La economía digital en la era de Duque (1)
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Foto: Gabriele Siegrist |
La creatividad como motor de innovación
contribuye a diversificar la economía porque es una herramienta necesaria para
la competitividad e indispensable para la elevar la productividad de un sistema
económico y de innovación sustentado en el conocimiento. Una de estas áreas de
desarrollo es la economía naranja, referida a actividades que de manera
encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios, y cuyo
valor está basado en la propiedad intelectual. El universo naranja está
compuesto por dos partes: 1) la economía cultural y las industrias creativas,
en cuya intersección se encuentran las industrias culturales convencionales: teatro,
música, artes plásticas, gastronomía,…; y 2) las áreas de soporte que aluden a servicios
creativos, software y plataformas digitales. El universo naranja lo conforman,
creativos, artistas, arquitectos, diseñadores de todos los campos incluidas las
artesanías, investigadores, medios, y emprendedores. BID, 2017.
La industria naranja emergió mucho antes que
la reciente revolución de las industrias 4.0, y hace parte de la saga de las
tecnologías digitales y de otras tecnologías avanzadas. Las cifras de
producción, comercio internacional, empleo, son impresionantes, pero son datos
fríos y con ello no es suficiente para que un país ingrese automáticamente a
usufructuar de esos gigantescos mercados.
En Japón, la economía naranja genera
aproximadamente seis millones de empleos. Entonces, si Colombia tiene la mitad
de esa población, se puede suponer que puede generar tres millones de empleos
calificados, bien remunerados, con empresas innovadoras y empleo formales, y de esa manera el milagro
ocurriría en un periodo de tiempo relativamente corto, digamos al año 2025,
como propone el nuevo presidente de Colombia. Sin embargo, el “milagro de las naranjas” no hace
milagros.
En América Latina, según el BID, la economía naranja genera
más o menos dos millones de empleos, equivalentes a una tercera
parte de los creados en Japón, pero con una población seis veces más grande.
Por lo tanto, la industria naranja está relacionada con el grado de avance
general de la economía y de la sociedad. A más desarrollada, diversificada,
sofisticada, innovadora y emprendedora es la producción de una nación, más
industria naranja tiene. De esta manera, pensar que es posible lograr ciertos
desafíos de crecimiento y desarrollo concentrados en esta economía, es muy
difícil, y no tiene sentido en el mundo de hoy cuando se han sumado e integrado
cuatro revoluciones tecnológicas, y no es posible ni correcto depender de un
solo sector. Veamos por qué.
Por más estímulos que ofrezca la política
pública, es imposible que la mayoría de la población se dirija a este tipo de
actividades, porque no todas las personas tienen aptitudes y anhelo de
desarrollo en esos campos. Por supuesto, mucha gente con potencial innovador y/o
con dificultades económicas para innovar y emprender, encontraría oportunidades
en una política de estado, porque sería un sector clave en la estrategia de
desarrollo productivo de largo plazo.
Así las cosas, el nuevo gobierno debe
profundizar la política de desarrollo productivo que hereda, y hacer lo
siguiente. Tener tres pilares sectoriales: economía naranja, energías alternativas
(con Ecopetrol como empresa estatal y ancla en la producción y en la I+D+i para
el salto de la matriz energética), e industrias y servicios que potencien las
industrias 4.0.
La economía naranja solo potencia 4 de los 9
tipos de I4.0: Internet de las cosas, inteligencia
artificial, Big Data y datos abiertos, e impresión 3D, y omite otras de mayor o
igual impacto en los procesos de diversificación y sofisticación en el cambio
estructural de la economía, tales como: robótica, ciberseguridad, realidad aumentada,
sistemas de integración horizontales y verticales en los procesos productivos
de fábricas inteligentes, fabricación aditiva, y la simulación, que a su vez
determinan desarrollar una industria de servicios en electrónica.
Con base en esta visión más amplia y correcta,
potenciaría sectores tradicionales (agricultura, industrias de consumo,
turismo,..), y otros más sofisticados y ya existentes: salud de alta
complejidad, aeronáutico, naval, donde los tres pilares de industrias,
servicios y áreas tecnológicas avanzadas, tendrían más espacios de aplicación,
y también más oportunidades de desarrollo porque habría una sociedad más culta,
con más ingresos, y con más profesionales, creativos e investigadores para los
nuevos espacios de acción en empresas, universidades, centros de investigación,
innovación y emprendimiento, fortalecer los parquesoft, desarrollar los parques
tecnológicos multisectoriales, los distritos y ciudades de la innovación y de
la creatividad, así como la innovación y el emprendimiento en el aparato
público.
Centro de la cultura y de la ciencia Universidad de Caldas Manizales. Diseño de Rogelio Salmona |
Si Duque hace una política productiva de este
tipo, sentaría las bases para un desarrollo industrial y de servicios de nuevo
alcance que conduzca a lograr ciertos objetivos macroeconómicos y sectoriales: equidad;
estabilidad fiscal; reforma tributaria estructural con otros alcances y criterios
y no con los regresivos como los que propone Carrasquilla y el Consejo Gremial
Nacional adictos al neoliberalismo del siglo pasado; crecer por encima del 6% la
economía antes del 2025; llevar la inversión en ciencia y tecnología al 1.5%,
lo cual únicamente con naranjas digitales es imposible, menos en
cuatro años, porque no solo se trata de asignar más presupuestos, si no de crear y de
fortalecer capacidades, condiciones y cultura en las universidades y en las
empresas para que haya demanda sostenida de investigación, desarrollo e
innovación (I+D+i) en distintos sectores y áreas tecnológicas avanzadas, incluidas las naranjas digitales.
Entonces,
llevar al 1.5% del PIB la inversión en CyT, se logra una parte con economía
naranja, y otra con I+D+i en medicina, genómica
de última generación, biotecnología, agricultura, materiales, industrias 4.0 y energías
alternativas, y de esta manera
generar una explosión de nuevos emprendimientos innovadores, donde sería
necesario convertir a Innpulsa en una agencia de desarrollo del estado, y
eliminar el Programa de Transformación Productiva para crear una entidad como
Embrapii en Brasil.
Para todo esto ¿de dónde saldría la plata?. Una
parte de los precios altos del petróleo y de las regalías; otra parte con una reforma
tributaria para el desarrollo, la equidad y no solo para beneficio de los que
más tienen, porque se ha visto que solo las gabelas tributarias poco sirven,
pues enriquece al empresario pero no incrementa ni diversifica exportaciones
con valor agregado, empobrece a los demás ciudadanos y campesinos, y aumenta la
informalidad; y una tercera, atacando la corrupción.
Por lo
dicho, en lo macroeconómico, en lo social, y para cimentar la paz, el nuevo presidente
debe iniciar un proceso para reindustrializar el país, no dar por hecho que
la industria en Colombia no debe evolucionar, y que la nueva revolución
industrial 4.0 y de las energías alternativas, no las puede desarrollar éste
país. Por eso debe profundizar las políticas de desarrollo productivo, ciencia y tecnología, y emprendimiento, fortalecer los sistemas nacional y regionales de
innovación, repensar los ecosistemas de emprendimiento, y dar un salto en la
calidad y pertinencia de la educación.
Resumiendo,
la creación del viceministerio de Economía Naranja en el Ministerio de Cultura para articular las acciones del Consejo Nacional de
Economía Naranja, el Fondo Nacional para el Desarrollo de la Economía Naranja, la
creación de Áreas de Desarrollo Naranja (ADN), que articulen la
inversión privada en espacios para los negocios creativos (clústeres,
coworkings, etc.), con la renovación de los espacios urbanos que rodean los
distritos de los negocios y la activación cultural de la comunidad bajo el
concepto de ciudades inteligentes y
creativas, son acciones necesarias de
una economía naranja, y tendrá impacto si hacen parte de unas políticas que
transformen la producción, impulsen la innovación y el emprendimiento. Sin una
visión más robusta de la producción y del conocimiento, la economía naranja
será una ilusión.
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