LA REVOLUCIÓN DE LA ESPERANZA
“Un momento de silencio por los jóvenes asesinados”
País deformadoFoto: Gabriele Siegrist
Gran
parte de la “estabilidad” de las instituciones colombianas se ha mantenido a
sangre y fuego para amparar un estado de atraso económico con brechas sociales
y económicas cada vez más grandes. La inversión social ha sido “mínimamente suficiente”
con el fin de dar la idea de un estado de oportunidades y de bienestar que tenga
tranquila pero atrasada a las mayorías, y contento al FMI.
Una
dirigencia maestra en mantener mínimos equilibrios macroeconómicos que no
aguantan una crisis internacional ni tampoco para aprovechar una bonanza
internacional, porque todo está pensado para la acumulación del 1% y sobre todo
del 0.5 y del 0.1% de mil millonarios, más una masa incuantificable de
corruptos instalados en el 5% con más riqueza monetaria. Entonces, la
informalidad y la ilegalidad hacen parte de la estrategia de acumulación, control,
evasión, pobreza y criminalidad de la estructura económica y de funcionamiento del
Estado.
La
falacia de una democracia representativa abusiva y corrupta, diseñada entre
políticos, grandes empresarios, grandes medios y centros de pensamiento, es el
verdadero acuerdo político pactado bajo la mesa, donde no interesa la paz
porque el orden y la convivencia no es funcional a su modelo de control y
saqueo del Estado. En esta estrategia eterna, Uribe se convirtió en el
siniestro que podía hacer el favor, y su silencio pasa por ampararlo de la justicia
nacional e internacional.
El
modelo económico de los últimos treinta años fue incorporado, adobado y
adecuado con una economía fallida, una democracia fallida, una justicia
fallida, una educación fallida, un sistema de ciencia y tecnología fallido, un sistema
industrial fallido, un sistema de seguridad nacional fallido, un sistema de
salud fallido, un sistema de descentralización fallido, y un sistema político
fallido.
Las
reformas económicas no han sido pensadas para desarrollar la nación, han sido
ideadas como negocios de unos pocos blindados por los tres poderes del Estado.
La reforma tributaria fue la expresión más descarada de los abusos entre
trimillonarios, tecnócratas y políticos. La reforma a la salud, es igual o peor
que la anterior y la conforman una deformación entre Sarmiento y las EPS, el ministerio
de salud, entidades asociadas, políticos, y se venía tramitando de manera
solapada en el Congreso. Las reformas de pensiones, laboral y de justicia, también
deben estar cruzadas por intereses torcidos. La protesta debe frenarlas.
Colombia
no es un país moderno: es superficial, violento y atrasado. Ahora que se van a
liberar las patentes de las vacunas, no tiene como producirlas, menos
inventarlas, porque el Instituto Nacional de Salud está desmantelado, el Invima
le sirve a las multinacionales y no a los innovadores nacionales, las
farmacéuticas nacionales son enanas, y el ministerio de comercio, industria y
turismo es una oficina de las multinacionales y no la agencia de desarrollo
productivo de la nación.
Explosión social
El
21 de noviembre (21N) de 2019 fue la primera gran expresión de malestar y desesperación
ciudadana que se enlazó con la protesta del 28 de abril del 2021 (28A). La
primera protesta fue neutralizada por los mismos del paro que se fueron de
vacaciones (en Chile no), con un pliego de peticiones que no cabía en una
constitución, y por una conversación nacional convocada por el gobierno para
engañar a Colombia. Los del paro del 21N aprendieron, Duque no, porque estúpidamente
pensó, junto a los gremios económicos, que el covid acabaría con los ánimos de
la protesta.
Entonces,
el gobierno respiró tranquilo, pues tenía como mantener a la ciudadanía en sus
casas y no en la calle. Sin embargo, el covid llegó para quedarse un rato
largo, así, el creciente problema social que se encapsuló, explotó, motivado
por una reforma tributaria abusiva, regresiva e inhumana en medio de una
pandemia, incluso, irracional e inhumana sin pandemia porque era para cubrir
los billones que Duque regaló a las grandes empresas en la reforma del 2019.
De
esta manera, la economía informal también explotó. La gente ya no tiene oportunidades
en la economía formal ni en la informal, es decir, las oportunidades no
existen, se acabaron. La gente muere de hambre, pasa hambre, y más ciudadanos
se suman a esta ciudadanía desprotegida, abusada y maltratada. Parte del vandalismo
de estos días, es por hambre, porque los otros vándalos son del Estado para justificar la
represión y asesinar a los jóvenes de la protesta.
El
99.9% de las expresiones en las calles y plazas, son maravillosas, inteligentes,
creativas, valientes, humanas y decididas. Los grandes medios no lo resaltan,
porque mostrar y magnificar el vandalismo es funcional al interés de reprimir
para que nada cambie.
Las Cortes le dan la espalda a la
ciudadanía
Mostré
en mi anterior columna como los tres poderes habían cerrado fila en contra de
la ciudadanía. Pues bien, en esta semana los togados fueron a visitar a Duque,
para firmar y leer una declaración que parecía escrita por Vicky Dávila o María
Isabel Rueda. Lo peor es que la firmó y la leyó el magistrado Lizarazo,
presidente de la Corte Constitucional, que deberá declararse impedido cuando
tenga que revisar la constitucionalidad de las barbaridades que le enviarán de
la Casa de Nariño. Lizarazo, es viejo lagarto politiquero. Igualmente sorprende
que la hubieran suscrito los presidentes de la JEP y de la Corte Suprema. Nos
deben una explicación porque esa declaración no es ni política ni jurídicamente
correcta.
La oposición ¿un pacto por la
esperanza?
Al
sistema político le llegó la protesta y lo superó. Acostumbrados a ganar
elecciones, pero no a representar los intereses y necesidades de la gente, los
cogió fuera de base, y salvo unos pocos congresistas que han salido con la
gente a las calles, los demás lo hacen desde el twitter, el podcast y el
Facebook. No saben cómo ponerse el frente de una marcha y hablarle a una plaza
llena. Gaitán y Galán lo hacían de maravilla, incluso Alberto Lleras. Uribe
también cuando fue presidente, pero ahora no se atreve porque es despreciado.
Petro no lo hace, porque la ultraderecha y algunos del centro lo culparían del “vandalismo
terrorista” de estos días. Sin embargo, tuvo una salida desgraciada en una conversación
que la Blu Radio divulgó el viernes 7 de abril, donde dijo que el paro se debió
desactivar una vez se tumbó la reforma tributaria.
Lo
hizo por tres razones: uno, ganarse algunos empresarios y votantes del centro; dos,
lo más grave y perverso, porque intenta minimizar y apagar al Comité Nacional
del Paro que le ha quitado agenda y liderazgo; y tres, para confrontar a la Coalición
de la Esperanza. Fue poco inteligente, afectado por su ego y ambición personal
de constituirse en el caudillo del cambio. Pues bien, en un minuto develó sus
fisuras humanas y políticas. Cosa diferente se vio de la Coalición de la
Esperanza, que reconoció el liderazgo del Comité del Paro, respeta su espacio,
y al final de la reunión no se tomó la foto con Duque. Perdió Petro, ganó la
Coalición, que tendrá que cargar con el fardo del voto en blanco y el odio de
Petro, lo cual alarga la agonía del uribismo.
No
obstante, el centro y la izquierda, por fuerza de este paro, una vez más, están
en situación de aprender de la Concertación en Chile cuando logró superar la
dictadura. Si no se unen, mañana serán culpables de que Colombia continúe en desagracia
infinita. Esa unión debe ser un Pacto por la Esperanza el cual no significa que
cada bloque (la Coalición, Pacto Histórico y otros) pierdan su identidad. Unidos,
salvarán a la nación.
Así
ganó Lula en Brasil, y volverá a ganar en el 2022. Cuando se fracturó esa alianza
llegó el golpe institucional, perdió Brasil, América Latina y el mundo. Si es
para poner un ejemplo de la otra orilla, así triunfaba Uribe, sumando partidos
pillos, pero sumando y ganando. Merkel ha salido victoriosa durante 18 años,
aliada con la social democracia y otros partidos. En Colombia, la oposición debe
llegar unida a la reunión que más pronto que tarde dará por terminado este
paro, e iniciar a partir de ahí un ciclo de cambios sostenidos y graduales
hacia una sociedad justa, equitativa, sostenible, productivamente avanzada e innovadora,
y en paz.
¿Golpe de Estado?
Duque
solo piensa en llegar al 7 de agosto del 2022. A Uribe únicamente le quedan la
policía y los militares para permanecer. No tiene otra defensa, Duque tampoco. Por
eso Uribe destapó su fascismo: el twitter donde mandaba a matar, que Duque y
Zapateiro ejecutaron, y luego el twitter del engendro de la revolución molecular disipada, para lo
cual trajo a su principal instigador en América Latina. Parece que hubiera
maquinado un golpe de estado, o generar condiciones para imponerle a Duque la
conmoción interior. Todo le falló, porque miles de mensajes salieron a todo el
mundo en la media noche del lunes 3 de mayo y en la madrugada del 4, una vez se
dio la masacre en Cali y hubo asesinatos indiscriminados en otras ciudades. Por
eso, el 4 de mayo, en el día, los Estados Unidos, la Unión Europea, la ONU y otros,
más la ciudadanía sensata de Colombia, echaron por tierra cualquier intención de asalto al Estado.
La palabra en primera línea
La
oposición y la sociedad no pueden perder el espacio ganado. Hay que resistir la
violencia instigadora con la cual se quiere deslegitimar los argumentos, las
razones, lo bello, ético y estético de la protesta. El arte, la música, la
vida, y las ideas, son la primera línea en las calles. La violencia, rechazarla,
pero no caer en la trampa de solo invocar NO A LA VIOLENCIA, porque debilita la
protesta lo cual solo le sirve a la tiranía. A los analistas e investigadores,
el conocimiento no se puede congelar, hay que seguir con más vigor,
inteligencia y creatividad. Los que escriben, son la palabra de la esperanza.
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