COLOMBIA DESPUÉS DE URIBE
Por la desgracia infinita de
éste país, fue su presidente, y desde hace más de treinta años figura de un
sistema político y de una economía donde la plata mala se mezcla con la buena,
en una sociedad en su mayoría de gente buena y alguna bastante mala.Foto: Gabriele Siegrist
Once investigaciones penales
tiene en curso Uribe en la Corte Suprema de Justicia, y en otras vinculado como
en la de su hermano Santiago con el caso de los Doce Apóstoles. Entre algunas o
entre todas posiblemente hay conexidades porque son hechos de la misma trama que
relaciona política, narcotráfico y paramilitarismo, siendo la reciente
investigación por falsos testigos la menos grave de todas, y la cual no tiene conexidad
con el conflicto armado al cual se quiere asociar con el fin de distraer al común
ignorante: pobres, clase media o ricos.
Uribe debe decir la verdad
en la Corte Suprema de Justicia - como presidente que fue de la nación -, por
obligación constitucional y respeto a sus instituciones, y por esa patria que tanto
dice amar. Su verdad destaparía otras situaciones ocultas, porque si bien es la
cabeza visible, seguramente habrá cabezas ocultas que lo empoderaron.
Ascenso
y caída
Aglutinó un país
ultraconservador, de baja cultura política, con poca y mala educación, y
defensor de un modelo económico feudalista, especulador, capturador de rentas y
no generador de valor económico, empeñado en la desindustrialización por la
cantidad de TLC desventajosos que él firmó para ganar la confianza inversionista
de multinacionales explotadoras de economías de enclave y no para atraer
inversiones en industrias y centros de investigación que son los que contribuyen
a construir una economía emergente dinámica, inteligente, innovadora, sostenible
y equitativa, en el siglo XXI.
Se fue del partido liberal
porque se dio cuenta que ser conservador y de ultraderecha le daría la
oportunidad de ser presidente. Observó que a más conservador se mostrara más
gente lo seguiría, más ignorantes captaría, más polarizaría el escenario
político, y más fragmentaría a la oposición, tanto que el centro y la izquierda
parecen como si unos fueran de ultraderecha y los otros de ultraizquierda,
mientras él por el camino del medio entraba y ganaba. El triunfo del NO a la
paz y el triunfo de Duque fueron victorias de él y la derrota de los demás.
Tal como fue estructurada la
decisión de la Corte Suprema, por una denuncia de locos contra el senador
Cepeda, y si llegan a ocurrir decisiones desfavorables en las otras
investigaciones, será el último aliento del uribismo, y ojalá de la
ultraderecha y su mano negra, porque estos no pueden ser actores perpetuos en la
vida política de este país, porque eso es dictadura o seguridad democrática
en el jerga de Uribe, y no democracia en el idioma de la humanidad.
ÉL episodio judicial que
asombra al mundo, es alucinante porque fue un montaje lleno de odio, cero
verdad, cero inteligencia y total desquiciamiento jurídico que me hizo recordar
otra estupidez histórica de la derecha de este país. Cuando el abuelo de Paloma
Valencia, el expresidente Guillermo León Valencia, ordenó bombardear al último
reducto guerrillero de la violencia que empezó a germinar en el golpe de Pasto
al presidente López Pumarejo en 1944. Ese puñado de campesinos liberales
armados pedía una zona de reserva campesina para desmovilizarse, pero se la
negaron. De esa equivocación nacieron las FARC, y ya sabemos la demencia que se
desató. Ahí se desdibujó y para siempre,
el Frente Nacional, y de ahí resultó más adelante Uribe.
Pero este fue mucho más allá
de reducir a las FARC que fue para lo que Colombia lo eligió. El poder lo desorbitó
y se llevó por delante cientos de miles de vidas campesinas y de humildes
ciudadanos. Atropelló las instituciones y la constitución cuantas veces le dio
la gana.
En la medida que Colombia
supere su fatalidad, será posible empezar a construir una nación avanzada que supere
setenta años de dolor, inequidad, centralismo, abandono de las periferias
urbanas y de toda la periferia rural, y de dependencia tecnológica y
desindustrialización.
A Corea, Taiwán, Singapur,
les ha tomado setenta años alcanzar el desarrollo en un ambiente de paz.
Polonia y otros países de la Europa del este, llevan treinta años de
construcción de capacidades y desarrollo de industrias avanzadas, y les faltan
otros treinta sólo para alcanzar a la Corea de hoy. A Colombia le tomará más de
medio siglo en ser la Corea 2020, cuando en 1960 era más.
Corea exportó en 2018, 450.000
millones de dólares en bienes industriales, Polonia más de 245.000, y Colombia
sólo 15.000 millones en exportaciones distintas a las minero energéticas. Éste
es el legado que deja una política ligada al extractivismo, a la corrupción y al
narcotráfico. Esta es la cohesión social de Uribe, que es
distinta a la de los países mencionados y muchos más: el desarrollo conduce a
la cohesión social.
La Colombia
que viene
Las fuerzas alternativas deben
centrarse en proponer un nuevo país, con un nuevo discurso político y programático
que supere desde la argumentación y las propuestas las ideas de Uribe, cuya
fundamentación es débil, pero que supo usar y convertir en un programa para
incautos y desesperados con las FARC, y para los que tomaron caminos equivocados
porque no tenían más oportunidades. En parte, Uribe fue consecuencia de una
dirigencia incapaz, indolente y atrasada.
Si las fuerzas alternativas piensan
su propuesta para los cuatro años siguientes, y no los cuatro años siguientes
como base de un proyecto de largo plazo, no le harán bien a Colombia, y la
gente los verá como más de lo mismo, y en las urnas volverá a cometer errores,
uno tras otro.
Sin embargo, Uribe es lo de
menos. Lo importante es atender la economía y el mal modelo que tiene, la
corrupción, la inequidad, el narcotráfico, la violencia de género, y la
depredación de los recursos naturales, como factores internos; y la crisis del
capitalismo de mercado, la inequidad y los desequilibrios entre ricos y pobres
en el mundo, entre países avanzados y los que parece que nunca se desarrollarán
como Colombia, el calentamiento global, y los efectos del covid, como factores
externos. Esos son los problemas y los desafíos monumentales de Colombia. Es la
responsabilidad que tienen los políticos alternativos, los empresarios, los
emprendedores y los innovadores, la academia y sus investigadores, los artistas
y la cultura, los analistas y los medios, asumir esos desafíos y no detenerse
en un personaje que no es una nación.
El empresario que se
necesita
¿Por qué la inmensa mayoría
de empresarios son de derecha y ultraderecha? ¿Por qué hay tan pocos de centro
o si se quiere liberales, y ninguno de izquierda? Pregunto porque nadie está
protestando en el mundo ni en Colombia por el fin del capitalismo, porque esas
ideas murieron hace treinta años.
No obstante, la equidad es
un concepto que atormenta a los empresarios colombianos, que les produce
pesadilla con feroces enemigos que les quitan todo, cuando la equidad lo que trae es un
capitalismo humano y sostenible, más grande, inteligente e innovador, más
seguro, menos fragmentado en lo social, cultural y racial, y si se quiere, un
modelo donde la propiedad privada no se negocia, pero sí se fortalecen los
derechos colectivos a través de un estado más responsable con los objetivos de
una sociedad justa, de una ciudadanía empoderada de su destino, y de una
economía orientada a la productividad y a la generación de valor económico, amiga
de la creatividad, del conocimiento, de la innovación, y de los nuevos
emprendimientos para un desarrollo sustentable, avanzado y equilibrado. La
equidad ha sido unos de los objetivos y logros de los países avanzados y
emergentes, sin ella no hay desarrollo ni crecimiento alto y duradero.
El futuro de Colombia no es
ni el castrochavismo, ni el uribismo, ni el neoliberalismo. Son categorías de
la estupidez vivida, son rezagos para tener a la sociedad amarrada al pasado y sin
esperanza en el futuro. El capitalismo del tipo que han creado personajes como el
de esta columna, no es el capitalismo de la sociedad siguiente.
Sin él en la política, Colombia
tendrá tranquilidad para construir una sociedad distinta, para que la
corrupción no siga destruyendo
instituciones y la justicia no continúe siendo un océano de impunidades, que la
maldita violencia no siga acabando con la vida de líderes y campesinos defensores
de sus derechos y nada más, los macroeconomistas no hagan más reformas
tributarias para quitarle a todos y darles a pocos, y ganaderos, agricultores,
mineros, narcotraficantes y disidencias arrasando selvas, páramos, ríos y
bosques, agotando las fuentes de vida de las nuevas y las siguientes
generaciones.
Gracias Jaime Acosta, muy buen articulo. Nos invita a pensar que sí hay un mundo más allá del que conocimos y que está hoy en reacomodo, ayudado por C19. Debemos superar el país donde "el que piensa pierde", "el que la hace NO la paga" y "el que TRABAJA SI come paja" y construir uno en el que "todos ponen para que todos tomen". Álvaro Suárez Zúñiga.
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