miércoles, 12 de junio de 2013


CONOCIMIENTO CRECIMIENTO 

CALENTAMIENTO GLOBAL

Mirada desde América Latina


Reflexión a partir del Forum Mundial de la Deutsche Welle 2013





Nunca dejarán de ser suficientes, porque son insuficientes, las reflexiones, estudios, investigaciones, evidencias, apuestas políticas, movilización ciudadana, voces de organizaciones independientes y de organismos internacionales, sobre el tipo de crecimiento que en el mundo gobierna los valores económicos, la cultura, el conocimiento, y los medios, y que un día no lejano harán de este mundo un lugar imposible para la vida, la convivencia, el bienestar y los valores fundamentales, porque la sociedad global persiste en hacer del crecimiento del PIB, a través del consumismo ilimitado, su símbolo de “libertad, democracia y bienestar”.

Han transcurrido cuarenta años y algo más desde el famoso informe de los “Límites del crecimiento” del Club de Roma, y en términos reales, a pesar de la magnitud de la información producida, y de ingentes esfuerzos por formar conciencia en la necesidad de proteger el medio ambiente y de revisar el tipo de crecimiento que sería razonablemente aceptable, las batallas iniciales se han perdido.

La naturaleza se muere pero aun resiste

Si fuera por los resultados que arrojan los estudios, el mundo ya habría sufrido un deterioro tan evidente que la humanidad como un todo estaría reunida para cambiar el orden de las cosas. Habría brotes revolucionarios por todo el globo. Políticos, tecnócratas, empresarios, expertos, sindicalistas, organismos de distinto tipo, universidades y medios, estarían contra la pared, y la sociedad pidiendo justicia por no haber hecho lo que debían haber hecho cuando aún había tiempo. Pero también los textos de las teorías del crecimiento harían parte de hogueras que calentaría las heladas noches o para cocinar algo de comer.

El cambio global por la via del calentamiento ya llegó. Lo estamos viviendo. En un país como Colombia ya no se sabe cuándo empieza el verano y cuando el invierno. Los inviernos en el mundo son más severos y las sequías en África eternas. El polo norte se descongela mientras el polo sur se enfría más. 

Las pesquisas más serias dicen que lo que se está haciendo en materia de regulación y de optimización tecnológica, solo sirve para desacelerar la tasa de residuos tóxicos que van a la atmósfera a calentar el medio ambiente, pero no a reducir el calentamiento global y las causas que lo generan. Entonces, la humanidad se encamina a perder la batalla final, porque cree que ha ganado las batallas previas contra los “pesimistas y exagerados”, porque todavía no se ha visto una gran catástrofe natural como el descongelamiento acelerado del polo norte que acabaría con pequeñas, medianas y grandes ciudades ubicadas en las orillas de los dos grandes océanos.

Ese tipo de imágenes apocalípticas que predecían hasta hace poco los “pesimistas y exagerados”, no van a ocurrir, porque el calentamiento es evidente pero es gradual, porque debajo de los enormes glaciares no hay un fuego que los esté derritiendo a gran velocidad. Lentamente se descongela el polo norte, entonces, no habrá ciudades que desaparezcan arrasadas por gigantescas olas producidas por océanos cuyo nivel de agua subiría muchos metros entrado a las plataformas continentales decenas de kilómetros.   

Los nevados y otras fuentes de agua dulce se están agotando pero aun producen el agua requerida, entonces, la sociedad aun no toma conciencia de la catástrofe que este lento deterioro esconde. Sin embargo, en Colombia el 50% de los nevados que había hace 50 años, ya no existen.

La naturaleza se agota poco a poco, pero, como organismo vivo, se adapta a vivir en difíciles condiciones hasta el día que en que ya no aguante más y el mundo colapse.

Los abanderados del desarrollo sostenible, los verdes, los del decrecimiento o los del crecimiento cero, han sido “derrotados” por  los “optimistas y tecnófobos” defensores del crecimiento a ultranza, y por los miles de millones de habitantes sumergidos en el credo del consumismo ilimitado, animados por la propaganda a través de los medios, que no dicen muchas verdades. 

Al final, todos los discursos son funcionales con el crecimiento y el consumismo sin fin que dispara los indicadores de la economía. Unos más moderados otros más arrogantes, pero todos apuestan por el crecimiento del PIB. El ciudadano es un simple PIB per cápita.

Entonces, dónde se debe situar adicionalmente el debate: en la cultura del crecimiento del consumismo ilimitado que se ha consolidado en las últimas tres décadas, puesto que la amenaza ambiental no es escuchada con atención y preocupación suficiente por quienes tiene el poder del mundo.

De la sociedad de bienes materiales a la sociedad de los bienes inmateriales

Es increíble que las nuevas grandes catedrales de la sociedad actual sean los centros comerciales. En tono a ellos gira la vida de las ciudades. Ir a ellos es el programa preferido de familias, parejas, personas solas, de jóvenes, mayores y viejos. 

A nivel tan bajo de una sociedad sin ideas nos ha conducido los valores del consumismo ilimitado como un fin de la sociedad, que es su propia subvaloración de su condición humana y de su inteligencia. Detrás de esto, los medios y las empresas de publicidad, los diseñadores e innovadores que mejoran la forma de los productos y sus empaques, los ingenieros y diseñadores que crean productos desechables, los CEO que crean nuevas estrategias para atraer masas de consumidores, economistas que modelan el crecimiento, y tecnócratas fungiendo como reguladores del mercado del consumo ilimitado, son los “genios” de la sociedad del crecimiento. Y por supuesto, las universidades “formando deformados funcionales” a la fe del consumismo y al credo del crecimiento per se.

Hasta hace 30 años el mundo no era así. Y en las próximas décadas tampoco tiene porque ser así. 

Desafortunadamente, no son los grandes centros de las artes, de la cultura, de la ciencia, de la educación, del esparcimiento, del emprendimiento, de las nuevas industrias, es decir, de la producción de los bienes intangibles, las nuevas catedrales del siglo XXI.   


Es por ahí por donde se debe profundizar la discusión. Entre una economía por un consumo frugal donde un nuevo tipo de bienes sea el centro del interés de la ciudadanía y la consiguiente construcción de nuevos valores económicos, pero también sociales, culturales y políticos.

Hace pocos días, en Bogotá, acompañé a una amiga a un centro comercial y entramos a un almacén de objetos decorativos, juguetería, lencería, electrodomésticos, y otros más. La mayoría made in China, la mayoría inútiles, feos y desechables, pero es lo que el mundo le pide a los chinos que produzca para sostener el crecimiento que “salve” el comercio y la economía mundial. Incluso, se ha escuchado a políticos, organismos internacionales, y economistas de todos los lados del globo, regañar a China por no adoptar  X o Y medida para sostener un crecimiento anual del 9 o 10%, bajo el peregrino argumento de que la economía necesita que los chinos compren y produzcan para salvar el “mundo feliz” del crecimiento del hiperconsumo de objetos innecesarios.

Un nuevo tipo de sociedad se debe pensar para que sea posible crear una nueva economía. No debe ser un trabajo solo desde la economía como una ciencia independiente sino como parte de un esfuerzo de pensamiento interdisciplinario y multidimensional. John Stuart Mill, hace más de dos siglos, hablaba de los riesgos de una economía sostenida en el crecimiento a todo precio. 

El capitalismo y el socialismo tal como han sido aplicados, no sirven para frenar el sostenido y acelerado deterioro ambiental y la idea del crecimiento infinito e indefinido de la sociedad de consumo.

Es hora de pensar en las generaciones del futuro, en dejar una idea de sociedad distinta a la de hoy y a las del pasado, una sociedad más inteligente, más fundamental, más creativa, espiritualmente más profunda (no más religiosa), que le dé un mejor uso a la ciencia y a la tecnología y una nueva orientación a la educación, al emprendimiento y al desarrollo productivo. 

Una sociedad con menos propaganda, sin especuladores y sin corrupción, con menos objetos inútiles que le quitan segundo a segundo un vaso de agua a la tierra y a la vida, porque no puede ser el sentido principal de la existencia ponerse al frente de alguien y mirar qué marca de zapatos, de reloj, de jeans, de corbata o de cartera lleva puesto, ni qué modelo de carro, de cámara fotográfica y que juegue plano tiene.  El sentido de la equidad, del bienestar y de la felicidad, es decir de los valores económicos, sociales y culturales, no se puede medir por el acceso a bienes de consumo, muchos innecesarios.

Si el mundo asume la crisis, la transición y la incertidumbre actual bajo nuevas categorías, aun será posible salvar la tierra y a las generaciones que la habitarán. Alemania es tal vez la potencia con más conciencia del problema ambiental que vivimos y de los riesgos de seguir por dónde vamos.  Su sistema de producción no es igual al modelo de producción de objetos inútiles y ya desechables antes de comprarlos. Los modelos de crecimiento de Estados Unidos, el cual ha seguido el mundo, y el nuevo de China, que es una variación del modelo gringo, no son los modelos para un planeta y una sociedad en riesgo general.

La sociedad mundial debe moverse para que las artes, el conocimiento, la investigación y las potencialidades de los maravillosos avances de la ciencia y de la tecnología, sirvan para mucho más que la sociedad de consumo y del crecimiento que ahora tenemos. La inteligencia y la imaginación nunca han tenido tantas oportunidades como ahora para pensar, crear y vivir en un mundo diferente.  El problema está en la economía, en las demás ciencias sociales, en el urbanismo y en la política, que no saben qué hacer con la educación, con la ciencia, la tecnología y la innovación, pero también con la libertad, la democracia, los territorios y la ideología. 

Colombia, una esquina de las Américas, es el típico modelo de crecimiento que no debe ser. Cinco de las cuatro locomotoras del actual plan de desarrollo, corresponden a sectores de la sociedad industrial y una de ellas es enemiga absoluta de una sociedad sostenible: la minería de enclave. Y la que resta, la locomotora de innovación, la del futuro, aun no prende motores, porque aún no se sabe cómo debería ser. Mientras tanto, las artes, la cultura, la educación, la salud, las ciudades del futuro, la política de desarrollo productivo para una sociedad ambientalmente posible, la autonomía regional, no están en el frente de la agenda.  Además, la larga guerra que aún vive, es por el mal e indebido uso de los recursos naturales y su mala distribución.

Los medios: compromiso con el crecimiento y compromiso con el futuro de la humanidad   

Los medios no son neutrales al debate. Todo lo contrario, son corresponsables de la inercia  que dificulta pensar los cambios. En Colombia, el largo conflicto, la corrupción, la delincuencia común, domina las noticias, y relega u omite otros hechos más amables y esperanzadores. Una anécdota. Hace dos o tres meses, en una misma semana, tres connotados científicos colombianos recibieron importantes reconocimientos internacionales. Pues bien, ninguno de los noticieros de televisión más importantes registraron la noticia. Ni los programas de debate, tampoco los abordaron. Así ocurre con muchos más casos de hechos más amables e importantes que la violencia cotidiana de todo tipo.

Cuando sobrevienen escándalos en torno a licencias o problemas ambientales, al final la mayoría de medios terminan haciendo eco a los intereses económicos en detrimento de las comunidades y del medio ambiente, porque el “crecimiento no se puede frenar”.

Pero lo grave es que esos noticieros y esos programas de opinión, y esos medios, no tienen espacios deliberados y permanentes para los desarrollos de la inteligencia y de la imaginación, que permitan pensar un mundo futuro diferente al mundo presente. La razón, el estado y los medios obedecen al poder de la sociedad de consumo: las empresas.

Preguntas

¿Cómo la política debe recobrar el poder para gobernar para la gente y para la naturaleza y no para el interés de unos pocos?

¿Las grandes corporaciones nacionales y transnacionales son las que deben continuar ostentando y decidiendo el futuro del mundo?

¿Qué nuevos espacios de estudio y de investigación se deben crear para pensar y crear un nuevo conocimiento para una nueva sociedad y un crecimiento con otras categorías?

¿Qué tipo de sociedad debe ser América Latina? Una más del crecimiento conocido? O ¿la primera sociedad de un nuevo mundo?

¿Qué preguntas nuevas debemos hacernos sobre el crecimiento sin límites de la población?

Y los medios qué? solo por el crecimiento y el consumismo o también por el calentamiento, la creatividad, el conocimiento y las ciudades

No es este un discurso contra nadie. Es un discurso dirigido a construir un nuevo paradigma, donde políticos, empresarios, investigadores, pensadores, medios, artistas, y otros actores sociales, con conciencia de la necesidad de revisar el paradigma del "crecimiento insostenible", se unan a pensar una  alternativa para la humanidad. 
El siguiente mapa conceptual es una aproximación a la idea de los fundamentos del crecimiento futuro.





La tarea de tod@s en el siglo XXI

La idea básica es más o menos sencilla. Una vez que la sociedad mundial tome conciencia de la necesidad de cambiar el modelo de crecimiento y de consumo ilimitados, debe decir qué tipo de bienes son necesarios y cuáles innecesarios.

Las sumas y las restas deben dar un nivel de crecimiento y de consumo que conduzca a una idea de bienestar y a unos valores humanos esenciales, superiores al crecimiento del PIB y al consumismo sin límites, que PARE la destrucción del medio ambiente. 


Logrado lo anterior, deberá iniciar una senda que reequilibre la naturaleza y elimine asimetrías extremas de múltiple espectro que han desequilibrado el medio ambiente, dividido el mundo entre países avanzados y países atrasados, unos con instituciones inclusivas (los países más desarrollados son los que más inciden en el cambio cambio climático) y otros con instituciones extractivas (las naciones que por su bajo nivel de desarrollo menos inciden en el cambio climático), lo cual es una contradicción del modelo de crecimiento y de consumo ilimitados. Por estas razones el nivel de desarrollo ya no se deberá medir en el futuro por el crecimiento del PIB y del consumo sin fin.

Pero ese acuerdo global derivará en decisiones y en sistemas complejos inéditos para nuevos modelos de sociedades locales, nacionales y globales más autónomas, interdependientes y con valores más esenciales.


Imágenes para un mundo mejor

fotografía bajada de internet




     Curitiba del futuro. Brasil. Fotografía de internet


  Ciencia. Iniciativa de Dr. Raul Cuero. Colombia

Arte amable en las paredes de la ciudad
                                                                                        Catherine Beckmann. Fotografía de Facebook


Diseño, arte, cultura y ciudad en una obra.
                                                                                                         Santiago Calatrava.  Imagen bajada de internet                                                                                   


Maestro Gustavo Dudamel. Fotografía bajada de internet
  

  

Antonín Dvorak: “From the New World”.



P.D.: Este texto se motivó en la muy honrosa y amable invitación de la Deutsche Welle a participar en su Forum Mundial 2013. Siempre, mil gracias



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