo se mantiene.

Este es el resultado de una política irresponsable que quiso aprovechar el boom minero-energético, aunque durará poco y desalentará aún más la desindustrialización en Colombia. Hoy vivimos las consecuencias de haber invertido esa bonanza en adquirir bienes importados, en perjuicio manifiesto de la industria, de la agricultura y del desarrollo científico y tecnológico colombiano. Es lo que llama los economistas la enfermedad holandesa.

La pérdida de participación de la industria dentro del PIB es la otra cara del aumento de participación del sector minero-energético; al mismo tiempo, la agricultura ha perdido el 50 % de su participación en los últimos 30 años.

Un cambio acelerado

Colombia no supo vincularse a las olas de innovación de las últimas tres décadas. Tampoco tuvo la infraestructura para adoptar las nuevas tecnologías ecológicas que están revolucionando el mundo.

En estas condiciones, Colombia necesita los ingresos del petróleo y del carbón para sostener sus exportaciones durante los siguientes doce a quince años. Pero ir en contravía de un cambio productivo inevitable e inaplazable no es una opción inteligente, porque el mundo va empujando un nuevo desarrollo tecnológico en marcha. Ya los precios internacionales de petróleo y carbón van curva abajo.

El problema consiste en que los gobiernos, los gremios y la academia fueron cómplices, o muy pasivos, al no usar o no pensar alternativas para usar los recursos de la bonanza. Esta abundancia de divisas ha debido servirnos para desarrollar nuevas industrias, para aumentar la productividad de la agricultura, de las cadenas agroindustriales, y producir la tecnología de base.

Esta bonanza efímera dejó, sobre todo, desequilibrios macroeconómicos, internos y externos. Los gobiernos no actuaron con determinación para inducir el cambio necesario de la economía, como pretende hacerlo el presidente Petro.  

Aunque este modelo ha llegado a su final, el gobierno apela a extraer los últimos barriles de petróleo y metros cúbicos de gas. Esta es la única solución para la Colombia actual, pues no tiene más sectores ni más desarrollo tecnológico para sustituir rápidamente los recursos fósiles. En este contexto, el Consejo de Estado permitió los pilotos de fracking.  Es la reacción de una Colombia desindustrializada: no esperar a conocer la política del nuevo gobierno, y abrir con premura un caso que llevaba dos años en los escritorios de los magistrados.

El fantasma de la inflación y de la devaluación

Bajo las circunstancias anteriores y de manera resumida podríamos decir que:

  • Colombia tiene una devaluación y una inflación aceleradas o agravadas por la desindustrialización y la caída de la producción agrícola en los últimos treinta años.
  • Ciertos alimentos e insumos están más caros, debido a la invasión de Rusia a Ucrania, y a una rara ola de desabastecimiento de otros productos que nada tienen que ver con los afectados por esta guerra.  No hay oferta que sustituya pronto lo que producen otros países, por eso la inflación que empieza a ceder tendrá una barrera mientras la dependencia tecnológica no entre en una dinámica de superación que puede durar los siguientes 20 años.
  • Los insumos que necesita el campo son importados. Igual se puede decir de los insumos y bienes de capital para toda la industria y servicios. De esa manera, la producción nacional está expuesta a cambios en el sistema productivo mundial, algunos inexplicables, como la falta de ciertos productos que parece obedecen a estrategias de las mega corporaciones multinacionales, que no son claras dentro de la cambiante dinámica geoestratégica global.
  • Además, en una inflexión estructural de la economía, es muy sospechosa el alza de precisos, que parece a una doble estrategia perversa de las empresas: no castigar el margen de las utilidades, y subir precios para mantener la inflación y afectar la política y la imagen del gobierno progresista.

Colombia necesita de dos a cuatro años para satisfacer la demanda interna de insumos y de productos alimenticios, y aún más tiempo para producir y desarrollar nuevas industrias y servicios avanzados.

Mientras tanto, solo puede haber subsidios a las importaciones, y esta es una estrategia que agravaría el déficit en las cuentas internacionales, aunque temporalmente incidiría positivamente en la competitividad y productividad, mientras se adelanta una estrategia nacional de investigación e innovación en el marco de la política nacional de reindustrialización (PNR).

Si se desploman las exportaciones, Colombia no tiene capacidades productivas y de innovación para sustituir ciertas importaciones. Nosotros nos sumamos a la globalización con 30 años de retraso a las olas de innovación en bienes y servicios de alta tecnología, lo cual determinó que avanzaran a toda velocidad muchas transformaciones en el sistema mundial de producción y comercio de alta tecnología.

La prioridad del cambio tecnológico

Las malas decisiones del Estado y la falta de previsión para el momento posterior a la bonanza minero energética dejaron rezagos muy severos. Por eso urge la plena implementación de la política de reindustrialización que corrija las fallas del mercado y del Estado.

Colombia necesita una mejor articulación entre el Estado y las empresas para impulsar un largo periodo de cambio estructural y de cambio tecnológico. Por eso importa la articulación de los ministerios de Comercio, Industria y Turismo (MCIT); de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI); de Minas y Energía (MME); y de educación (ME).

Los programas de estos ministerios deben apuntalar el cambio en los patrones productivos y en las exportaciones de Colombia, porque -además- de esto depende la inflación y la tasa de cambio.

Por esta razón, la política de reestructuración productiva debe mirar lejos:

  • Seguridad alimentaria,
  • energías alternativas,
  • industrias del sistema de movilidad,
  • industrial del océano y del agua,
  • industrias de salud,
  • industrias electrónicas,
  • industrias 4.0,
  • industria aeroespacial,
  • industria naval, e
  • ingeniería e investigación para infraestructura.

De lo contrario, la agricultura, la agroindustria y las manufacturas que produce desde hace décadas, solo solucionarán parte de los problemas económicos y sociales. Es necesaria la reestructuración productiva, con más investigación y mejor educación.

Las políticas de desarrollo productivo y de Ciencia, Tecnología e Innovación vigentes hasta el 2022 no se mantienen. Estas no fueron diseñadas para empujar un cambio estructural y tecnológico por eso no acabaron la dependencia de los productos primarios, no dieron prioridad a las exportaciones de alto contenido tecnológico y no orientaron el surgimiento de nuevos sectores y nuevas empresas de gran suceso.

Estas políticas fueron objeto de inversiones muy insuficientes y no tuvieron en cuenta las diferencias entre las varias actividades productivas: no le apostaron a sectores estratégicos, donde pudiéramos o podamos tener ventajas competitivas o construir ventajas creadas mediante la inteligencia, la creatividad, el conocimiento, y el emprendimiento, así como promover las autonomías territoriales a través de un cambio constitucional que deberá promover un nuevo gobierno a partir de 2027.

Las políticas horizontales son válidas para el comercio internacional, pero son fatales como enfoque para orientar saltos en la especialización y fomentar la cultura de investigación, desarrollo e innovación, y crear una nueva generación de empresas innovadoras y disruptivas. El enfoque de políticas horizontales no complementadas con decisiones estratégicas o selectivas para avanzar en nuevas especializaciones explican por qué Colombia llegó a padecer la enfermedad holandesa.

El presidente Petro conoce la necesidad de transformar la matriz productiva de Colombia, porque ese cambio es correspondiente a su discurso y agenda internacional sobre transición energética y calentamiento global con equidad, así como de la importancia de invertir en conocimiento y en investigación.

Este esfuerzo de cambio estructural requiere de expertos y tecnócratas heterodoxos como viceministros, directores, técnicos y asesores, y en los gremios económicos.  De estos, existen pocos en el país. Están en el exterior, en algunas universidades públicas, y, en menor cantidad, en las universidades privadas. El cambio hay que hacerlo con nuevas inteligencias, para nuevas ideas y nuevas políticas.

* Analista político, consultor e investigador independiente, experto en economía de la innovación.

 

IV

EL DESAFÍO PETRO: UNA ECONOMÍA DE LA 

INNOVACIÓN

Hay dos absurdos inexplicables del neoliberalismo colombiano desde que se tomó por asalto la economía, el Estado y la sociedad.

Uno, con la apertura unilateral de la economía Colombia se metió en la boca del lobo, el cual se devoró el aparato industrial, la mitad de la producción agrícola y dejó lo que no podía digerir: petróleo, carbón y ferroníquel.

Dos, nada se hizo para iniciar una nueva industrialización acorde al cambio productivo y tecnológico que estaba ocurriendo en el mundo. Se convirtió en una economía extractivista, especuladora e importadora de bienes industriales y de tecnología, favoreciendo a narcotraficantes, contrabandistas, comerciantes, importadores y corruptos.

El crecimiento de Colombia se soporta en actividades que no aportan a la productividad y poco a la innovación, al empleo calificado, a emprendimientos disruptivos, al emprendimiento del Estado, al desarrollo sostenible del campo, de océanos y ciudades, a la educación y a la investigación de calidad.

Colombia, con la violencia y el neoliberalismo tiene una sociedad y una economía disfuncional la cual crece moderadamente: adelanta ciertas modernizaciones, tiene pequeños núcleos de vanguardia en algunos campos, muestra pocas empresas innovadoras y unos núcleos de investigación en el estado del arte distintos a los de la diáspora que ya trabajan para otros y no para nosotros.     

Innovación: desarrollo o atraso

Cuando se habla de innovación se cree que únicamente se alude a la innovación de las empresas. Sí estas hacen mejor las cosas, la innovación florecerá y sus frutos se esparcirán en la economía haciéndola más competitiva y productiva, traerá bienestar que se irrigará en la sociedad como regalos caídos del cielo, y el Estado funcionará como un sistema perfecto. Falso, si así de fácil fueran las cosas, las teorías del desarrollo serían livianas, cortas, pocas y otras.

La innovación ocurre primero en la cabeza de los líderes políticos, de tecnócratas innovadores y emprendedores desde el Estado, de los investigadores de las universidades, de artistas, escritores y diseñadores de los espacios y de las rutas del mundo, y de empresarios y emprendedores disruptivos. Entonces, esa fuerza creativa y de conocimiento se traduce en reformas a la Constitución y en políticas de Estado, donde la innovación multidimensional se irriga en la economía, en la sociedad y en los funcionarios de las agencias gubernamentales. Es la manera como la innovación viaja de lo macro a lo micro y de lo micro a lo macro.

Los países desarrollados así lo hacen desde hace siglos y los emergentes desde hace setenta y cinco años. Los que no lo asumieron, o las culturas a las cuales les negaron iguales derechos para pensar, crear y decidir su futuro, no tendrán nunca esa oportunidad o les llegará más tarde si algún día deciden trazar su camino, como sería el caso de Colombia, que ahora cree que la innovación la ejemplifica un tirano decadente, unos rentistas desalmados, unos especuladores sin compasión, unos empresarios ventajistas amangualados con políticos corruptos que capturan recursos públicos sin retornos a la economía y a la sociedad.

Por lo dicho, las políticas de crecimiento no son buenas desde que en 1991 llegó el neoliberalismo. La constitución del 91 la hicieron para una economía neoliberal del mercado, y no una economía social de mercado avanzada, por eso, a manera de ejemplo, la concepción del sistema de salud no es un sistema de innovación sino un sistema de enriquecimiento acompañado de corrupción. Más de ochenta billones de pesos anuales con recursos públicos: veinte billones de las contribuciones de las personas y sesenta billones de los impuestos, según cuentas del año 2023 - 2024.

El negocio financiero negociando con la vida de los colombianos, es espeluznante. Pero no es un sistema para crear industrias de salud de alta complejidad, investigación avanzada, educación de alta calidad en salud por todo el territorio nacional, servicios de calidad en todos los rincones de Colombia. Más de veinte años se está demorando en volver a prender una fábrica de vacunas. Treinta años para que el mercado creara un complejo de alta tecnología para la atención e investigación en cáncer luego de que el Estado intentara adelgazar a propósito el Instituto Nacional de Cancerología, el cual tendrá una nueva oportunidad de salto cualitativo con la reforma a la salud y la política nacional de reindustrialización (PNR).

Como el negocio del modelo de crecimiento de los últimos treinta años no ha sido la innovación y la inteligencia, las políticas de desarrollo productivo han sido malas. Colombia solo invierte en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) el 0.30 del PIB. Todos los países desarrollados lo hacen por encima del 2.7% y los emergentes innovadores más del 1.2%. Con el 0.30% de recursos para innovación no es posible elevar la productividad y transformar la canasta exportadora, ni irrigar recursos para crear una cultura de la innovación en el campo y las ciudades.

En estas condiciones, el efecto de la innovación en una mejor distribución de la riqueza, medido por el GINI, no es posible, porque son pocos los recursos, por lo cual la tasa de innovación y de productividad es tan baja (la peor en la OCDE) que hace imposible una dinámica de movilidad social asociada a la innovación.

En los países desarrollados la relación entre innovación y concentración de la riqueza no ha mejorado, tampoco ha empeorado, solo ha mejorado en los países escandinavos, pero el GINI en aquellas economías es mucho menor que en Colombia, porque la reconcentración de la innovación en los grandes conglomerados multinacionales (cuasi monopolios), se succiona el impacto en la equidad, no obstante, la movilidad social es alta porque son millones los puestos de trabajo asociados a la innovación en las empresas, en las universidades y en el Estado.

En Colombia, no existe la movilidad social como consecuencia de la innovación dada la baja inversión en investigación científica y en desarrollo tecnológico ante la ausencia de decisión política para una sostenida acción de transformación de la producción. Entonces, es difícil medir el impacto de la innovación en la movilidad social puesto que las políticas de desarrollo productivo y de ciencia y tecnología no tienen apuestas de largo plazo para generar nuevas oportunidades de calidad. Por tanto, la innovación no constituye una oportunidad para la expansión, la diversificación, los nuevos emprendimientos, y superar el extractivismo. En estas condiciones, la innovación no contribuye a la movilidad social y al no haber movilidad social no se pueden cerrar brechas económicas y sociales, y aumentar los ingresos del estado para más y mejor inversión pública. El resultado: el PIB crece poco y muy desigual, la informalidad aumenta, y la seguridad se afianza.

Ante la ausencia de una potente política de reestructuración productiva y de innovación, todo apunta a aumentar la capacidad de acumulación vía la captura de los recursos públicos usando una estrategia perversa: no pagando impuestos, pero si ganando subsidios que paga la sociedad sin beneficios para ella. En este contexto, el presidente Petro debe convocar a una gran cruzada contra la corrupción, con los niveles de impunidad y con la cantidad de canales por los cuales se roban los recursos públicos, es difícil orientar las capacidades y los objetivos a un desarrollo inteligente, de oportunidades, y de reconciliación para una paz duradera.

El asalto de los recursos públicos se ha hecho por las sucesivas e irracionales reformas tributarias de los últimos treinta años, tramitadas por lobistas pagados por las empresas para que los políticos legislen a su favor. Regular, monitorear y tener bajo lupa la acción de estos personajes, el tubo por donde se aspiran los recursos públicos que van a las cuentas de los grandes empresarios, es parte de la reforma política, de la reforma a la justicia, y de la reforma tributaria.

El desafío Petro

Dado un ambiente contaminado de corrupción, que se le atravesó a la aventura maravillosa de la creatividad, del conocimiento y de la innovación, el presidente tiene un desafío monumental: implementar la política nacional de reindustrialización (PNR) con dos agendas interligadas: una de corto plazo para sus cuatro años de gobierno, y otra a mediano y largo plazo.  De esa manera, podrá planificar y concertar con el sector privado de cómo llevar la inversión nacional en I+D+i del 0.30 al 0.60 – 0.70 del PIB en 2026, alcanzar en 2030 el 1%, y en 2040 el 2% y más, y convertir a Colombia en un exportador de innovaciones sostenibles.

Hay que hacer un trabajo riguroso con las universidades para elevar la calidad de la educación y de la investigación en áreas claves con el fin de optimizar recursos escasos. Y también diseñar una estrategia con los investigadores de la diáspora para repatriar algunos garantizándoles las mejores condiciones de trabajo con el objetivo de elevar las capacidades nacionales de aprendizaje para el cambio tecnológico endógeno; y acordar con la diáspora científica la mejor estrategia para que puedan aportar al salto que debe dar Colombia.


V

DESTRUCCIÓN CREATIVA PARA UNA 

REINDUSTRIALIZACIÓN CREATIVA DE COLOMBIA 

Hace más o menos un siglo Schumpeter llamó destrucción creativa a las nuevas innovaciones a partir de innovaciones anteriores. Esta idea es la base de la economía de la innovación la cual poco se entiende y aplica en Colombia. Antes de Gaviria hubo industrialización con protección sin que el objetivo hubiera sido volcarse a las exportaciones, razón por la cual no hubo una profunda transformación productiva ni desarrollo de la ciencia y la tecnología, y de la educación.

Desde el gobierno de César Gaviria, 1991, Colombia apresuró un proceso de destrucción no creativa en la industria y la agricultura. En treinta años, ambos sectores perdieron cincuenta por ciento de participación en el PIB. Pocos productos nuevos se sumaron a las exportaciones. Poca alta tecnología produce la nación. En consecuencia, poca innovación se hace y por eso los recursos para investigación y desarrollo (I+D) son escasos puesto que nunca ha sido una prioridad del Estado y de las empresas integrar la producción y la investigación desde las universidades con la innovación en las empresas. En esto, los gremios han fracasado y no son más que unos tribuneros de una economía superficial y rezagada.

Antes de la apertura neoliberal había más industria y más agricultura. Bajo un modelo de desarrollo económico que hubiera dado dos pasos adelante, y no dos atrás, pocos empresarios hubieran abandonado industrias para convertirse en importadores; hubieran llegado más industrias, incluidas las relacionadas con los recursos minero-energéticos, más productos de la agricultura; y hubiera emergido una ola de nuevos servicios innovadores soportados en industrias y tecnologías avanzadas desarrolladas o producidas en el país. Hoy Colombia haría parte de las conversaciones sobre agricultura, nuevas industrias, salud, movilidad, servicios, ingeniería en geografía crítica, y territorios del futuro.

El neoliberalismo radical fue una imperdonable equivocación, razón por la cual las políticas de competitividad y de desarrollo productivo han sido una falacia. El núcleo central de la mentira fue haber aplicado - por culpa de los TLC y lo firmado en las instancias de la OMC y de la OMPI -, un concepto de políticas horizontales en las políticas productivas y de ciencia y tecnología. Es decir, enfoque que supuestamente beneficia a todas las empresas por igual, sin diferenciar sectores según su grado de madurez, modernidad, novedad, complejidad y aportes a la productividad. Me explico con un ejemplo.

Cuando se asume que las mejores políticas de desarrollo productivo y de innovación son horizontales, es como decir que todos los médicos deben ser médicos generales y los cirujanos también, y que no hay especializaciones y menos doctorados.

Es lo que hizo el neoliberalismo con la economía colombiana: una economía mediana, atrasada, sin sectores relevantes, sin sectores en la vanguardia del cambio tecnológico y del comercio mundial. Entonces, el camino fue crear una economía de vitrina para consumidores compulsivos, narcotraficantes y corruptos, una economía extractivista para destruir el medio ambiente y eternamente empobrecer a las comunidades donde están los yacimientos, las minas, los pequeños cultivos, los informales y los desempleados.

Por eso las políticas y estrategias horizontales, uno de los dos pilares de las políticas de desarrollo productivo, aluden a infraestructura, comunicaciones digitales, educación y salud de calidad, entre otras, sirven cuando se complementan con el otro pilar: las políticas o estrategias verticales que son los sectores estratégicos en los cuales se tienen las mejores capacidades para ser más fuertes en el comercio internacional.

Así como a nivel profesional hay especializaciones, en la economía también debe haber porque no hay cultura que sea la mejor en todos los sectores y en todas las actividades. Lo coherente es que existan especializaciones en el sistema productivo, especializaciones en educación, especializaciones en ciencia y tecnología, de esa manera los tres sistemas convergen, construyen capacidades y definen objetivos para adelantar acciones conjuntas y complementarias derivando en poderosos sistemas de producción, innovación y conocimiento a nivel nacional y en las regiones. De esa manera, la innovación, el emprendimiento, la colaboración y el aprendizaje se convierten en parte de la cultura.

Las políticas que combinen acertadamente acciones horizontales y verticales determinan el avance de unos países respecto a otros. Colombia es un país productiva y científicamente de la mitad hacia abajo en la medida en que más economías similares están haciendo mejor las cosas en los últimos treinta largos años, tanto en Europa como en Asia.

En Colombia existen empresas excepcionales que no alcanzar a irrigar el suficiente desarrollo en todo el sistema productivo y de investigación. También existen grupos o centros de investigación con algunos investigadores excepcionales que logran hacer alguna pesquisa excepcional con el pucho de empresas excepcionales.

Programas mal financiados y dirigidos a acciones generales que supuestamente sirven por igual al productor de café, flores, moras, confecciones, medicamentos, barcos, lácteos, autopartes, aviones, para citar algunos sectores con características y complejidades distintas, pero, los que diseñan las políticas dicen que sirven para todos, lo cual denota una mezcla entre ignorancia, pereza, mala teoría e incapacidad intelectual.

El resultado es el siguiente: diversificación exportadora: cero. Industrias innovadoras de alta tecnología: cero. Servicios de alta complejidad originados o relacionados con los sectores industriales avanzados: cero. Aumento de la productividad: cero. Aumento de los índices de innovación avanzada: cero. Diseño de unas correctas políticas de desarrollo productivo, de innovación, y emprendimiento: cero.

En lo único que se logran resultados cuantitativos es en programas en los cuales una cantidad de consultores hacen capacitaciones para mejoras en el manejo de las empresas y en su producción, como las fábricas de productividad. Para eso solo se requiere sumar consultores con el fin de lograr una amplia cobertura. Lo mismo, con los tantas veces iniciados y de poco impacto con los programas de clusterización y de acuerdos empresariales, que al no apuntar a transformaciones de fondo para el cambio estructural y tecnológico, incentivar el aprendizaje y las complementariedades al interior de las cadenas productivas y entre ellas, se quedan en mejoras individuales menores, que ayudan, pero de fondo poco logran para aumentar la productividad, la competitividad, la generación de mejores oportunidades y mayor bienestar para una equidad sostenible.

Una manera de entender la combinación de estrategias horizontales y verticales se muestra en la figura, donde los sectores productivos son la agenda vertical de la PRP o política nacional de reindustrialización (PNR) y las políticas transversales son los sectores de soporte.

Por eso, el presidente Petro tiene razón en impulsar cambios contundentes en sectores estratégicos relacionados con la producción, la investigación y la educación. Es la única salida racional y responsable si se quiere lograr una paz total, porque guerra, muerte, corrupción, uribismo y neoliberalismo están relacionados, por eso los programas de apoyo productivo para los PDET (proyectos de desarrollo económico territorial) desde la acción del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, y otras agencias, han sido un fracaso, así como los orientados a las comunidades periféricas, porque se los robaron para hacer trizas la paz y la vida de millones en las periferias.

VI

DESARROLLO Y REINDUSTRIALIZACIÓN ¿ACUERDO ENTRE ESTADO Y EMPRESARIOS? 

Los puntos principales del primer encuentro entre el gobierno nacional y los grandes empresarios de Colombia, celebrado en el tercer trismestre de 2023, buscan avanzar en la productividad lo cual significa un profundo proceso de reindustrialización de largo plazo. Los cinco puntos principalmente identificados: educación, productividad, desarrollo regional, agricultura y economía popular, necesariamente son parte de una conversación tantas veces aplazadas sobre el desarrollo.  

Crecimiento sin industria y sin ciencia y tecnología 

El principal obstáculo de Colombia para un crecimiento alto, sostenido, pacífico, equitativo y sostenible, es la dependencia productiva, científica y tecnológica que ha derivado en un aparato productivo fabricante de unos pocos bienes finales basados en conocimientos de los países desarrollados, por tanto, partes, insumos, bienes de capital y servicios asociados a la producción y el comercio, son espacios vedados a las capacidades y potencialidades de Colombia porque a la dirigencia de éste país le impusieron la dependencia, y ella la aceptó.   

La nación que no desarrolle industrias avanzadas no logrará el desarrollo económico, social, político, intelectual y cultural. En consecuencia, la economía que no construya y más bien destruya sectores y actividades industriales clave, está destinada al atraso perpetuo, justificando su rezago en equivocadas teorías que derivan en equivocadas políticas cuya vigencia es efímera, como efímeros son los presidentes, ministros, directores, gobernantes regionales y los políticos que llegan al Congreso de la República.

Pasar del subdesarrollo al desarrollo, es como transitar de la mula al avión supersónico. El salto no es automático, atraviesa por tecnologías e industrias intermedias, unas más sencillas que otras: unos países desarrollan y fabrican bicicletas, motos y automóviles, y luego pequeños aviones, más tarde aviones grandes, aviones supersónicos de pasajeros, aviones de combate, y finalmente tecnologías para la conquista del espacio.   

O naciones que producen medicamentos genéricos cuya patente está liberada, e importa los demás medicamentos y todos los equipos e instrumentos de uso médico, caso de Colombia que no ha sabido impulsar una industria de salud. De igual manera, la tecnología para la explotación minero-energética, es importada, así como todos los equipos de la tecnología digital de base electrónica. Es decir, la economía colombiana produce menos del 5% de los productos tecnológicos que demanda, por lo cual, las exportaciones de alta tecnología son tan pocas como poca es su producción, razón por la cual su índice de complejidad económica a nivel mundial es tan bajo, incluso negativo, en términos del contenido tecnológico de las exportaciones.

En Colombia la gente se transporta en burros y caballos, en bicicletas diseñadas y patentadas en otros países; motos y automóviles ensamblados con algunas partes nacionales, pero, la tecnología y las patentes son de otros; aviones y helicópteros de todo tipo, importados con alguna ingeniería nacional para mantenimiento y una que otra pieza menor, sin embargo, las patentes no son nuestras. Y sobre el espacio es aún asunto de películas y libros de ciencia ficción.  

Es inexplicable que Colombia no disponga de una industria asociada al café: produce pocos insumos, fabrica equipos y herramientas que parecen piezas de un museo del siglo XIX, y todos los aparatos de la tecnología de preparación para el consumo, es importada.  A la Federación de Cafeteros la saqueron una nómina de burócratas.

Si la producción de bienes tecnológicos es de ensamble, y la tecnología de servicios es importada, la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) se hace en los países desarrollados, y la escasa investigación que hace Colombia no alcanza para suscitar un proceso sostenido de avance productivo, tecnológico, político, cultural y social.   

La investigación tiene efectos en una mejor educación y en la cultura de la gente para crear, innovar y emprender, en esas condiciones se desarrolla la economía, la formalidad supera a la informalidad, las exportaciones son más que las importaciones, y se equilibra la balanza entre exportaciones e importaciones de tecnología.  

La dependencia se reafirmó y aumentó hace 32 años cuando César Gaviria importó las ideas de la Escuela de Economía de Chicago, conocida como los Chicago Boys. Sin embargo, esa escuela que nació hace 50 años, murió hace 16 con la crisis del 2008, no obstante, 16 años después la economía colombiana naufraga bajo las ambiciones desmesuradas del mercado y la crítica al estado. Mazzucato (2023) dijo en la Folha de Sao Paulo, que la ideología de los “Chicago boys” es para una economía estúpida.

Ni el mercado es capaz de liderar la reindustrialización, y el Estado, a través del gobierno, se muestra incapaz de diseñar, concertar e implementar la política nacional de reindustrialización (PNR). La reindustrialización no tiene quien la piense, diseñe e implemente. Ni el gobierno y menos los gremios, porque estos se convirtieron en representantes de los importadores de tecnología. El Conpes para la PNR al final se hizo en diciembre de 2023, y en el 2024 será tarde, y se habrán perdido cuatro años para empezar a implementar el cambio estructural y tecnológico.

El daño al pensamiento del desarrollo ha sido enorme. Generaciones se perdieron. Para relanzar un proyecto nacional de desarrollo y de reindustrialización hay que volver a los libros de historia y desde ahí escribir la historia del futuro.  La economía de la innovación es un dato más y nada más. Por eso Mazzucato, Rodrik, Stiglitz, Ostrom, Raworth, Kelton, Penrose, Pérez, Arendt, Eliasson, Haldar, Nelson, Agion, Antolin, Andreoni, Chang, Bunel, Greenwald, Reinher, y otros, como los estudios de Fescol sobre la reindustrialización, no son en Colombia los pensadores más aceptados, más leídos.   

Hasta tanto no haya un nuevo texto, el desconocido documento de la política de reindustrialización, que el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MCIT) tiene engavetado, es todavía el documento base para desatar la discusión, que debe partir de preguntarse si la intervención del gobierno es posible para determinar si el Estado tiene la competencia para actuar, y si el empresariado quiere invertir en nuevas innovaciones o en los negocios de siempre. Es decir ¿cuál es el empresariado colombiano para la reindustrialización? O ¿debe el Estado buscar multinacionales que quieran aportar a nuevos emprendimientos y hacer I+D+i en Colombia porque los nacionales no quieren o no pueden? Escasas son las empresas colombianas de I+D+i.

Ahora bien, la reindustrialización es un asunto de una enorme complejidad sistémica, y no es posible desde compartimentos sectoriales dispersos, por eso, cuando a los ministerios llegó el documento de la PNR, no supieron que hacer, considerando que ni el mismo MCIT sabía cómo implementar la política que había escrito, salvo la viceministra Valdés, luego viceministra de Hacienda. Por consideraciones que no vienen al caso, en Ocampo, poco a poco, se fue apagando su entusiasmo por la reindustrialización. Y somos contados en los dedos de una mano los analistas que aún hablamos del tema.   

No es suficiente expresar que la educación y la ciencia deben formar el recurso humano, los investigadores, y la investigación que necesita el sector productivo. Se necesita una revolución en contenidos y en recursos humanos, como la revolución que significa la reindustrialización.

Misiones para el desarrollo y la reindustrialización 

La aplicación de un pensamiento complejo, sistémico, orientado por misiones no solo requiere capacidad de adaptación, sino innovaciones institucionales que creen nuevos mercados y reconfiguren los existentes, en lo cual es indispensable la participación ciudadana. Se trata de reinventar el capitalismo, haciendo todo de forma diferente, estructurando las organizaciones públicas y dejando que las organizaciones sean instadas a trabajar en conjunto”. (Mazzucato, 2022)  

Las misiones se construyen de manera intersectorial, la selección de sectores con base en lo que cada uno cree y quiere, fue insuficiente. Colombia fracasó con ese esquema, por eso la PNR no arranca.  

En Colombia, la complejidad no está en la cabeza de la educación, en las políticas y en los políticos, y en los arreglos institucionales entre tecnócratas innovadores, investigadores y empresarios. Además, la ciudadanía está ausente porque poco o nada cuenta en una democracia representativa desequilibrada y excluyente.  

La PNR de Colombia propone cuatro grandes misiones productivas y una horizontal referida al desarrollo de las regiones que impulsarán las misiones intersectoriales. Esas cuatro misiones, son: agricultura, salud, energía, defensa y vida, que podrían configurar un sistema nacional de la reindustrialización para construir complejos productivos del conocimiento y la innovación, apoyados por Bancoldex, Banco Agrario, bancos privados con líneas de crédito de uso específico en las apuestas de la nueva economía a construir, y el Ministerio de Hacienda, y por supuesto con sendos programas de investigación y de formación de recursos humanos de alto nivel.  

El subcapitalismo colombiano debe acometer cuatro grandes desafíos para crear un capitalismo productivo, equitativo y sostenible, que establezca relaciones de interdependencia en las redes globales de producción, comercio e innovación:   

Agricultura: reforma agraria y paz en el campo para la autosuficiencia alimentaria;   

Salud: la reforma del sistema debe incluir el desarrollo de una industria de salud con muchos recursos públicos derivados de la reestructuración de las EPS que nunca invirtieron un peso en investigación y desarrollo, y en su integración vertical jamás estuvo en su cabeza la creación de una potente industria que impidiera los problemas de abastecimiento y dependencia que hoy padece;   

Energía: para cambiar la matriz energética desarrollando industrias e investigación en nuevas energías, donde Ecopetrol, las generadoras de energía y las empresas deben jugar un papel estratégico de financiación, investigación y producción: Asimismo, el sistema de movilidad debe hacer parte de este cambio tecnológico, porque los desafíos de Colombia en materia de movilidad son inmensos, con abundantes recursos públicos más que privados, por lo cual una agenda de energía y movilidad está en manos del Estado y del mercado;  

Defensa y vida: impulsar una emergente industria aeroespacial, de mar y los ríos en torno a la vida.           

Para que Colombia se desarrolle necesita seleccionar grandes sectores, porque a diferencia de Mazzucato y otros que sugieren que en el siglo XXI el impulso se debe hacer con los sectores y empresas que quieran hacer innovaciones disruptivas, aluden a naciones de la vanguardia tecnológica que han impulsado los grandes cambios productivos. Son sociedades en cuya mentalidad y producción de conocimiento, la innovación y el emprendimiento está arraigado, por tanto, fluyen las innovaciones con más libertad y por tanto a más velocidad, cantidad y profundidad que en naciones subdesarrolladas, como Colombia.   

En los países de la vanguardia, es el Estado el que a veces marca la senda de los nuevos desarrollos, porque la empresa nunca lo hará pues el nivel de riesgo es muy alto, el cual es un argumento equivocado, porque si los estados, la política, la economía y la sociedad están determinados a entregarle todo a los agentes del mercado, no deben ser quienes arriesguen y hagan las grandes inversiones del desarrollo: es un asunto de equidad, igualdad, coherencia y responsabilidad con la sociedad y el Estado que le da todo al mercado, en exceso y sin control, como los 88 billones que anualmente el Estado le entrega a las Empresas Prestadoras de Salud (EPS).   

Así, lo que dice Mazzucato en torno a no escoger sectores, no aplica a Colombia, porque la mentalidad empresarial es otra, el Estado de la Constitución de 1991 solo sirve para que su producción sea una pieza marginal en el mundo de la invención y del emprendimiento. De tal manera, la selección de apuestas o misiones estratégicas consignadas en el documento marco de la PNR, es correcto, porque es ahí, y no en ningún otro sector ya conocido, donde Colombia puede desarrollar antes del 2050 una economía del futuro. Más bien, en torno a la construcción de esas misiones estratégicas, convocar a empresarios, investigadores y emprendedores que quieran hacer parte de la vanguardia.   

En Colombia, todavía hay que llevar de la mano al empresario para mostrarle otros universos, porque la educación y la ciencia, y todos los sectores productivos estratégicos: agricultura, salud, energía, defensa, agua, con los ministerios de hacienda y de medio ambiente, deben asumir los retos del desarrollo, de la paz y de un cambio político definitivo que debe prepararse para el 2026.  

El sistema político colombiano es atrasado, corrupto y perverso, por eso es incapaz de pensar en términos de reindustrialización, pensamiento, educación, inteligencia y creatividad. Su mundo son los puestos, la compra de votos, y los contratos de dónde sacan recursos para su bolsillo y para comprar cada cuatro años las campañas políticas regionales y nacionales. 

Asimismo, la Corte Constitucional en dos recientes fallos en torno a la reforma tributaria, son decisiones en contra de la política de reindustrialización, por ejemplo, cuando sale en defensa de los beneficios tributarios de importadores en las zonas francas, cuando eso beneficios solo deberían ser para las empresas exportadoras, porque al incluir a las empresas importadoras, está favoreciendo la competitividad de las empresas extranjeras en detrimento de la producción nacional más competitiva. Unos ignorantes decidiendo en favor del desarrollo nacional, es como los infiltrados opositores en el gobierno progresista. 

El cambio de mentalidad, de las ideas del desarrollo, de un proyecto político para la transformación de la nación, necesita de una revolución en la educación y en los sistemas de producción ciencia, tecnología e innovación, y superar la descentralización a cambio de las autonomías territoriales.  

Es inconcebible a estas alturas del siglo XXI que en Colombia existan ejércitos insurgentes e ilegales, y un desorden y crisis institucional como ahora vemos en la justicia, en el legislativo, en los organismos de control, en la Corte Constitucional en contra de la reindustrialización, y en los gremios empresariales, enemigos del cambio productivo y tecnológico nacional. Los enemigos del desarrollo están al interior de las instituciones y de la dirigencia política, social y económica. 

 

VII

¿POR FIN AVANZA LA POLÍTICA DE REINDUSTRIALIZACIÓN? 


Este artículo fue inicialmente publicado en Razón Pública 

Cuando parecía que el gobierno había olvidado su promesa de reindustrialización, se publica un nuevo documento al respecto. ¿De qué se trata este avance para el futuro de Colombia? 

Jaime Acosta Puertas* 

El fundamento económico de las reformas 

Después de que en febrero de 2023 el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo publicara un documento marco, el gobierno Petro por fin decidió respaldar la reindustrialización mediante una política que deberá ser aprobada por el Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes). 

El gobierno se ha tomado un año y medio para diseñar esta política, sin contar cuánto se demorare en aprobarla: es el tiempo justo para un instrumento cuya vigencia es de diez años, pero es demasiado si tenemos en cuenta otros factores. 

Desde hace diez meses, empezaron a presentar las reformas sociales (salud, laboral, pensiones, educación); estas dependen del sistema productivo, que propiciará las condiciones necesarias para alcanzar estas reformas: 

·         nuevas condiciones para aumentar la formalidad laboral; 

·         nuevos trabajos calificados con los que los empleados puedan pensionarse; 

·         nuevas condiciones laborales que diversifiquen y sofistiquen la producción; 

·         nuevos sectores intensivos en conocimiento requieren una educación que responda en calidad y cantidad a los nuevos desafíos de la nación; 

·         un nuevo sistema de salud preventivo, que derivará en una sociedad más sana y presta a vincularse en mejores condiciones a la producción y a llegar a su edad de jubilación. 

La identidad nacional de la reindustrialización 

Es bueno que la política tenga carácter nacional, lo cual no es una contradicción en un mundo global: la globalización es la suma de naciones con identidad. Cada una, de acuerdo con sus condiciones, gana espacio en la producción y el comercio internacional. 

Pero este rasgo apenas se ve en el título del documento; después, solo alude a la política de reindustrialización. A Colombia le ha costado mostrarse como una nación autónoma e interdependiente, rasgo que se ha profundizado con el neoliberalismo, que considera que las posturas nacionales son chovinismos obsoletos. 

Por eso, la ANDI es ahora un supermercado de importadores y no un gremio de industriales innovadores. Si la identidad nacional hubiera desaparecido con la globalización, no existirían las marcas país, ni las empresas pondrían en sus productos “hecho en Alemania, Brasil o Corea”, sino “hecho en el mundo”. 

Para superar la ortodoxia neoliberal 

La reindustrialización supera la ortodoxia neoliberal de las últimas tres décadas, que envió a Colombia por el camino equivocado del crecimiento sin perspectiva de desarrollo, razón por la cual las economías ilegales y la corrupción son las más competitivas y productivas. 

La estructura productiva creada antes de 1991, prácticamente, ha desaparecido. No ha habido estrategia para cerrar unas actividades, conservar otras mediante la innovación, e impulsar nuevas industrias para nuevos espacios de emprendimiento, inversión e innovación. 

Lo grave de esta situación —conocida por quienes han dirigido la producción y formulado políticas relacionadas— es que se han desaprovechado las potencialidades de Colombia para convertirse en una nación desarrollada y sostenible durante el siglo XXI. 

La economía de la innovación 

Teórica y conceptualmente, la política es impecable: orienta y propone a la nación un nuevo tipo de desarrollo productivo como el de los países desarrollados y las economías emergentes de los últimos setenta años. 

Esta política es accesible para personas en cualquier campo del conocimiento porque se trata de una política pensada para el desarrollo nacional, no solo para tecnócratas neoliberales. 

Un diagnóstico del subdesarrollo 

La política reconoce los rezagos multidimensionales de Colombia: la actual decadencia de la economía colombiana depende más de razones propias que de factores internacionales. Ha sido una decadencia estructural de largo plazo, que se perpetúa en políticas que obstaculizan un crecimiento alto, sostenido y sostenible. 

Colombia se convirtió en una “megatienda” de importadores, con uno que otro vestigio de producción industrial nacional, y algo más en agricultura, porque todo quedó en manos de una minería sin valor agregado nacional. 

Las ciudades y poblaciones menores de Colombia son puro comercio formal o informal. No se constata que haya una economía diversificada, sofisticada y exportadora, con productores nacionales innovadores en actividades de alto valor agregado. 

Hay poblaciones sin ninguna microindustria; otras, con pocas industrias, que caben en un pequeño parque industrial, y grandes ciudades en cuyas áreas metropolitanas se alojan las escasas grandes industrias —entre ellas, las pocas que hacen investigación y desarrollo, y que algo exportan—. 

Pero no hay ninguna gran empresa importante que adelante sustitución de importaciones con inversión extranjera o nacional y cuyo objetivo sea exportar. 

Todos los países que se han desarrollado sustituyeron importaciones: una de las estrategias para crear industrias y sistemas empresariales modernos, avanzados e innovadores, con emprendimientos disruptivos y sostenibles. 

Con esta política, Colombia diseña las bases de una nueva economía sostenible, de una nueva sociedad igualmente sostenible y en paz; así, se reconstruirían instituciones hoy desbaratadas por la mala política, la ilegalidad, el clientelismo, el atraso y la corrupción. 

Lo más importante: las apuestas productivas estratégicas 

Colombia no seleccionó sus sectores estratégicos, como lo han hecho, siguen haciendo y lo harán las economías avanzadas y emergentes. Esta fue la peor equivocación de las políticas de competitividad y de transformación productiva de los últimos treinta años. 

No hay un solo país desarrollado que no haya escogido dónde centrar sus especializaciones, como símbolo de identidad productiva y como estrategia para mejorar su innovación y exportaciones. Cuando se concentran las capacidades y los recursos, se irrigan al resto de la economía y la sociedad. 

El daño que le hicieron a la economía, a la sociedad y al Estado con esa decisión de ser buenos en todo y no ser buenos en nada es culpable de las altas tasas de desempleo, del mediocre crecimiento y la baja productividad, de la espantosa inequidad, de la creciente ilegalidad, de la imparable informalidad y de la guerra en su versión neoliberal. 

Parece una decisión menor para quien no sabe sobre las nuevas teorías del desarrollo y de economía de la innovación; sin embargo, es la principal decisión de política industrial. Si no hay selección de apuestas estratégicas, las políticas serán generales, y los instrumentos no diferenciarán entre producir café y desarrollar una industria aeroespacial: gran estupidez. 

¿Por qué Colombia cometió semejante equivocación teórica, conceptual y de política? Hay cuatro posibles explicaciones: 

·         negoció con Estados Unidos entregar la economía a cambio de financiación para que la guerra interna le saliera barata a la dirigencia de Colombia; 

·         siguió ciegamente las ideas de David Ricardo de hace doscientos años de que las economías deben especializarse según sus ventajas comparativas y renunciar a las ventajas competitivas en nuevas actividades o sectores; 

·         simplemente, entregó la soberanía productiva y del derecho al desarrollo a la hegemonía de turno, mediante los tratados de libre comercio (TLC); 

·         una combinación de las anteriores. 

 

Las políticas de competitividad y de transformación productiva han sido textos sin imaginación, sin grandes objetivos y sin metas ambiciosas. 

Nada de los malos resultados de Colombia en el contexto de la economía global tiene que ver con decisiones del gobierno progresista. La deuda exterior no se puede pagar si no es con grandes restricciones al gasto y la inversión, y la regla fiscal es una irracional camisa de fuerza cuando el país necesita grandes recursos para reindustrializar la economía, entre el Estado y las empresas. Los retornos, y con creces, vendrán después. 

También hay que reestructurar la educación desde el prekínder hasta los doctorados. Así se fortalecería la investigación y se podría avanzar a un desarrollo regional autonómico, porque la descentralización ya no sirve, así como no sirve el neoliberalismo. 

Las fortalezas propias de Colombia 

Dicho lo anterior, la Política Nacional de Reindustrialización es un texto inspirador y esperanzador. Está en la ruta cierta de un desarrollo que debe ser único, como es único el camino al desarrollo de cualquier nación del planeta, por eso existen los estudios de casos. 

Las apuestas estratégicas son de grandes sectores y, ante todo, de enormes conjuntos de múltiples actividades productivas. Más allá de la agricultura, las otras tres apuestas parecen de otro planeta o de otra nación, porque de ellas recién se conversa. Además, tienen la virtud de que recuperan sectores o actividades que Colombia ya había desarrollado antes de la apertura neoliberal, y que clamaban por una reindustrialización en una economía abierta. 

No fueron escuchados y la desindustrialización se vino sin compasión, por eso hoy se propone la reindustrialización. 

En el texto para el Conpes, la reindustrialización considera el calentamiento global, lo cual le da identidad y proyección más allá del año 2033, y valida el discurso internacional del presidente Petro porque la inversión en tecnologías limpias y fósiles era igual en 2016, pero en 2023 por 1.7 dólares invertidos en tecnologías limpias, se invertió 1 dólar en energías fósiles según la agencia nacional de energía de los Estados Unidos. 

El núcleo de la política  

Los contenidos de las apuestas estratégicas de la Política Nacional de Reindustrialización para el Conpes son bastante ilustrativos de la complejidad y ambición de los desafíos. 

·         Agricultura: Reforma agraria y paz en el campo para la autosuficiencia alimentaria. 

·     Salud: Reforma del sistema para crear una industria de salud con muchos recursos públicos derivados de las EPS. Estas no invirtieron un peso en investigación y desarrollo; en su integración vertical, jamás pensaron en una industria potente para garantizar el abastecimiento, reducir la dependencia, y abatir los altos precios. 

·    Energía: Cambiar la matriz energética desarrollando industrias e investigación en nuevas energías. Ecopetrol, las generadoras de energía y las empresas deben tener una función estratégica de financiación, investigación y producción. 

·        Defensa y vida: Respaldar la emergente industria aeroespacial, de mar y de los ríos en torno a la vida y la soberanía nacional, para un mar territorial tan grande como el territorio continental. 

 

Las nuevas tecnologías digitales inteligentes serán transversales; tienen la oportunidad de desarrollarse y convertirse en otro sector clave, de igual manera la electrónica que fue la industria de alta tecnología perjudicada con la desindustrialización. Sin embargo, tres de las cuatro apuestas estratégicas son intensivas en esta tecnología. 

La reindustrialización comienza con debilidades en los campos del software y del hardware, que son la base, junto a los nuevos materiales, del cambio productivo y tecnológico mundial. Ocurre lo mismo con la débil política nacional de emprendimiento, que no mejora porque las políticas de competitividad y de transformación productiva no eran buenas para motivar la inmersión en industrias y empresas innovadoras de gran suceso. 

Dos temas sugiero para el documento Conpes: la Agencia Colombiana de Industrias de la Reindustrialización y los Centros Regionales de Innovación y Emprendimiento para las regiones de menor desarrollo. 

*Analista político, consultor e investigador independiente experto en economía de la innovación 

 


VIII

2024 – 2034 LA DÉCADA DE LA REINDUSTRIALIZACIÓN 

El gobierno nacional aprobó en diciembre de 2023 la política nacional de reindustrialización (PNR) en el Consejo Nacional de Política Económica y Social (CONPES 4129). Este artículo pertenece a la saga de varios artículos de opinión publicados en los últimos años en Razón Pública. Próximamente mi tarea será escribir sobre la mejor implementación de esta política y los efectos en el desarrollo de Colombia. 

Reindustrialización: reformas sociales y nueva reforma tributaria  

Desde hace once meses el gobierno empezó a presentar las reformas sociales (salud, laboral, pensiones, educación) cuyo soporte estructural está dado por el rumbo que le dará a la economía la política de reindustrialización porque aumentará la formalización; definirá los nuevos espacios de trabajo calificados que determinará la población a pensionarse; las nuevas condiciones laborales tendrán que ser según transcurra la transformación de la producción por la diversificación y sofisticación de sectores intensivos en conocimiento; la educación deberá responder en calidad y cantidad a los desafíos productivos y tecnológicos de la nación; y el sistema de salud preventivo derivará en una sociedad más sana y presta a vincularse en mejores condiciones a la producción.  

Asimismo, la reindustrialización necesita de recursos públicos y privados, sobre todo de estímulos focalizados en las apuestas estratégicas y en otras actividades productivas clave. Los incentivos son necesarios ante decisiones de la Corte Constitucional que están abatiendo poco a poco pilares de la reforma tributaria de 2022, cuyo efecto será menos ingresos para el Estado y más utilidades para las multinacionales que explotan el subsuelo nacional, e inexplicables beneficios para las empresas importadoras y no exportadoras ubicadas en las zonas francas, instrumento cuyo espíritu y razón de ser es beneficiar a empresas exportadoras. 

Estas son fallas público - privadas producto de prebendas ociosas para un modelo de mercado tramposo con el Estado, con la producción para el desarrollo y con oportunidades superiores para la sociedad. 

Una política para superar el neoliberalismo 

Teórica y conceptualmente propone un nuevo tipo de desarrollo productivo tal cual los países desarrollados y las economías emergentes inteligentes lo hicieron en el último largo siglo. Supera la ortodoxia neoliberal de las últimas tres décadas que envió a Colombia por el camino de un crecimiento equivocado sin perspectiva de desarrollo, razón por la cual la mayor productividad la han alcanzado las economías ilegales, la corrupción y la destrucción del medio ambiente.

Lo grave de esta situación conocida por quienes han dirigido la producción y las políticas, es su incapacidad para pensar una economía que convierta a Colombia en una nación desarrollada, pacífica y sostenible en lo que resta del siglo XXI.

El texto de la política la puede leer y entender cualquier persona inteligente de cualquier campo del conocimiento que no esté hundida en el neoliberalismo que ha originado un multisistema de problemas estructurales. La PNR debe ser texto de estudio y de investigación en las universidades porque es la primera vez en treinta años que Colombia tiene una política para desarrollar e internacionalizar la economía desde una aproximación heterodoxa, endógena y sostenible. 

El diagnóstico muestra los rezagos multidimensionales de Colombia, realidad que explica la inflexión de la economía colombiana por razones internas más que por consideraciones ajenas. Es un descenso multisistémico con políticas que hacen imposible un crecimiento alto, avanzado, equilibrado, sostenido y sostenible, porque Colombia se convirtió en una economía de importadores con una que otra evidencia de industria nacional, algo más en agricultura, y mucha minería de enclave sin valor agregado nacional.

Es una economía disfuncional, por tanto, su producción no es diversificada, sofisticada, innovadora y exportadora de bienes y servicios intensivos en conocimiento y tecnología. Hay poblaciones sin ninguna micro industria. Otras, con pocas industrias que caben en un pequeño parque industrial, y grandes ciudades en cuyas áreas metropolitanas se alojan las escasas grandes industrias, entre ellas las pocas que exportan y hacen investigación y desarrollo (I+D). Tampoco existe un núcleo importante de empresas que adelanten sustitución de importaciones con inversión extranjera o nacional. 

La sustitución de importaciones es ahora un medio dentro de un gran portafolio de nuevas inversiones en actividades de la Era Tecnológica que emergió hace 15 años, pero que se ha acelerado en los últimos cinco años tanto en China como en Estados Unidos, Alemania, Japón, Corea, otros países, y Brasil en América Latina. 

Con la PNR, Colombia sentará las bases para construir una economía desarrollada y sostenible con fuertes instituciones hoy desbaratadas por la mala política, la ilegalidad, el clientelismo, la violencia y la corrupción, que han castigado la productividad, la innovación y el emprendimiento. 

Apuestas estratégicas de una reindustrialización sostenible 

La más fatal equivocación de las políticas de competitividad y de transformación productiva que tuvo Colombia en los últimos treinta años, fue no haber escogido sectores estratégicos como lo han hecho las economías avanzadas y las naciones emergentes inteligentes, entre las que aún no está Colombia. No hay un caso en el cual los países que se han desarrollado no hubieran escogido donde centrar su especialización como símbolo de identidad productiva. Al concentrar capacidades y recursos se construyen capacidades que fertilizan toda la economía y elevan la productividad. 

El daño que le hicieron a la economía, a la sociedad y al Estado con la estúpida decisión de ser buenos en todo y no ser buenos en nada, es culpable del alto desempleo, del mediocre crecimiento, de la baja productividad, de la espantosa inequidad e ilegalidad, de la imparable informalidad, de la guerra en su versión neoliberal, del insostenible déficit comercial y del elevado endeudamiento sin retorno porque no hay visión ni misiones para desarrollar la nación a largo plazo. 

¿Por qué Colombia cometió semejante equivocación teórica y de política? Hay cuatro posibles explicaciones: una, se entregó la economía a Estados Unidos a cambio de financiación para que la guerra interna le costara menos a la dirigencia; dos, doscientos años después las ideas de Ricardo mediante la cual las economías deben especializarse donde tenga ventajas comparativas renunciando a desarrollar ventajas competitivas en nuevas actividades o sectores lo cual es un prerrequisito para el desarrollo en el siglo XXI; tres, simplemente entregar la soberanía productiva y del derecho al desarrollo a la hegemonía de la potencia de turno mediante los tratados de libre comercio TLC; y cuatro, la suma de las anteriores. 

Las políticas de competitividad y de transformación productiva (1991 – 2022) han sido textos sin imaginación y sin responsabilidad con la nación. La deuda externa no se puede pagar si no es con grandes restricciones al gasto y la inversión. La regla fiscal es una irracional camisa de fuerza cuando el país necesita de grandes recursos para reindustrializar la economía entre el Estado y las empresas; reestructurar la educación desde el preescolar hasta los doctorados con el propósito de fortalecer la investigación; aumentar la inversión en ciencia básica y en ciencia y tecnología para la reindustrialización; y avanzar a un desarrollo regional endógeno porque la descentralización ya no sirve como no sirve el mercado sin un Estado emprendedor, innovador y autonómico en el mundo y autonómico en su división política administrativa para que el desarrollo endógeno sea una fuerza emergente, propia y sostenible de los territorios. 

La PNR está en la ruta cierta de un desarrollo sostenible único como único y sostenible deber ser cada camino al progreso de cualquier nación en este momento de altísimo riesgo ambiental global y de transición en la geopolítica mundial por el surgimiento y consolidación de nuevas potencias mundiales o regionales. 

A más de la agricultura, las otras tres apuestas parecen de otro planeta, porque de ellas recién se conversa. Además, la PNR recuperará sectores o actividades que Colombia había impulsado antes de la apertura neoliberal, y que desaparecieron clamando por la reestructuración para competir en una economía abierta. No fueron escuchados y la desindustrialización se vino sin compasión, por eso hoy se propone la reindustrialización cuyas apuestas estratégicas son: 

Agricultura: reforma agraria y paz en el campo para la autosuficiencia alimentaria;   

Salud: reforma del sistema para crear una industria de salud porque el Estado, las farmacéuticas y las EPS poco han invertido en investigación y desarrollo con el fin de crear una potente industria que garantice el abastecimiento, reduzca la dependencia, contribuya a la diversificación de las exportaciones, y reduzca los altos precios; 

Energía: cambiar la matriz energética desarrollando industrias e investigación en nuevas energías, donde Ecopetrol, las generadoras de energía y las empresas deben jugar un papel estratégico de inversión, financiación, investigación y producción. 

Defensa y vida: impulsar una emergente industria aeroespacial, de mar y los ríos en torno a la vida y la soberanía nacional, para un mar territorial tan grande como el territorio continental. 

Estas apuestas se enmarcan en un robusto concepto para producir e innovar con un enfoque de sostenibilidad ambiental en el marco de la transición energética mundial incluida la incorporación endógena de las disrupciones de la Era Tecnológica que tiene en la Inteligencia Artificial su expresión más disruptiva detrás de la cual hay nuevos minerales, materiales, electrónica y software. 

Adicional a estas cuatro estrategias principales, también están los nuevos minerales, toda la tecnología de los nuevos sistemas de movilidad, áreas emergentes de la bioeconomía, y el desarrollo de industrias de bienes de capital de nueva generación.

De igual manera, la PNR plantea retos para la política nacional de emprendimiento porque las políticas de competitividad y de transformación productiva no motivaron la inmersión en nuevas industrias y empresas innovadoras disruptivas de alto riesgo y elevada complejidad. 

Desafíos mínimos de la PNR para construir las bases de un desarrollo productivo sostenible duradero


·          Pedagogía. Desplegar una gran acción pedagógica en el Estado y en los territorios teniendo en cuenta que las disparidades en las capacidades son enormes y las diferencias en la dotación de factores también. Una cosa es hablar de esta política en Bogotá y Antioquia, otra en Norte de Santander, Nariño, Tolima, Chocó, Atlántico, y otra en los demás departamentos. 

 

La labor pedagógica se debe adelantar pensando en profundos cambios culturales, porque una cosa era con las neutras políticas de competitividad y otra con las políticas de reindustrialización y sus apuestas estratégicas sostenibles. Con la competitividad no había reindustrialización lo que se intentó pero fracasó, fue mejorar lo que dejaba la desindustrialización. 

 

·         Acuerdo con universidades. El enfoque del desarrollo que subyace en la PNR debe incorporarse en los planes académicos y líneas de investigación. La inmensa mayoría del recurso humano formado en el país y en el exterior en los últimos treinta años poco entiende de cómo hacer las transformaciones estructurales de largo plazo de la economía, de la sociedad y del Estado a partir de una reindustrialización en la Era Tecnológica. Es necesario buscar cooperación internacional para atraer recurso humano que contribuya a acelerar el aprendizaje mientras Colombia forma un factor humano de alto nivel hacia un desarrollo más humano, inteligente, equitativo y sostenible, sustentado en el conocimiento y en la investigación científica y tecnológica para impulsar empresas intensivas en alta tecnología. 

 

·         Coordinación Interministerial. Un proceso que debe comenzar en torno a las cuatro apuestas productivas estratégicas. Por ahí debe comenzar un gran ajuste y arreglo institucional entre Estado y empresas innovadoras, no con los gremios, los cuales necesitan reestructurarse porque no tienen como reconvertirse pues están atados a los importadores y a ideas del comercio internacional que, por la reconfiguración de la producción mundial y el surgimiento de nuevas potencias productivas y tecnológicas, no sirven para la reindustrialización en un inédito ambiente geopolítico, geoestratégico y tecnológico global. 

 

Centrarse en la reorganización interinstitucional público-privada en torno a las apuestas clave, es una tarea inspiradora, creativa, convocante, convergente, transformadora, compleja, multisistémica y de largo alcance, porque es construir un sistema productivo poco o nada parecido al actual. La reindustrialización avanza en Estados Unidos porque es la única posibilidad que tiene para demorar que China lo supere antes de tiempo. Corea está haciendo una apuesta gigantesca en la investigación y producción de superconductores. Brasil no se detiene en desarrollar su industria aeroespacial y de energías alternativas, a pesar que Bolsonaro cerró la fábrica de chips en Porto Alegre. 

 

·         Misión por la autonomía territorial. Es urgente pensar, diseñar y discutir las autonomías regionales para superar la descentralización con el fin de liberar las condiciones de los territorios en relación a su potencial de desarrollo endógeno sostenible. Aquí también se requiere de nuevo recurso humano calificado en los territorios que motiven el desarrollo endógeno. La actual misión de descentralización liderada por el Departamento Nacional de Planeación, debe sentar las bases para la autonomía territorial. La descentralización se ahogó en los vicios del centralismo, clientelismo, corrupción, baja productividad, y de miles de micro proyectos dispersos muchos de los cuáles jamás se terminan por razones políticas asociadas a la corrupción.

 

·         Reindustrialización sin ciencia y tecnología es una falacia. Lo bueno de la PNR se puede perder si no aumenta el presupuesto nacional para I+D+i pública y privada. Decir que son suficientes los recursos de las regalías para CyT, es mentira porque están manejados políticamente por los gobiernos territoriales. La ignorancia de muchos y la actitud torcida de otros, hace que su uso estratégico para fines de un avanzado desarrollo productivo nacional, no sea cierto, por tanto, posible.  

 

La reconversión de la comunidad científica es igualmente urgente. En dos décadas los países desarrollados pasaron en promedio del 2% al 2.75% del PIB su inversión en investigación y desarrollo. Colombia se estancó en el 0.30% del PIB.  

 

Las apuestas estratégicas de la PNR son intensivas en conocimiento, investigación y desarrollo, y están relacionadas con las misiones del Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación. Sin embargo, la conformación de un sistema nacional sostenible   entre producción e investigación, con sus componentes territoriales, es uno de los grandes retos, y el presidente debe obstinarse en la articulación entre producción e investigación, que se debe plasmar en acuerdos con los grandes empresarios de Colombia. Sin ciencia, tecnología y educación desaparece la reindustrialización sostenible. 

 

·         Reformas a la reforma tributaria del 2022. Bajar impuestos a las empresas para que inviertan en investigación desarrollo e innovación (I+D+i); aumentar los impuestos a los dividendos y a los salarios más altos de las cúpulas de las grandes empresas. Sin embargo, lo principal de la nueva reforma serían los incentivos a las apuestas estratégicas con el fin de hacerlas más sostenibles para aumentar la productividad y las exportaciones no tradicionales. Es ponerle fin al ocioso neoliberalismo y a las sospechosas decisiones de la Corte Constitucional en contra del Estado y a favor de las multinacionales. 

El 2024 y 2025 serán años determinantes para el futuro de Colombia. El gobierno debe apurar la inversión, la coordinación público - privada, y elevar las condiciones de la inmensa población que mucha violencia ha sufrido, pero que pocas oportunidades ha tenido. Reindustrialización con inequidad, corrupción y violencia no es posible.