lunes, 13 de septiembre de 2021

INTERNACIONALIZACIÓN Y 

DESINDUSTRIALIZACIÓN DE 

COLOMBIA

Una versión similar también está publicada en www.razonpublica.com.co

Foto: Gabriele Siegrist
“Colombia perdió treinta años de internacionalización por no haber impulsado paralelamente un proceso de transformación productiva acompañada de un desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación”

Cuando hace un año se anunció la creación de la misión de internacionalización con el propósito de trazar una agenda de reactivación de la economía para el poscovid, parecía una acción importante, aunque demorada como demoradas fueron y siguen siendo las medidas de reactivación emprendidas por el gobierno de Duque.

Los países emergentes y desarrollados tomaron decisiones integrales y de mediano plazo en los primeros meses de la pandemia. Colombia no, han sido respuestas reactivas, intermitentes e inciertas.

Por eso, una misión con renombrados economistas extranjeros hacía pensar que podrían dar resultados que contribuyeran a reorientar, reestructurar y relanzar el sistema productivo, que venía con problemas por una inflexión estructural de la economía occidental, más los impactos de la Covid, y por la propia crisis de Colombia dada su dependencia de los recursos minero energéticos y de la agricultura, debido a la desindustrialización deliberadamente inducida desde 1991.

A su vez, la orientación teórica de los invitados también hacía pensar que no habría grandes novedades, por la ausencia de otros reconocidos expertos extranjeros y nacionales con una orientación crítica y a la vez propositiva para cambiar la globalización neoliberal, le hubieran dado una perspectiva correcta a la Misión, la que necesita Colombia para enfrentar problemas de inequidad, rezago productivo, calentamiento global y reinserción internacional.

Receta neoliberal en tiempos de crisis del neoliberalismo

Los documentos técnicos de la misión lo devuelven a los cuatro años del gobierno de César Gaviria, cuando se implementó la apertura de la economía. Son una condensación de la más vieja y equivocada ortodoxia del mercado, mostrando que el modelo era abrir la economía, exponerla a la competencia internacional, y ponerla a competir con limitados instrumentos y capacidades. El resultado, la reprimarización del sistema productivo, un mediocre crecimiento medio, mayor inequidad, destrucción de los recursos ambientales, agudo desequilibrio macroeconómico, y un proceso incontenible de desajustes institucionales.

Un equivocado modelo productivo y de internacionalización para superar una pavorosa guerra interna. El enfoque de la internacionalización terminó siendo funcional al conflicto nacional y no un instrumento para superar las condiciones estructurales que aún lo motivan. Hay una peligrosa coincidencia político ideológica entre neoliberalismo incorrecto y violencia, por tanto, debe cambiar el primero para que sea posible superar lo segundo. Para ello la internacionalización se debió hacer con base en un sistema conformado por cinco poderosas políticas:

·  una de desarrollo productivo o política industrial para conducir la especialización a sectores industriales y de servicios avanzados, y consolidar lo bueno de la vocación en recursos primarios;

·     una de ciencia tecnología e innovación para generar capacidades para aumentar la productividad y la competitividad;

·      una de educación con cobertura y calidad para todos;

·      una de emprendimiento para impulsar una nueva generación de empresas innovadoras;

·     una hacia la autonomía de las regiones para abatir el centralismo y generar condiciones endógenas en los territorios para desarrollarse e insertarse en la economía mundial. Esto sin dejar de mencionar la salud, la infraestructura, el medio ambiente, y una política tributaria duradera para la estabilidad macroeconómica y el cambio estructural.

Colombia fue sin inteligencia a la internacionalización porque invierte más en armamento y en represión que en conocimiento, arte, cultura y producción. Los “misioneros de la internacionalización” envían aún más desamparada a Colombia, con las mismas recomendaciones de la incorrecta teoría de hace treinta años.

Qué dicen los "misioneros"

Las propuestas giran en torno a generar condiciones para atraer inversión extranjera directa (IED), pues argumentan que esta ha sido la que ha aumentado la productividad. Al mismo tiempo, manifiestan que si se elimina el saldo de aranceles que aún existen, se beneficia a los más pobres porque compran productos más baratos. Así se dijo en 1991, así se repite en el 2021.

Reiteran lo conocido por todos y desde hace décadas, que las exportaciones centradas en recursos naturales, limita los beneficios del comercio, por cuanto tienen un bajo valor agregado carente de la mejor tecnología. Dicen también que, para obtener los beneficios del comercio debe diversificar su canasta comercial y diversificarse en servicios y exportaciones de alta tecnología. Hace treinta años la ortodoxia dijo lo mismo y nada se hizo.

Asimismo, sugieren una mayor integración a cadenas globales de valor (CGV) para impulsar las exportaciones, aumentar los ingresos y la productividad, sobre todo con la producción de insumos más intensivos en conocimiento y exportaciones fabricadas en el país que de paso generan empleo femenino y reduce la brecha salarial por la producción de bienes más inteligentes de la revolución tecnológica 4.0, los cuales no dependen de la fuerza bruta del patriarcado.

Dicen también los "misioneros" que la IED puede complementar el comercio y catalizar la participación en las CGV, así como explotarla para mejorar la productividad y el crecimiento, indicando que esta participa en Colombia con el 14% del PIB mientras en México y Perú lo hace con el 25%, y el 30% en Tailandia y Vietnam, sin decir que México es maquilador por excelencia, y que en los asiáticos la IED es para el aprendizaje mientras consolidan capacidades productivas y tecnológicas propias, como lo han hecho sus vecinos. Tailandia tiene la meta de llevar en el 2030 la inversión en ciencia, tecnología e innovación al 4% del PIB, y será la revolución 4.0 el punto de despegue a un proyecto nacional de desarrollo.

Agregan además que Colombia tiene ventajas en servicios modernos, ahora concentrados en servicios tradicionales: turismo y comercio local. Proponen que la diversificación y los nuevos servicios requieren repensar la política comercial y de integración, a través de la IED y de las CGV, porque se exporta más y se importan más bienes intermedios y de capital. Es decir, se cierra el círculo perfecto de beneficios de la IED de las CGV, sin darle mayor espacio a las industrias y servicios nacionales, cuando es a partir de ellas que se atrae IED y se ingresa a las CGV.

Asimismo, indican, esto es correcto, que la tasa de cambio determinada por la dependencia de los bienes primarios ha conducido a una sostenida devaluación que a la larga afecta el cambio estructural por un dólar que fluctúa al alza pues está atado a los precios de los minero-energéticos, situación que no se remediará si no ocurre una transformación a fondo de la especialización hacia bienes de alta tecnología. Sin embargo, si el petróleo se acaba y este no es sustituido por nuevas empresas nacionales innovadoras, sino por IED, el problema cambiario continuará.   

Los misioneros sugieren cinco acciones de política, del mismo tipo de las impuestas en 1991:

·  Una política que cubra la atracción, promoción, facilitación, retención, expansión y vínculos productivos para aumentar la IED en busca de eficiencia y atraer empresas creadoras de competencia.

·  Mejorar la inteligencia de mercado sobre oportunidades de exportación y mejorar la cooperación interinstitucional para superar barreras al comercio de servicios. 

· Racionalizar las barreras no arancelarias y reducir las crestas arancelarias para mejorar la competitividad de bienes intermedios y aumentar la competencia en el mercado interno.

· Disminuir los costos y tiempos de comercio transfronterizo para mejorar la participación de las empresas y mejorar la participación en las CGV.

· Mejorar la competencia para fomentar el crecimiento de la productividad de las empresas y el desempeño de las exportaciones vía IED.

Qué no dicen los "misioneros"

Siendo el mismo discurso de 1991, poco o nada se dice que una internacionalización exitosa debe partir al menos de las cinco políticas arriba mencionadas: desarrollo productivo, ciencia tecnología innovación, educación, emprendimiento y autonomía regional, más infraestructura.

De esta manera, se asume que las políticas de desarrollo de Colombia que están detrás del comercio internacional, son buenas. Que el aparato productivo nacional es satisfactorio y que no necesita de más empresas nacionales, sino lo que interesa es producir, exportar e importar para lograr unos beneficios que le permita funcionar aceptablemente, y que para ello lo mejor es la IED. En consecuencia, las empresas de otros países maximizan beneficios en nuestro mercado y con ello capacidades en investigación y desarrollo con lo cual ganan y superan en competitividad a las empresas nacionales. Un tipo de competencia desleal.

Si Colombia continúa sujeto al actual modelo de crecimiento y de internacionalización, jamás saldrá de las múltiples trampas de su condición de país intermedio: tipo de economía, crecimiento medio, ingreso medio, alto desempleo creciente informalidad, pobreza, inequidad, déficit perpetuo en el comercio de productos y servicios inteligentes, por tanto, eterno déficit en la balanza comercial, perpetuando una baja productividad y menor competitividad sin suficientes recursos para invertir sostenidamente en factores fundamentales del desarrollo, aún más escasos por la corrupción.

El comercio internacional es la estrategia de salida más importante para globalizar una economía, porque es producto del esfuerzo y de los cambios estructurales que subyacen para desarrollar la producción que va al mercado mundial.

Sin embargo, el comercio internacional sin cambio estructural no corrige el severo desequilibrio macroeconómico, la inequidad y la falta de bienestar para la mayoría de la sociedad.  Asombra que en el sistema nacional de comercio exterior, participen 11 ministerios y no esté el de Ciencia, Tecnología e Innovación, mostrando que entre el MCIT y el de investigación, hay un divorcio latente en la manera como aquel, en contubernio con el de Salud, asumió vía importaciones las necesidades del sistema de salud en el Covid, y por otro lado el Minciencias buscando dar soluciones desde la investigación, sin que el de Comercio hiciera algo para convertir esos desarrollos en nuevas empresas y en productos nacionales de alta tecnología para exportar.

Una producción nacional avanzada sustenta una internacionalización positiva porque requiere construir poderosas capacidades endógenas de producción y de innovación. Poco se ganará con esta Misión. Otra herencia mala del uribismo.

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