LA COMPETITIVIDAD
DE COLOMBIA: SIN AGENDA Y SIN CONTENIDO
El presidente anunció “once
pilares” para aumentar la competitividad. Pero Colombia se desindustrializa y
las propuestas de Santos parecen insuficientes. La economía colombiana ha
caminado 25 años de la mano de la competitividad pero no de la productividad,
por esos son deplorables sus indicadores internacionales relacionados con factores
que determinan la modernización y la transformación del sistema productivo.
El
gobierno sostiene, a pesar de las evidencias de todo tipo, que no hay
desindustrialización. Los argumentos son: las empresas han terciarizado ciertas
operaciones, la revaluación ha afectado la producción nacional sin reconocer
que es efecto de enfermedad holandesa, y la menor participación en el PIB es un
fenómeno normal en la economía del conocimiento por la preponderancia de los servicios.
Entonces, la desindustrialización no es por culpa de factores internos sino por
factores externos.
Neoliberalismo de enclave en el siglo
XXI: de productores a importadores
Lo que no
acepta el gobierno es que la economía colombiana había logrado un grado
relativo de industrialización que hace 20 años le daba una participación del
25% en el PIB, ahora es del 12%, y al finalizar la década será del 9%, y un
aporte al empleo que hace tres décadas era del 25%, hace diez años del 23%, y
ahora solo del 13%.[1]
Esta
caída de los indicadores industriales se debe a la reprimarización minero -
energética de la producción y de las exportaciones porque los gobiernos de los
últimos 25 años llevaron allá a la economía, sin atender las necesidades de un
país urbano que demandaba adelantar una política de desarrollo productivo con
nuevos sectores y actividades de alto valor agregado, y sincronizada con los
cambios mundiales en la producción, en la ciencia, la tecnología, la
innovación, y en el comercio mundial. El resultado: una informalidad cruzada de
ilegalidad que alcanza el 60% de la gente empleada, exportaciones manufactureras
pequeñas y con bajo crecimiento, y exportaciones globales con mucho menor
dinamismo que las de otros países emergentes y desarrollados.
De esta
manera, Colombia tiene una producción que pierde importancia año tras año en la
economía global y en la sociedad mundial del conocimiento, con desastrosos
indicadores en competitividad, productividad, estructura de las exportaciones,
educación, innovación, infraestructura, medio ambiente.
La
relación entre ingreso por habitante e inversión en ciencia y tecnología;
exportaciones con elevado contenido tecnológico e inversión en investigación y
desarrollo; y bajo crecimiento de las exportaciones manufactureras y totales,
muestran a Colombia en la retaguardia cuando se compara con economías
emergentes y desarrolladas.
Colombia
no ha aprovechado el auge de la globalización para insertar su producción, conocimiento,
creatividad, innovación y emprendimiento en la economía mundial. La
globalización ha servido para inundar de productos importados la canasta
nacional. Colombia es un receptor neto de las transformaciones productivas, de
las innovaciones y de los emprendimientos de otros países. Esto se debe a que los países que hacen
procesos sostenidos de cambio estructural o de transformación productiva,
conservan un sector industrial potente como núcleo principal de la
transformación, que a su vez respaldan el desarrollo de servicios sofisticados
y la productividad a través de una educación, investigación, innovación y
emprendimientos de calidad.
Entonces,
sin política de desarrollo productivo y de innovación que estimulara las
exportaciones industriales y los servicios sofisticados, e hiciera más
competitivas a las empresas en el mercado nacional frente a la competencia
internacional, la apertura de la economía a través de un sesgo a favor de las importaciones más el contrabando, han golpeado
la producción nacional, derivando en una caída sostenida de la industria y de
la agricultura en el PIB a favor del comercio de bienes importados controlados
por grandes conglomerados nacionales y extranjeros. Al final, Colombia lo que
tiene es un modelo pro franquicias y contra propiedad intelectual, como lo
evidencian las dos gráficas referidas a las exportaciones industriales de alto
valor agregado, donde se muestra que en 50 años Colombia ha hecho poco o nada.
Suficiente
ilustración sobre la importancia de la industria en la economía de hoy, es la
opinión de Rosa García, presidenta de Siemens en España, publicadas en El
País de Madrid: “... la importancia creciente de la industria puede atribuirse a diversas
características estabilizadoras y sostenibles. Constituye el punto de partida
de una extensa cadena de valor que abarca desde la investigación y el
desarrollo hasta servicios basados en tecnología. Este sector se considera una
garantía para el crecimiento (cada dólar estadounidense en valor añadido bruto
en la industria genera 1,4 dólares en valor añadido bruto en otros sectores),
el empleo (por cada nuevo puesto de trabajo en la industria, se crea una media
de 2 empleos en otros sectores), la competitividad (los países más
industrializados tienen una mayor cuota de mercado en exportaciones) y, por
tanto, un factor de estabilidad para la sociedad”[2].
Divagaciones
de los empresarios y promesas ligeras
Tienen razón
los industriales pedir atención del gobierno porque los estímulos económicos no
son suficientes. Pero primero deben ponerse de acuerdo en conceptos
fundamentales para que haya objetivos fundamentales coherentes, de no ser así,
el gobierno no les pondrá suficiente atención.
Los empresarios
no pueden pedir política industrial para pymes, ni pueden pedir política
industrial que sea subsidiaria de la política de competitividad cuando el orden
de las cosas es lo contrario, ni pueden pedir política industrial como si estuviéramos
en los años cincuenta. Lo que ahora se requiere es una política de desarrollo
productivo y de innovación para el siglo XXI porque el desarrollo estratégico
de un sistema productivo como el de Colombia, relativamente diversificado, debe
servir para impulsar actividades estratégicas primarias, industriales y de
servicios que estén interrelacionadas. Además, un modelo de desarrollo en esta
dirección, es el único que puede abatir para siempre la pobreza, la indigencia,
la informalidad, la elusión y la baja tributación.
Mala idea
fue pedir la creación del Ministerio de Industria, cuando lo correcto es tener
como foco principal del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MCIT), el
desarrollo productivo y la innovación para impulsar el comercio internacional.
El
enfoque vigente de estimular el libre comercio para estimular la producción es
igual a ponerle gasolina a un carro sin motor, y eso es lo que ha hecho la
ortodoxia colombiana, por eso la producción nacional desembarca en pocos
puertos del mundo mientras la producción del mundo desembarca en cantidades muy
superiores en los puertos de Colombia.
Entonces,
en medio de clamores y ambigüedades el presidente sacó de la manga la carta de
las 11 estrategias para la competitividad[3],
sin enfatizar en la implementación de una política de desarrollo productivo.
Detenerse
en el análisis de cada una de las 11 promesas y si estas conforman un sistema
de acciones interrelacionadas, amerita un ejercicio más extendido, entre otras razones,
porque aún no hay un trabajo que muestre los contenidos detallados de lo
prometido. Está obligado el gobierno a perfeccionar en alianza con los actores
correspondientes un esquema de política como el siguiente.
Tecnología e innovación sin ciencia
Se
anuncia que se dará importancia a la tecnología y a la innovación, sin decir cómo.
Aquí lo importante son tres cosas: convertir a Colciencias en Ministerio; fortalecer
la investigación básica y la dotación de laboratorios de los centros de
investigación para hacer ciencia y tecnología; y crear una nueva generación de
centros de innovación, de investigación y de desarrollo tecnológico para hacer ciencia,
tecnología e innovación abierta.
Mientras
la investigación aplicada, via regalías, tiene presupuestos de un billón de
pesos anuales, la investigación básica y la dotación de infraestructuras tiene
recursos cinco o diez veces menores.
Entonces,
es necesario revisar la reglamentación de la ley de regalías para que la
mayoría de esos recursos no se pierdan. Pero el rediseño del sector requiere una
mirada sistémica con 10 estrategias: investigación básica, investigación
estratégica, investigación aplicada, infraestructura de investigación, recursos
humanos de alto nivel, doctorados nacionales de calidad, impulsar ciudades y
regiones y sus hábitats de innovación, autonomía territorial para que aflore el
desarrollo endógeno, interrelación con
la política de desarrollo productivo y de innovación, e investigación en
problemas globales.
La figura
muestra el componente de CTeI de una política de desarrollo productivo, y lo
más importante, los factores que afecta positivamente (productividad y
competitividad); los que se deben desarrollar: la cultura de la innovación y la
investigación y la innovación abiertas; y los procesos que alimenta:
crecimiento alto y sostenido con equidad y educación.
Otra
estrategia alude a impulsar el desarrollo de regiones de talla mundial, lo cual
tiene que ver con el impulso de ciudades y regiones de la innovación, como lo
vienen haciendo Antioquia y Medellín; o como los proyectos en construcción del
Anillo de la Innovación en Bogotá, y la Región de Innovación en Cundinamarca,
para citar unos ejemplos.
Esto
significa adentrarse en el naciente concepto de los hábitats de innovación,
el cual integra centros de innovación, investigación y emprendimiento; parques
tecnológicos, de investigación y de innovación; ambientes de innovación como
los living lab; redes de innovación, clusters y ciudades y regiones de
innovación. Es un sistema de nuevos instrumentos que no es posible leerlos como
capítulos sueltos como ocurre en Colombia.
Transformación industrial
La principal
medida alude a devolver el IVA por la importación de bienes de capital. Está
bien, pero una estrategia de estado debe comprender un programa que impulse el
desarrollo de bienes de capital de nueva generación. De no ser así, los
beneficios van únicamente a mejorar la competitividad de sectores existentes
via la importación de tecnología, y no desarrollar nuevas actividades ni
mejorar la productividad via capacidades nacionales de innovación y desarrollo
tecnológico.
El
Programa de Transformación Productiva (PTP) está concentrado en la
competitividad. Le falta evolucionar para que sea un verdadero programa de
transformación.
Se debe crear
el Programa Nacional para la Competitividad de sectores estratégicos (PNC), y reconvertir
el PTP en el Programa de Nuevas Industrias (PNI) en el contexto de una estructura
sectorial de la política de desarrollo productivo con tres grandes agrupaciones:
los sectores para el crecimiento y el empleo (lo que ahora existe); sectores de
industrias de base (bienes de capital e intermedios de nueva generación); y
sectores del cambio estructural (nuevas actividades en torno a los recursos
naturales como las energías alternativas, sectores industriales y servicios de
alta tecnología).
De esta
manera se rediseñaría la arquitectura y los programas del MCIT y de sus
distintas agencias, pero también convocaría a otros ministerios de los sectores
clave de la política productiva.
Con desarrollos
como los descritos, la estrategia de educación y empleo podrá integrarse con un
desarrollo productivo de nuevo tipo. Sin embargo, hay otro problema adicional
de rezago: mientras Brasil tiene 7 universidades, Chile 2, Argentina 1, México
2, Colombia no tiene ninguna universidad entre las primeras 500 del planeta
según la clasificación 2014. En todos los indicadores relacionados con
transformación productiva y generación de conocimiento e innovación, Colombia
va cada año peor.
Al final,
el posconflicto necesita pensarse desde un nuevo proyecto de nación y
desarrollo. El modelo de crecimiento de Colombia es espúreo, y la “vanguardia”
de PHDs que trae Simón al Departamento Nacional de Planeación necesita planear
a largo plazo un nuevo modelo de desarrollo para crecer sostenidamente durante
muchos años arriba del 7%, hacer que el ingreso a la OCDE sea espacio de
oportunidades y no de rezagos adicionales, y bajarse de la mentira de que el
libre comercio y los TLC sin políticas de desarrollo resolverán los problemas
económicos, sociales e institucionales.
Su
enfoque debe ser una sociedad con mercado y no una sociedad de mercado pues los
resultados después de 25 años de aventura no han sido buenos porque no lograron
construir instituciones fuertes. El neoliberalismo colombiano es precario, muy
distinto del consistente neoliberalismo chileno, si de neoliberalismos se trata
de comparar sin perjuicio alguno.
[1]
Clavijo, Sergio; Vera, Alejandro; Fandiño, Alejandro: la desindustrialización
en Colombia. Análisis cuantitativo de sus determinantes. ANIF, 2012.
[3] Tecnología e innovación,
desarrollo regional, educación y empleo, infraestructura, justicia,
competencia, transformación agropecuaria, transformación industrial,
institucionalidad, política macroeconómica, y lucha contra la corrupción y el
contrabando.
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