REBROTA LA LOCURA
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Foto: Gabriele Siegrist |
El asesinato del
profesor de historia de la Universidad Nacional de Medellín me ha conmovido por
la manera tan salvaje como lo asesinaron días después de haber publicado una
durísima critica al Grupo Empresarial Antioqueño GEA a partir del escándalo con
EPM por Hidroituango.
No puedo inferir
una relación en los dos eventos - porque me cuesta trabajo pensar que alguien
de ese conglomerado empresarial, a pesar de que atraviesa por una crisis de transparencia
y eficiencia de su modelo de gobierno corporativo en EPM, sea capaz de ordenar
tal atrocidad -, por eso aludo a una infeliz coincidencia.
Sin embargo, en
Colombia este tipo de coincidencias muchas veces no son fortuitas, han sido
deliberadas. Nuestra historia de los últimos setenta años tiene numerosos episodios
de esas características, porque la protesta individual, colectiva, la crítica y
la oposición política e intelectual, han sido reprimidas con violencia extrema.
Paz sin Nobel
Apoyé y voté por
el SI a la paz, por convicción de social demócrata nacido en las ideas
liberales, por lo tanto, no soy fascista, conservador o comunista, es decir, ni
uribista ni castrochavista. Apoyé al SÍ porque nací en la primera violencia y
viví la segunda, entonces, quería en estos últimos años abrazar la paz. Santos
fue grande en negociar el acuerdo y pequeño con el plebiscito por eso en parte
es culpable de que el proceso corra peligro en manos de Duque.
Santos juega ahora
con sus nietos, comparte con su familia, pero no se le ve asumir mayor papel
como Nobel para salvar el proceso. Da entrevistas, declaraciones, va a foros, escribe
libros, y uno que otro Twitter en defensa del proceso. En todo caso hay que
decirle gracias y que ejerza más como premio Nobel.
Sin embargo, la violencia
se volvió cotidiana en Colombia, tiene raíces profundas, cuenta con enormes
partidas en las finanzas del estado, en los presupuestos de algunos empresarios,
en la cadena del narcotráfico y en otros negocios ilegales. Una especie de psicopatía
que se transmite de generación en generación.
La ultraderecha
de Colombia es violenta a más no poder, el liberalismo también, pero menos
brutal por eso al final siempre busca la paz. Mientras tanto el nuevo centro y
la izquierda no le encuentran el pulso a la nación. El ejercicio político de Colombia se
antoja retardatario, sin visión y sin compromiso con objetivos superiores de
largo alcance.
El rebrote
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Obra de Doris Salcedo por las victimas. Plaza de Bolívar en Bogotá |
La violencia en
este gobierno es aún peor que la violencia de los años 1980 al 2010, donde
sucedieron los ataques del narcotráfico, luego de la guerrilla, y por último del
paramilitarismo. Si bien las expresiones de maldad eran mayores a las que
estamos viviendo en estos días, eran parte de un conflicto, de fracturas en la
sociedad y en el Estado, y de una confrontación contra el establecimiento, por
eso cuando se firmó el acuerdo con las FARC se generó un viento de esperanza, razón
por la cual está nueva violencia es imposible de entender y de aceptar porque
es devolverse cuarenta años. El rebrote de la barbarie está acompañado de una
descarada forma de violencia de las fuerzas del estado. El rechazo a la policía
por su accionar desmedido, un ejército que poco defiende la democracia y los
territorios ante la acción despiadada de los grupos armados, la impunidad en la
justicia con el crimen ordinario, con los de lesa humanidad y con la
corrupción, genera desconfianza, desesperanza, y sálvese quien pueda y como
pueda.
Al final la dirigencia quiere un país
superficialmente mejor pero no una nación estructuralmente superior. Ahí está el problema de fondo porque en medio
de una espiral de violencia no puede haber una secuencia de desarrollo.
Concertación
por Colombia
Se requiere un
acuerdo de largo plazo que aísle al uribismo, es la vacuna por la vida, la paz
y el desarrollo sostenible con equidad. Con ÉL uribismo no puede haber diálogo,
hay que derrotarlo políticamente y quebrar pacíficamente con inteligencia y
estrategia su alucinante dogmatismo.
El centro y la
izquierda tienen problemas: divisiones, debilidades programáticas e ideológicas,
falta estructura y sobran individualismos, por eso también tienen su parte en
el rebrote de la maldad porque no ha logrado crear un potente proyecto político
de nación que de paso los hubiera amparado de la violencia que han sufrido.
Divididos siempre
serán superados, pero unidos no, porque habrán logrado los espacios que ahora
tienen cerrados para gobernar. Colombia no puede condenarse a ser siempre de
derecha, que la gobierne la derecha, y que sea un estado de derecha que no
camina derecho.
De igual manera
desde el conocimiento aún no se ha llegado a entender suficientemente para
trascender esta dislocada manera de pensar y de entender la vida que impide
imaginar y crear una sociedad laica, pacífica y avanzada. Las verdades que está
empezando a decir la FARC es la verdad que esperan los colombianos de todos los
actores de la guerra. Es la única manera de sanar heridas, de parar tanta furia
demencial y alcanzar la paz.
Colombia no se autodetermina
Estuvo Pompeo
visitando al presidente Duque y nos hicieron creer que era para ultimar la
estrategia de una nueva ofensiva contra Maduro. Mentiras, a los pocos días nos
dimos cuenta que vino a perfeccionar el apoyo a Trump de los colombianos en la
Florida, pues creen que las elecciones se definirán en ese Estado. ¿Qué negoció Duque a cambio? ¿Qué le ofreció
Pompeo?
Ganará Biden y le
hará saber a Duque su falta de compromiso con los acuerdos de paz, de sus malos
resultados en la lucha contra el narcotráfico luego de dos años y medio de
gobierno, de sus fracasos en las estrategias contra Maduro, de la displicencia
para tramitar la extradición de Mancuso, y mandará a decir que quiere de él y Duque
responderá que sí.
No obstante, Estados
Unidos también debe cambiar su mirada hacia América Latina, ésta no puede ser
el eterno patio trasero ahora que los espacios se le reducen en otros lugares
del planeta y cuando el calentamiento global está en el frente de la agenda
mundial. Entonces el piromano de Brasil ni los narco paramilitares de Colombia puede
ser sus aliados, porque además el riesgo para la humanidad está en el
calentamiento global y no en el covid 19 que en un año largo nos dejará
secuelas peores que su verdadera letalidad, y el mundo preguntándose que fue
realmente lo que sucedió.
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