LA ECONOMÍA DE BOGOTÁ 2025 EN LA
ERA PEÑALOSA
En la reciente campaña para la alcaldía, poco se habló de economía,
competitividad, conocimiento e innovación, porque son temas que “no dan votos”.
Pues bien, lo que se haga en esos campos es lo que permitirá
desarrollar la ciudad y la región en los siguientes largos años. La economía
debe crecer a tasas altas para abatir problemas sociales, generar oportunidades
dignas y de calidad, afrontar con nuevos enfoques de desarrollo el cambio climático, y la reindustrialización del aparato
productivo para superar los efectos irreversibles de la caída de los
commodities. Esto se logra si hay visión de largo plazo para transformar
el sistema productivo de la mano de la ciencia y de la tecnología, y como base
la educación.
1. Políticas. Diseñar e implementar con visión 2025, dos políticas: la de desarrollo productivo y competitividad, y la de ciencia, tecnología e innovación. La ciudad no tiene esas políticas, tiene un Consejo Regional pero Consejo sin políticas es como
carro sin motor. Estas políticas deben ser para la transformación productiva y no solo para la competitividad. Este último es un enfoque agotado en Colombia porque alude a mejorar y no ha transformar y desarrollar el sistema productivo y de innovación, y el resultado 25 años después de un neoliberalismo precario, es que el país y la ciudad tienen un sistema productivo rezagado porque no se profundizo la industrialización. Además, la implementación de proyectos y acciones de los Escenarios 2025 y de Especialización Estratégica Inteligente 2025 para Bogotá Cundinamarca, necesitan de estas políticas para que sean posibles y tengan impacto en el desarrollo de largo plazo.
2. Mirada Regional. Esas políticas deben tener mirada regional,
sin embargo, Cundinamarca también debe disponer de políticas propias para luego
armar una agenda estratégica entre los dos territorios. A Bogotá le conviene un
territorio vecino más autónomo e interdependiente, antes que un patio trasero.
Y Cundinamarca debe mirarse como un ente autónomo para impulsar iniciativas
como, Sabana Centro Región de Innovación.
3. Proyectos 2025. Con sustento en esas políticas, la
ciudad tendrá mejores condiciones para desarrollar las propuestas de los
ejercicios de Escenarios Bogotá Región 2025 y de Especialización Estratégica
Inteligente 2025 para Bogotá Cundinamarca, que lidera la Cámara de Comercio de
Bogotá con otros actores públicos y privados, y que derivará en una agenda de
proyectos estratégicos. Sin embargo, solo proyectos y programas no tienen impacto
duradero ni difundido en la economía y en la sociedad, pues son instrumentos de las políticas. Entonces, instrumentos sin políticas, es como una tablet sin software.
4. Rediseño de lo público. Un proceso de transformación económica
necesita de un nuevo y coherente marco institucional público. Para ello debe
crear la Secretaría de Desarrollo Económico y de Ciencia y Tecnología e
Innovación de Bogotá. Igual recomendación para Cundinamarca, fusionando las Secretarías
de Competitividad y de Ciencia y Tecnología. Los objetivos son dos: tener
instancias públicas potentes y con recursos importantes; y responder a la
nueva corriente del papel emprendedor de los Estados, para afrontar las nuevas
rupturas tecnológicas, el reordenamiento del capitalismo global, y el cambio
climático. Un Estado regulador y pasivo no sirve. El mercado omnipotente,
tampoco. Ambos han muerto. Hay un nuevo diseño de la gobernanza público –
privada – sociedad, porque está en marcha una nueva globalización, una nueva economía, una nueva ruptura científico tecnológica, y una nueva lectura de lo urbano regional.
5. Instituciones privadas al espejo. Existe una potente institucionalidad
regional privada en torno a la competitividad y la innovación, no obstante, esta debe
reflexionar en qué debe cambiar para impulsar un verdadero proceso de transformación
productiva del territorio, que complemente la idea de ciudad de servicios con
el desarrollo de nuevas actividades industriales sofisticadas para exportar por
avión. Una economía de servicios es posible si la respalda una economía
industrial inteligente y estratégica. La economía del conocimiento existe si
los dos sectores coexisten y construyen aguas arriba e irrigan sus impactos
aguas abajo. Entonces, esa basta red de
organizaciones debe acordar una especie de división del trabajo, porque no es
suficiente que conversen y estén todos en las mismas mesas y reuniones, porque
si no se deriva en la famosa frase: “los
mismos con las mismas”. Se dispone de un valioso capital humano y
organizacional que puede y debe dar más.
6. Movilidad del futuro. Los trenes movidos por energías cero carbono deben
sustituir las tractomulas. Estas pertenecen al mundo del carbono, a la economía
extractiva, al pasado. Entonces, la ALO debe tener como medio principal un tren
con tecnologías limpias, como parte de una red sostenible de Trenes de Cercanías.
Ciudad Salud Región. Proyecto abortado por la ineficiencia pública |
7. De la ciudad render a la ciudad real.
Parecía que
Petro dejaría lista la ordenanza para poner a andar al fin la Operación
Estratégica del Anillo de la Innovación. Pero no fue así por las razones que
sean. Bogotá no puede ser una economía del futuro si no desarrolla la nueva
ciudad, porque el Anillo es ante todo un proyecto de renovación urbana sostenible
y cultural con un distrito científico y tecnológico: el Innobo, articulado a la
Universidad Nacional, al nuevo CAN, y a la Ciudadela Sarmiento Angulo. De esta
manera se configuraría una ciudad de la ciencia, de la vida, de la cultura, de
los negocios del conocimiento, y del emprendimiento de alto impacto.
Edificio de Ruta N. Hábitat de innovación. Medellín |
8. No todo es virtual. Creerse el cuento de que ahora todo
es virtual, que toda la economía del conocimiento está deslocalizada a través
de las tecnologías digitales, y por tanto, que no se requieren infraestructuras que constituyan los nuevos referentes físicos como nuevos
hitos de la nueva economía, esconde temor y refleja las dudas como cultura para
dar el salto a la economía y a la sociedad del futuro. Los hábitats de
innovación son físicos y virtuales, los bienes y servicios, son físicos y
virtuales. Los centros de emprendimiento y de innovación, los centros de
investigación y las universidades, los parques tecnológicos empresariales, los
distritos tecnológicos, y las ciudades de la innovación, son físicas, se ven,
se tocan, se caminan, se viven (no son eternos renders), y están cruzadas,
conectadas y complementadas por una densa gama de instrumentos virtuales: redes, clusters, comunidades de aprendizaje, y aplicaciones innovadoras ilimitadas.
9. Reordenar el discurso. Nadie niega la importancia de la educación
como base del desarrollo social y económico. Pero, sobre qué objetivos de
sociedad y de Estado se mejora la educación? Como dice José Antonio Ocampo, el
desarrollo es igual a transformación productiva, entonces, es el avance del
sistema productivo y de la ciencia y la tecnología los que orientan y dan línea
para una educación de calidad. Si se reordena la jerarquía de los factores se
reordenan los enfoques para la educación, y esta mejorará sobre bases ciertas y
objetivos claros de largo alcance. Esto significa que las políticas de
desarrollo productivo y de ciencia tecnología e innovación de Bogotá, son tan
prioritarias como la de educación, y las tres conforman un conjunto que son la fuerza del desarrollo social y de la sostenibilidad ambiental.
10. La retórica social. Desde cualquier vertiente ideológica
y en todo modelo de crecimiento, lo social, ambiental y las oportunidades para
todos, están en la agenda y en la cabeza del discurso político y de los planes
de desarrollo. Sin embargo, el discurso social, ambiental y de las oportunidades está
determinado por la coherencia de las políticas de desarrollo productivo y del
conocimiento, que a su vez son consecuencia de instituciones que
miran la sociedad, el Estado, los
recursos naturales, intelectuales y culturales, y por tanto la economía, como un sistema
superior y equilibrado que conduce a esa cultura a lograr niveles de desarrollo
avanzados. Los subsidios per se son
costosos, insostenibles, y terminan degenerando y erosionando el tejido social.
Los subsidios son buenos si son transitorios y si detrás de ellos hay buenas
políticas de Estado para sacar a la población de la informalidad, de la limosna
pública y de la destrucción del medio ambiente.
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