COLOMBIA FÁBRICA DE REPRESIÓN Y
CRIMEN
“Duque atropelló todos los derechos de
la protesta pacífica y creó monstruos para neutralizarla”
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Desde que estoy en este mundo, Colombia siempre ha tenido semanas espantosas. Pero la que se vivió del 4 al 11 de julio, es de las peores porque combina situaciones distintas, una peor que otra, todas dirigidas a la destrucción de las instituciones y la vida.
Informe
de la CIDH: un texto impecable para el mundo, no para Duque
El subpresidente rechaza el informe diciendo lo que no dice el texto, porque no respetó ninguno de los derechos humanos que protegen la protesta pacífica. Intentó arrasar con una maquinaria de muerte a los jóvenes. No había ninguna razón para asesinar a un solo joven. Todo lo que ha hecho es reprimir, censurar, silenciar, como bien lo ilustra esta obra de Beatriz Olano.
El informe es tan serio que Estados Unidos salió de inmediato a respaldarlo y a poner en el congelador la ayuda a la policía. Tan serio que hasta senadores republicanos como Marco Rubio, radical trumpista, lo apoya y pide al gobierno de Biden tomar posiciones contundentes. Tan serio que muchos analistas y ONGs nacionales e internacionales lo acogen integralmente.
Lo
que dice la CIDH me gustó porque pone en evidencia el desarreglo institucional
y las infamias contra los que protestan. El estado social de derecho, el modelo
económico, la descentralización, el sistema político y la policía están
reventados pues son inútiles para entender y responder a una sociedad diversa
que clama equidad y oportunidades, que quiere construir una ética para que
exista un estado social de derecho democrático, transparente y no una peligrosa
tiranía.
Agotada
la mala propaganda oficial en contra de la protesta, ahora el gobierno dice que
bandidos armados fueron las que hicieron los bloqueos con el fin de sumar otros
violentos para deslegitimar la protesta y de paso generar ruido en contra de
las movilizaciones del 20 de julio cuando el Comité Nacional del Paro entregará
al Congreso nueve proyectos de ley que Duque por orden de Uribe no quiso
negociar.
El
ministro de defensa, sin mostrar ninguna evidencia y sin acciones de
neutralización, dice que columnas del ELN y de las disidencias de las FARC
marchan sobre Bogotá para infiltrar las manifestaciones y tomarse la ciudad el
20 de julio, de esa manera, justificar anticipadamente la violencia del Esmad y
la militarización de la ciudad. Miles de millones se gasta el gobierno trasladando
policías de una ciudad a otra para neutralizar la protesta pacífica. Es el
precio económico y de vidas de un gobierno que ni oye, ni ve, ni entiende, ni
negocia, pero que sí reprime.
Al
coro desafinado se sumó Claudia López, cuyo informe a la CIDH contra la
protesta quedó hecho añicos. Está metiendo las patas cada vez más. Perdió
consistencia, confianza, credibilidad y coherencia. Era la esperanza de la
cordura, ahora se suma al canto oficial de la incoherencia para enamorar a privilegiados.
La
clase política reaccionó así contra el informe: el urbismo 100% en contra, Petro
criticando al gobierno y leyendo bien el informe, y el centro con declaraciones
cautas a favor del informe, aunque ni una palabra más para no molestar a terceros
y mantener prudente distancia con la protesta. Colombia camina el tremendo
escenario del 2018: ultraderecha y corrupción unidas, oposición dividida, gran
peligro de que se extienda la tiranía.
Mercenarios
sicarios made in Colombia
26
de los 28 asesinos del presidente de Haití son exmilitares y militares activos
del ejército de Colombia. Como la “inteligencia de la desinformación” está en
marcha, no sabemos, de pronto nunca, por qué, cómo y quién organizó y financió
la alucinante operación. Lo cierto, más allá de la mentira que ya empezaron a
montar, audios de Semana, lo sucedido es espantoso y humillante para la escasa
dignidad nacional que queda. Mucha cosa obscura, cruel y criminal hacen las
centrales de inteligencia de Colombia. Un país tan desordenado como Haití, será
fácil presa de los generales que Duque que deformarán la realidad de los hechos
para proteger su clandestina tropa de asalto.
La
procuradora emperadora en procura de la preclusión de Uribe
Se
sabe que la Procuradora Cabello envió a las Cortes una comunicación pidiendo
revisar una tutela puesta por la defensa de Uribe mediante la cual se busca que
pierda su condición de imputado por falsos testigos y fraude procesal.
Ella
quiere que diriman si la condición de imputado se conserva con el traslado del
caso de la ley 600 a la ley 906. Pretende que lo que viene de la ley 600, con
la cual se inició la investigación contra Uribe, se caiga con la ley 906. De
esa manera ÉL perdería su condición de imputado y quedaría despejado el camino
a la preclusión y la impunidad. Si las Cortes caen en las garras de la
argumentación de la procuradora, mostraría que la justicia de Colombia no sirve
y que solo quedaría el camino de la enclenque Corte Penal Internacional, porque
al ser una justicia complementaria está en manos de la habilidad de los
criminales de lesa humanidad para alargar su proceso judicial hasta el final de
sus días.
El
neoliberalismo empobrece y arrastra a una nación a la protesta social
La
vicepresidenta, el ministro de hacienda y otros más, estuvieron en Estados
Unidos defendiendo a la maltrecha economía para evitar el cierre de los
mecanismos internacionales de financiación y de atracción de inversión. Pues
bien, el problema nació en el primer gobierno de Uribe con los beneficios
tributarios de la confianza inversionista a las grandes empresas. Desde entonces,
los milmillonarios se han llevado cientos de billones sin retorno a la economía
(desarrollo del sistema productivo, nuevas exportaciones e innovación), a la
sociedad (equidad y bienestar) y al estado (recursos para inversión).
Desde
el inicio de la pandemia a los bancos les giraron 42 billones (tres reformas
tributarias de 14 billones). Si la reforma tributaria no sale pronto, otros
trece billones más les darían a las grandes empresas porque por ley deben
recibir esos subsidios. El gobierno, quien sabe con qué intención dilata la
nueva reforma. Seguramente buscando argumentos para justificar una nueva arbitrariedad.
Si la ciudadanía detecta cualquier trampa, la protesta será mayor que la del 28
de abril porque hasta ahora Duque no ha solucionado nada, solo ha dado plomo,
bolillo, gases y hambre para la gente.
Qué
días le esperan a Colombia
Quedan
trece meses del mal gobierno de Duque. Demasiado tiempo para una situación de creciente
debacle. Nada bueno está sucediendo desde los tres poderes, y nada bueno en las
políticas y leyes del ejecutivo. Solo destrucción institucional, mentiras
económicas, entrega al narcotráfico, violencia, corrupción, deslegitimación y
represión a la justa protesta social.
Se
podría aceptar que debemos aguantarnos este esperpento de gobierno, porque
después hay una esperanza, como Lula en Brasil. Pero no, en esta semana también
se vio como el centro sigue dividido entre el Partido Verde y la Coalición de
la Esperanza, mientras al liberar la Fiscalía a Oscar Iván Zuluaga por el caso
del hacker, la ultraderecha y la corrupción tienen candidato para una campaña
unida, con plata y malas mañas. Es irresponsable llegar a una primera vuelta
con el centro fracturado.
Distinto
a Fajardo, no hay con quien hacer una campaña que dispute la primera vuelta a
Petro y al enviado por Uribe. Hay que ser realista. Repetir el escenario de
2018, es peligroso. Debe haber un acuerdo entre social demócratas, sean estos de
centro o de izquierda. Sin miedo, con claridad, con argumentos, con razones, con
el corazón y de cara al país.
Sin
embargo, los jóvenes y el grueso de la protesta social definirán el escenario
político. Deben ser cada vez más inteligentes sus estrategias porque tienen
razones y son valientes como ninguna generación ciudadana se ha visto en la
Colombia desangrada. Salir masivamente a la calle el 20 de julio contra la
tiranía y favor de la construcción de un nuevo país.
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