EL
MUNDO, LA OCDE Y COLOMBIA
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Foto: Gabriele Siegrist |
En febrero de 2019, el
Centro para el Desarrollo de la OCDE, entregó al gobierno nacional el informe
de recomendaciones para la Política de Desarrollo Productivo (PDP en adelante).
La entrega del estudio coincide con la entrega al Congreso de la República del Plan Nacional de Desarrollo (PND en adelante)
2018 – 2022, para su revisión y aprobación.
La OCDE hace recomendaciones
valiosas, algunas de las cuales aún no se constatan en el texto del Plan, y por
eso es importante recabar en ellas, porque si no el pacto por el emprendimiento
y la productividad y su relación con otros pactos sectoriales o transversales (como
se conocen en el texto), y con los pactos regionales, tendrá problemas de
consistencia, viabilidad, aplicación, coordinación e impacto.
Las recomendaciones de
la OCDE se enmarcan en el estado del arte de la buena teoría del desarrollo y
de las políticas implementadas por países desarrollados y por economías
emergentes inteligentes. Con énfasis singulares, porque no hay dos naciones
iguales, todas han hecho fundamentalmente lo mismo: visión de largo plazo,
estado emprendedor, focos estratégicos en las políticas productivas y de
ciencia y tecnología para soportar el cambio estructural sostenido de la
especialización, y medidas macroeconómicas flexibles para financiar el
desarrollo.
Curiosamente, a pesar de
la teoría y de la evidencia de las buenas políticas de los países más adelantados
en materia de productividad, conocimiento, innovación y emprendimiento,
Colombia sufre de una especie de atrofia mental para entender y aprender de las
buenas prácticas, porque son temas reiterados como recomendaciones de todos los
estudios y evaluaciones de extranjeros
sobre la economía colombiana, y de la insistencia que hemos hecho algunos
analistas nacionales. Es una curiosa
actitud contra el sentido común para superar las seis C de su persistente
rezago: corrupción, crecimiento mediocre, cocaína, criminalidad, competitividad
y mirada de corto plazo.
1. Desarrollo
y paz. En los últimos 75 años, muchos países
avanzados y emergentes vienen de guerras devastadoras o de conflictos internos
inmisericordes. Esas naciones asumieron el desarrollo como la mejor estrategia
para superar los impactos de la barbarie. A Colombia le falta esto. La
resistencia a la paz de una parte de la población para cumplir con los
acuerdos, hace que Colombia no pueda sacar la cabeza de esa interminable saga
de violencia, atraso y debilidad institucional. Una nueva confrontación entre
el SI a la paz y el NO a la reconciliación está en marcha, por la resistencia a
darle vía libre a la JEP (justica especial de paz), con el fin de solapar el
genocidio de los falsos positivos que fue el aporte de la guerra de Colombia a
la historia de la maldad de la humanidad, porque las demás formas de una
terrible barbarie, ya las había vivido el país en la violencia de la mitad del
siglo XX y el mundo desde hace siglos. Con una situación permanente de guerra
latente, será imposible que Colombia adquiera la serenidad y la tranquilidad de
pensar y construir creativamente su desarrollo de largo plazo.
2. Proyecto
de nación y políticas de largo alcance. Esta es una de
las más importantes alusiones de las recomendaciones de la OCDE. Los
países desarrollados y los emergentes inteligentes, tienen proyectos nacionales
de desarrollo de largo plazo. En consonancia, disponen de políticas, de
estrategias y de programas, con visión y acciones de mediano y largo tiro. En
ese contexto, los estímulos económicos del estado no son el objetivo principal
de la política económica y de los empresarios, por eso las reformas tributarias
son estructurales y no efímeras como en Colombia.
En economías superiores, el objetivo principal
son las políticas de desarrollo y los acuerdos con las empresas en torno al
cambio en la especialización, el conocimiento, la innovación, el
emprendimiento, la propiedad intelectual, las empresas nacionales, y las
autonomías regionales, es decir, los arreglos institucionales que permitan
corregir fallas del mercado y del estado en pro de la productividad. A partir
de ahí aparecen en las mesas de concertación, entre estado y empresas, los
incentivos económicos. Ahora bien, los incentivos que hicieron viable el
desarrollo de la electrónica, de otras industrias y sectores antes de 1990, ya no
se pueden aplicar, y han sido sustituidos por incentivos dirigidos a financiar
la formación de recursos humanos, la inversión en I+D+i, las nuevas actividades
productivas, el emprendimiento, la propiedad intelectual, y el desarrollo
regional. Por esa vía, y no por otra, se logra la legalidad y la equidad.
3. Política de desarrollo productivo sin
focos estratégicos. Entonces, al no tener Colombia un
proyecto de nación, y por ende políticas de largo plazo, las actuales políticas
no tienen focos o misiones estratégicas para orientar por sendas claras el
desarrollo futuro. La experiencia en el mundo y en la OCDE, indica que los
países que van adelante disponen de orientaciones productivas estratégicas en
las políticas industriales y de CTeI, a la vez sincronizadas en sus enfoques y
propósitos que les permite conformar potentes sistemas nacionales y regionales de
desarrollo productivo y de innovación.
En
el Plan Nacional de Desarrollo se comete el error de asignarle al estado, a
través del gobierno nacional, el carácter de mejor regulador posible para
generar condiciones iguales para todos los agentes del mercado, porque desde el
nivel nacional no se quiere adoptar ninguna decisión de discrecionalidad
sectorial, o de misiones productivas estratégicas, y de un estado emprendedor, porque
la decisión de escoger sectores o actividades promisorias se las deja a las
regiones.
En
este sentido, cuando se mira en el texto del Plan los pactos regionales y sus
apuestas productivas, seguramente obedeciendo orientaciones del Ministerio de
Comercio Industria y Turismo en el gobierno anterior, y acogidas por el actual
gobierno, de ahí no se pueden extraer elementos robustos para concertar
decisiones que conduzca a identificar focos o misiones estratégicas para el
nivel nacional en la PDP y en la de CTeI. Todas las apuestas regionales dicen
agricultura, agroindustria, turismo, textiles, confecciones, cuero, y algunas
otra industria, pero no aparecen por ningún lado las industrias aeronáuticas,
aeroespaciales, la salud, las energías alternativas, la electrónica, los
sistemas de movilidad (salvo la región del Eje cafetero y Antioquia), las
industrias 4.0, y otras más. Es decir, las apuestas de las agendas regionales
se centran en el 15% del PIB con sectores estancados o de bajo valor agregado
(turismo, por ejemplo), y no del 15% en surgimiento y crecimiento, como sería
en industrias y servicios avanzados.
Como
dice la OCDE en su informe, esto obedece a la metodología de escoger a corto
plazo productos con base en la demanda del comercio internacional. Así, la tasa
de crecimiento proyectada para incrementar un 6% anual las exportaciones
manufactureras, es baja, dejando a la economía colombiana a expensas del
fracking. Una especie de segunda Venezuela. La OCDE recomienda que la meta debería ser de
al menos un 10% anual, que es una tasa decente, prudente, cuando se trata de
impulsar nuevas industrias, nuevos servicios. En el estudio que hice para ACIEM
donde se miró el crecimiento de largo plazo de la industria electrónica en 50
años, esta tuvo largos periodos de crecimiento en las exportaciones de los
países que decidieron promoverla (alrededor de 50, donde no está Colombia),
superiores al 15% y hasta el 20% anual. Ahora su promedio mundial de
crecimiento está arriba del 10%. Todas las industrias altec crecen desde hace
30 años, a tasas del 8, 9, 10 o más de promedio.
La
OCDE también recomienda que la PDP de Colombia debería tener focos estratégicos,
con un gran fondo de desarrollo. Por no tener focos o misiones orientadoras, es
que existen tres fondos que absorben la mayoría de recursos: agricultura, becas
doctorales, y fondo de regalías para ciencia y tecnología, los demás son fondos
sin fondos. Esto es por culpa del absolutismo de las políticas transversales,
que a su vez genera un universo inmenso de instrumentos dispersos, muchos desconocidos,
opacos y duplicados, como también lo indica el estudio del Centro de la OCDE.
Ese portafolio inagotable de instrumentos, los han traído los organismos
internacionales, o cuanto efímero tecnócrata pasa por el estado. De esa manera
la coordinación institucional, que es otra de las condiciones del desarrollo en
el mundo y en las buenas prácticas de la OCDE, Colombia no lo ha logrado en el
nivel central y solo en pocas regiones.
4. Desarrollo
productivo con una educación, una ciencia y un emprendimiento difusos
Al
tener problemas en todo lo anterior, la educación queda navegando en espacio
vacío, sin saber en qué y por qué debe impulsar y mejorar los programas, y la
ciencia y la tecnología en qué áreas tecnológicas concentrar los mejores
esfuerzos, y así también el emprendimiento tampoco tiene respaldo sectorial
promisorio para start ups y spin off disruptivos.
En
el mundo avanzado y en la OCDE, la articulación entre producción, conocimiento,
investigación y emprendimiento, con base en focos estratégicos - que van
cambiando o ajustándose cada cuatro, cinco o seis años -, está en la orden del
día, y eso les permite construir sólidos sistemas de desarrollo productivo y de
innovación. En Colombia esto no ocurre,
por eso el rezago en los indicadores internacionales de educación, ciencia,
innovación, emprendimiento, es evidente.
Siendo
el emprendimiento uno de los tres pactos estructurales del PND 2018 – 2022, es
necesario corregir los aspectos referidos, para que las buenas intenciones y la
necesidad de impulsar una cultura empresarial avanzada, y lograr las ambiciosas
pero posibles metas, se hagan realidad.
Recomendaciones
para el Plan Nacional de Desarrollo
Darle
un marco de largo plazo al Plan, para que sea el avance a un proyecto nacional
de desarrollo de largo aliento, que deberá ser un objetivo principal del
próximo gobierno nacional. Las 1666 páginas del Plan, que parece un número
esotérico o el título para un cuento, no tiene un comienzo conceptual robusto
que invite a su lectura.
El Plan está cerca de tener focos o de misiones
estratégicas. Dice que se impulsarán las industrias naranjas, las industrias
4.0, la agricultura, y alude de manera tímida a las manufacturas avanzadas. No
obstante, a partir de ahí se está cerca para hacer un ejercicio inteligente de
especialización estratégica del nivel nacional, el cual deberá estar listo en
este 2019, junto con las políticas de ciencia y tecnología y de emprendimiento.
Las apuestas productivas de los pactos
regionales sirven poco para el propósito anterior. Si desde la nación ya se perfila
una especialización más orientada, entonces, un nuevo ejercicio con las
regiones es necesario, adoptando una metodología que apunte al largo plazo, recogiendo
y haciéndolo con las Comisiones Regionales de Competitividad Ciencia,
Tecnología e Innovación (CRCTI), los cuales, de paso, son un club de
conversación, porque no tienen herramientas de ejecución.
Se recomienda reemplazar productividad por
competitividad en el nombre de las políticas y de los instrumentos. Creo que la
idea per se que sobre valora la competitividad, se volvió un discurso atrofiador, pobre, sin
ambición, en el cual ya nadie cree ni quiere luego de 30 años de uso, abuso y
al final poco, porque privilegia el presente y relega el futuro. Colombia cedió
en los TLC los sectores del futuro por culpa de la competitividad, mientras los
países avanzados tienen en el frente de los conceptos y de los objetivos, la
productividad.
Los pactos transversales son lo mejor del Plan,
y ahí está parte de la idea de unos focos estratégicos inteligentes para el
desarrollo de la producción, del conocimiento, de la innovación, el
emprendimiento, y la equidad.
En
el Plan se dice que el presidente de la República estará siempre atento y hará
presencia en la evolución de la PDP y de CTeI, a través de la Alta Consejería
en cabeza de Carlos Enrique Moreno, que fungirá como una instancia superior de
coordinación, lo cual es una buena cosa, no solo por su capacidad, sino porque
los presidentes deben estar al frente de la agenda por la productividad durante
unos años, mientras los otros actores cogen la rienda.
Próxima
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Reflexiones para el Plan Naconal de Desarrollo de Colombia 2018 - 2022
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