Cuatro artículos sobre el sistema de salud de Colombia
I
LOS PACIENTES DE LAS EPS
Jaime
Acosta Puertas
Los hechos aquí
narrados son reales. No se mencionan ciudades, instituciones y personas. Tienen
como propósito aportar evidencias para mejorar los servicios y desarrollar una industria
de salud puesto que la dependencia productiva y tecnológica atenta contra la
mejor prestación de los servicios, en consecuencia, contra el bienestar y vida
de los ciudadanos.
Paciente
A
Ingresó
por urgencias a una clínica privada. Una vez estabilizado fue remitido a un
hospital público con historia clínica e imágenes, pues no era contribuyente.
Luego fue incorporado a una EPS en calidad de primer beneficiario. En el
hospital público nuevamente le tomaron otra placa, estuvo en la UCI, y
finalmente una cirugía. Las placas mostraban una gran dolencia en el páncreas,
tanto que el cirujano le advirtió al acompañante: “lo voy abrir para cerrar porque en principio no hay mucho que hacer,
pero debemos intentarlo”. Oh, sorpresa. Lo que mostraban las placas no era
lo que el cirujano se encontró en el quirófano. Tanto, que pidió que se
validara si correspondían al mismo paciente, porque el páncreas no tenía nada,
el problema eran cálculos en la vesícula. Además, el cirujano se guió por las
imágenes de la IPS privada porque eran de mejor calidad que las imágenes de la
IPS pública.
Preguntas
¿por qué el paciente fue remitido a un hospital público si el sistema lo financian
todos los colombianos? ¿por qué la calidad de las imágenes era tan distinta
entre las dos IPS y ¿por qué la calidad de la IPS pública menor que la privada
cuando eran instituciones del mismo nivel?
Años
más tarde este paciente sufrió varias y complejas patologías. En una quinta
hospitalización duró cinco días en urgencia, el cuidador primario nunca pudo
hablar con el especialista. La única vez que lo tuvo cerca, este le dijo “espéreme ahí - señalando un lugar
determinado - que ya lo atiendo”. Aún
lo sigue esperando. De ese evento nunca hubo cita de control, porque la EPS lo remitió a otra IPS que no tenía ni siquiera su
historia clínica. Esto se debe solucionar porque es una falla de las EPS,
puesto que si el paciente pierde la línea de atención en una IPS el sistema
debe tener la manera automática de mostrar la historia clínica en otra IPS. Es
un asunto de eficiencia, inteligencia, integración y capacidad tecnológica de
los sistemas de las EPS y de las IPS.
En
la siguiente hospitalización permaneció quince días internado. De urgencias
pasó a cirugía y de ahí a una habitación. El balance de esta experiencia se
resume así: la mejor impresión del jefe de urgencias, de la cirujana que lo
intervino, del jefe de medicina interna, y del resto de personal con excepción
de una médica que estaba haciendo su internado y que no le daba información al
acompañante salvo a la hora que a ella le daba la gana. Aquel reclamó en la
oficina de atención al usuario, y quince días después le llegó una babosa
respuesta cuando el paciente ya había sido dado de alta. Entre médicos se
cuidan la espalda, cuando son situaciones donde el paciente tiene razón, por lo
tanto, se deben atender de inmediato porque los enfermos no llegan a vivir a
las clínicas y hospitales: mejoran y se van a la casa o se van porque murió.
De
su penúltima hospitalización, incluido un paso por UCI, tuvo una atención
impecable, salió en condiciones cada vez más difíciles, tanto que la familia creyó
que llegaba a morir en casa. Aquí el
llamado de atención es nuevamente al sistema. Cuando fue dado de alta se llevó
una carpeta con ocho solicitudes y fórmulas para consultas. En los dos meses
transcurridos entre esta y la cuarta y última hospitalización, tuvo citas con
dos especialistas, uno en dolor y otro en urología, de las cuales no resultó
nada porque nada tenían que decir. Y otras dos citas con oncólogo y neumólogo,
estas sí muy importantes porque mostraron la condición cada vez más grave del
paciente. Con los otros cuatro especialistas no fue necesario pedir
autorizaciones, porque luego de firmar un desistimiento, falleció. Permaneció
quince días en urgencias y cinco días en habitación.
El
paso de urgencias al pabellón de medicina interna fue posible gracias a una
exigencia del hermano: “lo pasan a
habitación o ustedes verán que hacen con él”. A las tres horas lo
trasladaron.
La
atención de los jefes de urgencias y de medicina interna, excelente, igual el
resto del personal del hospital. Ahora el paciente descansa en paz. Sin
embargo, cabe una reflexión como conclusión de este caso: con los médicos
tratantes hay que hablar sin que escuche el paciente para establecer la
situación por dolorosa que sea. Los médicos no son dioses, y los pacientes y
familiares son seres humanos como ellos.
Paciente
B
Sufrió
un fuerte accidente cerebro vascular (ACV). Días después, un amigo del cuidador
primario, neurocirujano del Monte Sinaí de New York, preguntó la causa del ACV.
Se sorprendió con la respuesta: “no
sabemos, nunca nos dijeron con certeza la causa”. Es imposible, respondió,
y sugirió que preguntara si le realizaron los exámenes X, Y y Z. Ninguno de los
tres los habían realizado. La IPS hospitalaria solo aceptó hacer uno que no
aclaró nada porque ya habían transcurrido algunas semanas del ACV.
Días
antes, el médico tratante le dijo al cuidador primario que venía de una reunión
donde la instrucción había sido que se ordenaran la menor cantidad de exámenes.
Este paciente tenía salud prepagada. Esa EPS ya no existe. Adicionalmente, el
hermano le preguntó al médico ¿si ya sabían que posiblemente estaba
evolucionando otro trombo, no había manera de identificarlo y salirle al paso
para impedir que llegue al cerebro? La respuesta fue: tengo un equipo de 1.500
millones de pesos, necesitaría uno de 3.500 millones para hacer lo que usted
dice. Este ACV ocurrió hace veinte años. Pero es la distancia entre la medicina
en el primer y el tercer mundo. Allá se desarrolla tecnología y Colombia la
compra cuando ya no es de última generación.
Colombia
es un país pasivo que no hace investigación y desarrollo en un sector intensivo
en conocimiento y tecnología. El atraso tecnológico y productivo hace parte del
inventario de errores de un sistema de salud y es un asunto que a más del
ministerio de salud y de otras entidades del sector, involucra a los
ministerios de ciencia y tecnología, y de industria.
En
2023 el hermano comentó este caso con un médico. Su respuesta fue “ahora ya se puede hacer lo que usted en ese
entonces le expresó al neurólogo, pero no vaya a pensar que eso sucede desde
hace muchos años”, y le explicó por qué no se identificó en ese entonces lo
que ocasionó el ACV y cual pudo ser la causa.
Según
la Superintendencia de Salud, uno de los rubros que se constatan en rojo en la
mayoría de EPS, es el referido a los recursos para inversión en tecnología. Es
decir, no invierten lo que deberían invertir con los recursos públicos que les
gira el ADRES. Es parte de los billones perdidos o robados en el sistema.
Colombia es de los países más corruptos del planeta, pero al mismo tiempo es de
los más atrasados en desarrollo tecnológico.
Paciente
C
En
algunas IPS hospitalarias las unidades de radiología solo funcionan 12 horas:
de 6 a.m. a 6 p.m, es decir, los pacientes deben tener horario para enfermarse.
C entró a urgencias a las tres de la tarde con posible diagnóstico de una
hernia inguinal. La ecografía no se pudo tomar porque a las 6 p.m. se fue el
radiólogo. La imagen se tomó tres días después en otra institución, y empezó el
proceso para una cirugía. El cirujano advirtió que, si antes de surtir todo el
proceso administrativo se presentaba un nuevo episodio de dolor, debía ir a
urgencias. Así ocurrió.
A
las 18 horas de hospitalizado le tomaron dos ecografías porque había muchos
pacientes haciendo cola y a las 42 horas lo operaron porque también había
muchos pacientes haciendo fila para el quirófano. Justo a tiempo la
intervinieron, porque la hernia ya había destruido la pared del estómago, y no
era una hernia eran dos, algo que tres ecografías no mostraron.
Lo positivo: la médica que recibió a C advirtió que posiblemente había
algo más a lo que mostraba la ecografía. Con base en este diagnóstico la
cirujana que lo intervino tomó la decisión de no hacer una laparoscopia, sino
de abrir porque también consideró que la gravedad podría ser mayor y de esa
manera evitaba inmediatamente una segunda intervención. El hermano insistió: “la operan o la operan porque no voy a
correr el riesgo de llevarla a casa y tener que regresar en unos días al mismo
proceso”: ingreso, triage, médico, procedimiento, incertidumbre y riesgo
mayor. Él había perdido quince días
atrás un hermano en el mismo hospital y no quería que la historia se repitiera.
Lo negativo: demoras en el servicio de radiología que pudieron
desembocar en algo bastante grave, el suplicio de 42 horas en urgencias de un
paciente que necesitaba una cama más cómoda por los efectos de una hemiparesia
por un ACV. Urgencias es un lugar terrible: montonera de seres humanos en
corredores y espacios improvisados que parecen tristes y angustiosos lugares de
desechos humanos. No parecen pacientes, parecen escombros de carne y hueso.
Todo el mundo amontonado respirando y alimentándose de bacterias. Pedirle al
acompañante o persona responsable del paciente que permanezca en urgencias
acompañando al enfermo, es agresivo. Además, estorba y se suma a la montonera
de enfermos, aportando al más perfecto coctel de infecciones.
Paciente
D
Hay IPS que no sirven, y no son ni
hospitalarias ni domiciliarias, sino un híbrido de atenciones y consultas
menores. Las colas para pedir consultas son infames: de 7 a 8 de la mañana o de
12 a 1 de la tarde, si quiere que le asignen turno y atención ese día. La
paciente B ha sido atendida varias veces, y ahora no aparece en el sistema de
esa IPS. El paciente D pidió cita para odontología, se la dieron, le sacaron
una muela porque no le dieron alternativa de tratamiento, y le ofrecieron una
limpieza de la dentadura para los días siguientes. Cuando la odontóloga que lo
desmueló entró al sistema para asignarle la cita, se encontró con que D
aparecía como inactivo. Es decir, activo para sacarle la muela, inactivo para
hacerle la limpieza. Todo en cuestión de media hora. D preguntó a la EPS qué
sucedía, y le enviaron el certificado de que estaba activo.
En
esa misma IPS el paciente A murió esperando dos citas que había solicitado un
año antes. Las consultas eran de control con dos especialistas que lo habían
operado de dos patologías, ambas muy complicadas. Se fue de este mundo sin la
atención de los médicos de la espantosa IPS, porque dejaron de trabajar en esa
institución, pero tampoco los reemplazaron. Esta IPS se acabó en 2023. En
síntesis, los pacientes quedan desprotegidos, el seguimiento trunco, y no le
queda más que esperar una nueva crisis.
Paciente
E. El negocio de las Eps y Audifarma
Desde
que Petro ganó la presidencia y cuando se supo que la médica Carolina Corcho
sería la ministra de salud, coincidencialmente se acentuó una práctica perversa
en la EPS: cobrar a través de Audifarma un copago a muchos medicamentos que
meses atrás no lo pagaban.
El
paciente E fue por un medicamento y le dijeron que la marca autorizada por la
EPS no se estaba produciendo, pero que le podían dar de otra, aunque debía
asumir un copago. Es decir, el robo perfecto ¿Quién se queda con ese copago?
¿Audifarma? ¿la EPS? ¿Las dos empresas se reparten esa plata? Si no se tiene el
medicamento de una marca, pero sí de otra, el asunto es simple, entregar el que
está en existencia. Sentido común y trato honrado y justo al paciente.
Además,
la solución deben darla la EPS y Audifarma a través del mismo sistema que
tienen en red y no enviar al paciente a hacer otra vuelta con la EPS para que
cambien la autorización. Es una ineficiencia que les permite cobrar el copago,
es decir, que facilita el asalto al usuario.
El trámite de una marca por otra debe ser un procedimiento interno entre
las dos empresas, donde no tiene por qué intervenir el paciente. El sistema
tiene treinta años como para que estos problemas sigan existiendo. O ¿son malos
los ingenieros de sistemas que se forman en Colombia?
Paciente
F
Existe
un problema estructural que no es culpa del sistema de salud. Alude al bajo
nivel de educación de familiares y pacientes que dificulta una fluida
comunicación con los médicos. A veces estos no explican o el paciente y el
familiar no preguntan. Si la enfermedad es grave y con otras patologías
adicionales, fallecerá sin saber de qué, porque los familiares no son capaces
de interpretar la historia clínica, como el enfermo que fue a una cita a que le
leyeran los resultados de una biopsia para determinar el rumbo de la
enfermedad. Ni el médico dijo algo ni el paciente y el familiar preguntaron.
Aquel se dedicó a llenar la historia clínica y los otros a verlo digitalizar.
Pero, una psicóloga, por error, días después, se vio a gatas y tuvo que buscar
la manera de explicarles que sólo se haría un manejo terminal. No fue el
especialista el que informó, fue la psicóloga que debía actuar después del
especialista. Por supuesto, paciente y familiar se quedaron fríos.
Conclusiones preliminares
Es
un sistema con demasiados silencios, con agudo déficit ético, con muchas
preguntas y pocas respuestas, porque en Colombia la salud está pensada como un
negocio, no como un servicio a la sociedad. La atención es buena para estratos
altos, y mala para los pobres, con excepción de unas pocas IPS. Hay problemas
de ineficiencia administrativa que se vuelven sospechosos. El paciente es
maltratado porque el sistema asume que es un desocupado que debe dedicar su
vida a hacer filas para hacer trámites que hace años la tecnología resuelve en
segundos o en pocos minutos. El personal de profesionales es muy bueno, podría
ser mejor, con más instrumentos, más capacitación, más médicos, más jefas y
auxiliares, y con verdadera transparencia y apoyo para adelantar el pregrado y
las especializaciones. Falta mucha investigación, mientras no ocurra un salto
adelante el sistema no podrá alcanzar un nivel superior. El desabastecimiento
de medicamentos e insumos es culpa de la desindustrialización. Las EPS que
quedan son unos gigantes con infinitos problemas de ética, transparencia y calidad,
lo cual, éticamente no es correcto para cuidar la salud y vida de los
colombianos.
II
PRIMERO EL NEGOCIO DESPUÉS EL PACIENTE: URGENTE REFORMA A
LA SALUD
Este texto está basado en hechos reales ocurridos en la segunda semana de enero de 2023 en una ciudad de mediano tamaño y en un hospital de tercer nivel acreditado hace pocos años.
La paciente del régimen contributivo y categoría C,
ingresa por urgencias. Primero el triage, después la primera evaluación de un
médico general, luego exámenes de sangre, a continuación el diagnóstico del
especialista de turno que ordena su hospitalización por infección urinaria. Al
día siguiente una ecografía, y el radiólogo le dice que tiene una gran cantidad
de cálculos en la vesícula lo cual daría para
iniciar de inmediato un proceso a cirugía. Como la paciente toma aspirineta de
100 mgrs producto de un ACV (accidente cerebro vascular), no puede ser
intervenida de inmediato, solo días después. Fue dada de alta por su favorable
respuesta a los antibióticos, y con una orden ambigua para iniciar un posible camino
al quirófano para extraer la vesícula.
El acompañante le pregunta al internista qué ocasionó la
crisis en el paciente. Este respondió: “una ingesta”. El acompañante reacciona
sorprendido: ¿cómo? ¿una ingesta? es decir ¿algo que comió? Sí, respondió el
médico. ¿está seguro? Sí. Al acompañante no le gustó para nada la respuesta.
Dan de alta a la paciente, la sacan en una camilla hasta
el carro. No permitieron ponerle la férula, ni los zapatos, envuelta en una
sábana encima de una camilla y cual bulto de papas la introducen en el asiento
delantero. Urgencias no estaba ni al 50% de ocupación como para justificar
afanes y maltrato. Era claro que el objetivo era sacarla o sacarla del
hospital, porque si su estado empeoraba tendrían que tenerla ocho días hasta
que médicamente fuera posible la cirugía.
La historia clínica decía que sólo si tenía un cuadro
agudo de vómito, diarrea, fiebre, escalofrío, etc etc, la llevaran nuevamente
por urgencia, es decir, cuando estuviera en las últimas. Nada advirtieron de la
aspirineta. Ni una palabra. Tampoco del tránsito a una cirugía de la vesícula.
Otro médico que acompañaba al internista de la imaginaria ingesta, de afán,
para evitar más preguntas, dijo: “en la historia clínica está todo”.
Omisión total. Irresponsabilidad absoluta, porque no hubo una explicación
integral de la salud del paciente y de su futuro inmediato.
El acompañante insatisfecho con el diagnóstico de la
ingesta, buscó en una IPS Clínica a un médico amigo, de más nivel que los de la
IPSHospital. Este le dijo que no estaba en la ciudad, pero que recomendaba una
revisión urgente por X o Y especialista adscrito a la clínica. Adicionalmente,
una médica amiga recomendó una ecografía de abdomen para ver dónde estaba
localizado el problema, porque en la historia clínica de la IPS Hospital no
acompañaron los resultados de la ecografía, sino qué con base en ellos, en
silencio, fue que formularon consulta a un médico general para que este remita
al paciente a un cirujano. Todo bajo una sombra, sin hablar con claridad y
responsabilidad, es decir, con ética médica.
La ecografía arrojó un diagnóstico preocupante: una
vesícula llena de cálculos en cantidad incuantificable, aunque uno de los
cálculos tenía 2 cms de diámetro. Por el asunto de la aspirineta la paciente no
fue intervenida de inmediato, sino ocho días después. Es decir, por la
aspirineta le dieron de alta en el Hospital, por la aspirineta la aplazaron
ocho días la cirugía en la Clínica, y por la aspirineta facturaron el Hospital
y la Clínica, pero, por la manera como está diseñado el negocio del sistema de
salud curativa, facturaron las dos IPS. Además, dos semanas en vilo por el
insuficiente diagnóstico del hospital y su falta de claridad en la ruta a
seguir. Al final todo salió bien gracias a los médicos amigos y al buen
servicio de la Clínica.
Dónde falla el sistema
Asumiendo que la infección se había superado, pero no el
problema de la vesícula, en la hospitalización se debió iniciar el proceso de
la cirugía, para que transcurridos los ocho días por el uso del anticoagulante,
la paciente fuera intervenida. Esos siete u ocho días el paciente los podría
pasar en su casa bajo un buen cuidado, e ir a los exámenes y consultas previos
a la cirugía. Es decir, en un periodo de una semana y unos días más se habría
podido resolver todo el caso, y no en más de veinte días, en dos IPS, como al
final ocurrió.
Si el acompañante no hubiera dudado del diagnóstico del
IPS Hospital y si no hubiera tenido amigos en otra IPS, la paciente hubiera
corrido el riesgo de esperar otra crisis para iniciar el mismo proceso por
urgencias, de pronto no salir con vida de un nuevo evento, o si no con secuelas
mayores. En casos similares, la inmensa mayoría de pacientes regresan a casa
con un mal diagnóstico, y la incertidumbre y preocupación por el lento proceso
a cirugía.
En cualquier circunstancia los médicos advierten que el
proceso de autorización hasta el ingreso al quirófano puede durar dos meses,
contando con suerte. Algunos lo logran en seis meses, otros en más tiempo y
algunos se van de este planeta sin saber por qué se fueron vueltos polvo a los
confines del universo.
Por qué sucede esto, porque el sistema tiene problemas de
eficiencia y sensibilidad humana por no tener de primero al paciente. Estas son
fallas inherentes a la concepción, mal diseño y mala reglamentación de la ley
100 con su modelo curativo y no preventivo, donde el esquema de la salud
preventiva no cuenta, porque al paciente que origina esta columna, ya le habían
diagnosticado problemas en la vesícula cinco meses atrás.
De esta manera, la ley 100 tal como ahora existe no puede
adoptar un modelo a partir de la gente. Si la reforma no es profunda en torno a
la salud preventiva, los problemas estructurales que padece el sistema no se
podrán resolver, porque el robo de las Eps continúa, como lo ilustra el más
reciente caso de Emssanar donde había un cartel de tráfico negro con
medicamentos para el cáncer y otras patologías. ¿cuántos no murieron por culpa
del criminal cartel de esta y otras más de cien EPS que desaparecieron con
billones de pesos robados?
Asimismo, las Eps están dando citas con especialistas con
mucha más dificultad que antes de empezar el trámite de la reforma, con el fin
de presionar al Congreso y al gobierno por la incertidumbre y eventuales
perjuicios inventados contra la reforma por políticos, técnicos torcidos y
mercachifles de la salud.
III
CORRUPCIÓN EN FACULTADES DE MEDICINA
Colombia es una sociedad enferma de corrupción. Todo sector toda actividad es un espacio para pensar y crear empresas tramposas: emprendimiento corrupto se podría llamar, porque gran parte de las potencialidades de Colombia en emprendimientos innovadores, se desvía a crear emprendimientos de corrupción. A más de un severo desarreglo institucional, la venta de cupos para ingresar a estudiar medicina y luego hacer una especialización, es un problema de salud pública porque es un asunto de salud mental al cual los científicos sociales y la psiquiatría poco se acercan.
El
sistema de salud nada hace porque es otro negocio de las decenas de negocios
que lo componen. Unos tapan a otros y otros tapan a unos. Todos hacen parte de
un mega sistema de negocios. Y porque cualquier intento de mejoría pasa por
priorizar o por dónde empezar, porque no todo se puede al mismo tiempo, salvo
una reforma absoluta de todo el sistema, lo cual no es fácil porque se corre el
riesgo de desestabilizar las instituciones puesto que sería un choque con los
poderosos intereses que se tomaron el 80% de los más de 90 billones que el Estado
destina a cubrir anualmente el sistema.
En este texto se aborda un problema cuya solución compete al Ministerio
de educación y a la justicia, sin que el Ministerio de Salud pueda mirar a otro
lado porque al fin y al cabo se trata de los profesionales que prestarán
servicios en su sistema.
Una
médica general me comentó que no había podido hacer su especialización porque a
pesar de haberle ido bien en cuatro entrevistas, no había logrado ganar un cupo
para su posgrado. Cerradas las puertas, tampoco logró contactar a los
calanchines que negocian cupos en universidades privadas y en universidades
públicas. Fue así como conversé con otras personas. Antes de seguir, no puedo
decir cuántas universidades tienen estos focos de corrupción: ¿todas? ¿muchas?
o ¿pocas? Pero, parece que la patología ética es transversal y no
excepcional.
Los
calanchines están en las universidades y son los intermediarios entre los
aspirantes y quienes internamente asignan los cupos. Sin embargo, dicen que
existen rectorías comprometidas.
Las
tarifas dependen del grado de reputación de la institución universitaria. A
mejor clasificadas, cupos más caros que para pregardo pueden alcanzar y superar
los quince millones de pesos. A menor clasificación, cupos más baratos a partir
de los cinco millones de pesos. Sin embargo, para hacer una especialización el
valor de los cupos puede llegar a los ciento ochenta millones. Muchos se quedan
como médicos generales, muchos deben abandonar sueños superiores, muchos deben
escuchar y acoger las decisiones de especialistas equivocados, muchos tendrán
que hacer un esfuerzo mayor para desarrollar sus familias.
¿Por
qué está centrado el negocio en el ingreso a medicina? Dos razones: una, porque
es la carrera que exige los más altos puntajes del ICFES. Entonces, hay
aspirantes que no tuvieron los mejores resultados por la regular o mala calidad
del bachillerato; y dos, porque si logran especializarse son serios aspirantes
a ingresar en el club de los especialistas que ganan mucha plata. La
resistencia a cambios en el sistema de salud no es más que el susto a cambios
en la red de acumulación lícita más no exenta de abusos, discriminación, privilegios
y algunas malas prácticas como aquellas IPS que no dan recibos o no tienen
datafonos para evadir a la DIAN.
Las
dificultades para ingresar a algunas facultades de medicina, ha generado otro
negocio: los Pre-Icfes, que cobran muy caro, hacen una buena preparación y
garantizan un buen resultado en las entrevistas. Después el aspirante también
debe pagar el cupo para ingresar al pregrado.
Así
las cosas, un estudiante puede desembolsar entre uno y cinco millones por el
Pre-Icfes; de cinco a quince millones o más para ingresar al pregrado; más lo
que cueste la matrícula del semestre.
En
consecuencia, los estudiantes ricos no pagan el Pre-Icfes porque vienen de los
mejores colegios. En estas condiciones se genera una situación de desventaja y
de inequidad en el acceso, que amplía las brechas de desigualdad e inequidad
porque el que menos plata tiene, paga más. ¿Dónde está la clase dirigente y
dónde está el Estado con su sistema de educación y los organismos de control y
de justicia para atacar esta otra desigualdad y un tipo adicional de corrupción?
¿Dónde están los rectores, decanos y administradores? Pero, también el
Ministerio de Salud debe estar atento a esta situación. La compra de cupos es
ampliamente conocido, no es ningún misterio ni estoy denunciando algo que no se
conoce, pero en torno a lo cual hay silencio porque es parte de la estrategia
individual de alcanzar una situación privilegiada años más adelante, pues al
fin y al cabo han tenido que estudiar diez, doce, quince años.
Pregunté
a una aspirante a estudiar medicina si tenía que comprar el cupo. Me dijo que
sí, que costaba diez millones, y por eso está haciendo un Pre-Icfes para lograr
un resultado que ojalá le permita evitar el peaje. Lo logró y ahora ya cursa su
cuarto semestre. Por supuesto no todos los aspirantes pagan. El negocio de
corrupción está en hacerlo con alguna selectividad, porque si no se acaba.
Ahora
bien. El estudiante de medicina que paga un mayor o un menor peaje, al final
obtiene el título de médico general y cae en otra de las redes del sistema de
salud. Si no logra especializarse se queda en el nivel de profesionales que
prestan un servicio de salud general como médico general que es. Un espacio de
trabajo son cierto tipo de IPS, distintas a clínicas y hospitales de alto nivel,
donde se encuentran con otro problema, no de corrupción sino de calidad,
derecho y equidad, porque el sistema discrimina los servicios según la
contribución del usuario al sistema.
Los
pacientes que más pagan tienen más servicios. Por eso, las IPS advierten a los
médicos generales de la cantidad de exámenes y de especialistas a los que
tienen derecho los pacientes según su categoría. A menor contribución, menos
exámenes y consultas. Y si es de muy bajos recursos, queda en manos del doctor
Ibuprofeno y de la funeraria.
Dicho
lo anterior, los médicos en estas posiciones no pueden actuar con todos sus
conocimientos y corren el riesgo de afectar su reputación profesional, a pesar
de que advierten “no le garantizo X o Y exámen o tratamiento porque no sé si me
lo aprueban”. Al final, sólo aplica una parte de sus conocimientos porque el
sistema piensa primero en los costos, en la factura y en la utilidad, es decir,
en el negocio.
Por
eso hay magníficos médicos generales que trabajan como independientes, cuyos
tratamientos y diagnósticos son muy acertados y terminan coincidiendo con el
diagnóstico y tratamiento de los especialistas. Y médicos generales vinculados
a un tipo de IPS que parece que no fueran tan buenos, por las razones atrás
comentadas. Adicionalmente, sus salarios son regulares o malos, y a veces
tienen que sufrir demoras en el pago de sus servicios.
Hay
una especie de clases sociales en el sistema con aquellos profesionales con más
mejor formación y más recursos económicos, que se convierten en personas de muy
altos ingresos (lo cual no está mal) y son dueños o socios de importantes IPS
(lo cual tampoco está mal), pero lo que sí está mal es que alimentan el sistema
de inequidad y afectan la calidad porque al final concentran la masa más grande
de pacientes de las EPS, y no dan abasto porque son demasiados los enfermos
para pocos especialistas. El esquema de concentración de riqueza y de poder que
caracteriza a países como Colombia, con profunda desigualdad, se reproduce en
el sistema de salud y en todos los sistemas del Estado, por eso el déficit
absoluto en las políticas sociales se extienden indefinidamente en el tiempo.
Adicionalmente,
el éxito profesional de los médicos tiene un impacto negativo en la educación
porque muchas de las mejores inteligencias no dictan clases porque ganan menos
que en los consultorios.
En
síntesis, corrupción en el acceso a educación. Calidad en el servicio según lo
que pague el contribuyente. Menor calidad de la educación por malas prácticas
en el acceso y porque algunas de las mejores cabezas prefieren la acumulación a
la formación.
También
falla la calidad de los colegios por eso los Pre-Icfes son otro negocio. En
muchas ciudades faltan especialistas. A veces sólo hay uno o dos para ciudades
y territorios con más de 500.000 habitantes. Un perfecto círculo perverso. La
víctima el paciente. El estado ausente. La corrupción hace curso desde la
educación. Todo debido a la maldita ley 100 que trajo Uribe.
Así
las cosas, es deseable que el esquema de salud preventiva que pretende el nuevo
gobierno, sea fuente de oportunidades para todo el personal médico: más
espacios de trabajo, leal competencia, freno a las malas prácticas, mejores
salarios y mejores servicios a la ciudadanía, y más investigación por que las
EPS ni un peso para generar nuevo conocimiento ni industrias de salud.
IV
EL CONFINAMIENTO: NUEVA ESTRATEGIA DE LAS ARS Y DE LAS
IPS
La discusión sobre la reforma al sistema de salud se ha centrado en el funcionamiento de las EPS y de los inmensos recursos públicos que manejan sin control alguno. Así como el sistema a nivel macro tienen severos desarreglos estructurales, al nivel micro es igual, porque si la cabeza no funciona el cuerpo tampoco.
Sucede que los problemas micro se convierten en cientos de miles de reclamaciones individuales, vía derechos de petición, tutelas, quejas por las redes, y solo algunos trascienden cuando la respuesta de las EPS o de las IPS termina con la muerte de
la paciente, o la desatención por periodos de tiempo insoportables para el paciente, que se vuelven noticia.Lo que se observa en esta especie de limbo en el que vive por estos días el sistema, en el cual las entidades que prestan los servicios adelantan ajustes en sus servicios, anticipándose a lo que vendrán cuando la reforma se apruebe, o en caso contrario, a un aluvión de nuevos decretos para tratar de remendar el sistema, generando nuevos ruidos y nuevos problemas que en el momento en que el gobierno los asuma, los convertirán en un problema más de la actual administración, y no a la locura de los agentes del sistema por continuar capturando recursos públicos.
Dado este contexto,
que es un ejemplo de lo que podría venir en los próximos días en el sistema, es
la manera como algunas IPS que prestan servicios de auxiliares de enfermería a
domicilio, en acuerdo con las Administradoras de Riesgos Laborales (ARL), están
eliminando la cobertura de la póliza por fuera del domicilio del paciente,
llevándolo a una situación de confinamiento. Esta abusiva arbitrariedad es
contraria a la Constitución y a sendas sentencias de la Corte Constitucional,
amparados en que las ARL y las IPS se rigen por el derecho privado.
Lo que viene en
este artículo es el caso de una paciente que sufrió hace 20 años un Evento
Cerebro Vascular (ECV). Ahora tiene 68 años y batalla día a día por su
recuperación. Los aspectos aquí mostrados hacen parte de un derecho de petición
en curso, por lo cual se omite la ciudad, la IPS y la EPS a la cual
pertenece.
No hay nada más
doloroso que la injusticia, cuando ésta recae sobre los más débiles
El 3 de octubre de
2023, la IPS envió a las auxiliares un comunicado en los siguientes términos:
“Por medio del
presente y conforme a lo estipulado e nuestro reglamento, nos permitimos
informarles que está totalmente prohibido el desplazamiento de los auxiliares
de enfermería por fuera de los domicilios de los pacientes, bajo ninguna
circunstancia podrán trasladarse a otro lugar para desempeñar sus funciones. Si
por alguna situación en especial se requiera deben solicitar autorización
escrita por el director de logística y operaciones Fulanito de Tal”.
Reiterada jurisprudencia de la Corte Constitucional ha
sostenido que las personas en situación de discapacidad son sujetos de especial
protección, fundada en las condiciones de vulnerabilidad, debilidad manifiesta
y en la desprotección histórica y generalizada, por lo cual es un deber
constitucional tanto para el Estado como para la sociedad, realizar acciones
para la garantía de los derechos fundamentales de esta población, mediante la
prohibición de obstáculos para la realización de sus derechos y adoptando
medidas afirmativas.
En las providencias que tratan casos de
personas con discapacidad, la Corte ha considerado que constituye una
discriminación cuando el Estado omite brindar un trato favorable, por no
suministrar medidas positivas para redimir la condición histórica, social o
cultural de desigualdad y desprotección.
El artículo 13 de la Constitución Política establece el
deber del Estado de promover las condiciones para que la igualdad sea real y
efectiva, razón por la cual está en la obligación de proteger especialmente a
las personas que por su condición física o mental estén en una situación de
debilidad manifiesta.
Asimismo, la Convención Interamericana consagra:
“....También deben asumir los
Estados miembros a favor de la discapacidad, para asegurar el pleno ejercicio
de los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas en
situaciones discapacitantes. Entre ellos están (i) abstenerse de realizar
cualquier acto o práctica de discriminación y, por el contrario, adoptar
medidas afirmativas para garantizar su inclusión en la sociedad y que,
cualquier persona o empresa, ejecute prácticas discriminatorias, (ii) promover
cambios legislativos y reglamentarios para eliminar las barreras culturales,
normativas o de cualquier otra índole.
En conclusión, el
déficit de otorgar un trato diferenciado a las personas en situación de
debilidad manifiesta, como las personas de la tercera edad con discapacidad,
conlleva a una vulneración del derecho a la igualdad, razón por la cual
corresponde al Estado y por principio de solidaridad, a la sociedad, realizar
actuaciones tendientes a garantizar el goce efectivo de los derechos
fundamentales y eliminar las barreras de acceso en aras de buscar la
integración de las personas con discapacidad a la sociedad.
Dice la paciente
afectada: “La IPS desconoció el derecho que me asiste, me puso a soportar
como paciente una carga administrativa y económica totalmente prohibida en la
legislación colombiana, pues es claro que cambió de Aseguradora de Riesgos
Laborales (ARL) o adquirió una póliza más barata que no cubre el servicio de la
auxiliar por fuera del domicilio para evitar al máximo cualquier riesgo a
cambio de mi confinamiento en mi apartamento situación grosera e inhumana lo
que me ha llevado a exclamar:”.
Las EPS y las IPS
recibirán en 2023, 81 billones de pesos de recursos públicos (con incremento
superior al 16% de la UPC), sin control del Estado porque así lo determina la
ley 100. Las ARL, como parte del Sistema General de Riesgos Laborales, se financian
en parte con recursos públicos. Aunque las ARL se rigen por el derecho privado,
no pueden adoptar políticas internas que vayan en contra de los derechos
constitucionales de personas con discapacidad.
Confinamiento
domiciliario
“Mi condición cognitiva afortunadamente no fue muy afectada por el ACV. Por
eso suelo salir a Unicentro a distintas gestiones y actividades que ahí
ocurren. Unicentro queda al frente de mi casa. Basta cruzar una calle. Es mi
más inmediato sitio de distracción y para adelantar gestiones particulares a
las que tengo derecho. Adicionalmente, si hablamos del derecho a la libre
locomoción, consagrada en la Constitución de Colombia, Unicentro es el único
lugar cerca a mi casa que cumple con las normas urbanas para personas con mi condición
física: andenes y corredores amplios, rampas, al igual que el parque vecino. Es el derecho a la
libre locomoción, a mi libertad como ciudadana, y en lo específico de mi salud,
para mi estabilidad emocional, recuperación integral y bienestar”.
Para cualquier
desplazamiento externo, debe pedir permiso a la IPS. Investigando, estas
restricciones suceden por dos razones: por cambio de aseguradora o cambio de la
póliza; o nueva aseguradora donde la póliza solo cubre accidentes en el
domicilio porque así lo ofrece la ARL o porque así lo quiere la IPS. Aquí falla
el sistema, porque este tipo de restricciones no deben existir. Es
una injusticia por culpa del sistema de salud negocio. Bajar costos para
maximizar beneficios, sin importar el paciente. El paciente está de primero
para armar el negocio, y queda de segundo una vez el negocio está creado.
Existen IPS que permiten al paciente salir a lugares cercanos de su casa.
Entonces, no es una norma nacional que ya habría sido demanda ante la Corte
Constitucional.
El sistema asume
que todo paciente cuenta con cuidador primario para esas tareas o con capacidad
económica para tener una auxiliar adicional. Es una aproximación equivocada
porque existen pacientes que no salen de su domicilio por fase terminal o tipo
de patología; otros se recuperan y vuelven a sus actividades normales; y otros
tienen discapacidades permanentes, pero, con condiciones mentales y físicas
para salir del domicilio. La restricción que le ha impuesto la IPS a esta
paciente se puede asimilar a una imagen donde el domicilio se convierte en
prisión y la IPS oficia como el Inpec del sistema de salud.
Colombia, en una muestra de 52 países de la OCDE es el que menos médicos y auxiliares tiene por 100.000 habitantes. A pesar de esto, de manera silenciosa se está empezando a ambientar la idea mediante la cual el cuidador primario asuma responsabilidades propias de las auxiliares, con la intención de reducir costos y afectar la calidad de la asistencia a mayores y discapacitados, puesto que los cuidadores no reciben remuneración por no estar cualificados como auxiliares y porque adelantan otras actividades. Entonces, al bajar las tareas de las auxiliares se podría reducir su número, de paso los costos de las IPS y de las ARL, y se afianzan los bajos salarios u honorarios de las auxiliares. Ambos tipos de entidades se rigen por el derecho privado así presten servicios con recursos públicos. Por tanto, el Ministerio de Salud debe revisar la norma, la Superintendencia de Salud actuar, las EPS poner las cosas en orden, y el tema debe hacer parte de la reglamentación de la nueva reforma al sistema de salud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario