LA FUERZA DEL CAMBIO
“Hace cuarenta y cinco días empezó en Colombia la protesta social más
grande del último siglo, sin embargo, hasta ahora no hay soluciones y el Paro no
ha parado”
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La protesta tomó de sorpresa al
poder político y empresarial, incluso, el Comité Nacional del Paro quedó
sorprendido por la magnitud, persistencia y duración de la movilización.Foto: Gabriele Siegrist
Al negarse a negociar el gobierno
con los jóvenes, perdió el manejo de la protesta por eso ha recurrido a la
represión. Colombia tiene hoy un mal presidente, unos desastrosos partidos de
gobierno, unos empresarios miedosos de sus propios inventos y errores, y unas
fuerzas militares alejadas de una democracia de todos para todos.
¿el paro debe parar?
La gente que está en la protesta
no tiene quien la represente porque la democracia representativa les ha fallado.
La inmensa mayoría de colombianos no creen en quienes se autoproclaman sus
voceros. Entonces, partidos políticos, expresidentes de la república, gremios
económicos, alcaldes, gobernadores y organismos del estado cooptados por el
gobierno, están atrincherados protegidos por la policía y los pistoleros de la
“gente bien” con el fin de “defender las instituciones” aquellas que les han
fallado a los jóvenes que ahora piden que el el Estado les dé lo negado.
Cuando la razón desaparece, la
violencia, la mentira, el incumplimiento, el fanatismo y la dilación aparecen.
Es el estilo de mal gobernar de Duque, y la manera de gobiernos con prácticas
de facto nutridos en las fuentes del fascismo, como ocurre en Colombia desde hace
25 años cuando los privilegiados le entregaron a un individuo la tarea de
resolverles el acoso de la guerrilla y protegerles las economías ilegales, la corrupción
y la toma del estado. Uribe el elegido.
Luego de mes y medio el
movimiento pacífico y democrático debe hacer una pausa por cuatro razones,
ninguna porque esté agotado, ni mucho menos.
Primero, el gobierno a finales de
2019 eludió los reclamos de la protesta. Ahora, en 2021, las soluciones se dan
según lo que Duque diga, piense y haga de acuerdo a lo que Uribe le ordene. El
objetivo, evitar la debacle del uribismo recurriendo para ello a la
desestabilización y al caos al no atender los reclamos de quienes por justa
razón están en las calles, por el contrario, mientras la calle habla Duque
calla, aunque ha permitido una ola de crímenes de lesa humanidad que ya se
tramitan ante la justicia internacional. Por eso en el mundo nadie acepta lo
que dice Duque, su vicepresidenta canciller, y sus embajadores, porque se han
dado cuenta que es un gobierno cínico, represivo, mentiroso y sin buenas
intenciones.
Entonces, hay un monólogo por el
negacionismo gubernamental dada su falta de perspectiva, inteligencia y sentido
democrático. Igual ocurre con los empresarios que podrían ser la fuerza que
empujara al gobierno a negociar con los jóvenes. Así, gobierno, empresarios y
políticos de la vieja guardia, son prisioneros de sus intereses y
equivocaciones por lo cual no quieren entender y atender al movimiento social.
Desde el poder se está generando
una especie de lucha de clases que nadie en la protesta invoca. El poder es el
que se imagina lo que no es, en consecuencia, la negociación política está
neutralizada lo cual es un monumental error estratégico.
Segundo, el covid se disparó
desde el 28 de abril. De esa manera, el llamado a marchar debe hacer una pausa,
sin dejar de trabajar, mientras el pico de la pandemia vuelve a bajar. Del
covid se ha agarrado el poder para sumarlo al cuento de los bloqueos y de los
vándalos, y así dilatar las negociaciones. Al final, el uribismo dejará el país
en una UCI.
Tercero, los jóvenes son la
maravilla de este movimiento. Están empoderados de su responsabilidad y
desafíos, por ello empiezan a construir una organización muy horizontal para escapar de la represión y para estructurar una narrativa
pues no todo puede quedar en consignas de marchas y concentraciones porque después
se van a las casas con el entusiasmo, las fotos y videos de una gran
manifestación, o con las imágenes de sus confrontaciones con el Esmad. Las
movilizaciones deben terminar en fiesta, arte y cultura política, en asambleas
de discusión y construcción política y de un proyecto nacional de desarrollo. Y
desde el comienzo transparencia en todo.
Cuando se logre un movimiento de
la primera y de todas las líneas, la dinámica será imparable y crecerá de
manera silenciosa y contundente mientras los grandes medios le hacen la contra
replica que la pauta publicitaria les ordena. Debe crear un texto autónomo,
libre y limpio pues será la propuesta de una nueva nación. Ese texto iluminador
ya se ha empezado a construir desde las universidades y en las calles. Debe ser
bello en el sentido absoluto de la estética, de la contundencia y la armonía de
las palabras, el arte y las imágenes.
Debe continuar el paro
Primero, porque hay un mal
gobierno, represivo y enemigo de las mayorías. Además, la dirigencia de hoy es
la peor de los últimos cien años.
Segundo, el país necesita un
nuevo discurso para una nueva realidad y unas nuevas instituciones derivadas de
un nuevo contrato social. Ahora hay una juventud inmensamente inteligente,
necesitada y decidida. Asimismo, un grupo cada vez mayor de profesionales,
investigadores, analistas, artistas, pensadores y opinadores, conscientes de la
urgencia de un cambio en el contrato social, están listos a apoyar a la Primera
Línea. De igual manera, existen unos
cuantos empresarios que pueden conectar con la protesta: aquellos con sentido
social, que hacen investigación y desarrollo, y miran el mundo como un mercado
para las exportaciones que aumentarían la productividad y las oportunidades.
Tercero, existen problemas estructurales
profundos que necesitan un cambio contundente y de largo plazo aceptando que la
realidad de Colombia ya no se puede remendar.
Cuarto, hay que trabajar en la mentalidad
del poder para que entienda que otra sociedad es posible y necesaria para responder
con soluciones a la indignación. A los privilegiados les conviene un cambio,
pero también los compromete con desafíos que han eludido respecto a la equidad,
la productividad, la modernización y avance de la especialización de la
economía, retomar la industrialización desde las industrias digitales y otras
de alta tecnología, la inversión en innovación científica y tecnológica primero
que repartir dividendos, y abatir la evasión y la corrupción. La plata para la
inversión social, el hueco fiscal y la inversión en desarrollo se la roban por
billones entre empresarios y políticos y entre políticos, por eso no debe haber
reforma tributaria sino una reforma contra la corrupción previa devolución de
lo robado.
Quinto, una nueva dimensión
política está surgiendo mientras agonizan el uribismo y los partidos aliados. Suficiente constatar las
torcidas reformas que tratan de imponer burlándose de quienes están en la
calle. Asimismo, son enormes los desafíos para los movimientos y partidos de la
oposición, pues son los que pueden catalizar y lograr unas listas que los lleve
a ser mayoría en el congreso. La propuesta programática de la Coalición de la
Esperanza entiende de la necesidad de una nueva sociedad. Seguro que el Pacto
Histórico también lo hará, pero la fuerza central está en los jóvenes de la
Primera Línea. Tratar de anularla y de quitarle protagonismo sería suicida
porque la gente los quiere y ampara, son su esperanza.
Una fuerza política de la Primera
Línea o de la que llegue hacer parte, ganará en marzo del 2022 y en la primera
vuelta en mayo, porque los jóvenes exigirán un Pacto de la Esperanza ya que su lucha
no la van a endosar porque sí. Están empoderados de su destino y del destino de
Colombia. De lograrse el objetivo de acceder
al Estado, será necesario reformar a fondo la constitución.
Colombia está detrás de un cambio
inédito que nada tiene que ver con fanatismos o esguinces ideológicos del pasado
y del presente. Los perdedores serán la corrupción y la ultraderecha
paramilitar del señor de los falsos positivos, y su agonía será dramática y barbara.
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