Política paz y desarrollo en Colombia

COLOMBIA ¿UNA SOCIEDAD INTELIGENTE? DIEZ DESAFÍOS PARA EL FUTURO 

Esta columna también está publicada en sección de opinión de www.confidencialcolombia.org.co 


Fotografía: Gabriele Siegrist
El desarrollo se basa en el aprendizaje el cual permite generar capacidades para generar conocimiento, desarrollar la creatividad, y las potencialidades para innovar y emprender. Colombia, por su dependencia tecnológica y la baja inversión en educación y en ciencia y tecnología, tiene problemas para adelantar procesos de desarrollo endógeno a nivel de país, territorios y empresas. Esto se debe a que no dispone de un proyecto nacional de desarrollo, por lo cual la política industrial es siempre un asunto inconcluso y mal orientado, y las políticas de ciencia, tecnología, innovación (CTeI) y de emprendimiento, no existen. Por eso, el narcotráfico, la minería ilegal, el feudalismo, la guerra y la corrupción, dominan el escenario económico, político y social, jalonan un crecimiento mediocre, con reformas tributarias alcabaleras, no hace el metro de Bogotá, ni se hacen bien obras como La Línea e Hidroituango, vende activos estratégicos como Isagen, y se roban Reficar. Un país emergente fallido.

A continuación diez desafíos para soñar con una sociedad pacífica y una economía inteligente.

1.    Aprender para crear, innovar y emprender

Toda experiencia exitosa de nación, territorio o sector, quiere ser copiada por países que no han desarrollado suficientemente la economía, la ciencia, la tecnología, la educación, los territorios y sus instituciones, como Colombia. Por tanto, es un error intentar copiar otros procesos puesto que es imposible si no media un proceso deliberado de aprendizaje de largo plazo, ya que son múltiples los factores que intervienen en cada proceso nacional, territorial o sectorial, así algunos sean parecidos pero jamás iguales, ni siquiera entre estados y territorios vecinos que disponen de una matriz cultural similar porque siempre hay factores propios inimitables.

2.    El desarrollo como estrategia para salir de la guerra y de los desarreglos institucionales       

En un reciente estudio que hice sobre el futuro de la electrónica en el mundo, se tomaron seis países para el aprendizaje, algunos con recientes periodos de violencia extrema. Tres naciones vienen de guerras devastadoras: Alemania, Polonia y Corea; dos, de duras y recientes intervenciones externas, Polonia y Hungría; y Brasil, de una dictadura que parece renacer. Estos países asumieron el desarrollo como la mejor estrategia para superar los impactos de años de violencia interna y externa. A Colombia le falta superar el karma de la violencia, a la cual no le huye, por el contrario, no deja de abrazar, como si fuera una democracia fallida por los siglos de los siglos.

3.    Incentivos económicos y no económicos positivos

Los países desarrollados y los emergentes más dinámicos, tienen proyectos nacionales de desarrollo de largo alcance. Otros tienen propósitos similares en construcción, sin embargo, las políticas, estrategias y programas, son de mediano y largo término. En ese contexto, los subsidios  económicos desde el estado no son el objetivo principal de las políticas y de los empresarios. Lo principal es el marco de las políticas de estado y los acuerdos con las empresas y las universidades en torno al cambio estructural, el conocimiento, la innovación y la propiedad intelectual. A partir de ahí aparecen los incentivos económicos, no de primeros, como acontece en Colombia, razón por lo cual los resultados son pobres o negativos, y ahondan asimetrías en la sociedad y entre los agentes económicos.  

En aquellas economías, cuando aparecen empresas disruptivas, el estado las protege y crea políticas para que no sean casos excepcionales, si no que sean aliciente para que surjan otras del mismo tipo. Las empresas solas por innovadoras que sean, son solo unidades singulares exitosas para titulares que engañan, y nada determina que su caso se convierta en modelos generales si no hay políticas inteligentes y solo malos incentivos.

4.    Desarrollo productivo, ciencia, tecnología e innovación, un sistema
Los países avanzados y los emergentes disruptivos, tienen sincronizadas las políticas industriales y de CTeI, en enfoques y propósitos que conforman potentes sistemas nacionales y regionales de desarrollo productivo, de innovación y emprendimiento.  Ambas políticas con acciones transversales y verticales para que sea posible desarrollar la productividad vía nuevos sectores (agenda vertical) y mejorar la competitividad y productividad de los que existen (agenda transversal o funcional). Las políticas tienen visión y objetivos de largo plazo, y los planes para ejecutar programas estratégicos un tiempo más corto porque en cuatro, cinco o seis años vendrá se ajustarán las estrategias para profundizar el proceso de transformación sostenida del sistema productivo, con nuevos programas y proyectos disruptivos. Es la manera como se construye toda senda de desarrollo sostenible y duradera: programas periódicos, ajustes de algunos, desaparición de otros, y creación de nuevos. Es la economía de la complejidad y de la innovación que libera y explica los procesos evolutivos de las culturas, de los estados y las economías.

5.    Investigación básica y aplicada para una investigación inteligente

La importancia de la investigación básica está presente en naciones donde los objetivos son desarrollar la producción para desarrollar la economía, la sociedad y el Estado, en lo cual las capacidades nacionales en conocimiento son soporte estructural para todo lo que se haga a partir de ahí, por eso, la investigación básica está como primer foco estratégico nacional (Alemania, Francia, Estados Unidos, ....), a la par (otros de Europa pero también India y Brasil), o después de la investigación aplicada (Corea, Japón, Taiwán, entre otros), los cuales, sin embargo, siempre apoyaron generar condiciones sofisticadas por lo cual crearon desde los años del despegue de la industrialización, leyes y centros estratégicos de investigación básica que han respaldado las potentes infraestructuras de investigación aplicada. En Colombia aún se discute la importancia de la primera y algunos creen que solo con la segunda basta. Es el atraso.

6.    La educación para una producción e investigación inteligente

La educación se integra a las políticas de desarrollo productivo y de CTeI para formar el recurso humano requerido y así crear potentes capacidades en investigación que derive en una explosión de spin off (proyectos de investigación de las universidades con potencial de convertirse en nuevos productos y en nuevas empresas) y de start ups (nuevas empresas innovadoras) originadas en universitarias, en profesionales independientes y en medianas y grandes empresas. Un mayor número de spin offs y de start ups disruptivas e innovadoras de alto impacto está determinado por el nivel de sofisticación y de transformación en la producción, en la investigación y en la educación. Colombia algo ha logrado sofisticar la producción pero no ha logrado transformar la matriz productiva.

7.    Educación, investigación y emprendimiento

El desarrollo de spin offs universitarias y el impulso de start ups disruptivas o innovadoras de alto impacto, siempre están asociadas a centros de investigación de sectores que son estratégicos en las políticas nacionales y regionales. De esta manera surgen profundas relaciones universidad – empresa – estado. En Colombia la ley de spin off recién está en reglamentación y debe incluir las start ups.

Estados responsables tienen una política nacional de emprendimiento. Colombia no la tiene. En algunos casos, han diseñado modelos propios, caso de Brasil, con incentivos e instrumentos específicos para las distintas fases que van desde la idea del negocio, la aceleración de la start up  hasta cuando se convierte en pyme, porque el emprendimiento es un sistema donde no hay etapas menores ni se puede interrumpir de lo contrario mueren los nuevos negocios.

En esas economías, las iniciativas que hacen parte de un proceso de creación de una empresa disruptiva o de alto impacto innovador, tienen condiciones que le dan al emprendedor soportes suficientes para hacer realidad su sueño, y como política de estado para lograr ciertos objetivos estratégicos de la politica de desarrollo productivo o política industrial: una nueva generación de empresas para cambiar la matriz productiva y del comercio internacional con base en el cambio tecnológico y la ampliación de los mercados globalizados, generar nuevos empleos calificados, crear nuevos ingresos tributarios y estímulos para la formación de fondos de ángeles inversionistas y de capital de riesgo, entre otros efectos, que conducen a la formación de nuevos sistemas de producción y de innovación. Por esta razón, las tasas de mortalidad de las start ups son bajas respecto a países con un “sistema” que tiene enormes lagunas en la cadena de emprendimiento, como Colombia.

8.    Las pymes innovadoras, no pueden ser el eslabón olvidado

El desarrollo empresarial emergente no se circunscribe a las start ups, también es clave el desarrollo y el fortalecimiento de las pymes, porque algunas de estas fueron start ups o spin off, entonces, el proceso no puede truncarse, por el contrario, fortalecerse, porque son la transición entre el nivel de start ups y el de la gran empresa. Algunas pymes se convertirán en grandes empresas, otras conservarán ese estatus, ajustando sus características en la medida en que los mercados son más grandes, los tamaños de las empresas también cambian, y además porque los cambios tecnológicos hacen que las características de estas sean otras cualquiera sea su tamaño.
       
9.    Parques tecnológicos, distritos y ciudades de la inteligencia

La producción de nuevos conocimientos disruptivos necesita de ambientes urbanos con núcleos desde los cuales irradian y se construyen redes que se esparcen por toda la urbe, como el distrito de la innovación de Medellín, o Innobo,[1] o los N tipos de parques tecnológicos o distritos de la innovación regados por el mundo, en los cuales se asientan nuevos centros de investigación, de innovación y de emprendimiento, con start ups, pymes, y las spin out y start out de las grandes empresas, con ambientes de co-working, escritorios de propiedad intelectual, de ángeles inversionistas, fondos de capital de riesgo, con vivienda, movilidad y urbanismo sostenible. Un nuevo paradigma tecnológico, social y empresarial crea un nuevo paradigma de territorios urbanos.

10. La equidad para un desarrollo inteligente sostenible

La equidad es un asunto de decisión política que va más allá de los modelos matemáticos. Es de hechos políticos y de evolución cultural para pensar una sociedad más equilibrada, justa y de oportunidades, que brinda una economía sostenible, de la innovación y de la sociedad inteligente. Es un proyecto de estado de muy largo plazo, cobija generaciones, porque se trata de superar barreras culturales mediante las cuales se tolera, acepta y perpetua una sociedad limosnera, que hace parte de la caja menor de los ciudadanos de las clases media y alta para repartir monedas en las masas de pobres, miserables e indigentes. La inequidad en Colombia, a más de errores de política macroeconómica y de competitividad, es el fracaso del modelo de crecimiento de los últimos treinta años.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 solo son una etapa de un proceso mucho más largo y complejo, porque encuentra obstáculos en el capitalismo del crecimiento sin límites de las últimas décadas.
       
Estos desafíos están encaminados a mejorar fallas del mercado y fallas del estado. Atacar las del mercado sin mirar las del estado o al revés, es solucionar problemas de manera parcial, y al final, pocas fallas del mercado y del Estado se logran corregir. Es el caso de Colombia, por eso el mercado y el estado acumulan fallas que al final se reflejan en malos indicadores de desempeño que van en contravía de una sociedad inteligente sostenible con equidad.



[1] Innobo es el mayor fracaso de Bogotá para crear una ciudad del futuro más promisoria de América Latina en el centro de las Américas y de Bogotá, para desarrollar la ciencia, la inteligencia, la innovación, la creatividad, el emprendimiento y el turismo de negocios inteligentes en el entorno de Corferias, de la Universidad Nacional y del Can, en el eje de la calle 26, conectado el Aeropuerto El Dorado con las universidades del centro, el complejo cultural del banco de la república y la plaza de Bolívar.


ELECCIONES DE COLOMBIA 2018: LA 

PAZ CUESTE LO QUE CUESTE, DURE LO 

QUE DURE

Escenarios políticos  

También está en http://confidencialcolombia.com/es/1/5081/31255/La-paz-cueste-lo-que-cueste-dure-lo-que-dure-jaime-acosta-sociedad-superficial-la-paz-cueste.htm

Foto: Gabriele Siegrist
Los grandes medios lanzaron hace un año el negocio de la campaña presidencial 2018. Un mercado y un instrumento de manipulación política, según el interés de sus trimillonarios dueños. Los demás somos el público y los payasos de la carpa. Así funciona en Colombia la “democracia” de una sociedad superficial, retrogada y violenta.

En medio de un enfangado ambiente político e institucional, al que se suma una economía en crisis por culpa de un modelo económico que hace agua por todo lado, las cartas para la presidencia están en la mesa.

Hay tres bloques, un primer bloque de ultraderecha liderado por Uribe y Vargas Lleras, maroma urdida en silencio y puesta en evidencia con  las declaraciones del telonero de Cambio Radical, Jorge Enrique Vélez, clon de los Vélez de Uribe. A ellos se cuelgan Pastrana, Ordoñez, los pastores, Marta Lucía, y cuanto saldo queda de Laureano Gómez. Su carta, volver trizas el acuerdo de paz, y tomarse los tres poderes para hacer de esta una sociedad aún más premoderna - ya comenzaron con la Corte Constitucional gracias a Santos y a un rector que parecía pacifista y progresista que recomendó a un jurista confeso enemigo de la paz desde hace años -, para perforar una ley de tierras que lleva esperando cincuenta años, hostigar la JEP (Justicia Especial de Paz), y descartar la reforma política con el fin de que las elecciones inmediatas sean más sucias que todas las anteriores, quitándole oxígeno a la paz y cerrándole el camino a nuevos partidos, como Compromiso Ciudadano por Colombia.

Sin embargo, Vargas LLeras aguarda a ver si hace pública la alianza con Uribe o si arma carpa aparte sabiendo que con él se irá gran parte del electorado de Uribe porque no hay en el Centro Democrático un Uribe II, así como conservadores y liberales agazapados, y los tristemente célebres hijos menores de Galán y Lara Bonilla. Además, sin saber que deriva política tomara el ex embajador Pinzón, que apunta a tomar adeptos de la polarización. 

El segundo bloque, gracias a Fernando Londoño y al golpe de la Corte Constitucional al fast track, lo conforma un frente por la paz, entre la U, el partido liberal, y conservadores amigos de la paz. De La Calle, Cristo, Galán, los Gaviria y los Serpa, están alineados. Su carta, la defensa de la paz y del acuerdo, más alguna posición contra la corrupción, y una intensión programática de corte social de talante neoliberal. Su lado bueno, la paz, que llevará en estos días gente a la calle y a las redes. Sin embargo, no todos votarán por su candidato porque la paz no solo está en ellos.

El tercer bloque, de movimientos y partidos independientes, conformado por Compromiso Ciudadano que lidera Fajardo, la Alianza Verde de Claudia López y Navarro, el Polo de Robledo, y expectativa con Clara López y Petro. Éste último jurídicamente inhabilitado será un jugador importante porque en la plaza pública no hay ahora quien le gane y será importante para contrarrestar a Vargas Lleras. Esta fuerza no tiene problema en hacer una coalición por la paz con De La Calle y otros liberales, aunque sería difícil una alianza en los temas de corrupción y en un programa de desarrollo que sea distinto al de la ortodoxia neoliberal, que por ideología e intereses, los liberales del 91 defienden a pesar de que el modelo está irreparablemente fracturado.

Así las cosas, a Petro no le expedirán boleta de libertad jurídica y a Fajardo intentarán bloquearlo en la reforma política, como lo dijo, sin nombrarlo, el Vélez de Vargas en su entrevista con Yamid Amat. El argumento de que es tarde para implementar una reforma, es ruin y antidemocrático, porque la primera vuelta y las legislativas están lejos. El objetivo mezquino es cerrarle la puerta a la depuración, a la modernización política, y a la paz.

Este bloque tiene una ventaja. Recoge elementos de socialdemócrtas que derrotaron a la ultraderecha. Tiene una carta para ganar la presidencia, Fajardo, y hay equipo para hacer un gran gobierno incluyendo gente que está negociando la paz y que debe continuar para consolidar la implementación.

Si dejan a un lado los egos por ser todos presidente y vicepresidente, Colombia tendría antes de la primera vuelta una coalición ciudadana y campesina a 12 años - que gane ampliamente en la primera vuelta -, para gobernar con poder y legitimidad. Hay oportunidad para todos, pero no todos pueden ser rey o reina. Todos, con excepción del ex gobernador y ex alcalde, tienen techo. Por eso, la paz hay que defenderla desde ya, como acción política de una gran coalición por la reconciliación, no solo desde el congreso, si no desde la calle, las páginas, las redes y los partidos, que deben salir del congreso y del twitter a las plazas.

Si el acuerdo de paz se afianza a través de la mejor reglamentación e implementación, responsabilidad de Santos y del congreso, la lucha contra la corrupción y el diseño de un programa inédito de desarrollo, será posible. Sin una buena paz, imposible.

En estos largos meses ha quedado claro que Colombia estaba engañada, porque se usó la guerra para robarse el estado entre políticos y empresarios, robarse tierras baldías y de campesinos indefensos, y afianzar un modelo de crecimiento donde primero está el mercado que el bien común. Los sectores clave tienen problemas estructurales irreparables: hacienda, justicia, salud, educación, pensiones, impuestos, infraestructura, minería, medio ambiente, ciencia y tecnología, emprendimiento, el campo, la descentralización, y la cultura en pobreza franciscana.

Entonces, la agenda inmediata es una coalición por la paz, y abrir espacio a una concertación posterior contra la corrupción y por un programa común que permita escribir una nueva página para Colombia. Hay que moverse porque rondan las sombras del NO, como el nuevo asalto que preparan al último puesto de magistrado que queda por relevar en la Corte Constitucional.

El Si perdió por errores y el NO ganó por aciertos mentirosos que fueron violencia contra el electorado, como lo imputó una magistrada del Consejo de Estado que nada volvió a decir. La historia del NO, no se puede repetir porque la paz se acaba y con ella Colombia. La paz es el camino a una nación sin corrupción y a una nueva noción de desarrollo que deje atrás siglos de premodernidad, injusticia y maldad. 



NUEVO ACUERDO DE PAZ 



Fotografía: Gabriele Siegrist
Inmediatamente sucedió el triunfo del NO, el presidente Santos convocó a sus voceros a discutir y a presentar propuestas para ajustar el texto firmado el 26 de septiembre en Cartagena. Sin embargo, igual llamado no le hizo al SI, que políticamente logró un empate con los opositores al acuerdo, por tanto, con los mismos derechos políticos para revisar y construir el nuevo texto.

De esa manera, el gobierno adoptó un doble papel: vocero del SI y negociador de la paz. Error, porque no podía tener esa doble actuación, de la cual también es culpable el SI, porque no superaron su característica de montonera de voluntades, en consecuencia, desarticulados no reaccionaron para conformarse como una fuerza con igual estatus al NO. Santos debió invitar al SI a tener una representación igual en la renegociación, y así toda Colombia habría quedado incluida de cara a un acuerdo nacional más amplio, porque consensos absolutos en política son imposibles, sobre todo cuando hay desalineados como el Centro Democrático, las sectas cristianas y Ordoñez.

Mientras el NO organizó sus ideas, el SI iba por manadas a la Casa de Nariño con ideas generales y sin propuestas específicas. De la Calle y Jaramillo llevaron a La Habana un bolsillo lleno de propuestas del NO, y otro desocupado porque el SI estuvo ausente en la renegociación. Entonces, tenemos un nuevo acuerdo entre el gobierno y las FARC, sin satisfacción para el NO y sin la palabra ordenada del SI, que además no volvió a las calles y plazas porque se sintió manipulado. ¿Cuál es el efecto de un acuerdo en estas condiciones? 

Primero, el NO se cree con derecho a que todas sus propuesta estén en el acuerdo.

Segundo, el NO ha desconocido el nuevo acuerdo para menguar su legitimación, y busca dilatar el acuerdo para llevarlo al límite con el fin de reventarlo, porque la guerra es funcional a su ideología e intereses.

Tercero, las propuestas fundamentales del NO son regresivas. Expresan el espíritu de siempre de la derecha para que en el país del Sagrado Corazón nada cambie, en consecuencia, sin visión para entender que lo importante es la superación de una era de violencia, donde el acuerdo con los alzados en armas es un medio y no un fin. Mirada con odio y no de nación, sin compasión con los millones de víctimas y sin conciencia con las generaciones futuras.

Cuarto, las propuestas del NO en el punto de reforma rural integral, son regresivas. Retroceso en materia de ordenamiento territorial, propiedad de la tierra, y captura de predios, con lo cual se borró lo ganado en el primer acuerdo. El campo seguirá siendo feudal, rentista y evasor, inequitativo e ilegal, poco productivo y no competitivo, y violento. La dicotomía campo ciudad no se superará hasta que un nuevo orden político y social: democrático, humano y moderno, algún día se imponga. Al igual que el frente nacional de 1957, este frente nacional de 2016 no supera el problema de la tierra y de respeto a la vida.

Quinto, la exclusión de jueces internacionales, otro retroceso. Simplemente porque ellos equilibrarían las discusiones, traerían conocimiento que Colombia no tiene, y terciarían en la polarización jurídica. Además, porque no hay confianza en la idoneidad y honestidad de los jueces colombianos, ni confianza en un sistema de justicia sin identidad conceptual para una realidad inédita.  


Si el “SI” hubiera tenido igual representación, jamás se hubieran impuesto todas las propuestas del NO. Algunas habrían pasado, otras hubieran sido reemplazadas o mejoradas, y sobre todo, hubieran florecido unas más avanzadas porque al sí lo inspira antes que la paz con las insurgencias, una paz superior: trascender la cultura de violencia y la situación de atraso, inequidad e insostenibilidad rural y urbana. Por eso era importante incorporar el acuerdo al bloque de constitucionalidad, otra entrega. En esas condiciones, el nuevo texto final se habría enriquecido y profundizado, porque la creatividad, el sentido humano, y el espíritu de cambio para construir una nueva sociedad está en la inteligencia y en el humanismo del SI y no en los dogmatismos retrogados del NO, sobre todo de las vertientes de Uribe y Ordoñez, pues el traumático pasado es para ellos el futuro, ya que un estado fallido es funcional a su premodernidad. Todas estas anomalías, se amparan en un leguleyismo deshilvanado y confuso, que tiene siempre la última palabra.

En síntesis, el nuevo texto no tiene enfoque de género pero si enfoque de ultraderecha dentro de un menguado marco general progresista. No es un segundo mejor acuerdo, pero es el que las inauditas contradicciones de Colombia y el horrendo sistema político hace posible. Mientras tanto, la Corte Constitucional continúa callada, como si la paz fuera un asunto de trámite ordinario y no de urgencia e importancia superior. En estas condiciones, es peligroso un nuevo plebiscito para refrendar el nuevo acuerdo, porque el NO sigue mintiendo, y la gente en pocos meses no sale de un estado de indiferencia, resentimiento, ignorancia y maldad. El camino es el Congreso, como ya lo decidieron el gobierno y la guerrilla, y que las fuerzas del SI se organicen para que haya una paz estable y duradera.  

LA "PAZ" DE LOS MISERABLES



Lo dijo el  Secretario de Estado Kerry al día siguiente del triunfo de la estupidez: “le vienen días muy difíciles a Colombia”. Desde entonces, amanecemos con nuevas sensaciones e incertidumbres y nos acostamos con dudas y pocas esperanzas, porque el proceso de renegociación del acuerdo depende si los ajustes mejorarán para Colombia y no solo para el NO el contenido del acuerdo firmado el 26 de septiembre de 2016.   

El triunfo del NO fue una terrible y explosiva carga ideológica contra un acuerdo de espíritu progresista, moderno, justo y democrático para construir una nueva nación. El NO es un discurso de la vieja dirigencia conservadora que nada quiere cambiar; y de esa nueva élite, insensata y atrasada que encarna Uribe, enemiga de una justicia para todos, con precario espacio político para nuevas fuerzas, y usurpadora de tierras. Entonces, estas dos corrientes premodernas convergen en un fanatismo centrado en la propiedad, la familia, la tradición y la violencia.

La propiedad de lo usurpado la abanderan Uribe y Martha Lucia; la familia contra la inventada ideología de género, Ordoñez y las sectas cristianas; y la tradición, Pastrana. Los demás colados en el NO, como Jaime Castro, Pedro Medellín y otros que perdieron la razón, son zombis a la vera del camino que no vieron el lado obscuro de la estupidez. 

El NO encarna un proyecto ultraconservador, eso es lo grave, porque mientras el gobierno, gran parte de la sociedad y la misma guerrilla, miran más allá de parar la balacera, los uribistas bloquean el camino para salir del atraso y la violencia. Por eso, debilitar la justicia transicional, el tribunal especial de paz, y quedarse con las tierras que se robaron en medio del espanto de la guerra, está al frente de las propuestas del NO. Es decir, un nuevo Frente Nacional de la impunidad y el atraso, y en pocos años una nueva guerra. La lectura de las propuestas fundamentales del NO en la mesa de renegociación del acuerdo con el gobierno, sobre todo las del Centro Democrático, reflejan lo recién dicho. Ahí no hay grandeza por la nación. No hay visión, creatividad ni innovación en las propuestas, y se constata retroceso en vez de avance. Prefieren vivir en el pasado que construir un futuro. 

Pero, el SI y el NO son una minoría de la opinión nacional, porque la tasa de abstención es igual a la tasa de la economía informal, ambas alrededor del 60%. La Colombia informal está desconectada de la Colombia formal. Ese país informal y bastante ilegal, hace rato se fue del mundo real y de la mentirosa democracia representativa. La informalidad se cimentará aún más con la nueva reforma tributaria, pues no es estructural porque no hay un proyecto nacional de desarrollo que ofrezca oportunidades dignas y brinde certezas de bienestar sostenible a partir de una economía innovadora y avanzada.


Mientras tanto, el SI es una montonera de ingenuos y voluntariosos, sin nadie que los guíe y sin fuerza propia para integrarse. Tanto, que no tuvieron asiento en las mesas de renegociación entre el gobierno y el NO, pero les han dejado calles y plazas para que hagan presión y se desahoguen del error cometido.

Sin embargo, el triunfo del NO, no es la voz cantante por cuatro razones: una, el triunfo fue miserable: 0.43%, además cometiendo delito electoral, en consecuencia el SI tiene iguales derechos políticos para defender el espíritu del acuerdo y mejorarlo en su contenido; dos, el presidente tiene un mandato ciudadano para hacer la paz cuando le dio el triunfo en la reelección; tres, Santos es el presidente y la constitución le ordena hacer la paz; y cuatro, la comunidad internacional vio asombrada el triunfo de la estupidez y es libre de darle la espalda a Colombia para que se cocine en el caldero de su inconsciencia, sin embargo, primero le ha dado su confianza.

¿Nuevo Frente Irracional?

No sabemos cuál es el talente que el equipo negociador llevó a La Habana. O fueron con el espíritu encogido y entregado a la arrogancia de Uribe y de los conservadores, o viajaron con una agenda de ajustes que no desdibujen el  espíritu del acuerdo, en coherencia a lo que dice el texto firmado el 26 de septiembre, en sus primeras líneas: “El fin del conflicto supondrá la apertura de un nuevo capítulo de nuestra historia. Se trata de dar inicio a una fase de transición que contribuya a una mayor integración de nuestros territorios, una mayor inclusión social -en especial de quienes han vivido al margen del desarrollo y han padecido el conflicto- y a fortalecer nuestra democracia para que se despliegue en todo el territorio nacional y asegure que los conflictos sociales se tramiten por las vías institucionales, con plenas garantías para quienes participen en política”.

Si el gobierno va a cumplir con el deseo de Uribe y de Pastrana, acolitados por Martha Lucía y Ordoñez, estaremos ante un nuevo acuerdo igual al que se firmó en 1957 cuando nació el Frente Nacional, fuente de todas las desdichas de ésta nación en los últimos sesenta años. 

Si va con grandeza a cerrar la guerra para crear los cimientos de una sociedad moderna y justa, entonces, tendremos en pocos días un acuerdo final que Santos podrá decretar de inmediato y de esa manera Colombia regresará el primero de enero de 2017 a construir una nueva sociedad.

La ciudadanía y los estudiantes han despertado. Sin embargo, las movilizaciones y marchas deben crecer en gente y en contenido político y simbólico. Las consignas empujan y emocionan a los que salen a las calles y a las plazas a pedir paz y acuerdo ya, pero no es suficiente, el despertar debe ser con contenidos porque solo así es inspiradora la expresión, si no el espíritu se desinfla y cualquier paz nos entregan. Es la hora de la inteligencia, de la creatividad, de la palabra y de construir sueños jóvenes porque se pueden convertir en realidad.

El Nobel de paz

Parece que tendremos nuevo buen acuerdo antes de terminar noviembre. De no lograrlo, Santos no podrá ir a Oslo a recibir el premio. Sería una deshonra para Colombia, un agravio a los del SI, a los arrepentidos, a las víctimas, y un incumplimiento a la Constitución. La gente escribirá a Oslo para que cancele esa vergüenza mundial, y nadie en esta tierra de Aureliano Buendía verá por televisión tamaña deshonra. 

Si tenemos el acuerdo que debe ser, ésta nación se sentirá orgullosa y estimulada para seguir adelante, y en esa noche cuarenta millones de colombianos estaremos felices y agradecidos con el presidente y con los negociadores de las dos partes. Escasos cinco millones quedarán por fuera de la fiesta, los de la negación, los del día de la estupidez, los de la campaña de la maldad.

Presidente Santos, deje las bases de una sociedad libre, laica, democrática y moderna. No entregue el futuro de Colombia y de los jóvenes al pasado que ya no existe. Haga la paz pero al mismo tiempo no deje abierta la puerta de una nueva guerra que alcanzaría a ver y lo atormentaría en la noche. El mundo le tendió la mano a usted y a Colombia cuando la tristeza nos desmoronaba y la sinrazón nos desbordaba. 

La paz es un derecho superior por encima del cual no hay nada, como lo explica un magnifico artículo de Bernd Marquardt: “La paz es la principal tarea del Estado constitucional”, profesor de Derecho de la Universidad Nacional, y publicado en El Espectador. Ahí está la luz para que Santos, la inmoral clase política, y las precarias cortes, actúen ya. 

El nuevo acuerdo debe entrar al bloque de constitucionalidad, porque la constitución del 91 fue pensada para la paz y esa paz recién llega, por eso debe quedar en la carta de Colombia, para mejorarla, hasta que se adelante una nueva Asamblea Constituyente en tres años una vez la paz con la insurgencia se haya cerrado cuando se forme la paz con el ELN.



URIBE NO LE DA LA CARA A LA PAZ: 

EL PAPEL DE LOS MEDIOS


Durante el mes de septiembre y hasta el 3 de octubre de 2016 este blog hará campaña pedagógica a favor del SÍ A LOS ACUERDOS DE PAZ entre el Gobierno Nacional de Colombia y la guerrilla de las FARC



Cometí la estupidez de escucharlo en la entrevista que le hizo la WRadioColombia, en la mañana del 6 de septiembre, con la ingenua esperanza de oír nuevos y menos irracionales ataques al acuerdo final de paz. Pero no, me equivoqué, porque es definitivamente un manipulador terrible, con habilidad pasmosa para pasar temas donde no tiene explicación y por tanto razón, y centrarse únicamente donde puede disparar diatribas inventadas contra el acuerdo final. Estos son personajes que emergen en las guerras, por eso hay que parar este horrendo conflicto de Colombia para que seres así no vuelvan a tener poder en la sociedad.

Al rato me pasé a escuchar a los negociadores de paz, Sergio Jaramillo y Frank Pears, en RCN y Caracol. La sensación fue otra. No son personas insanas, por el contrario, le dedicaron cuatro años a traernos el mejor acuerdo de paz posible. Hablan con inteligencia, claridad, serenidad, convicción, conciencia y verdad sobre lo que negociaron en La Habana, porque debajo de la mesa no hay otro acuerdo, como lo sugieren con mala intención los del NO. Solo hay uno, el que todos conocemos. 

Mi estado de ánimo cambió instantáneamente, porque la violencia y la perversidad no van conmigo, quiero la paz que acordaron el gobierno y la guerrilla, no quiero otra paz, porque otra no es posible, una mentira más del no, porque la única cierta es la que le permite al presidente la constitución, las leyes de Colombia y la justicia internacional, cuya máxima instancia, la Corte Penal Internacional, avala lo consignado en el acuerdo final. 

Además, Uribe elude los debates, no acepta discusión cara a cara con el equipo negociador, pero se toma la palabra para mentir y destruir. Negarse al debate con pares es asechar la verdad desde las sombras y atacarla en el callejón sin luz. Es lo que hace el senador todos los días, con la anuencia de algunos medios, bajo el abrigo de un falaz equilibrio en la información para que la sociedad tenga las dos opiniones y salga de la confusión. Por el contrario, queda más confundida, deformada y desinformada. Ese formato no hace bien, hace mal, daña conciencias, desvirtúa la verdad y desenfoca a la ciudadanía para votar en el plebiscito. 

No creo que en aras de una engañosa equidad de oportunidades en los medios, estos tengan que hacerle daño a una sociedad al entrevistar a personajes que no aportan desde la diferencia al proceso más importante de Colombia en medio siglo: la reconciliación. No es equilibrio informativo, por el contrario, es un acto de irresponsabilidad con la democracia, con las instituciones y con la paz. De esa manera, se vuelven cómplices de la inestabilidad, confusión y manipulación.

Tratando de entender la postura irreflexiva y radical del no al acuerdo final de paz, encuentro estas posibilidades para que los lectores diluciden.

Una, por diferencias ideológicas profundas. Entendible.

Dos, por afinidad con quienes a sangre y fuego le quitaron la tierra a millones de campesinos indefensos por ausencia del estado. Inaceptable.

Tres, cuando fueron gobierno durante doce años (cuatro de Pastrana, ocho de Uribe), el 71% de las víctimas en los últimos 30 años fueron en ese periodo. Temor a que se sepa toda la verdad y a comparecer en tribunales internacionales, por eso lo único que les importa es el tema de justicia. Terrible.

El acuerdo final tiene una característica maravillosa, está centrado en las victimas, para repararlas, decirles la verdad, pedirles perdón, y no para animar el odio y el rencor, de ahí el tribunal especial de paz, porque una situación excepcional requiere una instancia judicial excepcional.

Además, la justicia ordinaria de Colombia está plagada de impunidad, de falsos testigos, de prescripciones, y probablemente se hicieron cargos y se armaron expedientes sin suficiente conocimiento de causa, y desaparecieron otros tantos, pues venimos de una pavorosa guerra cuya dimensión y grado de maldad es imposible de imaginar, porque fue cobarde, camuflada, larvada, sanguinaria, corrupta, y se ensañó con la indefensa población civil, por eso las víctimas están en el corazón del acuerdo final. 

En todos los actores hay agentes que tienen las manos untadas de sangre y sus conciencias cargadas de silencio: el estado y terceros, guerrilla y paramilitares. La paz nos traerá la verdad, nos llenará de dolor, pero solo así será posible hacer una profunda reflexión para perdonar y abrir el espacio de construir en una democracia más participativa una nueva sociedad. 

Los medios deberían unirse y hacer un debate con uno del SI y uno del NO en cada uno de los seis puntos del acuerdo final. De esa manera, habría equilibrio y la sociedad quedaría enterada para ir a las urnas con más conocimientos. 

Sí al acuerdo de paz, sí a las nuevas generaciones porque ellas harán la tarea mientras nosotros les entregaremos una Colombia en paz, justificación suficiente de nuestro paso por este mundo. 



EL SÍ PIDE LA PALABRA. Carta al PRESIDENTE JUAN MANUEL SANTOS, PREMIO NOBEL DE PAZ


Esta carta también está publicada en  http://confidencialcolombia.com/es/1/opinion/25966/El-s%C3%AD-pide-la-palabra.htm y se recogieron más de dos firmas en una petición al presidente adelantada a través del www.change.org . Hasta ahora, octubre 20 de 2016, no hay respuesta. 


La campaña del NO cometió actos que se asimilan a un delito electoral, por tanto, el plebiscito debe anularse y en consecuencia el acuerdo del 26 de septiembre es el acuerdo final. Es urgente que la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo Electoral, aborden de inmediato esta situación.

Mientras tanto, los del NO han formado equipos de expertos para proponer puntos concretos a discutir con el gobierno. Se han concentrado especialmente en el punto de justicia transicional y específicamente en abolir el tribunal especial de paz para reemplazarlo por un tribunal anexo de la justicia ordinaria de Colombia. 

Los demás temas los abordan de manera marginal, más con la idea de lanzar una columna de humo para que no sea tan evidente que el interés es evitar una justicia para todos los que cometieron delitos de lesa humanidad. Ese fue el núcleo de la campaña del NO. Crearon una sofisticada y perversa red de mentiras para tumbar el acuerdo y así abortar el proceso de paz, sin mencionar el tribunal especial: un engaño descarado y perverso contra Colombia, contra las víctimas, contra las instituciones, y contra un trabajo serio y dedicado del gobierno que le entregó a Colombia y al mundo un acuerdo de paz de corte liberal, avanzado y democrático dentro del marco constitucional de Colombia y de los parámetros de la justicia internacional. Entonces, cuáles son las razones por las cuales defender el tribunal especial.

La justicia Colombia es corrupta, ineficiente, injusta, dilatoria, clientelista, y con falsos testigos. Genera impunidad, no imparte justicia, y destruye tejido social y socava las instituciones. Es decir, no genera confianza

La justicia transicional, con su principal instrumento, el tribunal especial de paz, cobija a todos los actores de la guerra que cometieron delitos de lesa humanidad, y no solo a las FARC. Los militares privados de libertad por delitos de guerra avalan el componente de justicia del acuerdo, y también los 480 empresarios que le dirigieron una carta al presidente, y lo dijo don Arturo Calle en la W: "la justicia debe ser para todos".

Si Colombia quiere pasar la página de esta guerra, debe conocer la verdad de todos para amparar la no repetición, de lo contrario sucederá lo que sucedió con el frente nacional, cuando un mal acuerdo dejó vivas las condiciones mediante las cuales surgieron las FARC, las demás insurgencias, y el paramilitarismo, que terminaron cobijados por el narcotráfico, la corrupción y alimentando el derrumbe institucional.

Si el pacto del frente nacional no hubiera sido injusto y excluyente, esta guerra no habría sucedido, y hoy Colombia sería tal vez otra nación. Los del NO son de la misma saga de esa anterior violencia, con la diferencia que ahora la conforman algunos de la vieja y premoderna élite, y los de una nueva élite, más insensata y atrasada.

Si se perfora la justicia transicional y desaparece el tribunal especial, la columna del acuerdo final se destruye, y por tanto se daña el espíritu y contenidos de los demás puntos acordados, con lo cual esta paz sería peor que la del frente nacional, porque se asemeja a un padre que asesina a uno de sus hijos, y el juez le da casa por cárcel junto a su esposa, dejando la puerta abierta a una desgracia mayor.  No olvidar que el NO lo forman la eterna ultraderecha colombiana y radicales conservadores. 

El SI no tiene quien lo represente como fuerza que respalde y complemente al equipo del gobierno, y tenga participación igual para que la revisión tenga legitimidad. Por lo tanto, pido al presidente, a quien conozco hace 25 años, conformar un grupo de seis expertos que apoyen el acuerdo de paz, y cuyos objetivos serían: analizar las propuestas del NO (lo correcto, que no, y eventualmente cómo podrían ser mejores), fortalecer la posición del SI pues somos sin delito electoral y sin huracán muchos más que los del NO, reflexionar sobre lo políticamente correcto y técnicamente viable, ajustes de precisión para que el campo también sea innovador, productivo, emprendedor, espacio de vida sana y promisoria, e integrado a las ciudades: el campo como una nueva sociedad. El grupo comunicaría sus aportes porque la paz debe ser de cara a la ciudadanía para que no haya más engaños del NO. Es una instancia que busca darle equilibrio, transparencia, agilidad, fortalecimiento y legitimidad a la revisión del acuerdo.


A manera de ejemplo, el SI podría estar conformado por personas, tales como: Francisco de Roux, Sergio Fajardo, Patricia Lara, José Antonio Ocampo, María Emma Wills, Darío Fajardo, Manuel Rodríguez, Clara Rojas, Marco Palacio, Jaime Abello, Francisco Barrera, Laura Gil, y representante de las comunidades de víctimas en los territorios donde la guerra se ensañó. 

La paz debe ser un nuevo libro para Colombia, porque la reconciliación tiene un significado mayor que los acuerdos con los levantados en armas. Es encontrarse como cultura y como nación para construir una nueva sociedad. 

Señor presidente, el mundo le otorgó merecidamente y para orgullo de Colombia, el premio Nobel para que en Colombia haya paz con justicia para todos y con la palabra de todos. 
  
foto: Gabriele Siegrist

Jaime Acosta Puertas





LA PAZ UN LIBRO, LA GUERRA UNA 

BALA



Colombia en el posconflicto




Muchos de los opositores al acuerdo hacen oposición para que no haya paz. Por ideología o por intereses multidimensionales, no quieren ni les interesa ni les conviene que termine la guerra. Se hicieron ricos a sangre y fuego, radicalizaron en la guerra su discurso de extrema derecha, y cuando fueron gobierno se cometieron atrocidades inimaginables puesto que el  71% de las víctimas se generaron en los doce años de Pastrana y de Uribe, y por ello no se conduelen con los gestos de perdón y de apoyo al SI a los acuerdos de paz de las víctimas. 

Colombia debe aprender a decir las cosas como son, a no tenerle miedo a conocer la verdad de toda la barbarie que recorrió su geografía porque solo así se quitará el miedo y la culpa de todo lo que sucedió, y también podrá interiorizar que la guerra cuesta diez veces más que la paz, y lo que ello implica para construir una sociedad moderna, justa y sin corrupción. Pero también comprender que la guerra son costos sin retorno social, económico y ambiental, y que la paz son inversiones para la vida, el desarrollo y la equidad, y su  integración positiva con el resto del mundo.

La paz traerá por primera vez un proyecto de desarrollo para la sociedad rural, y de esa manera acabar con la dicotomía entre el campo y la ciudad, en gran medida culpable de la atroz guerra de 70 años, que desde los escritorios, salas y restaurantes de las ciudades se llevaron al área rural.

La paz hará que gradualmente retorne el ahorro de nacionales y atraiga el ahorro de extranjeros. Esos recursos no llegarán el 3 de octubre, llegarán poco a poco si el Estado define unas políticas de largo plazo para el desarrollo productivo, la ciencia, la tecnología, la innovación, la educación, la cultura y la autonomía territorial. En esas condiciones, la transformación de la economía con base en conocimiento, creatividad, innovación y emprendimiento, generará en el posconflicto oportunidades ciertas, sostenidas y de calidad para abatir la informalidad y la ilegalidad.

Pero también la inversión llegará cuando los acuerdos de paz en el tema rural y de cultivos ilícitos empiecen a ser realidad, y se acabe en 2017 la última página de la guerra general cuando se firme la paz con el ELN, cuya negociación se centrará en el tema minero energético que nos mostrará otra espantosa realidad, distinta y peor que la de la ruralidad agropecuaria.

La paz hará que las regiones avancen de una descentralización precaria que la guerra y la corrupción se llevaron por delante, hacia una autonomía y reordenamiento territorial para un país con diversidad cultural y brechas inmensas y crecientes entre departamentos y al interior de estos, que no pueden ser superadas por una ley general como si todos los territorios fueran iguales. 

La descentralización es un freno a la paz, se ahogó en la guerra y la alimentó porque se volvió funcional a ella, pues terminó anulando todo proceso de desarrollo propio de las regiones. La autonomía regional es creación de desarrollo y generación y distribución de recursos. La descentralización es manejo de una chequera ajena que reparte dineros de la nación. La autonomía de las regiones es transformación. La descentralización crecimiento medio y mitigación sin fin de la pobreza. La descentralización alimenta la vieja idea de los polos de desarrollo. La autonomía regional crea ciudades y regiones sostenibles de la innovación y la creatividad.

La guerra se alimentó en un neoliberalismo precario que anuló al estado y sus potenciales para hacer de la economía una estructura productiva moderna, innovadora, equitativa y sostenible, en alianza con las empresas. El mercado se tomó el estado y lo convirtió en un ente sometido, lento, poco imaginativo y nada emprendedor. Esa condición hizo también de los agentes del mercado unos capturadores de rentas y de incentivos perniciosos sin contraprestación alguna, de ahí su indiferencia con una política industrial de nuevo tipo para una economía global del conocimiento y la innovación.   

La paz hará que la reforma tributaria sea más justa con los ingresos de la nación, puesto que los capitales individuales tendrán que pagar más impuestos por sus dividendos, y así castigar menos a las empresas, a la clase media y a los pobres.

La paz conducirá a Colombia a un posconflicto donde será necesaria una asamblea constituyente porque la constitución del 91 fue hecha para lograr la paz, pero terminó desbordada por la guerra, el narcotráfico, la corrupción, el clientelismo, la mala justicia, la decadencia de los partidos políticos, y el cortoplacismo. 

La guerra se alimentó de una economía con tantas fallas del mercado y del estado, como tantos frentes de guerra ha tenido el país en estos 25 años, derivando en un crecimiento medio, desigual, desequilibrado, extractivo, corrupto, informal, ilegal, poco competitivo y nada productivo.   

Votaré SÏ al acuerdo final porque la paz es un libro, la guerra una bala. La guerra es un fusil, la paz un profesor. La guerra es un cañón, la paz un hospital. La guerra es una mina, la paz una via. La guerra es silencio, la paz un concierto.


Al final, las generaciones que nacimos en los años de la violencia entre conservadores y liberales, y crecimos al comienzo de la guerra insurgente, entregaremos una Colombia en paz, y daremos a las nuevas generaciones el relevo para que ellos desarrollen y vivan en una nueva tierra. Esta columna es para nuestros hijos, para la generación de mi nieto Juan José y para los que están naciendo en estos días, como Emilia.





EL NO A LA PAZ


El Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC 

llegaron a un acuerdo final para terminar el conflicto, el 

cual la ciudadanía refrendará a través de un plebiscito el 

día 2 octubre de 2016

Foto: Gabriele Siegrist
El senador Alvaro Uribe con su Centro Democrático, el ex-procurador y otros, nos creen idiotas a los colombianos, por eso piden desconocer los acuerdos de La Habana sin decir lo que implica en términos de gobernabilidad, inestabilidad social, inseguridad en las ciudades, terror en el campo y caos institucional.

La oposición a los acuerdos de paz lo que busca es un remoto triunfo en el plebiscito para revisar lo convenido y de esa manera acabar con el proceso, porque, empezar una renegociación es destruir cuatro largos años de trabajo serio, paciente, confiable y responsable - ejemplo mundial de un acuerdo de este tipo -, que también daría al traste las negociaciones con el ELN, generando condiciones para una perturbación mayor y sostenida del país por las siguientes razones:

1.   El NO desestabiliza el Estado. Colombia entraría en un vacío de gobernabilidad que crearía un ambiente de mayor inestabilidad institucional y por tanto de ingobernabilidad en lo que resta del gobierno Santos, con efectos en el siguiente gobierno porque recibiría un país institucionalmente desmantelado. 

2.   El NO, una irracional oposición a la paz. El presidente tiene el mandato constitucional para hacer la paz y por eso quiere refrendar los acuerdos con la población. Por lo tanto, no es posible negociar otra paz porque no hay dos países, dos constituciones, dos presidentes, dos gobiernos, dos FARC, dos ELN. El senador y su corte tuvieron cuatro años para proponer cosas razonables y no lo hicieron. El no se opone con odio irracional, fascismo ideológico, fanatismo religioso y precariedad argumental, usando un arsenal de mentiras, difamaciones y contradicciones contra el acuerdo final de paz. 

3.  NO habría renegociación de los acuerdos. Un remoto triunfo de la negación jamás derivaría en una continuación de las negociaciones para revisar lo pactado. El presidente no tendría voluntad ni autoridad política, y la guerrilla no tendría interlocutor con autoridad y poder. 

4.  El NO a los acuerdos de paz alejaría a Colombia del mundo. Ningún país y ningún organismo internacional serían garantes en una  renegociación. Éste país quedaría marginado y aborrecido. 

5.   El NO, es extender el ambiente de guerra. Si se rechazan los acuerdos ¿qué vendría? Seguiría el conflicto, con armas o sin armas, el país seguiría siendo el mismo. Sería una nueva fase con elementos desconocidos y sobre los cuales no cabe especular porque el no a los acuerdos no es de sentido común.

Es tan irracional y perverso el no, que hace imposible la argumentación mesurada y la mano extendida. Por eso será derrotado en las urnas, porque una vez el acuerdo final se ha cerrado, y ya metidos de lleno en el plebiscito, la Colombia de la esperanza, la que quiere la paz, la humana que piensa en las víctimas y en las siguientes generaciones, la que hoy tiene dudas pero mañana certezas en la medida que conozca los acuerdos, y el mundo entero se pronuncie una vez más a favor, se producirá un apoyo al SI porque es el único argumento inteligente, responsable y sano con una Colombia que tanto ha sufrido, sobre todo sus campesinos. 

El NO, son nubes, sombras, atraso, injusticia y desolación, pues son 260 mil los muertos, 8 millones de víctimas de las cuales 6´200.000 millones están reconocidas, y dos millones y medio de menores de edad en situaciones de vida de una dificultad inimaginable. 


El SI a los acuerdos es el SI a la paz y por tanto el pasaporte al posconflicto, a la risa, al amor y la reconciliación, pero también al arte, la cultura y el conocimiento, a la educación con ciencia, innovación y emprendimiento, al deporte que solo gloria le ha dado a Colombia,  es decir, a la vida, al desarrollo de una economía de la innovación y al medio ambiente. Esto nos tomará veinte y más de construcción sostenida y de cambios mentales y culturales graduales pero sin pausa. 

Caterine Ibarguen. Campeona mundial y olímpica 


Colombia debe agradecer y reconocer el liderazgo del presidente Santos para traernos la paz. Es mezquino no hacerlo, así la paz sea de toda Colombia y no de nadie. También a los negociadores de ambos lados, sobre todo a los de acá, gracias, porque han soportado de manera injusta, ultrajes, calumnias y ofensas inimaginables de los innombrables del no.





SE VA LA GUERRA


Esta columna se publicó primero en la sección de Opinión de www.confidencialcolombia.com


Estos son buenos días para Colombia y para quienes la paz es el camino a las transformaciones de esta nación que una dirigencia equivocada hace 70 años empujó de manera irracional a un periodo de violencia cruenta e interminable que hizo de esta tierra la tierra de los desplazados, de las víctimas y de cementerios desconocidos. 

Tirofijo y sus 48 combatiente con los cuales se inició las FARC 
Colombia vive un momento de alegría y de esperanza. La gente comenzará a sentir que algo empezará a cambiar en su manera de pensar, de ver la vida y la realidad de esta nación atribulada por la desgracia, la exclusión, la segregación e injusticia, y carente de pensamiento y de ideología propia. 

No es aún el final de todo el proceso de paz, pero sí de la negra noche y la llegada de la luz del día. Faltan cosas por cerrar en la mesa de negociaciones, pero el 23 de junio de 2016 será el comienzo del último periodo de maldad en ésta patria sin salidas.

Colombia vivirá en ambiente de reconciliación un proceso que el mundo acompaña. La gente del campo y de las ciudades irá a las urnas el domingo del plebiscito a votar masivamente por el SI A LA PAZ. Será otra jornada de inmensa alegría. Luego vendrán los actos donde las FARC entregarán las armas a las Naciones Unidas. Entonces, se habrá ido para siempre la guerra y así la vida será sagrada.

La paz duradera estará en manos de la gente de Colombia, y empezará un largo camino: desafiante, creativo, estimulante, complejo, con nubarrones creados por los enemigos de la reconciliación, y la paciencia que debemos tener para cerrar el ciclo de violencia cuando algo igual ocurra con el ELN. 

La gente tendrá que unirse para construir una sociedad distinta, una sociedad que debe transformarse en sus instituciones y en sus poderes para modernizar el modelo económico, político, jurídico y social. Se irá la cultura de la violencia con todas sus perversas expresiones, y la reemplazará gradualmente una cultura de la convivencia para la creatividad, el emprendimiento, la innovación, la equidad, el medio ambiente y el desarrollo.

La Colombia de una economía de mercado neoliberal con crecimiento mediocre, rezagado y modelo extractivo, también se irá porque no es el modelo para un país en paz, con necesidades y con sueños. Llegará la economía de la innovación de la nueva sociedad industrial y de las nuevas tecnologías verdes. 

Languidecerán los que rechazan el proceso de La Habana, haciendo daño porque algo va mal en su espíritu. Los escépticos y los que quieren la paz sin que nada cambie, empezarán a  cambiar. Y los alineados con la paz y con la necesidad de cambio nos echaremos al hombro el país para conducirlo a un futuro nada parecido a su pasado, por eso estoy alineado con el Compromiso Ciudadano, también con aquellos que recorrerán Colombia haciendo pedagogía por la paz y sobre el largo camino de oportunidades para transformar una nación que ha vivido en estado de perpetua violencia.


Sergio Fajardo, líder de Compromiso Ciudadano
Gracias presidente Santos a pesar de sus excesos verbales, y a los negociadores de la paz: gobierno, guerrilla y mediadores  internacionales. Su lugar en la historia ya está reservado para siempre.  



REPORTERA DE LA GUERRA


Esta nota también está publicada en la sección de opinión de www.confidencialcolombia.com


Salud Hernández - Mora perdió su libertad porque en éste país hay poco Estado.  Si hubiera realmente Estado, no habría guerrilleros y paramilitaresel narcotráfico y la corrupción no serían dominantes, ni habría tanta geografía desamparada ni vedada a cualquier ciudadano, y con restricciones de todo tipo para quienes viven en regiones como la del Catatumbo.

Ella nunca debió perder su condición de ciudadana y reportera libre, porque en Colombia no deberían existir secuestrados y secuestradores, torturados y torturadores, descuartizados y descuartizadores, y tampoco tanto joven pobre buscando una oportunidad y que esa ilusión se haya convertido en viles asesinaros o "falsos positivos" de uno grupo de militares ambiciosos y criminales, producto de unos incentivos perversos dados en el gobierno de Alvaro Uribe.
Grupo paramilitar






Entierro de un soldado del Estado colombiano
  
Campamento de las FARC destruido por fuerzas del Estado
Si Colombia no supera los hechos cada vez más escasos de la violencia insurgente, llegará apabullada a la paz, con mala sangre ante la reconciliación, miope ante el posconflicto,  manipulada hasta la idiotez, y seguirá sumida en el infierno de una violencia que se desató hace 70 años en la cabeza enferma de unos dirigentes que debieron construir instituciones para la vida y el desarrollo y no para la muerte, la injusticia y el atraso.
Víctimas de la guerra
Espero que la reportera amiga cambie su discurso contra la paz - por todas las crueldades que ha sufrido en lo profundo de su alma al cubrir como nadie esta guerra - pues la convierte en aliada de los atormentados con la reconciliación y no en amiga de millones de colombian@s cuya desgracia y crueldad ha registrado en esta tierra sin Dios ni ley pero sí con miles de iglesias y jueces inútiles y con procurador y partido político como predicadores de la guerra. 

La paz ya llega - si la Corte Constitucional lo permite pues se ha convertido en un suprapoder -, vendrá luego un largo y difícil pero esperanzador y enriquecedor posconflicto, que debe incluir una nueva asamblea constituyente en dos o en tres años, entonces, la reportera de la guerra se convertirá en reportera del día después de la barbarie.

Mesa de negociación de la paz en La Habana


Los últimos enemigos de la paz de Colombia


En la medida que el cese bilateral del fuego con las FARC y el ELN se acerca, los opositores a la reconciliación arrecian contra la paz.

Una versión inicial fue publicada en www.confidencialcolombia.com


Colombia enfrenta una nueva expresión de violencia que se origina en un desastroso proceso de reinserción paramilitar en los gobiernos de Alvaro Uribe, alimentando una oposición irreflexiva a las negociaciones de paz en La Habana, que expresan un odio infinito a las guerrillas, odio que no se manifiesta igual contra los paramilitares.

Este es el hecho más preocupante de los eventos de las últimas semanas, porque hay actores para los cuales la reconciliación no es funcional a sus intereses. Pero aún más grave, los medios amplifican y contribuyen al odio a las FARC y al ELN, pero no lo hacen de la misma manera con los paramilitares, lo cual refleja la decadencia institucional, ideológica, económica y social en que ha caído Colombia: una falsa moral atravesada en la cosmovisión ciudadana, pero no en la campesina. En las encuestas que los medios corren periódicamente, pocas preguntas sobre el paramilitarismo. Es hora que Colombia se quite la máscara de premodernidad, mala moral, conservadurismo crónico, y se manifieste con sinceridad.  

Los grandes medios, sobre todo los noticieros de televisión de las siete de la noche, muestran con grandes titulares los actos cada vez más esporádicos de violencia guerrillera, pero no muestran ni tienen estrategia para mostrar cómo las estadísticas de la guerra con la insurgencia, prácticamente han desaparecido.

Cuando el Secretario de Estado Kerry conversó con las FARC y les garantizó seguridad una vez se desmovilicen, es un mensaje que Colombia no ha querido leer en su verdadera dimensión. Fue un mensaje directo al gobierno, a la clase dirigente, a las fuerzas militares, a los inservibles partidos políticos, a la injusta e inútil justicia, y palabras más palabras menos, van a venir por aquellos que persistan en la barbarie, porque se han dado cuenta que la narco confrontación de Colombia nuevamente se salió de madre, y no encaja en ningún juego geopolítico y geoestratégico. 

A esta esquina del odio y su bárbaro conflicto, no la quiere, ni entiende, ni justifica, ni tolera ningún país del globo. Por eso, hay que apoyar los procesos de negociación con las dos guerrillas. Multiplicar, sumar voces y hacernos sentir, porque el odio se está atravesando como vaca muerta en la cotidianidad, en toda conversación civilizada, y en todo acto político, de amor y reconciliación.

Presidente Santos, haga la paz, comience por el cese bilateral del fuego para que acabe con esta guerra, pero quite a Colombia el fantasma de esa nueva monstruosidad paramilitar. Haga una fuerza política de unión verdadera por la paz y por la modernización, no de foto, no para la cámara, no, para que la ciudadanía salga a las calles, plazas y redes por el fin de la guerra. Los que estamos por la paz desde la sociedad civil, no estamos con ningún grupo armado, estamos por una Colombia sin guerra que se desarrolle como nación.  




LA PAZ DE TODOS Y LA NUEVA GUERRA PARAMILITAR 

Los mensajes de navidad del gobierno y de las FARC hacían pensar que el 23 de marzo de 2016 habría acuerdo de paz o al menos la declaración de cese bilateral del fuego y otras decisiones.

Pasaron las fiestas, llegó el nuevo año y empezaron a conocerse a cuenta gotas o por intuición, que las cosas no iban bien. Efectivamente, iban mal. Desde cuando el presidente presionó el 23 de septiembre de 2015 que seis meses después se firmaría la paz, salieron de las cuevas o resucitaron de las tumbas los paramilitares de aquel desastroso remedo de desmovilización de Uribe, y comenzó el asesinato sistemático de líderes populares en zonas rurales. Seguramente a diciembre ya eran 200 los muertos y 400 hasta hace pocos días, según Enrique Santos Molano, en El Tiempo. Salvo una que otra nota en los clasificados, silencio absoluto, y de vez en cuando, una que otra noticia de captura o muerte de uno que otro narco paramilitar a manos del ejército más grande y más costoso de América Latina, pero no el más eficiente.

Santos, ansioso de cumplir y de tomarse la foto con Obama y Castro, presiona para que las negociaciones se adelanten sin pausa. Pasan las semanas, se aproxima el 23, y un día anuncia que prefiere un “buen acuerdo a una foto”, luego de que su hermano Enrique conversara con Timochenko, y después de tomarse una instantánea con los partidos políticos de una alianza por la paz pegada con babas. Las FARC se pronuncian en el mismo sentido: “el 23 no se firmará el fin de la guerra” Después de esos anuncios, Santos no volvió a decir nada. Enfurecido o avergonzado o en catarsis, entró en silencio, y se metió en las cortinas de humo del fallo en La Haya y del ahorro de energía.

Pero antes de esas declaraciones, y con el fin de meterlo en el proceso, le entregó a Uribe la ley mediante la cual se deciden las condiciones para las zonas de desmovilización de la guerrilla. Bestialidad monumental fue esa. “Cárceles a cielo abierto”, las describió un negociador fariano. El uribismo arrecia los ataques al proceso y al presidente, sobre todo luego de la detención de Santiago Uribe, del llamado a indagatoria a sus hijos, y del error de las FARC de hacer proselitismo armado por la paz en un corregimiento donde nunca han visto un policía, un ministro y menos un presidente. Un audio filtrado a una guerrillera, dice que la tropa insurgente debe estar alerta por si acaso “Santos los incumple. La opinión se confunde aún más, pues de La Habana no llegaban noticias claras ni tampoco de la Casa de Santos y de Tutina.

Sin embargo, los medios empezaron a mostrar la verdad: sendos editoriales, columnistas y redactores bien informados, reconocidos, respetados y comprometidos con la paz, se pronuncian y muestran una realidad que se resume así.

Los paramilitares estaban matando. El gobierno, el ejército, la policía, la fiscalía y la procuraduría, nada dicen. Las FARC no tienen garantías de seguridad, de esa manera empieza un tire y afloje en la mesa de negociación. Todas las diferencias, en últimas, giran en torno a la seguridad y la movilidad para los que se desmovilicen. La guerrilla pide desarme gradual para ver cómo se va surtiendo el proceso y el Estado protege su vida. El gobierno dice que el desarme es uno solo y al poco tiempo de firmado el acuerdo. El gobierno propone seguridad jurídica a la guerrilla solo en las zonas de desmovilización, ésta pide que sea en todo el país para poder actuar como fuerza política. Y así sucesivamente.

Se acercaba la fecha del 23, y el día 21 en las horas de la tarde, el Secretario de Estado Kerry se reúne por separado con los equipos negociadores. Tres anuncios centrales se derivan de esos encuentros: al proceso le faltan aún temas importantes por acordar; los Estados Unidos garantizará la seguridad de los insurgentes que se desmovilicen; y empieza a despejarse el camino para quitarle el status de terroristas y narcotraficantes. Mientras tanto, al gobierno, a través del ministro Cristo, no le queda más que decir que se garantizan los derechos humanos de todos los colombianos. Y el Centro “Democrático”, con Uribe a la cabeza, y unos columnistas sin Salud mental, empiezan a trinar contra Obama y a despacharse una vez más contra la paz. En un continente de 800 millones de habitantes, solo queda un puñado de deschavetados en esta esquina del odio.

La cara de Humberto de la Calle en la declaración del 21 al caer el día, lo dice todo: rostro lánguido, adusto, regañado, gestos forzados, palabras sacadas a tirabuzón porque fueron escritas sin convicción.

El 23 en la noche, todo el equipo negociador del gobierno se hace presente ante las cámaras, y De la Calle lee un comunicado del cual se deriva que la crisis ha sido superada, y que una nueva agenda de cierre de las negociaciones se pondrá en ejecución. Algo similar dicen por su lado las FARC. Mientras tanto, el presidente continuaba callado, las fuerzas militares y las instancias de justicia y de control, también. Están obligados a decirle al país cómo enfrentarán al paramilitarismo, ahora que también se ha sumado al proceso el ELN. Presidente, esa es su inmediata responsabilidad política. No puede haber proceso con bandas criminales matando aquí y allá, y el Estado y sus fuerzas militares, con la cabeza floja, mirando a uno y otro lado. Poner condiciones y fechas para el desarme de los insurgentes, aspecto que parecen estar de acuerdo, requiere del deber constitucional del estado de proteger la vida de todos los colombianos desarmados.

Presidente, pero no solo de paz quiere escuchar Colombia. Quiere una lucha contra la corrupción, cambios en el gabinete diciéndole al país como reordenará la agenda nacional,  y una propuesta seria para reindustrializar la economía (que incluye el campo y va más allá de los ajustes macroeconómicos de la mala política económica de los últimos 25 años) para que haya oportunidades ciertas y duraderas en el posconflicto, y en ese contexto justificar la reforma tributaria. Reforma tributaria estructural es posible y necesaria si hay reforma estructural de la producción nacional. El cuento de que se necesitan más recursos para educación, salud, vías, cárceles, generar empleo, seguridad, ya no lo cree nadie, porque Colombia, para las potencialidades de sus recursos naturales y de su factor humano, es una nación atrasada, fallida, desigual, desorientada, poco competitiva y con baja productividad, pero sí con una corrupción en crecimiento sostenido a tasas altas: la productividad de la descomposición sobre la productividad del trabajo y de la innovación.

Presidente, cambie de actitud, gobierne con el talante de algo grande que usted gesto, la paz para Colombia. Olvídese de fotos, del nobel, de fechas, y de otras ambiciones personales. También olvídese de Uribe y de sus seguidores porque esta paz jamás la van a entender y querer. Gobierne el país y condúzcalo a la paz, a ganar el plebiscito, e iniciar el largo camino del posconflicto, el futuro le dará lo demás.




DE LA CRISIS EN LAS NEGOCIACIONES EN LA HABANA AL PLEBISCITO DE LA ESPERANZA


La paz llega. El acuerdo final se firmará en pocas semanas. Así lo han decidido el gobierno, la guerrilla, los gringos y el resto de la comunidad internacional, hastiada de esta guerra sin fin y sin fines. Decisiones contundentes se tomarán en los siguientes días en La Habana cuando se supere la crisis por la muerte de líderes populares de la izquierda que ha generado desconfianza en la guerrilla, respuestas esquivas y silencios del gobierno, pero que con la mediación de Estados Unidos parece superada. Pero no todo terminará ahí.

El acuerdo deberá refrendarse a través de un plebiscito. La Corte Constitucional aprobará su realización, pues el instrumento ha sido confeccionado con cuidado y porque también es una decisión política para una nueva sociedad. El gobierno, a pesar de su desprestigio, debe jugarse esa carta, porque una paz sin pueblo es como una ciudad sin ciudadanos. La paz de Colombia, sola, encima del escritorio del presidente, se vuelve la paz de Santos y de nadie más, porque así es la cultura de esta nación.

La Paz hay que empoderarla en la ciudadanía, papel del gobierno y de muchos actores, usando masivamente mecanismos pedagógicos, ágiles, creativos, breves, convincentes y claros, que complementen los programas de opinión, la “Conversación más larga del mundo”, y otras conversaciones. La gente en Colombia no lee y por eso no entiende los avances del proceso y de eso se aprovecha la oposición de Uribe, Pastrana y del Procurador, para mentir y difamar del proceso, acompañados de una cuota de seguidores que se niega a rechazar la barbarie y se resiste a abandonar la violencia como método de discernimiento político, social, cultural y económico. Entonces, el Estado debe emprender algo de más profundidad y alcance: una política de construcción de ciudadanía para la convivencia y la inspiración.

La ciudadanía también debe abrazar la reconciliación porque es la vida, como un sueño para que la esperanza y la razón dejen a un lado tantos años de inexplicable locura que convirtió a Colombia en una de las sociedades más fallidas y anormales de los últimos 70 años en mundo.

Ese acuerdo al que se sumará en unos meses el ELN, será el fin de una violencia selectiva, artera, macabra y ruin, porque solo sirvió para el enriquecimiento ilícito de unos pocos llevándose por delante la vida de 500.000 colombianos y de 7´000.000 puestos a la brava en las calles de las ciudades. Por eso fue que esta guerra terminó recurriendo a todo método ilícito contra la gente pacífica, indefensa y libre pensadora; contra personas humildes, inocentes y desprotegidas; contra mujeres, niños y ancianos; y contra jóvenes que eran el futuro de sus familias y de sus territorios pero cuya maldición fue haber nacido en esta esquina del globo, la esquina del odio. Fue la maldad infinita contra todos los campesinos y la ciudadanía, contra la inteligencia, contra la cultura y contra todo buen valor de esta especie humana destinada a la autoeliminación.  

Para salir de la anomalía, hay que hacer el plebiscito con una sola pregunta: SI o NO a la PAZ, pues entraña lo que puede ser una sociedad, en ella se consigna la esperanza o la fatalidad, la inteligencia o la brutalidad, la bondad o la maldad, la corrupción o la honestidad, la bajeza o la decencia, la inequidad o la equidad, el empleo informal o el empleo calificado, el subdesarrollo o el desarrollo. Colgarle más preguntas es no entender el sentido de la paz, por lo tanto de la vida, en consecuencia, perpetuar la sinrazón de la muerte violenta y la existencia en estado de perpetua anomalía en este pedazo de tierra. Es no entender los fundamentos democráticos y políticos sobre las cuales se erige toda sociedad. Es no entender el amor, los abrazos, los besos, las risas, la mirada tranquila y afectuosa, el gesto amable, la caricia, la palabra espontánea, libre e inteligente, y la confianza en el otro.

La paz iniciará su camino en un ambiente de disolución institucional y de un modelo económico que terminó siendo funcional a los factores de violencia y a la corrupción, a la prolongación de una sociedad y de una economía extractiva y feudal que cometió el mayor error político y teórico de una sociedad emergente en el último siglo: destruir la industrialización y con ello dejar sin ideas, sin base y sin fuente de inspiración a la educación, a la ciencia y la tecnología, a la innovación, la creatividad y el emprendimiento. Al final, una cultura con escasas o con menores oportunidades para intelectuales, emprendedores, innovadores, investigadores, artistas, profesionales y trabajadores. Por eso es una sociedad individualista, egoísta, envidiosa, fraccionada, éticamente resquebrajada, religiosa hasta el fanatismo, que gusta copiar y no crear.

Santos ha realizado de manera impecable el proceso de paz. Los errores cometidos, pocos, quedan de lejos superados por los aciertos. Y por ello habrá que diferenciar el Santos de la Paz del Santos de lo Demás, porque en lo demás es como si recién fuéramos a la guerra y no saliendo de ella.

Las guerras terminan con una sociedad en disolución, por eso las reconstrucciones comienzan en medio del caos, porque si no es así, las guerras no germinarían y nunca terminarían, y por eso, un sentido superior debe tener la paz: construir una nueva sociedad con visión propia de nación y del mundo, que requerirá de una nueva constitución.



TODOS POR UNA NUEVA COLOMBIA

jacostapuertas@gmail.com

Una versión inicial fue publicada en www.confidencialcolombia.com

El gobierno nacional ha presentado las bases del plan de desarrollo 2014 – 2018, que es una invitación a construir un nuevo país entre todos. Para ello, el Consejo Nacional de Planeación debe superar su intrascendencia y hacer un ejercicio de participación que sea creativo, incluyente y futurista, porque es el primer plan que se hará con un pie en el posconflicto.

Lo malo, sin respuesta a la caída de los commodities

El plan debe responder a la reducción de la canasta energética, pues en 2015 dejará de recibir entre 15 y 20 mil millones de dólares, y en los siguientes tres, 60 mil.

La caída del precio de los commodities minero energéticos, no es una caída coyuntural. Es una caída estructural. La canasta de energéticos no renovables será cada vez más barata. Las corporaciones multinacionales y los estados más avanzados invierten billones en una economía basada en ciencia, tecnología, producción limpia y energías alternativas sostenibles. Son nuevos negocios globales que busca mitigar el calentamiento global, y porque la humanidad no esperará que se acaben los recursos convencionales para reaccionar.

Petrobrás, más allá del ataque de corrupción de estos días (una epidemia cada vez más extendida en la sociedad del mercado, porque todos quieren ser ricos a cualquier precio y de la noche  la mañana), es una empresa que mira al futuro. Tiene centros de investigación en varias ciudades de Brasil y ha sido desde sus inicios un aliado estratégico del parque tecnológico de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, especializado en energía, donde la General Electric construirá su quinto centro de investigaciones en el mundo. 


Parque tecnológico UFRJaneiro.
Especializado en investigación en energía

Mientras tanto, Ecopetrol no ha podido impulsar el parque tecnológico de Guatiguará en Piedecuesta, porque el estado no ha sido capaz de desatar un programa ambicioso y de largo plazo de investigación y desarrollo en energías renovables y en nuevas industrias, porque Colombia todavía cree que la minería de enclave, la inversión extranjera extractiva, y la inversión extranjera general, resuelven nuestros atrasos presentes y futuros.

Colombia debe entender que la inversión extranjera no soluciona de manera absoluta rezagos de las políticas de estado. La inversión extranjera es una estrategia que complementa y fortalece capacidades nacionales y su proyecto de futuro. China atrae inversión para aprender, apropiarse, complementar y generar capacidades propias y empresas propias que la conviertan en 2050 en superpotencia mundial del conocimiento, de la innovación y de la producción.

El bajo nivel de patentamiento de Colombia, el retroceso del sector productivo en la tendencia de incorporar PHDs, todos los rezagos en educación, la involución de la productividad total de los factores, la alta informalidad incluso en los sectores más avanzados, reflejan la consolidación de una economía de enclave alejada de la productividad, lo cual hará imposible que Colombia se convierta en la sociedad más educada de América Latina en 2025, y la tercera en competitividad en 2032. 


El mundo no dependerá en los siguientes largos años de lo que hay debajo de la tierra sino de lo que hay encima: ventajas basadas en la inteligencia, la creatividad, la innovación y en los recursos naturales renovables. Hay una nueva economía en ciernes, más compleja y sofisticada, que cambiará el mundo para intentar salvar la especie y la sociedad de mercado. En el caso de Colombia, esto significa menos plata en guerra, ilegalidad e ineficiencia, y más plata en producción, conocimiento, cultura, medio ambiente y desarrollo social sostenible: el plan debe reflejar la visión de un nuevo mundo en ciernes.

Lo bueno, desarrollo productivo e innovación para la nueva sociedad

El plan tiene la bondad de pensar en el diseño de una política de desarrollo productivo, sin embargo, está dirigida al desarrollo rural y a mejorar la competitividad para sacarle beneficios a los TLC, pero poco alude a una estrategia para desarrollar nuevas actividades y sectores de alto contenido tecnológico, que reduzcan la dependencia de los minero energéticos, desconcentrar las exportaciones, y desarrollar nuevas actividades y nuevas industrias.

El enfoque de política productiva que esboza el plan no apunta a la transformación productiva de largo plazo para liberar la economía y la sociedad de la informalidad, de la ilegalidad y de la trampa de la baja productividad por la escasa innovación. Por eso, las exportaciones no minero energéticas tendrán crecimiento vegetativo pero no un crecimiento sorprendente.

La eventualidad de una política de desarrollo productivo tiene un problema de fundamentación que Colombia no ha sabido resolver y que el plan también evidencia. Cómo diseñar una política basada en sectores estratégicos con una arquitectura sectorial que atienda todas las actividades de manera diferenciada. Se cree que una metodología X o Y para escoger sectores soluciona el problema. Cuando lo importante es la discusión previa: el tipo de política y de estructura productiva para dar el salto como estado, cultura, economía y sociedad. Superada esa discusión, se define la metodología, pero la metodología no define la concepción. Primero el concepto, luego el instrumento. Sentido común.

No obstante, en el plan subyace la solución. El componente de ciencia y tecnología dice que se identificarán cinco sectores estratégicos donde concentrar esfuerzos que le den notoriedad a Colombia en el mundo de la investigación con efectos en la productividad. Lo coherente y consistente es que los sectores estratégicos de investigación sean sectores estratégicos de la producción. Si esto se logra, el impacto positivo del sistema de ciencia, tecnología e innovación en la producción será evidente y hará posible la integración eficiente de los sistemas de educación, investigación y producción.

Fotografía: Jaime Acosta
Veamos cómo sería esto con un ejemplo hipotético.       

Sectores estratégicos de investigación: salud, alimentos, energías alternativas y medio ambiente, TICs, robótica, y hábitats de innovación. Una integración entre investigación básica, estratégica y aplicada, y educación de calidad para el desarrollo.

Sectores estratégicos de la política productiva: salud (servicios de excelencia de alta complejidad, medicamentos, instrumental y equipos); alimentos; energías alternativas, TICs, robótica, y hábitats de innovación sostenibles que son una oportunidad para el sector de construcción y de industrias conexas para desarrollar ciudades, poblaciones y regiones de innovación con arquitectura y urbanismo sostenible, e impulsar instrumentos del ecosistema del conocimiento y de la producción, como: centros de innovación y de emprendimiento, centros de investigación y de desarrollo tecnológico, parques tecnológicos y de investigación, clusters, redes, y empresas innovadoras. 

De las seis regiones en que está dividido el país, solo una, la del eje cafetero, alude a una región de futuro. Algo que debe ser común a todas respetando las características de cada una. Por ejemplo, la región centro oriente, donde están Bogotá y Bucaramanga, a más de enfocarse en infraestructura que la conecte con el mundo debe ser una región del conocimiento, de la innovación y de la creatividad, precisamente para conectarse con el globo a través de ventajas cognitivas y de bienes sofisticados de nueva generación (pequeños y livianos) dada su lejanía de los puertos marítimos. 


Así también, la idea del sistema de ciudades sostenibles se parece más unas urbes buenas, sanas, puras, vírgenes, pero no a un sistema de ciudades inteligentes, productivas, innovadoras, creativas, emprendedoras, conectadas y sostenibles. Esto sucede porque cuanta moda desembarca en Colombia, moda que se pone sin saber si queda bien. La mayoría de instrumentos de las políticas de Colombia son exógenos, muy poco son de inspiración endógena, puesto que no media una cuidadosa acción previa de aprendizaje y apropiación dada nuestra condición presente de país seguidor y no de vanguardia. 

Entonces, una política productiva y de innovación con sectores estratégicos nacionales dará luces a las regiones para definir su especialización la cual se complementará con agendas productivas propias, generando un proceso de convergencia desde la nación con los territorios y desde los territorios con la nación. Se trata de lograr la convergencia y armonizar la agenda de desarrollo nacional con las agendas de desarrollo endógeno territorial.

De esta manera, nacerán culturas innovadoras, fluirá la innovación y la investigación abierta, y Colombia tendrá un sistema productivo sustentado en el conocimiento, la tecnología, la innovación y el emprendimiento sofisticado y sostenible, donde también caben las industrias creativas y culturales, es decir, el arte y el diseño.

Así las cosas, Colombia desarrollará una economía de la salud y de la vida, del medio ambiente y de hábitats sostenibles, de defensa y proyección de industrias innovadoras existentes y nuevas, en torno a los recursos naturales, el ser humano, la inteligencia, la convivencia para que fluya la innovación, la autonomía territorial y los nuevos desafíos globales.

Ciudad Salud Región. Bogotá. Renovación urbana en torno al San Juna de Dios
Red de hospitales con centros de excelencia, investigación, formación y emprendimiento
en salud e industrias conexas.
Parque del Saber y de la vida. Recreación en torna a salud y vida.
Vivienda: ciudadela de la salud. Urbanismo sostenible.
Dirección urbanística. arq, urbanista Fernando Viviescas. Concepción hábitats de innovación: Jaime Acosta P.

Un futuro para tod@s

Un modelo productivo y de innovación inédito tendrá efecto positivo en la producción, educación e investigación, y permitirá a Colombia sentar pilares estructurales para emigrar a nuevos emprendimientos, ingresar a la OCDE como economía emergente inteligente - no como patio trasero y de maquila de los países grandes -, para crecer sostenidamente por encima del 6% durante un largo periodo.

El plan de desarrollo vislumbra la posibilidad de avanzar a un desarrollo productivo de nuevos contenidos. La diversidad de buenos programas e instrumentos, la relevancia de factores antes relegados, como: educación, ciencia, tecnología, innovación e infraestructura, la revisión de ciertos programas y estrategias, integrar en un solo sistema la ciencia, tecnología, innovación y la productividad, la importancia mayor que se le quiere dar a las regiones, aunque sin comprometerse con su autonomía, ver por primera vez una prospectiva para desarrollar hábitats de innovación (ecosistemas, parques tecnológicos, y ciudades y regiones de innovación) significa que se está avanzando pero se necesita una mejor versión final del plan para que Colombia entre con buen paso al posconflicto, y deje atrás la sociedad y el estado que derivó en un crecimiento mediano, ajeno, violento, centralista y rezagado.        

PEDAGOGÍA POR LA PAZ


“Lo que va a suceder en La Habana entre las víctimas y los negociadores de las FARC es algo inédito. La guerra es brutal y despiadada pero el cara a cara posterior entre víctimas y victimarios es un escenario que hasta al más duro le parte el alma. Lo único que le bajó la arrogancia a los paramilitares fue ese cara a cara con sus víctimas”. María Victoria Uribe. [1]

Un conflicto tiene uno o más bandos, todos generan víctimas y victimarios, y para poner fin a la confrontación, unos y otros deben conversar, preguntar, pedir perdón y perdonar, reconocer las barbaridades, conocer la verdad, y así y solo así será posible la reconciliación.

Pero la paz no solo es entre afectados o involucrados en combates y habitantes inocentes de las zonas de conflicto. La guerra como la paz es asunto de todos. No haber sufrido directamente las consecuencias de la confrontación no exime a ningún ciudadano de su compromiso y responsabilidad con lo sucedido - por indiferencia o porque su ideología los ubicaba en uno o en otro lado de la confrontación -, también los convierte en actores. Es asunto de coherencia como ciudadanos y de solidaridad con los que han sufrido porque los indiferentes y los insolidarios también estuvieron expuestos. Ellos pudieron ser víctimas y convertirse en victimarios.

bajada del Facebook
Una cultura de violencia, de injusticia, de impunidad e insolaridad cubre a Colombia. Hoy la violencia en el campo no le preocupa a la gente de las ciudades. Ayer la guerra les interesaba y por eso millones se expresaron contra las FARC y millones rechazaban la confrontación. Pero, llevada la guerrilla al borde de las selvas las ciudades se han derechizado y una inmensa masa de ciudadanos, asombra que sean tantos, no les importa si el conflicto continúa porque se volvió funcional a sus intereses políticos, económicos y sociales, y porque a la guerrilla la detesta la inmensa mayoría de colombian@s.

La guerra de Colombia, eterna, reciclada una y otra vez desde cuando los ultraconservadores decidieron que éste país no podía abrazar las ideas liberales ni menos las socialistas, es decir, la modernidad. Colombia debía ser por los siglos de los siglos una seudodemocracia representativa conservadora, feudalista, confesional y premoderna. Por eso se opusieron a los reformadores, solo dos en un siglo: López Pumarejo y Lleras Restrepo, y ninguno en los últimos cincuenta años porque los asesinaron. Pero esa violencia, que en un país de menos de diez millones de habitantes arrojó trescientos mil muertos en diez años, hizo puente con la guerra de guerrillas de la guerra fría, cuando Tirofijo y sus menos de 20 combatientes sobrevivieron la operación Marquetalia y se convirtieron en insurgencia. Si los hubieran dejado con su reserva campesina, Colombia no hubiera tenido FARC, ni doscientos veinte mil muertos, ni seis millones de víctimas, ni cien mil victimarios.       


Tomada de Confidencial Colombia.
La guerrilla nada tuvo que ver con los inicios del narcotráfico. Este llegó por otros lados. Al final el narcotráfico envolvió al país y sus instituciones, recicló a la guerrilla porque la guerra fría se había acabado, dio paso a los paramilitares de las últimas tres décadas que son la saga de los pájaros de los años cuarenta y cincuenta, y envolvió a las fuerzas de seguridad del estado. Al final, una larga y sanguinaria guerra selectiva en torno a la propiedad de la tierra y la defensa de una sociedad conservadora. Hoy Colombia es un país de citadinos y de menos campesinos, pero son ciudadanos detenidos en el tiempo como si el mundo de las ideas no hubiera cambiado, como si el mundo de ayer fuera el mundo del mañana. Esa es la desgracia de Colombia: su conservadurismo degradado.

Fin de la guerra

Para fortuna de Colombia llegó a la presidencia Juan Manuel Santos a buscar la paz. La está encontrando, el proceso es irreversible por más que las acostumbradas barbaridades selectivas sigan ocurriendo en ínfima proporción. La guerra languidece. La asimetría entre las fuerzas es evidente. Intereses agazapados intentan alimentarla pero la mayoría de colombianos decimos ¡BASTA YA!

Bajada de internet
La comunidad internacional repudia este conflicto premoderno, conservador y de vetusta izquierda, que solo el ejercicio de la diplomacia impide que su malestar sea más evidente. La magra asistencia de personalidades internacionales en la posesión de Santos II refleja lo que es Colombia en el mundo y el hastío con esta violencia maquinada, hipócrita, solapada y perversa. Ya nadie come cuento, ya nadie la justifica, ya nadie la acepta.

Así las cosas, agentes del estado, guerrilla, paramilitares y algunos empresarios, han generado víctimas pero todos han sido victimarios, y esto es necesario entenderlo y aceptarlo para que haya paz, reconciliación, reparación, y se conozca la verdad.

En las guerras hay más víctimas que victimarios, y desgraciadamente quienes desataron la locura tienen esa doble condición porque la violencia selectiva de Colombia produjo engendros de perversidad y sufrimiento infinito.

Víctimas y posconflicto

La paz hay que hacerla e iniciar un largo camino para reconstituir las instituciones y emprender una larga marcha para que esa cultura de la muerte vaya poco a poco cambiando por una cultura de paz, convivencia, solidaridad, afecto, amor y desarrollo.

Los rezagos escriturados a Colombia en educación, investigación, innovación, desarrollo productivo, injusticia social, corrupción ilimitada, clientelismo desvergonzado y degradación de los poderes del estado, es consecuencia de las violencias que han dejado medio millón de muertos y seis millones de víctimas en siete décadas.

Bajada de internet
La paz es una necesidad vital. No hay otro camino para imaginar una Colombia que hoy es imposible soñar y proyectar.

Cada vez que los medios muestran cómo crímenes atroces han quedado en la impunidad, más y más muertes iguales pueden ocurrir si no se logra la paz y si no se conoce la verdad de tantos hechos pavorosos que han ocurrido en esta tierra de gente alegre pero ensangrentada y adolorida.

Bajada del Facebook




[1] Tomado del Facebook.


ELECCIONES DE COLOMBIA: 

SANTOS GANÓ DE PURO SUSTO



Luego de los resultados adversos de la primera vuelta el candidato – presidente dio un timonazo a la estrategia de la campaña tal como lo hizo hace cuatro años cuando se encaminaba a una posible derrota.

El cambio se produjo en horas y la campaña se transformó y también el candidato – presidente cambió. Trajo la gente que tenía que traer: invitó al expresidente Gaviria, un estratega político tan avezado como Uribe; renunciaron de su equipo de gobierno gente importante que podía convencer al electorado; abrió la puerta a opositores de centro y de izquierda para aliarse en defensa de la paz; ganó los debates;  y puso a andar la maquinaria por un buen propósito. Movió a todos contra el uribismo y a favor de la paz.

En poco tiempo, sin que la gente se diera cuenta, porque nada colectivo se formalizó en tres semanas, se formó un frente por la paz y tras bambalinas un frente contra el miedo de un eventual gobierno de ultraderecha. Todos los días los medios mostraban más y más aliados que se sumaban a Santos, mientras a la otra campaña solo llegaba tarde y solitario el expresidente Pastrana.

El discurso incendiario del uribismo asustó a la gente. Entonces, los independientes, el centro y la izquierda democrática se sumaron a Santos por la paz y en contra de un posible régimen ultraconservador, y así, entre la primera y la segunda vuelta se movilizaron como nunca la Unidad Nacional y la oposición.

Tuvo suerte Colombia y Santos que entre los aliados estuvieran personas como Clara López, que se echó al hombro la causa de la paz y a favor de Santos, pero también Mockus, Sudarsky, Angela María Robledo, Iván Cepeda, muchos más, múltiples organizaciones y comunidades de distinto tipo, y sobre todo las redes sociales que día a día escribian más y más por la paz y contra el peligro de un régimen ultra.

Petro mostró su faceta de político curtido cuando al día siguiente de la primera vuelta hizo renunciar a una veintena de funcionarios para movilizar en Bogotá a la gente por la paz y contra Uribe. Luego de esa acción vinieron las renuncias de la gente de Santos en altos cargos. 

También el candidato - presidente tuvo la estrella del ganador cuando apareció doña Mercedes con su espontáneo video contra “Zurriaga” y a favor de “Juan Pa”, mientras Zuluaga sacaba al aire la desafortunada propaganda de la “loca de las naranjas”, y más y más cuñas plenas de odio y de mala leche.

Así ganó Santos en Bogotá, y a lo largo y ancho de las dos costas donde los caciques conservadores que rechazaron el liderazgo de Marta Lucía Ramírez para llevarlos como ovejas donde Zuluaga, se movieron en la segunda vuelta y le dieron una tunda a ella y al uribismo, y le daban la bienvenida a la paz.   



La derrota de Zuluaga y de Uribe

Zuluaga negó que era el de los videos del hacker, mientras la fiscalía incriminaba a más personas y mostraba hechos de una operación digital ilegal.

Zuluaga dejó de ser para ser lo que Uribe quería que fuera.  El libreto que le dieron a representar no era el mejor para él, entonces no lo pudo teatralizar como Uribe quería. Se descaracterizó y nunca pudo cambiar esa imagen. Entonces, el uribismo perdió porque su candidato se mostró como una persona dependiente incapaz de gobernar con autonomía.

Zuluaga perdió los debates y luego se escondió en una laringitis para no volver a debatir.

Zuluaga desconoció que el proceso de paz se adelanta dentro de los marcos jurídicos y constitucionales de nuestra carta, y dentro de los marcos del ordenamiento internacional para la resolución de conflictos como el de Colombia.

Zuluaga desconoció que exista conflicto y por tanto víctimas y de esa manera dijo que desconocería los acuerdos de La Habana y al desconocerlos desconocería el proceso, desbarataría el equipo negociador, y con eso hundiría cuatro años de trabajo sistemático y comprometido del presidente Santos. La paz es lo más importante para Colombia.

Uribe acabó de cavar su tumba electoral el día que dijo que Zuluaga cuando fue Ministro de Hacienda no asignó recursos para las víctimas del paramilitarismo porque el paramilitarismo no dejó víctimas. Fue un acto de cinismo sin alma porque en sus ocho años de gobierno murieron más de 120.000 personas en zonas de conflicto, y resultaron dos millones y medio de víctimas. Eso se reflejó en las urnas. En los departamentos y zonas donde el paramilitarismo arrasó con comunidades enteras, Uribe perdió.  Las víctimas votaron.

Obra de Doris Salcedo. Un homenaje a las victimas de la guerra de Colombia.
La solitaria foto que se tomó Zuluaga con el conservador expresidente Pastrana, no alcanzó para mostrar una imagen que engañara a la comunidad internacional. 

Perdió las elecciones porque Uribe atacó a Santos donde nunca debió atacarlo. Tildarlo de castro chavista, de entregar el país a las FARC, de inventar mentiras como aquella de que él y su línea de familia son de las FARC. Se equivocó, porque Santos es parte de la clase dirigente que gobierna Colombia desde hace tiempo, y siempre ha sido un liberal de centro derecha, moderado y con tintes de modernizador, y con las contradicciones de una dirigencia que sumió a éste país en 70 años de locura. Pero Santos ha tenido la virtud, el valor y la visión, de entender que Colombia debe pasar esas páginas de premodernidad y tormento para que pueda imaginarse de otra manera como nación y como cultura que piense, actúe, desarrolle, viva y se proyecte al mundo de otra forma: desde el arte, la cultura, la creatividad y la innovación.

Perdió Zuluaga las elecciones porque en cualquier escenario el uribismo no supera el techo del 45%. Por lo tanto, toda reducción de la abstención hizo que ese techo fuera insuficiente, y jamás tendría los votos para ganar si la votación superaba los 15 millones de electores. Si la abstención hubiera sido igual a la del 15 de mayo habría ganado o perdido de forma apretada.

Perdió las elecciones porque la mayoría de ciudadanos se dieron cuenta que la paz está cerca, que las FARC esta vez no mienten, que se sumará en algún momento el ELN, y que sería un error desandar el camino hacia la reconciliación.

En síntesis, dos hechos contundentes explican el triunfo de uno y la derrota del otro. La paz y el susto a un gobierno de ultraderecha que sería el retorno a un pasado que la mayoría de colombian@s no quiere volver a vivir. Sin embargo, el 45% de seguidores de Uribe es una fuerza que se debe estudiar y no descuidar, pues será fuerte hasta cuando su líder esté en la lucha política, después desaparecerá. Al final, triunfó la esperanza de un futuro distinto al presente y al pasado. 



EL NOBEL, UNA LUZ EN LA LARGA NOCHE DE COLOMBIA


Jaime Acosta Puertas    @acostajaime




“Con estas palabras,
le doy la cordial enhorabuena de la academia 

Sueca y le ruego reciba el Premio Nobel de 

literatura de manos de su majestad el rey” 

Profesor Lars Gyhersten.


Habrá que volver con serenidad y desprevenidamente a la magia de su palabra, esa palabra con la cual hizo posible que estuviera Colombia en las palabras del mundo.

Pero los detractores, aun en su ausencia, se atreven a hablar de su indiferencia por éste país. Nada más equivocados están, porque su obra fue sobre Colombia y sus gestos políticos y reflexiones las hizo para América Latina. Eso es lo que se espera de un escritor. Lo que haga a partir de ahí, es un regalo.

La liviana memoria de un país obligado a olvidar tanta cosa terrible que ha sucedido en su suelo, hace que pocos recuerden lo que intentó por esta patria de la alegría pero también de silencios y tristezas regadas en todos sus rincones.

Acompañó los procesos de paz que sucedieron o se intentaron en los últimos 30 años. La paz fue una obsesión, y para fortuna de esta singular Colombia, no tomó el camino fácil y estrecho de nuestras ideologías dominantes, culpables de todos los atrasos, y germen de todas violencias, de los secuestros más largos del mundo, de todos los que fueron corridos de su tierra y de sus raíces, de todos los olvidados que viven en el pedazo de tierra que sombras viles no alcanzaron a robarse, y de los millones de olvidados que viven en los extramuros de las ciudades usufructuando su diario vivir en andenes, semáforos, en sórdidos hoteles, de la caridad arrancada en los destartalados buses del transporte público, o alimentando todas las delincuencias que asolan los días y las noches.

García Márquez tuvo una ideología de la conciencia por la vida, la justicia, la igualdad, el amor, la libertad, la cultura, las artes, el desarrollo, la democracia y la independencia de su país y de su país mayor, América Latina. Él estaba por encima del pueril debate de izquierda o de derecha, porque creía no en una sino en varias alternativas para su país mayor, y por eso andaba ligero, despierto y dispuesto a buscar la conciliación o reivindicar los derechos de sus países como lo hizo con el retorno del canal de Panamá a la soberanía de su pueblo.








Si su la salud lo hubiera permitido, hubiera sido un baluarte de la paz de estos días, la más importante de todas, porque es la que cerrará el ciclo de la más larga violencia que sociedad alguna haya vivido en años que no son años sino siglos, porque la violencia entre liberales y conservadores comenzó en el siglo XIX y terminó a mediados del siglo XX, y la guerra insurgente comenzó en la segunda mitad del siglo XX y aún no termina en los primeros años del siglo XXI.

Si el Nobel hubiera sido parte de la premodernidad ideológica de ésta nación, si se hubiera quedado y no se hubiera ido, jamás hubiera sido el escritor que fue, jamás hubiera escrito lo que escribió, jamás se hubiera escrito en el mundo tanto sobre Colombia y sobre un colombiano, jamás hubiera sido en una noche fría de Estocolmo el personaje más importante del planeta, y el nombre de Colombia el más citado por algo bueno.

Pero en éste país de la inconsciencia, en aquellos años donde el presidente Turbay dijo que él era el único preso político de un sórdido estatuto de seguridad, algunos desquiciados pensaron en llevarlo preso, pero López Michelsen lo llamó la noche anterior para decirle que al día siguiente irían por él.  Fue así como tomó un vuelo de Aeroméxico para refugiarse en el inmenso México Distrito Federal. ¿Se imaginan la vergüenza de Colombia ante el mundo si tamaña estupidez hubiera ocurrido por el simple hecho de que todos los aspirantes a ingresar al M-19 tenían que haber leído Cien años de soledad?  ¿Quién no leía por esos años ese maravilloso libro o el Otoño del Patriarca? No es posible imaginar a García Márquez injustamente preso y humillado. Al año siguiente lo galardonaron con el Premio Nobel. Más tarde los Estados Unidos le devolvieron el derecho, estúpidamente negado, de cruzar sus fronteras. El presidente Clinton lo invitaba a la Casa Blanca a conversar de su obra y de la obra de otros grandes. Ahora Obama también abraza su creación.
  

Dicen también que nada más hizo por Colombia, pero se olvidan que escribió el ensayo “Colombia: al filo de la oportunidad”, con el cual se cerró el trabajo de la Misión de Sabios en el gobierno de Cesar Gaviria, que tenía como fin desarrollar la educación, la ciencia, la tecnología y la creatividad. Incluso, hay episodios de los intentos que hizo con algunos gobiernos para que la educación fuera importante. Hizo por el cine e hizo mucho por formar mejores periodistas. Pero la ceguera que genera la envidia, el fanatismo y la ignorancia, impide ver con gratitud y regocijo lo que fue y lo que será siempre.   
Gabriel García Márquez, hijo de Macondo, murió en México porque no podía morir en el país de las violencias perpetuas. Allá lo respetaron, lo acogieron, lo amaron, y allá le harán el primer gran homenaje póstumo en el monumental Palacio de las Bellas Artes. Pero, a pesar de todos los pesares, el país que siempre lo inspiró y que nunca olvidó y siempre amó, fue Colombia. Estoy seguro que sus cenizas reposarán en su Caribe, y su voz y sus palabras se escucharán y leerán siempre.

Ni una queja por lo que hizo o no hizo. Hasta siempre y gracias maestro de la palabra. La paz será el mejor tributo a su memoria. Y algún día la educación, la ciencia, las artes y la cultura, importarán en éste país para que la locura jamás vuelva a visitarlo.            
“Las cosas nunca serán como antes en la Sala Azul del Ayuntamiento. No desde que Gabriel García Márquez y sus amigos colombianos nos mostraron como debe ser una fiesta Nobel” . Dagers Nyheten 




ELECCIONES EN COLOMBIA 2014 (II)

COLOMBIA CLAMA POR 

UNA ESPERANZA 



La importante votación de la consulta presidencial de la Alianza Verde dice que la gente quiere una nueva opción política. Nace desde el alma y desde los sueños la indignación y el clamor por tener una alternativa a la política que ha gobernado Colombia desde hace demasiados años.

Si se suman los tres millones de verdes que votaron la consulta que decidió a favor de Peñalosa, el millón de votos en blanco, y el millón y medio de votos nulos que votaron mal por la trampa de los tarjetones, en Colombia hay entre 3 a 5 millones de ciudadanos listo a responder a una nueva expresión política ciudadana. La abstención, el voto en blanco, la baja votación, y las menores cifras del uribismo y del santismo, muestra que la población está aburrida de más de lo mismo.

Para ello, l@s líderes de la Alianza Verde no pueden leer la realidad nacional desde la posición doctrinaria de cada un@ de ell@s, como si su "verdad" fuera la verdad. Deben aceptar su diversidad como grupo y deben pensar y construir como grupo diverso. Así es Colombia y así es el mundo de hoy, y así se debe pensar la nueva política para una nueva sociedad.

A Peñalosa le cayó desde el infortunio y la soledad en que viven l@s colombian@s, una nueva oportunidad para leer y hablar desde la heterogénea sociedad nacional y desde la cambiante sociedad global, un futuro para un país confundido que tiene todo para convertirse en una nación, en una identidad, y en una potente cultura continental.

Las diferencias que separan las visiones de los líderes de la Alianza Verde son nimias, no fundamentales. Si los buenos resultados del domingo los convierten en resultados personales y no en resultados para su colectividad y para la nación, sus votantes habrán botado su voto y la decepción y la tristeza seguirán cargando en el alma, hasta el día en que la indignación se convierta en revolución.
Foto bajada de internet



El discurso de Peñalosa desde la Alianza debe centrarse en la paz (seguir como la lleva Santos, sin cambiar ni un punto ni una coma), en proponer una política industrial y de innovación para la transformación productiva y la inserción internacional estratégica e interdependiente de su economía; en desarrollar la educación, la ciencia, la tecnología, la innovación y la salud; en impulsar una política de desarrollo regional y de ciudades; en crear ciudades innovadoras y sostenibles; en hacer de Colombia una sociedad ambientalmente sana y creativa a través del arte y la cultura; y empujar reformas constitucionales profundas en los sistemas de justicia, político y electoral para una lucha sin cuartel contra la corrupción y por la paz. Todo esto configura un discurso de largo plazo para un desarrollo con equidad para el posconflicto y más allá.

Foto tomada de www.confidencialcolombia.com
Millones de ciudadan@s se expresaron el domingo en las urnas, y ahora aspiran que los elegidos los conduzcan el 25 de mayo de 2014, y todos los mayos cada cuatro años, pues hay que construir una nueva y duradera alternativa ciudadana comprometida con Colombia.

Muchas decepciones han vivido en la última década independientes reacios a pensar como liberales, como conservadores, como uribistas, y como izquierdistas defensores de doctrinas que ya no existen, primero con Carlos Gaviria y luego con la Ola Verde, por eso ésta nueva oportunidad con la Alianza Verde no puede ser otra más. Sus líderes tienen la palabra. Construcción no inmediatismo porque el futuro se edifica desde el presente, y el futuro no es la ligereza del presente.

Si Pedimos la Palabra no hubiera muerto en el vientre de las ilusiones, la Alianza Verde sería una fuerza arrolladora. Pero eso fue hace unos días, entonces, se debe rectificar y pasar esa página porque se trata de pensar un presente distinto para que venga un mañana que no sea la extensión del ayer y del hoy. 

Todo lo dicho incluye no meter en las discusiones internas la situación de Petro - cuyo mandato posiblemente no llegue al 6 de abril -, porque es una coyuntura, y su mejor defensa y aprendizaje será cambiar desde la acción política las barbaridades cometidas en su proceso, tanto en materia de desarreglos institucionales: justicia, procuraduría, fundamentalismo ideológico, mezquindad, pero también en términos de la responsabilidad de quienes aspiran a gobernar una metrópoli con conocimiento y eficiencia.







ELECCIONES EN COLOMBIA 2014 (I)

“GANAN” LOS POLÍTICOS, PIERDE 

COLOMBIA




Todos los partidos dicen que ganaron las elecciones, hasta el derrotado MIRA, cuando realmente ninguno logró más allá de unos tenues resultados favorables a través del éxito de algunas individualidades. Ganador neto no hubo - con excepción de Peñalosa -, perdedor neto si hubo, Colombia. Desde ahí deben hacerse los análisis.   

Precario equilibrio

Uribe sacó veinte senadores, era más o menos lo esperado, aunque él decía que sacarían treinta y los contradictores que diez, más los despersonalizados conservadores y el PIN bandido disfrazado en Opción Ciudadana, suman 44%  aproximadamente.

Santos, en las convenciones de sus tres partidos aliados hizo a un lado a los conservadores, los sacó de la Unidad Nacional, y estos con 19 senadores y expertos en vivir del prójimo, pedirán que les aumenten la mermelada hasta desbordar el pan. Pero la U si bien ganó y con el Partido Liberal y Cambio Radical suman 48%, es decir, no son mayoría absoluta, deberá buscar a la Alianza Verde y al Polo, tal como la Concertación en Chile o el Frente Amplio en Uruguay.

Si Santos solo muñequea con el centro y con la derecha, va a lograr acuerdos endebles y costosos para las finanzas públicas y las frágiles instituciones que tenemos, porque tendrá que aumentar el clientelismo y la corrupción, sin freno y con descaro, como lo hizo Uribe, aunque el precio de la paz no resistiría tanta sinverguencería.

En síntesis, Colombia tendrá un congreso en la perversa tendencia que se ha consolidado en las últimas décadas: clientelismo y corrupción, y los buenos volverán a ser minoría que darán buenos debates y nada más.

¿Una Ola?

La Alianza Verde y el Polo luego de unos traumáticos andares, salvaron el umbral gracias a unas figuras que hicieron un buen trabajo electoral. No obstante ser minorías, serán jugadores clave para Santos, siempre y cuando hagan un acuerdo en puntos estratégicos de una agenda de desarrollo común para Colombia: la paz, política industrial, educación, salud, ciencia y tecnología, campo. En este aspecto, será determinante Peñalosa, que sale ganador de la consulta interna. Se espera por lealtad de partido y por acuerdo previo, que tendrá el apoyo de Mockus, Sudarsky y Camilo Romero, y así conformar una posible nueva fuerza ciudadana.

Parte de la Ola Verde reapareció ayer, y eso es más importante que las cuentas del clientelismo y de la corrupción que conformarán la mayoría del “nuevo” congreso, porque renovación no hubo, todo lo contrario. Sin embargo, el éxito de Peñalosa radica si aprende de la idea de Fajardo, ni con Santos ni con Uribe ni contra Santos ni contra Uribe.

Colombia perdió

La abstención subió y Colombia perdió. Hubo una clara manifestación de indignación política que se expresó y que algunos medios y analista minimizan. Menos gente fue a las urnas que hace 4 años, y esto es un fracaso de los partidos políticos.

El Voto en Blanco y los votos nulos suman 16%. La ley electoral o la registraduría le hicieron trampa al voto en blanco, porque al poner tres casillas para el voto de la indignación y no una en cada tarjetón, más una pésima pedagogía, se burlaron de la ciudadanía. Pierde Colombia porque se trampeó a la expresión ciudadana. La gente aprenderá y lo volverá a intentar en las presidenciales. Es el único país del mundo donde el Voto en Blanco perjudicaba a los buenos y beneficiaba a los malos. Eso refleja el retorcido sistema político y electoral de éste medio país.

Ya se sabe que son más de 70 los congresistas indeseables que fueron elegidos y que están repartidos en los partidos de la Unidad Nacional de Santos y en el conservatismo. Esos personajes que se “infiltraron”, son más preocupantes que sus primos hermanos, los 20 senadores del Centro Democrático. Actuarán como caballos de Troya, irán por los contratos del estado, lo saquearán, amenazarán la paz, y será difícil para Santos ponerlos en senda correcta. Ahí puede desequilibrarse la baraja en contra del presidente. Perdió Colombia.




GOLPE DE SANTOS A BOGOTÁ


El presidente anunció “medidas de choque para salvar a Bogotá”. Quedó claro que sus decisiones recientes solo tienen como fin ganar las elecciones a cualquier precio. Veamos por qué.

ÉL y no el alcalde encargado, anunció el “plan de salvación”.

No mencionó para nada el plan de desarrollo de Bogotá y tampoco nada dijo que las acciones se harían dentro de ese marco legal. ¿Por qué no lo hizo? Porque quiere hacer una ruptura con la Bogotá Humana, y porque en materia del POT las acciones referidas a vivienda para pobres y el agua para los municipios de Cundinamarca, van en contra via del plan pero a favor de los urbanizadores y de votos en la periferia.

Las otras medidas ya estaban en la agenda de la administración destituida. Incluso, por protagonizar, se dio el lujo de decir que girará millonarios recursos para arreglar las losas de transmilenio de la troncal de la Avenida Boyacá, cuando esa troncal de 37 kilómetros aun NO existe.

No habló de la transición democrática y constitucional. Es decir, nada dijo de la terna, no habló de elecciones, no aludió al tiempo de Rafael Pardo en el encargo, pero si dijo que todo lo hará apegado a la ley, dando a entender que bien podría quedarse el encargado si la norma le da un margen, algo que en Colombia no es difícil por el engendro que son los sistemas jurídico, político y electoral, y por el desarreglo institucional que vive.  Ya hizo el primer ejercicio. Elevó al Consejo Electoral una consulta para que le diga a quien debe mandar la carta solicitando la terna, si a la Alianza Verde o al movimiento Progresista, cuando la ley es clara y amplia: partido, movimiento o coalición. Leguleyada sobre la cual ya debió hacer una rectificación inicial, cuando a través de su cuenta de tweeter dijo que espera el concepto para estudiar la terna, convocar a elecciones y respetar la ley.  

Por qué hace Santos lo que hace

Cuatro razones principales.

Primero, con excepción del Polo y de la Alianza Verde, los demás partidos OPOSITORES apoyaron la destitución de Petro. De esa manera, Santos los dejó sin argumentos para criticar el golpe de Bogotá, salvo algún espacio para argumentos menores y colaterales referidos a que si bien apoyaron al gobierno en no acatar las medidas cautelares, no apoyan que se tumbe la capital. Santos les puso la trampa y cayeron en ella por no mirar un metro adelante, por falta de capacidad, de malicia y de intuición política, y por fanatismo ideológico y religioso. Chao Oscar Iván, chao Martha Lucía.

Segundo, la Alianza Verde es la única que puede sacar ventaja de esta anormal situación, pero sus divisiones internas, y con un Peñalosa que hasta ahora no muestra suficiente enjundia para reaccionar en contra del estropicio y liderar una acción de oposición moderada, coherente, inteligente, innovadora y decida. Pero también Petro dice barbaridades como la de convocar una constituyente aliado con Uribe y con las FARC, en vez de tomar prudente distancia, decantar lo que pasó, y ayudar a armonizar las relaciones internas de la alianza para pelear la alcaldía atípica e ir a segunda vuelta en las presidenciales. Un comportamiento medido es su mejor aliado ante la CIDH en sus decisiones futuras, porque una constituyente será necesaria en pocos años, no ahora, y no porque Santos hoy no lo quiera sino porque no es el momento, aunque a la velocidad como se desmoronan las instituciones y los poderes, esa convocatoria al soberano de pronto está más cerca de lo que algunos creemos. 

Mientras tanto, el todavía incipiente debate político le da por ahora visa y pasaporte a Santos para que haga lo que hace y gane a pesar del bajo techo de favorabilidad alcanzado, debido a la paz. En otras palabras, los tiene neutralizados a la mayoría de sus contrincantes y por ahora no tiene claro rival a pesar de sus desbordes constitucionales y contra el ordenamiento internacional que tanto dice defender. No obstante, Peñalosa comienza a convertirse en una sombra cada vez más grande.


Tercero, la izquierda colombiana parece financiada por la derecha, porque son
dogmáticos y sin nuevo discurso. Esa izquierda que condujo a la situación de crisis que vive Bogotá, es funcional a la derecha colombiana. Así como ésta ha sido incapaz de aprender del desarrollo de sociedades capitalistas avanzadas y emergentes, la izquierda no ha logrado aprende del capitalismo social que tiene en el vecindario: Brasil, Chile, Ecuador y Uruguay, y tampoco ha logrado aprender de modelos exitosos de transformación  de ciudades que han impulsado gobiernos municipales del PT en Brasil.

Ésta Colombia, políticamente atrasada, no sabe leer que la izquierda brasilera logró para su país los dos eventos deportivos más importantes del mundo y los mayores negocios globales: mundial de fútbol y juegos olímpicos. Y que esa misma izquierda tiene además uno de las grandes líderes mundiales: Lula.

Y cuarto,  lo más grave. La corrupción y desinstitucionalización precedieron en Venezuela a la hecatombe de hoy, es decir, parecido al presente de Colombia, como alerta Armando Montenegro en El Espectador.  Sin embargo, en éste país afortunadamente no surgirá un Chávez, pero desafortunadamente tampoco un Lula, una Bachelet, un Lagos, un Mujica, un Correa, y de pronto nada surge en una sociedad asustada, confesional, indiferente e inculta políticamente, hasta que el mismo desarreglo institucional se acabe de profundizar, se autoelimine y entonces quien sabe qué sucederá. El último reformador que tuvo Colombia fue Lleras Restrepo, hace más de medio siglo.

Un estado y una sociedad con falla sistémica, al que todo el sistema político y jurídico están contribuyendo, pasará factura en días no lejanos, porque no hay nada ni nadie que esté intentando con visión, responsabilidad y honestidad parar el derrumbe y construir una nueva sociedad en el posconflicto. Tal vez sea Fajardo, parco, gobernando su departamento pero también amenazado por el fanático de Ordóñez. 


Sin embargo, Colombia podría consolidarse como un caso de sociedad eternamente patética.




BOGOTÁ CONTRA LA PARED

Cuando Luis Eduardo “el Lucho” Garzón se sintió un político desocupado y una encuesta le dio opciones para aspirar a la alcaldía de Bogotá, desde ese día se dañó la senda que la ciudad había construido durante una larga década, porque sin conocerla ganó las elecciones y así llegó a gobernarla. No hizo lo que prometió en materia de movilidad y dejó contratada la fase III de Transmilenio que terminó en manos de la trama de bandidos que llegaron a asaltar la caja de la ciudad.

Cuando Petro también se sintió un político desocupado después de las presidenciales del año 2010, una encuesta le indicó que podría ganar la alcaldía de Bogotá. Sin conocerla y sin saber de gestión pública, ganó las elecciones. Vino con nuevas y buenas ideas que no serían fáciles de implementar en unos casos, como el cambio del modelo de basuras; imposibles de llevar acabo otras, como la creación de un ente de servicios públicos similar a las Empresas Públicas de Medellín (EPM); o difíciles de realizar en cuatro años, como el metro liviano por la tanta veces manipulada carrera séptima.

Ahora la ciudad anda mal: políticamente polarizada; socialmente más segregada, porque ante la arremetida de la derecha contra el gobierno de izquierda la administración se centró en gobernar para los pobres, y entonces los estratos medios y altos la atacan aún más y sin contemplación por razones ideológicas y por intereses económicos; una administración lenta e inexperta en ejecuciones que recibió una alcaldía desbastada; la fase III de transmilenio quedó mal y el IDU con la Secretaría de Movilidad y Transmilenio no han logrado darle una solución definitiva y futurista a la mala herencia; el cupo de endeudamiento fue difícil de lograr y entonces nuevas obras importantes comenzarán tarde; la puesta en marcha del SITP ha sido lenta y traumática; el  transmilenio no llega al aeropuerto; los 200 buses híbridos de la carrera séptima y prometidos para el 15 de diciembre, no han entrado en funcionamiento, y la lista sigue.      

En medio del caos acumulado llegó la decisión del procurador Ordoñez de destituir a Petro por haber cambiado el modelo de basuras, y así la capital y Colombia se encontraron con dos problemas adicionales y mayores.

Primero, la Constitución de 1991 le dio al Procurador poderes inconmensurables y nunca corregidos en su reglamentación. La llegada de un procurador ambicioso y en extremo fundamentalista, dejó al descubierto el vacío constitucional.

Segundo, un ordenamiento jurídico de mil cabezas donde no hay acuerdo entre sus organismos y entre los expertos, la ciudadanía no tiene nada claro. Como me decía una amiga: si escuchas al Procurador, al Alcalde, al Fiscal General, a los constitucionalistas, a los abogados y juristas especializados, al Ministro de Justicia, a todo el que levanta la mano y que haya pasado por una facultad de derecho, todos “tienen” razón pero la ciudadanía y las instituciones se quedan sin razón.

Estos dos aspectos, en el entorno de la coyuntura de Bogotá, muestran la débil institucionalidad de Colombia y permite hacer la lectura de que un sistema de justicia con espacio para todo tipo de argucias por tener tantas posibilidades de interpretación y de salidas, solo es funcional y da garantías a quien puede esgrimir todos los recursos. Entonces, la “justicia” es para los que tienen poder, y la injusticia para los que no lo tienen.

De esta manera, habrá para Bogotá decisión política – judicial ¿cuál? cualquiera.

En cualquier circunstancia, lo peor sería un alcalde de año y medio y de la otra orilla, que llegue a cambiar todo cuando en ese tiempo no alcanzaría a cambiar nada, por el contrario, dejaría más desbordada la ciudad, pues al buen estilo colombiano de no respetar nada del antecesor, revisaría todos los proyectos: metro, nuevas troncales de transmilenio, los cables, el nuevo modelo de basuras (cuyo nuevo modelo es correcto), el POT, y así la ciudad extendería su postración. Lo mejor sería que termine Petro o uno de sus secretari@s, porque al menos sabemos que es una administración que no roba a la ciudad, y porque ahora tiene que entrar en etapa de ejecuciones para lo cual sería bueno concertar una mesa de seguimiento ciudadano.

Sin embargo, no está por delante el sentido común ni la ciudad, están por delante las viejas ideas con las que siempre se ha pensado y gobernado éste país: premodernidad, ambiciones personales de unos cuantos con intereses propios pero no con el interés prioritario de la ciudad y sin cuidar de desmoronar aún más la debilidad institucional de la nación. Nada más patético que escuchar a Miguel Gómez Martínez y al procurador Ordoñez luego de leer el ensayo de William Ospina: “pa que se acabe la vaina”. Pero también escuchar al populismo de izquierda, que al igual que la derecha, no tienen un proyecto para una nueva nación. Todos con ideas del pasado, sin ideas para el futuro. Para unos es el crecimiento con asistencialismo, para los otros es el asistencialismo con crecimiento. La ecuación correcta es: desarrollo con intervención social.  

Este caos con el que se inaugura el 2014 no es más que el reflejo de un sistema político cuyo único fin es ganar elecciones sin importar que el interés personal se lleve por delante el interés general.  Petro quiere ser presidente, Ordoñez también, muchos quieren ser alcaldes para después ser presidentes o para cerrar su carrera política. La ciudad está después; la ciudadanía, las instituciones y la nación, también; y la extrema derecha que gestó 67 años de barbarie, está al ataque y no le da tregua a la paz y a la ciudad.

Por ahora el alcalde llenó nuevamente la plaza de Bolívar el segundo viernes de enero de 2014, pero sigue la expectativa por la reacción del Procurador, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de los resultados de las tutelas. Mientras tanto la ciudadanía debe pensar que ella fue la que puso los alcaldes y por tanto que ella también es culpable de que su ciudad esté contra la pared.




DESTITUCIÓN DE ALCALDE DE 

BOGOTÁ SE LLEVA POR DELANTE 

MUCHAS COSAS


En medio del muñeco de mil cabezas que es el sistema jurídico colombiano, siempre se escucharon palabras sensatas que decían que la decisión del Procurador Ordónez tenía vicios jurídicos de fondo cargados de fanática ideología.

Pero el establecimiento cerró filas, creo una verdad jurídica con sombras, y nada sirve si la lenta justicia internacional decide algún día en contrario, como ocurrirá, y cuando la Corte Constitucional de Colombia dicte doctrina sobre este complejo engendró normativo producto de males mayores, como son los sistemas jurídico, político y electoral de éste país.

Los votos por encima del estado y del orden internacional

En periodo de elecciones primó el interés electoral inmediato luego del reciente triunfo del uribismo en Bogotá. Santos necesita retomar electoralmente la capital llevándose por delante su misma palabra de condición de jefe de estado porque más de una vez él y su ministro de justicia dijeron que se respetarían las medidas cautelares de la CIDH. Su decisión también se llevó por delante el respeto fundamental de las instituciones colombianas a la defensa de los derechos políticos, y dejó en el camino una instancia supranacional como la CIDH que es parte de la estructura organizacional de la sociedad capitalista para regular su funcionamiento global.

Todos los miembros de la CIDH votaron de manera unánime a favor de las medidas cautelares, y las anunciaron al poco rato de la decisión del Consejo de Estado para evitar una equivocación del estado colombiano a través de presiones a su presidente, y porque podía hacerlo cuando lo considerara oportuno dado que sus decisiones son parte superior del bloque de constitucionalidad de nuestra carta.

En todos los casos el gobierno recurrió a “inéditas” interpretaciones jurídicas, que se suman a la reciente contra la decisión de la  corte de La Haya para desconocer un fallo adverso producto de una acción internacional poco responsable del estado colombiano. Dos y van cero. El desorden interno confrontando el orden externo. 

La acción internacional de Colombia es errática y contradictoria. Abraza el orden internacional cuando le conviene y lo rechaza  cuando le ponen orden a su desorden institucional, geopolítico y geoestratégico. O lo que es peor, se va contra él por unos votos. Banana republik.

Petro no tenía salida

Sólo políticamente, porque asumió íngrimo su defensa política, y porque la dividida Alianza Verde donde terminó subsumido el progresismo, tampoco hizo mucho por su defensa, pues poco podían hacer metidos en una campaña electoral para lograr el umbral que les evitara la desaparición política. Afortunadamente lo lograron porque serán muy importantes en la inmediata acción política y electoral, y en la gobernabilidad de Bogotá.

Si a la orfandad política se suma la orfandad de su precaria gestión, donde algunas importantes coberturas lograron indicadores de éxito - pero no visibles, suficientes e importantes para las clases media y alta -, no tenía posibilidad alguna de salir avante, postergar su agonía en el cargo y prolongar la crisis de gobernabilidad de la ciudad.

Con su salida se puede ir un modelo de ciudad que en lo general es bastante bueno y avanzado, y cuya destorcida vendrá lentamente en detrimento de la gente pobre: poco a poco volverán a cobrarle el agua a los estratos  1 y 2; las menores tarifas de Transmilenio, dirán los operadores que afectan su billonaria utilidad, volverán a subir peso a peso hasta quedar donde estaban hace dos años; al modelo de basuras le pasarán factura por cada uno de las problemas de implementación para justificar el retorno al anterior meganegocio; se echará atrás la magnífica idea de que la EEB compre Isagén como decisión estrategia para que Bogotá tenga una diversificada y autónoma matriz energética de largo plazo en tiempos de calentamiento global; y si gana las elecciones un emocionado uribista o un radical santista, revisará todos los proyectos de infraestructura para revisar la contratación del metro, de las nuevas troncales de transmilenio, de los cables para los barrios pobres del norte y del sur, los colegios que no hizo el que se fue, y así sucesivamente.

Dos aspectos se conjugaron para no hacer una mejor ciudad desde la visión de una Bogotá Humana: intereses particulares afectados por decisiones en el uso del suelo, y la ineficiente y testaruda gestión de Petro, porque muchas veces trinamos e hicimos columnas diciendo que aprendiera de la izquierda de Brasil, de Chile, de Ecuador y de Uruguay, y que la transformación de muchas ciudades brasileras la hizo el PT. Creo que sin ser suficientemente consciente, Petro pisó muchas chequeras y al final esas chequeras lo pisaron a él.

Los errores políticos y ciudadanos de Bogotá

Se llegó a decir que Bogotá era la ciudad con mayor cultura política y por tanto que la opinión de Colombia estaba en ésta metrópoli. Mentira. El triunfo de la izquierda y sus reiterados malos gobiernos fue por falta de cultura política y de una cultura ciudadana que no logró cimentarse para defender un proyecto de ciudad en construcción. Pero también por culpa de las individualidades dominantes en los partidos de la Unidad Nacional. Si Gina, Luna y Galán hubieran hecho frente común, porque Peñalosa era candidato verde uribista, tal vez Petro no hubiera ganado. La división de los “espíritus superiores” derivó en un parcial triunfo (32% de votos obtuvo el exalcalde), como lo será Santos si gana la primera vuelta con un 32 %. Pero el desvarío político de Peñalosa de creer que si sumaba a Uribe ganaría, también fue culpable del triunfo de Petro. Las metidas de pata de una clase políticamente incorrecta e individualista.

Qué viene ahora: la reinvención de Bogotá

Se equivocan quienes dicen que Bogotá debe retomar el rumbo de hace una década. Se equivocan. El proceso se fracturó para siempre, y la ciudad hay que volverla a repensar porque no es la misma de esos años. 

Jaime Castro ya no sirve porque no tiene una nueva idea de ciudad, solo tiene cabeza para confundir jurídicamente a la ciudadanía, y su campaña contra Petro era para despejar sus tantas veces fracasado intento de volver al palacio de Liévano. Mockus en sus pensamientos y afectado en su salud. Peñalosa, las urbes del siglo XXI son mucho más que la complejidad de un desarrollo basado en infraestructuras. Y lo rescatable de la fracasada aventura izquierdista, lo social, tampoco, porque su concepción necesita ir de la mano de un proyecto de desarrollo global de nuevo tipo: nueva economía con base en educación, ciencia y tecnología, y creando ciudades sostenibles y de la innovación dentro de la gran ciudad.

Entonces, la responsable gestión financiera, la cultura ciudadana, el desarrollo físico y la intervención social, hay que recrearlos para actualizarlos y complementarlos para una ciudad que cambio a la fuerza dado el crecimiento acelerado determinado por la confusa realidad de una nación en conflicto perpetuo, y para un proyecto de ciudad donde lo urbano será el centro de la actual y de la futura sociedad nacional y mundial. Son días de nuevos paradigmas políticos, económicos, sociales, culturales, intelectuales, tecnológicos, ambientales y globales.

Bogotá necesita construir una nueva senda, comenzando por mejorar y terminar lo mejor posible con el plan de desarrollo vigente. Sin embargo, hay un desafío político enorme para la Alianza Verde, porque el progresismo es parte de ella. Debe escoger terna para reemplazar temporalmente a Petro y debe tener candidato para pelear la alcaldía. De esta manera, Peñalosa tiene un descomunal reto: manejar con inteligencia, habilidad y apertura mental el juego político de esta compleja transición. Si lo hace bien, puede llegar a la segunda vuelta. Tiene a favor que en el partido hay gente muy buena (Navarro, Claudia López, Angélica Lozano, Angela María Robledo, Carlos Vicente de Roux,….) que conocen Bogotá y cuyos electores están en ella. Para una nueva ciudad debe haber una nueva propuesta política que termine bien el plan de desarrollo. Además, los mejores expertos de ciudad están más cerca de la Alianza que a los otros partidos.  

La Alianza y Peñalosa se juegan en Bogotá su inmediata y su futura proyección política y ciudadana. Otra nueva oportunidad les da la indignación, pero el candidato no puede decir cosas como las que dijo hace dos días:  ”…. le enfurecía que los organismos internacionales intervengan en asuntos internos del país”. Eso NO lo puede decir un candidato presidencial, doctor Peñalosa. Eso lo puede decir un uribista insensato.

La estrategia de Santos, apostar por las elecciones y no por el estado y el respeto del orden jurídico internacional, depende en gran medida de cómo los Verdes hagan su tarea en estos días. Santos puede ganar o perder la presidencia en la ciudad que lo vio nacer, porque lo único claro es que nos empujó a la extrema derecha. En horas cambió el rumbo de la compuerta y metió a Colombia en la exclusa de un viejo conservadurismo a ultranza y premoderno. A ese campo de concentración no entramos millones de colombian@s, como los que venimos de casas cercanas a las ideas de los dos únicos reformadores de Colombia en el siglo XX: López Pumarejo y LLeras Restrepo. 





BOGOTÁ CONTRA LA PARED


Cuando Luis Eduardo "Lucho” Garzón se sintió un político desocupado y una encuesta le dio opciones para aspirar a la alcaldía de Bogotá, desde ese día se dañó la senda que la ciudad había construido durante una larga década, porque sin conocerla ganó las elecciones y así llegó a gobernarla. No hizo lo que prometió en materia de movilidad y dejó contratada la fase III de Transmilenio que terminó en manos de la trama de bandidos que llegaron a asaltar la caja de la ciudad.

Cuando Petro también se sintió un político desocupado después de las presidenciales del año 2010, una encuesta le indicó que podría ganar la alcaldía de Bogotá. Sin conocerla y sin saber de gestión pública, ganó las elecciones. Vino con nuevas y buenas ideas que no serían fáciles de implementar en unos casos, como el cambio del modelo de basuras; imposibles de llevar acabo otras, como la creación de un ente de servicios públicos similar a las Empresas Públicas de Medellín (EPM); o difíciles de realizar en cuatro años, como el metro liviano por la tanta veces manipulada carrera séptima.

Ahora la ciudad anda mal: políticamente polarizada; socialmente más segregada, porque ante la arremetida de la derecha contra el gobierno de izquierda la administración se centró en gobernar para los pobres, y entonces los estratos medios y altos la atacan aún más y sin contemplación por razones ideológicas y por intereses económicos; una administración lenta e inexperta en ejecuciones que recibió una alcaldía desbastada; la fase III de transmilenio quedó mal y el IDU con la Secretaría de Movilidad y Transmilenio no han logrado darle una solución definitiva y futurista a la mala herencia; el cupo de endeudamiento fue difícil de lograr y entonces nuevas obras importantes comenzarán tarde; la puesta en marcha del SITP ha sido lenta y traumática; el  transmilenio no llega al aeropuerto; los 200 buses híbridos de la carrera séptima y prometidos para el 15 de diciembre, no han entrado en funcionamiento, y la lista sigue.      

En medio del caos acumulado llegó la decisión del procurador Ordoñez de destituir a Petro por haber cambiado el modelo de basuras, y así la capital y Colombia se encontraron con dos problemas adicionales y mayores.

Primero, la Constitución de 1991 le dio al Procurador poderes inconmensurables y nunca corregidos en su reglamentación. La llegada de un procurador ambicioso y en extremo fundamentalista, dejó al descubierto el vacío constitucional.

Segundo, un ordenamiento jurídico de mil cabezas donde no hay acuerdo entre sus organismos y entre los expertos, la ciudadanía no tiene nada claro. Como me decía una amiga: si escuchas al Procurador, al Alcalde, al Fiscal General, a los constitucionalistas, a los abogados y juristas especializados, al Ministro de Justicia, a todo el que levanta la mano y que haya pasado por una facultad de derecho, todos “tienen” razón pero la ciudadanía y las instituciones se quedan sin razón.

Estos dos aspectos, en el entorno de la coyuntura de Bogotá, muestran la débil institucionalidad de Colombia y permite hacer la lectura de que un sistema de justicia con espacio para todo tipo de argucias por tener tantas posibilidades de interpretación y de salidas, solo es funcional y da garantías a quien puede esgrimir todos los recursos. Entonces, la “justicia” es para los que tienen poder, y la injusticia para los que no lo tienen.

De esta manera, habrá para Bogotá decisión política – judicial ¿cuál? cualquiera, en consecuencia, por dignidad personal y por honestidad con el lector, es mejor no especular sobre el futuro inmediato de la capital porque será una decisión ideológica que desborda el sentido común del ciudadano.

En cualquier circunstancia, lo peor sería un alcalde de año y medio y de la otra orilla, que llegue a cambiar todo cuando en ese tiempo no alcanzaría a cambiar nada, por el contrario, dejaría más desbordada la ciudad, pues al buen estilo colombiano de no respetar nada del antecesor, revisaría todos los proyectos: metro, nuevas troncales de transmilenio, los cables, el nuevo modelo de basuras (cuyo nuevo modelo es correcto), el POT, y así la ciudad extendería su postración. Lo mejor sería que termine Petro o uno de sus secretari@s, porque al menos sabemos que es una administración que no roba a la ciudad, y porque ahora tiene que entrar en etapa de ejecuciones para lo cual sería bueno concertar una mesa de seguimiento ciudadano.

Sin embargo, no está por delante el sentido común ni la ciudad, están por delante las viejas ideas con las que siempre se ha pensado y gobernado éste país: premodernidad, ambiciones personales de unos cuantos con intereses propios pero no con el interés prioritario de la ciudad y sin cuidar de desmoronar aún más la debilidad institucional de la nación. Nada más patético que escuchar a Miguel Gómez Martínez y al procurador Ordoñez luego de leer el ensayo de William Ospina: “pa que se acabe la vaina”. Pero también escuchar al populismo de izquierda, que al igual que la derecha, no tienen un proyecto para una nueva nación. Todos con ideas del pasado, sin ideas para el futuro. Para unos es el crecimiento con asistencialismo, para los otros es el asistencialismo con crecimiento, cuando la ecuación correcta es: desarrollo con intervención social.  

Este caos con el que se inaugura el 2014 no es más que el reflejo de un sistema político cuyo único fin es ganar elecciones sin importar que el interés personal se lleve por delante el interés general.  Petro quiere ser presidente, Ordoñez también, muchos quieren ser alcaldes para después ser presidentes o para cerrar su carrera política. La ciudad está después; la ciudadanía, las instituciones y la nación, también; y la extrema derecha que gestó 67 años de barbarie, está al ataque y no le da tregua a la paz y a la ciudad.

Por ahora el alcalde llenó nuevamente la plaza de Bolívar el segundo viernes de enero de 2014, pero sigue la expectativa por la reacción del Procurador, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de los resultados de las tutelas. Mientras tanto la ciudadanía debe pensar que ella fue la que puso los alcaldes y por tanto que ella también es culpable de que su ciudad esté contra la pared.





FIN DE LA OLA VERDE Y FIN DEL 

SUEÑO DE UNA OLA MULTICOLOR



No llegaron a ningún acuerdo los compromisarios del Partido Verde, de Compromiso Ciudadano y Progresistas. 

La gente del fajardismo no aceptó un centro con puerta abierta a la izquierda pero no a la derecha. 

Peñalosa tampoco quiso nada con la izquierda. 

Se desbarató el Partido Verde, y la izquierda terminará nuevamente unida luego de una consulta para escoger entre Navarro y Clara Löpez, que ganará ella. 


De pronto Compromiso y Mockus crean un centro sano, y Peñalosa queda como rueda suelta.

Y el centro derecha desbaratado. Santos mal en la opinión, y el uribismo eliminándose así mismo. Mientras tanto, Colombia sigue sin rumbo por falta de una clase política que piensa en sus intereses y no en los de la nación. Queda como testimonio la siguiente nota, que escribí cuando los compromisarios de las tres vertientes estaban conversando, confiando, tal vez soñando, con que era posible que éste país evolucionara políticamente. 

***

Si el proceso de conformación de la tercería se consolida - lo cual depende de cómo la mesa de compromisarios asuma la bipolaridad política de Peñalosa y de que tan independientes y alternativos quieran ser -, el Partido Verde debe hacer un acto de desagravio para pedir perdón a los 3´700.000 seguidores de la Ola Verde, por haberlos abandonado en la plaza pública, donde aún esperan.

Es la mayor frustración política de los últimos veinte años, porque encarnaba una ola de indignación pacífica, educada, soñadora, joven, inteligente, transparente, comprometida, y algo ingenua.

La nueva tercería debe comprometerse a no ser otra efímera instancia electoral. Las bases programáticas y de principios están dadas desde las elecciones pasadas, por supuesto con los ajustes que se deben hacer para una sociedad que está despertando y que no quiere las mismas promesas y las mismas ideas con las que fue distraída en las últimas cuatro décadas.

Hay un país distinto y un mundo diferente, por lo tanto, debe haber partidos diferentes con nuevos programas nuevos principios y nuevos derroteros ideológicos y globales.

Las bases más recientes de una propuesta programática moderna la construyó Compromiso Ciudadano por Colombia en las últimas elecciones, a la que se sumó la saga de los Verdes y a la que ahora se integran los Progresistas.

Los grupos que representan las tres vertientes de compromisarios están construyendo sobre lo construido. Es un capital que deben rescatar y expresar en voz alta: es parte del perdón pero también el camino al futuro. En las tres vertientes hay propuestas, que unidas creativamente en sus diferencias, no están en el frente de la agenda de los partidos tradicionales y en sus recientes híbridos.  

El acto de desagravio con la Ola Verde debe tener como testigos los otros compromisarios de la alianza, si sueñan con conformar una nueva ola, esta vez Multicolor. Todos deben comprometerse a no fallarle a su gente y al país, incluso si no son ganadores absolutos en el 2014. La Concertación gobernó Chile durante 20 años. Ahora es posible que vuelva a gobernar bajo la Nueva Marcha. El PT ganó en Brasil en el tercer intento. El futuro no se construye en un día para que dure un día.  La nueva alianza debe llegar para quedarse.

Si la tercería va unida en las diferencias, como la Concertación en Chile (democracia cristiana + social democracia + socialistas), y como también ocurrió en torno al PT en Brasil, será una resuelta opción de poder. Por eso no se debe dejar de insistir en que Clara López se sume. Un compromiso ciudadano de los cuatro movimientos y partidos conformaría una Ola Multicolor, que pelearía la segunda vuelta contra Santos - Vargas Lleras – Mauricio Cárdenas. Una segunda contienda entre regionalistas y centralistas.

Hasta antes de los paros campesinos el escenario electoral 2014 estaba definido: Santos por la paz y Santos porque no hay más, escribí. Pero ahora el panorama es otro. Hay que volver a barajar, porque los campesin@s y ciudadan@s de Colombia no están content@s con el orden de las cosas. Por eso la paz es de todas y todos, por supuesto, conducida por el presidente Santos, en cuyo empeño no dejará de insistir y que los demás debemos acompañar, apoyar y agradecer sin vacilación.

Dado este contexto, la Tercería Multicolor sería una opción para el postconflicto, esa debe ser su carta y esa su propuesta, porque en sus ideas están las bases para una nación inclusiva, educada, sostenible, innovadora, creativa, emprendedora, inteligente, transformadora de su desarrollo productivo y de su comercio internacional, interdependiente, soberana e integracionista, con ciudades y regiones innovadoras, autónomas y sostenibles, y con un campo productivo, tranquilo, ambientalmente limpio y avanzado. Son los contenidos generales de una propuesta programática duradera, luego de 67 años de barbarie que deben acabar YA.

Qué bueno sería en 2014 una segunda vuelta presidencial entre dos opciones para la postguerra, y no una contienda entre la paz o la violencia, porque significaría que Colombia aún no ha salido de la ceguera y de la demencia. 


Principios y programa vs egos y oportunismo

Pero antes que cualquier visión deseable ocurra, muchas cosas deben resolverse en la mesa de compromisarios, porque la situación política y general del país no es la misma de hace tres años.

Hay factores que impedirían una fluida convergencia, porque aun priman intereses individuales antes que los intereses y sueños de las colectividades que representan. Con esa visión el proyecto fracasará, porque una débil alianza salvará a los pequeños partidos de los umbrales, pero no será una opción creíble para la cada vez más apática, desanimada e incrédula ciudadanía que busca otros espacios de expresión distintos a la de los partidos políticos.

Lucho Garzón no puede tener un pie en los Verdes y otro en la Unidad. Una cosa es que los Verdes acompañen al presidente en la paz, y otra cosa es que sigan incondicionales su ruta de gobierno. El presidente, más poderoso y hábil, lo tendrá esposado a su silla hasta cuando el Consejero le tenga anclado una parte de los Verdes en la Unidad Nacional. Pero estos no pueden continuar anclados a ésta para que Garzón y otr@s sigan anclados en el gobierno. Deben ser éticos e irse ya y para siempre o volver ya y para siempre. Del electorado no se deben burlar y al electorado no deben manipular. Pero esto ocurre por la debilidad de los partidos y por el ejercicio de la política en torno al espectáculo de la carpa circense de las elecciones.

Enrique Peñalosa no puede estar en los Verdes y también en el uribismo. Quiere un partido y una alianza funcional a su mirada de clase que no es la única para un país diverso, segregado y desigual, ni la única dentro de los Verdes.

La ambivalencia política del ex alcalde es antidemocrática y fuera de contexto, pues reconoce a Petro pero al mismo tiempo apoya su revocatoria. Es contradictoria, en cuanto a que se enmarca en la tendencia de alianzas en torno a principios y programas, pero borra con el codo cuando quiere tumbar a uno de los posibles aliados. Y cierra una puerta a la reconciliación, cuando dice que jamás entregaría el Partido Verde al M-19. Comentario con más de 20 años de rezago. Bipolaridad política.

Más bien se le recomienda asumir un talante superior, como experto de ciudades y como aspirante a la presidencia de la república, indicar orientaciones para mejorar la gestión de lo decidido en el plan de desarrollo y en el concejo de la capital para el cierre del periodo Petro, y señalar y argumentar sus principales críticas de cara al futuro.

Pero no tiene presentación conformar una tercería tratando de sacar del escenario a uno de sus aliados, con el riesgo de ser derrotado, porque en términos de revocatoria no creo que la ciudad acompañe la idea de quedarse sin alcalde a dos años de terminar un gobierno, así este sea reconocido por ineficiente.

Alfonso Prada, más liberal que Verde, seguirá fastidiando hasta tanto los liberales o la U no le den el lugar que él cree que merece. Pero ese lugar no se lo van a dar, porque lo prefieren como cuña dentro de los verdes, y por esos seguirá estorbando de la mano de su jefe Peñalosa.

El fajardismo está en la Gobernación de Antioquia con la bandera verde, pero actúa como si fuera una fuerza independiente a través del sueño de Compromiso Ciudadano por Colombia. Es el gran elector que ahora tienen los Verdes, la fuerza que puede darle más votos en el 2014, y la gran esperanza para el 2018 y más allá,  pero no ha sido bien tratado. Se olvidan que una encuesta de hace pocos meses, antes de las inhabilidades para aspirar a posiciones electorales, daban a Fajardo de segundo pegado a Santos. Ni que decir, algo que desconoce de manera reiterada Peñalosa, cuando Fajardo hizo duplicar en ocho días las encuestas de los verdes, y en quince ayudó a hacerlas subir hasta el 30% con la imagen de los cuatro ex alcaldes.

Y ¿Mockus dónde está? “mirando espero”, diría.

Observando desde el balcón, esta es mi interpretación de los Verdes, y tiene el ánimo de aportar a la mesa de compromisarios, porque los principios, el programa y las ilusiones de millones de ciudadan@s deben estar por encima del interés individual de unos “líderes”.

Las encuestas: efectos de la protesta

Lo escrito en esta nota refleja la liviandad y crisis del agotado sistema político colombiano. En manos de unos pocos que no llenan los dedos de las dos manos, está el futuro de la tercería, que según la encuesta del 18 de septiembre: Navarro (13%) + Peñalosa (10%) suman 23% de aceptación, y agregando el 22% de Clara López, disputarían en segunda vuelta la presidencia 2014.

La tercería y el Polo de Clara deben entender que hay gente que aún cree en el ejercicio electoral democrático, y que en este momento no está confiando mayoritariamente ni en el santismo ni en el uribismo. Pero tampoco creer que tienen asegurada esa favorabilidad. Mucho deben asimilar del pasado reciente, mucho deben leer el presente, y mucho deben crear para un futuro incierto.

La indignación, el malestar y la protesta de estos días, es volátil, cambiante, impredecible, diferente, y obedece a razones de la moderna sociedad global y a causas estructurales específicas de Colombia. Esto la hace compleja, contundente, decidida y se mueve como marea difícilmente controlable, así el ministro Pinzón esté pensando en enviar a la cárcel a quien porte una pancarta reivindicando causas vitales negadas por el estado desde hace siglos.     

La Ola Multicolor para el postconflicto ahí está, confiando que la cordura prime, y esperando el gesto de humildad que diga: “nos equivocamos, pedimos perdón, pero aquí estamos, vamos para adelante porque debemos edificar la paz”.

El Polo también debe pedir perdón después de los Morenos y por los 2´500.000 de seguidores que acompañaron a Carlos Gaviria, si quieren conservar o incrementar el 18 o el 22% de favorabilidad.

Santos debe entender que la Colombia del futuro no la debe construir con la Colombia del pasado. Las modernas ideas para un pasado no son las ideas modernas para el futuro. Y al Centro Democrático no sé qué decirle.


MESA NACIONAL AGRARIA POR EL 

CAMPO Y LOS CAMPESINOS 

DE COLOMBIA


Fruto de los paros de la semana antepasada, el presidente Santos instaló una mesa de concertación para un pacto que derive en nueva política agraria y de desarrollo rural.

El pacto depende de la metodología que se acuerde para abordar tantos y tantos temas, de tantos y tantos años de olvido, con tantos y tantos actores en orillas opuestas que derivaron en 67 años de tant@s y tant@s víctimas, en su mayoría campesinos y en su mayoría inocentes, todo por culpa de la captura ilegal y violenta de tierras que le cerró el paso a todo intento de reforma agraria, acompañado de rezago tecnológico, baja productividad y una inequidad que se ensañó con el país rural. Es la saga de premodernidad de Colombia.

El éxito de la mesa depende de concertar unos focos estratégicos de largo plazo para evacuar una primera agenda de cambios estructurales. Se me ocurren dos:

El primero y complementario a las medidas ya acordadas para levantar los bloqueos y convertidos en decretos presidenciales, se debe centrar en la productividad, la libre competencia y el comercio internacional, y en un programa que tome una porción de las regalías de ciencia y tecnología para el campo.


Y el segundo, para generar condiciones que deriven en medios rurales con calidad de vida: educación, salud, vias, conectividad, y desarrollo de pequeñas ciudades y poblaciones, todo, con sostenibilidad ambiental.

Yachay. Ecuador está creando una Ciudad del conocimiento en área rural. Foto bajada de internet. En los días de la crisis electoral en Venezuela, el Presidente Correa andaba promocionando este proyecto por Europa y Estados Unidos, el cual ya está en construcción. 

Dejar para el postconflicto un segundo bloque de la agenda, sobre los demás factores relacionados con problemas de propiedad de la tierra, modelo de producción y ordenamiento territorial con desarrollo regional. Esa discusión solo será posible cuando se tengan los estudios de un censo nacional del sector rural. Sin información actualizada es imposible tomar decisiones estructurales.

Sin embargo, los que se sentarán en esta mesa representan el viejo y el nuevo país, en un contexto de malestar general de una nación que está aburrida, desmotivada, y que quiere un cambio radical en el ejercicio de la política, en la orientación de las políticas de desarrollo, en la reestructuración gremial, y en la construcción de instituciones inclusivas y sostenibles. 

Esta mesa hay que mirarla como el anticipo de una Colombia en paz y su primera prueba de fuego. Por eso, esta mesa no es para pensar la continuación de la guerra y que en ella se sienten quienes no quieren la reconciliación. Esta coyuntura que se anticipó a los tiempos de la agenda de las negociaciones en La Habana, debemos asumirla como parte de la reconstrucción de la nación y su camino al desarrollo.



P.D.: Un primer escollo en la instalación de la mesa nacional: los campesinos de la mesa de Tunja no vinieron a la instalación porque lo consideran un acto de más con los mismos, pues los gremios tradicionales no los representan. Sin embargo, se verán la cara con el gobierno el próximo 16 de septiembre. 



LA MINISTRA CAMPO Y LOS 

ESTUDIANTES


El problema de la universidad pública colombiana no se soluciona con las ideas de los pragmáticos, que pretenden una mayor comercialización de la matricula para superar rezagos financieros que debe asumir el estado. Ni tampoco se resuelve con las ideas de la esquina opuesta, que defiende una cierta idea de autonomía universitaria a ultranza. Ambas partes tienen el discurso incompleto.

La educación superior, su calidad y pertinencia, pasa por la construcción de instituciones inclusivas y por cambios sostenidos en la especialización del sistema productivo, relacionados con el desarrollo de la ciencia, de la tecnología y de la innovación, para formar culturas creativas, innovadoras, emprendedoras e incluyentes. En este contexto se definen las transformaciones de la educación y de la universidad, y su papel en los cambios de la sociedad.

La universidad forma recursos humanos para la transformación y recibe como retorno nuevas lecturas de la realidad, nuevas necesidades y nuevos problemas, para dar saltos de calidad como sector generador de conocimiento.

La universidad colombiana debe ser una ventana abierta a la sociedad, donde el conocimiento fluya en doble via configurando relaciones virtuosas crecientes y continuas con los entornos. De la universidad debe emerger parte importante de una nueva generación de empresas innovadoras para una economía de la innovación y de las oportunidades basada en la cultura, en el desarrollo científico y tecnológico, y en la educación.

La universidad debe ser el germen de una cultura por el desarrollo y la productividad antes que de la competitividad, porque éste es un concepto final no un concepto de partida, la productividad sí. Por eso, cuando la innovación se asume para mejorar la competitividad y no para elevar la productividad, dinamizar la transformación productiva, y estimular la creatividad y el emprendimiento en la economía y en la sociedad, deriva en un concepto blando, especulativo e intrascendente, por lo tanto perjudicial, tal como ha ocurrido en Colombia con el emprendimiento, clusters, sistemas de innovación y de competitividad, entre otros.

Colombia ¿nación emergente?

Las naciones emergentes no siguen a ultranza la senda de las naciones avanzadas. Las naciones emergentes se estructuran como estados, economías y culturas basadas en relaciones de interdependencia y no de dependencia, como ocurría cuando eran subdesarrolladas.

Su aspiración es configurarse como naciones desarrolladas de nuevo tipo, para una sociedad cambiante y una economía que será distinta, porque desde cualquier lugar que se mire estamos asistiendo a un momento inédito de la historia de la humanidad, que insinúa perspectivas y posibilidades pero también problemas y soluciones inéditas.

En este contexto se deben aterrizar preguntas fundamentales sobre las relaciones del mercado con la universidad. ¿Por qué tan pocas empresas hacen en Colombia investigación y desarrollo? ¿Cuál la contribución de las empresas para dotar con equipos más robustos los laboratorios de investigación? ¿Cuál su propuesta para impulsar parques científicos y tecnológicos ligados a las universidades, crear centros de investigación para el desarrollo tecnológico de sectores productivos claves, formar centros de emprendimiento e innovación, y desarrollar ciudades de la innovación?

Un sector privado que responda a estos desafíos es el que necesita Colombia y las universidades, pero, son escasas las organizaciones empresariales que en el país hacen investigación y desarrollo, entre otras razones, porque el sector privado no ha sido proactivo en impulsar una política industrial y de innovación profunda y sostenida para avanzar a actividades y sectores de mayor complejidad tecnológica, elevar la productividad via conocimiento y creatividad, generar equidad via oportunidades de calidad, y abatir la dependencia de los commodities.

En el escenario de la política industrial se nutren las relaciones de calidad y cantidad con las universidades en cuanto a recurso humano calificado y proyectos conjuntos de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i). La innovación basada en una cultura de la creatividad respaldada en una potente política de ciencia tecnología e innovación, es la que permite elevar sostenidamente la productividad a tasas similares a las de economías emergentes dinámicas - que son el mejor referente para un país como Colombia -, y contribuir a la formación de instituciones inclusivas.

La innovación conceptualmente robusta vinculada a un desarrollo conceptualmente robusto, emana del conocimiento generado en la universidad y transferido a la sociedad a través del recurso humano, y absorbido por el mercado a través de la política industrial y de innovación, conformando un círculo virtuoso de relaciones crecientes, sostenidas y estimulantes, entre universidad - empresa - estado - sociedad.

Por lo cual, pensar que via un incremento en las matrículas se salvarán las finanzas de la universidad pública, es un dogmatismo de mercado en una sociedad tan desigual con una inmensa mayoría de población con ingresos escasos y con un desarrollo económico perezoso en agregar valor y en impulsar nuevas actividades de alta tecnología. 

Reclamar respeto a la autonomía, sin trazar las posibles y nuevas relaciones de la universidad con la sociedad, la economía y el estado, es otro dogmatismo, donde la correcta exigencia de los estudiantes por una educación de calidad, se diluye.

Aterricemos lo dicho en la realidad. Colombia recién tiene dos universidades (Andes y Nacional) entre los puestos 300 a 400 del mundo, sin destacarse ningún programa en áreas de ingenierías y de ciencias básicas, lo cual refleja el bajo nivel de patentamiento, escasas empresas de alta tecnología creadas desde las universidades el mercado y el estado, y la baja productividad de la economía por debilidades en investigación e innovación.

Economías emergentes como Brasil y México tienen una universidad entre las primeras 150, y otras emergentes más avanzadas, como Singapur, Corea del Sur, Taiwán, Israel, Nueva Zelanda, entre otras, que comenzaron su senda al desarrollo hace 60 años, ubican una o más universidades de investigación entre las primeras 100. Por supuesto, sus inversiones en ciencia y tecnología, número de patentes, inversión del sector privado en investigación y desarrollo, son infinitamente superiores a los de Colombia, aunque inferiores a los indicadores de Estados Unidos, Alemania y Japón, las potencias industriales del planeta.  

Entonces, más capital privado aplicado a la investigación, al desarrollo y a la innovación (I+D+i) con las universidades, es posible si se reencamina la política industrial y de innovación al cambio estructural del sistema productivo y del sistema de ciencia, tecnología e innovación, y la relación de ambos con la educación. Es un proceso de causación sistémica positiva entre desarrollo económico - política industrial - investigación – innovación - educación, que a su vez implica cambios culturales. En últimas, Colombia tiene rezagos estructurales como sistema productivo y de innovación, y como sistema de educación y de investigación.

Nuevo estado y desarrollo

Lecturas recientes de la realidad en torno a política pública y desarrollo, muestran que el estado ya no será un blando y permisivo regulador en relación al desarrollo productivo, la ciencia, la tecnología, la innovación y la educación.

La sociedad global está insinuando cambios. El modelo de estado y de economía en las naciones emergentes es el de sociedades con mercado y no el de sociedades del mercado para construir sociedades de calidad y no sociedades dádivosas. Esto determinará un equilibrio donde se distribuirán espacios entre agentes del mercado, desarrollos público privados, y una nueva ola de regulaciones, intervenciones e inversiones tecnológicas y productivas públicas. Es el reequilibrio de los actores en una nueva sociedad con mercado.

Lo anterior se originará en la educación por su capacidad de hacer investigación básica y aplicada transferible a la sociedad, a la economía y al estado, pero también como receptora de conocimiento desde la economía, la sociedad y el estado, para conformar la sociedad, la economía y el estado del conocimiento y de la innovación. Son círculos virtuosos que liberan condiciones para que la propiedad intelectual permita que el conocimiento, la investigación, la innovación y el emprendimiento, fluyan en distintas direcciones, conformando complejos sistemas de innovación, de investigación y de producción multidireccionales.

En este tipo de sociedad, no hay espacio para el choque de posiciones opuestas y ya superadas en el desarrollo de las naciones: comercialización a ultranza de las universidades, y autonomía universitaria que crea barreras con la economía y su política industrial y de innovación, y los nuevos modos de hacer ciencia – tecnología – innovación con la sociedad.

Por eso también caben preguntas a los estudiantes: cuál su posición respecto a la propiedad intelectual. Cómo conciben la relación de la investigación y la economía. Cómo entienden la relación investigación – innovación – desarrollo o la relación universidad – empresa – estado - sociedad. Cuál el papel de la universidad en la creación de empresas de tecnología. ¿Pueden los estudiantes, investigadores y profesores crear empresas innovadoras? Qué papel juega la universidad en la creación de parques científicos y tecnológicos y otros hábitats de innovación. Estos son aspectos que deben discutir y pedir que la universidad también avance hacia allá. Estos debates se dieron en países que nos antecedieron en su ingreso al desarrollo. 

La interdependencia científica y tecnológica (abatimiento de la dependencia, parte del discurso de los estudiantes) se construye desde una nueva idea de sociedad, de economía y de estado, donde la universidad deja atrás el enfoque lineal de universidad modo 1: la que forma, investiga y entrega resultados al mercado. Este modelo unidireccional tuvo vigencia hace 50 años en los países avanzados e intenta sobrevivir en países con rezagos estructurales ¿Colombia?

Si la ministra Campo hubiera propuesto una reforma en torno a la sociedad del postconflicto, los retos de construir una nueva sociedad con nueva economía con nueva política industrial y nuevo estado - que es mucho más que la universidad para la competitividad -, y adelantado un proceso pedagógico creativo, iluminador y convocante en torno a las nuevas relaciones entre sociedad – universidad – empresa – estado, hubiera flexibilizado la mirada de los estudiantes, no los habría conducido a refugiarse en algunos dogmatismos, y más bien reivindicado su justo reclamo para disponer de una educación superior de calidad y para todos. 

La universidad privada también tiene rezagosy es funcional con el rezago general de Colombia y su lugar intermedio en el desarrollo mundial. Los problemas o fallas en la relación universidad – empresa – estado - sociedad, también está en las instituciones privadas de educación superior, y tal vez más, porque en ellas no hay algunas barreras como ocurre en la universidad pública.

La fallas del mercado y las fallas del estado, son fallas institucionales estructurales del macro sistema de educación – investigación – innovación - producción, y del modelo general de crecimiento de Colombia. El posconflicto invita a pensar un nuevo estado, una nueva sociedad, una nueva economía,….. y una nueva educación. Esa es la paz.




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