UN SALARIO MÍNIMO VITAL AÚN NO ES POSIBLE EN
COLOMBIA
El salario mínimo aumentó en los últimos tres años como nunca en las tres largas décadas del período neoliberal, es decir, de Gaviria a Duque.
Nunca
en Colombia se ha discutido sobre la importancia e impactos de un salario que
incluya el componente de un mayor valor para el bienestar de los asalariados,
porque la dirigencia nunca lo permitió, y lo máximo que se había logrado es el
aumento por inflación más productividad laboral. La lucha de los trabajadores
no se podía ni asomar al componente de un porcentaje adicional para el mayor
bienestar del trabajador y de su núcleo familiar.
El
salario mínimo vital (SMV) alude a un mayor ingreso de los trabajadores y se debe estudiar
si es posible que la economía absorba ahora ese costo adicional. Mi respuesta es no,
por lo siguiente:
1. Solo pueden asimilar el costo adicional las grandes
empresas, que además son las grandes beneficiadas por el mayor poder
adquisitivo en un segmento amplio de trabajadores que demandará más bienes, más
créditos.
2. El problema comienza en las medianas y pequeñas empresas, y en familias de medianos y menores ingresos que no pueden absorber ese costo adicional, por ejemplo, discapacitados que requieren de auxiliar las 24 horas de día, porque los salarios superiores al mínimo y las pensiones subirán menos que la mitad del salario mínimo vital. El efecto en la demanda de toda la economía solo se verá en los segmentos beneficiados: trabajadores de un salario mínimo y grandes empresas, sin embargo, en la mayoría de la población y en las micro y pequeñas empresas el impacto será negativo.
3. Pero, hay un problema estructural de fondo. La economía colombiana es de baja productividad, poco diversificada, poco exportadora, poco innovadora, y esto es culpa de los empresarios y de los profesionales que enganchan, y de los tecnócrata y políticos que han diseñado las políticas de “desarrollo”. Además, el empresario no permite afectar el margen de utilidad, una especie de mula muerta en el cerebro empresarial, por eso no quieren pagar más impuestos y evaden. Prefieren pagar lobistas para comprar congresistas, pero jamás afectar su utilidad. Por eso no son innovadores, ni hacen investigación y desarrollo, ni avanzan a sectores de alta tecnología, por eso el SMV jamás está en su agenda. La economía colombiana es rezagada: sumado el componente de inequidad, no hay ahora condiciones estructurales para incorporar el componente vital en el salario.
4. Dónde más está el problema. No hay un acuerdo entre estado (gobierno) y mercado (empresarios), para impulsar la reindustrialización, y con eso elevar el valor de la economía y de los componentes que la harían más avanzada y equitativa, donde el salario mínimo vital sería un reflejo de la prosperidad y desarrollo de la producción y de la innovación que redundaría en un personal más calificado con mayores ingresos, incluida la mejor cualificación de las personas con bajos salarios. El gobierno y los empresarios no se pusieron de acuerdo para sumar esfuerzos y empujar la reindustrialización. Y las Cortes se volvieron enemigas de la sociedad al neutralizar las reformas sociales, y aliados con el Congreso golpear y no aprobar las reformas tributarias y las leyes de endeudamiento.
5. En conclusión, el salario mínimo vital no puede ser resultado de una guerra entre empresarios neoliberales cortoplacistas más políticos corruptos, ignorantes y mala clase, y el gobierno progresista que lleva a empujones la reindustrialización.
En estas condiciones, chocan una vez más la polarización entre la decadencia política y empresarial de la oposición, y las intenciones del gobierno progresista, porque no fue posible un acuerdo para iniciar un proceso de largo plazo para la transformación de la producción.
La ANDI no tiene razón, dice bestialidades, y al presidente y al ministro de trabajo se le hace agua la boca cuando aluden al SMV, incluso, dice el ministro que puede subir entre el 10 al 99%. Una bestialidad. Hay una especie de venganza, de furia, más que un análisis racional de un salario mínimo muy alto. El SMV parece el desquite por tanto obstruccionismo al ejecutivo, más que la consecuencia de un análisis racional para desarrollar a Colombia. El presidente también quiere ganar votos para el Pacto, pero cuidado le sale mal la estrategia.
Petro es terco, no hay quien lo haga entrar en razón para que su obsesión de un salario de dos dígitos no suba más allá de un 11%, es decir, el doble de la inflación más productividad en 2025. Ese incremento del 50% por encima de inflación y productividad, sería el componente vital para comenzar, y que el nuevo gobierno lo considere en las políticas económicas: el SMV debe discutirse con los empresarios para profundizar y acelerar la reindustrialización y hacer crecer la economía sobre factores reales. Es también un desafío para las universidades, que deben abandonar la ortodoxia neoliberal para asumir la heterodoxia de la economía de la innovación: estado emprendedor, innovación, inteligencia, equidad, legalidad, transparencia, género, cuidado, inversión, sostenibilidad.
Un SMV más que el triunfo de Petro sería la derrota de la oposición por su
irracional obstruccionismo.

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