jueves, 27 de febrero de 2020


COLOMBIA: MAL GOBIERNO, LA 

PROTESTA Y LA POLÍTICA

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Foto: Gabriele Siegrist
Todos los gobiernos hacen algo bueno, aunque unos más que otros, por eso el país anda a tumbos pero anda.

El mal gobierno

Duque estará haciendo una que otra cosa buena, pero nadie ve o no quiere ver, como los avances de las 4G. No conectó con la ciudadanía, la gente no lo quiere, miente y recula sin escrúpulos, la gente se burla o le produce fastidio. Se silencia ante problemas graves, y decide mal nombramientos estratégicos. No conectó porque desde el primer día mostro que sería un mandatario de bolsillo de un expresidente que Colombia no quiere ver más.

La política exterior es un hazme reír internacional y un hazme reír en Colombia. La política de seguridad, tenebrosa e ineficiente contra el paramilitarismo y el narcotráfico. Cambió la cúpula militar que se había preparado para el postconflicto, y trajo a cuestionados oficiales, tanto que uno ya se fue, y el que lo reemplazó le rinde homenaje a uno de los asesinos más grandes de Colombia.

Mientras tanto asesinados a diario líderes sociales, excombatientes de las FARC, defensores de derechos humanos y defensores de la naturaleza. No pasa día sin un crimen político o social en las periferias de Colombia. Un ejército de casi trescientos mil hombres fue incapaz de dar seguridad a siento sesenta desmovilizados en la zona de Ituango, que tanta maldad y tantas preguntas esconde.

La política económica, con un mediocre 3% de crecimiento, mejor que el promedio de América Latina, está en la franja del 2.5 al 3.5% de crecimiento que los organismos internacionales consideran es la franja de una economía mundial en alerta naranja, por el descenso sostenido del comercio internacional,  la ralentización de la economía de consumo por el calentamiento global y la inequidad, y ahora también afectada por las alarmas del coronavirus.

El crecimiento de Colombia tiene mucho de espejismo por el capitalismo criminal, como se conoce técnicamente a todas las economías ilegales (corrupción, narcotráfico, lavado de activos,......), y también sostenido por el trabajo de campesinos y empresarios, tiene por delante un futuro incierto no solo porque las cuentas internacionales están descuadradas, sino porque la reforma tributaria les dará a los milmillonarios sesenta billones de pesos en cuatro años, a cambio de nada. Desde lo económico es el punto más grave e irresponsable del mal gobierno, porque las brechas de desigualdad aumentarán, y porque la productividad es negativa desde hace treinta años dado que las estrategias de competitividad y de transformación productiva han fracasado, entonces, la innovación y la equidad no han venido de la mano de cambios en la producción.

Los recursos que recibirán los milmillonarios por la mal llamada ley de crecimiento, eran los recursos para las reformas pensional, laboral y otras, y multiplicar los presupuestos de agricultura, industria y servicios de alta complejidad. Si Colombia quiere desarrollarse debe darle una vuelta a la distribución del presupuesto nacional, lo cual solo es posible si el estado cumple con los acuerdos de paz, parte engavetados, parte desfinanciados, y parte en ejecución. El ministro de Hacienda ya dijo que al gobierno le faltaban 50 billones y que se necesitaba subir más los impuestos. Esos 50 billones son un poco menos de los que le darán a los milmillonarios.     

Una reforma pensional en estos días solo sirve para una acción de menor alcance, porque con la economía de ahora es imposible reformas más profundas y equitativas que incremente la población con derecho a pensión. En Brasil, los recursos para pensiones son el 12% del PIB y cubre al 80% de la población, en Colombia es del 3.5% y solo alcanza para el 25%. Además, la tal bomba pensional no existe, porque Colpensiones administra el 34% de los fondos que cubre al 62% de pensionados, en su mayoría de un salario mínimo.     
La idea de reforma laboral para el trabajo de dos horas, es otra muestra de inequidad, ineficiencia y baja productividad de la economía. En vez de generar estímulos para generar nuevas oportunidades empresariales y de trabajo, se insiste en el patrón de precarización que le resta capacidades y potencialidades al recurso humano. De esta manera, las reformas pensional y laboral deben entender la movilidad laboral que hoy se tiene, y estimar qué se puede hacer con una economía que crece 3% y como sería con una economía creciendo al 5 o 6%. Esta sería la gran conversación nacional.  

Así las cosas, Duque resultó mal gobernante, con mal equipo de gobierno en ministerios claves, y con un plan de desarrollo desbordado por la protesta ciudadana porque no soluciona problemas estructurales. Además, le falla a la paz, condición principal para la estabilidad, el bienestar y el progreso. 

¿Sigue la protesta?

El paro del 21N y los días que inmediatamente siguieron nos hicieron soñar que un país asustado e indiferente estaba despertando. El gobierno que había anticipado y vilipendiado el paro, se asustó y a la carrera armó una “conversación nacional” en los temas que consideró y los cuales pocos coincidían con los trece puntos de la protesta.

Duque dividió al país, entre los del siempre y los del paro, en vez de unirlo para consensuar una agenda hacia una verdadera conversación nacional para el presente y sobre todo para el futuro del país. No lo hizo y esa conversación de la derecha y de la ultraderecha avanza a la velocidad que el gobierno considere para ganar tiempo y neutralizar la protesta.

Mientras tanto los líderes del paro, ubicados en el centro y la izquierda, nunca imaginaron la espontánea e inmensa expresión ciudadana, que está por encima de cualquier preferencia política,  por eso los cogió con los trece puntos a medio armar y con los cuales pretendían negociar con el gobierno.

Pasaron los días, llegó diciembre, dejaron un cuaderno con ciento cuatro propuestas, algunas imposibles, y se fueron de vacaciones. Cuando regresaron descansados, en la primera reunión para programar la protesta del 2020, se cogieron a golpes, porque las mañosas organizaciones sindicales y los pequeños saldos de la vieja y dogmática izquierda, se quisieron tomar el liderazgo del paro, obstaculizando el ingreso a quienes no hacían parte de sus cuadros. Ahora la protesta anda dividida.

Si no media una reflexión pensando primero y siempre primero en el país, la gente no volverá a las calles, a las plazas, al cacerolazo, a nutrir con posiciones inéditas la protesta, mientras los otros siguen con las consignas de siempre: “ el pueblo unido jamás será vencido”. Tampoco los partidos alternativos o independientes han asumido una posición unificada, potente y sostenida, para transformar y renovar con nuevas perspectivas el discurso político, la agenda nacional y la agenda electoral.

La protesta tuvo la iniciativa, también los partidos y movimientos alternativos, pero la perdieron y la pelota está en la cancha del mal gobierno y sus aliados. Sin embargo, las demandas que sacó adelante el paro, fueron un logro, no obstante, estos procesos políticos y sociales no pueden parar, más bien unificarse, organizarse, revisarse, profundizar, sostenerse y crecer, porque las victorias tempranas pueden ser pírricas mientras las victorias grandes hay que saberlas avizorar, construir y sostener.

Cometieron un error político inmenso, se desmovilizaron en la semana que se aprobó la reforma tributaria. Esa hubiera sido una gran victoria política, pues era la prioridad. Medio llenaron la plaza de Bolívar un lunes, y nunca más volvieron. Mientras los de siempre han trabajado en silencio para volver a sacar del cajón las reformas que en noviembre negó el presidente: la pensional y la laboral, creyendo que la protesta se desdibujó y no volverá.

Si el Comité del Paro piensa que el liderazgo de la protesta es de ellos y de nadie más, la mayoría de los que salieron en noviembre no volverán a salir. La democracia representativa está agotada, por lo tanto la representación a la ciudadanía, también. La participación es parte central de la protesta.       

¿Y los partidos políticos qué?

La casi totalidad de los partidos tradicionales y sus derivados, están con el gobierno, los alternativos o independientes están con la protesta ciudadana, sin embargo, la dimensión del paro de noviembre y de comienzos de diciembre, también los sorprendió. No eran los portadores del reclamo ciudadano por la equidad, dignidad, cambio climático y la paz, solo parcialmente, aunque algunos habían registrado en sus visitas a las regiones, que el malestar en la gente era grande, que los jóvenes miraban su futuro con pocas perspectivas, y los de mediana edad con demasiadas incertidumbres.   

Duque se atrincheró con los gremios y con los partidos de la derecha y de la corrupción, formó un solo cuerpo, como siempre lo hace la derecha, por eso ganan elecciones e imponen las reformas que les conviene. Mientras tanto, la protesta y los partidos independientes o alternativos, emocionados sí, sumándose a las marchas también, y moviendo las redes sociales, pero sin lograr configurar un bloque que le diera más solidez a la protesta para profundizar en la consistencia y alcance de las demandas y de la movilización.

Lo cierto es que el debate político por la presidencia en el 2022 arrancó, pues es la única manera que el mal gobierno no se apropie de todo el espacio político nacional. El paro hizo evidente necesidades y anhelos de las clases medias, de los jóvenes, campesinos, y las preocupaciones de los mayores. Quien sepa escuchar, recoger y elaborar para construir un discurso político consistente, nuevo, tra
nsparente y de largo alcance, ganará la presidencia. Es la hora de nuevas narrativas para una nueva sociedad

     



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