martes, 24 de agosto de 2021

EL OCASO DE URIBE


Esta nota también está publicada en la Revista el Sur.   

Foto: Gabriele Siegrist
"No a la amnistía porque desde el día siguiente a la firma del acuerdo de paz la ultraderecha continuó asesinando lideres, opositores, estudiantes, excombatientes, y los generales aún no han dicho la verdad. Además es un imposible jurídico que busca dilatar la comparecencia ante al Corte Penal Internacional"

Cómo funciona el neofascismo en Colombia[1]

En este siglo nuevos movimientos populistas de ultraderecha se impusieron en uno y otro lado del mundo. Los más conocidos, los de Trump, Orbán, Erdogan, Modi, Bolsonaro, los Talibanes, la lista es más extensa y de distintos matices, pero la cierra Álvaro Uribe (ÉL) y su partido el ultra “Centro Democrático”.

Estos populismos se conocen como neofascismo o regímenes con políticas, estrategias y tácticas fascistas que no caben necesariamente en la imagen estricta del fascismo hitleriano.

Implementar políticas o tácticas ultra es tan peligroso como si se tratara de un pleno estado neofascista, pues al final los efectos son los mismos porque las palabras, gestos y estrategias son de la misma índole. Veamos como funciona en Colombia.

La propaganda (mano firme corazón grande). 

El antiintelectualismo (nunca se escucha de ÉL un discurso sobre el desarrollo, la sociedad, el mundo y la humanidad, jamás un conversatorio o una construcción con pensadores).

La irrealidad (enemigos inexistentes – castrochavismo -  o magnificación de los crímenes de la guerrilla para desviar la atención de los desmanes del gobierno, justificar la represión y vandalizar a la nación, pero silencio sobre los carteles del narcotráfico y los paramilitares).

La jerarquía (Uribe, ÉL único).

El victimismo (dirigentes y empresarios inquietos aunque nada sobre el despojo de tierras a sangre y fuego, o las gabelas tributarias a las grandes empresas sin retorno a la sociedad, a la economía y al estado).

El orden público (uso de instrumentos inconstitucionales, caso de Duque para reprimir la protesta pacífica, o la directiva 29 del 2005 del exministro Camilo Ospina para darle marco legal a la estrategia macabra de los falsos positivos determinada por ÉL).

La ansiedad sexual (ÉL violador de la periodista y dicen que no fue la única).

El llamado al espíritu de la nación: seguridad democrática igual a represión; confianza inversionista igual a débil estado regulador al servicio de un desenfrenado capitalismo de mercado funcional al narcotráfico, a la corrupción, al ventajismo tributario que explican el atraso de la economía por la ausencia de políticas correctas y sostenidas; y "cohesión" social, igual a pensamiento único para reforzar la inequidad). 

Asimismo, desmantelamiento del estado de bienestar a través de un neoliberalismo radical. E invocación a la unidad nacional para ello asamblea constitucional con el fin de cambiar la constitución y acabar con la paz.

Se deshumanizan ciertos segmentos de la población (pobres de las ciudades, campesinos, negros, indígenas, social demócratas y de izquierda) y desdibuja la empatía de otros ciudadanos (pacifistas, social demócratas y socialistas que en Colombia no hay) y justifica su tratamiento inhumano (todas las prácticas de violencia posible: encarcelamiento, tortura, desaparición, asesinato, masacres que al final configuran genocidios que son la máxima expresión de los crímenes de lesa humanidad, incluso, los desborda, como los falsos positivos algo de una maldad indescriptible, puesto que se planificaron a cientos de kilómetros, se buscaron de manera selectiva a los humildes jóvenes, los encontraron y engañaron, los transportaron de día y de noche, escogieron el lugar para asesinarlos por la espalda y en la obscuridad, ya muertos les pusieron uniformes de guerrilleros para simular combates, y luego a cobrar la recompensa, por eso los falsos positivos no son considerados crímenes de guerra, y ÉL lo sabe porque nació en su cabeza por eso ahora pide amnistía general para cerrar la segunda guerra antes de iniciar la tercera. 

Su estrategia predilecta es la polarización, para demarcar el campo entre los “otros” que son los “malos” y los de ÉL que son los “buenos”. El recurso, mucha propaganda y poco intelectualismo, atacando a las universidades y a las ONG que cuestionan sus ideas y sus prácticas, creando un estado de irrealidad. Los que escriben libros sobre ÉL o sobre las violencias de la guerra de ÉL, son “terroristas comunistas”. Los estudiantes fueron a la calle a través de la MANE (movimiento amplio nacional estudiantil) una vez se fue Uribe, y ahora volvieron por sus derechos y por los de sus padres, hermanos y amigos, pero los reprimen a sangre y fuego usando todas las tácticas posibles para deslegitimar la protesta, recurriendo a un vandalismo que se alimenta en las múltiples organizaciones que hay detrás de las múltiples violencias de Colombia en las cuales hay expresiones de ÉL: milicias, microtráfico, bandas organizadas, delincuencia común, sicariato, guerrilla, carteles de la droga y agentes de las fuerzas del Estado. 

Lo lograron porque los infiltraron y en pocas semanas cambiaron la imagen de la Primera Línea: a jóvenes con escudos, gafas protectoras, guantes y cascos de construcción, y otras estrategias de defensa contra los ataques del ESMAD, los convirtieron en “armas terroristas” y en “agentes del terrorismo”. Los muchachos se replegaron y sus madres y hermanos lloran a los hijos asesinados y desaparecidos. Sin embargo, en la noche del 23 de agosto de 2021 fue asesinado en Popayán un líder estudiantil al cual el Esmad ya le había destruido un ojo en las protestas de noviembre del 2019. Esto ocurrió 48 horas antes de la nueva movilización por las promesas incumplidas con las reformas que originaron las protestas que comenzaron el 28 de abril.  

En un régimen fascista la figura del líder equivale a la del padre en la familia patriarcal tradicional (la favorabilidad casi absoluta que llegó a tener Uribe en sus gobiernos antes de caer en desgracia en los últimos años), y porque la fuerza es el principal valor autoritario. Una de sus últimas expresiones fue la conversación del Presidente de la Comisión de la Verdad, padre Francisco de Roux, con ÉL. Éste se puso detrás de una mesa con un mantel blanco con estampado de flores, sentado en una silla más alta, como altar de una iglesia, mientras a De Roux le dieron una silla bajita como los feligreses en una iglesia. Participó  su hijo Tomás, que nada tenía que hacer ahí: patán, arrogante, furioso y cobarde, intimidado a Lucía González, comisionada  de la verdad.      

El futuro siguiente: las elecciones del 2022

Demasiados años ha durado el proyecto de ultraderecha. Sin embargo, ni ÉL es el mismo, Colombia tampoco, el mundo de hoy es muy distinto al mundo de ayer, el del auge del uribismo ya no existe, solo el narcotráfico. Ganó las elecciones del 2018 por la propaganda a favor de Duque y la propaganda en contra de Petro. Aplicaron a la perfección la estrategia de los malos y de los buenos. Como ÉL es un simple mortal, sus ideas también se están apagando, así conserve un poder amparado por tanto personaje con rabo de paja que se ha escudado detrás de ÉL y favorecido a través de ÉL. Como ocurre con todo proyecto ultra, hay una figura, los demás son subalternos inferiores, y la dirigencia delegó en ÉL "solucionar a sangre y fuego" los problemas del país. Sin embargo, Uribe ya no puede ir a las urnas, lo hará a través de Oscar Iván Zuluaga, que si bien ha recibido un alivio de la fiscalía por el caso del hacker en la campaña del 2014, el expediente aún no está cerrado, y quien sabe si los siete millones de votos de hace siete años aún los conserva, seguramente no, dada la estruendosa caída de la imagen de ÉL, de Duque y de sus congresistas, que sin ÉL solo son gritos en la obscuridad.

El partido de ÉL irá a las elecciones para el Congreso con lista cerrada, porque así no pueda ser candidato, es la imagen única. Esto sin saber en qué etapa estará el proceso por falsos testigos y fraude procesal. En caso de que la jueza no precluya a su favor, el caso volverá a la Fiscalía para que esta lo acuse, entonces, los tiempos seguramente los manejará el ente investigador, que es de su bolsillo, para que continúe en condición de imputado mientras pasan las elecciones. En caso de que Uribe sea acusado, llevado a juicio y condenado, su partido morirá, y no tendrá más opción que sumarse al candidato que ellos digan, tal vez el nada querido Vargas LLeras. En cualquier circunstancia, no solo por ÉL la ultraderecha está en problemas. La prisión a uno del clan Aguilar, el robo de los 70.000 millones de un contrato de más de un billón de pesos, del ministerio de las TIC con ministra de su confianza, y la suma de tantos problemas por corrupción y narcotráfico en su entorno y en el entorno de su obediente y subalterno presidente, pasarán factura, así dupliquen, tripliquen y quintupliquen el valor del voto.

Las máquinas de la corrupción y del narcotráfico trabajan a tope, Duque les dá lo que pidan, el triunfo lo garantiza el software amigo de la Registraduría, y aprobarán algunas leyes derivadas de la protesta social  para ganar “limpiamente” algunos electores. No obstante, esa monstruosa maquinaria electoral esta vez no les alcanzará si el centro y la izquierda no hacen locuras.

El uribismo y sus aliados tienen en algunos de sus contrincantes sus mejores amigos, porque el centro y la izquierda están enfrascados en las peleas de los egos y en la trampa divisionista que la derecha le ha tendido, por eso están más fraccionados que nunca, con la Alianza Verde convertida en el problema mayor porque “la pareja de muñecas” le apuestan a coquetear a los privilegiados, otros a la Coalición de la Esperanza, unos más al Pacto Histórico, y algún desconcertado a Peñalosa. Los errores de la oposición puede derivar en la prolongación de una ultraderecha premoderna dirigida desde las haciendas de ÉL.           



[1] Este artículo se basa en el libro del Jason Stanley. 2018. Cómo funciona el fascismo. Blackie Books. 

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