Desarrollo productivo y economía de la innovación

Introducción


contacto: jacostapuertas@gmail.com


Las políticas industriales cayeron en desuso cuando el modelo de mercado se empezó a imponer en el mundo en los años 1970. Los países avanzados habían hecho lo que debían hacer para dominar la economía mundial. Sin embargo, excepto naciones de Asia, los demás países en desarrollo se quedaron a mitad de camino, entre ellos, los de América Latina.

Luego de años de economías cerradas que impidió entender cambios globales, y reemplazada por una doctrina económica que dijo: "lo que hoy no producen jamás lo podrán producir", socavaron las oportunidades de impulsar nuevas actividades y sectores de media alta y de alta tecnología, difusores de conocimiento en la economía, en la sociedad y en el Estado.

Pronto esa doctrina cayó en desgracia, pero los efectos se habían logrado. Algunos de los que condenaron la política industrial, ahora reivindican la necesidad de una nueva política industrial o de desarrollo productivo.

En las negociaciones de los TLC, los países que renuncian a desarrollar bienes de alta tecnología, los desgravan de inmediato, y de esa manera pierden espacio para el cambio estructural. La globalización significa la posibilidad de construir conjuntamente desarrollo, en consecuencia, en la negociación de los tratados de libre comercio debe subyacer esa idea, de lo contrario son un espejismo de los cuales se benefician unos pocos en detrimento de la transformación de la economía.

Al tener limitados sus espacios para desarrollar su potencial de conocimiento, creatividad e innovación, se restan posibilidades de emprender nuevos productos y nuevas empresas innovadoras de alto impacto, que son las que cambian las economías y la sociedad.

Por eso, esta página no es para retornar al pasado, tampoco para quedarnos en el dubitativo y superficial presente, es para conversar, analizar, informar, proponer y crear nuevas opciones de políticas, estrategias,  y nuevos negocios de gran suceso.

Por restricciones de espacio no se puede publicar en este blog mi reciente trabajo: ¿es la política de competitividad y de innovación la nueva política industrial y de innovación de Colombia?. Pero se puede consultar en publicaciones policy paper #39 en www.fescol.org, también en la página principal de la Fundación Friedich Ebert Stiftung. www.library.fes.de, y en www.scribd.com/jaime_acosta_63.




Autor: Jaime Acosta Puertas.


jacostapuertas@gmail.com



ECONOMÍA DE LA INNOVACIÓN, LA PAZ Y EL FUTURO DE COLOMBIA


Este es el título de una publicación para la Friedrich Ebert Stiftung de Colombia. El siguiente es el link para su consulta



jacostapuertas@gmail.com 


    La concepción de este documento es para una Colombia en paz. Es coherente con el espíritu progresista, humano, moderno y democrático del acuerdo final firmado el 26 de septiembre de 2016 en Cartagena, y sus justes posteriores. No es para un acuerdo que ate a la nación a un pasado que será mejor olvidar una vez haya justicia para todos y se conozca la verdad.


LA ELECTRÓNICA Y LA GUERRA POR EL DOMINIO DEL MUNDO. ¿Colombia qué?

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Los Estados Unidos están dando las últimas peleas posibles para conservar el primer lugar como potencia mundial. Sin embargo, la segunda guerra de los Bush contra Irak, fue el último triunfo absoluto que logró. De ahí en adelante han tenido que compartir victorias con otros, como en Siria contra ISIS, o aceptar derrotas como en Afganistán, nada que hacer en Ucrania, y en Venezuela ya no define solo el futuro de ese caos. Los rusos dijeron “alto ahí”, y una nueva guerra fría está en desarrollo. En lo militar, la Rusia de Putin, en veinte y tantos años reconstruyó el sistema militar y aeroespacial fruto de sus avances científicos y tecnológicos. Rusia no está resurgiendo sola, otro imperio la acompaña y son amigos estratégicos, la China Popular, que en veinte o treinta años dominará el planeta en el campo que quiera, algo que planificó desde los años 1980s. He ahí la importancia de pensar a largo plazo, algo que Colombia no hace ni siquiera como ejercicio de ciencia ficción.       

Pues bien, en estos días una de las noticias en el mundo es la guerra de Trump contra Huawei, para intentar frenar el desarrollo de las industrias chinas de hardware, también conocidas como industrias inteligentes, siendo la electrónica la principal de ellas. La decisión de Trump de prohibirle a las grandes industrias norteamericanas vender componentes electrónicos a la gigante asiática para frenar su avance en la tecnología 5G, anticipo de la futura revolución 5.0, muestra que la nueva guerra económica mundial es por la electrónica, la madre de todas las industrias, no es el software. Por el software ya nadie amenaza al mundo, porque las cosas no pasan de los temas de seguridad, de expansión informática y de los fake news del fanatismo.

Quien quiera dominar el mundo, una parte de el, o tener un pie en la economía y en la tecnología de la mañana siguiente, debe desarrollar una industria electrónica, del tipo y tamaño que considere, pero debe ser una industria estratégica de las política de desarrollo productivo, del sistema nacional y de los sistemas regionales de ciencia, tecnología e innovación, de la política de emprendimiento, de las empresas, y por supuesto de la educación. 

Algunos datos: el 83% del comercio mundial de industrias inteligentes de alta tecnología, es de la industria electrónica: las otras dos son, la industria aeroespacial y la farmacéutica. Más del 85% de la inversión de las empresas en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) es en industrias inteligentes (que a más de la electrónica, aeronáutica y farmacéutica, incluye sistemas de movilidad, energías alternativas, industrias de bienes de capital y de nuevos materiales de nueva generación). De ese porcentaje, el 36% es en electrónica. China, desde el año 2002 se convirtió en el primer exportador mundial de electrónica, y la brecha respecto a los países que vienen detrás, liderados por Estados Unidos, es cada vez más grande, por eso Trump reculará en poco tiempo, porque esa guerra la pierde, pues China tiene el mercado interno y de otros países para hacer todas las economías de escala en investigación y producción.  Mientras tanto, Colombia ocupa el puesto 72 en exportaciones pero el 38 en importaciones y su tasa de dependencias es de 40 a 1, es decir, por 40 dolares importados en bienes electrónicos, exporta 1 dolar y siendo más precisos menos de 1.  Entre los 71 países que están por delante, ninguno tiene una tasa negativa tan alta como la de éste país.  

En Colombia había más industria electrónica antes de la apertura de la economía en el año 1991, sin embargo, aún se forman más ingenieros electrónicos que en otras áreas de la ingeniería, por eso, ahí hay una disfuncionalidad estructural entre universidades y economía, razón por la cual la tasa de desempleo en el sector es dos puntos más alta que el  desempleo promedio de Colombia, lo cual es muy grave, porque es un indicador demasiado alto para un sector de personas calificadas, que es además el más innovador, el que más crece y el que más produce en el mundo. Cuando se da un proceso de desindustrialización las primeras industrias que se castigan son las de los sectores más avanzados porque estos requieren de un estado emprendedor, como lo concibe Mariana Mazzucato, que explica el éxito de los países avanzados y emergentes del mundo.  

En Colombia, no hay la menor intención ni preocupación por desarrollar esta industria como parte de una estrategia integral y superior por impulsar las industrias inteligentes, que es una apuesta estratégica multisectorial y multidimensional, y no una apuesta sectorial. Entonces, la electrónica y otras industrias inteligentes no están en las políticas de desarrollo productivo y de ciencia y tecnología, ni la electrónica aparece en los sistemas regionales de competitividad y de CTeI. Además está escondida en los ejercicios de especialización estratégica inteligente que impulsan Bogotá y Medellín, donde la electrónica va colgada en las áreas de energía o en las TIC o en cualquier otro sector donde alguna electrónica se hace. Es como si fuera un sector vergonzante y que nadie quiere. Tampoco está en el radar de los gremios, de las incubadoras y aceleradoras de start ups,  de los centros de estudio, y en los centros de investigación desde los cuales suscitar una dinámica de proyectos electrónicos innovadores (spin offs).

Nada o poco se resuelve con que la electrónica esté en el listado de convocatorias de Innpulsa o de Colciencias. Se necesita algo más complejo, pensado,  sofisticado y planificado que requiere de visión y de gran voluntad política para desarrollar una industria nacional de carácter global que incluye la integración con otros países y multinacionales. La dependencia tecnológica absoluta en esta industria y en otras inteligentes, es igual a una persona que solo sabe leer y escribir, sin desarrollar pensamiento crítico, conocimiento y creatividad.

Las industrias 4.0 emergieron para llevar a un nivel superior el desarrollo industrial y de paso los servicios y las actividades primarias. Impulsar las industrias 4.0, sin impulsar al mismo tiempo industrias inteligentes, es como tener una televisión, un computador y un celular de alta gama, que luego de prenderse y mostrar una imagen nítida, al rato aparecen en toda la pantalla lunares negros del tamaño de unas monedas. Con la desindustrialización, Colombia quedó en manos de algunas industrias 2.0, de actividades primarias 1.0 y con algunos asomos en la industrias 3.0 por cierta actividad en TIC para desarrollar aplicaciones. Con la llegada tardía a las industrias 4.0, Colombia logrará algunos desarrollos nuevos, pero limitados por el rezago de la matriz productiva y de investigación.

Colombia, a más de las industrias naranja, necesita de una política de desarrollo productivo que tenga dos planes estratégicos interrelacionados: uno, de industrias 4.0 y otro de industrias inteligentes, con la electrónica como industria principal. Sin embargo, esto no quedó en el Plan Nacional de Desarrollo a pesar de que algunos insistimos una y otra vez. Sin embargo, hay una serie de acciones para las 4.0 y alguna referencia para las industrias inteligentes desde las cuales podría colgarse una estrategia nacional que se debe liderar desde la presidencia de la república.

Entonces, la guerra de la electrónica pasa por Colombia como noticia de otro planeta en otra galaxia, porque ni siquiera, al apostarle los gobiernos de la apertura a la especialización en bienes primarios y en algunas industrias ligeras, desarrollaron una estrategia potente de largo plazo, para invertir en ciencia y conocimiento de vanguardia, que obligaba a un desarrollo industrial de las cadenas de alimentos y minería para luego dar el salto a otros sectores. En todo ese proceso evolutivo la electrónica es jugador clave.

Producir bienes primarios e industrias de menor complejidad, no es malo, lo malo es no desarrollar industrias asociadas y otras más avanzadas, así como educación, ciencia y tecnología de punta. Hay industrias nacionales que se basan en recursos naturales, pero al mismo tiempo hacen ciencia y tecnología para agregar valor, ser más productivas, competitivas y diversificadas. Ese es un buen camino, si esas mismas industrias invierten en nuevos sectores, lo hacen en áreas de la vida y sustentadas en una fuerte actividad en I+D+i.

Colombia destruye sin compasión recursos naturales finitos, todo por el narcotráfico y la minería, y por una idea perversa de modelo extractivista y feudalista, que piensa que si conserva ciertos equilibrios macroeconómicos y prebendas fiscales para las empresas, lo demás es secundario. Esta precaria visión conduce a la desindustrialización, a una escasa diversificación, limitada sofisticación, y al rezago en el sector más importante de la economía global: la industria y los servicios del complejo sistema electrónico, del cual depende toda la producción y el funcionamiento del sistema capitalista del planeta.

La desindustrialización de Colombia fue impulsada por una mala apertura y por los TLC con países N veces más avanzados. Ahora deberá elevar la tasa de inversión por encima del 40% del PIB durante dos o tres décadas, para invertir en desarrollar nuevas industrias y servicios, atraer platas de producción y centros de investigación, y hacer crecer la inversión en educación, ciencia y tecnología de manera exponencial, algo imposible con crecimientos del 3% de la economía. En otras palabras, está  presa en una trampa que ella misma creo.

    

¿Es el petróleo una maldición para un país?

Las economías de Venezuela, Colombia y Brasil muestran tres formas de aprovechar —o de no aprovechar— la abundancia de recursos naturales. ¿Qué las diferencia?


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Venezuela entre el petróleo y la crisis

Hace apenas unos años Venezuela era el país de América Latina que, después de Argentina, parecía estar mejor situado o reunir las mejores condiciones para convertirse en una economía desarrollada. Por esa época era muy agradable ir a Caracas; el campus de la Universidad Central de Venezuela o el Teatro Teresa Carreño eran instalaciones de veras envidiables. La sensación era la de una sociedad y una economía que darían el salto.

PDVSA (Petróleos de Venezuela S.A.) se convirtió en una gigantesca petrolera, con algunos desarrollos industriales, comercialización y ciertas capacidades tecnológicas en la exploración y producción de petróleo. Tanto así que ingenieros venezolanos hicieron posible la explotación de Campo Rubiales en Colombia.

Pero parece que todos los factores que tenía a su favor no fueron suficientes. Hace medio siglo empezó a gestarse la crisis que hoy padece ese país. El problema comenzó cuando los gigantescos ingresos petroleros no se aplicaron a la transformación de la estructura productiva que acompañaran las inversiones en infraestructura y las que también se hicieron en la formación de capital humano de alto nivel.

También vinieron los desmanes y la corrupción rampante del Copei (Partido Socialcristiano), del AD (Partido Acción Democrática), y de una clase dirigente que se lucró indebidamente de la riqueza energética, pues se evaporaron miles de millones de dólares.

El país se modernizó relativamente pero no avanzó. Más bien la economía venezolana se estancó y se acostumbró a la facilidad de la renta petrolera, creyendo que las enormes reservas serían eternas y que bastaba con diversificarse en algunos negocios de la cadena productiva.

Después llegó Chávez quien, al igual que los gobiernos anteriores, prometió transformar la matriz productiva. Pero tras el intento de golpe de Estado su discurso se radicalizó, al igual que el de oposición, y cayó de nuevo en la trampa de las rentas petroleras. Cuando Chávez murió, el gobierno quedó en manos de Maduro y nada ha mejorado.

Al cabo de tantos años, Venezuela debió desarrollar ciencia y tecnología —como lo hizo Brasil— para explorar y extraer petróleo en aguas profundas, crear unas industrias pesadas y luego invertir en nuevas actividades según el paradigma tecnológico cambiaba. Pero no lo hizo.

Hoy el país está preso del más absurdo modelo económico que pueda imaginarse.  Venezuela es uno de los peores desastres en la historia económica contemporánea. Cada vez tiene menos petróleo para vender porque las capacidades de extracción se han deteriorado, debido a que no desarrolló una industria estratégica de bienes de capital.

La debacle estructural e institucional que vive Venezuela no parece tener una salida fácil, porque quienes están en la oposición son los mismos que gestaron la hecatombe. Tampoco el populismo de Maduro es capaz de enderezar el camino, y el país ha perdido buena parte de su recurso intelectual, que era muy bueno, en el exilio.

Finalmente, Venezuela está a merced de la disputa geopolítica entre Estados Unidos, Rusia y China, muriendo lentamente en medio de un mar de riqueza.

Colombia, una economía adolescente

Aunque no ha tenido tanto petróleo como Venezuela, Colombia también ha disfrutado una bonanza petrolera de la cual aún recibe los principales ingresos por exportaciones. Hoy, esa bonanza pretende prolongarse mediante el fracking sin importar sus irreversibles impactos ambientales en tiempos de destrucción climática.

Ecopetrol está lejos de ser una empresa en la frontera tecnológica. Con dificultades de todo tipo, incluida la investigación penal por el caso de corrupción más grande de la historia de este país, logró construir Reficar y con mucho atraso moderniza la refinería de Barrancabermeja. Sin embargo  el gobierno quiere vender otros activos de la cadena petroquímica para aliviar sus penurias fiscales.

Ecopetrol se ha convertido en la caja mayor para cubrir los gastos de funcionamiento del Estado, cuando debería ser la fuente de recursos para desarrollar y transformar el sistema productivo nacional. La bonanza petrolera —y en general la bonanza minero-energética, que en Colombia incluye oro y carbón— se debió invertir en el avance de nuevos sectores como ciencia, tecnología, educación e industrias de alta tecnología. La fracción de las regalías que hemos logrado destinar a estas actividades ha sido bastante  malgastada.

El otro problema es la falta de foco estratégico en las políticas de desarrollo productivo y de ciencia, tecnología e innovación. Están las TIC como una especialización centrada en desarrollar aplicaciones digitales, lo cual  es muy bueno pero no es suficiente para mover hacia el arriba la diversificación y sofisticación productiva y la innovación, porque para ello se requiere disponer o desarrollar potentes industrias inteligentes, empezando por la electrónica y otras, como: aeronáutica, farmacéutica,  sistema de movilidad, energías alternativas, materiales, y recién empieza a coquetear con las industrias 4.0. Para un futuro económico más cierto, no solo se trata de tener las unidades de comercialización de las multinacionales. Se trata de crear industria y de atraer inversión en plantas de producción y en centro de investigación. Es decir, desarrollar un complejo sistema de industrias y servicios inteligentes.

Emprendimientos como Rappi y Nubank —que nació en Medellín pero opera en Brasil— son importantes e inspiradores, pero insuficientes para transformar la plataforma nacional de producción para elevar la productividad. Ejemplos mundiales —como el de Silicon Valley en California y demás Silicon Valleys esparcidos por el mundo— demuestran que también es necesario desarrollar industrias de hardware —o inteligentes— para poder multiplicar y sofisticar los negocios digitales.

Un mejor ejemplo es una empresa emergente llamada KIWI, creada por colombianos, con sede en Medellín y también en Stanford y en China. Es la versión 4.0 de la mensajería robotizada, es decir, la integración de electrónica, materiales y software. En esta dirección también deberían apuntar las políticas TIC y la política de desarrollo productivo, porque no hay óptima industria de software sin óptima industria de hardware.

La economía colombiana no ha madurado. El desarrollo industrial se quedó en sus etapas tempranas, y la industria sobrevive por incentivos perezosos y no por su productividad y eficiencia. También la agricultura vive de los subsidios y es de las menos productivas de América Latina, según un estudio reciente de Fedesarrollo. La actividad representa solo el 6,5 por ciento del PIB.

Finalmente, la dependencia tecnológica en bienes y servicios de punta y otros sectores intensivos en conocimiento es pasmosa, y es su mayor debilidad estructural y que impide crecimientos sostenidos del PIB por encima del 5%.

Si Colombia viviera un cerco económico y tecnológico como el de Venezuela, podría hacer algo más para autoabastecerse. Sin embargo, en poco tiempo caería en un paro productivo por su alta dependencia tecnológica.

Brasil: ¿qué hizo bien?

El caso de Brasil es diferente de los anteriores. Se trata de un país que se ha convertido en potencia energética, no solo por la cantidad de petróleo disponible, sino por las capacidades que en torno a él y a otras fuentes de energía ha generado en materia de desarrollo productivo, investigación y emprendimiento.

Brasil desarrolló ciencia y tecnología para explorar y extraer petróleo en aguas profundas —es líder mundial—; construir plataformas marítimas y buques de gran tamaño para llevar el petróleo que exporta: y construyó una potente cadena petroquímica.

Basta con ver el parque tecnológico de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, que está dedicada a investigación asociada con la producción de petróleo, otras fuentes de energía, y actividades afines. Ahí están asentadas cincuenta y ocho empresas, entre grandes, pymes y start ups. Entre otras, están Petrobras, Siemens, General Electric, Schumberger, Dell y Halliburton.

Entonces en Brasil la maldición no fue el petróleo como producto, sino la corrupción en torno al petróleo. A los desvaríos ideológicos, el retroceso institucional, la crisis política y la crisis de la economía internacional del 2008 se sumó la corrupción de la gigante Odebrecht. Por supuesto, esta combinación de factores ha afectado la agenda de proyectos estratégicos del sistema petroquímico.

Aun así es posible decir que si Brasil sufriera un aislamiento internacional tendría muchas más capacidades que Colombia para autoabastecerse porque tiene la estructura productiva y de ciencia y tecnología más avanzada de América Latina.

La construcción de capacidades productivas y de conocimiento toma muchas décadas, pues implica un cambio cultural, político y de modelo económico. Solo las naciones que lo logran, las más innovadoras, pueden sobrevivir y desarrollar autosuficiencia y nuevas capacidades ante un bloqueo como el que vive actualmente Venezuela.

La teoría y la experiencia de muchas economías muestran que la bendición de los recursos naturales se convierte en milagro si los subsidios y la acumulación se desplazan a nuevas actividades productivas, empezando por la diversificación e industrialización del recurso natural.


LAS INDUSTRIAS, EL FUTURO DEL MUNDO ¿Y DE COLOMBIA?


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foto: Gabriele Siegrist
La  fundación ProBogotá Región realizó recientemente un seminario internacional sobre Transformación Digital en el entorno cambiante de las industrias 4.0 y de otros paradigmas disruptivos de una sociedad inteligente, con motivo de la presentación de BICTIA, una incubadora y aceleradora de empresas que recibió apoyo del gobierno de Noruega.

Excelentes presentaciones de otros países y algunas de Colombia, como las de Miguel Cortez, Presidente del Grupo Bolívar, y la de McKinsey. Sin embargo, me referiré primero a una intervención que me pareció iluminadora, la del señor Haisong Tang de China, nación que será la primera superpotencia en pocos años.

Dijo “que el mundo del futuro no son las empresas de software, si mañana desaparece Google, no pasa nada, la reemplaza el buscador de Microsoft”. Sin embargo, si cierran las industrias de hardware, por ejemplo, las fabricantes de superconductores, desaparece la actual economía, y si cierran dos o tres de las más grandes, la economía global entra en crisis. Esto no sucederá, pero muestra que las apuestas estratégicas de Colombia deben estar en las industrias de hardware, así se hayan destruido gran parte del tejido industrial desde el año 1991, a pesar de todas las evidencias de que el corazón del desarrollo es la industria. En Alemania, Corea, Taiwan, representa más del 25% del PIB, en Colombia el 11%.

Tang terminó diciendo que el futuro nuestro está en un mix entre industrias de baja, media y alta tecnología, y en agricultura, y así queda implícito el avance en los servicios de alto valor agregado, los cuales emergen y proyectan desde el desarrollo industrial. Y sugirió que la educación debería centrarse en ingenierías y ciencias, y todo como parte de una visión de largo plazo con sólidos arreglos institucionales. Esto también lo hemos registrado algunos en Colombia, en columnas de opinión y en estudios, como el que hice hace pocos meses para ACIEM, sobre el futuro de la electrónica en el mundo. 


Entonces, éste país no solo debe desarrollar aplicaciones de software, debe ante todo, y dada su matriz productiva, hacer una apuesta aún más grande que la economía naranja, en las industrias de hardware: electrónica, energías alternativas, materiales, industrias y servicios del sistema de movilidad, industrias bio, aeronáutico y naval, en consecuencia, en las industrias 4.0. Así como hay oportunidades para desarrollar aplicaciones hay espacio en las industrias de servicios electrónicos, porque el hardware necesita software y el software necesita hardware.

Los vehículos autónomos son electrónica. Mobileye, nació como una start up en Israel hace 19 años, y la compró hace pocos años Intel (hardware) en USD15 mil millones. Es una EMS mundial, como lo mostró Mar lyora Gottileb, en otra presentación relevante, pues mostró lo que hacen en el mundo, Colombia y lo que harán en el futuro, y esto es electrónica, es industria, es hardware. El estudio de ACIEM dedica una sección a las industrias de servicios electrónicos, porque las empresas de servicios en electrónica, son empresas industriales.

Respecto a la agricultura como uno de los sectores estratégicos al 2050, será posible si ocurre una reestructuración absoluta del sector, pues si bien se reconoce su importancia, es el culpable de todas las grandes violencias, injusticias e inequidades de Colombia, y de los rezagos estructurales que sufre éste país desde siempre. El sector agrícola no alcanza el 7% del PIB, aunque se lo reivindica como un sector del futuro por razones de seguridad alimentaria, pero todos los días se lo destruye por malas tecnologías, el abuso y mal uso del agua, la ilegalidad que deforesta y quita vidas, y por malas prácticas éticas, jurídicas, tributarias, prediales, económicas e ideológicas, que lo atraviesan. A pesar de ello, existen a lo largo y ancho del país experiencias asociadas a pequeños territorios con buenas prácticas y modelos admirables de organización productiva colectiva. Transformar las empresas agrícolas en agrotechs, sobre todo pequeñas y medianas, es también industria, es hardware, es electrónica.

En cuanto a emprendimiento, magníficas reflexiones de Laura González Estefani y de Rosa Jiménez-Cano de la firma The Venture City. Como emprendedor, las buenas ideas para que se conviertan en start ups necesitan de financiación, sea del emprendedor vía recursos propios, familiares, amigos, o por capital semilla, público o privado, para la incubación. Emprendimientos sin plata son papeles que se rompen y desaparecen. No hay emprendimiento sin capital semilla, propio y de ángeles inversionistas, para que la etapa de incubación transite con menor riesgo, hasta llegar a la fase de aceleración donde fondos más grandes llegan a consolidar el emprendimiento. Lo que si es cierto, es que de acuerdo al tipo de iniciativa, esta requiere de más o de menos dinero, y las que son de mayor complejidad tecnológica, requieren aún más de ese recurso inicial y de más tiempo, para ir más allá del Power Point y del Excel. Pero no se puede caer en la trampa de que todos los emprendimientos se hacen con un peso y en seis meses. Una start up disruptiva de hardware, jamás. Una de software, tampoco.

Además, todo emprendimiento necesita de una hoja de ruta estructurada, a través de un plan de negocios o esquema similar, y fuertes datos, para que los ángeles inversionistas o los fondos de capital de riesgo tengan fundamentos para tomar decisiones. Sin embargo, los modelos que existen son varios, se pueden mezclar, se pueden simplificar, hacerlos más rápidos, pero no se pueden obviar. Y lo que está en la cabeza del emprendedor siempre hay que validarlo antes de soltarlo al mercado. Los que niegan la importancia de estas herramientas están equivocados y hacen daño.

Sin embargo, las empresas basadas en aplicaciones tienen un periodo de puesta a punto más temprana, por eso también requiere de menos capital de arranque y porque además el instrumento tecnológico (un computador)  es menos costoso que el de una empresa de hardware. De esa manera consigue más pronto despegar, sus crecimientos son muy altos y rápidos durante un tiempo determinado y por tanto los retornos prontos y la rentabilidad elevada, no obstante, muchas caen después como coco.

Entonces, hay quienes reniegan de los planes de negocios, de los datos fuertes, que descargan en el emprendedor los costos de partida, y forman clubes de inversionistas que los ponga a ganar después del almuerzo. Este tipo de mentalidades en vez de hacer bien al mundo del emprendimiento, lo distorsiona y atrofia, porque niega las condiciones, verdades e importancia de otros emprendimientos, que al final del día son los que verdaderamente transforman las economías y las sociedades. Una start up disruptiva o de alto impacto basada en hardware, incluidas las 4.0,  no se hace sin ángel inversionista, en seis meses y sin plan de negocios, sin política pública y sin agentes del mercado potentes, capaces, visionarios y responsables.

Así las cosas, Colombia, debe recomponer sus ideas, teorías, enfoques y políticas, y darse cuenta que el mundo del futuro es el hardware. En otras palabras, la sociedad del mañana es la nueva sociedad industrial de la inteligencia, y las políticas de desarrollo productivo, de ciencia y tecnología, y de emprendimiento, y la gestión gremial, no están dirigidas hacia allá. Se necesitan focos estratégicos, instrumentos diferenciados, recursos abundantes, estado emprendedor del tipo de Mazzucato, potentes ecosistemas de innovación, en otras palabras, mejores políticas públicas y de los privados, y de nuevos arreglos institucionales para un nuevo desarrollo para el bien común.

Ojalá Bictia no caiga en la trampa de dejar a un lado la incubación para centrarse únicamente en la aceleración, es decir en el negocio final y no en la construcción del emprendimiento.    

LA ELECTRÓNICA LA MAYOR INDUSTRIA DEL MUNDO CENICIENTA EN COLOMBIA


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Foto: Gabriele Siegrist
Por sus características, la electrónica no es visible como otras tecnologías e industrias, por eso, no está en el radar inmediato de los actores y de la sociedad, olvidando que detrás de todos los desarrollos humanos hay electrónica, y dependiendo del grado de desarrollo de la economía y la importancia que esta le otorgue, es el valor que tiene en el imaginario de los funcionarios públicos, en el sistema productivo, en la educación, en el sistema de CTeI, y en la sociedad. Para ilustrar al lector, estos son los subsectores de la electrónica: computadores, aparatos de comunicaciones, instrumentos de medición, control, navegación y médicos; medios magnéticos y ópticos; dispositivos de audio y video; y componentes electrónicos. 

·       Colombia en la retaguardia de la industria más inteligente. Ocupa el puesto 72 en las exportaciones mundiales de electrónica, y en América Latina el séptimo, es decir, peor posición que en el ranking de la competitividad donde tiene escriturado un lugar por allá en los puestos sesenta, el mismo que tiene escriturado en las exportaciones de alta tecnología, en el valor agregado manufacturero de media y alta tecnología, y en el índice de complejidad económica de Harvard.

Tiene el déficit comercial electrónico más alto de países comparables y por supuesto respecto a economías más avanzadas: la relación es 40 a 1. Esto indica que siendo la industria más potente del sector manufacturero mundial y uno de los más importantes en servicios de alto valor agregado, en Colombia prácticamente no existe, y explica en gran medida la baja competitividad, productividad e innovación de la producción y de las exportaciones colombianas, por la siguiente razón.

Es la industria en la cual se invierten más recursos en I+D+i en el mundo según fuentes de la OCDE: 26% de todos los sectores productivos, y en los sectores más intensivos en electrónica, como el aeroespacial, industrias de transporte, bienes de capital y energía, la I+D+i es del 78% de todos los sectores manufactureros. Entonces, la industria inteligente más importante del mundo, es de las menos importantes en Colombia, aunque existen grupos A1 y A con muy buenos desarrollos esperando la reglamentación de la ley de spin offs, y cuando además se gradúan más de 3.500 ingenieros electrónicos cada año.   

·         Políticas diferentes en los países. Las políticas del sector no son idénticas en ningún país, hay aprendizajes de otras experiencias y al final tienen su propia identidad, sin embargo, es un sector clave en las políticas de desarrollo productivo, de CTeI y de emprendimiento, y en algunos territorios que se reconocen como espacios de la electrónica, como la ciudad de Dresde en Alemania, base del Silicon Saxony, y muchas más en el mundo.

En la Unión Europea y desde la Comisión, emanan orientaciones claras con generosos fondos económicos de cofinanciación, no obstante, la implementación en cada país tiene rasgos propios en cuanto a direccionamiento y resultados, porque las matrices productivas, los sectores estratégicos, y otros factores endógenos, son propios de cada nación, y de cada territorio electrónico.

En Colombia ni siquiera se puede hablar del barrio, de la zona, de la manzana, y menos del distrito de la electrónica en alguna ciudad, salvo los centros comerciales y calles donde se venden todos los juguetes electrónicos importados o de contrabando.  

      En las políticas de desarrollo productivo, de CTeI y de educación, la electrónica es una industria estratégica. No hay apuesta estratégica de sectores claves del orden nacional donde la electrónica no esté a través de programas transversales y de desarrollos específicos con grandes proyectos de I+D+i para desarrollar esta industria, y por tanto está en todos los  programas de investigación de alta tecnología o de investigación aplicada para la sofisticación de sectores tradicionales con alto potencial de innovación.

electrónica en industrias de textiles
Electrónica y las industrias 4.0 y las energías alternativas. En todos los países avanzados y en los emergentes más dinámicos, las matrices productivas son sofisticadas y fuertes en sectores de alto valor agregado, lo cual incluye y requiere del avance en subsectores específicos de la electrónica. Según el nivel alcanzado y la orientación de la especialización, unos países son más fuertes en unos subsectores que en otros.

En este sentido, la electrónica hace parte de la revolución de las industrias 4.0 y de las energías alternativas, como base tecnológica o hardware de la economía digital, o porque es una 4.0, como la robótica. 



En otras palabras, no habría industrias 4.0 ni energías alternativas, sin electrónica. Por eso, las 4.0 y la electrónica deben ser parte estratégica de las naranjas digitales del nuevo gobierno, y por tanto de una apuesta estratégica de la política de desarrollo productivo.

Laboratorio de robótica del MIT
Desde el 2012 todos los países desarrollados y todos los emergentes más veloces, tienen planes estratégicos para las industrias 4.0, y todos tienen programas estratégicos en altas tecnologías donde está la electrónica. Por supuesto, los países más avanzados construyen proyectos para suscitar nuevos paradigmas, y los emergentes en una frontera superior a la que ahora tienen para poder avanzar, por ello se alían con países de la vanguardia tecnológica con el fin de hacer el mejor aprendizaje.

      Ciencia tecnología Innovación. Los países emergentes que pasan del 1% del PIB su inversión en CTeI, dan igual importancia a la investigación básica y aplicada, con recursos importantes, y proyectos donde se integran los dos tipos de investigación. Sin embargo, en economías emergentes, el ascenso de la investigación básica en los presupuestos nacionales es porcentualmente más alta que en los países avanzados, con el fin de cerrar la brecha tecnológica, y poder desarrollar actividades donde tendrán posicionamiento internacional. En este esquema siempre está la investigación asociada a la electrónica.

Matemático
La CTeI tiene impacto positivo en términos de empleo, nuevas empresas, exportaciones, si la inversión es cada vez más alta porque es un sector económico del conocimiento, por lo tanto sus inversiones deben responder con resultados e impactos positivos al estado, la sociedad y la economía. Esto es posible cuando los recursos son crecientemente importantes. Imagínese el impacto de los billonarios recursos en I+D+i en electrónica para la economía, la sociedad y el estado en esos países. Si la inversión en CTeI es baja, como en Colombia,  no tiene impacto macroeconómico salvo en casos micro y algunos pocos subsectores.

      Emprendimiento. Si se desarrolla la tecnología se desarrollan industrias nuevas. Incentivos a las spin offs, start ups y pymes de tecnología, entre ellas las de electrónica.


      Clusters electrónicos existen en todos los países avanzados y emergentes.

      Parques tecnológicos y centros de emprendimiento y de innovación, donde la electrónica es un sector estratégico.
Parque tecnológico en Brasil

      Educación de calidad: énfasis según como se desarrolle la industria.

      La integración entre países y la electrónica. El despegue de la industria electrónica y sus fases iniciales de consolidación, se logran atendiendo el mercado interno  y los mercados de los países vecinos (Europa- Asia -  Norte América), luego se lanzan al resto del mundo. En América Latina, con el fracaso absoluto, relativo o parcial de los acuerdos de integración, la electrónica no es un sector que lo piensen y desarrollen entre países. ¿A caso está en la Alianza del Pacífico siendo México el exportador de electrónica número 11 del mundo?

Conclusión, Colombia sigue estancada en el enfoque transversal de la política productiva, entonces, la electrónica debe ser una apuesta estratégica de esta política, porque es transversal, ya que aplica a todos los sectores productivos. Se deja esta inquietud al alto gobierno y a las mentes transversalistas, a ver como la resuelven, porque las naranjas digitales son una apuesta estratégica de impacto transversal, y las 4.0, las energías alternativas y la electrónica, también.  Muy importante será atender las recomendaciones del Centro de la OCDE que viene haciendo un valioso trabajo de recomendaciones para mejorar la política de desarrollo productivo y el sistema nacional de competitividad y de CTeI.


LA PRODUCTIVIDAD EN EL PLAN DE DESARROLLO DE DUQUE ¿UNA CONFUSIÓN NARANJA?

Una versión semejante está publicada en www.razonpublica.org.co


Está disponible la mamotrética versión preliminar del Plan Nacional de Desarrollo 2018 – 2022. No es fácil entrarle al texto, por su extensión y porque no hay un marco conceptual robusto y atractivo que creativamente resuelva la complejidad de su concepción.    

El plan se soporta en más de veinte pactos: tres estructurales: legalidad, emprendimiento y equidad; once transversales de distintos sectores, y ocho regionales.  Esta columna aborda el pacto del emprendimiento y de la productividad.

Vacíos conceptuales generan desorden conceptual

El gran problema estructural de la economía colombiana no es el déficit fiscal, ni la tasa de cambio, ni la inflación, ni las monumentales anomalías tributarias, es la tasa negativa de contribución de la productividad al crecimiento del PIB. Es decir, la productividad es tan baja que le resta puntos al PIB y por ello registra un constante crecimiento mediocre.

Entonces, la contribución al crecimiento viene del capital humano y del capital físico, pero no de la productividad, es decir, no de lo que produce, cómo produce, bajo qué factores fundamentales produce, y para que nuevos mercados produce. Si esto no está claro y en el frente de una estrategia del estado por la productividad, es imposible imprimirle velocidad  a la transformación de la estructura productiva con nuevas actividades (sin destruir las que ahora son las más competitivas), lo cual requiere de una acción combinada y simultánea entre transformación productiva, educación, fuerte actividad en ciencia, tecnología e innovación, infraestructura, mejores capacidades empresariales y gerenciales en torno a la I+D+i y la propiedad intelectual, dinamismo emprendedor en proyectos disruptivos y de alto impacto  con altos rendimientos crecientes con efectos difundidos en la economía, y en la transformación de la canasta exportadora.

Sin embargo, para Duque la equidad es igual a emprendimiento más legalidad, lo cual es insuficiente, porque la productividad es igual a transformación productiva + conocimiento + emprendimiento + legalidad + sistema de movilidad + desarrollo regional, y esta ecuación es la que despeja el camino a la equidad, porque la economía recibe más recursos para más y mejores inversiones y el estado puede elevar y distribuir mejor sus ingresos para mayores coberturas, más eficiencia y calidad en los servicios que presta.  

Si el plan de desarrollo convierte la productividad en un pacto nacional a través de las políticas de desarrollo productivo, de ciencia tecnología e innovación (CTI), y de emprendimiento, más educación, movilidad y sostenibilidad, lograría una estructura más organizada, coherente y creativa del plan para impulsar la productividad y lograr la convergencia de los actores para una mejor coordinación al interior de los sistemas de productividad y de innovación, de la nación y de las regiones. De esta manera será posible incidir positivamente en la equidad y en la legalidad, está última entendida como grandes arreglos institucionales para recomponer la descompuesta y desarticulada institucionalidad de estos días.


Cómo superar el problema conceptual

El Plan se la pasa hablando de la productividad pero tiene desordenada la estructura. Con timidez se menciona la política de desarrollo productivo (PDP) y es por eso que no se la ve por ningún lado. Si es la que viene del gobierno anterior, esa es una política sin ambición, que no tiene focos estratégicos como lo han señalado y sugerido expertos de otros países y como algunos de acá no dejamos de insistir. Entonces, hay un voluntarismo por la productividad porque la política de desarrollo productivo es como un fantasma, por lo cual la buena idea de focalizar las acciones del Programa de Transformación Productiva, de Innpulsa y de Procolombia, surge desprovista de una potente política marco. Es como tener aeropuertos sin torre de control. Aviones en tierra. 

Mejorar la productividad con esos vacíos conceptuales y de enfoque, hace que en el plan de desarrollo, la agricultura y la agroindustria anden colgadas del emprendimiento, las naranjas digitales por otro lado, la sostenibilidad donde están las energías, más allá, y a las industrias 4.0 las mandaron a ciencia y tecnología para crear centros de investigación en cada una de las diez áreas 4.0, sin antes diseñar una plan estratégico 4.0 como el que tiene todos los países avanzados y los emergentes inteligentes.

Sin embargo, lo más grave que tiene el plan, es que del resto de las industrias distintas a las 4.0 no se dice nada y por tanto tampoco de servicios de alta complejidad, cuando la industria y los servicios fueron la razón por la cual emergieron las industrias 4.0 en Alemania, y luego en Estados Unidos, después en China y ahora en todo el mundo. Es un hueco conceptual tan grande como el hueco fiscal que se inventaron Carrasquilla y los caprichos del gabinete de Duque. 

Así, todo se reduce a la economía digital, a la agricultura, la agroindustria y la minería, lo cual está bien, pero desaparecen las industrias avanzadas y los servicios de alta complejidad. Es decir, como si pensaran en una economía de commodities digitales adornados de naranjas culturales y creativas, desconociendo que el futuro del mundo son las industrias relacionadas con hardware: electrónica, bienes de capital de nueva generación, energías alternativas, aeroespacial, industrias del sistema de movilidad, nuevos materiales,…

En el plan se critica a Colciencias por no disponer de una política con áreas estratégicas para evitar la dispersión y el mejor uso de recursos escasos para investigación. Esta es otra equivocación de aproximación, porque no puede haber ciencia dirigida sin producción dirigida. Si las dos tienen focos dirigidos, las dos conversan, se articulan, cooperan y avanzan, y de la mano se llevan al emprendimiento, mejoran la educación, impulsan el desarrollo regional, hace posible la coordinación entre actores, aumenta la productividad y el PIB.


El pacto por el emprendimiento anuncia una política nacional de emprendimiento, pero aún no señala programas específicos ni metas para emprendimientos (start ups) disruptivos de alto impacto, y otros de menor complejidad. Escribí una columna en http://www.confidencialcolombia.com/ y en mi blog http://www.jaimeacostapuertas.blogspot.com/, donde digo que es posible un programa de 20-30 emprendimientos disruptivos en cuatro años; de 70 – 80 emprendimientos de alto impacto, y que ambos programas requieren 250 mil millones. Entonces, Colombia tendría las 100 empresas o start ups del futuro, más todas las que surjan de emprendimientos menos sofisticados, y el agregado de los emprendimientos sociales. También puede haber un programa de agrotechs y de pymes innovadoras, con lo cual este gobierno dejaría buenas bases para reestructurar la economía al año 2050.  
Las metas en emprendimiento son: fortalecer siete incubadoras de empresas, y seis aceleradoras de empresas, pero ningún parque tecnológico, ningún distrito digital, de la innovación, de las industrias de alta tecnología, de las 4.0 y de servicios de alta complejidad. Es decir, siete incubadoras para 32 departamentos, seis aceleradoras para 32 departamentos, y fondos de ángeles y de capital de riesgo para esas pocas incubadoras y aceleradoras. ¿Para los demás territorios qué? Con estos escasos ambientes para el emprendimiento, que por definición los coworking no resuelven, es imposible mejorar sustancialmente los pobres indicadores que en emprendimiento el mismo Plan señala: “..del 53 % de colombianos que en 2016 afirmó tener la intención de emprender, solo el 16 % lo hizo en realidad. Únicamente el 8 % de los colombianos hace inversiones que se pueden clasificar como emprendimientos. De este grupo, el 80 % aporta menos de cinco millones de pesos a una buena idea de negocio de un familiar, amigo o desconocido. La tasa de supervivencia de los emprendimientos es baja, pues sólo 6 de cada 100 emprendedores logran establecer un emprendimiento que sobreviva más de 3.5 años. Los esfuerzos para promover el emprendimiento han padecido de duplicidad de esfuerzos, baja asignación de presupuesto, y descoordinación (Banco Mundial, 2015)”.

En Brasil, las 350 incubadoras están en todos los estados, todas están incorporando la aceleración. El centro, base, espíritu y razón de ser del emprendimiento, es la incubación. Si esta se desconoce o soslaya, como en Colombia, los emprendimientos que llegan para aceleración son menos y no tan buenos. La tasa de muerte de los emprendimientos en Colombia es muy alta por problemas estructurales en la base teórica y de esta manera en el diseño y aplicación de una correcta política de emprendimiento. Además, porque las políticas complementarias (PDP y de CTI) son blandas o no existen, porque se ha privilegiado la competitividad a la productividad, el instrumento al concepto. 
      
Así las cosas, el portafolio de acciones e instrumentos que se presentan en el pacto del emprendimiento son instrumentos de una política de desarrollo productivo, que al quedar al abrigo del emprendimiento, que solo es un componente clave de esa política y por tanto de la productividad, los limita en alcance e impacto. En consecuencia, la política madre para elevar la productividad es la PDP, y en el Plan no tiene espacio claro, tal vez esperando el informe final de la OCDE.


POR QUÉ FALLAN LA PRODUCTIVIDAD Y LA COMPETITIVIDAD EN COLOMBIA

Reflexión a partir del informe 2018 - 2019 del Consejo Privado de Competitividad.  

Este artículo también está publicado en la sección de opinión de www.confidencialcolombia.com


He asistido a la mayoría de entregas del informe anual del Consejo Privado de Competitividad (CPC), eventos de los cuales resalto cinco cosas: primero, traen un conferencista de relevancia internacional; segundo, resalta los avances y también las debilidades en temas estructurales; tercero, el balance final para quienes asistimos y leemos el informe, es bastante regular, por lo cual en vez de registrar grandes avances se acumulan grandes rezagos; cuarto, queda en evidencia la debilidad institucional en términos de la ausencia de proyecto de nación que sustente un proyecto social y económico de largo alcance y objetivos estructurales estratégicos con una gobernanza que articule actores para un crecimiento alto, sostenido, competitivo, y transparente para el bien común y no solo para los agentes del mercado; y quinto, no ha tenido en los últimos 30 años un presidente que lidere el proceso o una dirigencia que se lo imponga. ¿Por qué ocurre esto?


Primero, se ha inducido una especie de pensamiento único y ajeno. Cuando esto sucede, el espíritu crítico desaparece y con ello la razón para la construcción de nuevas narrativas del desarrollo. En parte esto acontece por los millonarios contratos de consultoría de las universidades y los apretados presupuestos para investigación; porque las tecnocracias son muy sensibles a la crítica; y los empresarios aun no ven la importancia de la investigación y de la innovación para sus organizaciones y para la economía, pues priorizan el cabildeo por incentivos económicos y no los incentivos para el desarrollo, por tanto, las reformas tributarias solo sirven para cuadrar la caja pública de los siguientes dos años y nada más.


De esta manera, académicos del nivel del profesor Acemoglú, coautor del libro “Por qué fracasan los países”, invitado este año por el CPC, sorprende por la manera rigurosa, creativa y contundente con la que muestra problemas estructurales de Estados Unidos y del mundo, y esto ocurre porque en países más avanzados, profesores e investigadores tienen condiciones para construir teoría y análisis no cooptados, mientras otros se dedican a la consultoría.


Si Colombia libera y destina más recursos a la investigación básica en la economía y en otras áreas de las ciencias sociales, podría profundizar en los diagnósticos con mayor rigor y creatividad, construir big datas analíticas y pensamiento que nutra las políticas y a los políticos, alimente el contenido intelectual y creativo de la tecnocracia, y eleve el porte en conocimiento, emprendimiento e innovación en gremios y empresarios.


Segundo, el responsable de los malos desempeños en productividad y competitividad es el enfoque transversal de la política de desarrollo productivo, que tiene efectos negativos en las política de ciencia, tecnología, educación, emprendimiento, trabajo y en el desarrollo territorial, porque se dedica a impulsar factores transversales, como: educación, logística, transporte, salud, comercio internacional, y pone todos los sectores productivos en el mismo nivel sin discriminación por características, potencialidades, madurez, novedad, efectos en otros sectores, es decir, no diferencia sectores viejos con rendimientos decrecientes y sectores nuevos con rendimientos crecientes e impactos difundidos en la economía, en la sociedad y en las arcas del estado.


Los primeros tienen limitados campos para la investigación, la innovación y el emprendimiento, y los segundos, concentran las mayores capacidades en investigación, innovación, emprendimiento y en el desarrollo de territorios innovadores y sostenibles. Esto que parece trivial, es el corazón del desarrollo desde Adam Smith y desde la segunda revolución industrial, porque reivindica los focos estratégicos que deben tener todo estado, toda sociedad,  toda  economía y toda ciencia. Así lo han hecho y siguen haciendo los países desarrollados y los países emergentes inteligentes, como lo ha mostrado el Centro de la OCDE, los expertos que trae cada año el CPC, y la teoría sobre el desarrollo económico, incluso, no lo niega la ortodoxia neoliberal, porque en los estados de la vanguardia del mercado siguen discriminando sectores y áreas del conocimiento según evoluciona la tecnología a partir del desarrollo de sus capacidades en recursos humanos, investigación, cultura para emprender y crear, y las instituciones que han formado para que el desarrollo sea un sistema inagotable de crecimiento, oportunidades y cambios disruptivos para el bien común, lo cual solo se logra con proyecto de nación, con sectores productivos estratégicos y áreas de investigación igualmente estratégicas, que empujan, desarrollan y transforman el sistema de producción, de educación, de innovación y de emprendimiento, y los territorios donde se generan las disrupciones que la ciencia y la tecnología entregan.


Por no adoptar un enfoque más riguroso, estratégico y creativo, lo que ahora Colombia tiene es una dispersión de instrumentos y programas, con escasos resultados. Existen 22 sectores en el programa de transformación productiva, 6 cadenas productivas nacionales, más de 51 apuesta regionales, más de 20 clusters, que por no haber apuestas estratégicas del orden nacional, hace muy pero muy difícil la articulación entre actores, porque todos están en un mismo plano con incentivos y condiciones iguales, pues se infiere que es igual producir aguacates que aviones, o es igual una aplicación para comprar boletas, pedir taxis o una cita médica, que un desarrollo de nanotecnologías, de inteligencia artificial, robótica, bio, o de electrónica para salud, industria aeronáutica, de alimentos, energía, o para el sistema de movilidad.


Como no hay una estrategia que asuma que los sectores son diferentes, se genera un derrame desordenado de actividades que poco se encuentran  por lo cual la coordinación se vuelve imposible, derivando en un sistema productivo desordenado, desconectado, con baja productividad y deficiente competitividad. Este enfoque deriva en un movimiento compulsivo de nuevos negocios de servicios igualmente desconectados, que la política pública no direcciona por la falta de focos estratégicos que impiden la estructuración de grandes misiones orientadoras. Esquemas de incubadoras de empresas, aceleradoras de negocios, empresas de consultoría en innovación, ángeles inversionistas y fondos de riesgo e inversión, surgen como crispetas, generando una dinámica desbocada de instrumentos que abren en innovadores y emprendedores expectativas que no se podrán satisfacer, porque aquellos van por las mejores spin offs y start ups, y esto, en un ambiente sin focos sectoriales,  sin misiones orientadoras, con escasa actividad en ciencia y tecnología, reducida cultura de la innovación, y poco respeto por la propiedad intelectual, generará muchas ilusiones y también demasiadas frustraciones.  De esta manera, excelentes procesos como el de La Casa de las Start ups de la Organización Corona, o el impulso a spin off y start ups de Ruta N, del CIDT en Pereiro, y otros pocos más, quedan diluidos.         


Entonces, incrementar la productividad en un ambiente de enfoques iguales para actores diferentes, es imposible. Tampoco se podrá mejorar del puesto 60 en la competitividad, como lo han demostrado las intermitentes políticas de competitividad en los últimos 20 años, y las flacas políticas de ciencia, tecnología y emprendimiento. Es decir, se privilegió la competitividad y se relegó la productividad, inspirando otro engendro conceptual. De esta manera, empresas de los distintos sectores no pueden elevar su productividad y competitividad si no hay una política deliberada para el desarrollo de las industrias 4.0, electrónica, materiales, aeronáutico, naval, energías alternativas, y actividades y áreas bio. Las industrias naranja son una porción pequeña, no son intensivas en investigación, aunque sí en emprendimiento, y sus efectos de derrame en otros sectores son pocos. A punta de naranjas no habrá más ciencia y tecnología, ni suficientes emprendimientos e innovaciones disruptivas.


Los impactos de territorios innovadores, como: Cali, Bogotá, Bucaramanga, Medellín, Pereira, Manizales, no alcanzan para mover la economía aguas arriba. Entonces, el desarrollo local hay que tenerlo en el frente de la agenda para que haya complementariedad con políticas nacionales inteligentes. Si los esfuerzos de desarrollo local fueran suficientes, la productividad y la competitividad de Colombia tendrían mejores desempeños, aunque también se puede decir que han impedido peores calificaciones.                   

Tercero, el informe resalta la ineficiencia del estado como un asunto grave porque no ha logrado crear instituciones eficientes, ni un sistema de agencias estales articuladas, que regulen para que funcionen bien la sociedad y el mercado. Igual acontece con el sistema de justicia, dada la baja tasa en esclarecer homicidios, una tercera parte de la tasa mundial. También con la contratación pública (corrupción), por la concentración de los contratos en un único proponente (61%), porque la inmensa mayoría de negocios está mediado por sobornos. Si añadimos las barreras al comercio internacional, tenemos un sistema de fallas del estado, que son fallas de las instituciones.

Cuarto, el informe destaca avances en el sistema de logística, infraestructura y transporte, con un salto del puesto 94 al 58 a nivel mundial debido al plan de las 4G, las cuales por corrupción y cuellos de botella relacionados por una falta de articulación entre agencias del estado, privados y firmas de ingeniería, deriva en un ciclo interminable de interrupciones en la construcción de las obras, como lo resalta el reciente documento de política del ministerio de transporte para los siguientes 4 años. Son fallas del estado y del mercado que golpean la productividad.        

Quinto, el problema social asociado a la precariedad del mercado laboral asociada a la informalidad (entre el 58 y el 66%), la alta tasa (25%) de gente joven entre los 14 y los 28 años que no recibe ninguna capacitación, más el rezago en cobertura en preescolar (31 puntos por debajo del promedio de la OCDE), solo 4 de 10 estudiantes terminan bachillerato, únicamente el 14% de los programas de pregrado y posgrado de educación superior cuentan con acreditación,  y si lo anterior relacionamos con la espantosa cifra de que solo el 23% de los colombianos logra coronar una pensión, que se incrementa con los problemas de acceso a los servicios de salud, muestra una disfuncionalidad total del sistema productivo, de trabajo y seguridad social. Son fallas sistémicas del modelo de crecimiento con impacto en la productividad y en la competitividad.
       
Así las cosas, Colombia es un país que a pesar de relativos avances generales y de pocos avances puntuales, al final acumula problemas por culpa de una sola cosa: políticas mal diseñadas e implementadas porque hay una especie de cultura por los torcidos para favorecer intereses existentes o nuevos, y por la falta de un buen proceso de aprendizaje de otras experiencias, puesto que las variantes de contenido propio (micos en el congreso) son anomalías perversas. Es decir, hay una especie de cultura de la “mala índole”, problema que alude a la construcción de instituciones, detrás del cual están la corrupción, la ilegalidad, la injusticia, la ineficiencia, el corto plazo y los problemas de coordinación, que rebasan la cultura de la ética, del largo plazo y de la productividad. Hay que poner atención a esto, porque los problemas idiosincráticos afectan las bondades idiosincráticas. Lo malo siempre solapa lo bueno. 

En síntesis, hay que trabajar a fondo en el tema de las instituciones, en la informalidad relacionándola con un enfoque más estratégico y profundo de las políticas de desarrollo productivo, de educación, ciencia, tecnología, innovación, emprendimiento, y de desarrollo regional apuntándole a la autonomía regional como un proyecto nacional que debe se empezar a dibujar para que sea uno de los debates centrales de la próximas campañas políticas: regiones y presidencia 2022, porque sin autonomía regional es como un contrasentido impulsar la productividad desde las regiones 



LA ELECTRÓNICA LA MAYOR INDUSTRIA DEL MUNDO CENICIENTA EN COLOMBIA

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Foto: Gabriele Siegrist
Por sus características, la electrónica no es visible como otras tecnologías e industrias, por eso, no está en el radar inmediato de los actores y de la sociedad, olvidando que detrás de todos los desarrollos humanos hay electrónica, y dependiendo del grado de desarrollo de la economía y la importancia que esta le otorgue, es el valor que tiene en el imaginario de los funcionarios públicos, en el sistema productivo, en la educación, en el sistema de CTeI, y en la sociedad. Para ilustrar al lector, estos son los subsectores de la electrónica: computadores, aparatos de comunicaciones, instrumentos de medición, control, navegación y médicos; medios magnéticos y ópticos; dispositivos de audio y video; y componentes electrónicos. 

·       Colombia en la retaguardia de la industria más inteligente. Ocupa el puesto 72 en las exportaciones mundiales de electrónica, y en América Latina el séptimo, es decir, peor posición que en el ranking de la competitividad donde tiene escriturado un lugar por allá en los puestos sesenta, el mismo que tiene escriturado en las exportaciones de alta tecnología, en el valor agregado manufacturero de media y alta tecnología, y en el índice de complejidad económica de Harvard.

Tiene el déficit comercial electrónico más alto de países comparables y por supuesto respecto a economías más avanzadas: la relación es 40 a 1. Esto indica que siendo la industria más potente del sector manufacturero mundial y uno de los más importantes en servicios de alto valor agregado, en Colombia prácticamente no existe, y explica en gran medida la baja competitividad, productividad e innovación de la producción y de las exportaciones colombianas, por la siguiente razón.

Es la industria en la cual se invierten más recursos en I+D+i en el mundo según fuentes de la OCDE: 26% de todos los sectores productivos, y en los sectores más intensivos en electrónica, como el aeroespacial, industrias de transporte, bienes de capital y energía, la I+D+i es del 78% de todos los sectores manufactureros. Entonces, la industria inteligente más importante del mundo, es de las menos importantes en Colombia, aunque existen grupos A1 y A con muy buenos desarrollos esperando la reglamentación de la ley de spin offs, y cuando además se gradúan más de 3.500 ingenieros electrónicos cada año.   

·         Políticas diferentes en los países. Las políticas del sector no son idénticas en ningún país, hay aprendizajes de otras experiencias y al final tienen su propia identidad, sin embargo, es un sector clave en las políticas de desarrollo productivo, de CTeI y de emprendimiento, y en algunos territorios que se reconocen como espacios de la electrónica, como la ciudad de Dresde en Alemania, base del Silicon Saxony, y muchas más en el mundo.

En la Unión Europea y desde la Comisión, emanan orientaciones claras con generosos fondos económicos de cofinanciación, no obstante, la implementación en cada país tiene rasgos propios en cuanto a direccionamiento y resultados, porque las matrices productivas, los sectores estratégicos, y otros factores endógenos, son propios de cada nación, y de cada territorio electrónico.

En Colombia ni siquiera se puede hablar del barrio, de la zona, de la manzana, y menos del distrito de la electrónica en alguna ciudad, salvo los centros comerciales y calles donde se venden todos los juguetes electrónicos importados o de contrabando.  

      En las políticas de desarrollo productivo, de CTeI y de educación, la electrónica es una industria estratégica. No hay apuesta estratégica de sectores claves del orden nacional donde la electrónica no esté a través de programas transversales y de desarrollos específicos con grandes proyectos de I+D+i para desarrollar esta industria, y por tanto está en todos los  programas de investigación de alta tecnología o de investigación aplicada para la sofisticación de sectores tradicionales con alto potencial de innovación.

electrónica en industrias de textiles
Electrónica y las industrias 4.0 y las energías alternativas. En todos los países avanzados y en los emergentes más dinámicos, las matrices productivas son sofisticadas y fuertes en sectores de alto valor agregado, lo cual incluye y requiere del avance en subsectores específicos de la electrónica. Según el nivel alcanzado y la orientación de la especialización, unos países son más fuertes en unos subsectores que en otros.

En este sentido, la electrónica hace parte de la revolución de las industrias 4.0 y de las energías alternativas, como base tecnológica o hardware de la economía digital, o porque es una 4.0, como la robótica. 



En otras palabras, no habría industrias 4.0 ni energías alternativas, sin electrónica. Por eso, las 4.0 y la electrónica deben ser parte estratégica de las naranjas digitales del nuevo gobierno, y por tanto de una apuesta estratégica de la política de desarrollo productivo.

Laboratorio de robótica del MIT
Desde el 2012 todos los países desarrollados y todos los emergentes más veloces, tienen planes estratégicos para las industrias 4.0, y todos tienen programas estratégicos en altas tecnologías donde está la electrónica. Por supuesto, los países más avanzados construyen proyectos para suscitar nuevos paradigmas, y los emergentes en una frontera superior a la que ahora tienen para poder avanzar, por ello se alían con países de la vanguardia tecnológica con el fin de hacer el mejor aprendizaje.

      Ciencia tecnología Innovación. Los países emergentes que pasan del 1% del PIB su inversión en CTeI, dan igual importancia a la investigación básica y aplicada, con recursos importantes, y proyectos donde se integran los dos tipos de investigación. Sin embargo, en economías emergentes, el ascenso de la investigación básica en los presupuestos nacionales es porcentualmente más alta que en los países avanzados, con el fin de cerrar la brecha tecnológica, y poder desarrollar actividades donde tendrán posicionamiento internacional. En este esquema siempre está la investigación asociada a la electrónica.

Matemático
La CTeI tiene impacto positivo en términos de empleo, nuevas empresas, exportaciones, si la inversión es cada vez más alta porque es un sector económico del conocimiento, por lo tanto sus inversiones deben responder con resultados e impactos positivos al estado, la sociedad y la economía. Esto es posible cuando los recursos son crecientemente importantes. Imagínese el impacto de los billonarios recursos en I+D+i en electrónica para la economía, la sociedad y el estado en esos países. Si la inversión en CTeI es baja, como en Colombia,  no tiene impacto macroeconómico salvo en casos micro y algunos pocos subsectores.

      Emprendimiento. Si se desarrolla la tecnología se desarrollan industrias nuevas. Incentivos a las spin offs, start ups y pymes de tecnología, entre ellas las de electrónica. 


      Clusters electrónicos existen en todos los países avanzados y emergentes.

      Parques tecnológicos y centros de emprendimiento y de innovación, donde la electrónica es un sector estratégico.
Parque tecnológico en Brasil

      Educación de calidad: énfasis según como se desarrolle la industria.

      La integración entre países y la electrónica. El despegue de la industria electrónica y sus fases iniciales de consolidación, se logran atendiendo el mercado interno  y los mercados de los países vecinos (Europa- Asia -  Norte América), luego se lanzan al resto del mundo. En América Latina, con el fracaso absoluto, relativo o parcial de los acuerdos de integración, la electrónica no es un sector que lo piensen y desarrollen entre países. ¿A caso está en la Alianza del Pacífico siendo México el exportador de electrónica número 11 del mundo?

Conclusión, Colombia sigue estancada en el enfoque transversal de la política productiva, entonces, la electrónica debe ser una apuesta estratégica de esta política, porque es transversal, ya que aplica a todos los sectores productivos. Se deja esta inquietud al alto gobierno y a las mentes transversalistas, a ver como la resuelven, porque las naranjas digitales son una apuesta estratégica de impacto transversal, y las 4.0, las energías alternativas y la electrónica, también.  Muy importante será atender las recomendaciones del Centro de la OCDE que viene haciendo un valioso trabajo de recomendaciones para mejorar la política de desarrollo productivo y el sistema nacional de competitividad y de CTeI.

DESAFÍOS DE LA POLÍTICA NARANJA EN COLOMBIA: PRODUCTIVIDAD Y EMPRENDIMIENTO 

Esta columna también esta publicada en la sección de opinión de www.confidencialcolombia.com


foto: Gabriele Siegrist
Clasificaciones de dudosa metodología dicen que Colombia es un país emprendedor e innovador. Mentiras, es un país de nuevos negocios, en su mayoría franquicias, y no de empresas innovadoras y disruptivas de alto impacto. Se especula también con las APPs de la economía digital, verdad a medias, pues si bien hay empresas bastante exitosas, la mayoría fracasan, lo cual es importante tener en cuenta ahora que Duque nos ha metido en el viaje de las naranjas digitales.

Como en todo, hay excepciones. Como territorio, Medellín; como emprendimientos disruptivos, también Medellín y Bogotá (seguramente habrán en Cali y Bucaramanga, de pronto en Barranquilla, y alguna emergiendo en Manizales y también en Pereira). Sin embargo, cuando se trata de ver que tantas spin offs y start ups disruptivas tiene la capital y la región de la Sabana Centro, no es fácil encontrarlas, lo cual es una falla del mercado y del estado local por problemas de política y de coordinación.

¿Por qué este movimiento de spin offs y de start ups no es más dinámico y cierto su camino?. Porque el desarrollo productivo, la ciencia, la tecnología y la innovación (CTeI), y el emprendimiento, tienen problemas de foco estratégico, de recursos y de concepción sistémica, como en el caso de la política productiva, o porque no existen como políticas, en el caso de la CTeI y el emprendimiento. ¿Y por qué es deficiente la primera y porque no se tienen las otras dos? Buena pregunta a los de la apertura unilateral que negociaron los TLC y en la OMC. Además, porque según algunos que aluden a extrañas reglas de juego, el mercado asigna y decide todo bajo la libre iniciativa de los privados. Así, el estado termina siendo servil, desviando su camino y dedicado a cosas que muchas hace mal por razones de clientelismo, corrupción, ineficiencia y precariedad conceptual en relación al desarrollo, las instituciones y la productividad, en consecuencia, el estado es marginal para impulsar innovaciones y emprendimientos disruptivos en sectores claves, que en ningún país sensato los hacen solo los privados, en ninguno, no obstante, en Colombia se inventaron semejante barbaridad conceptual.

Ahora paso a las spin off y start ups que generan rendimientos crecientes y por tanto spillovers, porque con ellas tendrá Colombia una economía más diversificada, sofisticada y de alta productividad que transforme la sociedad, la saque de la dependencia del extractivismo, de las rentas feudalistas, y de la agroindustria del narcotráfico.

Spin off y start ups disruptivas

He conocido algunas. Realmente son maravillosas. Y existen más, aunque no decenas, porque la innovación y las start ups disruptivas no se producen como pan, ni aquí ni en ningún lugar del mundo.  Por deficiencias en las políticas del estado, estas, a diferencia de lo que ocurre en los países avanzados y en los emergentes más veloces, el estado financia y asume el riesgo inicial para que fueran realidad. Las grandes empresas del mundo que surgieron en el ultimo medio siglo fueron primero una start up, luego una pyme, y llegó el estado para financiar la investigación básica y dar incentivos correctos (económicos y no económicos), para que pudieran ser grandes organizaciones disruptivas. Siempre el estado llega mediante compras públicas, contratos públicos, investigación básica, presión internacional para ampliarle los mercados aprovechando la globalización, y otros estímulos más que van cambiando tal como va cambiando la economía y la tecnología.


Primer edificio centro de investigaciones de ingeniería de la UMNG campus Cajicá
En esos países existen sistemas productivos y de innovación complejos que en la práctica relacionan política industrial, con CTeI, emprendimiento y desarrollo regional, y no como Colombia, con sistemas de papel que en muchos casos solo sirven para la especulación y el autoengaño.  La excepción, Medellín, también Risaralda a otra escala, Bogotá Cundinamarca que no logran consolidar un sistema de competitividad, innovación y emprendimiento a pesar del ejercicio de especialización inteligente. No obstante, en el caso de Medellín, existe el riesgo que la situación de EPM afecte ciertos programas, entonces, tendrá el Sindicato Antioqueño que meterse la mano al bolsillo, no tanto para comprarlas y hacerlas funcionales a sus intereses, sino que en muchos casos, simplemente hacer que fluyan libremente, con participación en el valor de las nuevas empresas. Algunas de estas start ups son de la economía naranja, otras no, por lo tanto, el estado y los grandes conglomerados deben sacarlas adelante

Ruta N Medellín
Innpulsa ha hecho esfuerzos por apoyar empresas innovadoras de alto impacto, sin embargo, ante los fracasos de unas convocatorias, se repliega y crea otra iniciativa en vez de corregir y profundizar. Colciencias también ha aportado recursos, pero como ocurre con esta institución, son apoyos discontinuos, lentos, inseguros, inciertos.  Entonces, la ley de spin off servirá si la dotan de instrumentos para desatar capacidades que impulsen innovaciones y emprendimientos disruptivos. Para ello se necesita una estrategia que empulse en un primer año máximo 10 iniciativas de este tipo, en el siguiente un número similar, para disponer al final del gobierno de Duque de unas 20 a 30 startups disruptivas, que se convertirán en pymes y en unos años serán grandes empresas, como son hoy Corona, Argos, Nutresa, Alpina, Alquería, Tecnoglas, entre otras. Así se ha desarrollado el capitalismo del bien común en el mundo.

Un programa para estas spin off y start ups requieren de 120 a 150 mil millones en 4 años, lo que se roban dos congresistas de los mega carteles de la corrupción. El retorno de esa inversión a la sociedad, a la economía y al estado, es inmenso, porque son emprendimientos con altas tasas de crecimiento, algunas exponenciales.     

Spin off y Start ups innovadoras


CIDT de la Universidad Tecnológica de PEREIRA

Existen también, y en número mayor a las anteriores, aunque tampoco por decenas de decenas, iniciativas muy buenas y promisorias, algunas, se me antojan, algo tímidas, porque están muy ancladas al mercado regional, a veces ni al nacional y menos al internacional. Si  establecen en su imaginario un escenario de mediano y largo plazo, para vender más lejos, su despegue será mejor, más cierto y menos arriesgado. He conocido magníficas start ups de este tipo en todas las regiones visitadas. Con gente muy inteligente, decidida, bien formada, innovadora, y como todo emprendedor innovador, sacrificado su bienestar inicial para cosechar después. De esas iniciativas no hay más de 40 a 50 en Colombia. Y un programa a 4 años, podría ser de 70 a 80 startups, para que sumadas a las disruptivas, haya en el 2022 unas 100 startups del Futuro. Este otro programa no alcanza los 100.000 millones en 4 años. Es decir, lo que se roba cualquier Ñoño.   




Las agrotech ¿un programa del ministerio de agricultura o del MCIT?

Un sector agrícola acostumbrado a explotar el Edén, sin hacer mayor cosa que los subsidios del estado, comprar tecnologías e insumos de otros lados, y escapando a una mayor tributación, por tanto, es un sector con gran déficit tecnológico con efectos en la productividad y por tanto en el bienestar, es otro espacio para crear empresas agrícolas de I+D+i y start ups agrotech. Sin embargo,  las empresas que quieran emigrar  deben hacer una revolución en su mentalidad. La manera cómo piensan los negocios, es rudimentaria y feudalista. Van del voz a voz, y no a los fundamentales del conocimiento. Se habla del potencial de Colombia como una de las despensas del mundo, y esto es un cuento, mientras el sector no sufra una transformación disruptiva. Por supuesto, hay empresas que son la excepción, pero las excepciones nunca son la norma, son excepciones.

Así las cosas, entre 50 y 100 start ups agrotech debe ser otro programa comprensivo de los ajustes estructurales que se requiere para cambiar la manera cómo funciona este sector primario, porque está en la cultura, en las mentalidades, viven de la contemplación, del confort, sin darse cuenta que son actividades con rendimientos decrecientes sostenidos que conduce a la precariedad, a la quiebra, y a que llegue el narcotráfico a comprar fincas y testaferros.

No hay mejor lavadero de activos que fincas perezosas con baja productividad. Un programa de agrotechs, es posible y deseable, porque hay excelentes empresas agrícolas que se agroindustrializaron. Además, hay empresarios agricultores que pueden y quieren dar el salto del feudalismo a la tecnología, al emprendimiento, a la innovación, y emigrar a  industrias y servicios sin abandonar el campo.

El problema está en las mentalidades y en el narcotráfico que crece exponencialmente mientras no se legalice el consumo, y también en la corrupción, en la envidia, en el odio por el odio, en abogados corruptos amparados en leyes permisivas que les permite a inescrupulosos robarse tierras que nunca trabajaron, en el individualismo, en la maldad de algunos, en la traición de los amigos, en la corrupción sin límites, hasta razones de género si el que asoma la cabeza es una mujer. El problema del conflicto por la tierra no está resuelto. Hay muchas almas malas merodeando el sector.  

El camino   

Spin off y start ups disruptivas e innovadoras de alto impacto no serán dinámicas y morirán muchas, si la incubación está en manos de nadie, porque la aceleración sin incubación potente es un cuento de algunos para ver como compran barato el esfuerzo de otros. Sin incubación tampoco hay parques tecnológicos ni potentes fondos de ángeles inversionistas y de capital de riesgo. Por eso, programas como el de la casa de las start ups de la Organización Corona, están en el camino correcto.

El fondo de 400.000 millones para empujar el desarrollo de empresas de la economía naranja, también debe atender el tipo de start ups arriba referidas; Colciencias, consolidar las spin off disruptivas con el sector privado; el ministerio de agricultura meterse en un programa transparentre de agrotechs; y el de minas y energías en asocio con Ecopetrol y las empresas de energía, en un programad de start ups de energías alternativas. Todavía le falta mucha tela por cortar y por coser a la estrategia de emprendimiento en torno a la productividad y la CTeI.  


Organización Corona
Entonces, no sé si el presidente Duque, el ministro Restrepo y el viceministro Pineda, el director Hernández, el consejero de la economía naranja, el super consejero Carlos Enrique Moreno, quieran pensar el crecimiento desde la economía de la innovación, para que el conocimiento, la creatividad, la innovación, el emprendimiento disruptivo y el innovador de alto impacto, eleven la productividad de la economía para la transformación del sistema económico. Si la productividad está al frente de las ideas y de las políticas, la innovación y el emprendimiento estará en la cabeza de la sociedad, de más investigadores, de más emprendedores, de más inversionistas, y al servicio del bien común. En últimas, Colombia debe revolucionar sus políticas, porque estas son malas, rezagadas, y precarias. 


LAS START UPS DE DUQUE


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Foto: Gabriele Siegrist
En la anterior columna escribí sobre la importancia de las industrias naranjas, y la necesidad de tratar de igual manera a todas las industrias 4.0, a las energías alternativas y a un grupo estratégico de industrias y servicios de alta tecnología, si de verdad la productividad está en el centro del pensamiento del presidente para reindustrializar a Colombia.

Un proyecto nacional por la productividad necesita una política nacional de emprendimiento con el fin de integrar en un gran sistema, la producción, la investigación, la educación, el emprendimiento, el desarrollo regional y el comercio internacional. Entonces, la reforma tributaria debe ser funcional a la creación de una nueva generación de startups, pymes y grandes empresas innovadoras. Vamos un poco al pasado para luego ir al futuro.

A partir del año 1991 se crearon las primeras incubadoras de empresas en las principales ciudades, la mayoría murieron, sobrevivieron pocas apelando al rebusque en la contratación pública. Luego se volvió al paroxismo en el primer gobierno de Uribe, y al abrigo del SENA se impulsaron 32 incubadoras en todo el país, que se sumaron a los parquesoft.  Esa monumental dinámica se acabó sin que muchas incubadoras vieran la luz. Pasaron los años, la incubación pasó a mejor vida, y quedó en manos de los emprendedores que tuvieran fuente de financiación propia, hasta que llegó la moda de las aceleradoras de negocios, éxtasis en el cual está ahora Colombia.  

Han pasado tres décadas, y no  se tiene una política, un modelo, una agencia nacional para el emprendimiento, y un sistema nacional de emprendimiento.  Si bien han surgido startups innovadoras, la muerte de nuevos emprendimientos es asombrosamente alta, como lo dijo la presidenta de Fedesoft, Paola Restrepo, en la Revista Dinero.

Con Gaviria llegó el credo de que todo lo hace el mercado, y el estado solo debe dedicarse a  atender bien a los agentes. Entonces, la política industrial para una economía abierta, nunca se ha dado porque se cayó en la posverdad de que una decisión del estado para escoger sectores estratégicos, era una discrecionalidad indebida, apelando al ejemplo de los pocos casos donde esa selección ha tenido vicios, sin reconocer que en la inmensa mayoría de experiencias nacionales esa estrategia ha sido exitosa, la cual explica el asombroso desarrollo de los países emergentes y de los más avanzados.

Todos integraron sectores claves, con educación, ciencia y tecnología, desarrollo regional y emprendimiento. Todos con especificidades inimitables porque no hay dos modelos de desarrollo iguales. Hay parecidos, porque la dotación de factores siempre es diferente. En últimas, el crecimiento y el desarrollo son endógenos, por lo cual los estados toman decisiones discrecionales, puesto que el mundo no es homogéneo, los sectores tampoco, la tecnología menos. Los países que no hacen discriminación inteligente, son como despistados deambulando por el mundo, regalando su mercado, sus activos, y el recurso humano. ¿Colombia?         

La falta de foco estratégico en la política de desarrollo productivo, tampoco ha permitido establecer una integración con áreas igualmente estratégicas de la ciencia y la tecnología, y al no haber una relación fluida y en espiral entre producción e investigación, no puede haber una masa importante de emprendimientos innovadores de alta complejidad. Así las cosas, si se asume el emprendimiento sin corregir el sesgo perverso de tratar por igual a todos los sectores y todas las áreas de investigación, se está matando al emprendimiento, que debe ser el mimado de las políticas económicas, dado que de ahí emana la nueva generación de empresas que generarán empleo calificado, ingresos, impuestos, formalización, exportaciones, y llevarán la economía a un umbral alto de desarrollo y a la sociedad a un bienestar sostenible. Así las cosas, los desafío para Duque, son:

Uno, corregir en la política de desarrollo productivo el sesgo contra la selección estratégica de sectores avanzados y áreas tecnológicas avanzadas a nivel nacional que se integren y complementen las apuestas regionales. Si se corrige este sesgo perverso,  se puede hacer una política nacional de emprendimiento naranja, azul (industrias 4.0 incluida la electrónica), y verde (agricultura, energía, transporte, materiales,….). No todo el mundo vive de producir naranjas. El conocimiento también necesita de industrias azules que emanan y nutren la creatividad y la inteligencia, y de industrias verdes, que son la vida.

Dos, a más de los ajustes en el Ministerio de Cultura para atender las naranjas culturales y creativas, se tiene que fortalecer el Ministerio de Comercio Industria y Turismo, según los nuevos desafíos de la política productiva y de emprendimiento. La estrategia del anterior gobierno de mirar solo diversificación y sofisticación en los sectores que existen, fue una acción incompleta, porque al mismo tiempo no se hizo una estrategia para impulsar el cambio estructural para sustituir las exportaciones minero energéticas.  Bancoldex convertido en un Bandes,  e Innpulsa como agencia de desarrollo para el emprendimiento, es una obligación. Si a lo anterior se suma la creación del Ministerio de CyT, Colombia tendría una potente institucionalidad para un sistema productivo y de innovación sostenible de color naranja, azul y verde.

Tres, la decisión de eximir de impuesto a la renta a las nacientes industrias naranjas, debe extender a las azules y a las verdes, así Carrasquilla salte como crispeta.

Cuarto, hay un número importante de proyectos innovadores en las universidades, que requieren de una pronta reglamentación de la ley de spin offs para que muchas de esas innovaciones también se conviertan en startups. Si es así, la ley de los crowfundigs, el propósito de desarrollar el mercado de capitales, tendrá espacio fértil a través de startups, pymes y grandes empresas innovadoras.

Quinto, la pre y la incubación es mucho más que tener un ejército de optimistas vendiendo modelos y planes de negocios para acelerar empresas a toda madre, con el cuentazo de los crecimientos exponenciales. Las incubadoras y la aceleración como una sola unidad conceptual y de instrumentos, son necesarias.

Sexto, es hora de desarrollar los parques tecnológicos. Es obligación del Estado hacer realidad el parque de CyT impulsado por la Universidad Nacional en Bogotá, el cual tiene tantos estudios como el metro de Bogotá. Es decir, el parque imposible. Si algún día es realidad, debe especializarse en I4.0, bio, electrónica, energía, materiales. Sin embargo, avanza el estudio de crear un distrito de la innovación en los entornos de la calle 72 a 74 con carreras 24 a 26, inicialmente especializado en TICs. Ojalá no se convierta en otro megaproyecto a la gaveta, como ocurrió con Ciudad Salud Región y con Innobo, que murió de tantos estudios que se hicieron, y que al final quienes decidían nada entendían.

Séptimo, si bien es acertada la estrategia de la política de desarrollo productivo de impulsar las apuestas productivas regionales, hay un factor estructural que amerita una reforma constitucional que libere los procesos de desarrollo endógeno de los territorios, y consiste en hacer una descentralización que le otorgue a las territorios verdaderos niveles de libertad para gestionar su propio desarrollo, o ir más allá, a una profunda federalización. La inmensa mayoría de países avanzados y emergentes dinámicos tienen proceso de este tipo. La descentralización, tal como está pensada en Colombia, es más bien un obstáculo que una oportunidad para el desarrollo.

Duque no se dará esa pelea porque no está el asunto en su radar, sin embargo, debe iniciarse un debate nacional. No sé cuál sería el político o la Coalición que se le mida como tema clave para la campaña presidencial del 2022. Fajardo lo tenía en el 2010, pero se le embolató en la propuesta de la reciente campaña presidencial.                 

Con base en la experiencia de asesorar a una empresaria que está explorando invertir en start ups, puedo decir lo siguiente, algo sobre lo que he recabado desde hace muchos años. Se debe avanzar rápidamente en el cambio de  mentalidades en las universidades para acelerar el proceso de las spin offs y de las startups universitarias.

Existen rezagos en la mayoría de universidades públicas, que frenan las capacidades de profesores y estudiantes brillantes, para emprender e innovar, pues hay magníficos proyectos a nivel de prototipos y de nacientes planes de negocios, así como pequeñas empresas que han ayudado a crear por fuera de los campus universitarios.

En las universidades privadas, donde se supone no existen las restricciones jurídicas y económicas de las instituciones públicas, tampoco las spin off y las startups surgen en cantidad y complejidad. 

P.D.: con posterioridad a esta columna visité la ciudad de Medellín, y es en definitiva el  sistema de emprendimiento e innovación más avanzado de Colombia, liderado por una alianza sostenida de la triple hélice: universidad - empresa - estado. Este será tema de una nueva columna.


La economía digital en la era de Duque

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Foto: Gabriele Siegrist
La creatividad como motor de innovación contribuye a diversificar la economía porque es una herramienta necesaria para la competitividad e indispensable para la elevar la productividad de un sistema económico y de innovación sustentado en el conocimiento. Una de estas áreas de desarrollo es la economía naranja, referida a actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios, y cuyo valor está basado en la propiedad intelectual. El universo naranja está compuesto por dos partes: 1) la economía cultural y las industrias creativas, en cuya intersección se encuentran las industrias culturales convencionales: teatro, música, artes plásticas, gastronomía,…; y 2) las áreas de soporte que aluden a servicios creativos, software y plataformas digitales. El universo naranja lo conforman, creativos, artistas, arquitectos, diseñadores de todos los campos incluidas las artesanías, investigadores, medios, y emprendedores. BID, 2017.

La industria naranja emergió mucho antes que la reciente revolución de las industrias 4.0, y hace parte de la saga de las tecnologías digitales y de otras tecnologías avanzadas. Las cifras de producción, comercio internacional, empleo, son impresionantes, pero son datos fríos y con ello no es suficiente para que un país ingrese automáticamente a usufructuar de esos gigantescos mercados.

En Japón, la economía naranja genera aproximadamente seis millones de empleos. Entonces, si Colombia tiene la mitad de esa población, se puede suponer que puede generar tres millones de empleos calificados, bien remunerados, con empresas innovadoras y empleo formales, y de esa manera el milagro ocurriría en un periodo de tiempo relativamente corto, digamos al año 2025, como propone el nuevo presidente de Colombia. Sin embargo, el “milagro de las naranjas” no hace milagros.

En América Latina, según el BID, la economía naranja genera más o menos dos millones de empleos, equivalentes a una tercera parte de los creados en Japón, pero con una población seis veces más grande. Por lo tanto, la industria naranja está relacionada con el grado de avance general de la economía y de la sociedad. A más desarrollada, diversificada, sofisticada, innovadora y emprendedora es la producción de una nación, más industria naranja tiene. De esta manera, pensar que es posible lograr ciertos desafíos de crecimiento y desarrollo concentrados en esta economía, es muy difícil, y no tiene sentido en el mundo de hoy cuando se han sumado e integrado cuatro revoluciones tecnológicas, y no es posible ni correcto depender de un solo sector.  Veamos por qué.

Por más estímulos que ofrezca la política pública, es imposible que la mayoría de la población se dirija a este tipo de actividades, porque no todas las personas tienen aptitudes y anhelo de desarrollo en esos campos. Por supuesto, mucha gente con potencial innovador y/o con dificultades económicas para innovar y emprender, encontraría oportunidades en una política de estado, porque sería un sector clave en la estrategia de desarrollo productivo de largo plazo.

Así las cosas, el nuevo gobierno debe profundizar la política de desarrollo productivo que hereda, y hacer lo siguiente. Tener tres pilares sectoriales: economía naranja, energías alternativas (con Ecopetrol como empresa estatal y ancla en la producción y en la I+D+i para el salto de la matriz energética), e industrias y servicios que potencien las industrias 4.0.

La economía naranja solo potencia 4 de los 9 tipos de I4.0: Internet de las cosas, inteligencia artificial, Big Data y datos abiertos, e impresión 3D, y omite otras de mayor o igual impacto en los procesos de diversificación y sofisticación en el cambio estructural de la economía, tales como: robótica, ciberseguridad, realidad aumentada, sistemas de integración horizontales y verticales en los procesos productivos de fábricas inteligentes, fabricación aditiva, y la simulación, que a su vez determinan desarrollar una industria de servicios en electrónica. 


Centro de la cultura y de la ciencia Universidad de Caldas
Manizales. Diseño de Rogelio Salmona
Con base en esta visión más amplia y correcta, potenciaría sectores tradicionales (agricultura, industrias de consumo, turismo,..), y otros más sofisticados y ya existentes: salud de alta complejidad, aeronáutico, naval, donde los tres pilares de industrias, servicios y áreas tecnológicas avanzadas, tendrían más espacios de aplicación, y también más oportunidades de desarrollo porque habría una sociedad más culta, con más ingresos, y con más profesionales, creativos e investigadores para los nuevos espacios de acción en empresas, universidades, centros de investigación, innovación y emprendimiento, fortalecer los parquesoft, desarrollar los parques tecnológicos multisectoriales, los distritos y ciudades de la innovación y de la creatividad, así como la innovación y el emprendimiento en el aparato público.

Si Duque hace una política productiva de este tipo, sentaría las bases para un desarrollo industrial y de servicios de nuevo alcance que conduzca a lograr ciertos objetivos macroeconómicos y sectoriales: equidad; estabilidad fiscal; reforma tributaria estructural con otros alcances y criterios y no con los regresivos como los que propone Carrasquilla y el Consejo Gremial Nacional adictos al neoliberalismo del siglo pasado; crecer por encima del 6% la economía antes del 2025; llevar la inversión en ciencia y tecnología al 1.5%, lo cual únicamente con naranjas digitales es imposible, menos en cuatro años, porque no solo se trata de asignar  más presupuestos, si no de crear y de fortalecer capacidades, condiciones y cultura en las universidades y en las empresas para que haya demanda sostenida de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) en distintos sectores y áreas tecnológicas avanzadas, incluidas las naranjas digitales.

Entonces, llevar al 1.5% del PIB la inversión en CyT, se logra una parte con economía naranja, y otra con I+D+i en medicina, genómica de última generación, biotecnología, agricultura, materiales, industrias 4.0 y energías alternativas, y de esta manera generar una explosión de nuevos emprendimientos innovadores, donde sería necesario convertir a Innpulsa en una agencia de desarrollo del estado, y eliminar el Programa de Transformación Productiva para crear una entidad como Embrapii en Brasil.

Para todo esto ¿de dónde saldría la plata?. Una parte de los precios altos del petróleo y de las regalías; otra parte con una reforma tributaria para el desarrollo, la equidad y no solo para beneficio de los que más tienen, porque se ha visto que solo las gabelas tributarias poco sirven, pues enriquece al empresario pero no incrementa ni diversifica exportaciones con valor agregado, empobrece a los demás ciudadanos y campesinos, y aumenta la informalidad; y una tercera, atacando la corrupción.

Por lo dicho, en lo macroeconómico, en lo social, y para cimentar la paz, el nuevo presidente debe iniciar un proceso para reindustrializar el país, no dar por hecho que la industria en Colombia no debe evolucionar, y que la nueva revolución industrial 4.0 y de las energías alternativas, no las puede desarrollar éste país. Por eso debe profundizar las políticas de desarrollo productivo, ciencia y tecnología, y emprendimiento, fortalecer los sistemas nacional y regionales de innovación, repensar los ecosistemas de emprendimiento, y dar un salto en la calidad y pertinencia de la educación.

Resumiendo, la creación del viceministerio de Economía Naranja en el Ministerio de Cultura para articular las acciones del Consejo Nacional de Economía Naranja, el Fondo Nacional para el Desarrollo de la Economía Naranja, la creación de Áreas de Desarrollo Naranja (ADN), que articulen la inversión privada en espacios para los negocios creativos (clústeres, coworkings, etc.), con la renovación de los espacios urbanos que rodean los distritos de los negocios y la activación cultural de la comunidad bajo el concepto de ciudades inteligentes y creativas, son acciones necesarias de una economía naranja, y tendrá impacto si hacen parte de unas políticas que transformen la producción, impulsen la innovación y el emprendimiento. Sin una visión más robusta de la producción y del conocimiento, la economía naranja será una ilusión.

OPORTUNIDADES, DESAFÍOS Y REFORMAS PRIORITARIAS PARA EL DESARROLLO PRODUCTIVO Y LA TRANSFORMACIÓN ECONÓMICA DE COLOMBIA


Foto: Gabriele Siegrist
A partir de respuestas a preguntas para el documento: PRODUCTION TRANSFORMATION POLICY REVIEW (PTPR) OF COLOMBIA  del OECD Development Centre, Paris, France.

¿Cómo evalúa el desarrollo productivo de Colombia?
Atrasado, precariamente reprimarizado y deliberadamente desindustrializado, dado el enfoque de la apertura de la economía hace 28 años. Hoy es una economía de franquicias, retails y con alta informalidad y no una economía de la innovación y de nuevas industrias y servicios de alta complejidad hacia un crecimiento alto basado en la productividad y el bien común.

¿Cuáles son las principales fortalezas y debilidades?
FORTALEZAS: El potencial de factores naturales (biodiversidad)  y de sus recursos humanos, su ubicación geográfica en el centro de las Américas, y dos mares.

DEBILIDADES: La cultura de corto plazo por la dependencia tecnológica, el narcotráfico, la minería ilegal, la corrupción y la guerra. Una especie de estado emergente fallido, porque no tiene un proyecto de nación, por tanto, sin debates de fondo (ni académicos, políticos, empresariales y sociales) para una decisión política que permita un salto al desarrollo a través de un proceso de transformación productiva, social y cultural.

La poca importancia dada al desarrollo de la ciencia y la tecnología es el mayor problema estructural, porque de esta manera no ha sido posible inducir factores endógenos para un crecimiento alto sostenido con la construcción de una senda por la productividad desde sus capacidades para generar conocimiento y elevar la productividad con base en la I+D+i y el surgimiento de nuevas actividades de alto valor agregado.

En este contexto de atraso, no desarrolló la industria electrónica, que es el mayor error estratégico que ha cometido Colombia porque es la base de la tercera y de la cuarta revolución industrial, sin embargo, hay un manojo de empresas y una abundante formación de ingenieros electrónicos que se dedican a mantenimiento y no al desarrollo, al emprendimiento y a la creación de pymes. Es el país con mayor asimetría comercial en este sector entre los primeros 72 países del mundo.

Los subsidios escondidos a la producción y sin contraprestación del empresario para desarrollar la economía. Billones que nunca le llegan al estado ni a la  sociedad a través de más exportaciones, más innovación propia, de nuevas empresas innovadoras y de nuevos ingresos tributarios.

En Colombia, la productividad no es la base de la competitividad. Primero está la competitividad y no la productividad. Es un problema de sólida fundamentación teórica aplicada a las políticas públicas, las empresas y en la formación universitaria.

¿Hay países / regiones de los que Colombia pueda inspirarse / aprender?
Esto se ha intentado tanto y se ha fracasado tanto porque lo fundamental de los procesos de desarrollo no se han tomado en cuenta, se va a lo funcional, inmediato, y a lo que se cree fácil de copiar. En casi todo ha fracasado por no hacer procesos de aprendizaje: un problema cultural, mental, educativo. Colombia está a 70 años de ser una Corea. A 25 de Brasil. A 15 de Chile.  A 20 de Polonia….y así sucesivamente.

Mi visión de casos a mirar: Brasil, Chile, y economías emergentes con población similar. Países fuertes en commodities minero energéticos que desarrollaron sus cadenas productivas y de innovación lo cual les permite dar el salto en su proceso de reestructuración, también Tailandia, Vietnam, Malasia, y países desarrollados de menos de 100 millones de habitantes, por ejemplo Alemania, porque están siempre en la frontera del desarrollo. El problema está en que todos avanzan y Colombia se rezaga.

Pero, sugerir experiencias es algo más complejo que hacerlo desde la intuición o la respuesta ligera. En sí mismo, debe ser objeto de estudio, y debe ser más importante el proceso antes que lo que están haciendo ahora, mentira en la que solemos caer para ver si es posible copiar y dar el salto desconociendo el proceso histórico.     

Respecto a regiones, si el universo de países es grande, a nivel de regiones es mucho más y depende para qué tipo de regiones. ¿Cataluña para el Chocó? ¿Milán para Medellín? ¿Qué estado o región para Bogotá Cundinamarca? o ¿cuál Lander para cuál región?. En el estudio que hice para el sector de la electrónica escogí seis economías: Alemania, Corea, Polonia, Hungría, Tailandia y Brasil, pero cualquiera de los 50 primeros exportadores de electrónica perfectamente podrían ser analizados. Entonces, para Colombia, lo importante es que haya una idea clara a dónde ir, y según eso, los casos. Lo demás es especulación.

¿Qué lecciones se pueden aprender de la experiencia colombiana en términos de desarrollo productivo?
Los casos donde la I+D+I ha tenido su oportunidad. Productos agrícolas (café, azúcar,…) y agroindustriales (lácteos), materiales, defensa, salud. Las multilatinas, como Argos, Organización Corona, Nutresa, o empresas como Cotecmar,…... 

El papel de los emprendimientos. ¿Promueven el desarrollo productivo como una función prioritaria?
Estoy creando dos start ups de servicios de la economía de la innovación basadas en tecnologías del aprendizaje y del conocimiento (TAC) en torno a las industrias 4.0, las industrias ecológicas y la I+D+i. Conversando con ángeles inversionistas de otros países y también de Colombia. Este es uno de nuestros grandes problemas para emprendimientos de alto impacto en fase de incubación y que Innpulsa y Colciencias tampoco solucionan. Colombia no tiene un sistema de incubación, tiene instituciones de aceleración.   La secuencia  idea  - incubación -  aceleración - pyme está fragmentada y no constituye un sistema de emprendimiento. La ley de spin off está en reglamentación pero no tiene el componente de start up. Eso muestra el vacío conceptual de tecnócratas, investigadores y políticos.

Nombre cuatro reformas prioritarias que considera necesarias para que Colombia fortalezca el desarrollo de la producción y aumente los beneficios de una mayor participación en la economía regional y global.
·   REFORMA DE LOS PODERES DEL ESTADO. La corrupción está interrelacionada  entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial, y esta situación hace imposible la construcción de instituciones y por tanto reglas de juego claras y duraderas para un desarrollo productivo largo, innovador y sostenible.
·  REFORMA TRIBUTARIA ESTRUCTURAL DE MEDIANO PLAZO (10-12 AÑOS) EN TORNO A LA POLÍTICA DE DESARROLLO PRODUCTIVO, y según necesidades en CyT, educación, emprendimiento, infraestructura, y en desarrollo regional para cerrar brechas interterritoriales.
·    REFORMA DEL SISTEMA DE PENSIONES Y DE SALUD.
·  REFORMA DEL DESARROLLO REGIONAL: DE LA DESCENTRALIZACIÓN A LA AUTONOMÍA REGIONAL. Proceso gradual y con un enfoque que haga posible procesos de desarrollo endógeno.

La Política de Desarrollo Productivo PDP 2016-25

¿En qué aspectos la PDP 2016-25 representa una novedad?
A nivel internacional, poco o nada. Tal vez una novedad contra la evidencia empírica: se promueven apuestas productivas en la agenda de las regiones sin apuestas en la agenda nacional.  Una especie de robot sin cabeza, porque se cree que los incentivos y los instrumentos deben ser iguales para todos los sectores, lo cual es una deficiencia conceptual, un ataque al sentido común y una barrera al desarrollo de sectores avanzados. De paso esto crea obstruye la articulación institucional porque se tiene que poner a todos los ministerios relacionados con el desarrollo de sectores productivos y de esa manera no hay un ministerio rector que en términos de la PDP debería ser Ministerio de Comercio Industria y Turismo.  

A nivel de Colombia, tal vez el enfoque regional es lo novedoso, sin embargo, por la centralización eso es más un cuento que una esperanza salvo lo que puedan hacer las regiones más avanzadas. Las RIS (regiones de innovación estratégica, que es un modelo europeo de la política industrial comunitaria aplicada a las regiones y que en Colombia han adoptado Bogotá y Medellín) sin un enfoque estratégico del componente sectorial del nivel nacional en la PDP y sin políticas de CTeI y de emprendimiento, son una ilusión.

¿Cómo evaluaría la prioridad de la PDP 2016-25 en la agenda del gobierno nacional? [Alta media baja]. ¿Por qué?
Baja. Poco avanzó del papel a la acción y no hubo política de CyT, ni política de emprendimiento, ni de territorios de la innovación.  P.e, los parques tecnológicos en una eterna fase incipiente.

¿Qué habría que hacer para que la PDP tuviera éxito en 2025?
Que la lidere directamente el presidente de la república como una prioridad del estado, tal como lo propone Fajardo en su plan de gobierno,  y esto implica revisar las estrategias sectoriales de la PDP y su relación con áreas estratégicas de CTeI y el emprendimiento de alto impacto, como también lo propone éste candidato. Es el único que tiene claramente delineada la transformación productiva con base en la economía de la innovación.     

¿Cuál es el papel del Comité Técnico del PDP 2016-25? ¿Cómo evaluarías su funcionamiento?
Sin mayor trascendencia.

¿Cuál es el nivel de participación en los procesos de consulta del sector privado? Y de la sociedad civil?
Con el sector privado si hay participación pero no novedad en los objetivos de la participación. Con la sociedad civil, cero participación. La cuádruple hélice (estado - empresa - universidad - sociedad) es puro cuento. Si la triple hélice (TH entre estado - universidad - empresa)) no es aún una cultura entre los tres actores, con la sociedad menos, y menos en un país donde las élites andan por las nubes y las mayorías en una especie de laberinto sin luz.

Nombre cuatro reformas que incluiría en el PDP para que tengan éxito en 2025.
·  ESTRATEGIA PARA EL DESARROLLO DE SECTORES AVANZADOS: escoger  sectores  con respaldos transversales, que tengan efectos aguas abajo en el resto de la estructura productiva y en las regiones. El enfoque transversal del componente sectorial nacional frena las apuestas productivas regionales.  
·  POLITICA NACIONAL DE EMPRENDIMIENTO. Convertir INNPULSA en agencia de desarrollo.
·    COLCIENCIAS en ministerio de CTeI.
·   Bancoldex como banco nacional de desarrollo, lo cual implicaría cambiarle el nombre y revisar los distintos fondos del estado.  

¿Qué cambios en la economía global es más probable que afecten a Colombia en el futuro cercano?
·  Los impactos de las industrias 4.0 y de las industrias ecológicas y su derivación en el   neoproteccionismo. Colombia nada serio está haciendo en la materia mientras los países avanzados y emergentes tienen planes estratégicos en industrias 4.0. 
·   Los TLC que firmó Colombia fueron muy mal negociados, sobre todo con los Estados Unidos. Los negociadores dejaron escaso margen de maniobra para desarrollar la economía colombiana. Vendieron la nación endosaron el futuro.
·  La multiplicidad de economías emergentes en surgimiento que de no implementar Colombia unas mejores y completas políticas de desarrollo, no emergerá como una economía basada en la productividad industrial y de los servicios, sino en el comercio de retails, en los commodities, en el narcotráfico, en la minería ilegal y en la corrupción.   

Mencione tres factores principales externos que podrían cambiar / definir el panorama competitivo de Colombia después de 2025.
·   El surgimiento de nuevas economías emergentes de Europa y Asia que se convertirán en adicionales competidores por efectos de su reorganización industrial.
·    Las medidas más radicales por el cambio climático.
·    Las industrias 4.0 que incluye la digitalización de la economía.

Nombrar tres factores domésticos que, de materializarse, podrían remodelar el panorama competitivo de Colombia después de 2025.
·         Cimentar la paz.
·         Lucha contra la corrupción.
·         Lucha contra el narcotráfico y la minería ilegal.

Nombre tres industrias / actividades en las que Colombia podría ser líder mundial para el año 2025.
Entiendo el sentido de esta pregunta y es muy pertinente en ambientes más avanzados con ideas claras de reestructuración productiva permanente, pero en Colombia es casi que imposible responder para encontrarle un espacio de liderazgo mundial en siete años. Sin embargo, habría espacios en:  
·    En materiales cerámicos relacionados con construcción. Organización Corona.
·    En ciertos productos agrícolas si se modifica el enfoque de los subsidios y de las ayudas públicas. Hay una pereza a la innovación porque todo les parece costoso a los empresarios pues quieren ganancias inmediatas, y los procesos de innovación son sostenidos, costosos y los réditos muy grandes a mediano plazo.
·    Ecoturismo.

Nombre cinco industrias / actividades en las cuales Colombia podría ser un líder regional para 2025
·    Defensa, incluida la naval.
·    Industria de Salud de alta complejidad.
·    Industrias creativas.
·    En algunos campos de las 4.0 y en lo que se llaman servicios de la industria electrónica, que los  prestan pymes y grandes empresas industriales.
·   Energías alternativas si se pone a Ecopetrol como empresas ancla nacional, ya que se regaló  Isagen que era la llamada a hacer esa tarea.

¿Hay industrias / actividades comerciales en riesgo de desaparecer / transformarse radicalmente para 2025?
·    Automotriz: desaparecer.
·    Textiles, confecciones, manufacturas de cuero, muebles: desaparecer.
·    Plásticos. Se reconvierte o queda reducida a una mínima expresión.

¿Cuáles son las fortalezas y debilidades actuales para liderar en estas áreas?
·   Fortalezas en la primera. Hay capacidades de ingeniería y de I+D+i pero no hay una política para desarrollar una industria de la movilidad de personas y de carga multimodal. Se podrían ir Renault y la Chevrolet. No son plantas de última generación ni grandes exportadoras. Ya se fue la Mazda.
·    En las otras, el diseño.
·    Hay un buen desarrollo para emigrar a materiales ecológicamente más avanzados. 

¿Existe algún espacio / cuerpo formal para discutir temas de importancia estratégica futura para Colombia? ¿Están estos espacios conectados con la elaboración de la estrategia nacional?
Los espacios para los grandes debates del desarrollo se acabaron hace años. No hay ese espacio estratégico en las universidades, en los gremios y en el estado. Hay foros importantes como los del Consejo Privado de Competitividad, cada año. Y otros seminarios de un día con gurús que no dicen nada nuevo. No hay interés para un proceso de construcción crítica de la sociedad y del estado, y de sus transformaciones. Y eso es muy complicado porque no es posible construir una potente capacidad intelectual y de conocimiento.  Lo grave, es que Colombia tiene un enorme potencial humano, pero está deformado en su formación.  

Mencione tres reformas clave de política que considera esenciales para que Colombia compita en la economía global en el futuro.
Poner en marcha las reformas del campo del acuerdo de paz con las FARC.
Política monetaria. Es una moneda muy devaluada cualquiera sea la franja. Ni sirve para competir y menos para la productividad.
Política de desarrollo productivo funcional a la cuarta revolución industrial y a las industrias ecológicas y a la I+D+i.   


COLOMBIAUNA 

ECONOMÍA SUPERFICIAL 

LAS ECONOMÍAS DEPENDIENTES DE EXPORTACIONES DE COMMODITIES MINERO ENERGÉTICOS HAN TENIDO LOS CRECIMIENTOS MÁS BAJOS DESDE EL AÑO 2009 Y LAS QUE MÁS LENTAMENTE SE RECUPERARÁN HASTA TANTO NO ADELANTEN UN PROGRAMA DE RESTRUCTURACIÓN INDUSTRIALBanco Mundial. 2017


Una versión más corta está publicada en http://www.razonpublica.com/index.php/economia-y-sociedad/10317-colombia,-una-econom%C3%ADa-superficial-en-una-sociedad-superficial.html

Foto: Gabriele Siegrist
La bonanza minero energética que Colombia vivió en los primeros años de este siglo, no se aprovechó para impulsar un proceso de reindustrialización respaldado en la creación de capacidades en conocimiento, creatividad e innovación, y comprensivo de nuevos factores globales, como: acelerados cambios tecnológicos luego de la crisis financiera del 2008 que derivó en el surgimiento de las industrias 4.0; mayor conciencia de protección del medio ambiente por el tipo de crecimiento y de tecnologías usadas que serán reemplazadas por otra revolución en marcha: las industrias de las tecnologías ecológicas; y fin del ciclo del crecimiento basado en el comercio internacional pues su crecimiento exponencial se frenó en seco en 2012, luego de un ciclo de aproximadamente cincuenta años y con tasas de crecimiento muy altas desde los años 1990s.

Así, los fundamentales del crecimiento económico sustentado en el comercio mundial, pasaron de largo por Colombia porque que lleva 47 años sin política industrial. Sin embargo, todo vestigio del modelo de sustitución de exportaciones expiró en 1991, entonces, la mayor responsabilidad le cabe al “modelo” actual. Para abrir y globalizar la economía y desarrollar la nación, no se adelantó un proceso deliberado, pensado y planificado de reestructuración del sistema productivo hacia nuevos sectores industriales y de servicios sofisticados asociados al desarrollo de capacidades en conocimiento e innovación, porque el comercio internacional es motor de crecimiento alto y sostenido si el desarrollo productivo, la innovación y el emprendimiento, están detrás. Esto es algo que no hizo Colombia: ni transformación productiva ni inserción internacional en nuevas actividades industriales y de servicios producto de capacidades propias y de la  interacción de estas con fuentes externas de innovación, inversión y producción.

Por tanto, la política económica no ha respondido a necesidades crecientes de un país más grande en población, anhelante de bienestar y de oportunidades ciertas y duraderas, periferias urbanas y rurales reclamando pendientes sociales, necesidades básicas aplazadas y modernización. Es decir, la economía colombiana no puede vivir de las posverdades del “país milagro”, del “país de moda”, del país regalado a la confianza inversionista, y con locomotoras sin rieles.

Los argumentos del gobierno no son creíbles, menos los de la oposición uribista, porque ambos administraron mal la bonanza, no reconocieron enfermedad holandesa, y nada hicieron para reestructurar la economía una vez el boom expirara. 

Economía superficial en sociedad superficial

Los modelos de innovación en el mundo van en la séptima generación desde que emergieron en los años 1950, cuando la heterodoxia neoschumpeteriana logra explicar que el 85% de las fuentes de un crecimiento alto y sostenido están en la transformación productiva sustentada en el desarrollo tecnológico a partir de conocimiento creado y aplicado a la producción y convertido en innovaciones sofisticadas y en emprendimientos de alto impacto. De esta manera, la ciencia y la tecnología poco o nada ha contribuido en Colombia al crecimiento y la productividad.

En los años 1950 y 1960 surgió el modelo de innovación 1.0. Hoy hablamos del modelo 7.0, y de las revoluciones de las industrias 4.0 y de las tecnologías ecológicas. Sin embargo, Colombia no ha superado el modelo productivo extractivo, donde el surgimiento de capacidades en innovación tiene poco espacio, por tanto, son actividades que generan rentas pero escaso desarrollo y bienestar. Con este esquema, no hay ingreso al mundo de la innovación. Una especie de modelo de innovación 0, porque Colombia no desarrolló centros de investigaciones en minería de carbón, ni industrias asociadas a su cadena de valor.

Los modelos iniciales de innovación cuando emergieron, relacionaban dos cosas: impulso de sectores estratégicos - muchos nuevos -, respaldados por capacidades en educación y en ciencia para la innovación tecnológica. Colombia hizo durante el periodo 1950 - 1970 política industrial sin alcanzar a desarrollar capacidades suficientes para el aprendizaje. El incipiente proceso paró abruptamente una vez expiró el gobierno de Lleras Restrepo, pues desde entonces, se empezó a trabajar un neoliberalismo superficial y ambiguo, hasta cuando César Gaviria y su kínder destaparon las cartas. Una buena apertura era necesaria, por no decir que urgente e inevitable, pero no así.       

En consecuencia, el bajo crecimiento de la economía colombiana está principalmente asociado con el rezago de largo plazo de la producción y por tanto en educación, CyT, emprendimiento, y sus instituciones respectivas, impactando negativamente las políticas sociales, el desarrollo de infraestructura, y las energías alternativas.

El ahora fallido modelo del 91 le quitó al estado la iniciativa y la capacidad para innovar y emprender en sectores productivos y áreas tecnológicas estratégicas. Esta es la razón por la cual los modelos de innovación 3.0 (interacción entre industrias, universidades y estado), luego el de redes (4.0), después los sistemas de innovación (5.0), y los modelos 6.0 y 7.0 que aluden al innovador y emprendedor individual, son aproximaciones superficiales, con excepción de Medellín.

Innovaciones en el campo de la salud efectuadas por colombianos de la diáspora y algunos desde acá – Llinás, Barraquer, Reinolds, Hakim, y muchos más -, cuyos inventos hubieran derivado en nuevas empresas innovadoras (start ups) si las políticas industrial, de CyT, y emprendimiento, fueran correctas.

Sin embargo, los desarrollos recientes en el sector de defensa en sus distintas armas y en la policía, muestran que cuando hay voluntad política si se pueden hacer avances que en pocos años pueden conducir a la frontera del conocimiento y de la producción. 

Igual se puede decir en el sector de construcción con los procesos de innovación en la Organización Corona, y en Argos. Amén de los ya conocidos aportes de los CENIS para el sector agrícola, especialmente Cenicafé.  

Diagnóstico a medias

Los exministros Perry y Hommes en sus columnas del 4 de junio de este año, en El Tiempo, escribieron cosas importantes.

Perrry. “…la casi totalidad del crecimiento de la última década y media se debió a factores externos: altos precios de los productos de exportación y alta tasa de inversión extranjera. Y poco a esfuerzos propios. De hecho, la ‘productividad’ laboral de la economía (cuánto produce un trabajador en promedio) ha estado virtualmente estancada. Por eso, crecemos apenas al 2 %, o menos, y hay tanta desazón”. Y luego resume los resultados del último informe del Consejo Privado de Competitividad, así:

“Un trabajador en Colombia produce menos de la mitad que en Chile y menos de la cuarta parte que en EE. UU. Por eso, el ingreso promedio de los colombianos es apenas algo más de la mitad del chileno y bastante menos de la cuarta parte que el de los gringos.
El poco crecimiento de la productividad entre el 2002 y el 2016 fue por aumentos de la productividad de algunas empresas líderes, que no se generalizaron ni difundieron al resto de la economía.

Deficiencias en infraestructura de transporte y en calidad de educación, salud e instituciones (derechos de propiedad, seguridad jurídica, justicia) tiene su cuota de responsabilidad.

Este panorama desolador se debe a que, los gobiernos de Uribe y Santos se atragantaron con los recursos petroleros y descuidaron los fundamentos del crecimiento económico a largo plazo. De ahí que el período 2002-2016 muestre un progreso social que poco tenía que ver con la calidad de las políticas económicas y sociales. Una década y media perdida para el crecimiento futuro”.

Hommes, luego de escuchar la presentación de un informe del caso de Singapur, rescata lo siguiente: “no existe en Colombia una estrategia bien definida de desarrollo productivo ni una entidad encargada de formularla en coordinación con otras entidades del sector público y del sector privado”. Ni tiene un fondo con dineros públicos para establecer centros de investigación en sectores específicos, que generen innovación en las industrias y atraigan inversión en investigación y desarrollo, y termina: “Lo importante es entender que el Estado colombiano no está diseñado para fomentar y acelerar desarrollo económico. Si no cambia la organización del Estado es posible que no salgamos del pantano de bajo crecimiento en el que nos encontramos.”

Sin embargo, los exministros no dicen que la productividad y la reorganización del estado, como lo indica la experiencia de los países avanzados y emergentes, necesita una política industrial respaldada en capacidades en educación, ciencia y tecnología para la innovación y el emprendimiento. La bonanza petrolera debió sembrar en una política industrial, en educación y en investigación. Hommes dijo en 1991, que la mejor política industrial era no tener política industrial, y con eso se llevó por delante la calidad de la educación, la calidad y cantidad investigación y las potencialidades para el emprendimiento y la innovación disruptiva. Hoy Colombia es una economía superficial donde mandan las franquicias, el comercio al detal,  importador neto de tecnología, arrinconada en errores de concepto y de política, y con instituciones blandas perforadas por el clientelismo, la corrupción, el narcotrafico, la informalidad y el inmediatismo.

La incapacidad fiscal pero también de la estructura productiva de la economía, impide, por ejemplo, mejoras salariales por encima del IPC para los maestros, acompañadas de inversiones en calidad y en infraestructura para la educación pública, y de esa manera contribuir a cerrar brechas sociales y territoriales. Esta insolvencia fiscal se debe a dos razones: no es una economía con predominancia en actividades sofisticadas con rendimientos crecientes; y la corrupción que va acompañada de ineficiencia y falta de innovación, le resta inmensos recursos a las políticas sociales, y de desarrollo económico, científico y tecnológico. Los saltos productivos son los que permiten saltos en los salarios y en el bienestar de toda la sociedad porque también impactan positivamente sectores tradicionales. Henry Ford, subió los salarios de sus trabajadores para que compraran los carros que fabricaban, y lo hizo porque era un sector nuevo e innovador con rendimientos crecientes.

Lula y Dilma intentaron lo mismo, pero las crisis por factores externos e internos aparecieron antes de tiempo, y el proceso está afectado, sobre todo porque el gobierno de facto es de una absoluta insolvencia política, ética y programática.       

Para salir de la superficialidad

1) Reorganizar el estado implica revisar la constitución para disponer de un proyecto nacional de desarrollo de largo plazo, y superar la enfermedad de que el mañana no existe. El corto plazo como fin, es una enfermedad letal porque la vida y el desarrollo de las personas y de las sociedades, no es así.  En ese marco el bien común debe estar por delante del mercado y sus agentes, aunque por supuesto trabajando con ellos desde sus respectivos espacios.

2) Se necesita un estado emprendedor que intervenga en la política industrial para desarrollar sectores productivos y áreas tecnológicas estratégicas, en asocio con empresarios, universidades y regiones. Las industrias 4.0 y las industrias ecológicas se deben a estados emprendedores que intervienen estratégicamente en el desarrollo industrial, en el conocimiento y la innovación: Alemania, USA, China, Japón, Francia, Brasil, Corea, países nórdicos, y muchos más del club de los avanzados y emergentes dinámicos. Decir lo contrario son posverdades colombianas típicas de los últimos 25 años.


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3)  Ecopetrol tiene un saldo de ineficiencia y de corrupción por explicar con Reficar, Bionergy y la promesa incumplida de modernizar la refinería de Barrancabermeja, con lo cual en cinco años el país se ahorraría cada cinco añosUS$22 mil millones en importaciones de refinados, según estudio de Mario Valencia, que servirían para el desarrollo futuro del sector y la reestructuración productiva nacional. El Instituto Colombiano del Petróleo es un “recinto secreto” de investigación cuando debería irrigar desarrollo por todo el país, como Petrobras en Brasil.

4)   La venta de Isagén fue el mayor despropósito de la política económica de Santos - así como las ventas de activos similares en el gobierno de Uribe -, porque se perdió la empresa pública que hubiera liderado el salto a las energías alternativas. Lo grave con ese desastroso negocio para el futuro sostenible son dos cosas: recién un año después de la venta dijo el gobierno cómo se invirtieron esos recursos: dos billones y medio en las 4G, tres billones y medio en papeles del estado para amortiguar el déficit fiscal, y $650.000 mil millones para comprar la voluntad política de los congresistas para que aprobaran la de venta de Isagen. La mermelada de la corrupción una vez más en el Capitolio.  

5)  Entonces, todo el sistema minero energético, base de la especialización reciente de Colombia, fue mal pensado, administrado y planificado, y dejó empobrecido al estado colombiano, y desguarnecido el sistema productivo, el conocimiento y la innovación.  

6)   De esta manera, la educación no puede responder a un proyecto de nuevo estado, de una economía y de una sociedad del siglo XXI. Todo el sistema debe reestructurarse. Las escuelas de economía industrial deben reabrirse. Y las teorías del desarrollo deben hacer parte de un proceso pedagógico desde la primaria. Esto requiere de una revolución de largo plazo en la educación, comenzando con un plan estratégico de 12 años.

A más de errores en las “políticas de desarrollo”, tal vez con origen en ellas, la crisis estructural de la economía se mezcla con la crisis del sistema político y del sistema de justicia: el clientelismo y la corrupción atravesando la sociedad propiciando una crisis institucional pavorosa. La sociedad y la economía superficial son insostenibles.


COLOMBIA UNA ECONOMÍA 1.0


Foto: Gabriele Siegrist
Cuando una economía desacelera su crecimiento de manera rápida y sostenida, antes que en factores externos debe buscar en su modelo y políticas las causas, efectos y soluciones. Echarle la culpa a la voladura de oleoductos es el más delirante y mentiroso de los argumentos que se puede hacer para amparar una política económica equivocada y un modelo de crecimiento que hace agua por todo lado. También continuar con el argumento de la caída de los precios del petróleo, no puede ser una disculpa eterna porque la bonanza no se sembró para desarrollar y diversificar otros sectores y desatar una cultura de la innovación y del emprendimiento. La verdad está en otros argumentos de tipo estructural que se traduce en fallas sistémicas del mercado y del estado. Veamos como es la cosa.

Colombia una economía con ideas de hace medio siglo

Mientras los modelos de innovación en el mundo van por su séptima generación desde que emergieron en la mitad del siglo XX, cuando la economía de la innovación inspirada en Schumpeter empieza a explicar que el 85% de las fuentes de un crecimiento alto y sostenido estaban en la transformación productiva a través de nuevas actividades con rendimientos crecientes sustentadas en el desarrollo tecnológico a partir de conocimiento aplicado a la producción y convertido en innovación.

En los años 1950 y 1960 surgió el modelo de innovación 1.0. Hoy hablamos del modelo 7.0, de la revolución de las industrias 4.0, y de las industrias de las tecnologías ecológicas. Sin embargo, Colombia no ha salido del modelo extractivo de los rendimientos decrecientes, donde los precios los definen actores externos y la tecnología también.

Colombia no desarrolló un centro de investigaciones en minería de carbón y pocos en agro-industria. Cuando se compra un café en las tiendas Juan Valdez, todos los equipos con los cuales se prepara, son importados, incluidos los que permiten identificar distintos sabores y aromas, para los cafés filtrados. En qué se avanzó, en variedades, gracias a Cenicafé. Es decir, de la tierra no se sale.

El crecimiento de 1.1% de la economía colombiana en el primer trimestre de 2017, está principalmente asociado con el rezago de la estructura productiva y el correspondiente atraso en educación, CyT, emprendimiento, y por tanto en su andamiaje institucional, en las políticas sociales y en infraestructura. Una especie de falla sistémica propia.

Así las cosas, Colombia no ha salido del modelo de innovación 1.0 porque la educación, así como la ciencia, la tecnología y la innovación (CTeI), continúan divididas entre el mundo de la academia y el de la producción, pues recién en el legislativo se tramitó una ley para que proyectos innovadores (spin – off) producto de la investigación universitaria, se negocien fácilmente con el sector privado sin generar conflictos internos en la universidad. Brasil resolvió este problema hace 17 años, y los países avanzados mucho antes.

Esto ocurre porque al Estado se le quitó iniciativa y capacidad para innovar y emprendeen nuevos sectores productivos y en nuevas áreas tecnológicas estratégicas a la nación. Por eso los modelos de innovación 3.0 (interacción entre industrias, universidades y estado), luego el de redes (4.0), después el de los sistemas de innovación (5.0), y los modelos 6.0 y 7.0 que aluden al innovador y emprendedor individual que en los países avanzados y en los emergentes puede desarrollar sus iniciativas porque los instrumentos que necesita están disponibles, en Colombia no han pasado de la especulación, de documentos Conpes, de intentos en su mayoría fallidos, y de unos pocos casos exitosos que permiten abrigar alguna esperanza de que si se puede.

Cómo salir de la economía 1.0
    
Desarrollaré este aparte con un ejemplo hipotético sustentado en los sectores del Programa de Transformación Productiva (PTP) y de las cadenas de la Política de Desarrollo Productivo (PDP).

Colombia no ha logrado superar la más sencilla, fácil e inteligente decisión de tener una PDP articulada a la de (CTeI), con dos agendas: una transversal y otra sectorial. La primera, son las bases que respaldan el desarrollo, la competitividad y la productividad; y la segunda, le dan forma y fondo al sistema económico y orientan a los agentes del mercado, del conocimiento y de la innovación, y son las que permiten el surgimiento de actividades con rendimientos crecientes, a través de los cuales suben los salarios a tasas más altas, así como las fuentes de empleo y de oportunidades para el trabajo independiente, y la tasa de recaudos impositivos en relación al PIB.  

Con el fin de superar este rezago conceptual, las PDP y de CTeI deben armar una estructura productiva, como la sugerida en la gráfica, semejante a la que tienen las economías avanzadas y emergentes dinámicas. Con ella se supera la idea de que todos los sectores son iguales y los instrumentos también. La agenda sectorial son las tres agrupaciones sectoriales en color verde:

·  sectores en áreas estratégicas: futuro;
· sectores de contenido tecnológico donde el país tiene posicionamiento internacional: capacidades construidas en un pasado no lejano, determinantes en la integración y competitividad del sistema productivo y de innovación, presente y futuro;
·  sectores para la competitividad: pasado con vigencia en el presente que generan la gran masa de empleo, exportaciones e impuestos.


Estas tres agrupaciones sectoriales están relacionadas con unas áreas tecnológicas de la política de CTeI. A su vez, la interrelación entre producción y tecnología genera condiciones para que surja el emprendimiento (E), donde emana la nueva generación de empresas innovadoras o start ups. Las agrupaciones sectoriales y las áreas tecnológicas se retroalimentan mediante instrumentos que son funcionales a la producción, a la innovación y el emprendimiento, para construir un potente sistema nacional de innovación y fortalecer los sistemas regionales. Colombia solo ha trabajado apoyando sectores viejos, con poco espacio para sectores sofisticados que son los que más generan externalidades positivas en la economía, la sociedad y el estado.

Si Colombia estructura las PDP, de CTeI, y de emprendimiento, y los correspondientes sistemas de innovación con una idea conceptual como la descrita, daría un paso inmenso en su concepto de desarrollo, por varias razones: si hay relación entre desarrollo productivo e innovación, se generan condiciones para el surgimiento de nuevas empresas con distintos niveles de complejidad y novedad (en la  gráfica, start ups 1, 2 y 3), a través de una política nacional de emprendimiento y de una mejor política de educación para disponer del factor humano que el cambio estructural demanda. Y dadas estas condiciones, la cultura se convierte en un factor endógeno determinante de la nación y los territorios.

Razones de la sin razón

1) Colombia no dispone de un proyecto nacional de desarrollo de largo plazo, motivo por el cual las perspectivas de las políticas, de los agentes y de la ciudadanía, son de corto plazo. El mañana no existe.



2) La política de desarrollo productivo no está pensada para la productividad, la innovación y el emprendimiento, por lo cual no hay política de CTeI, ni de emprendimiento. Al no existir estas tres políticas, no existe en la realidad un sistema de producción e innovación como fuente segura para un crecimiento alto y sostenido.
3) Tampoco el emprendimiento puede ir más allá de proyectos de escasa y mediana sofisticación, y solo de vez en cuando ocurre el milagro de una iniciativa disruptiva.
4) La política macroeconómica no es para el desarrollo, por eso 15 reformas tributarias en 26 años, y por ello la informalidad, la ilegalidad, la evasión y la elusión, que sumados a la corrupción y a la guerra, a lo que se suma una regla fiscal pensada para una economía perfecta (rendimientos decrecientes) y no para una en desequilibrio (rendimientos crecientes), le quitan recursos al desarrollo económico y social, y al papel de un estado emprendedor que haga alianzas con las empresas para investigar, innovar y emprender, pues hoy solo obedece a los privados y sus intereses.
5) Con la caída de la demanda la reforma tributaria quedará parcialmente neutralizada y no podrá resolver problemas de la justa protesta social.

A Colombia hay que repensarla aprovechando la paz, porque esta es libertad, vida, progreso, bienestar y oportunidades para todos. 


COLOMBIA, SIN ECONOMÍA DE LA INNOVACIÓN Y SIN ENERGÍA PARA NUEVOS TIEMPOS


En los últimos 25 años se vendieron la mayoría de activos productivos del Estado, y nunca conoció la ciudadanía en qué se invirtieron esos recursos, que entraron por una sola vez, y por tanto se supone que se invertirían en educación, ciencia y tecnología, cultura, desarrollo de nuevos sectores productivos estratégicos, reindustrialización de la economía, infraestructura, salud, entre otros.  Pero no ocurrió así, y esa plata de tod@s los colombian@s se fue al túnel sin fondo del presupuesto nacional, para distribuir migajas de corto plazo en todos los sectores, y hacer crecer el clientelismo y la corrupción.

Las razones que se imprimieron para privatizar hasta la vida, fueron varias, principalmente dos: una, problemas de ineficiencia, burocratización y corrupción (en unos casos sí en otros no); y dos, que el Estado debería ser regulador y por tanto toda acción productiva debería estar en manos de privados porque las fallas estaban en aquel y no en el mercado, postulado falso, porque las fallas están en los dos, en consecuencia, un Estado regulador no es sinónimo de Estado débil al servicio del abuso o privilegio de los privados.  

El esquema fracasó, hoy Colombia versus economías comparables, es de las peores en PRODUCTIVIDAD, por lo tanto en competitividad, innovación, emprendimiento, equidad, salud, educación e infraestructura. Las arcas del Estado están secas: elevado déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, déficit fiscal en aumento, devaluación persistente, déficit comercial del sector industrial inconmensurable y en crecimiento, caída de las importaciones de bienes de capital para la industria,  en consecuencia, se perfeccionó un proceso de desindustrialización y se depositó en los sectores de commodities el crecimiento de largo plazo, algo que no está en la teoría ni en la evidencia de las economías exitosas de los últimos 100 años, porque no hay ciclos de crecimiento alto y de largo plazo con base en bienes primarios y minería de enclave, si no se desarrolla a la par el sector industrial y de alimentos. Colombia le apostó al corto plazo y se olvidó que el crecimiento alto y el desarrollo, se logran con modelo y objetivos de  largo alcance.

El despojo de Isagen

Era de los últimos activos que le quedaban al estado colombiano. Lo demás, se acabó. Una empresa muy bien manejada y proyectada, no se vendió por mala sino por buena, lo cual constituye el núcleo del despropósito del gobierno nacional, y una contradicción en la lucha contra el calentamiento global y la reestructuración de la economía colombiana según los cambios productivos y tecnológicos que están aconteciendo en el mundo, porque el sector energético es estratégico no solo para garantizar abastecimiento permanente, eficiente y barato, sino porque es un sector clave en el desarrollo tecnológico, industrial y de las políticas de transformación productiva pues permite desarrollar bienes de capital, intermedios y servicios. Por lo tanto, empresas estatales líderes, se convierten en empresas ancla de las cadenas o clusters productores de bienes y servicios de energía, en consecuencia, son empresas impulsoras del salto de unas tecnologías a otras, de unos sectores a otros, como ocurre ahora con las energías de cero carbono. Isagen era la empresa llamada a lidera el salto energético, tecnológico e industrial del sector en la era del cambio climático.   

Malos negocios

Vender Isagen fue como vender la casa para comprar un carro y en gastos varios el resto del dinero. La familia se quedó sin respaldo para apalancar inversiones futuras. Así quedó Colombia, sin activos. Por qué este ejemplo.

Uno, Isagen se vendió por escasos 6.4 billones de pesos, lo cual solo equivale a los ingresos de tres años. Los beneficios del Estado por su porte al fondo de inversiones en infraestructura, no producirá réditos iguales.

Dos, en tiempos de calentamiento global, la energía, el agua y el medio ambiente, son más importantes para la vida y el desarrollo futuro, que unos kilómetros de asfalto. Isagen produce un servicio de primera necesidad, tiene 24.000 hectáreas de reforestación con sus consiguientes reservas de agua, y 25 años de acumulación de conocimiento y de capacidades tecnológicas.

Por las autopistas que se deben hacer, va el desarrollo, pero no son el desarrollo. Si así fuera, todo el mundo haría autopistas y nada más, porque lo demás vendría por obra y gracia del espíritu santo. Si la economía colombiana no entra en un proceso de reindustrialización para exportar más bienes de alto valor agregado, la tasa de retorno a la economía por la inversión en las autopistas, será escaso, y con el tiempo será negativo, porque no habrá recursos para nuevos desarrollos.   

Tres, las grandes empresas de energía, entre ellas las grandes petroleras, como la canadiense TOTAL, están invirtiendo en energías alternativas porque está en marcha la economía de cero carbono. De esa manera, Isagen pudo haber sido la empresa colombiana que liderara, en alianza con EPM y la EEB, esa transición de las energías convencionales a nuevas energías, tanto para impulsar un nuevo sector productivo como en investigación.  Ecopetrol tenía los biocombustibles y las energías alternativas en su portafolio de desarrollos. No cumplió, en los Llanos Orientales hay un Reficar II, que va costando el doble y lleva tres años de retraso, por eso también está en barrena, no solo por la caída de los precios del petróleo.

Así como las empresas industriales que producen tecnología para los sectores de energía tradicional (hidráulica y térmica), ahora también están produciendo tecnología para el desarrollo de energías alternativas, caso de Siemens, General Electric, para poner solo dos ejemplos.   

Cuatro, el sector de energía, en sus vertientes de hidráulica y de energías alternativas, debe ser un sector estratégico de la nueva política de desarrollo productivo y de ciencia y tecnología de Colombia. Todos los países desarrollados y todas las economías emergentes exitosas, consideran el sector de energía como actividad estratégica no solo para prestar un servicio a la sociedad y a la economía, sino como un sector con diversas actividades que impulsan el desarrollo industrial, la calidad y pertinencia de la educación, de la ciencia y tecnología, y nuevos emprendimientos. La energía es desarrollo y vida. Es conocimiento e investigación. Es innovación y emprendimiento.

Quinto, así las cosas, Isagen, Reficar, Ecopetrol, EPM, EEB,… debieron ser los cinco pilares de un programa estratégico de largo plazo para desarrollar un complejo industrial y de innovación en nuevas energías, que girara en torno a la innovación y el emprendimiento. Pero, la incapacidad de la tecnocracia pública, y de los sectores productivos y de investigación para pensar una política de desarrollo productivo que conduzca al surgimiento de nuevos sectores estratégicos, es absoluta. 

Edificio de EPM. Medellín

Brasil, un ejemplo a pesar del Lava Jato de Petrobrás

Hace pocas semanas la presidenta Dilma reunió un consejo de ministros conformado por las carteras de energía, ciencia, tecnología, industria y hacienda, para mirar cómo se podría lograr una mayor eficiencia energética. Una de sus decisiones fue que mediante un programa de desarrollo productivo y tecnológico se bajaría el consumo de energía en millones de neveras. Adicionalmente, el gobierno ha continuado con el programa de energía solar mediante el cual se piensa reducir 4% anual la oferta de energías convencionales.

También, a pesar de la crisis, en el Parque Tecnológico de Río de Janeiro se instaló en el 2015 uno de los 5 centros de investigación de General Electric en el mundo. La energía es un sector clave de la política de desarrollo productivo y de ciencia y tecnología, y es un tema de todos los parques tecnológicos y del sistema brasilero de emprendimiento y de innovación.   Dos ejemplos, los parques tecnológicos de Iguazú a partir de la gigantesca hidroeléctrica; y el de Sorocaba en el Estado de Sao Paulo, en temas ambientales, movilidad y nuevas energías.

Qué se hizo el Instituto Colombiano del Petróleo de Ecopetrol?. Era un centro de investigaciones importante. Uno de los errores de Ecopetrol fue que nunca generó capacidades tecnológica importantes para desarrollar tecnología de exploración, y nuevas energías.  La política industrial y de innovación en manos de macroeconomistas ortodoxos, es como poner el zika en manos de abogados. 

Parque tecnológico de Rio de Janeiro especializado en energía. Fotografía de los centros de investigación.

Centro de Investigaciones de General Electric en parque tecnológico de Rio

Parque Tecnológico de Sorocaba, Estado de Sao Paulo

Parque Tecnológico de Iguazú
Qué hacer. Repensar el sistema energético como sector estratégico de la política de desarrollo productivo

Colombia perdió por culpa de una equivocada política económica y de una opaca política de competitividad y de innovación, la oportunidad de dar un salto al futuro con base en el desarrollo de capacidades endógenas de innovación. Isagen era el pivote de un desarrollo de futuro. Era la llamada a liderar una revolución y un desarrollo energético sostenible y futurista, porque era la empresa del agua, de la energía para el cambio climático y para un mundo sostenible. Con la venta de Isagen también se fueron las acciones de la EEB y sigue en discusión si EPM también vende las suyas. Es decir, en vez de clusterizar el sector, lo fragmentaron y debilitaron. El sistema energético está en crisis y un proceso para repensarlo partirá de un presente de debilidad y no de un salto cualitativo. Poco a poco la lista de sectores en crisis, aumenta. 

El Estado creado en los últimos 25 años, ha fracasado. Hoy Colombia es una economía emergente incipiente pero fallida, que vuelve a depender del narcotráfico para conservar la imagen de "país milagro" y sobrevivir en la inflexión de la economías de los commodities, pues ya los cultivos ilícitos volvieron al número de hectáreas cuando empezó el Plan Colombia. Esta nación, igual que el resto de América Latina, no han sido capaces de tomar un camino cierto y definitivo. No acaban de hacer una cosa bien, cuando hacen una mal. El caso de Brasil es el más lamentable, la corrupción paró en seco el empuje que traía, y el de Colombia, por la corrupción, no se queda atrás.





COLOMBIA 2025 ¿CAMINO AL 

DESARROLLO?


Esta versión también fue publicada en la sección de opinión de www.confidencialcolombia.com


“Los países que presentan un crecimiento basado en el conocimiento tienen gobiernos que desarrollan misiones estratégicas, que juegan un papel activo dirigiendo las inversiones públicas hacia ciertas áreas emergentes, y que cambian el paisaje tecnológico y los mercados en el proceso”. 
The Entrepreneurial STATE.

Mariana Mazzucato – Public Affairs – 2015

Son demasiados los intentos tibios de Colombia por disponer de una política de desarrollo productivo y de innovación para una economía expuesta desde hace 25 años a la competencia global. El texto en discusión del Conpes para las políticas de desarrollo productivo y de ciencia y tecnología, es otro más de esos intentos que se podrían convertir en un nuevo fracaso, si la versión final no es otra.  

Errores

Uno, la propuesta no corrige el equivocado enfoque de tener por un lado la política comercial y por otro la política de desarrollo productivo. Lo correcto es que la política comercial debe ser un instrumento de aquella política y no al revés. Lo dicta la teoría, las buenas políticas, la evidencia de las economías avanzadas y emergentes, los premio nobel, y el sentido común: “defino mi visión, me preparo, y luego voy por el mundo”.

Colombia abrazó los TLC y despreció el fortalecimiento del sistema de producción y de innovación.  Hoy tiene una inflación por cuenta de costosas importaciones originadas en la desindustrialización; informalidad que desconfigura el orden social, económico, legal y urbano; se inoculó a conciencia la enfermedad holandesa, y por cuenta de ella tiene un inmenso déficit en cuenta corriente y en todas las cuentas de una economía emergente inteligente, emprendedora e innovadora. La culpa, un equivocado desorden teórico y en el orden de los factores en las políticas.

Dos, un error de fundamentación. Incapacidad de definir integralmente una política de desarrollo productivo que tenga una sólida agenda transversal como respaldo de una contundente agenda vertical que apoye el desarrollo de sectores estratégicos que lideren la transformación de la economía, la generación de equidad y la inserción internacional de Colombia con sectores de alto valor agregado.

La propuesta del Gobierno se centra en una potente agenda transversal y en una débil agenda vertical porque el nivel nacional no define una estructura sectorial que mejore la competitividad y eleve la productividad. Se deja la selección de las apuestas estratégicas a las regiones, como si el Estado nacional no existiera. La todopoderosa nación llegará a poner orden si hay dispersión o convergencia en la especialización de las regiones. Este modelo no existe ni en la teoría ni en la inteligencia ni en la creatividad de quienes han construido sendas exitosas en el último largo siglo.

De esta manera, el foco de las propuestas del gobierno para las dos políticas, centrada en corregir fallas del mercado y del estado, y mejorar la coordinación de los actores y de las políticas, pierde piso por sustracción del componente principal: la apuesta productiva nacional, la que determina y complementa las apuestas regionales, y la que hace el puente con el sistema mundial de producción y de innovación. Cuando no es así, esa economía tiene un puente estrecho para conectar las regiones con el mundo.

Soluciones

La propuesta de la política de ciencia, tecnología e innovación 2025, da la pauta con claridad y argumentación. Define áreas del conocimiento, que son también sectores productivos: energías renovables, salud y alimentos, y las tecnologías transversales son biotecnología, materiales, nanotecnología, y TICs. Solo recomiendo incluir dos sectores más que están relacionados con los anteriores: industrias de defensa ligados a desarrollar también usos civiles, y las industrias de movilidad sostenibles combinando el desarrollo de tecnologías blandas con tecnologías duras, para producir material de transporte avanzado que sustituya o fortalezca el declinante sectores automotriz nacional, que no está lejano de darnos la noticia de que Renault y Chevrolet también levantarán la carpa como lo hizo la Mazda. 

Si esos sectores y áreas se convierten en apuestas estratégicas de la política productiva, Colombia dará un salto al futuro, porque son el espacio perfecto para lograr la integración entre producción e innovación, entre sectores productivos estratégicos y áreas tecnológicas estratégicas, entre acción nacional con acción regional, y la integración de Colombia y de sus regiones al sistema mundial de producción y de innovación. Son el espacio para disponer de un estado emprendedor y de una economía de la innovación.

Si es así, Medellín potenciará aún más sus clusters avanzados, Bogotá Cundinamarca tendrán como hacer alianza con la nación y multiplicar sus capacidades y potencialidades para hacer realidad las áreas y sectores de su Ejercicio de Especialización Inteligente 2025 que le apuesta a industrias BIO, Industrias Creativas, Desarrollar una Región Sostenible, y a Servicios del Conocimiento; emergerán nuevos territorios, como la Sabana Centro y su iniciativa de Región de Innovación RINN que apunta a Industrias BIO y a Manufacturas Avanzadas; y otros tantos ámbitos en construcción en distintas regiones de Colombia, como el Biopolo del Pacífico en el Valle del Cauca, el de salud en el área metropolitana de Bucaramanga, y el Anillo de la Innovación en Bogotá.   


Adicionalmente, con una reforma tributaria estructural en camino, el tema de los incentivos, su desmonte, y el rediseño de estos, debe ser coherente y en relación a la política de desarrollo productivo, sobre todo con el componente de sectores estratégicos del orden nacional que sacarán a Colombia del hueco de la dependencia de los commodities minero energéticos. Si no es así, esa reforma nacerá con un vacío estructural enorme y en poco tiempo ya no servirá.

Estas tres políticas son claves para apuntalar el posconflicto, porque son las que permitirán generar un desarrollo de calidad y de oportunidades de largo plazo. 




ECONOMÍA DE LA INNOVACIÓN Y TRANSFORMACIÓN PRODUCTIVA EN ECONOMÍAS EMERGENTES. Ensayo


Una versión ampliada fue seleccionada  para ALTEC 2015, celebrado en la ciudad de Porto Alegre en octubre 22 y 23. 

Próximo ensayo: Regiones de Innovación en economías emergentes incipientes, fue seleccionado para IAMOT 2015, efectuado en Pretoria Sudáfrica.

Resumen

Los sistemas nacionales y regionales de innovación necesitan de un marco de política de desarrollo productivo para la transformación productiva, en ese contexto, según la pertinencia y profundidad de la política, resulta la consistencia de los sistemas de innovación. A su vez, la solidez de estos depende de la calidad de la política de ciencia, tecnología e innovación. La relación entre desarrollo productivo y CyTI resulta en procesos más profundos de innovación en la producción y en la sociedad, de cuya interrelación surgen los sistemas de innovación, que impactan la productividad, el incremento de las exportaciones de alto valor agregado, y reduce el desequilibrio de la canasta tecnológica.

Introducción

La construcción de sistemas nacionales de innovación no son instrumentos neutros que se conciben y aplican para producir resultados iguales a supuestas condiciones iguales como lo plantean los modelos de equilibrio.

Los sistemas de innovación como componentes de la economía de la innovación, difícilmente emergen si el Estado y sus actores no ingresan a un nuevo paradigma de pensamiento y desarrollo. Cuando un modelo de crecimiento no cree en la innovación como factor endógeno, se configura como un sistema sub óptimo, por lo tanto, con una estructura productiva y de conocimiento y de innovación sub óptima.  

En América Latina,  los países creen más en la aplicación de instrumentos de innovación relacionados con la competitividad para mejorar lo que existe, y lo que existe relacionado sobre todo con recursos primarios, manufacturas de baja complejidad y servicios de escasa sofisticación, y no con el cambio estructural, la productividad en torno a la transformación productiva, es decir, nuevos sectores que ayuden tanto a mejorar los existentes como a abrir nuevas rutas de desarrollo.

Perpetuar ventajas con sectores basados en recursos naturales, es válido cuando se desarrollan y producen bienes y servicios para los distintos eslabones de los sectores primarios más relevantes, y si esos desarrollos tienen efectos difundidos que permita conformar sistemas de innovación y de producción, a escalas macro (nación), meso (región) y micro (organización). De esa manera, la innovación será abierta al interior de las organizaciones, abierta entre empresas y centros externos de investigación, abierta entre empresas innovadoras del Estado con empresas privadas y las universidades, y abierta entre actores nacionales y actores extranjeros. Ahora bien, la innovación abierta necesita condiciones para que sea factor de crecimiento y desarrollo. En consecuencia, aquellas economías que le restan importancia al cambio estructural, le cierran las puertas a la innovación sofisticada, al avance de la ciencia, de la tecnología y a la educación, al emprendimiento de alto impacto, a las ciudades y a las regiones de innovación, por lo tanto, al conocimiento, a la creatividad, a la innovación, al emprendimiento, y a la productividad. 

Método

En esas condiciones, en América Latina aun se cree que la innovación a escalas macro, meso y micro, es un factor de carácter más exógeno (adaptativo) que endógeno (creativo) porque se piensa que la innovación es un asunto propio de las firmas (innovación cerrada) que un asunto entre ellas con actores externos (innovación abierta), pero también porque se cree que las fuentes de innovación solo son importadas con el aporte marginal de capacidades propias. La economía de la innovación no tiene sentido intentar aplicarla si no es para desatar el potencial endógeno de creatividad, conocimiento e innovación de la respectiva cultura para la transformación del sistema productivo, la sociedad y el Estado. Son rezagos en la apropiación de nuevos paradigmas de las teorías de la complejidad y de la economía de la innovación. Entonces, el artículo se centra en América Latina, con mayores alusiones al caso de Colombia, con el siguiente derrotero metodológico:

El modelo de desarrollo de un país determina las características y alcances de los sistemas de innovación.

Los sistemas de innovación no son independientes de las políticas de desarrollo productivo.

No puede haber sistema nacional de innovación si no hay sistema nacional de transformación productiva. Aquellos son una propiedad emergente del modelo de desarrollo de largo plazo y difícilmente pueden consolidarse como si fuera un proceso de innovación cerrada.

La consistencia y articulación de las políticas de desarrollo productivo y de CT+i del nivel nacional determina a su vez la emergencia de modelos de desarrollo endógeno (territorios) dotados de sus correspondientes sistemas regionales de innovación.

1. Los sistemas productivos y de innovación son globales

Hay un sistema productivo mundial del cual hace parte un sistema de innovación mundial, los sistemas nacionales de innovación y los sistemas regionales de innovación. En Colombia y en otros países de América Latina hay empresas nacionales o extranjeras globales que están conectadas a los 3 sistemas, otras a 2, y unas – las más pequeñas – a 1 sistema. La gráfica  indica los tres sistemas y cómo están integrados en torno a cinco actores principales: el Estado, las universidades, las empresas, los territorios y los centros de investigación. Y en el centro del sistema de innovación, el sistema productivo mundial, nacional, regional o subregional. 


2. Lo que exporta un país refleja el modelo de crecimiento y determina los sistemas de innovación.

Las políticas de desarrollo productivo y de innovación de un país se reflejan en el tamaño de su oferta para el mercado internacional y en las importaciones para el sistema productivo y el mercado interno.

Las exportaciones de los países latinoamericanos son inferiores a economías relativamente comparables (Corea, Taiwan, Singapur, España) y por supuesto muy distantes de las economías más avanzadas. Son importadores netos de bienes sofisticados y exportadores netos de commodities, consecuencia de políticas de desarrollo productivo intermitentes y de sistemas de innovación insuficientes.   

En la medida que el nuevo desarrollo científico y tecnológico emergió, también emergieron nuevos sectores productivos, conocidos como bienes ALTEC (Manufacturas Avanzadas las llaman los europeos, y se refieren a sectores como: TICs, aeronáutico, farmacéutico, instrumental científico y de precisión, robótica,…) Su dinamismo empezó en los años 1980, su aceleración se dio en los años 1990, y su consolidación en lo que va corrido del siglo XXI. Sin embargo, la región también se constata con rezagos, incluido México a pesar de su producción de maquila de bienes sofisticados para el mercado de Estados Unidos. Nuevamente Colombia se comporta como la economía más rezagada, pues su canasta exportadora se parece a la que tenía el mundo en los años 1970 – 1980.

Ahora bien, en aquellos sectores Media Altec donde están los bienes de capital, plásticos, químicos, material de transporte terrestre y marítimo, entre otros, y que aun constituyen la mayor porción del comercio internacional del mundo, no hay modificaciones significativas en el desempeño regional, y siempre Colombia acostado en el plano horizontal del eje de coordenadas.  Sin embargo, los Media Altec y los Altec tienen dos condiciones adicionales: una, que entre ellos hay una fuerte interrelación productiva y en innovación; y dos, producen tecnologías y bienes intermedios para los sectores de menor contenido tecnológico. Entonces, desarrollar sectores sofisticados es una condición de todo cambio estructural y por tanto de las políticas de desarrollo productivo y de los sistemas nacionales y regionales de innovación. Colombia, por ejemplo, desbarató su incipiente industria de bienes de capital y gran parte de la producción de bienes intermedios, y de paso industrias de bienes de consumo final.

Si hay una escasa producción de bienes sofisticados, es posible una baja inserción en bienes de menor complejidad tecnológica, por la relación de dependencia con los sectores de mayor sofisticación, un caso, Colombia. Pero, en la medida que hay producción en sectores sofisticados, también hay una creciente inserción en bienes menos complejos, como sucede con México y Brasil, apalancados en sus grandes mercados internos. Sin embargo, en estos sectores, en la medida que las economías sofistican su producción  e incrementan su PIB, van desplazando o cerrando sectores en los cuales no pueden ser competitivos. Muchos países asiáticos pasaron de sectores primarios a sectores intensivos en tecnología: Japón, Corea, China, Taiwan, Malasia,..., son ejemplo de ello.  

Un mayor desarrollo industrial también se refleja en un mayor desarrollo de los sectores de servicios de alta complejidad, como: salud, servicios TIC relacionados con comunicaciones avanzadas, servicios especializados de consultoría, asesoría o de ciencia y tecnología a las empresas, educación y cultura, entre otros. De esta manera, el comportamiento y el desarrollo de los servicios está asociado al desarrollo de sectores industriales, y por eso Colombia y América Latina, con escasas excepciones sectoriales y regionales, son economías rezagadas. El efecto, dificultades para reducir pobreza, generar empleo calificado, y abatir inequidad.

Un desempeño exportador poco dinámico es difícil que aporte al desarrollo de la economía, si no exporta bienes de los sectores más dinámicos del comercio mundial. Las exportaciones industriales de Colombia están en sectores de menor crecimiento. Así, su economía se basa en actividades con rendimientos decrecientes, lo cual afecta la tasa de crecimiento de la economía, la competitividad y la productividad general de la economía, impacta negativamente la calidad de la educación, la calidad y cantidad de investigación, el emprendimiento sofisticado, y la generación de empleo calificado y formal. 

De esta manera, su tejido productivo se centra en aquellas actividades que logran sobrevivir con base en el mercado interno, dependen de las importaciones y de la adquisición de franquicias de bienes y servicios en su mayoría de bajo valor agregado, por lo tanto, el comercio se convierte en actividad estratégica y la mayoría de la población vive del intercambio de bienes importados, legal o ilegalmente. Así, las brechas sociales se amplían, la inequidad no cede, el medio ambiente se destruye, arroja un ingreso per cápita menor y un crecimiento menor de la economía. En otras palabras, es una economía y un sistema del conocimiento con sesgo a las actividades franquiciadoras y no de la propiedad intelectual: es el subdesarrollo en la sociedad del conocimiento.

El desempeño exportador está determinado por las capacidades productivas, por la importancia que se le otorga a una estrategia exportadora de largo plazo como parte de una estrategia nacional de desarrollo productivo, y de ciencia, tecnología e innovación. Entonces, si el comportamiento exportador es pobre en bienes y servicios sofisticados, significa que su sistema nacional de innovación es insuficiente y rezagado.

La gráfica es una representación de arriba hacia abajo de como a más sofisticada es la producción más sofisticada y mayor es la inversión en investigación e innovación, y más proliferan las plataformas productivas innovadoras: las ciudades y las regiones de innovación. Así, a menor inversión en CyTI, los sistemas de investigación y de innovación son menores y sus relaciones internacionales en investigación e innovación son escasas, su mejoramiento es lento, no alcanza a ser gradual, y lo más grave, la investigación no aporta a la tasa de crecimiento de la economía y a la productividad total de los factores, salvo en las actividades donde concentra sus pocas capacidades en investigación: p.e. café, azúcar,...o en nichos industriales producto de la capacidad de unos pocos conglomerados para insertarse en la vanguardia de los mercados mundiales.   

En la práctica, poco sirve tener un “perfecto” sistema de competitividad y de innovación si no se tiene políticas de transformación productiva y de investigación e innovación. Una visión más amplia de este desempeño de las exportaciones se puede consultar en este mismo blog: ¿Es Colombia una economía del Futuro?

3. Tres trayectorias de cambio estructural.

Corea. Ha sido un proceso sostenido de largo plazo, con periodos sucesivos de 10 años en los cuales transformó de manera gradual pero sostenida su estructura productiva y desarrolló la educación y la CyTI. Esto le permitió avanzar de uno a otro ciclo de especialización para desarrollar, integrar y sofisticar la producción. Es decir, crecimiento con cambio estructural + CyTI = desarrollo. Así, las políticas de cambio estructural se soportan en las políticas de educación y de ciencia y tecnología para fortalecer la interrelación entre producción, conocimiento, ciencia y tecnología, que generan innovaciones disruptivas. Como principal factor de apalancamiento del cambio estructural, está su alta inversión en CyTI/PIB. En los últimos años registra tasas superiores al 3.5% del producto, superior al promedio de los países más avanzados, porque es la única manera de cerrar la brecha con ellos. El racionamiento es de sentido común: "si mi economía es más pequeña tengo que aumentar mi inversión en investigación para alcanzar y después superar a los más avanzados".

Brasil. En el intermedio de modelos de cambio estructural se puede citar al gigante latinoamericano, un país que ha tenido política industrial y por múltiples razones con intermitencias en su ciclo de desarrollo de largo plazo, a pesar de lo cual ha logrado desarrollar sectores productivos sofisticados (aeronáutico, avanza también en salud y en energías alternativas) o fortalecer otros (petróleo y alimentos), con un alto nivel de integración, acompañados de una política de ciencia, tecnología e innovación, cuyos recursos superan el 1.2% del PIB, aunque algunos Estados tienen tasas más altas (Sao Paulo 1.5%), pero debe llegar al promedio nacional del 1.5% para que la CyTI aporte al crecimiento de la economía. España es otro país que también cabe en esta categoría.

Colombia. Un caso de economía sin políticas de cambio estructural y con una base científico tecnológica poco consolidada dada la baja inversión en investigación del Estado, de las empresas y de las universidades, y la ausencia de una política de desarrollo productivo de largo alcance. Entonces, como lo muestra el desempeño de las exportaciones, parecería que el comercio mundial fuera solo de commodities. Es la razón por la cual sostiene un crecimiento moderado persistente con baja productividad y competitividad internacional.

La situación de Colombia refleja los efectos de los TLC con economías más avanzadas. Escasas exportaciones con contenido tecnológico, muchas importaciones de alto porte científico tecnológico, por lo tanto imposibilidad o dificultad real de hacer cambio estructural positivo desde la producción, las exportaciones y el desarrollo regional. Cambio estructural con base en importaciones, no es posible porque no es cambio estructural, es destrucción perversa no destrucción creativa, en el mejor de los casos, estancamiento estructural. Por lo tanto, la conformación de un sistema nacional de innovación robusto puede ser pertinente en el papel, pero, cuando baje a nivel de acciones concretas de una política para la transformación del sistema productivo, no serán de gran impacto porque las orientaciones macro de las políticas y del modelo de crecimiento no van en la misma dirección.


4. Encontrando el camino: la economía de la innovación

El pensamiento schumpeteriano (el de la innovación a partir de su idea de destrucción creativa, que significa abrir y modificar sustancialmente un producto ya creado para producir uno radicalmente nuevo), empezó a emerger a principios del siglo XX, alcanzó su madurez a mediados del siglo (cuarenta años después), y se convirtió en tendencia principal tres décadas más adelante. Desde entonces, el pensamiento ha producido muchas variaciones e interpretaciones robustas, en una especie de oleadas sucesivas en las últimas tres décadas.

La matriz teórica que fundamenta la construcción de una política para el cambio estructural,  se resume así: la economía de la innovación como fundamento del modelo y de su estrategia de transformación productiva (componente macro); el desarrollo endógeno como base teórica para que los territorios se configuren como regiones de innovación (componente meso); y el potencial de transformación y de innovación del sistema productivo a partir de las empresas y su interacción con los centros de investigación y el Estado, para desarrollar e impulsar la cultura de la innovación en la sociedad, entre empresas y actores externos diversos, y para el surgimiento de plataformas productivas donde fluya la interacción Empresas – Universidades – Estado – Sociedad. Así, el conocimiento, la creatividad, el emprendimiento y la innovación emergerán y se diseminarán gradual y continuamente en la sociedad y en los agentes económicos y del conocimiento, desde los postulados de las vertientes de la complejidad del evolucionismo neoschumpeteriano que recoge la economía de la innovación. Y desde ahí donde emerge la innovación abierta.


Esta concepción del desarrollo en la sociedad del conocimiento ha modificado en la teoría los factores que ahora son prioritarios en el progreso de una sociedad, el conocimiento, como lo sugiere el mapa conceptual.



Así las cosas, la teoría de la innovación dice que la manera de crecer rápidamente no es ahorrando sino destinando recursos a actividades creativas en sentido amplio. De esa manera, la creatividad genera nuevas ideas que se transforman en innovaciones. A su vez, las innovaciones afectan la productividad y favorecen el crecimiento de largo plazo.

En el cuadro se consigna una interpretación de las teorías que subyacen a los modelos de cambio estructural y de innovación, y ligadas a los enfoques recientes de la economía de la innovación que postulan, Antonelli, Mazzucato, Metcalfe, Doni, Cimolli, en otros.


5. Innovación abierta

Con sectores productivos tecnológicamente dinámicos y con capacidades para innovación, se pueden desarrollar nuevas empresas innovadoras, las organizaciones productivas del futuro, vía políticas, estrategias y programas de emprendimiento de alto impacto. Estas empresas poco surgirán en ambientes neutros, es decir, en naciones y en territorios que no tienen visión estratégica y capacidad innovadora en sus políticas y acciones público privadas, y de la academia.

Los sectores productivos y las áreas de investigación de las universidades y de los centros de desarrollo tecnológico, se integran para sumar capacidades y producir conjuntamente nuevos bienes y servicios innovadores (spin off), pero también nuevas empresas innovadoras (start ups) desde emprendedores independientes o como nuevos emprendimientos corporativos, privados y públicos (spin off). Ahí sucede la interacción entre empresas y centros de investigación, con regulación e inversión del Estado.

Sin embargo, las culturas innovadoras son producto de las políticas de desarrollo productivo y de ciencia y tecnología, y la relación de éstas con las empresas. Colombia, al depender de fuentes extranjeras de conocimiento, y con políticas que no han orientado e impulsado actividades más sofisticadas, la innovación se ha entendido más como una fuente de innovación originada en las organizaciones (innovación cerrada) y a su vez originada en fuentes externas (importación de tecnología que explica el abultado, creciente e insostenible déficit comercial en productos industriales: 237 mil millones de dólares en los últimos 15 años). El grueso del aparato industrial tiene rezagos en materia de innovación: copia modelos, mejora procesos, compra tecnología, hace innovación incremental (mejoras sencillas de productos y procesos para el corto plazo), pero no es intensiva en investigación e innovación (innovación sofisticada), así exista un grupo importante de empresas que han dado este salto y que están asentadas en las principales ciudades de Colombia.

Este ambiente mediante el cual la innovación es al interior de las firmas, y la innovación tecnológica se hace casi que exclusivamente con tecnología importada, propicia condiciones limitadas para la innovación sofisticada, que es el camino a seguir si se quiere ingresar a sectores de mayor complejidad.

Resumiendo, los sistemas de innovación, nacionales, regionales y empresariales, y su interrelación, depende de las características del modelo de desarrollo, de las políticas para el cambio sostenido del sistema productivo, de la senda de desarrollo de los territorios, y del salto cualitativo y cuantitativo de la ciencia, la tecnología y la educación.

Para ello, el Estado, en sus distintos niveles, debe proyectar desarrollo y generar condiciones, porque la innovación es producto de un Estado activo, emprendedor, futurista e inversionista en sectores e instrumentos donde el sector privado difícilmente o tal vez nunca lo va a hacer (Mazzucato M., 2014).

Todo es posible si se considera la creación de conocimiento y la creatividad como valores propios de la sociedad para hacer de la innovación una cultura dentro de su cultura,y  con la educación encargada de formar personas para esas nuevas culturas. Si la innovación abierta es producto de relaciones de colaboración y aprendizaje entre empresas, investigadores y consultores externos,  la investigación de calidad, creativa, innovadora y científica, es responsabilidad del sistema de educación para que nazca y se disemine una cultura de la creatividad y de la innovación.

Conclusiones

1.     El cambio estructural es un proceso sostenido de desarrollo de largo plazo.
2.    El cambio estructural no se hace por una sola vez. Se hace por periodos sucesivos e ininterrumpidos de acuerdo a objetivos de desarrollo de largo alcance de las políticas.
3.  El cambio estructural debe estar acompañado de una potente política de ciencia, tecnología e innovación.
4.    El cambio estructural y la ciencia y la tecnología determinan en gran medida la calidad de la educación, y no es ésta la que determina a aquellas.
5.   Los procesos de cambio estructural son profundos (caso de Corea), o son parciales (caso de Brasil), o donde no hay cambio estructural (caso de Colombia).
6.    Los sistemas nacionales y regionales de innovación son consecuencia de un modelo y de políticas de Estado de largo plazo. Los sistemas nacionales, regionales y empresariales, por si solos no bastan si no los respaldan políticas de cambio estructural y de CyT, de la nación y de las regiones.
7.  Cuando hay políticas de desarrollo productivo y de CyT, los sistemas regionales de innovación orientan y respaldan el desempeño exportador.



COLOMBIA ¿UNA ECONOMÍA UNA SOCIEDAD DEL FUTURO? 

          
Han pasado 25 años desde cuando Colombia abrazó el modelo de apertura de su economía. Hoy es un país que si bien ha crecido sostenidamente a un promedio medio y ha mejorado algunos indicadores sociales que lo han sustraído del club de naciones subdesarrolladas, su estructura productiva, aparentemente más moderna (más servicios y más industria que agricultura y más servicios que industria), no es una economía más avanzada, por el contrario, es cada vez más rezagada porque ahora exporta menos productos agropecuarios pero exporta más productos de minería sin valor agregado, y porque también exporta escasos bienes industriales pero importa cada vez más bienes industriales.   

Colombia se aferró con dogmatismo al pensamiento ricardiano de la especialización de las ventajas comparativas, mediante el cual un país se debe especializar donde tiene ventajas y en donde no las tiene, debe importar.  Eso dijo Ricardo hace dos siglos, y Colombia se esposó a esa idea para agradecer su papel en la faz de la tierra como productor de bienes primarios, importando pero no desarrollando tecnología y en consecuencia tampoco desarrollando los encadenamientos productivos para esos sectores primarios, que son encadenamientos con la industria y los servicios, pero también con la educación y con la ciencia y la tecnología, porque no se pueden sembrar ni cosechar maquinaria, equipos, ni servicios de investigación, distribución y comercialización. Esas son ventajas inteligentes que se crean de la superficie de la tierra hacia arriba pues son ventajas emanadas del conocimiento humano.

Colombia abrazó de manera simplificada ese pensamiento, el cual fue actualizado por la escuela de Chicago, irrigado al mundo desde los años 1970 y profundizado desde la caída del muro de Berlín. Sin embargo, al tener limitadas capacidades en recursos humanos y en investigación para sus ventajas naturales, simplificó y limitó sus potencialidades de desarrollo. Pero también, cuando el espíritu ricardiano quedó superado por los desarrollos posteriores de la sociedad industrial y por el surgimiento de la sociedad del conocimiento, Colombia intentó ingresar a la economía de la sociedad industrial, algo logró, pero llegó la apertura y se volvió a Ricardo en plena sociedad mundial de la innovación, del conocimiento, de la creatividad, de la diversificación, de los nuevos sectores industriales y de servicios, de nuevos desarrollos basados en I+D+i, y de procesos y sistemas productivos y de innovación más amplios y abiertos. Retraso intelectual.

Cambió el paradigma tecnológico y cambió el paradigma teórico, pero Colombia no cambió de paradigma e ignoró las nuevas teorías del desarrollo. Hoy se vive y se muere por la tierra, pero a sangre y fuego, y hoy la economía y su aparato productivo es más atrasado que hace 25 años, porque destruyó algo que los países avanzados y las nuevas economías emergentes no han hecho: DESTRUIR su sistema industrial, pivote e integrador de un sistema más amplio y complejo articulado con servicios y productos básicos.

Dado este contexto, Colombia no ha logrado aplicar a sus políticas los nuevos enfoques del desarrollo, por lo tanto, no es enfoque principal en las escuelas de economía (sobre todo las universidades privadas), la formación y la investigación sistemática del desarrollo científico y tecnológico y del cambio estructural en el crecimiento, en el desarrollo, en la competitividad, en la productividad, y en el bienestar de sus habitantes. En otras palabras, se ha pasado muy por encima sobre el papel de la tecnología desde Adam Smith y Marx, pasando por Schumpeter y sus herederos neochumpeterianos, y por corrientes derivadas o complementarias: crecimiento endógeno, evolucionistas y l@s recientes vertientes de la economía de la innovación.  Ahí está parte del problema: no hay recurso humano especializado y por tanto no hay masa crítica suficiente para impulsar el cambio estructural de la economía, porque no hay interés en la clase política, ni en los empresarios, ni decisión en la academia, de esa manera, lo que se tiene son versiones actualizadas de una economía de mercado retrasada, con un crecimiento medio equilibrado que solo aplaude el FMI.                 

Lo que exporta un país refleja el modelo de crecimiento

Las políticas de desarrollo productivo y de innovación de un país se reflejan en el tamaño y composición de su oferta para el mercado internacional y en lo que importa para su sistema productivo y mercado interno. La muestra de países del cuadro 1 evidencia los rezagos de Colombia para comprender e insertarse en el sistema internacional global que surgió después de la segunda guerra mundial.

Las exportaciones de Colombia son muy inferiores a las economías comparables latinoamericanas y muy distantes de las economías más avanzadas de la muestra, pues es el último de los países considerados, consecuencia de unas políticas de competitividad y de un sistema de innovación insuficientes que no pueden emerger por el rezago productivo y la precariedad de las políticas.  

En la medida que el nuevo desarrollo científico y tecnológico emergió, también emergieron nuevos sectores productivos, conocidos como bienes ALTEC. Su dinamismo empezó en los años 1980, una mayor aceleración se dio en los años 1990, y su consolidación se logró en lo que va corrido del siglo XXI. Nuevamente Colombia se comporta como una economía retrasada, como si estuviera por allá en los años 1980 para países distintos a Alemania y Estados Unidos. Cuadro 2.

Ahora bien, en aquellos sectores (Medialtec) donde están los bienes de capital, plásticos avanzados, material de transporte, excepto aeronáutico y espacial, productos químicos, entre otros, los cuales aun constituyen la mayor porción de la torta del comercio internacional mundial, no hay modificaciones, y siempre Colombia pegado al plano horizontal del eje de coordenadas.  Sin embargo, los Media Altec y los Altec tienen dos condiciones adicionales: una, que entre ellos hay una interrelación productiva y en innovación, sostenida; y dos, producen tecnologías y bienes intermedios para los sectores de menor contenido tecnológico. Entonces, desarrollar sectores sofisticados es una condición del cambio estructural para un crecimiento más alto, sostenido y sostenible con sus consiguientes efectos sociales y culturales positivos, y por tanto corazón de una política de desarrollo productivo y para la construcción de sistemas nacionales y regionales de innovación.

Si es escasa la producción de bienes sofisticados, es posible que haya una baja inserción en bienes de menor complejidad tecnológica (cuadros 4 y 5) por la relación con sectores de mayor sofisticación (Altec y Medialtec). En otras palabras, en la medida que hay producción en sectores sofisticados, en economías de crecimiento medio también hay una creciente inserción en bienes menos complejos. Sin embargo, en estos sectores, en la medida que las economías sofistican su producción e incrementan su PIB, van desplazando o cerrando sectores en los cuales no pueden ser competitivos, o simplemente no ingresan a ellos. Muchos países asiáticos pasaron de sectores primarios a sectores intensivos en tecnología: Corea, Taiwan y Singapur, son ejemplo de ello.  Sin embargo, Colombia pasó de la dependencia de los productos agrícolas a los mineros, y cuando había ingresado en la industria, paró en seco la industrialización, y retrasó indefinidamente su desarrollo.



Un mayor desarrollo industrial también se refleja en un mayor desarrollo de los sectores de servicios, sobre todo de alta complejidad.De esta manera, el comportamiento en servicios está relacionado con el desarrollo en los sectores industriales, y por eso Colombia también se constata como la economía más rezagada de la muestra, según el cuadro 6.

Adicionalmente, un desempeño exportador sin dinamismo en el monto de las facturas de los distintos tipos de bienes, es aún más difícil de soportar si lo poco que exporta no hace parte de los sectores más dinámicos, sino en aquellos donde las tendencias de crecimiento son menores o incluso en actividades que han logrado su plena madurez y sostienen una tendencia a decrecer, como se observa en el cuadro 7.

Las exportaciones industriales de Colombia están en las tres grandes agrupaciones sectoriales de menor crecimiento o crecimiento cercano a cero. Por lo tanto, su economía se basa en sectores con rendimientos decrecientes, y esto afecta la tasa de crecimiento de la economía en el corto y en el largo plazo,  la competitividad y la productividad general de la economía y de las exportaciones es baja, igualmente afecta negativamente la calidad de la educación y la calidad y cantidad de investigación, el emprendimiento sofisticado es escaso, la innovación radical no aflora, y la tasa de generación de empleo calificado y formal, es precaria.  De esta manera, su tejido productivo se centra en aquellas actividades que logran sobrevivir con base en el mercado interno, dependen de las importaciones y de la adquisición de franquicias de bienes y servicios en su mayoría de bajo valor agregado, por lo tanto, el comercio se convierte en actividad estratégica y la mayoría de la población vive del intercambio de bienes importados, legal o ilegalmente. Con todo esto, las brechas sociales se amplían, la inequidad no cede, el medio ambiente se destruye, la informalidad se toma el espacio público, el transporte público y los garajes, todos estos retrasos arrojan un ingreso per cápita menor y por tanto un crecimiento menor de la economía, respecto a otras comparables en el mundo. En otras palabras, es una economía y un sistema del conocimiento con sesgo a las actividades franquiciadoras y no de la propiedad intelectual: es el nuevo subdesarrollo en la sociedad del conocimiento.  


Evidencia suramericana: Brasil vs Colombia

La economía brasilera es la séptima del mundo pero sus exportaciones ocupan el lugar 26 en el mundo, la economía colombiana es la número 36 pero sus exportaciones ocupan el lugar 56. Entonces, la comparación de Colombia con el gigante latinoamericano no es respecto a una nación caracterizada por un cambio estructural intenso que se traduzca en un gran dinamismo exportador, como las economías más avanzadas y las emergentes más dinámicas. Adicionalmente, Brasil aún se caracteriza por ser exportador de bienes básicos, aunque las exportaciones del conjunto de bienes industriales (manufacturados y semi manufacturados), son superiores a las de bienes básicos (59% de la canasta exportadora), comportamiento inverso en Colombia, donde los productos semi manufacturados y manufacturados representan el 33%.

Así mismo, la tasa de crecimiento promedio de las exportaciones industriales ubica a Colombia en el puesto 83 en el periodo 1962 a 2013, y Brasil en el 72. Y dentro de la canasta industrial, Colombia ocupa el lugar 61 en las exportaciones de alta tecnología (ALTEC), con una participación del 3.13% en el total de exportaciones industriales del país para el periodo 1988 – 2013, mientras Brasil está en el escalafón 49 con una representación del 12% en las exportaciones industriales nacionales. Considerando la última década, Colombia descendió al lugar 73 en el mundo, aunque su participación subió al 5% promedio en las exportaciones industriales nacionales. Sin embargo, Brasil escaló al puesto 33. En dinero contante y sonante estos porcentajes dicen lo siguiente: en 11 años Colombia exportó US$7.951 millones en bienes de alta tecnología, mientras Brasil US$139 mil millones en el mismo periodo. Es decir, los ALTEC que exporta Brasil en 8 meses es lo que exportó Colombia en una década.  Este dato es una de las magnitudes de su retraso.

El cuadro 9 registra la evolución general del comercio internacional de los dos países, y se constata que en la medida que va transcurriendo el siglo XXI, el comercio de Brasil es mucho más dinámico, por el contrario, parecería que Colombia vive un letargo estructural, y el crecimiento medio sostenido de su economía depende de su mercado interno y de las importaciones.



Estos datos reflejan a su vez que no hay cambio estructural en la economía colombiana, lo cual se evidencia por la manera como han crecido las importaciones industriales, configurando un abrumador déficit comercial en bienes con creciente contenido tecnológico.

Entre 2000 y 2013, el déficit comercial acumulado del sector industrial es de 204 mil millones. Mientras tanto, el de Brasil es de US$337 mil millones para el mismo periodo. La diferencia está en que Brasil importó 4.5 veces más que Colombia, y exportó 8.5 veces más bienes industriales. La balanza comercial de Brasil en bienes industriales es deficitaria en un 23% mientras la de Colombia es de 130% (exportó US$158 mil millones e importó US$362 mil millones) en el periodo analizado, convirtiéndose en importador neto de bienes tecnológicos, en consecuencia, toda voluntad política para configurar una política de cambio estructural y de configurar un sistema de innovación robusto, va en contravía de las tendencias de la estrategia de inserción internacional y de su modelo económico. Una globalización desde afuera hacia adentro y no desde adentro hacia afuera. Es una estrategia unidireccional y no bidireccional de inserción. Se importan bienes inteligentes y se exportan bienes brutos.

Este panorama refleja los efectos de los TLC con economías más avanzadas. Escasas exportaciones con contenido tecnológico, muchas importaciones de alto contenido tecnológico, por lo tanto imposibilidad o dificultad real de hacer cambio estructural positivo desde la producción, las exportaciones, la educación, la ciencia y la tecnología, y el desarrollo regional. Cambio estructural con base en importaciones, no es cambio estructural, cambio estructural a punta de franquicias no está en ningún libro, es destrucción perversa no destrucción creativa, en el mejor de los casos, estancamiento estructural. De esta manera, la estructura de las políticas para el cambio estructural, deber ser algo parecido al siguiente mapa conceptual, pero jamás la política macroeconómica en el centro del esquema. 


Colombia ¿sociedad del futuro?

Resumiendo, Colombia se comporta cada vez más como un segundo Panamá, con una diferencia: ese país se organizó como un paraíso comercial y fiscal mientras Colombia no lo ha hecho abiertamente.  Colombia avanza hacia una sociedad de comerciantes pero no a una sociedad inteligente, dinámica, prospera, productiva, desarrollada e infinitamente menos desigual. Las pocas universidades de investigación, los pocos grupos de investigación de excelencia, las escasas empresas realmente innovadoras por sus capacidades en I+D+i y en innovación abierta, las ciudades innovadoras que sobran en los dedos de una mano, los pocos expertos y tecnócratas lucidos, y con un solo político de alcance presidencial que realmente piensa en la sociedad del conocimiento, no alcanzan a solapar los síntomas cada vez más acentuados de una economía retrasada, que se volverá una sociedad retrasada si se comete la estupidez de abortar las negociaciones de paz en La Habana.

Colombia y sus regiones deben complementar los análisis de coyuntura de "cómo vamos" (porque se sabe que como vamos vamos mal), con ejercicios y procesos de construcción del futuro, es decir, "A dónde vamos" pero "A dónde vamos" en lo económico, productivo, educación, ciencia y tecnología, desarrollo de ciudades y regiones, medio ambiente, infraestructura, y sobre todo "A dónde vamos" como Estado, como cultura, como nación. Pero también "A dónde vamos" con ese individualismo, egoísmo, adanamismo y mesianismo (rezagos de una sociedad y de una cultura feudal) que destruyen nuevas construcciones colectivas y participativas, y limitan las oportunidades individuales y colectivas.


Por eso ejercicios como el de Escenarios Bogotá 2025, y el de Especialización Estratégica Inteligente para Bogotá Cundinamarca, que impulsan la Cámara de Comercio de Bogotá y otras instituciones de Bogotá y del Departamento de Cundinamarca, el Anillo de la Innovación en Bogotá, entre otros, son nuevos hechos para pensar y construir nuevas sociedades. Ejercicios sincronizados de ese tipo deben multiplicarse en la geografía nacional, y sobre todo, el gobierno nacional debe hacer uno para Colombia, porque la suma de las visiones regionales no logran la visión nacional, y porque la paz y el posconflicto deben ser la oportunidad para pensar y crear una nueva nación, porque la guerra es el pasado y la paz el futuro.   



COLOMBIA ¿ECONOMÍA DE LA INNOVACIÓN?


Los tres ejes principales del plan de desarrollo 2014 – 2018 están centrados en la paz, la educación y la equidad. Pero estos no arrojarán los mejores resultados si la economía no dispone de una política productiva que genere nuevas y mejores oportunidades de trabajo, emprendimiento e ingresos más altos, seguridad a la economía, esperanza de desarrollo a las personas, y nuevos retos a la educación, a la ciencia y la tecnología, y apunte al surgimiento de ciudades y regiones de la innovación.

ACLARAR CONCEPTOS

Las nuevas políticas de desarrollo productivo (PDP en adelante) se centran en dos aspectos fundamentales e interrelacionados: uno, en la articulación institucional para corregir fallas del mercado y del estado y así mejorar la competitividad y la productividad general de la economía; y dos, el diseño de una estructura productiva que permita desarrollar nuevos sectores y actividades de alto valor agregado que contribuyan a diversificar el aparato productivo actual y al surgimiento de nuevas actividades que lleven a un nivel superior el desarrollo de la nación.

En la versión del plan puesta a consideración de la ciudadanía, la política de desarrollo productivo está por un lado y la competitividad y la innovación por otro cuando son parte de un mismo concepto por lo tanto son una misma política para un solo gran objetivo nacional. Al integrarlos, la concepción de la política será superior y mejorará la calidad de las estrategias, programas y proyectos, facilitará corregir fallas de coordinación institucional, y fallas propias de los actores del mercado y del estado.

Esta política, que deber ser una política estratégica del Estado, permitirá superar de manera más fluida el posconflicto, elevar la calidad de la educación, de la investigación y de la innovación, desarrollar las regiones, crear nuevas ciudades dentro de las ciudades, y propiciar un mayor espacio social y cultural para abatir inequidades de mucho tipo.     

ESTRATEGIA COSTO PAÍS PARA UNA COLOMBIA INCLUYENTE Y PRODUCTIVA

Esta es una acción válida y necesaria contemplada en el plan, porque busca identificar problemas de ineficiencia o necesidades de nuevos desarrollos conducentes a mejorar condiciones para atraer nuevas inversiones, incrementar exportaciones, y elevar la competitividad de las regiones y de la nación.

Pero, un impacto positivo en la productividad lo determinará si la política productiva combina una agenda de acciones transversales que mejore el “costo país” con una agenda sectorial estratégica que añada alto contenido científico y tecnológico para impulsar nuevos sectores y mejorar el desempeño de otros. Así ha sido es y será el desarrollo productivo en cualquier lugar del planeta y de la historia contemporánea porque es connatural al ser humano transformar y crear permanentemente nuevos espacios de desarrollo. Pensar lo contrario es una postura teórica corta que conduce a políticas cortas y a propósitos nacionales cortos. El subdesarrollo es un asunto de actitud y de confianza en capacidades propias, existentes o por construir, y de falta de ambición suficiente como cultura y como nación.



Entonces, si la política productiva apunta a mejorar condiciones generales, las acciones COSTO PAÍS son limitadas para mejorar la competitividad de los sectores existentes en detrimento de la sofisticación de la actividad productiva para elevar el factor de atracción del país con inversiones de alto contenido tecnológico, subir la tasa de inversión por encima del 30% del PIB, y mejorar sustancialmente los indicadores de desarrollo y de bienestar general.  

Si la política productiva suma e integra una agenda transversal con una agenda sectorial o vertical, la estrategia COSTO PAIS es más amplia, rica y de mayor impacto, porque combina programas transversales de mejoramiento y eficiencia, con programas de desarrollo diferenciados y focalizados según la estructura sectorial de la política productiva armada por agrupaciones sectoriales A, B, C. Este modelo genera externalidades positivas, unas de efecto general y otras selectivas de efecto difundido en el sistema productivo, pero también en educación, ciencia, tecnología, emprendimiento, desarrollo de regiones y ciudades  innovadoras, infraestructura, y en atracción de inversiones de alto valor agregado.

Así, una política productiva con una estrategia COSTO PAÍS por la productividad, conducirá a un desarrollo más pronto con crecimiento más alto y menos desigual, elevará la productividad a tasas promedio de las economías emergentes dinámicas, subirá la inversión en ciencia, tecnología e innovación al 2% en unos años, se revertirá la tendencia de que el estado es el que más invierte en innovación y en investigación y no las empresas, se corregirá el déficit de la cuenta corriente nacional porque la inversión extranjera no invertirá un dólar y al día siguiente repatriará uno y medio, y permitirá un tránsito más ligero del posconflicto.

Pero ¿cuándo se justifica una agenda sectorial estratégica para un país emergente como Colombia?

Cuando la PDP está orientada al cambio estructural o transformación productiva, es decir, adoptando una estructura con agrupaciones sectoriales A, B, C. Una agenda vertical para la estructura sectorial que actualmente tiene Colombia, también es válida porque elevará la productividad a una tasa mayor que con una de corte eminentemente transversal. Sin embargo, el impacto será bastante menor si la política no está enfocada al cambio estructural.

Entonces, es recomendable hacer dos ejercicios antes de tomar decisiones sobre el modelo de política a seguir: uno, con una estructura productiva como la que ahora tenemos; y dos, con una estructura productiva dirigida al cambio estructural. Con la primera, los efectos en el emprendimiento dinámico innovador, en una mayor inversión público – privada en ciencia, tecnología e innovación, en difundir e impulsar culturas de innovación en la sociedad, y la innovación abierta en las empresas, es mucho más limitada que con una agenda vertical dirigida al cambio estructural. En este sentido, el PTP (Programa de Transformación Productiva) es para la competitividad y no es un programa de transformación productiva: su nombre no es correcto, podría ser más bien Programa Nacional de Competitividad de sectores estratégicos, y rediseñar el PTP para los sectores – actividades del cambio estructural. Eso sería consistente. Colombia no debe decirse mentiras con sus políticas. Llamar las cosas por su verdadero nombre y no acuñar nombres por acuñarlos para estar en la moda.  

Las derivaciones neo shumpeterianas y la evidencia de los países desarrollados y de los emergentes asiáticos, confirman lo dicho de manera contundente. A más cambio estructural más innovación y más desarrollo, menos informalidad y menos inequidad.

Una política productiva con una estrategia COSTO PAÍS por la productividad, conducirá a un desarrollo más pronto con crecimiento más alto y menos desigual, y un mejor y más fluido tránsito del posconflicto.

INCENTIVOS ECONÓMICOS

Es conveniente analizar los incentivos vigentes, que son inmensos y dispersos, pero que no tienen contraprestaciones claras del sector privado en materia de empleo, diversificación, cambio estructural, productividad con sustento en innovación y emprendimiento: es decir, capturan rentas pero no le retornan al estado, a la economía y a la sociedad lo que estas le dan. En ese contexto, es igualmente corrector clasificarlos por incentivos tipo A, B, C para sectores A, B, C.

Una evaluación con este enfoque entrega elementos para la discusión con el sector privado en materia de incentivos pero sobre todo para definir el componente vertical o sectorial de la política productiva.

Es además necesario adoptar criterios de incentivos con premio (se mejoran) y castigo (se quitan), y que estos sean transparentes, por encima de la mesa, con su costo - beneficio fiscal, objetivos, duración, monitoreo, porque son recursos públicos y en consecuencia recursos de tod@s que a tod@s debe beneficiar, pero sobre todo, en una sociedad de mercado, para la cual trabajan estado y ciudadanía, los empresarios deben responder con eficiencia, productividad y nuevos desarrollos. La transparencia y reciprocidad es lo que permite construir instituciones y la articulación de las acciones público – privadas para corregir fallas de los actores y adelantar un proyecto de COSTO PAIS PARA UN NUEVO PAIS.

EL ENFOQUE SECTORIAL. ADOPTAR METODOLOGÍA DEL A B C  

Desde el nacimiento de la sociedad industrial las naciones de vanguardia y las emergentes más dinámicas, han combinado agendas transversales con agendas verticales. Colombia lo logró con relativo éxito hasta el año 1970, pero en los siguientes 20, al igual que el resto de América Latina, se degeneró el modelo y hubo pereza productiva amparada en la protección a ultranza sin proyecto de nación y sin política industrial. Entonces, las políticas se volvieron transversales, iguales y niveladas por abajo porque al ser todos iguales la producción de una camisa se cree que es igual a la producción de microchips o de moléculas. Ese es el problema de los enfoques transversales per se. En esos años los asiáticos dejaron atrás a Colombia y a una América Latina amarrada del cinturón de los Estados Unidos y de Europa.

Pero la apertura de la economía también se hizo sin política industrial para una economía abierta, razón por la cual las políticas continuaron siendo transversales. Entonces, casi medio de siglo de políticas transversales ha generado simplificaciones teórícas complejas y una cultura por las políticas generales y transversales que no es fácil cambiar. Por eso, el asunto de una política productiva con agendas transversal y vertical, es también un desafío pedagógico para que el cambio cultural ocurra y emerjan culturas innovadoras.

Hasta hace 20 – 25 años las políticas productivas de las economías emergentes escogían 4 o 5 sectores. Con el desarrollo tecnológico y el efecto de unas tecnologías y su relación con otras, derivó en una fertilización cruzada entre sectores productivos y áreas tecnológicas que se tradujo en el diseño de sistemas productivos y de innovación, nacionales y regionales. Así las cosas, una agenda vertical, para una economía de mediana diversificación, no se puede pensar con el criterio de escoger pocos sectores y los demás sujetos a tratamientos uniformes.

El criterio es armar una política productiva de al menos tres niveles sectoriales: A, B, C. Pero estos tres niveles no son tres corredores verticales separados. Son corredores interconectados que deriva en el diseño de sistemas productivos y de innovación apoyados en una agenda transversal. Esto significa tener un sistema de incentivos para A, B, C.

De esta manera se configura un sistema productivo y de innovación en proceso de cambio y en interacción permanente, porque la combinación de agenda transversal con agenda vertical produce cambio continuo y crecimiento más acelerado pues genera un proceso virtuoso de relaciones y de transformaciones permanentes, interrelacionadas y sostenidas

La agenda vertical permite y obliga a una verdadera articulación institucional y a la mejor identificación y corrección de fallas de los actores. Cabe decir que también puede haber fallas A, B, C.  Con una agenda exclusivamente transversal la coordinación institucional aparentemente es más fácil, pero al tener todos los sectores condiciones iguales, se desnaturaliza la posibilidad de la coordinación. Colombia es el mejor ejemplo. 

Con un enfoque preminentemente transversal hay poco que coordinar, “porque todos somos iguales”  “porque todos tenemos derecho a un mejoramiento igual”, pero en la realidad no todos son iguales, entonces cada quien busca su beneficio (incentivo, obra de infraestructura, mejor tratamiento tributario, lobby individual, estar en el régimen de zona franca, etc etc) y de esa manera la coordinación no fluye y al no fluir la coordinación no hay inspiración para el cambio estructural y para la productividad, y así se mengua el esfuerzo por construir instituciones y fomentar la coordinación.

Un enfoque de PDP con agenda vertical ayudará a la agenda productiva y de innovación de las regiones, y estas podrán encontrar en la agenda vertical nacional opciones adicionales de desarrollo para la competitividad y para la productividad. Una PDP con agenda vertical complementa la agenda vertical de las regiones. Pero la selección de sectores de las regiones no resuelve ni sustituye la agenda vertical nacional. El trabajo de Hausmman será un importante insumo pero no es el ejercicio que resolverá el núcleo de la política de desarrollo productivo: el dilema sectorial. Ese ejercicio ayudará a definir los sectores A, B, C, pero se requerirá un plus adicional más profundo.

Hay un problema en la discusión. Se habla de los problemas y riesgos que tienen las agendas verticales, pero no de los problemas y riesgos de un enfoque de política per se de enfoque transversal. Lo refleja un artículo reciente de Fedesarrollo (Meléndez, Eslava, Perry, 2014), pero también la opinión de otros analistas que creen que el mercado decide, lo cual a veces es así pero otras no. Los textos de Mariana Mazzucato, economista de la innovación de Sussex, son muy buenos y van más adelante que la discusión en Colombia. Estoy matriculado en esa concepción de la nueva economía de la innovación en las políticas nacionales como en las de carácter regional y del conocimiento: Educación + CyT Innovación + hábitats de innovación + cambio estructural = productividad y desarrollo.


Colombia necesita dar un salto de autonomía cultural, intelectual, empresarial e institucional en sus políticas de Estado para salir de la inercia en que ha caído el modelo de desarrollo por debilidades en su concepción y por distorsiones de todo tipo generadas por la guerra. Una política de desarrollo productivo y de innovación es una política para el posconflicto pero sobre todo para desarrollar un país acostumbrado y encapsulado en la inercia del crecimiento medio.





HUECOS EN EL PLAN DE DESARROLLO DE SANTOS II


Es un texto plano sin ambición teórica porque esos fundamentos ya se habían escrito hace 25 años en el plan de desarrollo de Cesar Gaviria cuando el presidente Santos era ministro, y 25 años después la idea del modelo de crecimiento sigue siendo la misma, ahora con el exministro de Presidente y el delfín como Director de Planeación Nacional. Esto es como si no hubieran emergido en el pensamiento del desarrollo las teorías de la complejidad, la economía de la innovación, y las ideas evolucionistas para el cambio estructural, elaboraciones que en otros países ya no son heterodoxia.

No hay circulo de desarrollo solo triángulo de crecimiento

El plan intenta conciliar un enfoque de corto plazo para la paz a través de la educación y la equidad, y exigencias de la OCDE para poner en orden rezagos en el funcionamiento del estado y de la economía.

Por eso el texto busca impulsar la educación y la equidad para la paz, y la eficiencia para la OCDE. Entonces, es un plan raro, que intenta armonizar factores endógenos con exigencias exógenas, convirtiéndose en un plan para el crecimiento pero no para el desarrollo, porque le faltó un cuarto elemento: la productividad. No se les ocurrió a Santos ni a Simón pero tampoco a sus colaboradores aspirar a un círculo hacia el desarrollo.

En este sentido, ejercicios que han medido el impacto de la violencia en el crecimiento, dicen que en 12 años se ha castigado el crecimiento con el equivalente al PIB de un año, como si la eliminación del conflicto con la guerrilla automáticamente derivaría en crecimiento alto, cuando por supuesto, un abatimiento del conflicto tendrá efectos en el crecimiento porque la tranquilidad es una de las condiciones pero es la calidad de las políticas de desarrollo son las que dan sostenibilidad a un mejor y sostenido desempeño de la economía. Los datos que muestra el documento de las bases del plan, son elocuentes.

La clase media ha crecido en los últimos 12 años rápida y sostenidamente, pero a tasas inferiores al promedio de América Latina, y por debajo de otros países cercanos. Mientras en Colombia pasó de un 15 al 27% de la población, en la región pasó del 21 al 34%. Sin embargo, en Chile la clase media representa el 44%, en Brasil el 39, en Uruguay el 57, en Ecuador el 30, en Perú el 34, en Bolivia el 30, pero en México, el modelo que más le gusta a tecnócratas y dirigentes gremiales colombianos, la clase media solo representa el 27%, igual que en Colombia. Lo paradójico es que son los dos modelos socialmente más convulsionados de América Latina atravesados por el narcotráfico y por un modelo de crecimiento igual.    

Todo sigue igual

Desde años remotos, el discurso de abatir la pobreza y de atacar la inequidad ha estado en el espíritu de los planes de desarrollo, todos más o menos han dicho lo mismo y por eso todo sigue más o menos lo mismo.

El plan dice: “Los objetivos para una Colombia equitativa y sin pobreza extrema son los siguientes: Reducir las brechas territoriales y poblacionales existentes en materia de ingresos y en la provisión de servicios de calidad en salud, educación, servicios públicos, infraestructura y conectividad; reducir la pobreza y consolidar la clase media, con un enfoque de generación de ingreso; promover el desarrollo económico incluyente del país y sus regiones”.

El plan también dice: ”Para reducir la pobreza es necesario potenciar la generación de ingresos de la población a través de la generación de empleo, el fomento al emprendimiento y la consolidación de proyectos productivos inclusivos. Es necesario mejorar la regulación de los mercados de trabajo, fomentar la formalización e incrementar la productividad para poder acelerar el crecimiento y mejorar los mecanismos de integración de los sistemas contributivo y subsidiado” (Acosta O.L, 2014).

Y más adelante dice: “……… las iniciativas de política de competitividad empresarial se articularán con las políticas de generación de ingresos y de fortalecimiento de capacidades productivas rurales para promover la creación de más y mejores oportunidades de inclusión productiva de la población en situación de pobreza y exclusión. En este contexto, las iniciativas de política de competitividad empresarial se articularán con las políticas de generación de ingresos y de fortalecimiento de capacidades productivas rurales y urbanas (se debería incluir), para promover la creación de más y mejores oportunidades de inclusión productiva de la población en situación de pobreza y exclusión”.

Esto lo han recomendado el Banco Mundial, el BID y el FMI, pero también la CEPAL y la CAF desde que existen. Y lo han dicho tecnócratas, analistas, académicos, dirigentes gremiales, la gente del común y todos los presidentes desde hace décadas.

Un hueco está en la economía de enclave

Asombra leer en el plan la preeminencia que tiene la economía de enclave para regularla y atenuar el costal de efectos perversos justificados por la importancia que tiene para el “desarrollo”. Desde el gobierno de Pastrana, cuando aconteció la crisis de los asiáticos, se decidió que Colombia le apostaría a los recursos minero energéticos, sobre todo al petróleo, como actividad principal para jalonar el crecimiento, las exportaciones y atraer inversión extranjera. Lo grave es que no se estaba al frente de grandes hallazgos para pensar que todos los huevos se debían poner ahí, y aún peor, porque la complejidad tecnológica por múltiples factores, ponía el punto de equilibrio en un nivel alto. Fue un enfoque pensado por macroeconomistas ortodoxos y no por economistas heterodoxos y por estrategas del desarrollo.

La crisis de Ecopetrol pasa por ahí. No es una empresa del futuro, como la prometida cuando se inició la venta de acciones. Una empresa que también invertiría en investigación y en nuevas energías para jalonar la transformación de la matriz minero energética de Colombia a largo plazo. La incapacidad de Ecopetrol para explorar con éxito pasa por sus limitadas capacidades en investigación, producto de su condición de caja menor del estado. Pero dicen en la calle que sus altos ejecutivos se creen genios: el círculo de las equivocaciones emanada de unos cuantos equivocados.

Esa enfermedad holandesa anticipada y con la cual hemos convivido, se complementó en el gobierno de Uribe con la otra minería, la ilegal, la que se tomó la ilegalidad y la informalidad, y la que destruye recursos naturales de manera irreversible. Entonces, van 15 años, serán 19, y quien sabe cuántos más, porque no hay en el plan una propuesta creativa, visionaria y juiciosa para quebrar esa tendencia perversa, a pesar de que el precio del petróleo, por razones geopolíticas y geoestratégicas, puede llegar a un nivel donde el punto de equilibrio de los costos de exploración y de explotación de Colombia, podría ser negativo.   

El otro hueco: la productividad no es un objetivo estratégico.

Colombia vive un proceso de desindustrialización que la gente de Uribe II y de Santos I y II, han negado.  Un solo dato desde la economía de la innovación. La reducción de doctores en el sistema productivo refleja que el conocimiento, la investigación, el desarrollo y la innovación, no están en el frente de las prioridades de las empresas, lo cual ocurre porque la estrategia de competitividad y de innovación de Colombia no tiene en el frente de la agenda el cambio estructural, espacio donde el recurso humano de alta calificación se necesita y crece exponencialmente en las organizaciones por el expediente de la articulación entre política productiva y las políticas de ciencia, tecnología, innovación y educación que permita desarrollar nuevas actividades y sectores, nuevas ciudades y regiones de innovación, y no solo para introducir sofisticación a lo que ahora existe como si lo que ahora existe es suficiente por los siglos de los siglos.

El plan tiene un problema de concepción. Habla de política de desarrollo productivo, cuando esta no existe. Habla de competitividad, pero esta por definición alude a mejorar lo que hay pero no a nuevos desarrollos que se originan en un proceso de cambio estructural deliberado. La sofisticación de los productos y servicios que se podrían incentivar con la estructura productiva que ahora tiene Colombia, no derivará necesariamente y de manera espontánea en nuevas actividades y sectores. Es decir, nada dice el plan de procesos y acciones para que el país tenga una estrategia de especialización inteligente, referida a nuevos sectores y actividades derivadas de ventajas generadas por la economía de la sociedad del conocimiento y no solo a ventajas competitivas de los recursos naturales y de industrias tradicionales. La especialización inteligente es en el siglo XXI lo que la especialización industrial fue en el siglo XX. Bogotá, Medellín y Manizales, así lo están entendiendo, pero la nación no.

En este sentido, ante la falencia del plan en materia de política productiva nacional, se quiere desplazar el vacío a las regiones con el fortalecimiento de los Consejos Regionales de Competitividad y de Innovación. Una salida opaca que no resolverá ni ayudará a que Colombia de un salto en materia de transformación productiva y de desarrollo de las regiones.

Cómo tapar los huecos

Si en el Congreso de la República se incluye el diseño de una política de desarrollo productivo y de innovación, que articule los sectores centrales del plan: educación, crecimiento verde, infraestructura, ciudades amables y sostenibles (añadiría de la innovación), CT+I, TICs, desarrollo rural, el plan daría un salto pero habría que duplicar los magros recursos públicos en el capítulo I: competitividad e infraestructuras, en los componentes de CT+I y desarrollo productivo.

Pero no hay espacio para ilusiones, el Congreso de Colombia está ahora más atento a pensar como los poderes blindan la corrupción y la impunidad en el sistema de justicia. Entonces, el futuro y una agenda por el desarrollo está nuevamente aplazada. Robinson y Acemoglu, siguen teniendo razón. 

      


LA COMPETITIVIDAD DE COLOMBIA, 

¿DEL AGUJERO NEGRO A LA 

PRODUCTIVIDAD?


Una versión más corta está publicada en www.razonpublica.com



Una cosa es lo que dice el gobierno sobre el ”milagro” colombiano y otra la que muestran los estudios. El informe del Consejo Privado de Competitividad (CPC) 2014 - 2015, y las presentaciones que se hicieron en el día de su lanzamiento, dejaron caras largas, porque los datos mostraban a empresarios, funcionarios de gobierno, universidades y regiones, que la tarea por la transformación productiva y el desarrollo de la nación, no se está haciendo bien. Por supuesto que hay excepciones, pero estas no alcanzan para que el país pueda mirar tranquilo el futuro.

Las treinta y más variables gruesas del Indice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial, del Institute for Management Development (IMD), del Doing Business del Banco Mundial, del índice Global de Innovación (IGI), e indicadores sobre educación, Colombia va como el cangrejo, un paso adelante con el positivismo del gobierno y de unos pocos, y dos pasos atrás en la comparación internacional.


De los resultados positivos, el más relevante es el comportamiento macroeconómico. Esto significa que no basta una buena política macroeconómica, que tampoco es tan buena si no contribuye a dar saltos positivos y sostenidos en productividad, y en la calidad y cantidad de la inversión.

Una buena política macroeconómica – con reforma tributaria estructural -, debe servir para hacer inversiones multisectoriales elevadas y sostenidas. Al no tener Colombia una política de desarrollo productivo de largo plazo, pero tampoco de ciencia y tecnología, educación, desarrollo regional, infraestructura, medio ambiente y desarrollo rural, no hay proyecto de nación, en consecuencia, no hay proyecto para transformar el sistema de producción, de conocimiento e innovación. Entonces, la elusión y la evasión tributaria es alta, porque en un contexto de quiebre institucional y huérfano de un propósito de nación, gran parte de las ganancias se depositan en paraísos fiscales.

Cuando hay proyecto de país, donde le futuro está primero, los intereses generales están por encima de los particulares. La competitividad y sobre todo la productividad, son proyectos nacionales. Lo que un país produce, la manera como produce, lo que producirá en el futuro, y la idea de como el conocimiento, la creatividad y la innovación son fundamentales en el desarrollo, determina el nivel de progreso general, y la distancia que están sus instituciones y su economía de umbrales superiores como cultura, como sociedad y como estado.




De quien es la culpa

1)    De un estado regulador débil. Se ha dejado en manos de los agentes del mercado el crecimiento y el desarrollo, cuando está claro en la literatura, en la historia, pero también en las evidencias del presente, y siempre será así mientras haya Estado, que éste regula, interviene e invierte en aquellos desarrollos productivos y de ciencia y tecnología que los privados no asumen porque los riesgos son altos o porque no es su función. Por eso las políticas de desarrollo productivo tienen una agenda transversal y otra vertical, porque cuando solo se adopta una agenda transversal significa que no hay agenda para desarrollar nuevas actividades. Es decir, la sociedad, la economía y la producción con el reloj de la evolución quieto.  Basta estudiar los casos de todas las naciones desarrolladas, pero también de Israel, Corea y de otras experiencias de naciones emergentes en las últimas décadas, para entender la historia de los cambios estructurales en la sociedad, en el estado y en la producción, las agendas transversales y las agenda verticales de las políticas productivas y de innovación.

    Un estado fuerte lidera procesos de concertación y de actuación público - privada para un desarrollo productivo estratégico y de largo alcance. Un débil estado regulador, sin herramientas constitucionales y económicas potentes, no puede conducir procesos de cambio estructural. Ni puede convocar a los grandes capitales a trazar el futuro. Basta mirar como los grandes negocios de Colombia están centrados en comprar cadenas de hoteles, a transacciones inmobiliarias, a construir nuevas cervecerías, y poco en nuevos sectores de servicios e industrias de alta tecnología.  Esto se debe a un estado débil desde hace tiempo, y a una dirigencia en su mayoría rentista, inmediatista y poco innovadora.

Centro de investigaciones en medicina. Construyendo con visión de futuro. Australia
    
2)  Gerencias de poca calidad. El excelente informe del CPC, según resultados de un estudio del Banco Mundial, del London School y del DNP, muestra que la calidad de las gerencias no es buena así los gerentes se crean que son "los mejores". Este comportamiento es grave, porque se confunde que gerencia de calidad significa ser exitoso en negocios poco sofisticados, en franquicias, en especulación, y no en emprendimientos e innovaciones derivadas del pleno derecho al ejercicio de la propiedad intelectual.

Los medios del jet – set social y empresarial también son culpables, porque inflan los egos de los gerentes al mostrarlos como “ganadores de talla mundial”. Esto genera un cuello de botella y un factor de distorsión cultural, porque los gerentes son las cabezas de la economía del mercado, y si tienen delgadas visiones para dirigir las organizaciones, no pueden liderar ni interiorizar cambios para impulsar la diversificación y la transformación hacia bienes y servicios sofisticados, e interiorizar las oportunidades fascinantes de la investigación, de la innovación, de la creatividad y del trabajo en equipo en las organizaciones y de estas con la sociedad. De esta manera se convierten en contraculturas de la innovación abierta, en contraculturas para generar culturas de innovación, y en esas circunstancias no es fácil complementar el estado, las empresas y las universidades para generar condiciones que conviertan a Colombia en una potente nueva fuerza innovadora que en 2032 logre el tercer lugar en la competitividad de América Latina (hoy ocupa un triste séptimo puesto).

Si la calidad de las gerencias no es buena, explica otro indicador en retroceso que también muestra el informe del CPC. La escasa inversión en innovación y cada vez menor en innovación sofisticada: en 9 años esta ha pasado de 11.8% a un pírrico 0.2% en el sector industrial, y en el sector de servicios el indicador es peor pues de 2.6% se cayó a 0.3%. El panorama es aún más desolador considerando que la tasa de empresas que no innovan ha pasado del 57% al 73% en el mismo periodo.

Este indicador también se relaciona con la calidad de las universidades. Ninguna está entre las primeras 300 a nivel mundial, según una clasificación, y no aparece ninguna en las primeras 500, según otra.

La falla sistémica de un aparato productivo sin política de desarrollo productivo, con pocos esfuerzos en investigación e innovación, y con problemas en educación para responder a necesidades de la producción, determina que la productividad de un trabajador norteamericano sea cuatro veces superior a la de un trabajador colombiano.    

Colombia no ha superado la idea de la innovación espuma, y por tanto no ha ingresado a la que exige trabajo serio, creativo, inteligente, sofisticado, estimulante, cambiante y permanente: la I+D+i que estimula la transformación permanente. Camina con los ojos tapados al futuro.



Lo dicho alude a que el enfoque de competitividad adoptado hace 25 años cumplió su función, que las políticas de educación y de ciencia y tecnología no han logrado cambiar las mentalidades y alcanzar umbrales de calidad y pertinencia para la formación de recursos humanos creativos e innovadores. Estos y otros son factores que urge cambiar para que pueda emerger una política de desarrollo productivo (PDP) como la que se pretende.
Cómo cruzar el agujero

Están convergiendo voluntades para disponer de una política de desarrollo productivo, que debe tener dos agendas, una transversal y otra vertical (si no no es política industrial moderna) y cinco objetivos:

1.  implementar una estrategia de largo alcance en nuevas actividades de alta tecnología en torno a recursos naturales e intelectuales (cambio estructural o transformación productiva);
2.   mejorar y diversificar la producción existente (competitividad);
3. sofisticar las exportaciones para revertir la tendencia perversa de los recursos minero energéticos de enclave;
4. desarrollar ciudad y regiones de innovación;
5.   generar oportunidades avanzadas para avanzar en equidad, y sobre todo para abatir una cultura de la informalidad que es otro agujero negro emanado del modelo de crecimiento.

Para lograr estos objetivos, Colombia debe diseñar una política de desarrollo productivo (PDP) liderada por el Presidente de la República, con un Consejo Nacional de Productividad e Innovación, y una misión técnica que haga la tarea en uno o dos años.

El Presidente debe reunirse con estas instancias cada dos meses mientras dura su diseño y en los dos primeros años de implementación. Debe ser un instrumento de estado y no de gobierno, debe mirar a 2032 - 2040. El equipo técnico debe ser interdisciplinario e intersectorial, e incluir educación, ciencia y tecnología, y las regiones.

Pro Colombia debe dedicarse a promover la transformación productiva, las exportaciones no minero energéticas, a atraer empresas y centros de investigación en actividades y áreas de alto contenido tecnológíco, a promover factores de localización sofisticados (regiones y ciudades de innovación), y por último, y no de primero, promover el turismo. La inteligencia debe ser el primer factor de promoción.  

Entonces, el Consejo Nacional de Competitividad debe convertirse en el Consejo Nacional de Desarrollo Productivo y de Innovación. La idea de competitividad que nació con la apertura, está agotado. La competitividad es buena si es para acompañar el cambio estructural. La competitividad por la competitividad tiene límites y termina siendo perversa porque sola no incentiva la transformación y por tanto la innovación, la creatividad y el emprendimiento. El foco debe ser los entornos de la productividad, cambiar mentalidades, y trazar objetivos de largo término. De esta manera, los Consejos Regionales de Competitividad, también deben transformarse en Consejos Regionales de Desarrollo Productivo y de Innovación. Es hora de refrescar las instituciones. 

A pesar de problemas en gerencia y en innovación, hay empresas y conglomerados empresariales innovadores, con accionistas, gerencias y equipos innovadores: Empresas del Sindicato antioqueño, Organización Corona, Alpina, Belcorp, otras multilatinas y medianas empresas, pero también empresas públicas como EPM. Estas deben mostrar cómo adelantan procesos de innovación y de transformación sofisticados. Lo mismo deben hacer universidades y centros de investigación públicos y privados. La mejor pedagogía para un país con rezagos, es mostrar que sus empresas investigan, emprenden e innovan en alianza con centros de investigación del país y del exterior. Mostrar que detrás de los productos que ofrecen, hay biólogos, matemáticos, físicos, químicos, ingenieros, diseñadores, y administradores visionarios. Que la innovación y el conocimiento no solo es de países más avanzados, sino que Colombia también tiene capacidades y resultados. Mostrar esos avances es más importante que mostrar filas de adictos (los esclavos del siglo XXI) haciendo cola para comprar.

Oficinas administrativas. También sede del Instituto Alpina de investigaciones


Universidad de la Sabana en Chía.
Relación con Instituto Alpina: proyectos de investigación universidad - empresa

Desarrollar una estrategia para el surgimiento de hábitats de innovación (ver en este blog un artículo en este tema) a través de ciudades y regiones innovadoras y sostenibles, como plataformas de la política productiva y como espacios donde florezca el conocimiento y la innovación para la transformación de las regiones.

Proyecto del parque de ciencia y tecnología en color blanco.
Universidad Nacional. Bogotá. Propuesta urbanistica. Fernando Viviescas.
Propuesta conceptual. Jaime Acosta
Lo paradójico del desempeño de Colombia es que el país con el que más le gusta compararse para justificar los TLC y el libre comercio sin política de desarrollo productivo y de innovación, es México, y éste tiene desempeños tan preocupantes como Colombia.

El posconflicto debe estimular cambios en las mentalidades para que haya cambio en las políticas. La paz debe liberar el conocimiento, la innovación y la creatividad. Conflictos perpetuos producen anomalías perversas y crónicas en las instituciones y en las personas. El desarrollo, la equidad, la solidaridad, y la integración del tejido social, solo es posible en una sociedad que no dirime sus problemas con las armas. 



Bajada de internet




REFORMA TRIBUTARIA SIN POLÍTICA DE DESARROLLO PRODUCTIVO: CASO COLOMBIA


Una versión similar en www.razonpublica.com




Sin una política de desarrollo productivo duradera, la reforma tributaria del gobierno Santos será una más porque no contribuye a resolver problemas estructurales de la economía y la sociedad.   

Cosas que no cambian

Pasan los años, pasan los gobiernos, cambia el siglo, se irá la guerra, vendrá otro siglo, y Colombia seguirá haciendo reformas tributarias cada cuatro años para financiar los faltantes en el presupuesto del siguiente cuatrienio.

Con esto se buscará cumplir las promesas de la campaña política, satisfacer al insaciable clientelismo y a la economía de la corrupción porque esta, al volverse permanente, sistémica y creciente, se convierte en una economía con sus reglas de juego, instrumentos, estrategas, encadenamientos y plan de inversiones, igual que el narcotráfico, el lavado de activos, el contrabando o la delincuencia criminal organizada.

Entonces, no puede haber reforma tributaria estructural porque el país no tiene proyecto de futuro, sino planes de gobierno, aunque sí tiene economías escondidas para las cuales la DIAN no existe.

La escasa tributación (18 por ciento del PIB frente al 37 y el 39 por ciento en Brasil y Chile, y más del 50 por ciento en países desarrollados) se debe a anomalías institucionales que se han consolidado porque hacen parte de los circuitos de elusión, y no solo a  problemas de gestión en el recaudo, que también existen.

De esta manera, las “reformas” tributarias son de corto alcance, hechas para resolver el problema de caja del día siguiente, y recurren a las únicas fuentes seguras e inmediatas: los asalariados y los grandes capitales empresariales formales, porque la mayoría de los pequeños son evasores naturales y la economía informal solo está en el sistema tributario a través del IVA. Entonces la progresividad es defectuosa y limitada a unos pocos y, en consecuencia, tampoco hay equidad tributaria.

Diseñar reformas para financiar los gastos diarios en detrimento de la productividad y del desarrollo se volvió una especialidad de los tecnócratas colombianos. Y esta tecnocracia es la que debe hacer los cambios “estructurales” que una economía emergente tiene que hacer para ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OCDE.

Reformas y modelo económico

Colombia tiene una grave fisura estructural: al no haber políticas de Estado no hay proyecciones de las necesidades de largo plazo para lograr umbrales superiores de desarrollo y no hay un sistema tributario que responda a las crecientes necesidades de caja del Estado. Durante los últimos 25 años la idea fue que prosperara una economía de mercado a como diera lugar en medio de una economía ilegal que se convirtió en cultura ilegal.

Ahora, al presidente Santos le dio por decir que Colombia sería el país más educado de América Latina en el año 2025. No midió en sus palabras la realidad del sistema de educación que tiene rezagos enormes de todo tipo y que para superarlos en los próximos 12 años debe hacer inversiones que no es capaz de lograr con los ingresos del Estado, así haya reducción gradual y sostenida del gasto militar, y adicionalmente, los cambios cualitativos toman mucho más tiempo: Chile lleva 20 años y aún no ha logrado los estándares deseados.


Bajada de internet
Le faltan 10 billones en 2015, 47 billones para el cuatrienio, y 133 billones al 2025, según cálculos de la Alianza Verde. Entonces, con reformas tributarias que van por cuatro, ocho o doce billones, y con un nivel de tributación bajo, no es posible financiar un proyecto de esa envergadura, cuando, además, la inversión alta en educación solo se justifica si hay inversión alta en investigación y en desarrollo productivo.


Los cambios cualitativos toman mucho tiempo: Chile lleva 20 años impulsando la educación y aún no logra estándares deseados, siendo un país más pequeño, con continuidad en las políticas, ingreso per cápita más alto que el de Colombia, y con clara estrategia de desarrollo productivo de largo plazo.

Presidente Lula con un pesquisador en desarrollos de bioingeniería
Si el mismo ejercicio se hace para los demás sectores estratégicos, una economía creciendo al 4 o 5 por ciento, con elevada evasión y elevada informalidad, jamás a va a tener recursos para asumir los retos del desarrollo en el posconflicto.

¿Y la política de desarrollo productivo?

El presidente se pronunció la semana pasada sobre la política de desarrollo productivo, aludiendo a la necesidad de atender más a la producción y no a nuevos TLC. Veremos cómo consigue impulsar esta política, pues esta tendría beneficios indudables sobre la economía del país:  

    Puede jalonar un crecimiento alto y sostenido por encima del 7% durante un largo periodo.

-    Puede garantizar un recaudo tributario mayor, y conducir a una alta tasa de recaudación.

-         Puede abatir la informalidad de manera sostenida.

-      Puede cambiar un modelo basado en las importaciones y generador de empleo poco calificado que paga pocos impuestos.

-  Puede fomentar el surgimiento de nuevas empresas, atraer empresas que produzcan bienes sofisticados y aumentar la participación de la economía formal de manera sostenida y, por tanto, toda esta dinámica, un pago mayor de impuestos.

-     Puede generar condiciones para desarrollar la ciencia, la tecnología, la innovación y la educación a estándares internacionales,
-     
         Puede garantizar reglas tributarias estables dado que el desarrollo productivo es de largo plazo dado que la transformación productiva y la innovación deben ser permanentes, y por tanto no habría tanta incertidumbre como ahora ocurre,

Complejo de Ruta N. Medellín. Bajada de internet 
Sin embargo, al no haber adoptado esta política, el sistema económico ha crecido atendiendo el día a día, y en esas condiciones no había necesidades ni condiciones para lograr ingresos altos para la Nación.

Colombia se convirtió en un Estado que vive de una pobre caja diaria, rodeada de una tormenta institucional que gasta y no paga y de un conflicto costoso. Bien lo decía el último director de la DIAN, Juan Ricardo Ortega: el Estado colombiano es pobre y tiene poca plata para atender las necesidades de desarrollo de la Nación. 

Así las cosas, en un país serio, la política de desarrollo productivo es tan importante como una buena política macroeconómica, pues si esta es el respaldo estructural, aquella es el motor.



En Colombia es a la inversa: por encima de la política macroeconómica no hay nada, y por eso es la única política de Estado realmente importante. Así, el Estado no puede desarrollarse porque no ha impulsado su sistema productivo, de innovación y emprendimiento, y en esas condiciones jamás dispondrá de recursos para lograrlo porque no ha tenido la necesidad de una reforma tributaria estructural.

Pero esta política no puede vivir ni se puede pensar sin recursos mientras se espera que genere recursos. No sabemos si Santos tenía esto claro cuando anunció el diseño de una política de producción. Esas cuentas no están y no es fácil hacerlas si no se tiene claro cómo será y qué tantos sectores implicará.

Sería bueno que la tecnocracia gubernamental hablara con los brasileros, los chilenos o los asiáticos, pues ellos les pueden decir qué tanto abarca un proyecto nacional en torno a ella, si no cree que en Colombia podemos decir como debe ser.

Una interpretación bien fundamentada en la materia empieza por un cambio en el paradigma de pensamiento en la conducción del Estado. El dilema a resolver es el siguiente: Colombia sigue con un modelo de crecimiento neoliberal espurio, inequitativo y pobretón, o cambia de rumbo hacia un modelo económico y de sociedad basado en la productividad, es decir, en el conocimiento, la innovación y la creatividad para el desarrollo y el bienestar de tod@s.

Lo que podría hacerse
Disponiendo de una política de desarrollo productivo y de innovación se pueden tomar medidas tributarias como las siguientes:  

1.  Eliminar las excepciones de renta a minería y petróleo para dedicarlas a sectores y actividades estratégicas de la política productiva, en educación y en recursos humanos e infraestructura para investigación básica que complemente a las regalías.

Sectores de futuro podrían ser: industrias de biotecnología, salud, educación, militar – aeroespacial, TIC, bienes de capital e intermedios de nueva generación, materiales, agroindustria, energías alternativas, industrias creativas. Pero esos recursos y la orientación de la política deben ser para desarrollar nueva empresas nacionales y atraer inversión extranjera en los sectores clave y no de enclave.

2.  Las regalías deben tener un componente deliberado que también sirva para impulsar polos, corredores, ciudades y regiones de innovación, donde los sectores estratégicos y el emprendimiento de la política productiva puedan emerger y consolidarse, y se pueda atraer empresas y centros de investigación. Esto permitiría el surgimiento de grandes plataformas regionales de producción, innovación y emprendimiento.

3.  Eliminar impuestos de renta a todos los dividendos, menos de los sectores del cambio estructural.

4.   Eliminar excepciones tributarias a las Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS) y otros grandes contribuyentes en actividades distintas de las de la política productiva y de innovación, con lo cual habría recursos para impulsar nuevas empresas de alto valor agregado, innovadoras, y de impacto en la transformación de la economía y de la sociedad.




Entonces, cabe preguntarse: ¿tiene el gobierno espacio y tiempo para pensar una reforma tributaria para modernizar y transformar la actividad productiva y la sociedad o las urgencias de una caja siempre escasa aplazarán una vez más la reforma tributaria que realmente Colombia necesita? Todo apunta a que será una reforma más porque la política para transformar la producción e incentivar la innovación aún está someramente en la cabeza de Santos y no es todavía una política ni de gobierno y menos de estado.  



Tags: Jaime Acosta Puertas, Reforma tributaria, Política de desarrollo productivo.







LA COMPETITIVIDAD DE COLOMBIA: SIN AGENDA Y SIN CONTENIDO

Una versión más breve está publicada en www.razonpublica.com


El presidente anunció “once pilares” para aumentar la competitividad. Pero Colombia se desindustrializa y las propuestas de Santos parecen insuficientes. La economía colombiana ha caminado 25 años de la mano de la competitividad pero no de la productividad, por esos son deplorables sus indicadores internacionales relacionados con factores que determinan la modernización y la transformación del sistema productivo.  


El gobierno sostiene, a pesar de las evidencias de todo tipo, que no hay desindustrialización. Los argumentos son: las empresas han terciarizado ciertas operaciones, la revaluación ha afectado la producción nacional sin reconocer que es efecto de enfermedad holandesa, y la menor participación en el PIB es un fenómeno normal en la economía del conocimiento por la preponderancia de los servicios. Entonces, la desindustrialización no es por culpa de factores internos sino por factores externos.

Neoliberalismo de enclave en el siglo XXI: de productores a importadores

Lo que no acepta el gobierno es que la economía colombiana había logrado un grado relativo de industrialización que hace 20 años le daba una participación del 25% en el PIB, ahora es del 12%, y al finalizar la década será del 9%, y un aporte al empleo que hace tres décadas era del 25%, hace diez años del 23%, y ahora solo del 13%.[1] 

Esta caída de los indicadores industriales se debe a la reprimarización minero - energética de la producción y de las exportaciones porque los gobiernos de los últimos 25 años llevaron allá a la economía, sin atender las necesidades de un país urbano que demandaba adelantar una política de desarrollo productivo con nuevos sectores y actividades de alto valor agregado, y sincronizada con los cambios mundiales en la producción, en la ciencia, la tecnología, la innovación, y en el comercio mundial. El resultado: una informalidad cruzada de ilegalidad que alcanza el 60% de la gente empleada, exportaciones manufactureras pequeñas y con bajo crecimiento, y exportaciones globales con mucho menor dinamismo que las de otros países emergentes y desarrollados.

De esta manera, Colombia tiene una producción que pierde importancia año tras año en la economía global y en la sociedad mundial del conocimiento, con desastrosos indicadores en competitividad, productividad, estructura de las exportaciones, educación, innovación, infraestructura, medio ambiente.

La relación entre ingreso por habitante e inversión en ciencia y tecnología; exportaciones con elevado contenido tecnológico e inversión en investigación y desarrollo; y bajo crecimiento de las exportaciones manufactureras y totales, muestran a Colombia en la retaguardia cuando se compara con economías emergentes y desarrolladas.

Colombia no ha aprovechado el auge de la globalización para insertar su producción, conocimiento, creatividad, innovación y emprendimiento en la economía mundial. La globalización ha servido para inundar de productos importados la canasta nacional. Colombia es un receptor neto de las transformaciones productivas, de las innovaciones y de los emprendimientos de otros países.  Esto se debe a que los países que hacen procesos sostenidos de cambio estructural o de transformación productiva, conservan un sector industrial potente como núcleo principal de la transformación, que a su vez respaldan el desarrollo de servicios sofisticados y la productividad a través de una educación, investigación, innovación y emprendimientos de calidad.

Entonces, sin política de desarrollo productivo y de innovación que estimulara las exportaciones industriales y los servicios sofisticados, e hiciera más competitivas a las empresas en el mercado nacional frente a la competencia internacional, la apertura de la economía a través de un sesgo a favor de  las importaciones más el contrabando, han golpeado la producción nacional, derivando en una caída sostenida de la industria y de la agricultura en el PIB a favor del comercio de bienes importados controlados por grandes conglomerados nacionales y extranjeros. Al final, Colombia lo que tiene es un modelo pro franquicias y contra propiedad intelectual, como lo evidencian las dos gráficas referidas a las exportaciones industriales de alto valor agregado, donde se muestra que en 50 años Colombia ha hecho poco o nada.



 

  
Suficiente ilustración sobre la importancia de la industria en la economía de hoy, es la opinión de Rosa García, presidenta de Siemens en España, publicadas en El País de Madrid: ... la importancia creciente de la industria puede atribuirse a diversas características estabilizadoras y sostenibles. Constituye el punto de partida de una extensa cadena de valor que abarca desde la investigación y el desarrollo hasta servicios basados en tecnología. Este sector se considera una garantía para el crecimiento (cada dólar estadounidense en valor añadido bruto en la industria genera 1,4 dólares en valor añadido bruto en otros sectores), el empleo (por cada nuevo puesto de trabajo en la industria, se crea una media de 2 empleos en otros sectores), la competitividad (los países más industrializados tienen una mayor cuota de mercado en exportaciones) y, por tanto, un factor de estabilidad para la sociedad”[2].

Divagaciones de los empresarios y promesas ligeras

Tienen razón los industriales pedir atención del gobierno porque los estímulos económicos no son suficientes. Pero primero deben ponerse de acuerdo en conceptos fundamentales para que haya objetivos fundamentales coherentes, de no ser así, el gobierno no les pondrá suficiente atención.

Los empresarios no pueden pedir política industrial para pymes, ni pueden pedir política industrial que sea subsidiaria de la política de competitividad cuando el orden de las cosas es lo contrario, ni pueden pedir política industrial como si estuviéramos en los años cincuenta. Lo que ahora se requiere es una política de desarrollo productivo y de innovación para el siglo XXI porque el desarrollo estratégico de un sistema productivo como el de Colombia, relativamente diversificado, debe servir para impulsar actividades estratégicas primarias, industriales y de servicios que estén interrelacionadas. Además, un modelo de desarrollo en esta dirección, es el único que puede abatir para siempre la pobreza, la indigencia, la informalidad, la elusión y la baja tributación.   

Mala idea fue pedir la creación del Ministerio de Industria, cuando lo correcto es tener como foco principal del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MCIT), el desarrollo productivo y la innovación para impulsar el comercio internacional.

El enfoque vigente de estimular el libre comercio para estimular la producción es igual a ponerle gasolina a un carro sin motor, y eso es lo que ha hecho la ortodoxia colombiana, por eso la producción nacional desembarca en pocos puertos del mundo mientras la producción del mundo desembarca en cantidades muy superiores en los puertos de Colombia.      

Entonces, en medio de clamores y ambigüedades el presidente sacó de la manga la carta de las 11 estrategias para la competitividad[3], sin enfatizar en la implementación de una política de desarrollo productivo.

Detenerse en el análisis de cada una de las 11 promesas y si estas conforman un sistema de acciones interrelacionadas, amerita un ejercicio más extendido, entre otras razones, porque aún no hay un trabajo que muestre los contenidos detallados de lo prometido. Está obligado el gobierno a perfeccionar en alianza con los actores correspondientes un esquema de política como el siguiente.




Tecnología e innovación sin ciencia

Se anuncia que se dará importancia a la tecnología y a la innovación, sin decir cómo. Aquí lo importante son tres cosas: convertir a Colciencias en Ministerio; fortalecer la investigación básica y la dotación de laboratorios de los centros de investigación para hacer ciencia y tecnología; y crear una nueva generación de centros de innovación, de investigación y de desarrollo tecnológico para hacer ciencia, tecnología e innovación abierta.

Mientras la investigación aplicada, via regalías, tiene presupuestos de un billón de pesos anuales, la investigación básica y la dotación de infraestructuras tiene recursos cinco o diez veces menores.

Entonces, es necesario revisar la reglamentación de la ley de regalías para que la mayoría de esos recursos no se pierdan. Pero el rediseño del sector requiere una mirada sistémica con 10 estrategias: investigación básica, investigación estratégica, investigación aplicada, infraestructura de investigación, recursos humanos de alto nivel, doctorados nacionales de calidad, impulsar ciudades y regiones y sus hábitats de innovación, autonomía territorial para que aflore el desarrollo endógeno,  interrelación con la política de desarrollo productivo y de innovación, e investigación en problemas globales.

La figura muestra el componente de CTeI de una política de desarrollo productivo, y lo más importante, los factores que afecta positivamente (productividad y competitividad); los que se deben desarrollar: la cultura de la innovación y la investigación y la innovación abiertas; y los procesos que alimenta: crecimiento alto y sostenido con equidad y educación.    

 Desarrollo regional

Otra estrategia alude a impulsar el desarrollo de regiones de talla mundial, lo cual tiene que ver con el impulso de ciudades y regiones de la innovación, como lo vienen haciendo Antioquia y Medellín; o como los proyectos en construcción del Anillo de la Innovación en Bogotá, y la Región de Innovación en Cundinamarca, para citar unos ejemplos.

Esto significa adentrarse en el naciente concepto de los hábitats de innovación, el cual integra centros de innovación, investigación y emprendimiento; parques tecnológicos, de investigación y de innovación; ambientes de innovación como los living lab; redes de innovación, clusters y ciudades y regiones de innovación. Es un sistema de nuevos instrumentos que no es posible leerlos como capítulos sueltos como ocurre en Colombia.    

Transformación industrial

La principal medida alude a devolver el IVA por la importación de bienes de capital. Está bien, pero una estrategia de estado debe comprender un programa que impulse el desarrollo de bienes de capital de nueva generación. De no ser así, los beneficios van únicamente a mejorar la competitividad de sectores existentes via la importación de tecnología, y no desarrollar nuevas actividades ni mejorar la productividad via capacidades nacionales de innovación y desarrollo tecnológico.  

El Programa de Transformación Productiva (PTP) está concentrado en la competitividad. Le falta evolucionar para que sea un verdadero programa de transformación.

Se debe crear el Programa Nacional para la Competitividad  de sectores estratégicos (PNC), y reconvertir el PTP en el Programa de Nuevas Industrias (PNI) en el contexto de una estructura sectorial de la política de desarrollo productivo con tres grandes agrupaciones: los sectores para el crecimiento y el empleo (lo que ahora existe); sectores de industrias de base (bienes de capital e intermedios de nueva generación); y sectores del cambio estructural (nuevas actividades en torno a los recursos naturales como las energías alternativas, sectores industriales y servicios de alta tecnología).

De esta manera se rediseñaría la arquitectura y los programas del MCIT y de sus distintas agencias, pero también convocaría a otros ministerios de los sectores clave de la política productiva.

Con desarrollos como los descritos, la estrategia de educación y empleo podrá integrarse con un desarrollo productivo de nuevo tipo. Sin embargo, hay otro problema adicional de rezago: mientras Brasil tiene 7 universidades, Chile 2, Argentina 1, México 2, Colombia no tiene ninguna universidad entre las primeras 500 del planeta según la clasificación 2014. En todos los indicadores relacionados con transformación productiva y generación de conocimiento e innovación, Colombia va cada año peor.

Al final, el posconflicto necesita pensarse desde un nuevo proyecto de nación y desarrollo. El modelo de crecimiento de Colombia es espúreo, y la “vanguardia” de PHDs que trae Simón al Departamento Nacional de Planeación necesita planear a largo plazo un nuevo modelo de desarrollo para crecer sostenidamente durante muchos años arriba del 7%, hacer que el ingreso a la OCDE sea espacio de oportunidades y no de rezagos adicionales, y bajarse de la mentira de que el libre comercio y los TLC sin políticas de desarrollo resolverán los problemas económicos, sociales e institucionales.

Su enfoque debe ser una sociedad con mercado y no una sociedad de mercado pues los resultados después de 25 años de aventura no han sido buenos porque no lograron construir instituciones fuertes. El neoliberalismo colombiano es precario, muy distinto del consistente neoliberalismo chileno, si de neoliberalismos se trata de comparar sin perjuicio alguno.
  




[1] Clavijo, Sergio; Vera, Alejandro; Fandiño, Alejandro: la desindustrialización en Colombia. Análisis cuantitativo de sus determinantes. ANIF, 2012.
[2] Rosa García. La cuarta revolución industrial, el país.com, 28 MAY 2013)
[3] Tecnología e innovación, desarrollo regional, educación y empleo, infraestructura, justicia, competencia, transformación agropecuaria, transformación industrial, institucionalidad, política macroeconómica, y lucha contra la corrupción y el contrabando.




HUECOS EN EL PLAN DE DESARROLLO DE SANTOS II


Es un texto plano sin ambición teórica porque esos fundamentos ya se habían escrito hace 25 años en el plan de desarrollo de Cesar Gaviria cuando el presidente Santos era ministro, y 25 años después la idea del modelo de crecimiento sigue siendo la misma, ahora con el exministro de Presidente y el delfín como Director de Planeación Nacional. Esto es como si no hubieran emergido en el pensamiento del desarrollo las teorías de la complejidad, la economía de la innovación, y las ideas evolucionistas para el cambio estructural, elaboraciones que en otros países ya no son heterodoxia.

No hay circulo de desarrollo solo triángulo de crecimiento

El plan intenta conciliar un enfoque de corto plazo para la paz a través de la educación y la equidad, y exigencias de la OCDE para poner en orden rezagos en el funcionamiento del estado y de la economía.

Por eso el texto busca impulsar la educación y la equidad para la paz, y la eficiencia para la OCDE. Entonces, es un plan raro, que intenta armonizar factores endógenos con exigencias exógenas, convirtiéndose en un plan para el crecimiento pero no para el desarrollo, porque le faltó un cuarto elemento: la productividad. No se les ocurrió a Santos ni a Simón pero tampoco a sus colaboradores aspirar a un círculo hacia el desarrollo.

En este sentido, ejercicios que han medido el impacto de la violencia en el crecimiento, dicen que en 12 años se ha castigado el crecimiento con el equivalente al PIB de un año, como si la eliminación del conflicto con la guerrilla automáticamente derivaría en crecimiento alto, cuando por supuesto, un abatimiento del conflicto tendrá efectos en el crecimiento porque la tranquilidad es una de las condiciones pero es la calidad de las políticas de desarrollo son las que dan sostenibilidad a un mejor y sostenido desempeño de la economía. Los datos que muestra el documento de las bases del plan, son elocuentes.

La clase media ha crecido en los últimos 12 años rápida y sostenidamente, pero a tasas inferiores al promedio de América Latina, y por debajo de otros países cercanos. Mientras en Colombia pasó de un 15 al 27% de la población, en la región pasó del 21 al 34%. Sin embargo, en Chile la clase media representa el 44%, en Brasil el 39, en Uruguay el 57, en Ecuador el 30, en Perú el 34, en Bolivia el 30, pero en México, el modelo que más le gusta a tecnócratas y dirigentes gremiales colombianos, la clase media solo representa el 27%, igual que en Colombia. Lo paradójico es que son los dos modelos socialmente más convulsionados de América Latina atravesados por el narcotráfico y por un modelo de crecimiento igual.    

Todo sigue igual

Desde años remotos, el discurso de abatir la pobreza y de atacar la inequidad ha estado en el espíritu de los planes de desarrollo, todos más o menos han dicho lo mismo y por eso todo sigue más o menos lo mismo.

El plan dice: “Los objetivos para una Colombia equitativa y sin pobreza extrema son los siguientes: Reducir las brechas territoriales y poblacionales existentes en materia de ingresos y en la provisión de servicios de calidad en salud, educación, servicios públicos, infraestructura y conectividad; reducir la pobreza y consolidar la clase media, con un enfoque de generación de ingreso; promover el desarrollo económico incluyente del país y sus regiones”.

El plan también dice: ”Para reducir la pobreza es necesario potenciar la generación de ingresos de la población a través de la generación de empleo, el fomento al emprendimiento y la consolidación de proyectos productivos inclusivos. Es necesario mejorar la regulación de los mercados de trabajo, fomentar la formalización e incrementar la productividad para poder acelerar el crecimiento y mejorar los mecanismos de integración de los sistemas contributivo y subsidiado” (Acosta O.L, 2014).

Y más adelante dice: “……… las iniciativas de política de competitividad empresarial se articularán con las políticas de generación de ingresos y de fortalecimiento de capacidades productivas rurales para promover la creación de más y mejores oportunidades de inclusión productiva de la población en situación de pobreza y exclusión. En este contexto, las iniciativas de política de competitividad empresarial se articularán con las políticas de generación de ingresos y de fortalecimiento de capacidades productivas rurales y urbanas (se debería incluir), para promover la creación de más y mejores oportunidades de inclusión productiva de la población en situación de pobreza y exclusión”.

Esto lo han recomendado el Banco Mundial, el BID y el FMI, pero también la CEPAL y la CAF desde que existen. Y lo han dicho tecnócratas, analistas, académicos, dirigentes gremiales, la gente del común y todos los presidentes desde hace décadas.

Un hueco está en la economía de enclave

Asombra leer en el plan la preeminencia que tiene la economía de enclave para regularla y atenuar el costal de efectos perversos justificados por la importancia que tiene para el “desarrollo”. Desde el gobierno de Pastrana, cuando aconteció la crisis de los asiáticos, se decidió que Colombia le apostaría a los recursos minero energéticos, sobre todo al petróleo, como actividad principal para jalonar el crecimiento, las exportaciones y atraer inversión extranjera. Lo grave es que no se estaba al frente de grandes hallazgos para pensar que todos los huevos se debían poner ahí, y aún peor, porque la complejidad tecnológica por múltiples factores, ponía el punto de equilibrio en un nivel alto. Fue un enfoque pensado por macroeconomistas ortodoxos y no por economistas heterodoxos y por estrategas del desarrollo.

La crisis de Ecopetrol pasa por ahí. No es una empresa del futuro, como la prometida cuando se inició la venta de acciones. Una empresa que también invertiría en investigación y en nuevas energías para jalonar la transformación de la matriz minero energética de Colombia a largo plazo. La incapacidad de Ecopetrol para explorar con éxito pasa por sus limitadas capacidades en investigación, producto de su condición de caja menor del estado. Pero dicen en la calle que sus altos ejecutivos se creen genios: el círculo de las equivocaciones emanada de unos cuantos equivocados.

Esa enfermedad holandesa anticipada y con la cual hemos convivido, se complementó en el gobierno de Uribe con la otra minería, la ilegal, la que se tomó la ilegalidad y la informalidad, y la que destruye recursos naturales de manera irreversible. Entonces, van 15 años, serán 19, y quien sabe cuántos más, porque no hay en el plan una propuesta creativa, visionaria y juiciosa para quebrar esa tendencia perversa, a pesar de que el precio del petróleo, por razones geopolíticas y geoestratégicas, puede llegar a un nivel donde el punto de equilibrio de los costos de exploración y de explotación de Colombia, podría ser negativo.   

El otro hueco: la productividad no es un objetivo estratégico.

Colombia vive un proceso de desindustrialización que la gente de Uribe II y de Santos I y II, han negado.  Un solo dato desde la economía de la innovación. La reducción de doctores en el sistema productivo refleja que el conocimiento, la investigación, el desarrollo y la innovación, no están en el frente de las prioridades de las empresas, lo cual ocurre porque la estrategia de competitividad y de innovación de Colombia no tiene en el frente de la agenda el cambio estructural, espacio donde el recurso humano de alta calificación se necesita y crece exponencialmente en las organizaciones por el expediente de la articulación entre política productiva y las políticas de ciencia, tecnología, innovación y educación que permita desarrollar nuevas actividades y sectores, nuevas ciudades y regiones de innovación, y no solo para introducir sofisticación a lo que ahora existe como si lo que ahora existe es suficiente por los siglos de los siglos.

El plan tiene un problema de concepción. Habla de política de desarrollo productivo, cuando esta no existe. Habla de competitividad, pero esta por definición alude a mejorar lo que hay pero no a nuevos desarrollos que se originan en un proceso de cambio estructural deliberado. La sofisticación de los productos y servicios que se podrían incentivar con la estructura productiva que ahora tiene Colombia, no derivará necesariamente y de manera espontánea en nuevas actividades y sectores. Es decir, nada dice el plan de procesos y acciones para que el país tenga una estrategia de especialización inteligente, referida a nuevos sectores y actividades derivadas de ventajas generadas por la economía de la sociedad del conocimiento y no solo a ventajas competitivas de los recursos naturales y de industrias tradicionales. La especialización inteligente es en el siglo XXI lo que la especialización industrial fue en el siglo XX. Bogotá, Medellín y Manizales, así lo están entendiendo, pero la nación no.

En este sentido, ante la falencia del plan en materia de política productiva nacional, se quiere desplazar el vacío a las regiones con el fortalecimiento de los Consejos Regionales de Competitividad y de Innovación. Una salida opaca que no resolverá ni ayudará a que Colombia de un salto en materia de transformación productiva y de desarrollo de las regiones.

Cómo tapar los huecos

Si en el Congreso de la República se incluye el diseño de una política de desarrollo productivo y de innovación, que articule los sectores centrales del plan: educación, crecimiento verde, infraestructura, ciudades amables y sostenibles (añadiría de la innovación), CT+I, TICs, desarrollo rural, el plan daría un salto pero habría que duplicar los magros recursos públicos en el capítulo I: competitividad e infraestructuras, en los componentes de CT+I y desarrollo productivo.

Pero no hay espacio para ilusiones, el Congreso de Colombia está ahora más atento a pensar como los poderes blindan la corrupción y la impunidad en el sistema de justicia. Entonces, el futuro y una agenda por el desarrollo está nuevamente aplazada. Robinson y Acemoglu, siguen teniendo razón. 

HUECOS EN EL PLAN DE DESARROLLO DE SANTOS II


Es un texto plano sin ambición teórica porque esos fundamentos ya se habían escrito hace 25 años en el plan de desarrollo de Cesar Gaviria cuando el presidente Santos era ministro, y 25 años después la idea del modelo de crecimiento sigue siendo la misma, ahora con el exministro de Presidente y el delfín como Director de Planeación Nacional. Esto es como si no hubieran emergido en el pensamiento del desarrollo las teorías de la complejidad, la economía de la innovación, y las ideas evolucionistas para el cambio estructural, elaboraciones que en otros países ya no son heterodoxia.

No hay circulo de desarrollo solo triángulo de crecimiento

El plan intenta conciliar un enfoque de corto plazo para la paz a través de la educación y la equidad, y exigencias de la OCDE para poner en orden rezagos en el funcionamiento del estado y de la economía.

Por eso el texto busca impulsar la educación y la equidad para la paz, y la eficiencia para la OCDE. Entonces, es un plan raro, que intenta armonizar factores endógenos con exigencias exógenas, convirtiéndose en un plan para el crecimiento pero no para el desarrollo, porque le faltó un cuarto elemento: la productividad. No se les ocurrió a Santos ni a Simón pero tampoco a sus colaboradores aspirar a un círculo hacia el desarrollo.

En este sentido, ejercicios que han medido el impacto de la violencia en el crecimiento, dicen que en 12 años se ha castigado el crecimiento con el equivalente al PIB de un año, como si la eliminación del conflicto con la guerrilla automáticamente derivaría en crecimiento alto, cuando por supuesto, un abatimiento del conflicto tendrá efectos en el crecimiento porque la tranquilidad es una de las condiciones pero es la calidad de las políticas de desarrollo son las que dan sostenibilidad a un mejor y sostenido desempeño de la economía. Los datos que muestra el documento de las bases del plan, son elocuentes.

La clase media ha crecido en los últimos 12 años rápida y sostenidamente, pero a tasas inferiores al promedio de América Latina, y por debajo de otros países cercanos. Mientras en Colombia pasó de un 15 al 27% de la población, en la región pasó del 21 al 34%. Sin embargo, en Chile la clase media representa el 44%, en Brasil el 39, en Uruguay el 57, en Ecuador el 30, en Perú el 34, en Bolivia el 30, pero en México, el modelo que más le gusta a tecnócratas y dirigentes gremiales colombianos, la clase media solo representa el 27%, igual que en Colombia. Lo paradójico es que son los dos modelos socialmente más convulsionados de América Latina atravesados por el narcotráfico y por un modelo de crecimiento igual.    

Todo sigue igual

Desde años remotos, el discurso de abatir la pobreza y de atacar la inequidad ha estado en el espíritu de los planes de desarrollo, todos más o menos han dicho lo mismo y por eso todo sigue más o menos lo mismo.

El plan dice: “Los objetivos para una Colombia equitativa y sin pobreza extrema son los siguientes: Reducir las brechas territoriales y poblacionales existentes en materia de ingresos y en la provisión de servicios de calidad en salud, educación, servicios públicos, infraestructura y conectividad; reducir la pobreza y consolidar la clase media, con un enfoque de generación de ingreso; promover el desarrollo económico incluyente del país y sus regiones”.

El plan también dice: ”Para reducir la pobreza es necesario potenciar la generación de ingresos de la población a través de la generación de empleo, el fomento al emprendimiento y la consolidación de proyectos productivos inclusivos. Es necesario mejorar la regulación de los mercados de trabajo, fomentar la formalización e incrementar la productividad para poder acelerar el crecimiento y mejorar los mecanismos de integración de los sistemas contributivo y subsidiado” (Acosta O.L, 2014).

Y más adelante dice: “……… las iniciativas de política de competitividad empresarial se articularán con las políticas de generación de ingresos y de fortalecimiento de capacidades productivas rurales para promover la creación de más y mejores oportunidades de inclusión productiva de la población en situación de pobreza y exclusión. En este contexto, las iniciativas de política de competitividad empresarial se articularán con las políticas de generación de ingresos y de fortalecimiento de capacidades productivas rurales y urbanas (se debería incluir), para promover la creación de más y mejores oportunidades de inclusión productiva de la población en situación de pobreza y exclusión”.

Esto lo han recomendado el Banco Mundial, el BID y el FMI, pero también la CEPAL y la CAF desde que existen. Y lo han dicho tecnócratas, analistas, académicos, dirigentes gremiales, la gente del común y todos los presidentes desde hace décadas.

Un hueco está en la economía de enclave

Asombra leer en el plan la preeminencia que tiene la economía de enclave para regularla y atenuar el costal de efectos perversos justificados por la importancia que tiene para el “desarrollo”. Desde el gobierno de Pastrana, cuando aconteció la crisis de los asiáticos, se decidió que Colombia le apostaría a los recursos minero energéticos, sobre todo al petróleo, como actividad principal para jalonar el crecimiento, las exportaciones y atraer inversión extranjera. Lo grave es que no se estaba al frente de grandes hallazgos para pensar que todos los huevos se debían poner ahí, y aún peor, porque la complejidad tecnológica por múltiples factores, ponía el punto de equilibrio en un nivel alto. Fue un enfoque pensado por macroeconomistas ortodoxos y no por economistas heterodoxos y por estrategas del desarrollo.

La crisis de Ecopetrol pasa por ahí. No es una empresa del futuro, como la prometida cuando se inició la venta de acciones. Una empresa que también invertiría en investigación y en nuevas energías para jalonar la transformación de la matriz minero energética de Colombia a largo plazo. La incapacidad de Ecopetrol para explorar con éxito pasa por sus limitadas capacidades en investigación, producto de su condición de caja menor del estado. Pero dicen en la calle que sus altos ejecutivos se creen genios: el círculo de las equivocaciones emanada de unos cuantos equivocados.

Esa enfermedad holandesa anticipada y con la cual hemos convivido, se complementó en el gobierno de Uribe con la otra minería, la ilegal, la que se tomó la ilegalidad y la informalidad, y la que destruye recursos naturales de manera irreversible. Entonces, van 15 años, serán 19, y quien sabe cuántos más, porque no hay en el plan una propuesta creativa, visionaria y juiciosa para quebrar esa tendencia perversa, a pesar de que el precio del petróleo, por razones geopolíticas y geoestratégicas, puede llegar a un nivel donde el punto de equilibrio de los costos de exploración y de explotación de Colombia, podría ser negativo.   

El otro hueco: la productividad no es un objetivo estratégico.

Colombia vive un proceso de desindustrialización que la gente de Uribe II y de Santos I y II, han negado.  Un solo dato desde la economía de la innovación. La reducción de doctores en el sistema productivo refleja que el conocimiento, la investigación, el desarrollo y la innovación, no están en el frente de las prioridades de las empresas, lo cual ocurre porque la estrategia de competitividad y de innovación de Colombia no tiene en el frente de la agenda el cambio estructural, espacio donde el recurso humano de alta calificación se necesita y crece exponencialmente en las organizaciones por el expediente de la articulación entre política productiva y las políticas de ciencia, tecnología, innovación y educación que permita desarrollar nuevas actividades y sectores, nuevas ciudades y regiones de innovación, y no solo para introducir sofisticación a lo que ahora existe como si lo que ahora existe es suficiente por los siglos de los siglos.

El plan tiene un problema de concepción. Habla de política de desarrollo productivo, cuando esta no existe. Habla de competitividad, pero esta por definición alude a mejorar lo que hay pero no a nuevos desarrollos que se originan en un proceso de cambio estructural deliberado. La sofisticación de los productos y servicios que se podrían incentivar con la estructura productiva que ahora tiene Colombia, no derivará necesariamente y de manera espontánea en nuevas actividades y sectores. Es decir, nada dice el plan de procesos y acciones para que el país tenga una estrategia de especialización inteligente, referida a nuevos sectores y actividades derivadas de ventajas generadas por la economía de la sociedad del conocimiento y no solo a ventajas competitivas de los recursos naturales y de industrias tradicionales. La especialización inteligente es en el siglo XXI lo que la especialización industrial fue en el siglo XX. Bogotá, Medellín y Manizales, así lo están entendiendo, pero la nación no.

En este sentido, ante la falencia del plan en materia de política productiva nacional, se quiere desplazar el vacío a las regiones con el fortalecimiento de los Consejos Regionales de Competitividad y de Innovación. Una salida opaca que no resolverá ni ayudará a que Colombia de un salto en materia de transformación productiva y de desarrollo de las regiones.

Cómo tapar los huecos

Si en el Congreso de la República se incluye el diseño de una política de desarrollo productivo y de innovación, que articule los sectores centrales del plan: educación, crecimiento verde, infraestructura, ciudades amables y sostenibles (añadiría de la innovación), CT+I, TICs, desarrollo rural, el plan daría un salto pero habría que duplicar los magros recursos públicos en el capítulo I: competitividad e infraestructuras, en los componentes de CT+I y desarrollo productivo.

Pero no hay espacio para ilusiones, el Congreso de Colombia está ahora más atento a pensar como los poderes blindan la corrupción y la impunidad en el sistema de justicia. Entonces, el futuro y una agenda por el desarrollo está nuevamente aplazada. Robinson y Acemoglu, siguen teniendo razón. 

      


LA COMPETITIVIDAD DE SANTOS LA CONFIANZA INVERSIONISTA DE ZULUAGA SIN POLÍTICA INDUSTRIAL


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Una campaña presidencial que se centró en el juego sucio y en defender o desprestigiar el proceso de paz, no dejó espacio para el debate de los problemas y de las aspiraciones de una nación emergente en el posconflicto o en la prolongación de la confrontación.

Santos busca con convicción la paz, mientras Zuluaga, con convicción, adormecería las negociaciones y perpetuaría el estado anómalo de sociedad en estado de violencia pues desconoce que no hay conflicto y al desconocerlo no hay necesidad de acuerdo alguno.    

Las campañas, por norma constitucional estaban obligadas a elaborar un plan de gobierno que es la base del plan nacional de desarrollo del candidato que triunfe en segunda vuelta. Si en medio del juego sucio hubieran podido eludir esta tarea, la hubieran eludido porque la lectura de los programas son más de lo mismo de un neoliberalismo precario, sin “fallas de mercado”, con mucha promesa social, como si Colombia fuera un país normal con sólido derrotero democrático, instituciones sólidas y justas, y definido proyecto de nación. Si por casualidad a los dos candidatos les dieran los programas cambiados, seguramente no se darían cuenta porque en lo económico son muy parecidos.

Lo que hay detrás de la virulenta confrontación política es la lucha por el poder entre una clase dirigente tradicional culpable desde hace setenta años de la violencia, de los rezagos e inequidades desde cuando se constituyó en república; y una nueva clase social emergente dotada de un ultraconservadurismo conspicuo cruzado por la ilegalidad y la informalidad. 

Ambos programas en medio de un feudalismo rural y urbano porque la tierra y lo que en encima de ella se construye o destruye sigue siendo el factor de acumulación preponderante. Sin embargo, Santos quiere superarlo y Zuluaga desea conservarlo.

Entonces, el mediano crecimiento de Colombia no se basa en el conocimiento, la creatividad, la cultura, la innovación o el emprendimiento en torno a una política industrial moderna que desarrolle el campo, las industrias de alto valor agregado y los servicios avanzados. Estas ausencias de fondo subyacen en los programas de la competitividad de Santos y mucho más en la confianza inversionista de Zuluaga.  

De esta manera, Colombia seguirá siendo más de lo mismo en los siguientes cuatro años, los dos programas no sugieren que se empezará una nueva senda de desarrollo porque no están pensados como programas para el posconflicto y el largo plazo.

Zuluaga, la rudimentaria continuidad de Uribe

Lo primero que se encuentra al abrir su programa son los tres principios de los “tres huevitos de Uribe”: cohesión social, seguridad democrática y confianza inversionista. No hay diferencia, no hay distancia, hay obediencia, no hay autonomía. Esta sujeción no sería extremadamente grave si los resultados de esos ocho años de Uribe hubieran sido buenos en cuanto a políticas de estado.

Como Santos no puso espejo retrovisor, Colombia jamás supo que heredó de Uribe. Solo en el debate de Caracol Televisión de la semana pasada nos dimos cuenta que la gestión del modelo económico de Uribe fue un desastre, siendo ministro de hacienda el candidato Zuluaga.  

En su programa de competitividad no hay discernimiento sobre el problema de la desindustrialización, no lo reconoce ni lo acepta, simplemente no existe, y por tanto el problema no se corrige. El componente de innovación solo alude a un ajuste institucional en el sector de ciencia y tecnología, de esa manera todo descansa en atraer inversión como mecanismo de incorporación de tecnología y de diversificación productiva sin una estrategia de generación de capacidades que contribuyan a mejorar la competitividad y a elevar la productividad mediante una acción transformadora de la economía desde el estado.

Entonces, en su propuesta no hay redireccionamiento estratégico de la confianza inversionista. Zuluaga cree, como Uribe, cree que atraer inversión a todo precio es suficiente, y resulta que ningún país del mundo ha logrado crecimientos altos y menos el desarrollo con base en esa estrategia: ninguno. Entonces, no hay ni política de competitividad ni menos política industrial para la reindustrialización y la atracción de inversión de alto valor agregado.

Todo descansa en una fuerte agitación publicitaria para impulsar el emprendimiento, desconociendo que con debilidades estructurales en educación,  investigación y escasa transformación productiva, es imposible hacer una revolución emprendedora.

No puede haber emprendimientos avanzados que se irriguen en la economía y la desarrollen  si no hay potentes políticas de estado para mejorar el factor humano, transformar la producción y transformar los territorios en regiones de innovación. El país retrocedecería en su senda de crecimiento y perpetuaría un patrón de exportaciones anómalo y perverso como el que impulsó Uribe y en el cual predomina el sector minero y deriva en el rezagado y lento crecimiento de las exportaciones de los otros sectores en contravía de la tendencia mundial del comercio y de la producción mundial. Se nota que el programa de Oscar Iván Zuluaga lo escribió o reescribió el expresidente Uribe.

En materia de TLC, Zuluaga dice que terminará los acuerdos en negociación y que no buscará nuevos en los siguientes 4 años. Esto es un engaño. Habrá nuevos TLC porque lo que no esté firmado no existe y si continúan las negociaciones de los que ya están en trámite, significa que habrá nuevos TLCs.  No hay nada en su programa de gobierno que permita pensar que Colombia crecerá al 6%, tal como lo propone. Simple populismo electoral.

Santos, viejo neoliberalismo con intención social

El programa de la reelección tiene la ventaja de estar en plena marcha y por tanto se basa en la continuidad y en la posible corrección de errores. Pero no es suficiente que llegue el posconflicto para crecer más del 4%. La reducción de los gastos de la guerra y su traslado a otros sectores va a permitir un crecimiento más alto en torno al 5% durante pocos años, mientras no haya un nuevo modelo de desarrollo productivo basado en nuevas actividades, en la innovación y en el desarrollo regional que permita el surgimiento de nuevas plataformas productivas urbano – rurales sostenibles.

La mayor inversión social, si no está acompañada de políticas de estado que generen oportunidades crecientes y sostenidas para mejorar la calidad de las oportunidades, terminará siendo una inversión sin retorno y una gran frustración social.

Sin embargo, en su programa se insinúan nuevos aires en algunos ejes estratégicos de la política de competitividad: consolidar Bancoldex como un banco para el desarrollo empresarial, fortalecer Proexport para apoyar aún más las exportaciones de las pymes sobre todo las de mayor sofisticación,  apoyo a empresas sofisticadas mediante Innpulsa, fondos de capital de riesgo y el Programa de Transformación Productiva (PTP).

Pero esto no arrojará resultados de gran impacto con el actual esquema de la política de competitividad y de innovación, respeto a lo cual no basta con mejorar las instancias señaladas en el párrafo anterior, ni con mejorar la institucionalidad de ciencia y tecnología (lo único que dice el programa en este tema), y los servicios del SENA.

Un modelo correcto es el combina la competitividad con la transformación productiva pero esto no está en el programa de Santos y menos en el rudimentario modelo de Zuluaga.

Si no hay una política industrial que combine la competitividad para mejorar los sectores clave que ahora existen, acompañados de una estrategia de transformación productiva para impulsar nuevas actividades y sectores, y su interrelación con los anteriores, los resultados serán magros, simplemente una economía del 4%, o del 5% cuando se silencien los fusiles, pero no una economía del 7% o más durante un periodo no inferior a 15 – 20 años.

Uno y otro candidato son culpables del rezago de la estructura exportadora de Colombia y su lento crecimiento, desempeño con el Colombia nunca alcanzará el desarrollo a pesar de la paz.

Se notan dudas en la propuesta de candidato presidente para implementar una novedosa política industrial moderna, que mitigue los efectos de la desindustrialización y de los TLC, y reindustrialice la economía. Santos continúa creyendo en el modelo de las franquicias (aunque más Zuluaga), de los negocios rápidos y fáciles (igual que Zuluaga), en detrimento de la construcción de actividades, sectores y empresas sofisticadas que sofistiquen el sistema productivo, lo integre y desarrolle.

Esta ambigüedad programática seguramente se debe a que el conductor del programa de gobierno es Juan José Echavarría, macroeconomista del neoliberalismo de los años 1990, creyente de que la mejor política industrial es una buena política macroeconómica. Se nota que está apartado de los textos de la nueva economía del desarrollo, de la flexibilidad de las nuevas políticas industriales y de innovación en un nuevo contexto del capitalismo global, y de los impactos positivos que traen. Los JJ resultaron un problema para Santos. Aunque éste J.J. es diferente: buen tipo, correcto, inteligente, pero carga un viejo neoliberalismo.

Por supuesto que en el programa de Santos no hay nada sobre los TLC, y seguirá firmando y buscándolos, así se lleve por delante el campo y lo que queda de industria, para hacer de Colombia una economía de comerciantes y nada más.

Elegiremos por la paz o la guerra, porque lo demás es más o menos lo mismo. Pero mi voto será por la paz.





COLOMBIA, UNA ECONOMÍA SIN 

POLÍTICA INDUSTRIAL Y DE 

INNOVACIÓN




En anteriores análisis había dicho que Colombia era un milagro a medias porque ha mantenido un crecimiento de largo plazo en el rango del 3.5 al 4% anual, tasa con la cual será imposible que logre el desarrollo porque tiene un sistema productivo cuya transformación está represada hace tres décadas y de esa manera las posibilidades de crecer durante un largo periodo a tasas del 7% o más no es posible. 


La paz no produce un efecto automático en el crecimiento. La paz es una condición necesaria para que un país avance en democracia y construya instituciones que sustituyan las instituciones y los factores que derivaron en la barbarie y prolongaron las causas del subdesarrollo.   
Baja de internet

Aparato productivo rezagado

Países con escasas capacidades de transformación y de innovación como Colombia, producen lo que el mercado conoce y quiere, pero no contribuye con nuevas ofertas innovadoras que abran nuevos consumos y nuevos mercados. Esa es la diferencia entre economías avanzadas y emergentes con cambio estructural permanente y economías rezagadas de mediano crecimiento que producen y compiten con más de lo mismo porque no tienen política industrial y de innovación: Colombia. 

En otras palabras, aparatos productivos como el de Colombia y de la mayoría de países de América Latina, aprovechan mínimamente las oportunidades del comercio mundial. Esto se debe a su papel de economía(s) periférica(s) de Norte América pero también de Europa y pronto de Asia si no se sacude(n) de su condición de abastecedor(es) de commodities.

España y otros países del Mediterráneo aceptaron configurarse como sistemas productivos periféricos, y así fue como cayeron en el hoyo de la especulación inmobiliaria y financiera, en el espejismo del “eterno milagro” del turismo, en desorden fiscal, y no hicieron política industrial y de innovación. Algo parecido tiene el modelo de crecimiento de Colombia: economía periférica, especulación latente, énfasis en el turismo, sobreventa del “país milagro”, y aun con política de competitividad. 

Sin embargo, los modelos nunca son iguales y las crisis tampoco son iguales, por eso una crisis no se reproduce igual en otro lado. Entonces, a Colombia no le sucederá lo mismo que a España, pero lo que si es seguro, que no tomará una senda de desarrollo porque tiene políticas más parecidas a las economías de la crisis europea que a los modelos de Asia y de otras economías basadas en el conocimiento, en la innovación y en la creatividad, es decir, en el cambio estructural.
Entonces, una educación de calidad y un sistema investigación y de innovación robusto, abierto y creativo, amparan el cambio estructural mediante el cual se amplían de manera sostenida nuevas oportunidades para la economía, la sociedad y el estado.


Sergio Fajardo. Matemático.
Gobernador de Antioquia. Ex alcalde Medellín
Las potencialidades de los recursos físicos y humanos de Colombia están encapsulados en la dependencia científica y tecnológica, y en un papel marginal en el sistema internacional de producción: es proveedor de materias primas no elaboradas, como en el mundo de la primera mitad del siglo XX.

Así las cosas, Colombia ha derivado en un modelo de crecimiento fundado en el libre comercio y en la potestad de los actores de mercado, con un estado regulador que ha quedado a expensas de los agentes, con limitados márgenes de maniobra, de intervención y de inversión, para ello, basta ver lo que está aconteciendo con el sistema de basuras de Bogotá y su modelo mixto, o con la venta de Isagen.

En este sentido, Colombia ha vendido todos los activos nacionales que ha podido y esos dineros fueron a dar a la olla sin fondo del presupuesto general de la nación. Ninguno de esos ingresos tuvo como destino algún desarrollo estructural específico, por ejemplo, para un programa de reindustrialización acorde a un modelo de economía abierta en un contexto de globalización. Esa plata no se perdió pero no se vio.


Fotografía bajada de internet
Con la venta de Isagen se pretende tener foco: aportar recursos a las autopistas de cuarta generación (4D), en vez de aplicar esos dineros a la política industrial para reindustrializar el país, complementar los recursos de los fondos regionales de ciencia y tecnología, y de esta manera integrar la producción, la innovación y los territorios.

Así mismo, alguna parte de esos recursos también podrían servir para adelantar un programa estratégico de investigación y desarrollo de industrias de energías alternativas, dada la generosidad de los recursos naturales del país, pero también por el cambio climático y la ampliación de la matriz energética mundial. Pero no. Colombia siempre va dos, tres o cuatro pasos atrás en las políticas y concepciones de los cambios globales, a diferencia de Ecuador que está creando una ciudad del conocimiento y cuatro universidades de investigación en temas del futuro (biotecnología, artes, educación, energía, salud), sacudiéndose de su eterna condición subalterna, al igual que Brasil, Chile y ahora Uruguay.

Ciudad Yachay. Ecuador
 Ciudad del conocimiento y universidad de la investigación.
Fotografía bajada de internet
Entonces, Colombia intenta actuar como un "perfecto modelo sin fallas del mercado", excedido en creer que el libre comercio y los TLC son el principio y el fin de la historia. Por eso hizo una apertura sin política industrial y sin política de innovación, esquema que 24 años después no ha modificado, originando un proceso de desindustrialización que el anterior y el actual gobierno niegan, sustentados en estudios sesgados.

El persistente crecimiento industrial promedio muy por debajo del crecimiento del PIB; el crecimiento de las exportaciones industriales bastante abajo del promedio de las exportaciones industriales mundiales (según series de las Naciones Unidas) en todas las ramas de bajo, medio y alto contenido tecnológico; y una baja productividad con crecimiento cercano a cero, dicen que hay un lento pero sostenido proceso de desindustrialización cuando la industrialización ha quedado trunca y no ha emigrado a especializaciones más sofisticadas. Todo ocurre porque no hay política de estado para la transformación productiva. Hay un buen programa de transformación (el PTP) pero no una política de transformación. Las cosas hay que llamarlas por su nombre para ajustar, complementar y no engañarse.

Una economía de industrialización tardía sin política industrial y de innovación, sin programa de bienes de capital ni de bienes intermedios de nueva generación, ni de productos finales sofisticados, determina que sus capacidades educativas, científicas, tecnológicas y emprendedoras sean limitadas para generar nuevo y elevado valor agregado. Como un juego de palabras, no tiene como desarrollar ciertas capacidades porque no puede desarrollarlas por lo estrecho que es su desarrollo productivo.

Colombia es un importador neto de conocimiento porque no produce tecnología para los distintos eslabones de las cadenas productivas de sus principales sectores, de esta manera sus industrias de tecnología, las del futuro, son escasas. 



Ruta N. Medellín.
Fotografía. Jaime Acosta
A punta de software y de innovaciones incrementales (mejoras sencillas), es imposible lograr elevados estándares de productividad, diversificar la especialización, emigrar a actividades más sofisticadas, y elevar la calidad de la educación, de la innovación y del emprendimiento. Así mantiene un sistema mediocre de fabricación y de innovación.

La industria mundial

Las ramas industriales son el corazón de los sistemas productivos globales. Las industrias virtuales, el sistema financiero, las redes cibernéticas y las chuzadas cibernéticas, existen porque hay industrias de hardware. Los equipos para detectar enfermedades y hacer tratamientos, son actividades industriales. Sin industrias sofisticadas de tecnología difícilmente se pueden transformar industrias de bienes primarios en ramas industriales sofisticadas. Sin industrias de equipos, instrumental, dispositivos médicos y de medicamentos, los clusters de salud y de medicina son incompletos y difícilmente pueden alcanzar la vanguardia en la frontera del conocimiento, de la producción y de los servicios.

El centro de los negocios mundiales está en las industrias de tecnología, del conocimiento, de la creatividad y de la innovación, y no en las industrias periféricas, que son buenos negocios y que aportan al crecimiento pero no al desarrollo. Son las economías franquicia, como Colombia; y no las economías inteligentes, como Corea, Israel, entre otras.

Las industrias basadas en software se integran con las industrias de hardware. Qué sería de Microsoft, Google, Facebook, Twitter, si no existieran IBM, HP, DELL, ACER, SAMSUNG, SONY, NOKIA. LENOVO. Nada.

Los aviones que llevan de un lado a otro a los agentes de la globalización, es una industria estratégica vinculada a la industria aeroespacial, se producen en fábricas avanzadas y no en salas encubiertas para el disfrute de hackers. La debilidad de la seguridad cibernética de Colombia refleja que se dedicó a confrontar a la insurgencia sin crear capacidades productivas y tecnológicas sofisticadas, que son acciones de política industrial ligadas con el sector de las TIC. Los sistemas de defensa y sus estructuras productivas y de innovación, hacen parte de las industrias estratégicas de países emergentes y de los más avanzados, es decir, de sus políticas industriales.

La industria de plásticos está en la mayoría de bienes que la sociedad consume. Cuando usted esté leyendo este análisis, tendrá en sus manos un juguete que tiene componentes plásticos, microelectrónicos, cristales líquidos y también software.

La industria de la construcción se sustenta en industrias de materiales y de bienes de consumos de todo tipo producidas por una gama amplia de industrias especializadas.

Si una nación no desarrolla el sistema industrial para lograr nuevos espacios en el sistema mundial de producción, su crecimiento será mediano, y su educación, investigación, emprendimiento y la calidad del empleo, serán igualmente medianos, su pobreza alta y la informalidad elevada. El rezago productivo tiene efectos en el atraso de otros sectores, y del sistema económico, social y cultural en general.

Colombia necesita política industrial para jugar en el libre comercio 

El orden de las cosas era haber hecho primero política industrial y luego apertura, como lo hicieron los países avanzados y los asiáticos, pero no fue así. Otro criterio correcto era hacer paralelamente apertura con política industrial para negociar desde otra perspectiva los TLC con Norte América, Unión Europea y los asiáticos.

Pero las cosas no se hicieron mejor, el daño está hecho, y lo que ahora resta es devanarse los sesos para mirar qué tipo de cambio estructural es posible cuando los sectores a donde podría emigrar la diversificación productiva y el cambio estructural están desgravados dificultando adoptar estrategias para avanzar con más dinamismo y libertad: regalamos muchos espacios y reservamos pocos. Colombia es arrogante con las cortes internacionales de justicia, pero sumiso con los organismos internacionales de comercio. Qué hacer

1.    Implementar la política industrial y de innovación que se viene elaborando con base en sendos trabajos, y cuya concepción y recomendación es el cambio estructural y no solo la competitividad. En este sentido, lo más importante es el diseño de la estructura productiva de la política, y no la selección de sectores. Colombia ha privilegiado este último criterio a través del PTP, pero hasta ahora no ha tenido la actitud política para pensar y debatir con seriedad una política industrial y su estructura.

2.    Desarrollar hábitats o territorios de innovación (próximo análisis) para atraer inversiones en sectores estratégicos de alta tecnología de la política industrial, a partir de planes de largo plazo para mejorar factores de localización sostenibles: educación, investigación, innovación, infraestructura, ordenamiento de los territorios.

3.    Implementar estrategias para incentivar la producción nacional de mipymes innovadoras y creativas, focalizándose en nuevas actividades de media alta y alta tecnología.

     .  No continuar con la venta de grandes industrias sin menoscabo de vincular capitales extranjeros como socios. Sin potentes organizaciones industriales no se tiene identidad en la mesa global de producción y de innovación. Por eso debe haber una estrategia para crear nuevas multilatinas colombianas del siglo XXI.

5.    Aprovechar la Alianza Pacífico para que los cuatro países - y los que entren -, hagan una estrategia común de transformación productiva y de innovación, con estrategias de integración complementarias en educación, ciencia, tecnología, innovación y emprendimiento, a partir de lo acordado en la Cartagena del Pacífico: impulsar cadenas productivas entre los socios de la Alianza. Esta puede ser la última oportunidad de Colombia de hacer algo más sensato, inteligente y esforzado que solo firmar TLC.   

Política industrial y posconflicto

Firmar la paz es el primer paso en la construcción de una nueva sociedad, pero el posconflicto necesita nuevas políticas de estado, siendo la más importante la política industrial porque permitirá desarrollar el campo y las ciudades, generar nuevos empleos y nuevas oportunidades, desarrollar la educación y la investigación, y estimular la innovación, la creatividad y el emprendimiento. La paz es reconciliación pero también desarrollo.


Bajada de internet







COLOMBIA, UN MILAGRO A 

MEDIAS CON GRANDES 

DESAFÍOS EN 2014


Una versión resumida está publicada en www.razonpublica.com  una versión ampliada y similar a la de este blog en mailto:www.revistaperspectiva.com



Con excesivo entusiasmo recibió Colombia la noticia de un crecimiento de la economía del 5.1% en el tercer trimestre del año que terminó. Seguramente esto generó buenas expectativas en los consumidores que en navidad llenaron los centros comerciales, con lo cual el comportamiento del último trimestre será similar al anterior y el crecimiento de 2013 se situará arriba del 4%. La fiesta continuará porque los gobiernos se acostumbraron a decir que crecer 4 o 5% es un “milagro” cuando los milagros verdaderos registran largos periodos con crecimientos entre 6 y 10% anual.

Ese desempeño por encima de las expectativas lo jalonó sobre todo la construcción, la cual creció alrededor del 20%, un sector que ha venido con buenas cifras desde hace varios años, porque si algo sorprende de Colombia es el auge urbanizador de los últimos diez años. Las ciudades físicamente son otras, así en sus contenidos sigan siendo la misma vaina, con una que otra excepción.

Colombia ¿un milagro?

El entusiasmo del 5.1 solapó las debilidades estructurales:
·       
    Colombia sigue siendo el país con más desempleo de América Latina (así haya bajado en los últimos años); su nivel de competitividad es bajo (puesto 69 en el mundo, porque está centrada en mejorar lo que produce pero no en elevar la productividad y en transformar el sistema productivo, que es lo que realmente sirve para ganar espacio en la globalización;  los indicadores de calidad de la educación según las pruebas Pisa la ubican en el triste cuarto peor lugar en el mundo (un joven que ingresa este año a la universidad dice que el color no es anaranjado sino naranjado porque viene de naranja);  en innovación está por allá en el puesto 60 (las empresas no hacen investigación y desarrollo y como economía no hay innovación porque la diversificación es escasa);   las exportaciones totales de los últimos doce años son las menos dinámicas comparadas con economías similares y con las más avanzadas y maduras tecnológicamente (si no hubiera industrialización y existiera política industrial, las exportaciones industriales serían más dinámicas que las de las economías más desarrolladas), es decir, no importa que las exportaciones hayan crecido lo que importa es que las de otros países han crecido mucho más (Datos con base en el Comtrade); y las exportaciones industriales son las que menos han evolucionado frente a países comparables y frente a economías desarrolladas y ya maduras tecnológicamente (Datos con base en el Comtrade). Hay desindustrialización porque no hay política industrial.

Por estas deficiencias estructurales, el desempleo es alto, los empleos son de baja calificación, la inversión que llega es en minería de enclave, la educación tiene problemas, la investigación sigue pobre, el emprendimiento de alto impacto alcanza en los dedos de la mano, la informalidad es extremadamente alta porque la producción y el comercio cada vez se hace más en los andenes, y la pobreza es inmensa.

Si no fuera por las exportaciones minero - energéticas el desempeño exportador de Colombia de la última larga década hubiera sido lamentable, denotando las debilidades de una apertura necesaria pero mal hecha y los efectos nocivos de que la mejor política industrial era no tener política industrial, la insuficiencia de las intermitentes estrategias y planes nacionales de competitividad e innovación, y los rezagos en las políticas de educación, de ciencia y tecnología, de emprendimiento y de desarrollo regional, para un modelo cuyo fin último debería ser la productividad, la diversificación, los territorios de la creatividad y de la innovación,  y el avance a sectores intensivos en conocimiento, diseño y arte, para convertirse en un jugador global. La globalización estimula estos desarrollos y a su vez los exige si se quiere ganar espacio en ella.

Globalización, política industrial y TLC

La globalización para Colombia se hace hacia adentro. Si no hay transformación productiva, si las exportaciones no crecen como en otras partes, si no se diversifican como en otras naciones, si no invierte en investigación y desarrollo, entonces el país es un importador de bienes sofisticados y exportador de empleo. En esas condiciones, el libre comercio y los TLC con los países más avanzados arrojarán resultados adversos porque la oferta es escasa y no es suficientemente competitiva porque la productividad es baja, mientras del otro lado la oferta es mayor y más competitiva porque la productividad es alta. Elemental, Watson.

El asunto no se resuelve diciendo que con los TLC unos sectores ganan y otros pierden, ni que los consumidores ganan porque tienen una vitrina más amplia y más barata de productos. El problema está si producto de las negociaciones - reflejo de las políticas de los países -, una economía exporta bienes de bajo valor agregado (Colombia) y la otra le exporta productos de alto valor agregado (Estados Unidos, Corea, Canadá, Unión Europea), generando un desequilibrio en el intercambio cuyo efecto no es neutro. Afecta al menos preparado porque mengua aún más al aparato productivo y beneficia al más avanzado porque le da opciones de ampliar mercados.

Esta y no otra es la razón de fondo por la cual las economías emergentes eran tan reacias a abrirse al libre comercio. No estaban preparadas y ahora que lo están, firman acuerdos y tratados de libre comercio: Corea, Singapur, China, Malasia, Israel, y la Unión Europea como un todo.  

Dado este contexto, las protecciones temporales via subsidios y desgravaciones más lentas, no tienen mayor efecto si no hay un marco de políticas de estado para elevar la productividad y la competitividad, desarrollar las plataformas productivas territoriales y diversificar la producción. La única manera de romper el círculo apertura – protección es con proyecto de nación y con políticas de largo plazo.

Decirle a las empresas que tienen diez años para ponerse al nivel de las más avanzadas del mundo, no es suficiente ni correcto. Con ese argumento el estado se lava las manos y los empresarios abandonan la producción y se trasladan a la comercialización. Se necesitan políticas de estado y de esfuerzos empresariales, para que en esos años de “protección” la producción nacional logre diversificarse, ser competitiva, y emprender nuevas rutas de transformación hacia bienes sofisticados y no a servicios de bajo contenido tecnológico.

Colombia ha entendido la globalización a medias y se hace tarde para que la entienda completa porque se han tomado medidas, firmado acuerdos y establecido TLC, que no están sincronizados con procesos de transformación productiva y con el dinamismo, diversificación y creciente contenido científico y tecnológico que debería tener su producción y su comercio internacional.

Sin política industrial los TLC se han negociado a 30 y más años con la estructura productiva que ahora tiene y no con la que en prospectiva debe tener. Una moderna política industrial y de innovación es para el futuro, en la cual: algunas especializaciones se sostienen, otras desaparecen, y surgen nuevas. Estas últimas son las más importantes porque el cambio estructural no da tregua en el mundo de hoy y es el más acelerado en la historia de la humanidad. Por eso parece que el reloj se hubiera detenido para Colombia y seguido para el resto del mundo. Así, por el expediente de los TLC, el cambio estructural está restringido, y solo lo podrá hacer en algunas actividades nuevas e invirtiendo en su desarrollo muchos más recursos que si lo hubiera hecho en un marco de política industrial y de innovación para una economía abierta.   

Colombia no negoció bien los TLC, y donde logró mayores grados de protección el sector agropecuario tiene rezagos estructurales asociados a la premodernidad del largo conflicto; y porque no ha logrado estructurar un modelo rural habitable y sostenible, y una producción acorde a la diversa especificidad agroecológica, ni desarrollado tecnología según las características de su geografía. El ICA en manos de Monsanto y las demás herramientas y equipos de producción en manos de innovadores, emprendedores y empresas de otros países. Colombia pone el suelo, la mano de obra, la administración, la logística, alguna innovación, el sudor y las lágrimas.

Estado y mercado

Es relativamente cierto que las oportunidades en una economía abierta se dan únicamente por la competitividad de las empresas. La competitividad y sobre todo una elevada y sostenida productividad se logran a partir de políticas de desarrollo para generar factores de localización atractivos por su calidad y alto desempeño; y con intervenciones e inversiones en nuevas actividades productivas y en nuevas áreas de investigación por parte del estado, porque los agentes de mercado llegan, actúan y hacen el relevo cuando el riesgo inicial lo hace el estado.

De esta manera, estado y mercado se complementan mediante políticas y estrategias flexibles y cambiantes según características de cada actor y de cada nación.  El agente privado llega cuando el riesgo está calculado, y en lo que no existe no invierte. El estado inicia lo que el mercado no comienza. Ha sido así en la historia de la humanidad. Decir lo contrario es faltar a la verdad teórica y empírica. Las fallas del mercado existen y han existido, pero en Colombia se las intenta ocultar.

Pero también las fallas del estado no todas las corrige el mercado, y las fallas de ambos se superan a través de políticas de largo plazo, y por acuerdos entre agentes públicos, privados, del conocimiento y de los territorios.  Son pactos institucionales entre estado y sociedad y no solo entre gobiernos y mercado, que es lo que existe en Colombia, razón por la cual el estado y sus instituciones son débiles, y sus políticas también.

Por lo tanto, una parte del “medio milagro colombiano” está anclado en una economía ilegal estimada entre 35 mil a 70 mil millones de dólares año, sumando narcotráfico, lavado de activos, contrabando, piratería y corrupción. Contra eso tiene que luchar la producción legal agropecuaria e industrial, aunque por esa vía ha crecido un segmento importante del sector servicios de bajo valor agregado. Entonces,  sume competencia del libre comercio y reste debilidades estructurales a ver qué resultados le da: 4% de promedio de crecimiento anual con el cual jamás logrará el desarrollo. Colombia es un país promedio. Crece un poco más o un poco menos que el promedio mundial. Crece un poco más o un poco menos que el promedio de América Latina. Pero siempre por debajo de las naciones emergentes más dinámicas, y siempre por debajo del crecimiento que en su periodo de ascenso tuvieron los países desarrollados.

Colombia puede ser un milagro

Se viene el posconflicto porque la paz se firmará en 2015 con las FARC y con el ELN. Entonces, vendrá la marea nacional hacia la reconciliación y esta requerirá un desarrollo de nuevo tipo que ofrezca una senda sostenida de progreso y bienestar. Si se dilapidaron 67 años en una bárbara violencia, deben invertirse varios años construyendo convivencia y desarrollo.

Por eso las elecciones para Congreso y Presidencia deben alimentarlas un nuevo discurso programático. La retórica de reducir pobreza, generar empleo, infraestructura, coberturas en educación y salud, apoyo al campesino, vivienda, et etc, es decir, la retórica de siempre ya no es la que Colombia, la OCDE y América Latina, necesitan oir. Los partidos políticos de todas las corrientes deben inventarse un nuevo discurso si no quieren que las elecciones se parezcan a un domingo 1 de enero, y el malestar y la indignación sigan merodeando.

Ese nuevo discurso pasa por proponer integralmente una educación y una salud de calidad para todos; crecimiento basado en educación, ciencia, tecnología, innovación, emprendimiento y medio ambiente; elevar la productividad y diversificar la economía; atraer industrias de alto valor agregado y centros de investigación;  fin de la descentralización y llegada del desarrollo y de las autonomías regionales sostenibles; tiempo de crear ciudades y ciudades de la creatividad y de la innovación; y una moderna política industrial y de innovación para la transformación productiva. Esta política debe ser el centro del plan nacional de desarrollo 2015 – 2018.  

Hoy, por más que algunos desde el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo digan que Colombia tiene política industrial, no es cierto, y le hace mal a un instrumento de desarrollo tan importante y poderoso, porque lo desdibuja y lo destruye antes de nacer.  Lo que si es cierto y muy importante es que se está trabajando con seriedad y mesura el preámbulo de una moderna política industrial. En este sentido, lo más relevante es darle la mayor importancia al marco conceptual de la nueva política y no solo mirar las recomendaciones, porque estas son consecuencia de aquel.  No todo instrumento sirve para cualquier marco de referencia. Colombia ha sido muy proclive a recrear instrumentos sin recrear la fundamentación, por eso muchos de esos mecanismos poco o nada han servido.

Pero en enero de 2014 no se tiene aún en marcha esa política industrial y de innovación para el siglo XXI,  y el trabajo público - privado  aún se hace con un esquema de competitividad que agotó su ciclo de 20 y más años. Por ejemplo, el programa de transformación productiva es un programa de competitividad pero no de transformación. Eso no está mal,  pero no se puede decir que es un programa para el cambio estructural. Entonces, ese programa debe ser rebautizado y rediseñado para que sea un programa nacional de competitividad, y debe crearse un programa nacional de nuevas industrias para el cambio estructural. Estos dos conceptos: competitividad para competir y cambio estructural para transformar la producción, son los dos conceptos centrales de una política industrial y de innovación basada en el incremento de la productividad.

El esfuerzo del estado debe venir acompañado de una profunda reingeniería gremial (deben pasar del lobby por los incentivos al lobby por la productividad), de un cambio cultural en los tecnócratas, investigadores y en los grandes empresarios (en los tres mundos hay unos cuantos con ganas de cambio pero la inmensa mayoría no) que siguen creyendo en los mismos sectores y en los mismos factores de capital y trabajo (sin cambio cultural no hay cambio estructural), y de profundos cambios en la educación, en la ciencia y en la tecnología para que sean funcionales  a la política industrial y de innovación y a otras políticas  de desarrollo. Todo esto conformará el espectro principal de nuevos arreglos instituciones y de ajustes determinantes en la organicidad operativa del estado y de los agentes.


Colombia, sus políticos, tecnócratas, académicos, expertos, y la sociedad como un todo, deben dar un salto de calidad y de visión si se quiere tener instituciones inteligentes e incluyentes, y si se quiere que Colombia no sea el patio trasero de la OCDE. La paz hay que recibirla con esperanza, con nuevas palabras y con nuevas miradas de la nación y del mundo. Hay que hacerlo con dignidad, honestidad, con autonomía, paciencia, visión, inteligencia y creatividad.



EL LUGAR DE COLOMBIA EN EL MAPA MUNDIAL DE LA COMPETITIVIDAD Y DE LA INNOVACIÓN



En Colombia no hay política económica sino apenas política macroeconómica. Por eso no salimos del atraso. Para lograr el despegue necesitamos cambios radicales en innovación, educación, ciencia y tecnología, desarrollo regional, y en transformación productiva a través de una moderna política industrial y de innovación. Este artículo fue publicado primero en www.razonpublica.com


           
Atrasados  

Colombia no ha asumido con responsabilidad su persistente ubicación en un vergonzoso lugar 69 de la competitividad mundial y en el deplorable puesto 60 en el índice global de innovación http://www3.weforum.org/docs/WEF_GlobalCompetitivenessReport_2013-14.pdf.  

Hace algunos años Taiwán perdió cinco puestos en el índice de competitividad, pasando  del puesto noveno al decimocuarto. Esto  hizo que el primer ministro reuniera al Consejo de Gobierno para analizar la situación y durante un año monitoreara personalmente las medidas para recuperar los puestos perdidos. Esa es la diferencia entre naciones que avanzan y países que poco hacen para remediar su pobre desempeño. Es la distinción entre naciones emergentes que ya casi alcanzan el desarrollo, y naciones rezagadas que aun piensan en crecimientos del 4 por ciento. Es la distancia que hay entre países como Corea, Taiwán, Singapur, Israel….y Colombia.

Las causas de la mala clasificación son muchas y algunas muy conocidas: las instituciones, los problemas de infraestructura, los déficits en innovación, la educación, entre otras.

Equilibrio, pero no crecimiento alto

También hay una paradoja: mientras que la política macroeconómica obtiene altas calificaciones por sostener los balances, se han consolidado excesos doctrinarios fatídicos como aquel de que “la mejor política industrial es una buena política macroeconómica” o “la mejor política industrial es no tener política industrial”. En otras palabras, persiste un modelo de crecimiento sin una clara idea de desarrollo.  

Pese al buen desempeño macroeconómico, Colombia ha tenido un mediocre crecimiento promedio anual del 3,5 por ciento en los últimos cincuenta años, con periodos cortos alrededor del 4 o el 4,5 por ciento. Es decir, ha crecido a punta de política macroeconómica; pero, de mantenerse ese enfoque, jamás logrará tasas sostenidas superiores al 6, 7 u 8 por ciento anual, por lo cual el acceso a los  umbrales del desarrollo será una utopía que no verán ni los bisnietos.

Un mayor crecimiento no será posible con las instituciones que se tienen, con  la actual estructura productiva ni con las políticas que la acompañan. El crecimiento inercial con bajas tasas no conduce a una nueva fase de desarrollo ni permite cerrar las brechas respecto de los países más avanzados.

Las economías en desarrollo con bajas tasas de crecimiento se limitan a ser espectadoras de aquellas otras donde se adoptan políticas heterodoxas y se hacen cambios estructurales que conducen por sendas sostenidas de entre el 6 y el 10 por ciento promedio anual durante muchos años.

Esta ha sido la experiencia de naciones de Asia, como también de Israel y de las economías emergentes de los países nórdicos. Sin embargo, a los países asiáticos aún les restan dos, tres o cuatro décadas más de alto desempeño sistémico, como a China, que tiene puesto el foco en el 2050. Se necesita cerca de un siglo de trabajo sostenido, planificado, autónomo y creativo para transitar del estado de economía de menor desarrollo relativo al estatus de economía emergente dinámica, y de ahí al de economía avanzada.

Colombia no cumple con estas características y si no cambia pronto su idea de crecimiento nunca lo logrará. No trascenderá más allá de ciertas modernizaciones de vitrina y de la reducción relativa de algunos desequilibrios sociales como la pobreza, la indigencia, la informalidad y las coberturas de necesidades básicas.       

Motores del crecimiento

Los núcleos dinámicos de una economía de mercado son el sistema productivo y  la capacidad de transformación sostenida. Estos factores permiten transitar de país productor de bienes primarios a país fabricante de manufacturas de baja complejidad (textiles, confecciones, manufacturas de cuero…); luego a productor de bienes de media y alta complejidad (automóviles, electrodomésticos, productos químicos, bienes de capital…), hasta llegar a bienes de alta tecnología (industria aeronáutica, farmacéutica, instrumental, equipos científicos y de precisión, TICs, otras industrias de nuevas tecnologías).

Paralelamente, estas economías construyen de manera sostenida poderosos sistemas de producción, competitividad, innovación y emprendimiento, respaldados por vigorosas  políticas de educación, de ciencia y tecnología, y de desarrollo regional.

No obstante, el asunto no es producir como maquiladores, sino como desarrolladores, pasar del hecho en Colombia al creado en Colombia. Es despojarse del subdesarrollo y construir desarrollo. Estos son los procesos de transformación productiva o de cambio estructural e institucional, impulsados por una herramienta proveniente de las nuevas teorías del desarrollo: las nuevas políticas industriales y de innovación.

Colombia renunció a esta senda y es por eso que a punta de política macreoconómica solo crece a tasas modestas. Mientras tanto, ese es el camino que tomaron no solo los países más desarrollados desde la Revolución Industrial, y los países emergentes de los últimos sesenta años, sino también Brasil en las dos últimas décadas, y, más recientemente, Ecuador.

Tanto se han exagerado la importancia y las bondades de los equilibrios macroeconómicos, que hasta se oye decir que el Ministerio de Hacienda debería coordinar la política industrial, o también el Departamento Nacional de Planeación, pero no el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (así lo afirma, por ejemplo, el exministro Guillermo Perry http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/guillermoperry/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-13173725.html en columna de El Tiempo): confusión conceptual y prepotencia macroeconómica.

¿Por qué la confusión?

Hay dos razones fundamentales:

·     .    La ya dicha: en Colombia, la macroeconomía “resuelve” todos los problemas y está por encima de las demás políticas de Estado.

·     .     Colombia tomo su idea  de una “política de competitividad” del otrora famoso pero hoy venido a menos Michael Porter, del desprestigiado Fondo Monetario Internacional (FMI) y de los TLC, en lugar de adoptar una política industrial basada en la productividad y la competitividad para crear capacidades y ofertas nuevas, que resulten en una mejor posición negociadora en los escenarios del libre comercio. El ministerio de la política industrial es visto como una herramienta para mejorar lo que existe pero no para transformar el sistema productivo. Por eso, el Programa de Transformación Productiva, ayuda a mejorar la competitividad de algunos sectores pero no induce el cambio estructural. Del nombre al hecho aún hay trecho.

Error conceptual

Cuando la política macroeconómica “resuelve todo” se cree que los agentes privados son quienes asumen y resuelven todas las fallas del mercado. Es un desvarío teórico.

Desde este enfoque se supone que el Estado no es más que un blando regulador, un simple observador, útil para repartir incentivos económicos y dadivas sociales, pero inútil para los fundamentales del desarrollo. La transformación productiva, el avance de la educación y de la ciencia y la tecnología, así como la autonomía de las regiones, se consideran factores residuales y discursivos; y se cree que hacer infraestructura, ser demasiados generosos con las multinacionales, vender ISAGEN y otros activos estratégicos, conforman un “marco perfecto” de políticas.

Se trata, claramente, de otro enfoque equivocado de economía política e institucional, porque en cualquier circunstancia la visión correcta es aquella que permita integrar Estado y mercado para subsanar las fallas de uno y de otro. Esto significa pasar de la idea de una imperfecta sociedad de mercado a una equilibrada sociedad con mercado. Colombia optó por la primera hace 23 años y el balance es desalentador: lugar 69 en el mundo.

En el posconflicto, el desafió será construir una sociedad con mercado. Se requerirá una nueva Constitución porque la de 1991 tiene vacíos de concepción y porque en dos décadas ha sido más manipulada que una prepago y más zurcida que blue jean viejo.

Desarrollo, reformas y posconflicto

Además de resolver los problemas agrarios y de la minería premoderna de enclave, la política económica debe incluir una estrategia industrial y de innovación como gesto geoestratégico y geopolítico. Esta estrategia debe integrar educación, ciencia, tecnología,  emprendimiento de alta tecnología y desarrollo regional, y debe además ser respaldada por una política macroeconómica funcional al desarrollo y no al crecimiento perezoso y nada creativo del 4 por ciento.

Entre los cambios necesarios se cuentan:

·      .  Reestructurar el Departamento Nacional de Planeación para que piense y coordine un ramal de nuevas políticas públicas de largo plazo.

·      .   El Ministerio de Hacienda no debe limitarse a administrar la hacienda, sino las   finanzas de la nación.

·   . Debe consolidarse un Ministerio de Industria, Comercio y Emprendimiento y convertir a Colciencias en Ministerio.

·      .  Fortalecer a las universidades públicas y trazarles una hoja de ruta a las privadas para que sean centros de excelencia y no organizaciones con ánimo de lucro. De forma complementaria, se necesita cambiar el sistema de educación, becar a tanta gente de grandes capacidades pero con ingresos medios y bajos, para que ese enorme potencial se oriente a la investigación, a la innovación, a la creatividad, a la educación, a la cultura, a pensar y administrar buenas políticas públicas, a construir instituciones.


En conclusión: la estabilidad macroeconómica es una condición fundamental, pero no la única ni la principal para saltar al desarrollo. Es un instrumento poderoso y necesario, pero nada más.

El recurso humano, la transformación productiva, el desarrollo regional, y la construcción de instituciones incluyentes, están por delante. Es así como se genera equidad, capacidades y oportunidades de calidad: un nuevo futuro para Colombia, una cultura alegre, pero adolorida, violentada y abandonada.





POLÍTICA INDUSTRIAL Y DE INNOVACIÓN PARA COLOMBIA


Sin reestructuración productiva no hay innovación.


jacostapuertas@gmail.com; @acostajaime


Tres temas ocupan esta nota: por qué la ciencia, la tecnología y la innovación son tan importantes en una política industrial y de innovación; dificultades de coordinación en la política; y para qué tipo de economía es una política industrial y de innovación. Esta reflexión es complementaria al documento hecho para Fescol, diciembre 2012. Ver www.fescol.org. También en www.scribd.com/jaime_acosta_63 ¿es la política de competitividad y de innovación la nueva política industrial de Colombia? 

Política industrial y la importancia de la ciencia la tecnología y la innovación (CT+i) 

Son varias las razones y las siguientes son algunas:

Una, el conocimiento es el factor más importante en procesos de transformación productiva y en el incremento de la productividad, sobre todo en economías donde ha sido tan escasa la agregación de valor en la producción, en las exportaciones y en la calidad de las importaciones. La actividad nacional en CyT+i, poco ha aportado al crecimiento dada su baja inversión, y por tanto al desarrollo. La productividad descansa en fuentes exógenas y no en capacidades endógenas de innovación.

Dos, si se evade o se otorga una menor importancia a la CyT+i, se está cometiendo un error teórico y de política, porque significa que se están privilegiando otros instrumentos de corto plazo (también válidos e importantes) y desplazando el conocimiento, la investigación y la innovación, los cuales son factores complejos pero más determinantes en elevar la productividad dado su impacto directo y continuo para agregar valor a la producción, dinamizar el emprendimiento, direccionar la CyT a los objetivos del desarrollo productivo y la innovación, mejorar la calidad y pertinencia de la educación, e incentivar el surgimiento o el fortalecimiento de capacidades endógenas de transformación productiva, innovación y emprendimiento en los territorios.

El desarrollo es una combinación de instrumentos sencillos con instrumentos complejos, que conforman un complejo sistema de políticas e instrumentos de desarrollo que se construyen con tiempo.

Colombia ha privilegiado los conceptos y mecanismos sencillos y también los atajos, creyendo que la suma de estos da una totalidad que resuelve los problemas de productividad y de competitividad, aplazando las concepciones y mecanismos más complejos. Por esta razón los avances son lentos e instrumentos buenos terminan defeccionando porque no están acompañados y respaldados por potentes políticas y ecosistemas de distinto tipo.

Tres, el fondo de regalías para CT+i es un instrumento sin un marco adecuado de política de CT+i y de desarrollo regional, y con deficiencias en su interrelación con la política de competitividad y de innovación, entre otras razones, porque los textos de las políticas de competitividad y de CT+i se armaron en momentos diferentes y no como una unidad.

El problema de las regalías radica en que cada departamento va por la bolsa que le corresponde, y los criterios técnicos de formulación de los proyectos y los de evaluación, pueden quedar relegados a un segundo plano, sobre todo en casos donde se mete el clientelismo y se usa las regalías como instrumento electoral. Al final, puede terminar en un forcejeo entre lo técnico y lo político, donde terminará ganando el segundo. 

Pero los fondos son un medio y no un fin, son instrumentos sencillos, porque la complejidad deviene de una política nacional de desarrollo regional y su interrelación con las de desarrollo productivo e innovación y con la de CyT.

Cuarto, si no se pone el conocimiento y la innovación basada en la investigación básica y aplicada al frente de las estrategias para elevar a altas el crecimiento de la productividad y de la competitividad, no habrá emprendimiento de alta tecnología, solo emprendimiento de oportunidad (Fondo Emprender) y emprendimiento innovador o de alto impacto o como lo quieran llamar (innpulsa = investigación aplicada de buen y rápido suceso emprendedor).

Quinto, si la CT+i no está al frente y acompañando la transformación productiva, lo cual implica el rediseño de la concepción, arquitectura y sectores de talla mundial, la transformación no ocurrirá, porque el cambio estructural en el siglo XXI está sustentado en el conocimiento, la creatividad y la innovación, simplemente porque esa es la característica de la sociedad de este siglo.

Sexto, si la CT+i no se autonomiza en los territorios, la transformación productiva, la innovación y el emprendimiento no florecerá suficientemente en las regiones para impulsar procesos de desarrollo endógeno que convierte a los territorios en potentes plataformas productivas e innovadoras de una política industrial y de innovación.

Séptimo, si la CT+i no se pone en el frente de la agenda de desarrollo lo que seguirá llegando es inversión extranjera de enclave y no inversión de agregación de valor vía la instalación de centros de I+D+i de las multinacionales.

Octavo, el rediseño institucional de Colciencias quedó corto, sigue siendo una institución pequeña, pensada para ser el banco de proyectos de las universidades que aún siguen con el modelo de educación del modo 1, y porque en este momento no hay política de CT+i, articulada a otras, sobre todo a la política industrial y de innovación.

Noveno, hay bastante discurso y voces que son el San Benito y motivo de tantas plegarias rogando por otros factores, con voceros que tienen bastante amplificación, me refiero a: tasa de cambio, infraestructura, capacitación y flexibilidad laboral, incentivos financieros, crédito, coordinación, TLC, etc etc etc… De esta manera, los problemas de productividad y de competitividad se están tratando de resolver con más atención en temas viejos que en los nuevos factores del desarrollo, como la CT+i.

Por los vacíos anotados, la locomotora de innovación no arrancó en el primer gobierno del presidente Santos. Solo sirve para distribuir regalías, un buen logro pero insuficiente para irrigar en la sociedad, en la economía y en el estado una cultura por la innovación y la creatividad para elevar la productividad y así liberar potencialidades endógenas que estimulen la imaginación ciudadana.

Problemas de coordinación

Los problemas de coordinación en líneas generales se pueden atribuir a dos grandes agrupaciones de factores: unos, idiosincráticos; y otros a las características de la política de competitividad y de innovación vigente.

Factores idiosincráticos

Colombia no ha resuelto o incluso ha retrocedido en su construcción: confundimos incentivos al desarrollo del individuo con individualismo. El primero es parte de un ambiente de posibles y deseables construcciones y de ambientes colectivos estratégicos de cambio permanente , como los Silicon Valley; pero el segundo es una contrafuerza a construcciones conjuntas sostenibles. Colombia ha derivado en un individualismo exacerbado, por lo cual solo muestra casos exitosos de empresas individuales, pero no casos exitosos colectivos, como la conformación de clusters, redes, distritos productivos, sistemas nacionales, sistemas locales, hábitats de innovación como los polos, corredores y ciudades de la innovación, parques tecnológicos, los living labs, las incubadoras, las redes de iniciación emprendedora e innovadora, entre otros.

Colombia, pero es también un problema de los países en desarrollo, toma paradigmas y antes de asimilarlos y apropiarlos, pasa a otro y luego a otro, y al final no tiene nada. Ahora la moda es el apoyo al innovador y al emprendedor individual (séptimo tipo de innovación desde los años 1950 hasta hoy), porque se supone que ya armó sólidos modelos U-E-E (triple hélice), sólidos sistemas de innovación y emprendimiento, redes sólidas, hábitats de innovación sólidos, y resulta que no. Tiene muy poco y en estas condiciones es débil la plataforma estructural para que la iniciativa individual fluya de manera natural como un hecho de su cultura.

De manera más concreta, es la razón por la cual Colombia no ha podido poner en marcha una nueva política industrial y de innovación. “Estado, usted regule que nosotros mercado lo hacemos todo”. Cuál ha sido el resultado de esta doctrina extrema: ni el estado es solamente buen regulador, ni el mercado lo hace todo bien. Al final, ambos han derivado en una suma de imperfecciones, fallas, simplificaciones y descoordinaciones. Es lo que estamos viendo: agentes del mercado abusando del estado, de los bienes públicos y de la ciudadanía; y un estado que denota vacíos normativos e incapacidad para asumir el rol de desarrollador cuando el privado falla. 

Lo anterior es consecuencia de imperfecciones en la concepción y reglamentación del modelo de mercado en un ambiente de instituciones extractivas, donde al estado se lo sacó de todas partes, para que todo lo asuma el mercado.[1] 

No hubo transición ni flexibilidad ni madurez ni equilibrio en el rediseño del estado. Colombia se asume como un negocio internacional, pero no como una nación global. Es una mega tienda pero no una economía en transformación hacia el futuro. Los pocos esfuerzos que sobresalen y que intentan ser hitos de cambio no alcanzan a difundirse de manera significativa en la sociedad ni para llevar a la economía a nuevos puertos.

Factores atribuidos a la característica de la política de competitividad y de innovación.

Los problemas de coordinación nacen en la concepción y diseño de las políticas, como axioma general.

La coordinación sucede cuando hay qué coordinar. Cuando hay poco para coordinar, la coordinación no sucede. Cuando una política de competitividad privilegia un enfoque de orientaciones transversales, no hay demasiadas acciones para coordinar porque se supone que los mecanismos son neutros y están a disposición de todos los actores concursantes, por lo tanto no hay un ex ante para que en ciertos elementos de la política sea necesario crear instancias de coordinación.

Cuando los sectores estratégicos son sectores maduros y su característica es la maquila, la producción de enclave y/o el bajo valor agregado (Colombia) con excepción del software, y cuando el propósito de la política pública es acompañarlos para que mejoren su capacidad de negociación y de ventas en el extranjero, tampoco hay mucho que coordinar, porque el foco es ayudar al empresario de cualquier sector para que venda más y mejor. Es una acción individual de doble vía (agencia del estado - empresario) pero no es además transversal y sistémica. El software debería ser una oportunidad para un esquema de coordinación en un sector de alto valor agregado y difusor de tecnología.

Entonces, si NO hay nuevas actividades y que estas sean difusoras de cambio técnico en la economía y en la sociedad, con estrategias, programas y proyectos deliberados, discriminados, diferenciados, y de nuevo tipo donde concurren diversos actores y otras actividades, entonces, si esas nuevas actividades no existen, poco hay para coordinar. La estructura, composición de los sectores de talla mundial y la razón por las cuales fueron escogidos, no son una invitación a la coordinación. En parte, factores idisincráticos y fallas en la selección del componente vertical de la PPINN, obstaculiza la articulación y dificulta la creación de instancias de coordinación. 

La coordinación no se hace por voluntarismo, la coordinación sucede cuando hay ambiente, motivaciones y condiciones para que suceda, porque la coordinación por definición tiene elementos de complejidad, toma tiempo, implica prueba y error, obliga cambios, y si no hay motivación para hacer el esfuerzo, simplemente la coordinación defecciona por falta de materia.

La política industrial y de innovación es para todo tipo y tamaño de economía que quiera transformar su estructura productiva

Escuché hace algunos días en un foro sobre el TLC con Estados Unidos. “Una política industrial y su consiguiente proteccionismo es entendible en países grandes como Brasil, pero no en economías pequeñas o de mediano tamaño como Colombia, porque en ellas debe primar y concursar la libre competencia global”. Esta es uno de los mayores exabruptos conceptuales, teóricos y de orientación de política que he escuchado. Me explico porqué.

Toda economía emergente, sin importar el tamaño de su geografía, el número de habitantes, y dotación de factores, que quiera dar el salto al desarrollo con altas tasas de crecimiento (por encima de un tímido 4.5% anual como el de Colombia) debe implementar una política industrial y de innovación según los tiempos y vientos que corran. 

Por supuesto, si la preocupación no es elevar y sostener por encima del 6% la tasa de crecimiento para superar el rezago estructural, no se requiere de una buena política industrial y de innovación: es el caso de Colombia, que puede seguir a paso de tonto mongo sorongo.

Una economía con gran mercado interno como Brasil, por supuesto que tiene a su territorio como plataforma de aprendizaje y de economías de escala que le permite en etapas tempranas del cambio estructural dar los primeros saltos en su territorio sin perder de foco la globalización.

Pero una economía pequeña o de mediano tamaño como la colombiana, que debe volcarse a transformar su producción para diversificar e incrementar las exportaciones, necesita de una potente política industrial y de innovación. Si no ¿con qué políticas de desarrollo va a transforma el sistema productivo, elevar la productividad, y mejorar la cantidad y calidad de su comercio internacional? 

Ahora bien, que esa política debe ser distinta a la de Brasil o distinta a la de otras economías emergentes o avanzadas, por supuesto que tiene que ser distinta, porque los factores globales y particulares de cada nación son singulares y no son imitables. Además, los modelos estándar han sido mucho menos exitosos que los modelos más autónomos, heterodoxos y propios. Corea vs Colombia, por ejemplo, y la lista es larga.

Esto deriva en otro problema de Colombia: la obediencia a acoger tal o cual enfoque de política que nos indiquen terceros, y no a recrearla para crear una propia con proyección global. Las políticas de desarrollo requieren de elevados niveles de autonomía y de creatividad para que se incremente la interdependencia y no la dependencia. No me imagino al colombiano del BID, a la francesa del FMI, y al coreano del BM, diciéndole a Estados Unidos, Alemania, Japón, China, Rusia, "…esta debe ser su política industrial". Al día siguiente les pasan la carta.

Entonces, si el tamaño de la economía determina si un país puede adoptar o no una política industrial, ni los asiáticos de menor o de igual tamaño a Colombia, ni los europeos, ni los países de Oceanía, ni Canadá (más territorio menos población que Colombia), ni Chile, hubieran implementado política industrial y de innovación. El tamaño de una economía no determina la implementación de una política industrial, porque esta no alude a proteccionismos de antaño sino a la creación de nuevos factores del desarrollo. En últimas, una política industrial es un asunto de economía política y no solo de economía. 

Adicionalmente, la relación entre TLC y política industrial y otras políticas de desarrollo, son inseparables. Colombia tiene en 2013 un alto grado de acceso a mercados por el expediente de la apertura y de los TLC pero no tiene suficiente y renovada oferta exportable. 

Por qué ocurre esto si Colombia tiene desde hace 22 años un modelo de libre competencia y de libre mercado? Porque estos modelos para que funcionen y para que la oferta exportable sea funcional cuando se tiene aduanas abiertas, requieren de una potente política industrial y de innovación acompañada de otras políticas de desarrollo que faltan o que deben ser distintas a lo que ahora son.

En todo esto, hay un tema que no debe ser marginal en una política industrial y de innovación: la relación entre medio ambiente, instituciones extractivas y desarrollo sostenible. Este tema lo dejamos para otro momento porque amerita mucha reflexión y elaboración creativa por tratarse de un abordaje inédito.

Conclusiones para el día que aún no llega

Primero, hay deficiencias conceptuales, que es más grave y distinto a tener discrepancias conceptuales. Las primeras frenan la construcción de políticas de desarrollo, las segundas las alimentan.

Segundo, relegamos a segundo plano las políticas que deben estar en primer plano.

Tercero, creemos que la suma de lo fácil e inmediato da un todo, por eso no avanzamos de lo sencillo a lo complejo, de lo individual a lo colectivo, de lo sectorial a lo sistémico. Por ejemplo, fue una equivocación haber quitado de manera indiscriminada los incentivos a la importación de bienes de capital y de insumos industriales, para tener que volverlos a poner de manera indiscriminada con el PIPE, lo cual es también una equivocación, cuando deberían derivarse de las orientaciones estratégicas de una política industrial, para diferenciar y discriminar entre unos sectores y actividades de otr@s. Pero como no hay nueva política industrial, se sigue haciendo las cosas como siempre.

Cuarto, las fallas de coordinación obedecen a factores idiosincráticos que vienen de atrás pero que en los últimos años se han exacerbado (no se estimula la iniciativa, la cultura de cambio permanente como un hecho social, sino el individualismo); y porque realmente no hay mucho que coordinar con la actual característica de la políticas de competitividad y de CyT, y su relación con el cambio estructural.

En conclusión, Colombia es aún un país del pelotón de la mitad en la carrera mundial, que si bien ha mejorado en algunos aspectos para atraer cierto tipo de inversiones y de capitales, no es un país relevante e interesante porque son escasos los factores estructurales avanzados que ofrece para incentivar la localización de inversiones realmente innovadoras y transformadoras. Por eso está estancada en un pobre lugar en las clasificaciones realmente importantes de la competitividad internacional.

En las políticas del actual gobierno hay un barniz de modernización y de querer hacer mejor las cosas. Por ejemplo, el fondo de regalías para CyT con todo lo que se debe ajustar, las actividades de Bancoldex, haber creado Innpulsa, haber institucionalizado el Programa de Transformación Productiva, entre otras, son buenas decisiones para el futuro. 

Posiblemente el Presidente piensa que no es el momento de acelerar el diseño de una política industrial y de innovación, porque la agenda está copada con la paz, la reelección, y las dádivas sociales, y dado que una política como la que motiva esta nota, merece atención y conducción permanente del mandatario. 

La política industrial y de innovación estaba encima del escritorio de Lagos y de Lula. Ahora está encima del escritorio de Dilma y de Correa. Por eso la PIPE es una salida a la carrera ante los malos indicadores de la agricultura y la industria, lo cual ocurre precisamente por la falta de política industrial y por los TLC negociados sin visión de futuro. En síntesis, una suma de círculos viciosos, cuyo desafío es convertirlos algún día en círculos virtuosos.

Mientras más se demore en llegar la paz, mientras más nos creamos lo que aún no somos, mientras sigamos destruyendo el medio ambiente con una minería de enclave del siglo XIX, mientras solo hagamos eco de las noticias que nos favorecen, más nos vamos a demorar en tener la cabeza puesta en lo verdaderamente importante y transformador. 

Por eso que venga la paz para que no haya más excusas para justificar el inmediatismo, las instituciones extractivas, y que no hay ambiente para pensar y construir el futuro.

Está en preparación un nuevo texto que se titulará: Nueva política industrial y de innovación para Colombia

[1] Los problemas que vive Colombia con el sistema de salud (privatizado a ultranza, mal vigilado, con un sistema público hospitalario en declive) y con unas reformas en curso que no van más allá del cambio de nombres. Con el desmadre de ladrones corredores de bolsa ante vacíos en la normatividad pública para vigilarlos. Un sistema de contratación pública donde agentes del mercado han hecho lo que les da la gana con los recursos públicos: Nules y demás. Lo que está aconteciendo con la minería y un fallido nuevo código minero, así como con las licencias ambientales “express”. Un sector privado que le saca incentivos y más incentivos al estado, pero que no abandera los factores del desarrollo para elevar su productividad y competitividad. Y la lista es larga, pasando por el nuevo modelo de basuras de Bogotá, correcto en su concepción pero malo en su implementación, que lo tienen al borde de la revocatoria o de la sanción de la Procuraduría. Todas estas son fallas del modelo estado mercado que tiene Colombia, reflejo de institucionales extractivas inequitativas y poco innovadoras. 



REINDUSTRIALIZACIÓN, INNOVACIÓN Y CAMBIO CULTURAL



La reciente literatura sobre el desarrollo económico muestra que los países que han logrado sostener a largo plazo altas tasas de crecimiento del PIB, son aquellos que han emprendido constantes procesos de transformación productiva, y mantenido crecientes y altas tasas de inversión en educación, ciencia, tecnología e innovación. Colombia no es uno de ellos. Su crecimiento promedio de largo plazo solo es de 3.5%, y su ingreso por habitante es muy inferior respecto a naciones que emprendieron la ruta al desarrollo y al bienestar, sin pausa, con autonomía y sin plegarse a reformas estándar.


En una economía como la de Colombia, el salto se logrará a través del ingreso a nuevas actividades de alto valor agregado en sectores existentes, y en nuevos sectores y actividades de alto contenido tecnológico. Esta es una senda cuya construcción toma tiempo y por tanto sus efectos no son inmediatos, pero, continuar produciendo más de lo mismo y de la misma manera, es condenar a la sociedad a una condición de rezago y a otro siglo de soledad.

Para que el salto suceda se requiere avanzar a una moderna política industrial y de innovación (PINN) pensada para mejorar condiciones que haga más competitiva la producción nacional, dando un salto en la estructura productiva para salir del estado constante de baja productividad en el que se ha mantenido en las últimas dos décadas.

El desarrollo productivo no solo requiere ordenar y cambiar ciertos factores productivos. Es algo más complejo y tiene que ver al mismo tiempo con cambios políticos para que ocurra cambios en las políticas de educación y de ciencia, tecnología e innovación, pero también en la cultura, y en el desarrollo de las regiones para construir un modelo de desarrollo dinámico con instituciones inclusivas, que permita crecer a tasas superiores al  6, 7, 8 % anual durante un largo periodo.

La producción nacional de Colombia se fundamenta en industrias de maquila, en sectores de bajo contenido tecnológico, en producciones de enclave y en servicios dependientes de tecnologías importadas, por lo cual, la innovación, el conocimiento, la creatividad y el desarrollo endógeno de los territorios, no están al frente de las políticas de crecimiento. Con este modelo económico y productivo solo es posible crecer en promedio 4.0% por año sin generar un salto de calidad como sociedad.

Colombia dispone en el presente (2013) de una política para incrementar exportaciones y conquistar nuevos mercados con sectores y actividades existentes, y se insinúa la urgencia de un profundo movimiento de transformación productiva, tecnológica y cultural.

En estricto sentido, las orientaciones y el enfoque de política que ahora se tienen corresponde a una fase inicial hacia una moderna política industrial y de innovación, cuyo siguiente paso debe concentrase en el cambio estructural, en el conocimiento y en la creatividad, y en el desarrollo de las regiones, para modificar y profundizar la especialización mediante estímulos a la diversificación, a mejorar factores de localización, y emergencia de nuevas actividades con posibilidades de innovación y conquista de mercados.

Sectores productivos y áreas tecnológicas

Aspecto crucial y medular en la conceptualización y diseño de una política industrial para la transformación productiva, alude a definir sectores y actividades clave en torno a los cuales se estructura el desarrollo del sistema productivo y el avance del estado y de la sociedad. Decisiones correctas en la materia determinan objetivos, alcances, estrategias, programas y políticas complementarias, entre ellas, la de ciencia, tecnología e innovación, porque es a partir de la política industrial que se definen las áreas tecnológicas que coadyuvarán al desarrollo de sectores productivos relevantes y de todo el sistema económico.

Entonces, una política de innovación es complementaria a la política industrial y por eso las dos se integran en un concepto de política industrial y de innovación. Esta es la razón por la cual los países que han definido sectores o actividades principales, han definido al mismo tiempo las áreas tecnológicas relacionadas con esos sectores y actividades.

A partir de la política industrial también se definen acciones adicionales de la política de investigación y desarrollo tecnológico (I+D+i) para generar las mejores condiciones de base y de cultura, para que la innovación emerja con solidez y de manera difundida. Y desde lo regional, los hábitats de innovación - ciudades, regiones, corredores de innovación, así como los clusters, pero también los parques científicos y tecnológicos, centros de emprendimiento e innovación, living labs, entre otros -, se convierten en plataformas de nuevas innovaciones y de nuevos emprendimientos. De igual manera, la política industrial le dice al sistema de educación los desafíos que tiene en cuanto a la formación de recursos humanos y fomento de una cultura por la innovación, la investigación, la creatividad y el emprendimiento.

El nuevo enfoque

Una política industrial y de innovación PINN, que también se puede llamar de desarrollo productivo y de innovación PPINN (las nuevas políticas aluden al desarrollo industrial y puede incorporar actividades primarias y de servicios según las características de cada economía), combina acciones transversales para sentar las bases de apoyo a toda la actividad económica: esas acciones transversales pueden ser infraestructura, capacitación, régimen laboral, reglas claras y de largo plazo a la inversión, política de competencia, seguridad, justicia, entre otras; y acciones verticales referidas a diseñar una estructura productiva donde hay estrategias para sectores y actividades A, sectores y actividades B, sectores y actividades C, apoyadas por la política de ciencia, tecnología e innovación (CTeI) con programas para impulsar áreas tecnológicas que desarrollen la especialización productiva.

Este enfoque es distinto a la idea de política industrial de hace décadas, donde los estados concentraban su apoyo en pocos sectores industriales, y es distinto al que ha imperado en Colombia mediante el cual se debe apoyar por igual toda actividad, como si producir bienes para la construcción (Organización Corona) fuera igual a producir gaseosa (Postobón), si producir productos lácteos (Alpina) fuera igual a desarrollar software (los Parquesoft o Ruta N), si producir palma africana (Indupalma) fuera igual a producir barcos (Cotecmar). Nunca, y no hay un solo ejemplo en el mundo desde la revolución industrial, donde un país se desarrolló o está emergiendo con dinamismo sin hacer apuestas sectoriales acompañadas de desarrollos transversales. Cualquier lectura que se haga en sentido contrario son política y teóricamente equivocadas y hacen mucho daño, sobre todo en una país que no sabe como manejar el futuro de su sector productivo.       

Todo lo dicho implica tener una idea diferente de la importancia de una política de este tipo y de su relación con otras. La siguiente figura sugiere un esquema de desarrollo teniendo como centro la política industrial y la innovación, porque hay periodos en la historia del desarrollo de las naciones en los cuales el cambio estructural y el ramal de políticas que lo acompañan, deben ser prioritarias en las políticas de estado.

La figura sugiere al 2018 ajustes profundos a la política para la competitividad y la innovación con base a visiones de mediano plazo (2032) y de largo plazo (2040 - 2050), nuevos acuerdos y arreglos institucionales, incentivos de localización antes que económicos, redefinición del enfoque de la política macroeconómica para que sea funcional al cambio estructural, es decir, menos perezosa, ampulosa y ortodoxa, y más comprometida con el desarrollo y menos con los equilibrios para un crecimiento medio sostenido producto de modelos estándar, que no conducen a crecimientos altos y sostenidos, ni generan equidad.

Por eso, el almendrón de las políticas de desarrollo lo conforman la política industrial y sus sectores y actividades estratégicas, el impulso de la innovación a partir de la ciencia, la tecnología y la educación, y del abandono del actual modelo de descentralización por uno de autonomía de las regiones. Todo en función de los desafíos de una sociedad moderna e inclusiva con un sistema productivo sofisticado. Ese es el rumbo que debe tomar Colombia en la década del posconflicto y para un periodo posterior de nueva sociedad, nueva democracia y nueva política.

    


Pero, darle relevancia a la política industrial y a la innovación conlleva cambios culturales: en las mentalidades, en el enfoque de las políticas, y un sentido de identidad o de densidad nacional[1] a partir del cual fluya la creatividad, la innovación y la transformación productiva, social y cultural.

El cambio no es asunto de instrumentos dispersos ni de modelación económica, es ante todo cambio en la cosmovisión de los actores pues de ahí emanan las nuevas instituciones y el nuevo modelo de desarrollo. En Colombia, la transformación cultural no ha ocurrido, en consecuencia no hay cambio en el sistema productivo y de innovación. Estas transformaciones son las más urgentes de impulsar ahora que viene el posconflicto. El letargo de Colombia respecto a nuevos paradigmas es grande, como si el reloj de la evolución y de los medios se hubiera parado, y como si nunca llegaría la hora de la cultura, de la innovación, de la equidad y del desarrollo. 

Puesto 69 en la competitividad mundial, desarrollo de sectores periféricos y no de sectores del núcleo central de un sistema productivo avanzado, en consecuencia, exportaciones de enclave, y 0.20% de inversión en ciencia y tecnología respecto al PIB, son expresiones de la inacción, de la falta de ideas, y del fracaso de muchos en una tierra de tanto dolor pero de tantas oportunidades perdidas. Es hora de nuevas caras con nuevas ideas ahora que se avecina la paz y por tanto la obligación de construir una nueva sociedad.









[1] Ferrer Aldo, El futuro de nuestro pasado. FCE, 2012.




SANTOS ANUNCIA POLÍTICA 

INDUSTRIAL Y DE INNOVACIÓN: 

UNA POLÍTICA PARA 

LA POSTGUERRA



Cumplidos los objetivos con los TLC, y luego de 22 años de apertura de la economía, el presidente da instrucciones para iniciar el proceso de crear una política industrial y de innovación. Esta puede ser la más importante política de desarrollo si él la lidera y si realmente se piensa para hacer una profunda transformación productiva en Colombia, la política de desarrollo más importante de las últimas cuatro décadas si su diseño es creativo, profundo y propio.

Política industrial es lo que debió hacer el presidente Gaviria, porque la desindustrialización, el rezago agropecuario, y la minería de enclave, en gran medida es culpa de no haber tenido política industrial para una economía abierta, y cuando el modelo de economía cerrada estaba agotado. 

Así lo hemos pedimos algunos una y otra vez porque es lo sensato, lo dicta el sentido común, las nuevas teorías del desarrollo, y las trayectorias históricas desde la revolución industrial, y así sacar a Colombia de una senda de crecimiento mediocre para superar la guerra y alcanzar la paz. 

Este logro en gran medida se debe a la política industrial adoptada.
Idem Corea del Sur, Malasia, Singapur, Israel, países desarrollados

Aclaración

Las políticas industriales emergieron en la sociedad industrial para desarrollar los sistemas productivos y sobre todo el aparato industrial para desarrollar la producción dentro del paradigma tecnológico de ese años. 

En la actual sociedad del conocimiento, las nuevas corrientes de política industrial, según las características de cada país, pueden incluir actividades del sector primario, industrial y de servicios. 

El concepto es ahora flexible, y en el caso de Colombia, el desarrollo industrial, dada la relativa diversificación de su economía, el tamaño de su geografía, el número de habitantes, y la dotación diversa de recursos, hace necesario repensar el sector industrial y convertirlo en núcleo central de una nueva política industrial y de innovación al año 2050.

Algo de historia

Todos los países desarrollados y todos los países emergentes, han hecho política industrial. Decir lo contrario es mentira y una manipulación teórica e ideológica de quienes pensaban que la mejor política industrial era no tener política industrial, léase Gaviria y su kínder, en los años de la apertura. En esos años, Samper pedía públicamente apertura con gradualidad y con política de reestructuración productiva, pero, cuando fue presidente no lo pudo hacer porque se le colaron los traquetos en la financiación de su campaña, entonces tuvo 4 años sin margen de maniobra política.

Santos también pensaba una apertura con gradualidad y con políticas de reestructuración, así lo manifestaba en los consejos de ministros, y luego lo hizo explícito en su propuesta programática cuando fue precandidato para las presidenciales del año 1994. Estos hechos son importantes para entender porque ahora quiere hacer política industrial.

Pastrana, a través de Marta Lucia Ramírez (quien ha logrado lucidez en el tema) se puso a firmar acuerdos de asociatividad empresarial a la topa tolondra como si se tratara de una subasta de mercado. Y Uribe, armó el programa de transformación productiva con sus sectores de talla mundial, para vender más en el exterior, pero no armó una política de transformación productiva y de innovación, que Santos heredó y que hasta ahora no ha modificado salvo algunos instrumentos nuevos que no alcanzan a configurar una nueva política industrial y de innovación.

Por qué Colombia debe hacer política industrial en el siglo XXI

Primero, porque con la actual estructura productiva y las políticas que se tienen, los modelos econométricos indican que no será posible superar el 4 o 4.5% anual de crecimiento promedio del PIB. Con esa tasa no es factible alcanzar el desarrollo y por lo tanto una sociedad moderna, autónoma, innovadora, creativa, justa, equilibrada, sostenible e interdependiente, cuando se logre la paz.

El modelo productivo colombiano es de maquila, de enclave y de bajo valor agregado: es un modelo detenido en el tiempo, y detenerse en el tiempo es como ver pasar semanas detenida la rueda de la evolución y quedarse mirando el futuro como un espectador con un lánguido portafolio y un dinero devaluado.

Segundo, la paz se consolidará si se construye una nueva senda de oportunidades de calidad para toda la ciudadanía, y esa senda tiene como principal instrumento una política industrial y de innovación, inédita, propia y visionaria. Estamos viendo como en una Colombia con más de lo mismo, los desmovilizados terminan volviendo a las armas bajo otras figuras: bacrim, narcotráfico, secuestro, extorsión, contrabando, y otros derivados criminales.

Pero también estamos viendo (Brasil, Chile, ….) que cuando la clase media crece pide otro tipo de sociedad y no un estado de favores, por lo cual reacciona para que sobre sus hombros la clase alta no haga lo que quiera, y que las clases de menores ingresos no se cuelguen de sus bolsillos. Una profunda transformación productiva con innovación lo que hace es agrandar las clases medias y disminuir los segmentos de menos ingresos, y así la sociedad se equilibra, se desarrolla y construye instituciones inclusivas.

Tercero,  la caída industrial es algo que viene aconteciendo hace años, pero no es porque los servicios han tomado una mayor porción del PIB, que en el caso de Colombia son en su mayoría de bajo valor agregado y por ende no sustituyen un desarrollo industrial avanzado.

La desindustrialización de Colombia se debe entender bajo tres criterios: a) los sectores industriales intensivos en conocimiento, caso de los bienes de capital e intermedios, prácticamente desaparecieron; b) los sectores y/o actividades sobrevivientes y más intensivas en conocimiento, son pocos y con pocos desarrollos integrados en complejos productivos del conocimiento y de la innovación: sector farmacéutico, por ejemplo, o porque son muy especializados, caso de los cosméticos, o porque hay muchas cosas por hacer en el caso de las TIC; c) porque no hay una estrategia para impulsar sectores de media alta y sobre todo de alta tecnología, relacionados con los sectores primarios, industriales y de servicios de alta complejidad.


Fotografía bajada de internet
Cualquier intento por mostrar que Colombia no está desindustrializada, son maniqueísmos que ocultan la verdad. 

Es preferible asumir la realidad, explicar las razones de porque está aconteciendo para poder pensar los arreglos estructurales requeridos. Negar la evidencia deriva en correctivos menores, y todo seguirá igual hasta el día en que el maquillaje definitivamente se escurra.

Cuarto, la caída del sector agropecuario está relacionada con la industrialización incompleta de la sustitución de importaciones y con la desindustrialización de la apertura. Simplemente ilustremos con un par de ejemplos, que sirven para replicar en otras actividades. 

Brasil ha desarrollado toda la cadena de valor de la caficultura, Colombia no. 

Nueva Zelanda ha desarrollado toda la cadena de valor del sector ganadero y de lácteos, Colombia no, a pesar de industrias como Alpina y otras más.

Fotografía tomada por Jaime Acosta. Sopó/Cundinamarca
Y se podría hacer el mismo ejercicio en flores, frutas, hortalizas, banano, granos,…., y no se diga en la minería para darnos cuenta de la flaqueza del modelo de enclave y su escaso o ningún aporte al desarrollo.

¿Dónde están los eslabones que faltan? En el sector industrial y en los de ciencia, tecnología, innovación y educación. De esa manera, hay un puente entre sectores primarios y sectores industriales en el marco de una política industrial y de innovación.

Quinto,  porque la economía del conocimiento, de la innovación y de la creatividad, en Colombia no se desarrollará a plenitud con las políticas sectoriales que se tienen, y porque las políticas de competitividad, de innovación, de educación, de ciencia y tecnología, de salud, de emprendimiento, y de desarrollo regional, tal como ahora existen no son funcionales a una política industrial y de innovación para el cambio estructural y el desarrollo sostenible y con equidad de Colombia. De esta manera, la productividad de la economía colombiana seguirá siendo baja y más amplia su brecha frente a otras economías.

Qué modelo de política industrial "debe copiar" Colombia.

Este subtitulo ha sido intencional y por centésimas de segundo algunos lectores se habrán hecho ilusiones, pero mi respuesta es tajante: NO se debe ni es posible copiar ningún modelo.

Cuando se analizan los contenidos de las distintas políticas industriales que han sido exitosas y que explican el desarrollo o la emergencia de nuevas economías, se constata que todas absolutamente todas son distintas unas de otras, solo con algunos factores generales comunes, pero los específicos son diferentes y con contenidos propios, porque una política industrial se construye y entiende como un factor endógeno de desarrollo, es decir, como un factor cultural, el cual es siempre inimitable.

De esta manera, Santos lo que debe hacer es conformar un equipo de expertos colombianos para encargarlos de elaborar la concepción de esta política, y ellos, son los que deben indicar el tipo de asesoría externa que será útil en el diseño de la política y en su implementación. Pero no puede equivocarse en pedirle a un organismo internacional que le diseñe la política o traer un equipo de consultores extranjeros para igual propósito.

Fotografía bajada de internet
Cuando las políticas han sido diseñadas siguiendo una metodología determinada y preconcebida de X o Y procedencia, los resultados terminan siendo magros, porque agentes externos distorsionan realidades simplemente porque su realidad es otra.

Una política industrial y de innovación es propiedad del estado que la quiere crear. Por supuesto, hay que mirar y aprender de otras experiencias. Hacer una sistematización seria es parte del aprendizaje.  

Lo que acabo de decir también lo dicen expertos internacionales que con sentido ético responden a preguntas sobre qué modelo copiar. El desarrollo se construye aprendiendo pero no copiando. Si una sociedad denota incapacidad para crear entonces es mejor que no se meta en una aventura de este tipo, hasta tanto no madure como estado, como inteligencia social y como cultura. Pero creo que Colombia está lista para dar ese salto de calidad en su modelo de desarrollo porque la realidad está empujando.

El diseño de esta política no puede recaer en manos de quienes la han negado, porque van a introducir distorsiones en su diseño, y entonces resultará un engendro que poco o nada servirá. Sin embargo, hay que escucharlos.

Una política industrial es un asunto de convicción, de pasión, de sentimiento, de visión, de compromiso con el país antes que con el Consenso de Washington, y de racional argumentación científica y creativa.


Fuente: Jaime Acosta
Píldoras finales

Tiene sentido parar la suscripción de más TLC porque el libre comercio y la libre competencia sin política industrial no produce buen crecimiento; una nueva política industrial y de innovación no es el milagro pero si le da un norte a otras políticas de desarrollo; el Ministerio de Comercio debe reestructurarse para priorizar la política industrial y no los TLC; Colciencias debe convertirse en Ministerio porque no hay política industrial sin una fuerte política de innovación; Bancoldex debe ser 2, 3 o 4 veces más grande para asimilarse a un BNDES y empujar la nueva política industrial; la fiebre de los subsidios es para compensar pérdidas por el libro comercio y por la falta de una política industrial que ponga por delante la productividad: hay que poner el estate quieto a los subsidios que pagamos todos los colombian@s y cuyo retorno no vemos; Colombia dispone de un grupo pequeño de expertos multisectoriales pero suficiente para diseñar esta política; y el desarrollo regional hay que reestructurarlo de pies a cabeza, porque la descentralización se murió, y la recentralización es antifuncional con una política industrial y de innovación y con la idea de un salto en la senda de desarrollo. 

Hay que reinventar Colombia y sus políticas para que el postconflicto sea menos largo y menos difícil, y la paz llegue para siempre. 







Bancarrota de Monitor la firma de Michael Porter, el gurú de Colombia



Cada año va y viene el señor Porter que desembarcó por primera vez en Colombia a comienzos de los años 1990 invitado por el kinder de Gaviria. 

Primero trajo su teoría del diamante de la competitividad, con la cual Colombia quedó inoculada de competitividad pero no de desarrollo,  y ahora vino con sus viejas ideas del crecimiento del mercado para decirnos lo que deben hacer el mundo y Colombia. La siguiente es mi reflexión a partir de entrevista que concedió al periódico El Tiempo. 

Días después su empresa de consultoría cerró sus puertas porque se quebró y se quebró por la debilidad de su pensamiento. 

Ojalá aprenda Colombia y en el futuro sepa escoger mejor sus consejeros. Personalmente siempre he criticado los vacíos teóricos y de orientación de su modelo. Veamos algunas de sus "originalidades".

Hace dos años expresó que en materia de desarrollo productivo Colombia debe hacer más y mejor de lo mismo, y no pensar en desarrollar nuevas actividades y sectores. Lo primero es cierto lo segundo es una mala recomendación, porque las sociedades que han avanzado siempre han hecho las dos cosas, incluso y a veces, más las segundas que las primeras.


Pero ahora dice que ha llegado el tiempo de cambiar de estrategia dada la caída de los precios de los commodities. Un comentario desatinado como si el asunto de cambiar el foco de la especialización de una economía fuera como hacer pan de un día para otro.  

Después de la segunda guerra mundial, más de 20, 30, 40... años les tomaron a las nuevas economías emergentes dar el salto productivo y científico tecnológico. Colombia aun no ha empezado, precisamente por escuchar a quien no se debería escuchar. 


Porter desconoce o no reconoce que el desarrollo de los países es precisamente una transformación permanente de lo que producen dado el desarrollo científico y tecnológico que deriva en nuevas áreas del conocimiento que a su vez deriva en nuevas actividades y sectores económicos. Para países que están pretendiendo en convertirse en economías emergentes, ese es uno de sus principales retos.

El ser humano es una estructura de secuencia virtuosa de nuevas creaciones y desarrollos sucesivos. Es su ADN y por tanto su cualidad como ser racional, en consecuencia, estados mentales y Estados nacionales y regionales no dispuestos a cambiar van en contravía de la misma naturaleza humana y de las nuevas teorías del desarrollo que ha creado.


Quedarse produciendo lo mismo de siempre es apostarle a sobrevivir con rendimientos decrecientes, escasa innovación y baja productividad, con lo cual se sostiene bajas o medianas tasas de crecimiento como acontece con Colombia y América Latina.

Apostarle a transformar la estructura productiva y por tanto a la ciencia, la tecnología, la innovación y el emprendimiento, es apostarle a los rendimientos crecientes y en consecuencia a la innovación y al crecimiento alto por los incrementos de la productividad a altas tasas. Los asiáticos, Israel, algunos europeos del norte.

Cambios estructurales en la producción son los que inducen la productividad hacia arriba porque incentiva el conocimiento y la innovación. Como así no ha ocurrido en Colombia, es la razón por la cual su productividad no crece, es decreciente y en consecuencia la ciencia, la tecnología y la innovación son marginales.

Igual, Porter tampoco dice nada nuevo sobre el crecimiento futuro y la nueva sociedad global. Aun cree que el mercado lo arregla todo, y más allá de que podrían ser válidas ciertas críticas a China, India y Brasil, lo que manifiesta es que se deben hacer más reformas de mercado para salvar de la crisis a occidente. No hay nada nuevo en su discurso, pero en Colombia se lo acoge como a un Dios. La saga del atraso.

Ahora también "descubre" que Colombia debe concentrarse en el desarrollo regional con lo cual lo que tal vez está buscando es que su teoría de los clusters en algo funcione después de 20 años de haber traído ese cuento que tampoco nos ha servido pero en el cual persistimos una y otra vez por no haber hecho juiciosos procesos de aprendizaje desde la teoría (universidades) y la práctica (empresas - estado - sociedad - universidades), y no explorar nuevos modelos derivados de procesos de aprendizaje para cambiar una cultura individualista que va en contravía de la colaboración, de la asociación, y de los fundamentos mismos de lo sistémico y complejo, que son los únicos conceptos  válidos para entender el mundo, sus problemas y sus desarrollos futuros, y por supuesto los clusters.

Su "nuevo" discurso es algo que debió comunicar hace 20 años: que los clusters son construcciones derivadas de factores idiosincráticos; que la clusterización depende de como se asuman los nuevos factores del desarrollo regional; que las regiones y los clusters también dependen de una política de desarrollo productivo y de innovación para que sea positiva una economía abierta que debe tener una dinámica de constante transformación productiva; y que la autonomía regional es determinante para que afloren capacidades endógenas de innovación y de clusterización.


Porter y sus ideas pertenecen al mundo económico del reciente ayer pero no de las ideas del mundo económico y de la sociedad del futuro. Su firma Monitor ya no existe. Solvell, un exsocio, emigró intelectualmente a nuevas ideas hace más de un lustro.
En otras palabras, el asunto que se debate hoy en el globo es sobre la necesidad de una nueva teoría del desarrollo y de la sociedad, porque el futuro global no se puede pensar, diseñar e imaginar con las ideas de un mundo que cada día es profundamente diferente porque el paradigma científico y tecnológico es otro.


Entender que el globo está cambiando por nuevas fuerzas, por nuevas condiciones y también por nuevas deconstrucciones, saca del letargo intelectual en que había caído en los últimos años. Hay una nueva sociedad global en transición que reta a la imaginación, al conocimiento, a la política, a las culturas, a las empresas, y a la gobernabilidad local, nacional y mundial. Las nuevas tecnologías, el calentamiento global, la superpoblación, un crecimiento ralentizado, las nuevas potencias emergentes, cambian la manera de entender la sociedad global. 

Colombia debe asumir su desarrollo con más rigor y creatividad, es decir con sus propias ideas,  por lo tanto de manera distinta al trajinado crecimiento que tenemos desde hace 20 largos años, porque no corresponde al planeta del futuro ni a la sociedad que debemos ser cuando llegue la paz.







COREA DEL SUR 

DESARROLLO, INNOVACIÓN Y LOS HÁBITATS DE INNOVACIÓN DE SU DESARROLLO PRODUCTIVO 

Reflexiones para Colombia


Hace sesenta años los indicadores generales de desarrollo eran mejores en Colombia que en Corea del Sur. Pero en este largo medio siglo parecería que Corea ha hecho casi que todo bien y Colombia casi que todo mal


Instituto Nacional de Ecología en Seúl. Fotografía del internet
Lo dicho se refleja en cualquier indicador importante y relevante del desarrollo que el curioso lector quiera mirar y comparar de manera aleatoria en internet: cantidad y tipo de exportaciones, tamaño y tasas de crecimiento del PIB, índice de desarrollo humano, calidad de la educación, actividad en ciencia y tecnología, infraestructura de cualquier tipo, desarrollo regional, índice de corrupción, y la lista sigue.
                                                                                                                                      
Por eso es bueno saber que en los últimos meses acompaña al Gobierno de Colombia una cooperación internacional de ese país para apoyar al diseño de la política nacional de parques científicos y tecnológicos, que serán importantes para mejorar la baja productividad y acelerar la transformación productiva y así ayudar a la competitividad, a la innovación y al desarrollo regional. Veamos algunas diferencias en los modelos de los dos países.

Desarrollo productivo

Corea del Sur ha hecho un sostenido y acelerado proceso de transformación productiva que llevó a su economía de las manufacturas livianas - como textiles y confecciones -, a las industrias de media alta y alta tecnología - industria pesada, automotriz, microelectrónica -, y desde el año 2000 avanza a la fase más alta de un proceso de industrialización como es la formación de sistemas productivos de innovación y emprendimiento conformado por múltiples redes de alta complejidad, donde el foco de la producción se orienta al desarrollo industrial basado en el conocimiento con tecnologías no contaminantes.

Mientras tanto, Colombia regala el país con tal de atraer transnacionales para explotar sectores extractivos sin ninguna agregación de valor. Es decir, se comporta como una economía de enclave en la sociedad del conocimiento, a la que se suma una minería ilegal y criminal. Al mismo tiempo vende empresas, generando un proceso de desnacionalización y no de fortalecimiento de la industrialización para globalizar la producción. 

Estas características tan diferentes en la evolución de la especialización de las dos economías, es la razón por la cual Corea ha logrado conformar instituciones inclusivas que indican equidad y alta capacidad de innovación y de transformación productiva. Mientras tanto, Colombia muestra unas instituciones extractivas, que explican la inequidad, la escasa transformación productiva, y una baja capacidad de innovación endógena.

Todo el complejo andamiaje de producción con innovación y bienestar de Corea, descansa en tres ministerios: el de educación ciencia y tecnología; el de la economía del conocimiento; y el ministerio del bienestar y la salud. Aquí se evidencian otras diferencias en la idea del desarrollo de los dos países.

Corea tiene a la investigación científica y tecnológica con rango ministerial. Colombia no.

Corea tiene un misterio de la economía del conocimiento: siglo XXI. Colombia tiene un ministerio de comercio, industria y turismo: siglo XX.

Corea tiene un ministerio del bienestar asociado a la salud, Colombia un ministerio sectorial y privado: Ministerio para las EPS.

Así las cosas, en Corea, la pobreza y la inequidad fueron derrotados por un buen desarrollo de largo plazo, y no cayeron en la falacia de que las multinacionales son la base del desarrollo de un tercer país, algo que Colombia se ha creído con devoción. Ningún país se ha desarrollado sin producción nacional y sin un potente sistema de empresas nacionales. Ninguno. Corea ha hecho su desarrollo con empresas nacionales que se han convertido en empresas globales que por supuesto se alían con empresas de otros países. Esto es lo correcto en la globalización, no la destrucción y la no construcción de capacidad productivas nacionales. Por eso los países que transitan del subdesarrollo al desarrollo, incorporan dentro de sus estrategias de transformación productiva y de innovación, organizaciones que también llegan a hacer investigación y desarrollo. Es una manera de establecer esquemas de negociación avanzados y recíprocos, donde el país receptor de la inversión ofrece su mercado y a cambio la empresa extranjera desarrolla tecnología en el país anfitrión.   

Torre Samsung en Bogotá. Fotografía de Jaime Acosta
Colombia no ha hecho un crecimiento con transformación productiva, equidad e innovación, porque la industrialización se quedó trunca en la estructura productiva que tuvo Corea hace cuarenta años. Por el contrario, se ha reprimarizado con la minería de enclave y a su vez depredadora del medio ambiente y de las finanzas del estado, porque lo que pagan las transnacionales en regalías se los devuelven en deducciones tributarias. En otras palabras, en una ventanilla consigna y en la de al lado retira.

En Corea, el desarrollo productivo está acompañado de múltiples políticas: educación, ciencia y tecnología, desarrollo regional, infraestructura,….., todo bien hecho y coordinado, y es por eso que su competitividad y productividad es de las más altas del mundo.

Mientras tanto, en Colombia, las políticas son sectoriales y desligadas una de otra, que evidencia una saga de fallas de coordinación y de debilidad institucional.  Este tema lo abordo en un trabajo reciente para la Friedrich Ebert Stiftung, sobre política industrial y de innovación para Colombia, y que se puede consultar en www.library.fes.de o en www.scribd.com/jaime_acosta_63 en el cual resalto que la base para que las ciudades y regiones tengan futuro, debe partir de una nueva política industrial y de innovación de la nación.

Concepción: Jaime Acosta  con base en Programa de Transformación Productiva.

En las siguientes líneas me detengo en el tema de ciencia y tecnología porque nos llevará más adelante a los parques tecnológicos.

Investigación, innovación e imaginación para el desarrollo

Corea y los demás países de Asia oriental entendieron la importancia de la ciencia y la tecnología. Hace algún tiempo, en los años 1990, Corea llegó a invertir la suma más alta en proporción al PIB que nación alguna haya hecho en los últimos 50 años: el 7% del PIB en investigación. Ahora su inversión se ha situado encima del 3%, y es una de las más elevadas del globo. Por el contrario, Colombia aduras penas bordea el 0.20% del producto, la más baja de una economía emergente incipiente.

Cuando esas diferencias en investigación e innovación se acumulan en el tiempo, la velocidad y la brecha entre una y otra economía y entre una y otra sociedad, se vuelve exponencial. Es decir, inalcanzable. Y significa también que en Corea la ciencia y la tecnología aportan al crecimiento y en Colombia no, porque la inversión es muy baja y entonces no tiene impacto en la producción, en la innovación, en el emprendimiento, en las exportaciones con alto valor agregado, y en el desarrollo de las regiones.

Además, la importancia de la ciencia en el desarrollo está vinculada a la calidad de la educación. Querido lector, busque en la red clasificaciones internacionales de universidades en el mundo, hay como cuatro, y vea cuantas universidades de Corea hay entre las 1.000 mejores, y en qué lugar,  y compare con Colombia.

Haga un esfuerzo adicional, y cuente cuantas universidades tiene Corea y cuantas universidades tiene Colombia. Le aseguro que se va a asombrar, porque Colombia tiene muchas más instituciones de educación superior que Corea, pero tiene cinco millones de habitantes menos. Esta dispersión afecta la calidad de la educación y de la investigación porque deriva en comunidades mínimas del conocimiento cuya suma no deriva en un buen sistema. El estado, via políticos y empresarios, han hecho de la universidad un negocio y no un servicio para el desarrollo. La señora Bachelet, en su primer anuncio en su nueva aspiración presidencial, dijo que la educación no debe tener ánimo de lucro y que se debe fortalecer la educación pública.

Haga otro esfuerzo: averigue cuantos PHD tiene Corea y cuantos Colombia.  E indague todo lo que se le ocurra en materia de desarrollo en las bases de datos de organismos multilaterales y se dará cuenta que el desarrollo no llega de un día para otro, demora décadas, lo cual no es nada en la historia y en el tiempo de las naciones. 

Esta es otra dimensión perdida en la cosmovisión de los colombianos: la construcción del largo plazo. Todo se quiere para ya y para ayer, tanto los políticos, como los empresarios, y los tecnócratas. Mientras tanto, en Corea prima la construcción de largo alcance. Por eso le apostaron al desarrollo hace sesenta años, y ya lo alcanzaron. Mientras tanto, Colombia parece paralizada en el arranque y podríamos decir que nos faltan cuarenta o más años para alcanzar el actual nivel de desarrollo de los coreanos.  Perdimos más de medio siglo. Chile y Brasil reaccionaron hace dos décadas aproximadamente, y en dos décadas más alcanzarán un elevado umbral de desarrollo.  

Todo lo anterior explica la baja productividad, competitividad y la escasa transformación productiva de Colombia, y sus grandes brechas regionales y sociales, porque se piensa y administra el país como si fuera una hacienda de gamonales y trabajadores. Por eso tenemos guerra rural hace 60 años, por eso tenemos una violencia urbana derivada de la falta de oportunidades y de malas instituciones - en el sentido de Acemoglú y Robinson en su libro Por qué fracasan los países -, y por eso atacamos la pobreza a punta de subsidios y no de desarrollo.

Los  parques científicos y tecnológicos: la innovación en las regiones y la creación de empresas innovadoras de impacto global

Corea, en sus sesenta años de construcción del desarrollo ha sabido definir sus especializaciones productivas en las distintas etapas de su constante y consistente proceso de transformación productiva, a través de sus políticas industrial y de ciencia y tecnología.

Esas decisiones son estratégicas y claves para direccionar las áreas donde se debe orientar la creación de empresas innovadoras, fortalecer y crear centros de investigación, focalizar los incentivos a las empresas, y mejorar la calidad y pertinencia de la educación. En todo esto fallan las políticas de desarrollo de Colombia, porque hace rato no hay decisiones de estado para que el sistema productivo evolucione,  y por ello no ha surgido una cultura emprendedora, por eso la investigación es marginal y la educación deja que mucho desear agravada con la desatención a la universidad pública, pero también al rezago de ésta para entender y transformar su modelo y sus políticas de relacionamiento con la sociedad, con las empresas y con el estado, para que la investigación y la innovación fluya de la universidad a la sociedad y a la economía y de estas a la universidad. Lo que ahora fluyen son las consultorías desde la universidad hacia el estado y de este a la universidad, pero no la investigación y la innovación que son las que permiten construir el futuro.

Entonces, por qué Corea tiene una potente red de 18 parques científicos y tecnológicos, algunos de los más grandes del mundo.

Ha tenido política industrial para apoyar la transformación productiva, mediante sectores estratégicos en los cuales han impulsado, primero, los parques industriales, y desde hace tres décadas, vienen creando parques tecnológicos, clusters y sistemas de redes de innovación y emprendimiento. Esta es la consecuencia y la razón por la cual patentan más que toda América Latina.

La ciencia y la tecnología con educación, han estado al frente de las políticas de desarrollo, para conformar potentes plataformas de la triple hélice, que es la sinergia entre las universidades, las empresas y el estado en las regiones, por lo cual también ha creado una cultura del emprendimiento.

De manera acertada, la misión coreana resalta tres procesos de parques tecnológicos o habitas de innovación, sin desconocer otros, y no sin acotar que son procesos incipientes: el corredor urbano donde está la Ruta N en Medellín; el parque tecnológico de Guatiguará en el área metropolitana de Bucaramanga; y en Bogotá, la ciudad del conocimiento a través de tres grandes proyectos articulados y en proceso de planeación: Innobo, el Parque de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional, y la renovación del CAN, sobre lo cual he escrito textos en estas últimas semanas y publicados en www.confidenciacolombia.com, y en este blog.

Qué son los parques tecnológicos como hábitats de la innovación

Para que los lectores sepan de que estamos hablando, los parques tecnológico o hábitats de innovación, se definen como zonas donde están asentados centros de investigación y empresas innovadoras, por lo general en sectores productivos de alta tecnología (TICs, biotecnología, industria farmacéutica, microelectrónica, aeronáutica, plásticos, energía, aparatos e instrumental científico para distintos usos, entre otras especializaciones). Pero también existen parques tecnológicos agroindustriales, parques de innovación social, parques de la creatividad. En todos estos ambientes se trabaja en sinergia para desarrollar nuevos productos y nuevos procesos de alto valor agregado para el sistema productivo, la sociedad, la cultura y el estado.

Estos hábitats no son islas desligadas del resto de la ciudad y de la economía. Lo que en ellos se hace está relacionado con el conjunto del sistema productivo,  y con la solución de problemas sociales, de la cultura y del estado. Por eso se entienden como espacios abiertos de innovación y emprendimiento, por su interrelación con el conjunto de la sociedad, no solo local, sino también de la nación y del mundo. La imagen nos muestra la imagen de una ciudad de la innovación coreana.

Innopolis: ciudad de la innovación en Corea
Adicionalmente, en torno a los parques o hábitats de innovación, se hace renovación o construcción urbana: vivienda, universidades, servicios de salud, centros de artes y de cultura, asistidos por sistemas modernos de transporte, todo bajo un concepto de sostenibilidad y de inclusión social. De esta manera, producción y vida, se integran y conforman un nuevo concepto de ciudades, como lo muestran las siguientes visiones bajadas de internet.


Bosque de la Cultura en Seúl
Museo Nacional de Historia Contemporánea en Seúl
                                                                                 
Por qué los coreanos visualizaron una ciudad de la ciencia en Bogotá. Porque conocieron de la existencia de una serie de proyectos de hábitats de innovación, en etapa de planeación: Innobo, Ciudad Salud Región, el Parque de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional, la Renovación del CAN, y la operación estratégica del Anillo de la Innovación, que en conjunto configuran la idea de una ciudad del conocimiento o de ciudad de la ciencia, como lo registra el mapa y luego el planteamiento urbano del parque de ciencia y tecnología de la Nacional, donde el edificio con arcos es la actual Hemeroteca Nacional. He sido asesor de Innobo, del PCT de la UNAL y de Ciudad salud Región.

Concepción: Jaime Acosta. La ciudad de la ciencia en Bogotá: innobo + parque de CyT UNAL + Renovación del CAN
                                                                                                       
Parque de CyT de la UNAL. Fase 1 en el sur occidente del campus.
Concepción Jaime Acosta.
Urbanismo: arq. Fernando Viviescas.

Lecciones a partir de la experiencia de Corea del Sur

1) Para que una economía emergente logre un nivel superior de desarrollo debe tener una política industrial y de innovación en constante transformación, relacionada con las políticas de educación, ciencia, tecnología, emprendimiento y desarrollo regional. Esto conforma elevados niveles de coordinación que a su vez contribuyen a formar instituciones inclusivas.


2) Dado ese contexto, y dando un salto en la interpretación del modelo coreano, los parques científicos y tecnológicos son cada vez más espacios abiertos, urbanos, antes que espacios cerrados. Abiertos en función de la sociedad y abiertos en sus relaciones con los actores de la innovación y del emprendimiento de la ciudad, de la región donde están ubicados, del país y del mundo, conformado por un universo de redes de múltiple tipo. Redes al interior del parque, redes del parque con los entornos locales, regionales, nacionales y mundiales.

3) Los coreanos pero también la literatura especializada desde hace ya algunos años, señala el recorrido y la evolución de los modelos de parques. Así como la economía y la manera de hacer investigación y de crear empresas ha cambiado, también han cambiado los modelos de estos hábitats de innovación.  Esto no significa que Colombia dé el salto del “avispado”, y de un trazo desarrolle la más reciente generación de modelos de parques. Las etapas no se pueden saltar aunque sí configurar modelos con elementos de las distintas generaciones de parques.

4) La política de competitividad y de innovación y los sectores de talla mundial de Colombia, no son funcionales al surgimiento, crecimiento y consolidación de los parques tecnológicos, centros de investigación, redes de innovación, centros de creación de empresas innovadoras, formación de clusters. Por ello, no es conveniente crear expectativas y apoyar una gama amplia de proyectos de parques tecnológicos por toda la geografía nacional. Aquí debe haber orientación y planeación por parte del Ministerio de Comercio Industria y Turismo, de Colciencias, y del Departamento Nacional de Planeación, en concertación con las regiones respectivas. De lo contrario lo que se va a tener es una serie de negocios fracasados con políticos volcados a las regalías.

5) Pero lo anterior ocurre por falta de orientación y de coordinación de las políticas, que incluye la falta de procesos pedagógicos en las universidades y desde estas a la sociedad sobre los contenidos y conceptos de las nuevas fuerzas del desarrollo local, y dentro de ellas de los parques tecnológicos y otros hábitats de innovación. Pero esta pedagogía también alude a la nación y los gobiernos territoriales, y esto significa que se debe crear una(s) fuerte(s) comunidad(es) de pensamiento en materia de hábitats y sistemas de innovación. Hay mucho especulador pero poco conocedor, por eso en Colombia se confunden  parques industriales, con parques tecnológicos, y estos con parques de investigación, y así sucesivamente se extiende la cadena de falta de conocimiento. Por eso lector, empiece buscando en internet fotografías de ciudades creativas, de ciudades del conocimiento, de ciudades de la innovación, de ciudades sostenibles, de centros de investigación, de ciudades del futuro, sistemas de innovación. Luego avance a buscar narraciones cortas y sencillas, y así podrá sumarse a la construcción del futuro, porque el grupo de pensamiento en estos temas es en Colombia reducido y sin suficiente fuerza política. 


6) ¿Está Colombia preparado para desarrollar los parques tecnológicos? Sí, pero con pocos proyectos, de 4 a 5 máximo. Cada proyecto debe definir en qué desarrollos debe concentrarse en un principio para avanzar de manera paulatina y a su vez planificar a mediano y largo plazo. Pero lo importante es saber cómo se van a desatar cada parque. Es aquí donde está el problema de Colombia en cuanto a saber entender e iniciar estos proyectos. Los parques de Colombia no pueden ser grandes en un comienzo, porque salvo parques planificados, del orden estatal o mixtos y en grandes economías avanzadas, los parques en economías emergentes como Colombia no pueden ni deben ser de mayor tamaño en sus inicios. 

Es importante que cada proyecto esté enmarcado en modelos robustos de parques, para lo cual se requiere que cada modelo tenga un potente marco conceptual que guíe los estudios de pre y factibilidad, la implementación y el desarrollo del parque en sus comienzos. Los parques en Colombia se formulan copiando estándares comunes que en su mayoría nada tienen que ver con nuestra realidad por lo tanto no indican de partida la singularidad del proyecto respectivo.

Luego de las primera fase los parques irán creciendo poco a poco y darán un salto cuando menos se piense. Los parques así como la incubación NO SE PUEDEN CONSIDERAR INSTRUMENTOS AISLADOS. Este es uno de los errores de Colombia.  Los parques son en sí mismos ecosistemas de innovación, investigación, creatividad, emprendimiento, y por tanto de propiedad intelectual. Pero también son poderosos instrumentos de una política de desarrollo regional y en particular de los sistemas de competitividad, de innovación y emprendimiento del territorio. Y desde el nivel nacional, son un importante instrumento de la política nacional de competitividad y de innovación en articulación con la política nacional de CyT+i, y de desarrollo regional. 

Además, los parques tecnológicos son claves para consolidar programas como Innpulsa. Si éste no es acompañado pronto de una revisión de los sectores de talla mundial, del fortalecimiento de la incubación (start ups), y del sistema de spin off de las universidades y de las empresas, se va a desinflar como un globo que no soportará tanto peso, porque ya va en seis estrategias y de pronto le cuelgan más.  Innpulsa  es muy bueno pero es una iniciativa solitaria que además deberá descentralizarce más adelante. Si ahora no se la rodea bien mañana se sumará a la lista de tantos instrumentos fracasados.

Con motivo de las regalías se presentaron y aprobaron varios proyectos de parques. Se debe hacer desde la nación un acompañamiento técnico de esos procesos por expertos que conozcan el país en sus distintas idiosincracias: territoriales e institucionales, relacionadas con las denominadas nuevas fuerzas del desarrollo El modelo de parques de Colombia debe ser singular para que sea exitoso. No hay modelo externo que sirva. Se debe crear, lo he escrito más de una vez.

Las regalías también deben servir para fortalecer los centros de investigación en cada territorio. Hay que dotarlos de equipos robustos y de investigadores potentes. 

En síntesis, hay que diseñar un texto marco de lo que debe ser la política de parques tecnológicos, en el contexto de qué políticas, cómo cabe en ellas, cómo se financia, cómo juegan los distintos actores, y su relación y coordinación con otros instrumentos.
Junio 2012

Nueva política de competitividad y de innovación en "stand by"


En Colombia sesgamos la discusión en torno a si se deben proteger sectores poco productivos o someterlos a la libre competencia. El orden de las ideas es implementar políticas correctas que incrementen la productividad. Si después algunos sectores no mejoran su desempeño deben quedar por fuera de los beneficios de las políticas y expuestos a la competencia.

Desde finales de los años 1980, en el marco de la OMC, inducidos por el FMI, y empujados por los Estados Unidos, muchos instrumentos de política industrial quedaron abolidos con el argumento de que eran un obstáculo a la libre competencia en un marco de libre comercio. En parte esto es cierto pero también entraña sesgos y errores de interpretación por lo cual los efectos pueden llegar a ser más nocivos que positivos si la liberalización no está respalda en políticas de desarrollo para elevar significativamente la productividad y desarrollar el sistema productivo para aprovechar la globalización de los mercados.
Países en desarrollo como Colombia optaron por impulsar más el libre comercio antes que transformar la estructura productiva, fomentar la innovación y el emprendimiento innovador, como fase previa o al menos paralela a la liberalización.

De esta manera, su economía se abrió hace 20 años a la competencia pero no desarrolló la producción, tampoco la innovación y el emprendimiento, porque confunde medios con fines. Los TLC son medios y no fines. Los estímulos tributarios son medios y no fines. La lista de confundir medios con fines es más larga. Los fines son políticas de Estado de largo plazo como la política de competitividad y de innovación. Brasil y Chile, no México, son los países de América Latina que mejor han interpretado apertura con desarrollo.

Pero veamos cómo han sido y como son las cosas, y como se vislumbra el futuro de Colombia. Esto es lo importante de este análisis porque muestra la trayectoria de nuestro Presidente en estos temas y por tanto hacia donde podría llevarnos.


El pasado: los errores

Cuando Gaviria hace una acelerada apertura de la economía y emprende reformas para instalar el nuevo modelo que sustituiría al agotado proceso de sustitución de importaciones, cometió un error de política de Estado, cuyos efectos serán para siempre. Declaró, consignado en un Conpes de la época, que la mejor política industrial era una buena política macroeconómica. Semejante despropósito teórico y de política era la obediencia al Consenso de Washington y al entonces arrogante FMI.

Dos voces se apartaban de la orientación mayoritaria. Una, la del ministro de desarrollo, Ernesto Samper; y otra, la del ministro de Comercio Exterior, Juan Manuel Santos. Ambos apoyaban la apertura pero no su enfoque indiscriminado e inmediato, por lo tanto defendían o recomendaban gradualidad acompañada de políticas paralelas para hacer competitivo un aparato productivo expuesto a la competencia internacional. Las diferencias que se hicieron públicas fueron las de Samper, las diferencias con Santos quedaron al interior del consejo de ministros.

Los dos ministros entendían que la apertura necesitaba de una nueva política industrial o de competitividad que permitiera en los sectores donde se tenía ventajas comparativas, preservarlos; donde no se tenían, prepararlos para una reconversión, sobre todo los de alto valor agregado; y por supuesto, algunas actividades de otros sectores, desaparecerían. Era lo sensato. Lo decía la teoría y lo mostraba la evidencia de los asiáticos y de los países de occidente que habían logrado el desarrollo, porque valga la redundancia, la política industrial o de desarrollo productivo siempre ha sido el más poderoso instrumento para el desarrollo de una economía en el último siglo, por su correlación y efecto positivo en la calidad de la educación, de la ciencia y la tecnología, del emprendimiento innovador, la infraestructura y el desarrollo regional.

Cuando en la campaña presidencial del año 1994, Santos fue precandidato, hice parte del grupo programático coordinado por Catalina Crane, ahora Alta Consejera Presidencial, para discutir qué tipo de política industrial o de competitividad se debía proponer. Al final, el precandidato aprueba como enfoque una política de competitividad que elevara la productividad, la transformación productiva mediante una estrategia que combinara la selección de sectores clave con acciones de impacto transversal a todo el sistema productivo, y desarrollara la ciencia y la tecnología. Conservo ese texto con afecto porque fue una especie de pequeño triunfo de la sensatez.

Samper gana la presidencia, intenta armar una política industrial pero no lo logra porque no tenía capacidad política por el escándalo de los dineros del narcotráfico que enturbiaron su gobierno. También guardo los textos de esas discusiones.

Dando un salto a la última campaña presidencial, coordiné para Compromiso Ciudadano por Colombia liderado por Sergio Fajardo, la propuesta de una política productiva de innovación y de comercio internacional. Algunos de los programas y proyectos que está implementando el actual gobierno nacen de esa formulación.

El enfoque era que el comercio internacional y por tanto los TLC son un medio y no un fin de una política productiva de innovación y de inserción internacional, en consecuencia, había que combinar acciones transversales que beneficiara a todas las actividades productivas con la selección de sectores y actividades de alta tecnología que jalonaran la transformación productiva, la innovación, el emprendimiento, el desarrollo regional y la atracción de inversión extranjera de alto valor agregado.

Adicionalmente, ante los pobres resultados de Porter con sus cluster - curiosamente sigue facturando todos los años en Colombia cuando su concepción quedó rezagada hace diez -, en esa política se proponía desarrollar un concepto innovador: los complejos productivos del conocimiento y de la innovación CPCI (Acosta Jaime, Colciencias 2009), que integra el conjunto de acciones y de factores de los sectores clave de la política productiva.


El presente: la transición
Santos también hereda de Uribe la política de competitividad (el actual Ministro fue viceministro del expresidente y también otros funcionarios de alto nivel) la cual no tiene hasta ahora modificaciones sustanciales, aunque sé que el gobierno está trabajando a toda marcha en ello.

Si bien el enfoque tenía la buena intensión de impulsar unos sectores que cumplieran con algunos criterios que les permitiera un mayor volumen de negocios internacionales, acompañados de un paquete de acciones transversales, no era suficiente para impulsar la transformación productiva y menos para desarrollar una cultura de la innovación y del emprendimiento, porque el marco principal de esa política tiene un principio equivocado: encontrar oportunidades de negocios y no el desarrollo y la transformación del sistema productivo. Vuelve y juega el mismo error de siempre: los medios convertidos en fines. Por tanto, la metodología para que un sector se considere un sector de talla mundial, también fue incorrecta y todavía se sigue usando.

Pero son importantes la reflexión y las propuestas del Consejo Privado de Competitividad (CPC). El informe 2011 – 2012, dedicado a la transformación productiva, tiene un enfoque correcto.

Resalto de ese texto tres principios que me parecen claves y que ojalá el gobierno acoja: la transformación productiva es una política y no un programa; puertas abiertas a la entrada y salida de los llamados sectores de talla mundial; zanahoria a los sectores que cumplan objetivos y garrote a los que no.

Ese informe también se aproxima a la discusión de los sectores estratégicos, pero en definitiva esa sigue siendo la tara de Colombia, y mientras esa aproximación no sea mejor, más creativa, mas desde la mirada propia y no de lo que sugieran consultoras internacionales, tanto la política nacional como la estrategia de competitividad con las regiones no será la mejor. Veamos un ejemplo.

Si ciudades como Barranquilla, Bogotá, Bucaramanga, Cali, Medellín, Manizales, coinciden en que el sector de salud de alta complejidad es una de sus apuestas fundamentales, el sector de salud de alta complejidad debe ser uno de los sectores de talla mundial de la nación. Por qué, porque es de alto valor agregado, tiene efecto difundido en la economía, en la producción, en la innovación, en el emprendimiento, y en el desarrollo de esas regiones que a su vez serán ejemplo para otras.

Pero, si la metodología que tiene el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, para escoger sectores no facilita escogerlo como uno de talla mundial, entonces la metodología no sirve, y castiga a las regiones y a la misma política nacional de competitividad y de innovación. Como este, los ejemplos son más.

En este contexto, se debe canalizar la estructura de estímulos en función de los objetivos y grandes programas de esta política, de lo contrario genera beneficios a los empresarios pero no a la economía y a la sociedad. La razón es sencilla.

Cuando el sector productivo logra estímulos tributarios con los cuales se siente contento, sin garrote y zanahoria en la política nacional, pierde interés en la importancia de invertir en investigación y desarrollo, en recursos humanos más calificados, en formar comunidades y redes de innovación y emprendimiento, en armar clusters, desarrollar los territorios donde están localizados, desarrollar tecnología o apropiarse de tecnología más avanzada para desarrollar nuevos productos y procesos.

Por eso las zonas francas que reciben empresas de cualquier sector, no es la mejor orientación de política. La generación de empleo en el corto plazo no necesariamente genera desarrollo a mediano y largo plazo. Una y otra vez más. Los medios convertidos en fines: los estímulos tributarios son medios.

El futuro ¿la oportunidad?


Como en las próximas semanas el gobierno relanzará esta política, me limito hacer algunas sugerencias generales.

Primero, más o menos dos años se ha demorado su diseño. Un tiempo correcto porque es una política de mediano y largo plazo.

Segundo, por su naturaleza, al ser una política de desarrollo que obedece a factores endógenos y exógenos dinámicos, no es un libro cerrado.
Tercero, con base en los principios que destaqué del Consejo Privado de Competitividad, el Presidente debe indicar que se continuará trabajando en el tema de los sectores estratégicos, en consecuencia, una versión definitiva al año 2018 se entregará antes de fin de año.

Cuarto, estas políticas se consultan con diferentes sectores, sobre todo con el empresarial, pero al final es una decisión de Estado.

Quinto, el Presidente debe ponerse al frente de esta política - como lo hizo Lula y lo hace ahora Dilma, pero también Lagos, Bachelet y Piñera en Chile -, dar los mandatos correspondientes y cada 4 meses rendir cuentas a la nación.

Sexto, proponer en la Unasur una estrategia de complementariedad productiva e innovación, para que la política nacional tenga extensión continental, consistente con la globalización. Lula y Dilma le han dicho a los presidentes de Colombia buscar la integración productiva. Pero no los han escuchado. Uribe pedía carreteras y Santos empleo. Resulta que la complementariedad productiva implica carreteras y genera empleo, tanto por las economías de escala como para que la complementariedad funcione.

Séptimo, no se deben dejar temas clave en simples enunciados. Ese ha sido un error sistemático de las políticas de competitividad en Colombia, tanto de la nación como de las regiones.

Octavo, implementar un potente programa de impulso de ambientes, zonas, ciudades, y regiones de innovación. Son las plataformas de esta política. Los medios son los fondos que ha creado el gobierno, pero faltan marcos de política para desarrollar los territorios del futuro. Un asunto que se debe resolver entre nación y territorios.

Noveno, aprovechar la inflexión de la economía mundial no solo para intentar atraer inversión de manera indiscriminada y de cualquier tipo porque Colombia no puede ser un país productor de baratijas, sino para adoptar criterios que atraigan inversión de calidad, de alto valor agregado, que atraiga centros de investigación, industrias de tecnología, para lo cual es necesario desarrollar capacidades endógenas para ser un país atractivo por factores de localización y no solo por incentivos económicos que al final los pagamos los ciudadan@s.

Resumiendo, el Presidente siempre ha creído en los beneficios del comercio internacional, pero necesita centrarse más en un rediseño de la política de competitividad y de innovación porque el gran problema está en la estructura sectorial de la política y es ahí donde se debe centrar la corrección porque tiene efectos en el resto de la estructura de esta política, y también en educación, CyT, emprendimiento y en el desarrollo de las regiones.




Marzo 27 2012

DESDE EL BRASIL DE DILMA


Hay contento general con la presidenta. Para muchos ha sido una grata sorpresa por la firmeza en sus decisiones, su autonomía y capacidad técnica. Aspectos donde radica la diferencia con Lula, un gran líder con sentido común y la experiencia de un político que emergió desde la base social y laboral.

Optimismo se siente en la población. Brasil es la sexta economía más grande del mundo. Ha dejado atrás a Italia, Inglaterra y pronto a Francia. Saben que será la cuarta economía en la próxima década cuando su PIB supere el de Alemania. Hoy es el segundo tenedor de bonos de deuda pública de Estados Unidos después de China. No obstante, su ingreso por habitante está distante de las economías más avanzadas lo cual pesa en el momento de mirar su condición general de desarrollo.

Saben también que sus grandes desafíos están en educación, ciencia, tecnología, infraestructura, y en desarrollar sectores de alto valor agregado, que reflejen los esfuerzos en educación y en investigación, pero también para que desde la producción haya una demanda más calificada de recurso humano y más investigación para mejorar la innovación y la competitividad de su aparato productivo. Un círculo virtuoso.
Las nuevas energías, incluidos los biocombustibles de nueva generación, la biotecnología, los nuevos materiales, las industrias culturales y creativas, y la salud con sus industrias de tecnología, son los nuevos sectores donde se concentran los nuevos emprendimientos, que se suman a los desarrollos de la industria de software, aeronáutica, petróleo y alimentos.

La demanda alimentaria está garantizada por el uso de nuevas áreas de expansión agrícola subutilizadas en los estados del noreste y por el desarrollo de grandes proyectos agroindustriales en todo el país.

Sin embargo, algunos analistas alertan el riesgo de un exceso de crédito de consumo. La verdad, luego de conversar con dos prestigiosas economistas de las Universidades Federales de Rio de Janeiro y de Rio Grande del Sur (Porto Alegre), una eventual burbuja de crédito afectaría a la clase media por sus deudas inmobiliarias y en automóviles, pero el riesgo no está en el consumo de los pobres, aquellos que dejaron la indigencia y los que empiezan a engrosar la clase media.

Hay medidas estructurales para enfrentar estos riesgos, y algunas apuntan a empujar la transformación productiva y alentar la producción de alto valor agregado. Son dos estrategias conocidas en las teorías del desarrollo, dirigidas a generar fuentes sostenidas de trabajo más calificado, que a su vez incrementa el ingreso de la población, porque demanda personas mejor preparadas para los nuevos desarrollos productivos.

El alza a los impuestos para vehículos importados ha generado decisiones de las transnacionales del sector para construir nuevas plantas en Brasil. Pero también la reducción de impuestos para producir las tabletas de la industria TIC (notebooks, ipad, ipod,...) y todos los nuevo juguetes) impulsarán su producción en el país, acompañada de actividades de investigación con centros propios y con centros brasileros de pesquisa. Nokia, Samsung, Panasonic, Sharp, Ericson, Dell, HP, SAP, tienen fábricas en Brasil y/o centros de investigación.



Laboratorio de pesquisa de SAP en parque tecnológico TECNOSINOS

La inversión extranjera, como ocurre en Colombia, donde solo construye plantas de producción, no es suficiente para generar un círculo de crecimiento y desarrollo. La inversión extranjera es realmente buena si también hace investigación para desarrollar nuevos bienes y servicios, y si es en nuevas actividades de alto valor agregado.

Brasil tiene desafíos adicionales. Mejorar la calidad de la educación básica e intermedia, y abatir la corrupción. Según la revista Veja, 85 billones de reales (unos 50 billones de dólares) suma la corrupción en los últimos 10 años, y sólo en 2010, se estima en 7 billones de reales los desfalcos al estado, sobre todo en salud, obras públicas, y cierran la lista, cultura, ciencia y tecnología. Lo grave es que el núcleo donde gravita la corrupción son las ONGs. Y el lugar 84 en el índice de desarrollo humano, Colombia ocupa el 86, evidencian la inequidad y los retos para seguir luchando contra la pobreza.

Con sus más y sus menos, es una real potencia emergente habitada por gente maravillosa en un territorio inmenso y generoso en recursos naturales....y en música y en arte.



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