miércoles, 28 de noviembre de 2018


LA PRODUCTIVIDAD EN EL PLAN DE DESARROLLO ¿UNA CONFUSIÓN NARANJA?

Una versión semejante está publicada en www.razonpublica.org.co


Está disponible la mamotrética versión preliminar del Plan Nacional de Desarrollo 2018 – 2022. No es fácil entrarle al texto, por su extensión y porque no hay un marco conceptual robusto y atractivo que creativamente resuelva la complejidad de su concepción.    

El plan se soporta en más de veinte pactos: tres estructurales: legalidad, emprendimiento y equidad; once transversales de distintos sectores, y ocho regionales.  Esta columna aborda el pacto del emprendimiento y de la productividad.

Vacíos conceptuales generan desorden conceptual

El gran problema estructural de la economía colombiana no es el déficit fiscal, ni la tasa de cambio, ni la inflación, ni las monumentales anomalías tributarias, es la tasa negativa de contribución de la productividad al crecimiento del PIB. Es decir, la productividad es tan baja que le resta puntos al PIB y por ello registra un constante crecimiento mediocre.

Entonces, la contribución al crecimiento viene del capital humano y del capital físico, pero no de la productividad, es decir, no de lo que produce, cómo produce, bajo qué factores fundamentales produce, y para que nuevos mercados produce. Si esto no está claro y en el frente de una estrategia del estado por la productividad, es imposible imprimirle velocidad  a la transformación de la estructura productiva con nuevas actividades (sin destruir las que ahora son las más competitivas), lo cual requiere de una acción combinada y simultánea entre transformación productiva, educación, fuerte actividad en ciencia, tecnología e innovación, infraestructura, mejores capacidades empresariales y gerenciales en torno a la I+D+i y la propiedad intelectual, dinamismo emprendedor en proyectos disruptivos y de alto impacto  con altos rendimientos crecientes con efectos difundidos en la economía, y en la transformación de la canasta exportadora.

Sin embargo, para Duque la equidad es igual a emprendimiento más legalidad, lo cual es insuficiente, porque la productividad es igual a transformación productiva + conocimiento + emprendimiento + legalidad + sistema de movilidad + desarrollo regional, y esta ecuación es la que despeja el camino a la equidad, porque la economía recibe más recursos para más y mejores inversiones y el estado puede elevar y distribuir mejor sus ingresos para mayores coberturas, más eficiencia y calidad en los servicios que presta.  

Si el plan de desarrollo convierte la productividad en un pacto nacional a través de las políticas de desarrollo productivo, de ciencia tecnología e innovación (CTI), y de emprendimiento, más educación, movilidad y sostenibilidad, lograría una estructura más organizada, coherente y creativa del plan para impulsar la productividad y lograr la convergencia de los actores para una mejor coordinación al interior de los sistemas de productividad y de innovación, de la nación y de las regiones. De esta manera será posible incidir positivamente en la equidad y en la legalidad, está última entendida como grandes arreglos institucionales para recomponer la descompuesta y desarticulada institucionalidad de estos días.


Cómo superar el problema conceptual

El Plan se la pasa hablando de la productividad pero tiene desordenada la estructura. Con timidez se menciona la política de desarrollo productivo (PDP) y es por eso que no se la ve por ningún lado. Si es la que viene del gobierno anterior, esa es una política sin ambición, que no tiene focos estratégicos como lo han señalado y sugerido expertos de otros países y como algunos de acá no dejamos de insistir. Entonces, hay un voluntarismo por la productividad porque la política de desarrollo productivo es como un fantasma, por lo cual la buena idea de focalizar las acciones del Programa de Transformación Productiva, de Innpulsa y de Procolombia, surge desprovista de una potente política marco. Es como tener aeropuertos sin torre de control. Aviones en tierra. 

Mejorar la productividad con esos vacíos conceptuales y de enfoque, hace que en el plan de desarrollo, la agricultura y la agroindustria anden colgadas del emprendimiento, las naranjas digitales por otro lado, la sostenibilidad donde están las energías, más allá, y a las industrias 4.0 las mandaron a ciencia y tecnología para crear centros de investigación en cada una de las diez áreas 4.0, sin antes diseñar una plan estratégico 4.0 como el que tiene todos los países avanzados y los emergentes inteligentes.

Sin embargo, lo más grave que tiene el plan, es que del resto de las industrias distintas a las 4.0 no se dice nada y por tanto tampoco de servicios de alta complejidad, cuando la industria y los servicios fueron la razón por la cual emergieron las industrias 4.0 en Alemania, y luego en Estados Unidos, después en China y ahora en todo el mundo. Es un hueco conceptual tan grande como el hueco fiscal que se inventaron Carrasquilla y los caprichos del gabinete de Duque. 

Así, todo se reduce a la economía digital, a la agricultura, la agroindustria y la minería, lo cual está bien, pero desaparecen las industrias avanzadas y los servicios de alta complejidad. Es decir, como si pensaran en una economía de commodities digitales adornados de naranjas culturales y creativas, desconociendo que el futuro del mundo son las industrias relacionadas con hardware: electrónica, bienes de capital de nueva generación, energías alternativas, aeroespacial, industrias del sistema de movilidad, nuevos materiales,…

En el plan se critica a Colciencias por no disponer de una política con áreas estratégicas para evitar la dispersión y el mejor uso de recursos escasos para investigación. Esta es otra equivocación de aproximación, porque no puede haber ciencia dirigida sin producción dirigida. Si las dos tienen focos dirigidos, las dos conversan, se articulan, cooperan y avanzan, y de la mano se llevan al emprendimiento, mejoran la educación, impulsan el desarrollo regional, hace posible la coordinación entre actores, aumenta la productividad y el PIB.


El pacto por el emprendimiento anuncia una política nacional de emprendimiento, pero aún no señala programas específicos ni metas para emprendimientos (start ups) disruptivos de alto impacto, y otros de menor complejidad. Escribí una columna en http://www.confidencialcolombia.com/ y en mi blog http://www.jaimeacostapuertas.blogspot.com/, donde digo que es posible un programa de 20-30 emprendimientos disruptivos en cuatro años; de 70 – 80 emprendimientos de alto impacto, y que ambos programas requieren 250 mil millones. Entonces, Colombia tendría las 100 empresas o start ups del futuro, más todas las que surjan de emprendimientos menos sofisticados, y el agregado de los emprendimientos sociales. También puede haber un programa de agrotechs y de pymes innovadoras, con lo cual este gobierno dejaría buenas bases para reestructurar la economía al año 2050.  
Las metas en emprendimiento son: fortalecer siete incubadoras de empresas, y seis aceleradoras de empresas, pero ningún parque tecnológico, ningún distrito digital, de la innovación, de las industrias de alta tecnología, de las 4.0 y de servicios de alta complejidad. Es decir, siete incubadoras para 32 departamentos, seis aceleradoras para 32 departamentos, y fondos de ángeles y de capital de riesgo para esas pocas incubadoras y aceleradoras. ¿Para los demás territorios qué? Con estos escasos ambientes para el emprendimiento, que por definición los coworking no resuelven, es imposible mejorar sustancialmente los pobres indicadores que en emprendimiento el mismo Plan señala: “..del 53 % de colombianos que en 2016 afirmó tener la intención de emprender, solo el 16 % lo hizo en realidad. Únicamente el 8 % de los colombianos hace inversiones que se pueden clasificar como emprendimientos. De este grupo, el 80 % aporta menos de cinco millones de pesos a una buena idea de negocio de un familiar, amigo o desconocido. La tasa de supervivencia de los emprendimientos es baja, pues sólo 6 de cada 100 emprendedores logran establecer un emprendimiento que sobreviva más de 3.5 años. Los esfuerzos para promover el emprendimiento han padecido de duplicidad de esfuerzos, baja asignación de presupuesto, y descoordinación (Banco Mundial, 2015)”.

En Brasil, las 350 incubadoras están en todos los estados, todas están incorporando la aceleración. El centro, base, espíritu y razón de ser del emprendimiento, es la incubación. Si esta se desconoce o soslaya, como en Colombia, los emprendimientos que llegan para aceleración son menos y no tan buenos. La tasa de muerte de los emprendimientos en Colombia es muy alta por problemas estructurales en la base teórica y de esta manera en el diseño y aplicación de una correcta política de emprendimiento. Además, porque las políticas complementarias (PDP y de CTI) son blandas o no existen, porque se ha privilegiado la competitividad a la productividad, el instrumento al concepto. 
      
Así las cosas, el portafolio de acciones e instrumentos que se presentan en el pacto del emprendimiento son instrumentos de una política de desarrollo productivo, que al quedar al abrigo del emprendimiento, que solo es un componente clave de esa política y por tanto de la productividad, los limita en alcance e impacto. En consecuencia, la política madre para elevar la productividad es la PDP, y en el Plan no tiene espacio claro, tal vez esperando el informe final de la OCDE.

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