lunes, 15 de septiembre de 2014

LA COMPETITIVIDAD DE COLOMBIA: SIN AGENDA Y SIN CONTENIDO

Una versión más breve está publicada en www.razonpublica.com


El presidente anunció “once pilares” para aumentar la competitividad. Pero Colombia se desindustrializa y las propuestas de Santos parecen insuficientes. La economía colombiana ha caminado 25 años de la mano de la competitividad pero no de la productividad, por esos son deplorables sus indicadores internacionales relacionados con factores que determinan la modernización y la transformación del sistema productivo.  


El gobierno sostiene, a pesar de las evidencias de todo tipo, que no hay desindustrialización. Los argumentos son: las empresas han terciarizado ciertas operaciones, la revaluación ha afectado la producción nacional sin reconocer que es efecto de enfermedad holandesa, y la menor participación en el PIB es un fenómeno normal en la economía del conocimiento por la preponderancia de los servicios. Entonces, la desindustrialización no es por culpa de factores internos sino por factores externos.

Neoliberalismo de enclave en el siglo XXI: de productores a importadores

Lo que no acepta el gobierno es que la economía colombiana había logrado un grado relativo de industrialización que hace 20 años le daba una participación del 25% en el PIB, ahora es del 12%, y al finalizar la década será del 9%, y un aporte al empleo que hace tres décadas era del 25%, hace diez años del 23%, y ahora solo del 13%.[1] 

Esta caída de los indicadores industriales se debe a la reprimarización minero - energética de la producción y de las exportaciones porque los gobiernos de los últimos 25 años llevaron allá a la economía, sin atender las necesidades de un país urbano que demandaba adelantar una política de desarrollo productivo con nuevos sectores y actividades de alto valor agregado, y sincronizada con los cambios mundiales en la producción, en la ciencia, la tecnología, la innovación, y en el comercio mundial. El resultado: una informalidad cruzada de ilegalidad que alcanza el 60% de la gente empleada, exportaciones manufactureras pequeñas y con bajo crecimiento, y exportaciones globales con mucho menor dinamismo que las de otros países emergentes y desarrollados.

De esta manera, Colombia tiene una producción que pierde importancia año tras año en la economía global y en la sociedad mundial del conocimiento, con desastrosos indicadores en competitividad, productividad, estructura de las exportaciones, educación, innovación, infraestructura, medio ambiente.

La relación entre ingreso por habitante e inversión en ciencia y tecnología; exportaciones con elevado contenido tecnológico e inversión en investigación y desarrollo; y bajo crecimiento de las exportaciones manufactureras y totales, muestran a Colombia en la retaguardia cuando se compara con economías emergentes y desarrolladas.

Colombia no ha aprovechado el auge de la globalización para insertar su producción, conocimiento, creatividad, innovación y emprendimiento en la economía mundial. La globalización ha servido para inundar de productos importados la canasta nacional. Colombia es un receptor neto de las transformaciones productivas, de las innovaciones y de los emprendimientos de otros países.  Esto se debe a que los países que hacen procesos sostenidos de cambio estructural o de transformación productiva, conservan un sector industrial potente como núcleo principal de la transformación, que a su vez respaldan el desarrollo de servicios sofisticados y la productividad a través de una educación, investigación, innovación y emprendimientos de calidad.

Entonces, sin política de desarrollo productivo y de innovación que estimulara las exportaciones industriales y los servicios sofisticados, e hiciera más competitivas a las empresas en el mercado nacional frente a la competencia internacional, la apertura de la economía a través de un sesgo a favor de  las importaciones más el contrabando, han golpeado la producción nacional, derivando en una caída sostenida de la industria y de la agricultura en el PIB a favor del comercio de bienes importados controlados por grandes conglomerados nacionales y extranjeros. Al final, Colombia lo que tiene es un modelo pro franquicias y contra propiedad intelectual, como lo evidencian las dos gráficas referidas a las exportaciones industriales de alto valor agregado, donde se muestra que en 50 años Colombia ha hecho poco o nada.



 

  
Suficiente ilustración sobre la importancia de la industria en la economía de hoy, es la opinión de Rosa García, presidenta de Siemens en España, publicadas en El País de Madrid: ... la importancia creciente de la industria puede atribuirse a diversas características estabilizadoras y sostenibles. Constituye el punto de partida de una extensa cadena de valor que abarca desde la investigación y el desarrollo hasta servicios basados en tecnología. Este sector se considera una garantía para el crecimiento (cada dólar estadounidense en valor añadido bruto en la industria genera 1,4 dólares en valor añadido bruto en otros sectores), el empleo (por cada nuevo puesto de trabajo en la industria, se crea una media de 2 empleos en otros sectores), la competitividad (los países más industrializados tienen una mayor cuota de mercado en exportaciones) y, por tanto, un factor de estabilidad para la sociedad”[2].

Divagaciones de los empresarios y promesas ligeras

Tienen razón los industriales pedir atención del gobierno porque los estímulos económicos no son suficientes. Pero primero deben ponerse de acuerdo en conceptos fundamentales para que haya objetivos fundamentales coherentes, de no ser así, el gobierno no les pondrá suficiente atención.

Los empresarios no pueden pedir política industrial para pymes, ni pueden pedir política industrial que sea subsidiaria de la política de competitividad cuando el orden de las cosas es lo contrario, ni pueden pedir política industrial como si estuviéramos en los años cincuenta. Lo que ahora se requiere es una política de desarrollo productivo y de innovación para el siglo XXI porque el desarrollo estratégico de un sistema productivo como el de Colombia, relativamente diversificado, debe servir para impulsar actividades estratégicas primarias, industriales y de servicios que estén interrelacionadas. Además, un modelo de desarrollo en esta dirección, es el único que puede abatir para siempre la pobreza, la indigencia, la informalidad, la elusión y la baja tributación.   

Mala idea fue pedir la creación del Ministerio de Industria, cuando lo correcto es tener como foco principal del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MCIT), el desarrollo productivo y la innovación para impulsar el comercio internacional.

El enfoque vigente de estimular el libre comercio para estimular la producción es igual a ponerle gasolina a un carro sin motor, y eso es lo que ha hecho la ortodoxia colombiana, por eso la producción nacional desembarca en pocos puertos del mundo mientras la producción del mundo desembarca en cantidades muy superiores en los puertos de Colombia.      

Entonces, en medio de clamores y ambigüedades el presidente sacó de la manga la carta de las 11 estrategias para la competitividad[3], sin enfatizar en la implementación de una política de desarrollo productivo.

Detenerse en el análisis de cada una de las 11 promesas y si estas conforman un sistema de acciones interrelacionadas, amerita un ejercicio más extendido, entre otras razones, porque aún no hay un trabajo que muestre los contenidos detallados de lo prometido. Está obligado el gobierno a perfeccionar en alianza con los actores correspondientes un esquema de política como el siguiente.




Tecnología e innovación sin ciencia

Se anuncia que se dará importancia a la tecnología y a la innovación, sin decir cómo. Aquí lo importante son tres cosas: convertir a Colciencias en Ministerio; fortalecer la investigación básica y la dotación de laboratorios de los centros de investigación para hacer ciencia y tecnología; y crear una nueva generación de centros de innovación, de investigación y de desarrollo tecnológico para hacer ciencia, tecnología e innovación abierta.

Mientras la investigación aplicada, via regalías, tiene presupuestos de un billón de pesos anuales, la investigación básica y la dotación de infraestructuras tiene recursos cinco o diez veces menores.

Entonces, es necesario revisar la reglamentación de la ley de regalías para que la mayoría de esos recursos no se pierdan. Pero el rediseño del sector requiere una mirada sistémica con 10 estrategias: investigación básica, investigación estratégica, investigación aplicada, infraestructura de investigación, recursos humanos de alto nivel, doctorados nacionales de calidad, impulsar ciudades y regiones y sus hábitats de innovación, autonomía territorial para que aflore el desarrollo endógeno,  interrelación con la política de desarrollo productivo y de innovación, e investigación en problemas globales.

La figura muestra el componente de CTeI de una política de desarrollo productivo, y lo más importante, los factores que afecta positivamente (productividad y competitividad); los que se deben desarrollar: la cultura de la innovación y la investigación y la innovación abiertas; y los procesos que alimenta: crecimiento alto y sostenido con equidad y educación.    

 Desarrollo regional

Otra estrategia alude a impulsar el desarrollo de regiones de talla mundial, lo cual tiene que ver con el impulso de ciudades y regiones de la innovación, como lo vienen haciendo Antioquia y Medellín; o como los proyectos en construcción del Anillo de la Innovación en Bogotá, y la Región de Innovación en Cundinamarca, para citar unos ejemplos.

Esto significa adentrarse en el naciente concepto de los hábitats de innovación, el cual integra centros de innovación, investigación y emprendimiento; parques tecnológicos, de investigación y de innovación; ambientes de innovación como los living lab; redes de innovación, clusters y ciudades y regiones de innovación. Es un sistema de nuevos instrumentos que no es posible leerlos como capítulos sueltos como ocurre en Colombia.    

Transformación industrial

La principal medida alude a devolver el IVA por la importación de bienes de capital. Está bien, pero una estrategia de estado debe comprender un programa que impulse el desarrollo de bienes de capital de nueva generación. De no ser así, los beneficios van únicamente a mejorar la competitividad de sectores existentes via la importación de tecnología, y no desarrollar nuevas actividades ni mejorar la productividad via capacidades nacionales de innovación y desarrollo tecnológico.  

El Programa de Transformación Productiva (PTP) está concentrado en la competitividad. Le falta evolucionar para que sea un verdadero programa de transformación.

Se debe crear el Programa Nacional para la Competitividad  de sectores estratégicos (PNC), y reconvertir el PTP en el Programa de Nuevas Industrias (PNI) en el contexto de una estructura sectorial de la política de desarrollo productivo con tres grandes agrupaciones: los sectores para el crecimiento y el empleo (lo que ahora existe); sectores de industrias de base (bienes de capital e intermedios de nueva generación); y sectores del cambio estructural (nuevas actividades en torno a los recursos naturales como las energías alternativas, sectores industriales y servicios de alta tecnología).

De esta manera se rediseñaría la arquitectura y los programas del MCIT y de sus distintas agencias, pero también convocaría a otros ministerios de los sectores clave de la política productiva.

Con desarrollos como los descritos, la estrategia de educación y empleo podrá integrarse con un desarrollo productivo de nuevo tipo. Sin embargo, hay otro problema adicional de rezago: mientras Brasil tiene 7 universidades, Chile 2, Argentina 1, México 2, Colombia no tiene ninguna universidad entre las primeras 500 del planeta según la clasificación 2014. En todos los indicadores relacionados con transformación productiva y generación de conocimiento e innovación, Colombia va cada año peor.

Al final, el posconflicto necesita pensarse desde un nuevo proyecto de nación y desarrollo. El modelo de crecimiento de Colombia es espúreo, y la “vanguardia” de PHDs que trae Simón al Departamento Nacional de Planeación necesita planear a largo plazo un nuevo modelo de desarrollo para crecer sostenidamente durante muchos años arriba del 7%, hacer que el ingreso a la OCDE sea espacio de oportunidades y no de rezagos adicionales, y bajarse de la mentira de que el libre comercio y los TLC sin políticas de desarrollo resolverán los problemas económicos, sociales e institucionales.

Su enfoque debe ser una sociedad con mercado y no una sociedad de mercado pues los resultados después de 25 años de aventura no han sido buenos porque no lograron construir instituciones fuertes. El neoliberalismo colombiano es precario, muy distinto del consistente neoliberalismo chileno, si de neoliberalismos se trata de comparar sin perjuicio alguno.
  




[1] Clavijo, Sergio; Vera, Alejandro; Fandiño, Alejandro: la desindustrialización en Colombia. Análisis cuantitativo de sus determinantes. ANIF, 2012.
[2] Rosa García. La cuarta revolución industrial, el país.com, 28 MAY 2013)
[3] Tecnología e innovación, desarrollo regional, educación y empleo, infraestructura, justicia, competencia, transformación agropecuaria, transformación industrial, institucionalidad, política macroeconómica, y lucha contra la corrupción y el contrabando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario