¿DEMOCRACIA O TIRANÍA?
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La productividad criminal
y de corrupción de Colombia es de las más altas del mundo mientras la
productividad de la economía es de las más bajas en la globalización. Entonces
¿qué Estado y qué sistema político se tiene? Escasa democracia real y poca economía
de la innovación para un desarrollo sostenible con paz y equidad.
La minga pone el pecho por todos
Centenares de indígenas
asesinados y miles de desplazados parece no ser razón suficiente para que el ocupante
de la Casa de Nariño los escuche y parar un genocidio en marcha. La minga no
pide plata, pide que se respeten los acuerdos de paz, que no asesinen más
indígenas y que el estado haga real presencia con sus fuerzas militares porque
nunca están cuando los asesinatos ocurren, tampoco llegan a neutralizar a los sicarios,
y de la policía ya se sabe que poco están para la gente. Mientras la minga viaja
a Bogotá en los campos siguen asesinando indígenas, excombatientes y líderes.
Al final nadie sabe quienes son los asesinos porque el gobierno señala unos
grupos y omite e inventa otros.
El Cauca y toda la región
del Pacífico sufre una violencia despiadada siendo un territorio de una inmensa
y espectacular diversidad, rica en recursos naturales, mirando al océano del
futuro y la gente esperando oportunidades
para desarrollar sus potencialidades. Sin embargo, hay latifundistas
retardatarios y violentos, narcotraficantes desalmados, gobernantes y políticos
aliados que bloquean el desarrollo y la convivencia pacífica.
La lucha contra el
narcotráfico no es sincera porque es un negocio internacional que no interesa
acabarlo ni reducirlo a sus mínimas expresiones en Estados Unidos, en Colombia
y en ninguna parte. Sin la cadena de los cultivos ilícitos el efecto económico del
covid sería peor en éste país.
Los infiltrados inventados
Hay una estrategia
ideológica para distraer la atención, atraer ignorantes y hacer lo que les da
la gana con el estado, la gente y los territorios. Cuando la protesta emerge viene
la represión. Se conoce de vándalos prefabricados en las ciudades que se hacen
pasar por terroristas, y cuando del campo se trata el gobierno dice que son el
ELN y las disidencias de las FARC los que están detrás de la protesta y de los
muertos. No es la pobreza, la ausencia de estado, la falta de democracia y las
trampas a la paz. No, según la doctrina de Trump, Pence, Pompeo y Uribe, son
los terroristas castro chavistas, rebautizados socialistas. Afortunadamente llegan
Biden y Harris.
Interpretando a Duque, al
ministro de defensa y al director de la Policía, si lo ocurrido el 9 de
septiembre en Bogotá fue pensado y ejecutado por el ELN y la disidencia de las
FARC la ciudad ya está en su poder y sólo falta que la alcaldesa les entregue
la llave de la capital. Si también tienen infiltrada la minga, entonces el
lunes 19 llegan a Bogotá, el 20 van a la Plaza de Bolívar, y el 21 Duque
entrega la presidencia a un enemigo invisible porque no hay nadie con ese propósito
y poder. Mucha mentira y bastante manipulación con el fin de ocultar tanta
corrupción y justificar tanto fascismo.
La Andi
Bruce Mc Master dijo que
la minga era un obstáculo para la reactivación económica, lo cual muestra que les
importa un carajo la vida de los indígenas y de otros colombianos vulnerables y
abandonados a su suerte; y de sus comentarios también es posible inferir que podría
haber represión y no un discurrir tranquilo de diez mil marchantes que pueden
ser veinte, treinta o cuarenta mil en una ciudad de ocho millones de
habitantes. Si la minga llega a la Plaza de Bolívar sin Esmad y sin la perturbación
de vándalos prefabricados, no sucederá nada malo, entonces el congreso y Duque podrán
recibir a los mingueros para escucharlos y darles inmediatas soluciones.
Que la economía esté
primero que la vida es propio de un país donde la violencia no duerme hace
27.500 días. McMaster expone lo que piensa el empresariado en un país
fraccionado, sin conciencia social y escaso de humanidad, inseguro y sin rumbo.
No hay excusa para
bloquear a la minga y la protesta apelando al covid porque hace rato la gente
ya volvió a las calles, a los trancones, a los centros comerciales, a
cafeterías y restaurantes, a los parques y a las grandes superficies.
El futuro se construye
con la ciudadanía
La gente está indignada, le
mortifica el presidente, cada vez menos quieren saber de Uribe, tampoco de
liberales y conservadores decadentes y de sus partidos derivados, y no quiere
periodistas y dirigentes gremiales comprados y adoctrinados. A la gente poco le
dicen los políticos porque están en garroteras electorales y no asumiendo el
liderazgo que ahora Colombia necesita y exige. La gente está desamparada
mientras su angustia vital aumenta. Sólo Fajardo ha estructurado hasta ahora una
propuesta en educación y empleo para que Duque tome de ellas lo que considere para
ayudar a superar los impactos del covid.
Quienes podrían blindar la
protesta de desmanes son los políticos en la calle conversando con la gente para
que la protesta sea enorme, pacífica, propositiva, transformadora y democrática.
A la gente no se la debe desamparar tres años y solo volver a ella cuando se
necesita su voto, menos en estos tiempos de incertidumbre y de crisis nacional
e internacional y de un mal gobierno soportado en un partido que nada tiene de
centro y menos de democrático.
La democracia se construye y defiende con la gente y las
tiranías se piensan y arman en contra de la gente.
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