domingo, 26 de agosto de 2018


LAS START UPS DE DUQUE (2)


Esta columna también está publicada en la sección de opinión del www.confidencialcolombia.com 


Foto: Gabriele Siegrist
En la anterior columna escribí sobre la importancia de las industrias naranjas, y la necesidad de tratar de igual manera a todas las industrias 4.0, a las energías alternativas y a un grupo estratégico de industrias y servicios de alta tecnología, si de verdad la productividad está en el centro del pensamiento del presidente para reindustrializar a Colombia.

Un proyecto nacional por la productividad necesita una política nacional de emprendimiento con el fin de integrar en un gran sistema, la producción, la investigación, la educación, el emprendimiento, el desarrollo regional y el comercio internacional. Entonces, la reforma tributaria debe ser funcional a la creación de una nueva generación de startups, pymes y grandes empresas innovadoras. Vamos un poco al pasado para luego ir al futuro.

A partir del año 1991 se crearon las primeras incubadoras de empresas en las principales ciudades, la mayoría murieron, sobrevivieron pocas apelando al rebusque en la contratación pública. Luego se volvió al paroxismo en el primer gobierno de Uribe, y al abrigo del SENA se impulsaron 32 incubadoras en todo el país, que se sumaron a los parquesoft.  Esa monumental dinámica se acabó sin que muchas incubadoras vieran la luz. Pasaron los años, la incubación pasó a mejor vida, y quedó en manos de los emprendedores que tuvieran fuente de financiación propia, hasta que llegó la moda de las aceleradoras de negocios, éxtasis en el cual está ahora Colombia.  

Han pasado tres décadas, y no  se tiene una política, un modelo, una agencia nacional para el emprendimiento, y un sistema nacional de emprendimiento.  Si bien han surgido startups innovadoras, la muerte de nuevos emprendimientos es asombrosamente alta, como lo dijo la presidenta de Fedesoft, Paola Restrepo, en la Revista Dinero.

Con Gaviria llegó el credo de que todo lo hace el mercado, y el estado solo debe dedicarse a  atender bien a los agentes. Entonces, la política industrial para una economía abierta, nunca se ha dado porque se cayó en la posverdad de que una decisión del estado para escoger sectores estratégicos, era una discrecionalidad indebida, apelando al ejemplo de los pocos casos donde esa selección ha tenido vicios, sin reconocer que en la inmensa mayoría de experiencias nacionales esa estrategia ha sido exitosa, la cual explica el asombroso desarrollo de los países emergentes y de los más avanzados.

Todos integraron sectores claves, con educación, ciencia y tecnología, desarrollo regional y emprendimiento. Todos con especificidades inimitables porque no hay dos modelos de desarrollo iguales. Hay parecidos, porque la dotación de factores siempre es diferente. En últimas, el crecimiento y el desarrollo son endógenos, por lo cual los estados toman decisiones discrecionales, puesto que el mundo no es homogéneo, los sectores tampoco, la tecnología menos. Los países que no hacen discriminación inteligente, son como despistados deambulando por el mundo, regalando su mercado, sus activos, y el recurso humano. ¿Colombia?         

La falta de foco estratégico en la política de desarrollo productivo, tampoco ha permitido establecer una integración con áreas igualmente estratégicas de la ciencia y la tecnología, y al no haber una relación fluida y en espiral entre producción e investigación, no puede haber una masa importante de emprendimientos innovadores de alta complejidad. Así las cosas, si se asume el emprendimiento sin corregir el sesgo perverso de tratar por igual a todos los sectores y todas las áreas de investigación, se está matando al emprendimiento, que debe ser el mimado de las políticas económicas, dado que de ahí emana la nueva generación de empresas que generarán empleo calificado, ingresos, impuestos, formalización, exportaciones, y llevarán la economía a un umbral alto de desarrollo y a la sociedad a un bienestar sostenible. Así las cosas, los desafío para Duque, son:

Uno, corregir en la política de desarrollo productivo el sesgo contra la selección estratégica de sectores avanzados y áreas tecnológicas avanzadas a nivel nacional que se integren y complementen las apuestas regionales. Si se corrige este sesgo perverso,  se puede hacer una política nacional de emprendimiento naranja, azul (industrias 4.0 incluida la electrónica), y verde (agricultura, energía, transporte, materiales,….). No todo el mundo vive de producir naranjas. El conocimiento también necesita de industrias azules que emanan y nutren la creatividad y la inteligencia, y de industrias verdes, que son la vida.

Dos, a más de los ajustes en el Ministerio de Cultura para atender las naranjas culturales y creativas, se tiene que fortalecer el Ministerio de Comercio Industria y Turismo, según los nuevos desafíos de la política productiva y de emprendimiento. La estrategia del anterior gobierno de mirar solo diversificación y sofisticación en los sectores que existen, fue una acción incompleta, porque al mismo tiempo no se hizo una estrategia para impulsar el cambio estructural para sustituir las exportaciones minero energéticas.  Bancoldex convertido en un Bandes,  e Innpulsa como agencia de desarrollo para el emprendimiento, es una obligación. Si a lo anterior se suma la creación del Ministerio de CyT, Colombia tendría una potente institucionalidad para un sistema productivo y de innovación sostenible de color naranja, azul y verde.

Tres, la decisión de eximir de impuesto a la renta a las nacientes industrias naranjas, debe extender a las azules y a las verdes, así Carrasquilla salte como crispeta.

Cuarto, hay un número importante de proyectos innovadores en las universidades, que requieren de una pronta reglamentación de la ley de spin offs para que muchas de esas innovaciones también se conviertan en startups. Si es así, la ley de los crowfundigs, el propósito de desarrollar el mercado de capitales, tendrá espacio fértil a través de startups, pymes y grandes empresas innovadoras.

Quinto, la pre y la incubación es mucho más que tener un ejército de optimistas vendiendo modelos y planes de negocios para acelerar empresas a toda madre, con el cuentazo de los crecimientos exponenciales. Las incubadoras y la aceleración como una sola unidad conceptual y de instrumentos, son necesarias.

Sexto, es hora de desarrollar los parques tecnológicos. Es obligación del Estado hacer realidad el parque de CyT impulsado por la Universidad Nacional en Bogotá, el cual tiene tantos estudios como el metro de Bogotá. Es decir, el parque imposible. Si algún día es realidad, debe especializarse en I4.0, bio, electrónica, energía, materiales. Sin embargo, avanza el estudio de crear un distrito de la innovación en los entornos de la calle 72 a 74 con carreras 24 a 26, inicialmente especializado en TICs. Ojalá no se convierta en otro megaproyecto a la gaveta, como ocurrió con Ciudad Salud Región y con Innobo, que murió de tantos estudios que se hicieron, y que al final quienes decidían nada entendían.

Séptimo, si bien es acertada la estrategia de la política de desarrollo productivo de impulsar las apuestas productivas regionales, hay un factor estructural que amerita una reforma constitucional que libere los procesos de desarrollo endógeno de los territorios, y consiste en hacer una descentralización que le otorgue a las territorios verdaderos niveles de libertad para gestionar su propio desarrollo, o ir más allá, a una profunda federalización. La inmensa mayoría de países avanzados y emergentes dinámicos tienen proceso de este tipo. La descentralización, tal como está pensada en Colombia, es más bien un obstáculo que una oportunidad para el desarrollo.

Duque no se dará esa pelea porque no está el asunto en su radar, sin embargo, debe iniciarse un debate nacional. No sé cuál sería el político o la Coalición que se le mida como tema clave para la campaña presidencial del 2022. Fajardo lo tenía en el 2010, pero se le embolató en la propuesta de la reciente campaña presidencial.                 

Con base en la experiencia de asesorar a una empresaria que está explorando invertir en start ups, puedo decir lo siguiente, algo sobre lo que he recabado desde hace muchos años. Se debe avanzar rápidamente en el cambio de  mentalidades en las universidades para acelerar el proceso de las spin offs y de las startups universitarias.

Existen rezagos en la mayoría de universidades públicas, que frenan las capacidades de profesores y estudiantes brillantes, para emprender e innovar, pues hay magníficos proyectos a nivel de prototipos y de nacientes planes de negocios, así como pequeñas empresas que han ayudado a crear por fuera de los campus universitarios.

En las universidades privadas, donde se supone no existen las restricciones jurídicas y económicas de las instituciones públicas, tampoco las spin off y las startups surgen en cantidad y complejidad. 

P.D.: con posterioridad a esta columna visité la ciudad de Medellín, y es en definitiva el  sistema de emprendimiento e innovación más avanzado de Colombia, liderado por una alianza sostenida de la triple hélice: universidad - empresa - estado. Este será tema de una nueva columna.

   

1 comentario:

  1. Buenos días. Interesante columna que invita a planear, articular y actuar. Aprovecho para decir que ahora todo el mundo habla de lo disruptivo. Por tanto, me gustaría saber qué es una start up disruptiva; a ver si dicha definición se acopla a la de innovación disruptiva ue originalmente se planteó desde Harvard.
    Gracias

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