BOGOTÁ ¿UNA CIUDAD INTELIGENTE?
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Foto: Gabriele Siegrist |
A través de las artes, de la arquitectura, del
urbanismo y de las ciencias sociales, se debería hacer una monumental muestra
de todos los renders y de todos los errores que en materia de movilidad ha sufrido
la ciudad con su sistema de transporte masivo, incluidos los efectos
colaterales, como: la explosión exponencial de motos en los últimos años, un
aire cada vez menos respirable, y un proceso de urbanización extendido pero no
pensado y planificado.
Desde el tercer año de la administración de Lucho
Garzón, cuando Carmenza Saldías dejó de ser la secretaria de Planeación, la
ciudad vive un calvario de malas decisiones, sumadas a una cultura de la
ineficiencia y seguramente de favores y problemas escondidos que la ciudadanía
no conoce pero que sí los padece.
Nada avanzó o nada se perfeccionó: ni el transmilenio,
ni las iniciativas de tranvía, tren, metro, el transporte por cable, autopistas
de entrada y salida de Bogotá, ni tampoco grandes vías ni la construcción
continua de grandes puentes en intersecciones caóticas, porque no saben que
harán al final con ciertas troncales: metro, autopistas con peaje o
transmilenio.
He medido en varias oportunidades el tiempo de mis
desplazamientos del norte de la ciudad a Chapinero y al centro, y la velocidad
promedio no supera los doce kilómetros por hora, y cada vez se acerca más a los
diez. Los sistemas de movilidad son la suma e interacción de distintos medios y
no solo de unos y la falta de otros, por eso la red de ciclorutas cuyos avances
se deben reconocer, es insuficiente.
La ciudad va tan atrasada en movilidad, que los
candidatos a la alcaldía de Bogotá, saben que deben priorizar, sin embargo, esa
sinceridad les puede costar votos porque dejan por fuera otros proyectos igual
de urgentes que reclama una ciudadanía desesperada, permite anticipar el
peligro de una nueva sobreoferta de proyectos que no serán posibles, como
ocurrió con Peñalosa, que no hizo ni una troncal. Entonces, las candidatas y
los candidatos debe ser serios, explicar a la ciudadanía la situación y decir
lo que realmente harán en cuatro años, porque la ingeniería Colombia está
rezagada, la burocracia es lenta como tortuga, y la destructiva corrupción siempre
al acecho.
Del rezago que todos sufrimos, veamos solo la más
reciente de todas las equivocaciones. La administración de Petro concibió con
privados el desarrollo de la calle 100 con carrera séptima. El exalcalde tenía
la idea del metro subterráneo que llegaría hasta la calle 127, y una solución
complementaria con alguna idea de transporte masivo avanzado a partir de una
renovación urbana del sector que viene ocurriendo de manera acelerada y desordenada.
Por eso, el proyecto ALDEA contemplaba espacios subterráneos para buses del
sistema masivo.
Llegó Peñalosa, tumbó las iniciativas de Petro para el
eje oriental, generando un conflicto con
el proyecto de renovación urbana de El Pedregal, como se conoce este plan zonal para una iniciativa
público privada. ALDEA está paralizado cuando debería estar listo en septiembre
de este año, y no va ni por la tercera parte. Es la razón por la cual la Procuraduría
General de la Nación ordenó suspender la adjudicación de la troncal de la
séptima, hasta tanto no se armonizaran los dos proyectos: ALDEA y Transmilenio,
para lo cual las dos partes tuvieron
tres años largos años y no lo hicieron. Es decir, el problema se lo iban a
dejar al siguiente alcalde o alcaldesa: irresponsables y mala clase.
Ahora bien, lo deseable es que pronto empaticen los
dos proyectos y la ciudad haga la troncal de la séptima, y la siguiente
administración realice los ajustes en ciertos tramos, donde el problema mayor
está entre las calles 32 y 100, porque la candidata de Uribe ya dice que por la
séptima debe ir un tranvía o un tren, y no demora en aparecer algún otro
candidato diciendo que la solución son drones y platillos voladores; o buses, automóviles, motos y bicicletas con alas. La movilidad por el eje oriental es mucho más pero
mucho más que la carrera séptima porque todo el borde oriental está saturado y requiere de una
intervención inteligente, sostenible y revolucionaria. Dicen que es el corredor de los estudiantes, pero más parece el muladar de los estudiantes. Y llevan cuatro años y no acaban de hacer las obras de once escasas cuadras para peatonalizar la séptima en el centro. El eje de la calle 72 quedó a medias, la séptima, entre las calle 106 y la 127 es un paso vehicular imposible, más rápido se lo cruza a pie que en automóvil o en bus.
Esta situación, que solo alude a un corredor de la
ciudad, es uno de los tantos que tiene Bogotá, y remite a otro problema, aun
mayor que el anterior, y se refiere a los problemas de una pobre planeación
de la ciudad en los últimos trece años, la cual está tan rezagada, como
atrasado va el sistema masivo de transporte.
Bogotá crece y crece y no para de crecer, y no hay una
propuesta para crear nuevas ciudades dentro de la gran ciudad. La razón es
sencilla, porque el transporte masivo se piensa sin desarrollar la economía por
donde circula, por eso la Autopista norte es un cumulo de actividades sin
concepto de especialización, peor la Caracas de la calle 76 hacia el sur, no se
diga la carrera 30, ni las otras troncales, incluida la calle 26. Lo peor que le puede suceder a la ciudad es
un nuevo POT bajo Peñalosa, porque él no entiende de ciudades inteligentes ni
de una economía de industrias inteligentes ni de la vida
inteligente en un territorio inteligente hacia el 2050.
Pensar las ciudades de las industrias del futuro es pensar en una ciudad
del futuro con un urbanismo del futuro para unos ciudadanos del futuro. Medellín es la ciudad da la innovación,
Bogotá debe ser la ciudad de la cultura y de la inteligencia, porque la única manera
de recuperar el tiempo perdido es dando un salto cualitativo y de visión.
Entonces, solo nos hemos referido a dos grandes temas estructurales –
movilidad inteligente y sostenible y ciudades inteligentes de la gran ciudad -,
para decir que los errores e incumplimientos de las últimas administraciones en
materia de movilidad ha tenido efectos negativos en el desarrollo urbano y en la especialización de la ciudad por ciudades. Esto
debió ser primero, resaltando que sí han existido proyectos de este tipo, y son renders para la gran exposición de la ciudad que no fue pero que
aún puede y debe ser.
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